Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

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La táctica trotskista del entrismo (3)

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Las partes anteriores de esta nota aquí y aquí.

“Instinto revolucionario de los trabajadores”

La táctica del entrismo tiene como uno de sus supuestos fundamentales la idea de que ante crisis o enfrentamientos con la derecha, el fascismo o el imperialismo, las masas trabajadoras entrarán en colisión con las direcciones y programas de sus organizaciones tradicionales y girarán hacia la izquierda anticapitalista. Sobrevuela aquí la creencia de que de alguna manera la clase obrera se orienta espontánea y necesariamente hacia la revolución, en respuesta-reflejo a los padecimientos, crisis y problemas generados por el capitalismo. En otros términos, es como si de la relación social en que está inmerso el obrero se derivara una esencia revolucionaria que se traduciría, necesariamente, en conciencia socialista de forma más o menos directa. Esta idea se encuentra de manera bastante clara en escritos de Marx y Engels, en particular en trabajos juveniles o anteriores a la experiencia de la Asociación Internacional de Trabajadores.  Así, en La Sagrada Familia Marx se refirió a lo que “el proletariado es y está obligado a hacer, con arreglo a ese ser suyo”. Y en El Manifiesto Comunista Marx y Engels parecen prever un desarrollo linealmente evolutivo de la conciencia de clase, en base de las experiencias que haría la clase obrera con el capitalismo.

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06/12/2014 at 16:55

La táctica trotskista del entrismo (2)

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Caracterización de Trotsky de los PS y los PC

El tema de la caracterización del partido Socialista juega un rol clave en la fundamentación de Trotsky a favor del entrismo. En el artículo “La salida”, que hemos citado en la primera parte de esta nota, la SFIO es considerada “centrista no consolidada”, ya que “refleja la situación en transición de los obreros”, que estarían buscando una salida revolucionaria al enfrentamiento con el fascismo. En otro texto de 1933 precisa que con el término “centrismo” quiere significar “las más variadas tendencias y grupos que se encuentran entre el reformismo y el marxismo” (“Principled Considerations on Entry”, 16 de septiembre de 1933). En este escrito también considera al partido Laborista Independiente de Gran Bretaña como “centrista de izquierda”, ya que sus muchas tendencias y fracciones eran indicativas, en su visión, de los diferentes estadios de evolución desde el reformismo al comunismo. Desde esta perspectiva, pareciera que la SFIO o el partido Laborista Independiente eran partidos “obreros”, al igual que los partidos Comunistas. Aunque los PS y el Laborismo Independiente serían “centrismos no consolidados”, en tanto que los PC serían “centristas cristalizados”, productos de la contrarrevolución burocrática.

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29/11/2014 at 17:07

Respuesta a crítica de Democracia Socialista

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Democracia Socialista publicó una crítica a mi crítica del Programa de Transición, un “Prólogo al prólogo”, en referencia a la nota anterior que publiqué en este blog (ver aquí; la crítica de DS en http://www.democraciasocialista.org/?p=3908). El centro de la crítica que me hace DS está contenido en el siguiente pasaje:

“El enfoque transicional, para nosotros es, más sencillamente, un intento de articular las reivindicaciones de masas en una proyección de radicalización progresiva en el terreno de la conciencia y de la práctica de lucha. La cuestión del agua o del gas en Bolivia, por ejemplo, durante los enormes procesos de lucha que atravesaron a ese país a principios de siglo, planteaban todos los problemas de la soberanía nacional, del control y de la gestión popular. Es decir, cumplían como tales el rol de consignas “transitorias”. En los países donde la reforma agraria es una cuestión central, como Brasil, la cuestión de las ocupaciones de tierras tiene también un alcance “transicional”. Las ocupaciones no son, como tales, incompatibles con el sistema, pero, en el marco de la actual economía capitalista globalizada, constituyen puntos de desequilibrio incontestables. “Detrás del sistema de las reivindicaciones transitorias lo que está en juego es lo siguiente: una acumulación de experiencias sociales que desestabilicen el sistema, indiquen otra organización económica y social y demuestren el potencial de los y las asalariadas en esta perspectiva. Gramsci abordaba esta cuestión con su concepto de “hegemonía político- ética”. La clase oprimida debe conquistar posiciones en el seno de la sociedad antes de conquistar el poder político. En una situación normal, desde luego, esto no deja de ser propaganda y experiencias de un alcance limitado. Pero en una situación de aceleración social esto se integra en un periodo preparatorio de la conquista del poder político” (Sabado, 2006)”.

