Posts Tagged ‘Imperialismo’
«La acumulación del capital» de R. Luxemburgo. Análisis crítico (final)
La tercera parte de la nota, aquí
Punto de contacto con el enfoque keynesiano y kaleckiano
Dejando de lado el hecho de que RL es una revolucionaria, que busca acabar con el modo de producción capitalista, y Keynes es un defensor del capitalismo, existe un punto de contacto entre ambos en lo que se refiere a la demanda.
En Keynes las dificultades por el lado de la demanda arrancan con la propensión al consumo, esto es, con “la ley psicológica” según la cual los hombres, en promedio, aumentan su consumo a medida que aumenta el ingreso, aunque no tanto como ese aumento del ingreso. Destinarán entonces una parte de su ingreso al ahorro. Pero el ahorro puede concretarse en la adquisición de activos financieros – y en ese caso, el dinero se canalizará hacia la inversión – o mantenerse en la forma de dinero, afectando negativamente a la demanda agregada. Una cuestión clave para explicar por qué, contra lo que dice la ley de Say, no siempre la oferta genera su correspondiente demanda. Si por alguna razón los capitalistas o los tenedores de dinero deciden atesorar, en lugar de invertir, habrá un problema por falta de demanda. De ahí que Keynes considerara que todo lo que llevara al atesoramiento representaba un peligro para el funcionamiento normal del capitalismo. Incluso los fondos líquidos mantenidos por empresas por depreciación de equipos representaban reducciones a la demanda. Más en general, procuró demostrar por qué puede ser racional que los capitalistas atesoren en lugar de invertir. Encontró dos razones. La primera, que en situaciones de incertidumbre el mantenerse líquido permite postergar decisiones – revertir esas decisiones siempre implica costos– y por lo tanto, mantener las opciones abiertas. En segundo lugar, es racional mantenerse líquido si se prevé un aumento de la tasa de interés (y por lo tanto, una desvalorización de bonos y otros activos financieros). Es la demanda de dinero por motivo especulativo que sigue figurando en los manuales de Macroeconomía. En cualquiera de los casos, habría atesoramiento y por lo tanto problemas de debilidad de la demanda. Lee el resto de esta entrada »
La izquierda y Lenin, sobre imperialismo y explotación de países
A raíz de las discusiones sobre la situación en Venezuela, una vez más se puso en el centro de mis diferencias con la mayor parte de la izquierda la cuestión de la “liberación nacional de la explotación imperialista”. Es que lo que sustenta el programa nacionalista de la izquierda es la idea de que Argentina es explotada por EEUU, y otras potencias; y que Venezuela pasaría a ser explotada (o sería más explotada) por EEUU (y otras potencias, pero no China o Rusia) en caso de que cayera el régimen chavista.
En oposición a estas ideas, en notas anteriores (por ejemplo, aquí; también en Economía política del subdesarrollo y la dependencia) planteé que países como Argentina no son explotados por las potencias capitalistas. Los explotados son los trabajadores, no “el país”. La explotación se da en términos de clases sociales, y en los capitales nativos no están sometidos a alguna forma de explotación “colonial”.
Preciso que la explotación colonial es aquella que describía Hobson (1902), y sobre la cual Lenin decía –en El Imperialismo fase superior del capitalismo, p. 75- que se asentaba la explotación del capital financiero, y la inversión capitalista en los países atrasados. Esa explotación colonial adoptaba diversas formas: producción y transporte con uso compulsivo de mano de obra –trabajadores de plantaciones, portadores de cargas en África, etcétera-; economía de trata, que consistía en el monopolio comercial del país dominante sobre monocultivos; impuestos sobre los campesinos y artesanos; y acaparamiento de la tierra por parte de los colonos. A las clases burguesas o pequeñoburguesas nativas –comerciantes y artesanos- no se les permitía comerciar con otras potencias o países en mejores términos; no podían tomar decisiones políticas, económicas, diplomáticas, con un mínimo de autonomía. Lee el resto de esta entrada »
Sobre las amenazas de Trump a Corea del Norte
Ayer, en su discurso ante la Asamblea General de la ONU, el presidente Donald Trump amenazó con “destruir totalmente” a la República Popular Democrática de Corea. “Si EEUU se ve obligado a defenderse o defender a sus aliados, no tendremos más elección que destruir totalmente a Corea del Norte”, dijo. Trump también atacó a Irán, Venezuela, Siria y Cuba, a quienes calificó como “los flagelos del planeta”. Pero el peso de sus invectivas fue hacia el régimen norcoreano.
