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Un balance significativo del acto del 21-F
Prensa Obrera de hoy, 22 de febrero, publica un interesante balance del acto de ayer, firmado por Néstor Pitrola, dirigente del Partido Obrero. Se titula “Moyano y sus socios, sin perspectivas para el movimiento obrero”, y puede leerse completo en http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/sindicales/moyano-y-sus-socios-sin-perspectivas-para-el-movimiento-obrero. Transcribo algunos pasajes y presento luego algunas reflexiones. Escribe Pitrola:
“Moyano no dijo nada y los demás oradores solo hablaron para apoyarlo. Si “a Macri le quedara poco”, como dijo el camionero, no sería por este 21F.
A esta síntesis hay que agregar que la movilización fue sensiblemente menor al 18 de diciembre, en parte compensada por el despliegue inmenso del aparato camionero que se empeñó en movilizar desde todo el país. (…)
La movilización congregó aparatos de intendentes kirchneristas y otros no tanto como Menéndez, que vinieron a aportar a la “unidad del peronismo”. Tal vez la mitad de la movilización fue aportada por los llamados movimientos sociales del trío San Cayetano. Probablemente hubo entre 150 y 200 mil personas en total. Algún público espontáneo, que lo hubo, no fue en absoluto dominante. (…) Lee el resto de esta entrada »
Libertad a Milagro Sala y unidad de acción
A raíz de la detención de Milagro Sala, dirigente de la organización Tupac Amaru, me han consultado acerca de si es correcto que la izquierda participe en movilizaciones, en reclamo de su liberación, junto a fuerzas kirchneristas.
En una serie de notas de 2012, y a propósito de paros o actos convocados por Moyano y otros dirigentes burocráticos contra el gobierno kirchnerista, he tratado el tema de la unidad de acción (ver aquí, aquí y aquí) y no veo motivos para cambiar el criterio. Sostengo que se puede y se debe participar en unidad de acción con otras fuerzas siempre que esto implique la posibilidad de que los trabajadores o el pueblo avancen en demandas concretas, principalmente económicas o democráticas. Milagro Sala ha sido detenida acusada de instigación al delito y al tumulto. Se trata de un ataque al derecho de protesta y a la libertad de manifestación. El mismo se inscribe en una política que desde hace mucho tiempo están reclamando las principales fuerzas del orden, y para la cual se han ganado incluso el consenso de una parte importante de la población, molesta por los cortes de calles o rutas. Tengamos presente que no solo el PRO y los radicales quieren limitar el derecho de protesta; durante la campaña electoral el candidato del FPV, Daniel Scioli, prometió que tendría “tolerancia cero con los piquetes para no joderle más la vida a la gente” (9/11/15).
El paro del 20/11 y la unidad de acción
A raíz del paro nacional realizado en el día de ayer, vuelve a plantearse la discusión acerca de si es correcto que la izquierda participe en unidad de acción con dirigentes sindicales burocráticos, o con corrientes políticas, u organizaciones sociales, defensoras del sistema capitalista. La postura que defiendo es que se puede y se debe participar en unidad de acción con otras fuerzas, siempre que esto implique la posibilidad de que los trabajadores o el pueblo avancen en demandas concretas (principalmente económicas o democráticas). Concretamente, el paro se convocó por una serie de demandas necesarias e importantes, que enfrentan el ajuste que están implementando el gobierno K y la patronal (por ejemplo, a través de la no actualización del mínimo no imponible, o la reciente ley de accidentes de trabajo). Tengamos en cuenta que en situaciones de dominio capitalista “normal”, la lucha entre el capital y el trabajo no se desarrolla de manera “pura”. Por eso, los trabajadores, o los sectores oprimidos, deben apoyarse en las contradicciones y divisiones en la clase dominante, o entre la clase dominante y fracciones importantes de la pequeña burguesía.
