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Origen del dinero, cuestiones teóricas
Uno de los temas que atraviesa los debates con la Teoría Monetaria Moderna es acerca del origen del dinero (sobre la TMM, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí, aquí). La discusión no involucra solo cuestiones históricas, sino también –y tal vez principalmente- argumentos teóricos. Así, por ejemplo, Tymoigne y Wray (2013) sostienen que los impuestos son una condición suficiente para que exista el dinero, al margen de lo que demuestren los estudios históricos y antropológicos. Y que la historia ortodoxa-austriaca sobre el origen del dinero es inaceptable debido a sus deficiencias lógicas (p. 10). También sugieren que por fuera de los enfoques cartalista y ortodoxo-austriaco solo queda la explicación que recurre a un “regreso infinito”, del tipo José acepta el dinero porque piensa que Juan lo va a aceptar. Lo cual invita a pensar que la teoría sobre el origen del dinero de Marx –que no apela al Estado ni a alguna regresión ad infinitum– se asemeja a la explicación ortodoxa. En otras palabras, la de Marx sería una variante de las tesis “espontaneístas” del tipo neoclásico-austriaco.
En esta nota sostenemos que la teoría de Marx sobre el origen del dinero es distinta de la que presentan los “ortodoxos” (Adam Smith o neoclásicos) y los austriacos. Empiezo con las explicaciones de Adam Smith, Menger y neoclásicos mainstream. Lee el resto de esta entrada »
Austriacos y el irresoluble problema de la imputación
En la nota anterior mostramos que los economistas austriacos no pueden derivar los precios de las ordenaciones de las utilidades marginales por parte de los individuos (véase aquí). Pero esos rankings,u ordenaciones, de las utilidades marginales, se refieren exclusivamente a los bienes de consumo, o bienes “de orden inferior”. ¿Cómo se determinan entonces los precios de los medios de producción, (o “bienes de orden superior”), y de los llamados servicios productivos, tales como la renta de la tierra y el salario? La respuesta de los economistas austriacos no deja lugar a dudas: derivan del valor de los bienes de consumo, o inferiores.
En este punto, tengamos presente que los austriacos se oponen al enfoque marshalliano (que es con el que se inician, por lo general, los cursos de Microeconomía). En Marshall, la curva de oferta, en el largo plazo, es horizontal, de manera que, también en el largo plazo, el costo de producción determina los precios. La curva de oferta de Marshall está concebida en términos subjetivos –la ganancia remunera la espera del capitalista, el salario la desutilidad del trabajo-, pero la determinación va, insistimos, en el largo plazo, del costo de producción al precio del producto final.
Por el contrario, según el enfoque austriaco, la relación causal es inversa, ya que son los precios de los bienes de consumo los que determinan los precios de los medios de producción, o bienes de orden superior. Escribe Menger: “El valor que tienen para nosotros los bienes de orden inferior no puede estar condicionado por el valor de los bienes de órdenes superiores utilizados para la producción de los primeros. Es claro, al contrario, que el valor de los bienes de órdenes superiores está condicionado siempre y sin excepciones por el valor previo de aquellos bienes de órdenes inferiores a cuya producción sirven (pp. 134-135)». En el mismo sentido, dice Mises: “El acto valorativo original y fundamental atañe exclusivamente a los bienes de consumo; todas las demás cosas son valoradas según contribuyan a la producción de estos” (1986, p. 156). Así, si un trabajador recibe $20 por hora de trabajo, ello no se debería a que ese es el valor de la canasta de bienes necesaria para mantenerlo, sino a que es el valor que se ha imputado al trabajo del obrero como parte del valor del producto final. Lee el resto de esta entrada »
Competencia y teorías subjetiva y objetiva del valor (2)
La primera parte de esta nota puede consultarse aquí.
Demanda y teoría neoclásica
A diferencia de lo que sucede en la teoría de los clásicos, o Marx, en la economía neoclásica la demanda es central para la determinación de los precios. En Jevons y Menger, pioneros de la revolución marginalista, esto es muy claro, dado que consideran a la demanda la única determinante de los precios. Ambos suponen que la oferta está “dada”, y que el valor surge de la relación entre las necesidades humanas y la masa de bienes disponible. Por eso, el valor no se funda en alguna propiedad objetiva de los bienes (como sucede en la teoría del valor trabajo) sino en la valoración que hacen los consumidores. “El valor de los bienes se fundamenta en la relación de los bienes con nuestras necesidades, no en los bienes mismos” (Menger, 1985, p. 108). En otros términos, el valor es la traslación de la significación que los bienes tienen para la gente; se trata de un fenómeno anclado en la conciencia. En cuanto a los precios de los medios de producción y de los factores productivos, Jevons y Menger los derivaban del valor de los bienes finales. Así, Jevons sostenía que el trabajo determina el valor, pero “solo de una manera indirecta, por medio de la variación del grado de utilidad de la mercancía a través de un aumento o disminución de la oferta” (citado por Marshall, 1890, Apéndice I).