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31/10/2014 at 10:46

Nueva crítica del PTS

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El PTS volvió a criticar mis posiciones acerca del imperialismo y la liberación nacional. Puede verse la crítica en http://puntoddesequilibrio.blogspot.com.ar/2014/08/marxismo-nacional-o-internacionalismo.html.

 Aunque no responde a lo que he planteado acerca de la liberación nacional (véase aquí y siguientes), el PTS ahora sostiene que desconozco “la presencia global del imperialismo y su rol como fuerza reaccionaria en toda la línea que interviene globalmente en defensa de los intereses del capital, a la vez que opera en beneficio de la expansión de los sectores más poderosos del capital global”.

Sin embargo, y contra lo que dice el PTS, en Valor, mercado mundial y globalización (y lo he repetido en comentarios en el blog) defendí la vigencia de la noción de imperialismo, aunque no en el sentido en que lo planteaba Lenin, o lo hace hoy la mayoría de la izquierda. Por lo que he explicado en otras notas, y también en los libros publicados, sostengo que no se puede seguir pensando al imperialismo como una forma de explotación basada en la extracción del excedente a partir de la coerción político-militar, como ha sido el colonialismo. Tampoco se puede hablar de explotación de países (como Argentina) por medio de la inversión extranjera, el llamado intercambio desigual o la deuda (argumento esto largamente en Valor… y también en Economía política de la dependencia y el subdesarrollo). Por eso sostengo que Argentina no es explotada por EEUU o la UE. La clase obrera es explotada, no “el país”. Los porcentajes mayores o menores que les tocan a los explotadores nacionales o extranjeros en el botín de la explotación no convierte a ninguna de sus fracciones en «explotada».

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19/08/2014 at 16:32

Plusvalía extraordinaria y renta agraria (2)

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Segunda parte de la nota iniciada aquí

Renta agraria, dos enfoques opuestos

Entre los economistas del siglo XIX hubo dos enfoques opuestos para explicar la renta de la tierra: aquel que la explicaba por precio de monopolio, y el que lo hace a partir de la ley del valor trabajo. Sismondi, Malthus, Buchanam, Hopkins y otros economistas adherían a la primera perspectiva (véase Teorías de la plusvalía). Aquí la idea básica es que los terratenientes establecen un precio del producto agrícola por encima de su valor, o de su precio de producción, merced al poder de monopolio de que disponen, derivado de la propiedad de la tierra. Refiriéndose a esta explicación, Marx anota: “Hay un recargo de precio y la ley del valor de las mercancías se viola a consecuencia del monopolio de la propiedad del suelo” (Marx, 1975, t. 2, p. 138); esto es, la ley del valor trabajo no determina el precio. El hecho de que la ley del valor se viole significa que la renta, en esta perspectiva, es plusvalía no generada al interior del sector agrícola; es plusvalía generada en la industria o en otra actividad productiva distinta de la agrícola, y transferida a los propietarios de la tierra. En términos generales esto significa también que la renta determina el precio del producto.

El enfoque basado en la teoría del valor trabajo, en cambio, procura explicar cómo puede “desarrollarse una renta, vale decir, cómo puede transformarse una parte de la ganancia en renta de la tierra, y en consecuencia, cómo puede recaer una parte del precio de la mercancía en manos del terrateniente” (Marx, 1999, t. 3, p. 823), vendiéndose el producto a su valor, o a su precio de producción. Su punto de partida es la tesis de Anderson: no es la renta la que determina el precio del producto agrícola, como ocurre en el enfoque “a lo Malthus”, sino el precio del producto es el que determina la renta del suelo. Esto es, la fuente de la renta es el precio del producto agrícola. Dado que el precio es la forma en que aparece el trabajo objetivado, con esto estamos diciendo que la renta se origina “en el valor del producto agrícola, en el trabajo aplicado a la tierra” (Marx, 1975, t. 2, p. 123).

