Posts Tagged ‘independencia de clase’
Un dirigente sindical y socialista “desilusionado”
Rubén “Pollo” Sobrero, dirigente ferroviario y de Izquierda Socialista, y del FIT-U, afirmó en un reciente reportaje que se había desilusionado de Alberto Fernández. “Ya me desilusionó. El gabinete que está formando no es bueno; son todos menemistas”. También: “no puede ser que todos los días haya aumentos y Alberto no diga ‘che, paren un poco la moto’ (Clarín, 5/11/19).
Es llamativo que alguien que se considera defensor de las ideas de Marx esté “desilusionado” con un político burgués. Un político burgués que, para más precisiones, va a asumir la conducción del Estado con el apoyo, entre otros, de los gobernadores peronistas; de la burocracia sindical; la Iglesia; el aparato tradicional del Justicialismo; el kirchnerismo; el stalinismo (en todas sus variantes: PC, castrismo, maoísmo); y la inmensa mayoría de la intelectualidad progre nacionalista. ¿Qué esperaba el Pollo Sobrero? Es que para desilusionarse, en algún momento debió estar ilusionado. ¿Ilusionado con qué y por qué? ¿Ilusionado por el pasado menemista de AF? ¿Ilusionado porque AF prometió –en las elecciones, por supuesto- salir de la crisis poniendo plata en el bolsillo de la gente? ¿O por su propuesta de aumentar las jubilaciones con el dinero que se destina a las Leliq? Repito, ¿ilusionado con qué? ¿O es que se tragó el cuento de “el peronismo es la variante progresista frente al ‘neoliberalismo’ y ‘el capital financiero’”? Lee el resto de esta entrada »
Algunas reflexiones sobre la candidatura Fernández – Fernández
La elección por parte de Cristina Fernández de Kirchner, de Alberto Fernández como candidato a presidente, ha generado todo tipo de análisis, y especulaciones. En esta breve nota presento algunas reflexiones.
Todo indica que el primer y obvio objetivo de la candidatura de Alberto Fernández es ampliar el apoyo electoral con vistas a ganar el ballotage. Es que la candidatura de Alberto F no restaría los votos del núcleo “duro” del kirchnerismo (La Cámpora, Patria Grande, Nuevo Encuentro, y similares), a la vez que permite disputar votos al peronismo no kirchnerista, tentar a dirigentes como Massa para que entren en la coalición, y pescar entre los desencantados de Cambiemos. De hecho, ocho gobernadores peronistas ya se pronunciaron a favor de la fórmula F-F.
Pero en segundo lugar, y tal vez más importante, con la nueva candidatura se procura asegurar una coalición de gobierno que permita aplicar una política (en primer plano, bajar el gasto público) que evite un nuevo default. Además de avanzar en las “reformas estructurales” (reforma laboral, previsional y tributaria), que pide el capital de conjunto. Una demanda que se mantendrá al margen de que la economía argentina pueda experimentar algún rebote en 2020 (respondiendo a la mecánica usual de los ciclos económicos). Lee el resto de esta entrada »
Bregman y el compañero Axel
Un lector del blog me envió un enlace que registra el evento realizado el martes 19 de junio pasado, en el Centro Cultural Torcuato Tasso (véase http://www.revistacrisis.com.ar/notas/adios-al-gradualismo-y-ahora-que-0). En el mismo participaron Myriam Bregman, Axel Kiciloff, Juan Grabois y Agustín D´Atellis. Como es conocido, Bregman es dirigenta del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y Kiciloff fue ministro de Economía en el gobierno de Cristina Kirchner.
Antes de entrar de lleno en el tema de esta nota, recuerdo que en varias notas del blog he planteado que buena parte de la izquierda, incluso de la que se presenta como más radical, tiene una postura conciliadora frente al nacionalismo burgués tipo K, y variantes (partido Comunista, ex comunistas pasados al campo “nacional y popular”, chavistas, defensores del papa, maoístas y similares). La idea rectora en esa izquierda es que, de alguna manera, el abanico “nac & pop” es progresista frente a la derecha, encarnada en Macri y el gobierno de Cambiemos.