Si bien muchos no acuerdan con las formas de Trump, la idea de que Corea del Norte representa una amenaza “para la comunidad internacional” es sostenida por la mayoría de los gobiernos y los grandes medios, y se ha instalado en la opinión pública. La RPDC sería la agresora y EEUU y sus aliados los agredidos. Sin embargo, no existen fundamentos para tal idea. Lee el resto de esta entrada »
Notas para un balance a 40 años del golpe militar
El viaje de Obama a Argentina, coincidente con el cuarenta aniversario del golpe militar, parece una buena ocasión para pasar revista a algunas cuestiones que pueden ayudarnos a entender el rol de EEUU, y de la clase dominante argentina en 1976, y la naturaleza de la dictadura.
EEUU apoyó al golpe militar y la represión
Empecemos diciendo que EEUU apoyó al golpe militar de marzo de 1976. En 1976 Henry Kissinger, por entonces secretario de Estado, dio luz verde para la política de secuestro, tortura y muerte desplegada por la dictadura. En abril de ese año se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores de Argentina, César Guzzetti. Según el memorándum secreto de esa reunión (revelado en 2004) Guzzettti planteó que “el principal problema que tenemos es el terrorismo”, a lo que Kissinger respondió “si hay cosas que tienen que hacer, hacerlo rápidamente”. Luego, en agosto de ese mismo año, Kissinger mantuvo una reunión con el embajador estadounidense en Argentina, Robert Hill, a quien le confirmó la conversación mantenida con Guzzetti. En 1977, ya bajo el gobierno de Carter, Hill informó a Patt Derian, secretaria de Estado para los derechos humanos, que pensaba que el mensaje de Kissinger a Guzzetti había llevado a la dictadura militar a intensificar la represión.
Una larga tradición de intervenciones y golpes militares
La política de EEUU en 1976 se inscribe en una larga tradición de agresiones militares y respaldo a regímenes sangrientos. Aunque esto es conocido en general, es útil pasar revista al “listado” de hechos. Para esto, transcribo un pasaje de mi libro Valor, mercado mundial y acumulación:
Nueva crítica del PTS
El PTS volvió a criticar mis posiciones acerca del imperialismo y la liberación nacional. Puede verse la crítica en http://puntoddesequilibrio.blogspot.com.ar/2014/08/marxismo-nacional-o-internacionalismo.html.
Aunque no responde a lo que he planteado acerca de la liberación nacional (véase aquí y siguientes), el PTS ahora sostiene que desconozco “la presencia global del imperialismo y su rol como fuerza reaccionaria en toda la línea que interviene globalmente en defensa de los intereses del capital, a la vez que opera en beneficio de la expansión de los sectores más poderosos del capital global”.
Sin embargo, y contra lo que dice el PTS, en Valor, mercado mundial y globalización (y lo he repetido en comentarios en el blog) defendí la vigencia de la noción de imperialismo, aunque no en el sentido en que lo planteaba Lenin, o lo hace hoy la mayoría de la izquierda. Por lo que he explicado en otras notas, y también en los libros publicados, sostengo que no se puede seguir pensando al imperialismo como una forma de explotación basada en la extracción del excedente a partir de la coerción político-militar, como ha sido el colonialismo. Tampoco se puede hablar de explotación de países (como Argentina) por medio de la inversión extranjera, el llamado intercambio desigual o la deuda (argumento esto largamente en Valor… y también en Economía política de la dependencia y el subdesarrollo). Por eso sostengo que Argentina no es explotada por EEUU o la UE. La clase obrera es explotada, no “el país”. Los porcentajes mayores o menores que les tocan a los explotadores nacionales o extranjeros en el botín de la explotación no convierte a ninguna de sus fracciones en «explotada».
Lenin, sobre dependencia y liberación nacional (2)
Esta es la segunda parte de la nota «Lenin, sobre dependencia y liberación nacional».
