Posts Tagged ‘Lenin’
Nacionalismo catalán y un texto de Lenin
En los últimos días varios lectores me preguntaron sobre el proceso independentista catalán. La respuesta provisoria que di es que, aun defendiendo el derecho a la autodeterminación y repudiando la represión del gobierno central, considero que la constitución de Catalunya como Estado independiente no es históricamente progresiva. En particular, porque no existe una relación de explotación, o de saqueo colonial, sobre Catalunya. Tampoco estamos en presencia de alguna forma de nacionalismo feudal enfrentado a un nacionalismo catalán democrático-burgués progresista. En realidad, Catalunya es una de las zonas más avanzadas de España, y su modo de producción es enteramente capitalista. Por eso también la causa última de la crisis económica de España (y de Catalunya) es el capital, y no la forma de articulación del gobierno central con las regiones autonómicas.
En otros términos, no hay razón para esperar que la independización de Catalunya dé lugar a un desarrollo cualitativamente superior de sus fuerzas productivas; o a una superación de los problemas fundamentales que padecen los explotados. Tampoco podemos esperar que, por el hecho de constituirse en nación, la burguesía catalana deje de actuar como siempre lo ha hecho toda burguesía: tratando de obtener el máximo de plusvalía de sus trabajadores. Peor todavía, la formación de pequeños Estados nacionales a lo largo y ancho de la Península Ibérica puede ser un factor de mayor atraso y rivalidades. Varios pequeños mercados nacionales en competencia proteccionista no constituyen ningún porvenir venturoso (y esto sin contar los problemas derivados de la pertenencia a la zona del euro). Por eso, la crítica socialista debería desnudar el carácter embustero de la propaganda del nacionalismo burgués y pequeño burgués catalán, que está vendiendo “espejitos de colores” a las masas trabajadoras. Lee el resto de esta entrada »
¿Por qué “segunda independencia”?
El próximo sábado, 9 de julio, se cumplen 200 años de la declaración de la independencia argentina. A raíz de la conmemoración, se multiplican desde el nacionalismo progre-izquierdista hasta la izquierda radical, los llamados a luchar por una “segunda independencia”. La idea central es que Argentina hoy está sometida a un dominio de tipo colonial (algunos hablan de semicolonia, otros de neocolonia). En este amplio “frente de hecho” existen, por supuesto, matices y diferencias. Los militantes y organizaciones de izquierda (trotskistas, guevaristas, maoístas, entre otras) afirman que hay una doble explotación: la del país de conjunto y la explotación de la clase obrera por el capital. Y que la explotación nacional se mantuvo desde que Argentina se constituyó como nación formalmente independiente, hasta el día de hoy. El nacionalismo burgués o pequeño burgués, en cambio, no habla de la explotación de la clase obrera, y por otra parte, y mayoritariamente, afirma que el dominio colonial fue interrumpido entre 1946 y 1955, con los gobiernos de Perón; y entre 2003 y 2015, con los gobiernos de los Kirchner.
En cualquier caso, y por sobre las diferencias, el punto de acuerdo es que en Argentina hoy está planteada la tarea histórica de lograr la segunda independencia. En definitiva, estaríamos más o menos como antes del 9 de julio de 1816.
En otras notas del blog he argumentado -recogiendo una tesis que viene de Lenin, y fue desarrollada en Argentina por diversos grupos, al menos desde los años 1960- por qué considero que la demanda de una segunda independencia no tiene sentido (aquí, aquí, aquí). Reproduzco algunos pasajes que sintetizan la posición. En primer lugar, sobre la noción de liberación nacional. Lee el resto de esta entrada »
“Una dosis de vinagre y bilis”
En una nota anterior he planteado que los marxistas deberían poner un alerta frente a los entusiasmos fáciles asociados a “victorias de papel”, que son ensalzadas por la izquierda y el progresismo en general (ver aquí). Es que muchos militantes creen que cantando victoria a cada momento (o, eventualmente, disimulando las derrotas) se mantiene el entusiasmo, y por lo tanto la movilización de las masas trabajadoras; que a su vez permitiría avanzar en conciencia socialista y organización.
En contra de este criterio, he sostenido que esta política lleva a callejones sin salida y a la frustración. Es que no hay nada más desmoralizante que ver cómo se derrumba, de un día para el otro, lo que se había asegurado que era un triunfo sobre el enemigo, sea este caracterizado como el capital financiero, la burguesía, el imperialismo, etcétera. Es lo que acaba de ocurrir en Grecia, y ha sucedido en otros lugares. Por esta razón he planteado que los marxistas deben basar su política en análisis materialistas, esto es, poner el foco en las relaciones sociales objetivas que subyacen a la formación social, por sobre la verborragia vacía de contenido.
En última instancia, se trata de mantener el mensaje crítico: en tanto no se acabe con la propiedad privada del capital, todo triunfo será parcial y precario. Y en particular, hay que alertar cuando los ideólogos del populismo, o del socialismo burgués, y similares, ensalzan las “victorias del pueblo”, y dan lugar a un característico clima “festivo y dulzón”, que disimula los antagonismos de clase. Los marxistas deben aguar la fiesta, porque por debajo de ella siempre “vuelve el pobre a su pobreza y el rico a su riqueza”. Un enfoque este que encontramos en Marx y Engels, y de manera más acentuada, si se quiere, en Lenin, ante las “primaveras revolucionarias”. Como también ante las luchas cotidianas de la clase obrera, en Marx. Vale la pena recordarlo.
En el intercambio de comentarios que suscitó la entrada sobre el triunfo electoral de Cambiemos (
En el curso de los debates (en el blog) sobre el nacionalismo catalán, surgió la cuestión de su naturaleza de clase. Varios defensores del nacionalismo insinuaron que el movimiento independentista no tiene un carácter de clase definido; que es “popular”, ya que “son las masas” las que han salido a la calle.
Dado que el país está entrando en la campaña electoral, me parece conveniente recordar el criterio que tradicionalmente guiaba a los partidos socialistas, o al menos, a sus alas marxistas revolucionarios, en elecciones legislativas. La cuestión me parece necesaria en tanto en algunos grupos marxistas parece primar el afán de conseguir votos y bancas por sobre cualquier otra consideración. En ciertos casos incluso se pone el acento en el “carisma” y la cara bonita de los candidatos, y se procura que estos luzcan como “estadistas” ante la opinión pública, con propuestas “viables y razonables”. La contrapartida es que no se señala con la suficiente firmeza, en los medios públicos -porque la prensa partidaria es otra cosa-, las limitaciones insalvables del parlamentarismo. Concretamente, no se dice con claridad que los problemas fundamentales de las masas trabajadores no se solucionan votando leyes (un caso concreto de cretinismo parlamentario, 