Frente a esto, sostengo que los marxistas debemos explicar que la alternativa burguesa o pequeño burguesa nacionalista no tiene nada de progresivo para los trabajadores. En particular, que el recambio de figuras al frente del Estado solo ayuda a mantener la sujeción de las masas populares al carro de la clase dominante. Por eso, la bandera fundamental del marxismo es la ruptura con toda forma de conciliacionismo burgués, pequeño burgués o burocrático. En consecuencia, la crítica marxista no es un mero “intercambio de ideas” entre compañeros con algunos objetivos comunes más o menos relevantes. Por el contrario, y parafraseando a Marx, la crítica es un arma de lucha, un medio para el fin revolucionario, llevar a los seres humanos a pensar, obrar y organizar una sociedad sin explotados ni explotadores. Lee el resto de esta entrada »
Devaluación, Gobierno y relaciones sociales
Un criterio que recorre los análisis que he presentado en anteriores notas es que las políticas de los Estados y gobiernos capitalistas están condicionadas, ineludiblemente, por las relaciones de producción subyacentes, y por la ley del valor trabajo (por ende, por las leyes de la generación, apropiación y acumulación de plusvalía). Esta reflexión viene a propósito de las últimas notas que publiqué sobre el gobierno de Cambiemos y la devaluación.
En ellas planteé, en primer lugar, que hay un hilo de continuidad entre la actual devaluación y el gobierno kirchnerista. No solo porque el kirchnerismo dejó preparado el escenario de la devaluación (véase aquí, por ejemplo), sino también, y más fundamental, porque en los últimos 12 años no se alteró la estructura dependiente y atrasada del país. En segundo término, enfaticé que estamos ante una política que favorece al capital en general. O sea, no se trata solo de las grandes empresas, de la oligarquía criolla o de las multinacionales agroexportadoras y de la energía, como se afirma desde la oposición izquierdista, sino de una política condicionada por los intereses de toda la clase dominante; y exacerbada por la crisis de la balanza de pagos, el estancamiento y la recesión. Las tensiones y peleas por el botín de la plusvalía se desarrollarán al interior de esta unidad.
Algunas reflexiones a partir de K-insultos
La publicación de la nota “Estatismo burgués y clase obrera” (aquí) ha despertado la ira de un defensor del kirchnerismo, que firma JS. Sin negar la existencia de las prácticas que señalo en la nota, ni discutir con argumentos, JS envió tres «comentarios» con una catarata de insultos hacia mi persona. De acuerdo a las reglas establecidas en este blog, los insultos fueron a parar a la papelera.
En principio, hasta aquí no habría novedad con respecto a lo que nos tienen acostumbrados estos K-personajes que abundan en las web. Sin embargo, no por habitual el asunto deja de dar pie para algunas reflexiones acerca de la naturaleza y el sentido político e ideológico de este método basado en el improperio y la descalificación personal. Como he afirmado en otra nota, referida a muchos debates en la izquierda, las formas de discusión traducen contenidos, concepciones programáticas e idearios (ver aquí). Y en el caso de las K-descalificaciones, lo cierto es que se apela a cualquier bajeza con tal de destruir al oponente. Se trata, en última instancia, de un método stalinista, puesto al servicio de la defensa del orden establecido (y esta ha sido la naturaleza última del stalinismo).
Estatismo burgués y clase obrera
En el curso del debate sobre la herencia económica del kirchnerismo (ver aquí), surgió el tema del estatismo burgués en relación a la clase obrera.
