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Un balance significativo del acto del 21-F
Prensa Obrera de hoy, 22 de febrero, publica un interesante balance del acto de ayer, firmado por Néstor Pitrola, dirigente del Partido Obrero. Se titula “Moyano y sus socios, sin perspectivas para el movimiento obrero”, y puede leerse completo en http://www.po.org.ar/prensaObrera/online/sindicales/moyano-y-sus-socios-sin-perspectivas-para-el-movimiento-obrero. Transcribo algunos pasajes y presento luego algunas reflexiones. Escribe Pitrola:
“Moyano no dijo nada y los demás oradores solo hablaron para apoyarlo. Si “a Macri le quedara poco”, como dijo el camionero, no sería por este 21F.
A esta síntesis hay que agregar que la movilización fue sensiblemente menor al 18 de diciembre, en parte compensada por el despliegue inmenso del aparato camionero que se empeñó en movilizar desde todo el país. (…)
La movilización congregó aparatos de intendentes kirchneristas y otros no tanto como Menéndez, que vinieron a aportar a la “unidad del peronismo”. Tal vez la mitad de la movilización fue aportada por los llamados movimientos sociales del trío San Cayetano. Probablemente hubo entre 150 y 200 mil personas en total. Algún público espontáneo, que lo hubo, no fue en absoluto dominante. (…) Lee el resto de esta entrada »
El paro del 20/11 y la unidad de acción
A raíz del paro nacional realizado en el día de ayer, vuelve a plantearse la discusión acerca de si es correcto que la izquierda participe en unidad de acción con dirigentes sindicales burocráticos, o con corrientes políticas, u organizaciones sociales, defensoras del sistema capitalista. La postura que defiendo es que se puede y se debe participar en unidad de acción con otras fuerzas, siempre que esto implique la posibilidad de que los trabajadores o el pueblo avancen en demandas concretas (principalmente económicas o democráticas). Concretamente, el paro se convocó por una serie de demandas necesarias e importantes, que enfrentan el ajuste que están implementando el gobierno K y la patronal (por ejemplo, a través de la no actualización del mínimo no imponible, o la reciente ley de accidentes de trabajo). Tengamos en cuenta que en situaciones de dominio capitalista “normal”, la lucha entre el capital y el trabajo no se desarrolla de manera “pura”. Por eso, los trabajadores, o los sectores oprimidos, deben apoyarse en las contradicciones y divisiones en la clase dominante, o entre la clase dominante y fracciones importantes de la pequeña burguesía.
En contra de esta posición, los ultraizquierdistas siempre plantearon que no es posible unirse con traidores y enemigos del socialismo, así sea por reivindicaciones elementales y puntuales. En sus versiones extremas, se niegan a participar en cualquier huelga o lucha que no sea convocada por revolucionarios y socialistas. Pero esto significaría renunciar a la crítica y a la defensa de posiciones socialistas. Precisemos que el argumento ultraizquierdista es adelantado con frecuencia por algunos defensores izquierdistas del gobierno K, para concluir que no hay que apoyar las luchas obreras y populares. “Las demandas son justas, pero Moyano es un traidor de los trabajadores”, etc. No es más que una forma de disimular la colaboración con las políticas K. Curiosamente, mucha militancia y ex militancia PC, de larga trayectoria en la colaboración de clases, presenta este argumento (ver aquí para la postura histórica del PC). Lo mismo sucede con diversas corrientes del espectro K-izquierdista. Atacan la unidad de acción por puntos precisos y delimitados porque defienden una unidad programática con una fracción de la clase dominante (y siempre encuentran motivos para diferenciar alas progresistas del capital). El “no hacerle juego a la derecha” (argumento que supone que el gobierno K es de izquierda) se convierte así en un comodín discursivo destinado a dividir al movimiento y las luchas. Por eso, la crítica a esta postura no es en esencia la que dirigimos a los ultraizquierdistas, sino al reformismo que colabora con los explotadores.
CK, un discurso reaccionario
En el día de ayer la presidenta Cristina Kirchner atacó duramente el reclamo de eliminar el impuesto a las ganancias a los asalariados. Su argumento central fue que el impuesto a las ganancias afecta a una minoría, el 19% de un total de 9 millones de trabajadores. Agregó que aquellos que reclaman contra este impuesto adoptan posturas egoístas, típicas de los liberales (Abal Medina acotó que pelear contra este impuesto «es oligarquía, no es peronismo»). CK también dijo que el impuesto debía mantenerse para defender las cuentas públicas. No mencionó siquiera las asignaciones familiares, que es otro de los reclamos centrales. En síntesis, la idea central que se transmite es que los trabajadores que más ganan deben ser solidarios con los que menos ganan. CK también sostuvo que en Europa están asombrados porque en Argentina los aumentos salariales son superiores al 20%; y atribuyó la muerte de varios gendarmes en un accidente de tránsito a la lucha de los trabajadores.