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25/04/2014 at 11:09

Chavismo o independencia de clase

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Como lo ponen en evidencia los intercambios que he tenido en “Comentarios” a raíz de la nota sobre control bonapartista, mis diferencias con la izquierda chavista son profundas. Alguna gente se sintió ofendida porque planteé que, de hecho, estamos en “veredas opuestas”, ideológica y políticamente, pero no hay otra manera de decirlo. Es que hay dos visiones contrapuestas: una que hace eje en que el movimiento obrero mantenga una actitud autónoma y hostil hacia el conjunto de la clase dominante y el Estado. Y otra que pone el acento en la colaboración con el proyecto del socialismo siglo XXI, dirigido desde el Estado. En esta entrada amplío sobre qué significa un accionar independiente, autónomo, de clase.

Carácter irreconciliable del antagonismo

El fundamento último de una estrategia política autónoma de las fuerzas del trabajo es la conciencia de clase. En términos leninistas, conciencia de clase es conciencia del carácter irreconciliable del antagonismo entre el capital, de conjunto, y el trabajo. Es también conciencia de la naturaleza burguesa del Estado, de su rol en el sostenimiento de la relación de explotación, y de la imposibilidad de reformarlo “desde adentro”. Este carácter del Estado no se altera en los países dependientes (ver más abajo).

Por eso la independencia de clase exige una actitud hostil de los explotados hacia la clase dominante de conjunto. Es un criterio general que ordena las orientaciones tácticas y los programas de acción. De ahí el rol de la crítica. La critica hacia toda forma de explotación y sujeción de los trabajadores es la condición indispensable para avanzar en la autonomía de la clase trabajadora. La raíz última de esta crítica es la teoría de la plusvalía de Marx (esto es, la teoría de la explotación del trabajo por el capital). Por esta razón no puede haber política socialista y revolucionaria sin teoría, sin crítica, sin debates y elaboración colectiva.

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19/03/2014 at 17:57

Lenin, sobre dependencia y liberación nacional (3)

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Lenin, sobre dependencia y liberación nacional

Esta es la tercera y última entrada de “Lenin, sobre dependencia y liberación nacional” (la primera aquí, la segunda aquí).

Planteos conectados

El tema tratado en esta nota enlaza con otros planteos que he presentado en este blog. Una primera cuestión es que no tiene sentido decir que actualmente el país dependiente típico es explotado (seguramente en este punto tengo una diferencia con el planteo de Lenin). Es que en la actualidad la relación económica predominante, en los países dependientes, es capitalista, y por lo tanto la extracción del excedente opera a través de la generación y apropiación de plusvalía, de la queparticipan los capitales según su fuerza relativa, sean nacionales o extranjeros; la cuestión del colonialismo en esto no interviene. Pero si los capitales nativos de los países dependientes participan de la explotación según su fuerza relativa, no tiene sentido decir que son explotados, u oprimidos, por los capitales extranjeros; más bien son socios en la explotación del trabajo. Éste es un punto en el que mantengo una fuerte diferencia con buena parte de la izquierda «nacional», que piensa que la burguesía criolla es «semi-oprimida» por el imperialismo (según Trotsky, 1937, la burguesía de los países semicoloniales sería una clase «semi-gobernante, semi-oprimida»). Los países dependientes y atrasados hoy no están sometidos al saqueo y pillaje por vía de la dominación colonial, y por lo tanto no tiene sentido afirmar que «la nación» (esto es, comprendiendo a su clase dominante) está oprimida, o explotada en alguna forma.

Para expresarlo con nombres, en Argentina los grupos Socma, Techint, Lázaro Báez, Bulgheroni, Clarín, Macro, Arcor, Pescarmona, Grobo y similares, no son explotados, sino explotadores. Algo similar ocurre con los grandes grupos económicos mexicanos, chilenos, malayos o indios. Pueden estar asociados con capitales extranjeros, sean financieros, comerciales o productivos, pero no por ello están colonizados. Lo mismo se puede decir de los inversores argentinos (o de cualquier otro país atrasado) que realizan inversiones directas en otros países, o colocan fondos en los grandes centros financieros internacionales. Sus intereses están entrelazados con los del gran capital. Un funcionario argentino que invierte sus dinerillos en un paraíso fiscal, no es un explotado por el capital financiero internacional; es alguien que ha participado, y se ha beneficiado, de la explotación de la clase obrera de “su” país, y se sigue beneficiando de la explotación del trabajo a nivel global. En definitiva, la clase dominante argentina, como la de cualquier otro país dependiente, no es “semi-oprimida” ni “semi-explotada”, como aparecía en la visión tradicional basada en la caracterización “Argentina semicolonia”. Por esta razón, tampoco tiene sentido sostener que la clase obrera europea o estadounidense participa de la explotación de la clase obrera del llamado tercer mundo, como sostienen algunos marxistas «nacionales” (hace algunos años, escuché por televisión a la por entonces diputada Ripoll decir que los trabajadores españoles gozaban de “altos salarios” porque las empresas españolas sobre-explotaban a los trabajadores argentinos).