En contra de esta posición, los ultraizquierdistas siempre plantearon que no es posible unirse con traidores y enemigos del socialismo, así sea por reivindicaciones elementales y puntuales. En sus versiones extremas, se niegan a participar en cualquier huelga o lucha que no sea convocada por revolucionarios y socialistas. Pero esto significaría renunciar a la crítica y a la defensa de posiciones socialistas. Precisemos que el argumento ultraizquierdista es adelantado con frecuencia por algunos defensores izquierdistas del gobierno K, para concluir que no hay que apoyar las luchas obreras y populares. “Las demandas son justas, pero Moyano es un traidor de los trabajadores”, etc. No es más que una forma de disimular la colaboración con las políticas K. Curiosamente, mucha militancia y ex militancia PC, de larga trayectoria en la colaboración de clases, presenta este argumento (ver aquí para la postura histórica del PC). Lo mismo sucede con diversas corrientes del espectro K-izquierdista. Atacan la unidad de acción por puntos precisos y delimitados porque defienden una unidad programática con una fracción de la clase dominante (y siempre encuentran motivos para diferenciar alas progresistas del capital). El “no hacerle juego a la derecha” (argumento que supone que el gobierno K es de izquierda) se convierte así en un comodín discursivo destinado a dividir al movimiento y las luchas. Por eso, la crítica a esta postura no es en esencia la que dirigimos a los ultraizquierdistas, sino al reformismo que colabora con los explotadores.
Moyano versus gobierno y una postura desde el marxismo
El conflicto entre el sindicato de Camioneros y el gobierno divide aguas en la política argentina, y de manera tajante. Es que Moyano ha puesto en primer plano tres reivindicaciones que afectan al conjunto de los trabajadores, que son el impuesto a las ganancias sobre los salarios, las asignaciones familiares para los ingresos mayores a 5200 pesos, y la ruptura del tope que quiere imponer el gobierno a las discusiones salariales. Por supuesto, se puede objetar que Moyano convocó al paro y a la movilización a la plaza de Mayo de forma burocrática, y motivado en buena medida por las diferencias que mantiene con la presidenta. Sin embargo, el hecho clave es que las reivindicaciones mencionadas interesan a los trabajadores de conjunto, y por eso los esfuerzos de los defensores del gobierno para debilitar el reclamo y aislar a los camioneros. Los K-argumentos son variados. Así, se sostiene que es irresponsable poner en jaque servicios básicos por demandas salariales o condiciones de trabajo; que hay que anteponer los intereses nacionales a los sectoriales; que es necesario defender “el modelo productivo y con inclusión social”; que Moyano es funcional a los intereses de Clarín (“llama a un paro nacional desde TN”, se observa); y que ir a la Plaza de Mayo implicaría fortalecer a la burocracia sindical. Pero no son argumentos sólidos.
En primer lugar, hay que decir que la mayoría de las huelgas afectan, de una manera u otra, servicios esenciales, por la simple razón de que el trabajo asalariado es la base sobre la que se levanta la sociedad entera, con sus expresiones políticas, jurídicas, culturales e ideológicas. Pero además, en la sociedad capitalista el trabajo es explotado (un “detalle” que pasan por alto los K-revolucionarios) y en consecuencia, la manera más efectiva que tienen los explotados de defender el salario y condiciones laborales es con la huelga, con la negativa a trabajar. Por eso, incluso sectores de la derecha muy enfrentados al gobierno rechazan y critican a los trabajadores. “Afectan a la población”, “perjudican a otros trabajadores”, “los usuarios son los rehenes”, son las cantinelas que machacan sin descanso los grandes medios, y repiten como loros los funcionarios y los defensores de la presidenta. Lo mismo dicen cuando hay paros de subterráneos, o colectivos, o de cualquier otro servicio. Es la forma más efectiva que tienen siempre los reaccionarios para salir en defensa del capital, y del estado capitalista, cuando hay conflictos gremiales. Es necesario enfrentar ese discurso, ya que apunta a debilitar el derecho de huelga, y prepara el terreno ideológico y político para avanzar con medidas represivas. Entre ellas, la aplicación de la reaccionaria Ley de Abastecimiento, y sacar a la calle a la Prefectura y Gendarmería.