Como no podía ser de otra manera, el discurso de CK ya ha sido objeto de varias y fundadas críticas. En primer lugar, porque está reconociendo que el 81% de los asalariados recibe menos de 5500 pesos por mes, que es el mínimo (para solteros) que no es afectado por ganancias. Para aquellos que viven en el exterior, digamos que se trata de poco más de 1220 dólares mensuales (si tomamos en cuenta el tipo de cambio oficial), y el nivel de precios en Argentina es similar al que existe en EEUU. Este salario es considerado entonces «de privilegio» por los K partidarios y el gobierno. En segundo lugar, se ha señalado que CK pasa por alto que se está produciendo un «ajuste» de salarios, por vía de la inflación. Como indica Ismael Bermúdez, en Clarín, desde 2007 la inflación fue del 147% y el gobierno aumentó el mínimo no imponible en apenas el 72%. Así, se rebanó una parte de los aumentos salariales conseguidos (según el cálculo de Bermúdez, el aumento salarial real desde 2007 habría sido de solo el 4,8%). Lo peor es que cada vez son más los trabajadores afectados por esta medida. Hoy, con un ingreso de 10.000 pesos mensuales, «ganancias» se lleva un aguinaldo completo. Pero además, es de mala fe hablar solo del aumento nominal de los salarios, y no mencionar la inflación. Si un gremio cierra un aumento salarial por el 21%, y la inflación es del 25%, habrá experimentado una caída del salario real del 4%. Esto es elemental, y cualquiera lo sabe. En cuanto a vincular las muertes provocadas por un accidente de tránsito con las luchas salariales, es simple incoherencia mental de la presidenta. Pero es funcional a su intento de meter miedo en la gente, para que no vaya a la movilización, y degradar las acciones sindicales.
Moyano versus gobierno y una postura desde el marxismo
El conflicto entre el sindicato de Camioneros y el gobierno divide aguas en la política argentina, y de manera tajante. Es que Moyano ha puesto en primer plano tres reivindicaciones que afectan al conjunto de los trabajadores, que son el impuesto a las ganancias sobre los salarios, las asignaciones familiares para los ingresos mayores a 5200 pesos, y la ruptura del tope que quiere imponer el gobierno a las discusiones salariales. Por supuesto, se puede objetar que Moyano convocó al paro y a la movilización a la plaza de Mayo de forma burocrática, y motivado en buena medida por las diferencias que mantiene con la presidenta. Sin embargo, el hecho clave es que las reivindicaciones mencionadas interesan a los trabajadores de conjunto, y por eso los esfuerzos de los defensores del gobierno para debilitar el reclamo y aislar a los camioneros. Los K-argumentos son variados. Así, se sostiene que es irresponsable poner en jaque servicios básicos por demandas salariales o condiciones de trabajo; que hay que anteponer los intereses nacionales a los sectoriales; que es necesario defender “el modelo productivo y con inclusión social”; que Moyano es funcional a los intereses de Clarín (“llama a un paro nacional desde TN”, se observa); y que ir a la Plaza de Mayo implicaría fortalecer a la burocracia sindical. Pero no son argumentos sólidos.
En primer lugar, hay que decir que la mayoría de las huelgas afectan, de una manera u otra, servicios esenciales, por la simple razón de que el trabajo asalariado es la base sobre la que se levanta la sociedad entera, con sus expresiones políticas, jurídicas, culturales e ideológicas. Pero además, en la sociedad capitalista el trabajo es explotado (un “detalle” que pasan por alto los K-revolucionarios) y en consecuencia, la manera más efectiva que tienen los explotados de defender el salario y condiciones laborales es con la huelga, con la negativa a trabajar. Por eso, incluso sectores de la derecha muy enfrentados al gobierno rechazan y critican a los trabajadores. “Afectan a la población”, “perjudican a otros trabajadores”, “los usuarios son los rehenes”, son las cantinelas que machacan sin descanso los grandes medios, y repiten como loros los funcionarios y los defensores de la presidenta. Lo mismo dicen cuando hay paros de subterráneos, o colectivos, o de cualquier otro servicio. Es la forma más efectiva que tienen siempre los reaccionarios para salir en defensa del capital, y del estado capitalista, cuando hay conflictos gremiales. Es necesario enfrentar ese discurso, ya que apunta a debilitar el derecho de huelga, y prepara el terreno ideológico y político para avanzar con medidas represivas. Entre ellas, la aplicación de la reaccionaria Ley de Abastecimiento, y sacar a la calle a la Prefectura y Gendarmería.