La noción de semicolonia en Milcíades Peña
A pesar de su importancia, desde fines de los años 1920 la distinción entre países dependientes y coloniales y semicoloniales, tendió a perderse en la izquierda; y con ella, las consecuencias que derivaba Lenin con respecto a la liberación nacional. Ya en las décadas de los 60 y 70, se consideraba natural caracterizar a países como Argentina, México o India de “semicolonias”, y la cuestión se mantiene así hasta el presente. Milcíades Peña fue representativo de esta postura. Aunque fue crítico de Abelardo Ramos y de la “izquierda nacional”, acordaba sin embargo en que para Argentina, y el resto de América Latina (a excepción de Cuba), estaba planteada la tarea histórica de la liberación nacional. Criticó a Ramos porque éste sostenía que la clase obrera debía renunciar a mantener una posición independiente frente al nacionalismo burgués; pero no por plantear la liberación nacional como tarea central de la revolución latinoamericana.
En este respecto, el punto de partida de Peña fue su caracterización de Argentina, y naciones semejantes del Tercer Mundo, como países semicoloniales. El carácter semicolonial de Argentina se debía, en su visión, a que el país estaba subordinado al capital financiero internacional y a organismos políticos y militares a través de los cuales se ejercía la dominación de EEUU: “… por el Tratado de Río de Janeiro, la Carta de la Organización de Estados Americanos y otros compromisos semejantes, (Argentina) ha delegado atributos esenciales de la soberanía, en particular el declarar la guerra, en un superestado continental, controlado por Estados Unidos” (p. 14). En consecuencia, la autodeterminación nacional pasaba por “eliminar la subordinación al capital financiero internacional” y a los organismos internacionales (p. 169). De manera que Peña planteaba la liberación económica entre los objetivos a conquistar con la liberación nacional. En ningún momento discute qué relación guarda esta tarea con la estructura capitalista de Argentina, y su inserción en el mercado mundial.
Sin embargo, Peña era consciente de que el desarrollo de la burguesía argentina tendía a vincularla inevitablemente al capitalismo mundial. Por ejemplo: “… para la industria argentina sólo es cuestión de vida o muerte oponerse a la importación de algunas mercancías metropolitanas, lo cual es muy distinto que oponerse al imperialismo. Y cuanto más se enriquece la burguesía, más se vincula al capital internacional y mayor es su necesidad de contar con el apoyo financiero y técnico de las metrópolis, si es que sus negocios han de prosperar” (p. 99). Pero ésta es precisamente la razón por la que Lenin sostenía que la eliminación de la dependencia (podemos precisar: dependencia tecnológica, científica, financiera) no podía inscribirse entre las tareas democráticas y nacionales de la burguesía. Para ilustrarlo con un caso actual, hoy puede verse que Italia, España y Grecia, a los cuales nadie califica de “semicolonias”, están “subordinados” a los dictados de los mercados financieros. Algo similar puede decirse de la relación que mantenían Argentina o Rusia con el capital financiero internacional, en los años en que Lenin los consideraba “dependientes”. Peña pasa por alto estas cuestiones. De igual modo, es llamativa la forma en que eleva al grado de dominación semicolonial la participación de Argentina en la OEA; recordemos que, después de todo, en 1982 Argentina entró en guerra con Gran Bretaña sin solicitar la venia de la institución.
Dos conferencias en la UNAM
Presento el audio de las dos conferencias que di en la Universidad Nacional Autónoma de México, los días 6 y 7 de noviembre.
La primera fue «La situación económica y política de los trabajadores argentinos y el modelo K», y la segunda «Monopolio, imperialismo e intercambio desigual».
Aclaremos que dada la restricción de tiempo, en la primera conferencia el tema más extensamente desarrollado fue la situación económica.
Al finalizar las charlas, hubo una ronda de preguntas. Lamentablemente éstas no quedaron registradas en la grabación, aunque sí las respuestas.
- La situación económica y política de los trabajadores argentinos y el modelo K
Podés descargar el audio o escucharlo online:
- Monopolio, imperialismo e intercambio desigual
Podés descargar el audio o escucharlo online:

En México, junto a Alejandro Valle Baeza, Gloria González Martínez y alumnos.