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05/02/2014 at 12:24

Lenin, sobre dependencia y liberación nacional (2)

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Lenin, sobre dependencia y liberación nacional

Esta es la segunda parte de la nota «Lenin, sobre dependencia y liberación nacional».

La noción de semicolonia en Milcíades Peña

A pesar de su importancia, desde fines de los años 1920 la distinción entre países dependientes y coloniales y semicoloniales, tendió a perderse en la izquierda; y con ella, las consecuencias que derivaba Lenin con respecto a la liberación nacional. Ya en las décadas de los 60 y 70, se consideraba natural caracterizar a países como Argentina, México o India de “semicolonias”, y la cuestión se mantiene así hasta el presente. Milcíades Peña fue representativo de esta postura. Aunque fue crítico de Abelardo Ramos y de la “izquierda nacional”, acordaba sin embargo en que para Argentina, y el resto de América Latina (a excepción de Cuba), estaba planteada la tarea histórica de la liberación nacional. Criticó a Ramos porque éste sostenía que la clase obrera debía renunciar a mantener una posición independiente frente al nacionalismo burgués; pero no por plantear la liberación nacional como tarea central de la revolución latinoamericana.

En este respecto, el punto de partida de Peña fue su caracterización de Argentina, y naciones semejantes del Tercer Mundo, como países semicoloniales. El carácter semicolonial de Argentina se debía, en su visión, a que el país estaba subordinado al capital financiero internacional y a organismos políticos y militares a través de los cuales se ejercía la dominación de EEUU: “… por el Tratado de Río de Janeiro, la Carta de la Organización de Estados Americanos y otros compromisos semejantes, (Argentina) ha delegado atributos esenciales de la soberanía, en particular el declarar la guerra, en un superestado continental, controlado por Estados Unidos” (p. 14). En consecuencia, la autodeterminación nacional pasaba por “eliminar la subordinación al capital financiero internacional” y a los organismos internacionales (p. 169). De manera que Peña planteaba la liberación económica entre los objetivos a conquistar con la liberación nacional. En ningún momento discute qué relación guarda esta tarea con la estructura capitalista de Argentina, y su inserción en el mercado mundial.

Sin embargo, Peña era consciente de que el desarrollo de la burguesía argentina tendía a vincularla inevitablemente al capitalismo mundial. Por ejemplo: “… para la industria argentina sólo es cuestión de vida o muerte oponerse a la importación de algunas mercancías metropolitanas, lo cual es muy distinto que oponerse al imperialismo. Y cuanto más se enriquece la burguesía, más se vincula al capital internacional y mayor es su necesidad de contar con el apoyo financiero y técnico de las metrópolis, si es que sus negocios han de prosperar” (p. 99). Pero ésta es precisamente la razón por la que Lenin sostenía que la eliminación de la dependencia (podemos precisar: dependencia tecnológica, científica, financiera) no podía inscribirse entre las tareas democráticas y nacionales de la burguesía. Para ilustrarlo con un caso actual, hoy puede verse que Italia, España y Grecia, a los cuales nadie califica de “semicolonias”, están “subordinados” a los dictados de los mercados financieros. Algo similar puede decirse de la relación que mantenían Argentina o Rusia con el capital financiero internacional, en los años en que Lenin los consideraba “dependientes”. Peña pasa por alto estas cuestiones. De igual modo, es llamativa la forma en que eleva al grado de dominación semicolonial la participación de Argentina en la OEA; recordemos que, después de todo, en 1982 Argentina entró en guerra con Gran Bretaña sin solicitar la venia de la institución.