En esa circunstancia, planteé que los gobiernos Kirchner utilizaron y utilizan con frecuencia la intervención económica del Estado, y las estatizaciones de empresas, para debilitar al movimiento obrero, y a los movimientos sociales, y que esto, lejos de tener algún rol progresivo, es reaccionario y de derecha. Sostuve que eso ocurría cuando, por ejemplo:
- el gobierno discrimina en el otorgamiento de planes sociales a los movimientos de desocupados que son críticos;
- en la contratación de empleados públicos o de empresas estatales se prioriza a los militantes de la agrupación oficialista La Cámpora, o del peronismo (como en otras ocasiones, de radicalismo o del partido de Macri);
- los punteros de La Cámpora hostigan y persiguen a delegados y activistas de las empresas o instituciones estatales que no adhieren “al proyecto nacional”;
- se despide a un trabajador de un obrador público porque se niega a concurrir a una marcha en apoyo del gobierno de Cristina K;
- en una cooperativa de trabajadores financiada por el Estado se disminuye la paga a una trabajadora por la misma razón.
Señalé también que es un error de muchos grupos de izquierda disimular estas cuestiones, por temor a ser calificados de “derecha”, y reivindiqué la crítica de Marx y Engels a Bismark, quien buscaba debilitar al movimiento obrero a partir del control de las cooperativas de trabajo. Dado que esta cuestión ha sido silenciada por la izquierda adoradora del Estado burgués -¿para aplaudir sin incomodidades intelectuales a un Chávez o a un Maduro?- , en lo que sigue la presento a consideración de los lectores del blog.
Militancia exPC, raíces históricas de una posición
Por estos tiempos parecen ahondarse las divisiones dentro de la izquierda, entre los que apoyan al gobierno de Cristina Kirchner, y los que critican esta postura. Dentro del grupo que respalda al gobierno de Kirchner, es importante la militancia del partido Comunista, pero más aún su exmilitancia (una gran parte de ella, pero algunos mantienen una postura crítica). Muchos ocupan puestos relevantes en el Estado, la cultura, o la actividad académica. A pesar de la diversidad de opiniones y matices, la mayoría critica los viejos regímenes stalinistas, incluidas antiguas prácticas del PC. Y casi invariablemente, toman distancia frente a las políticas más “indefendibles” del PC, como su participación en la Unión Democrática; o su apoyo al “ala institucionalista Videla-Viola”, bajo la dictadura. Pareciera entonces que el apoyo al gobierno de Cristina Kirchner se construye desde una renovada elaboración política, con criterios distintos de aquellos con los que se manejaba el PC.
Es en este marco que la “onda exPC” sostiene algunos argumentos concatenados. El primero dice que el de CK es un gobierno progresista, nacional burgués. El segundo afirma que, dada la correlación de fuerzas existentes, hay que apoyar al Gobierno “frente a la derecha” (encarnada en los diarios Clarín, La Nación, los “grandes grupos”, la SRA y todos los partidos de la oposición burguesa). El tercero afirma que todas las cuestiones del Gobierno que pueden ser criticables -desde un punto de vista de izquierda- son producto de los “elementos reaccionarios y de derecha enquistados”. Este último argumento es esencial para responder a las críticas de la “ultraizquierda”. Si Aníbal Fernández o Moreno envían patotas a moler a palos a activistas en el INDEC, o el Hospital Francés, se trata de “desviaciones”, o “contradicciones”, que deben combatirse redoblando el apoyo a Cristina Kirchner y al ala de izquierda del gobierno. Y ejerciendo en alguna medida, una crítica responsable (algo así como “no estamos de acuerdo con todo, pero no hay que dar pasto a la derecha”). De resultas, y siempre con criterio amplio y fresco, muchos exmilitantes andan con el “progresímetro”, tratando de determinar ubicaciones relativas. Así, por ejemplo, Scioli es más progresista que Alfonsín, pero menos que Nilda Garré. Insfrán (parece que no ve TN ni lee La Nación) es más progresista que Binner (que ve TN y lee La Nación), pero menos que Boudou, que toca la guitarra en estilo nacional y popular. Son matices sutiles, que pueden escapar a los ojos de los no iniciados, pero decisivos a la hora de posicionarse políticamente. Pues bien, el objetivo de esta nota es mostrar que esta manera de pensar la política es producto de una sólida “educación” en el viejo PC, y que, desde el punto de vista de lo sustancial, no hay cambios. Esto se comprende cuando lo vemos en perspectiva histórica.