Capitalismo globalizado, imperialismo y militarismo
A raíz de la nota sobre Corea del Norte, defensores de los regímenes stalinistas enviaron varias críticas a mis posturas en “Comentarios”. Entre ellas, hubo una que se repitió con cierta insistencia, que sostiene: a) usted plantea que la dominación colonial (también semicolonial o neocolonial) ha dejado de ser el método privilegiado de apropiarse del excedente; b) además, usted agrega que la explotación no ocurre entre países, sino entre clases, específicamente, entre el capital y el trabajo; c) por lo tanto usted no puede explicar por qué EEUU (y otras potencias) mantienen tantas bases militares desplegadas alrededor del mundo, o por qué sigue habiendo intervenciones armadas contra países. De manera que, según esta crítica, si la contradicción hoy se da entre el capital globalizado y el trabajo, el mundo es algo así como un paraíso del pacifismo burgués.
El problema aquí es que se piensa que, en última instancia, la explotación del trabajo no encierra violencia. Por supuesto, Marx explicó que la explotación capitalista ocurre por medios económicos. Esto es, dado que los trabajadores no poseen los medios de producción, están obligados a intentar vender su fuerza de trabajo en el mercado. Es desde este punto de vista que la extracción del excedente, bajo el capitalismo, no opera con medios político-militares, como ocurre en otros modos de producción, donde el trabajador es obligado, por medio de la coerción extra económica, a entregar el excedente (sea bajo la forma de trabajo forzado, de tributos, etc.). En el capitalismo los trabajadores son “libres” de ser explotados por el capital o… morirse de hambre. La coacción está dada aquí por las relaciones sociales de producción, asentadas en la propiedad privada del capital. ¿Significa esto que la violencia ha desaparecido? En absoluto. El Estado es la institución que, respaldada en armas y aparatos represivos (aunque no solo en ellos), se constituye en el garante último de la propiedad de la clase capitalista.
Es con este marco teórico que en “Valor, mercado mundial y globalización” defendí la vigencia de la noción de imperialismo. Transcribo entonces lo central sobre el tema:
“A lo largo de este libro hemos intentado mostrar cómo la extracción de excedente se da hoy, en lo esencial, no por coerción extraeconómica, sino a través del mercado y por la generación de plusvalía. Por lo tanto, hemos planteado que el antagonismo fundamental que anida en la economía mundial es entre el capital y el trabajo. De aquí se desprende que, si con el término “imperialismo” se entiende una forma internacional de extracción del excedente basada en la coerción extraeconómica, colonial o semicolonial; o la explotación de unos países por otros, el mismo no sería aplicable a la realidad actual. De la misma manera, el término tampoco sería adecuado si se busca denotar un sistema mundial en el que fuesen inevitables las guerras entre las potencias por nuevos repartos colonialistas del mundo. ¿Significa esto que la noción de imperialismo ha perdido sentido, como afirman muchos “globalistas”?
Brasil, armamentismo y nacionalismo
Por estos días los medios se hicieron eco del propósito del gobierno brasileño de continuar la Estrategia Nacional de Defensa, aprobada en 2008, bajo la presidencia de Lula. La END determinó, entre sus objetivos fundamentales, reactivar la industria militar y recomponer efectivos militares. Bajo su orientación, también se comenzó a diseñar el Plan de Articulación y Equipamiento de Defensa (PAED), que se extendería por los próximos 20 años, con un gasto de entre 30.000 y 35.000 millones de dólares. Entre sus iniciativas figura la construcción del primer submarino a propulsión nuclear, la adquisición de navíos de guerra, de vehículos anfibios, el desarrollo de una nueva aeronave y la compra de helicópteros. El programa contempla, además, la creación de un Centro de Defensa Cibernética, y el desarrollo de un vehículo lanzador de cohetes, entre otros aspectos.
Desde el punto de vista del pensamiento crítico, este avance armamentista de Brasil lleva a preguntarnos por la caracterización del status de este país en el mundo capitalista. Es que en la izquierda hubo dos caracterizaciones centrales de Brasil. Por un lado, se sostuvo que era un Estado semicolonial, a igual que sus pares latinoamericanos. Dado que un país semicolonial no goza de plena autodeterminación política, el actual plan armamentista podría interpretarse entonces como un paso en el camino de la liberación nacional. La segunda línea interpretativa fue formulada por Ruy Mauro Marini, y sostiene que Brasil, ya en los años 1970, había accedido al rango de un país subimperialista, y así se habría mantenido hasta el presente. La carrera armamentista sería una expresión de este fenómeno. El propósito de esta nota es examinar brevemente ambas caracterizaciones, y proponer una alternativa.