Pero la demanda también juega un rol clave en el enfoque que arranca con Marshall y Walras, que dice que los precios se determinan simultáneamente por la oferta y la demanda. Es la explicación que también encontramos en la microeconomía de Varian. En este esquema, dada la curva de oferta de pendiente positiva, es imposible determinar los precios sin la curva de demanda, de pendiente negativa. Recuérdese que la curva de oferta se sustenta en la tesis de la productividad marginal decreciente de la tierra, el capital y el trabajo. Dado que los factores reciben un ingreso igual a su producto marginal (que es igual a su costo de oportunidad), es imposible establecer su remuneración sin fijar al mismo tiempo el output y la demanda. Todo entonces debe ser decidido al mismo tiempo, y la demanda es, por lo menos, tan vital como la oferta para determinar los precios.
Respuesta a una crítica a la teoría del valor de Marx
En el blog se ha desarrollado una discusión con partidarios de la teoría austríaca del valor y del capital (por teoría austríaca entiendo aquella que sigue la tradición de Menger, Böhm-Bawerk, von Mises y Hayek). En el curso de los intercambios, Adrián Ravier y Nicolás Cachanosky han remitido varias veces al escrito de Juan C. Cachanosky (1994), que trata sobre la historia de las teorías del valor y precios. Ravier y Nicolás Cachanosky sostienen que en su trabajo Juan Cachanosky refuta la teoría del valor de Marx. Dado que en algunas respuestas dije que no me parecían convincentes esas críticas, me preguntaron si podía especificar mis objeciones. Las presento en esta nota. Empiezo resumiendo los principales puntos de la crítica de Cachanosky a la teoría de Marx.
La crítica de Cachanosky
Antes de resumir la presentación de Cachanosky de la teoría del valor de Marx, es necesario aclarar que en la página 2 explica que “en este trabajo identificaremos valor con valor de uso y precio con valor de cambio”.
Cachanosky aborda la teoría del valor de Marx a partir de la p. 88. Empieza afirmando que esta teoría ha sido mal comprendida, y que la mayoría de los ataques que se le han dirigido son “inexactos”. Sostiene que la teoría de Marx es clásica, pero que se trata de un autor muy inferior a los clásicos, debido a las grandes contradicciones en que incurrió. Afirma que si bien Marx está asociado con la teoría del valor trabajo, “en algún aspecto” fue “más subjetivista que los clásicos”. Pero nunca se supo cómo respondía Marx a la teoría de la utilidad marginal, y afirma: “Algunos especulan que fue la teoría de la utilidad marginal la que forzó a Marx a no publicar o postergar la publicación de los otros dos tomos”. Explica que, según Marx, para que las mercancías tengan valor de cambio, deben tener valor de uso. A partir de aquí comenta que se puede ver “el subjetivismo” de Marx, que “llega incluso a los medios de producción”. Es que Marx estaría diciendo que “lo que le da valor a las cosas son las necesidades humanas, sean físicas o mentales”. Para apoyar esta interpretación, Cachanosky cita a Marx cuando dice que “la utilidad de un objeto lo convierte en un valor de uso”. Luego comenta: “En el párrafo se puede ver muy claramente que Marx tenía, igual que los clásicos, una teoría subjetiva del valor no desarrollada. Para que una cosa tenga valor de cambio, tiene que tener primero valor de uso, y el valor de uso depende de las necesidades humanas. La cita también muestra la influencia escolástica en el sentido de que son las cosas las que tienen la capacidad de satisfacer necesidades y no la mente humana la que percibe la utilidad”. Además de señalar la influencia de Aristóteles, Cachanosky señala que, debido a que Marx afirma que ningún objeto puede tener valor si no tiene valor de uso; y dado que el valor es simplemente el valor de uso, el valor en Marx es subjetivo, esto es, “depende de que se satisfagan necesidades humanas”. Sin embargo, continúa Chachanosky, a partir de aquí Marx parece dar un giro, ya que “siguiendo el camino de los clásicos”, se olvida del valor de uso, y comienza a explicar la determinación del valor de cambio. ¿Por qué dos bienes se intercambian en determinada proporción? Marx responde porque ambos tienen algo en común; luego de descartar la utilidad como lo que tienen en común, Marx llega a la conclusión de que se intercambian según los tiempos de trabajo invertidos en la producción. Dice Cachanosky: “Lo que determina los precios relativos es para Marx… el trabajo ‘socialmente necesario’ para su producción. El trabajo ‘socialmente necesario’ es un promedio de las fuerzas individuales de trabajo; aquí están promediados el trabajo del torpe y el del hábil”.