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23/01/2014 at 11:56

Lenin, sobre dependencia y liberación nacional (1)

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Lenin, sobre dependencia y liberación nacional

En la izquierda está muy generalizada la idea de que la mayoría de los países de América Latina, a excepción de Cuba, y tal vez Venezuela, mantiene una relación de tipo semicolonial, o neocolonial, con las grandes potencias, EEUU en primer lugar. Y que por este motivo, es necesario luchar por realizar la tarea histórica de la liberación nacional, o “la segunda independencia”. En contraposición a esta postura, desde hace años sostengo que países como Argentina, México o Chile, no son semicolonias, y que no está planteada, como demanda pendiente, la liberación nacional. Esta postura conecta con la distinción de Lenin entre países dependientes, por un lado, y países coloniales y semicoloniales; y su noción del contenido de la liberación nacional. En términos generales, podemos decir que se trata de un enfoque muy minoritario en la izquierda, aunque ya ha sido avanzado por diferentes marxistas. Entre ellos, por Dabat y Lorenzano (1984); por mi parte, he desarrollado estas ideas en Economía política de la dependencia y el subdesarrollo (UNQ, 2010), y en los años 1990, en la revista Debate Marxista.

En lo que sigue presento primero la postura de Lenin; la comparo luego con la interpretación instalada en la izquierda, según fue presentada por Milcíades Peña; en tercer lugar, argumento por qué es superior el enfoque leninista, y las consecuencias que se derivan para un programa socialista en los países dependientes. La nota se divide en tres partes.

Países dependientes y coloniales

Lenin consideraba -comienzos del siglo XX- que había tres tipos fundamentales de países atrasados: los dependientes, las colonias y las semicolonias. Los primeros, según Lenin, eran políticamente independientes, pero dependientes económicamente de los países más ricos, y del capital financiero. Entraban en esta categoría naciones como Argentina, Serbia, Bulgaria, Rumania, Grecia, Portugal y hasta Rusia. “No sólo los pequeños Estados, sino aun Rusia, por ejemplo, es enteramente dependiente, económicamente, del poder del capital financiero de los países burgueses ricos” (Lenin, 1914). También consideraba que EEUU había sido una “colonia económica” de Europa en el siglo XIX. A pesar de lo escueto de las referencias, pareciera que consideraba que los países dependientes eran explotados por los países ricos, aunque no especificaba el mecanismo. En algunos pasajes los caracterizaba como “colonias económicas” de los países imperialistas. Argentina, por ejemplo, era una “colonia comercial” de Inglaterra, y Portugal un “vasallo”, aunque ambos conservaran su independencia (Lenin, 1916).

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16/01/2014 at 09:19

Sindicato de policías y una crítica de IS

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Sindicato de policías y una crítica de IS

Por estos días volvió a ponerse en la mesa de debate la discusión sobre si es conveniente que los socialistas apoyen la formación de un sindicato de policías. En una entrada que ya tiene unos meses, expliqué por qué, en mi opinión, esa no debería ser una demanda de los socialistas (aquí). Luego de publicada la nota, Miguel Sorans, dirigente de Izquierda Socialista, integrante del FIT, escribió una crítica a mi posición (ver http://asambleadeintelectualesfit.wordpress.com/2012/10/15/sobre-las-huelgas-policiales-la-sindicalizacion-las-ffaa-y-los-socialistas-revolucionarios-miguel-sorans-uit-ci/

El argumento de Sorans se articula en torno a tres ideas, bastante simples. En primer lugar, afirma que los policías son esencialmente trabajadores. En segundo término, sostiene que es una cuestión establecida por el marxismo, que los socialistas, y el movimiento obrero, deben intentar ganar para su lado a los soldados y a los policías. Sorans eleva el tema a una cuestión de “principio” (recuerda, por ejemplo, que era una de las condiciones de admisión en la Tercera Internacional). En tercer lugar, afirma que la agitación a favor de un sindicato permitiría ganar a una parte importante de las fuerzas policiales para la causa de los trabajadores. Aquí va entonces mi breve respuesta.

En  primer lugar, Sorans no responde al nudo de mi argumento. El mismo es que los policías no son trabajadores con uniforme, ya que su función represiva determina su carácter social. Por eso se diferencian de los soldados que son reclutados para el ejército (uso el término ejército en sentido genérico; puede incluirse la marina o aeronáutica). Precisamente, en la tradición marxista, la expresión “obreros o campesinos con uniforme” surgió para referirse a las masas trabajadoras que eran enviadas al ejército. No se utilizaba para designar a los miembros de la policía. El policía, a diferencia del recluta, entra voluntariamente a un cuerpo represivo, siendo consciente, además, de que va a reprimir manifestaciones y luchas obreras y populares. Su existencia como policía depende de que cumpla a carta cabal con esta función. ¿Qué tiene que ver esto con el campesino u obrero que es incorporado al ejército?

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