Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

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Trabajo concreto y trabajo abstracto (conclusión)

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La parte 4 de la nota, aquí

Programa y su concreción

Como hemos afirmado en la parte anterior de esta nota, el socialismo apunta a acabar con la subordinación de los seres humanos al trabajo abstracto. Aunque las formas concretas que pueda adoptar un programa de organización socialista del trabajo dependerán de la evolución de las fuerzas productivas y de los propios productores. Por ejemplo, sería imposible abolir el mercado por decreto e inmediatamente después del triunfo de una revolución. O, en todo caso, el intento de establecer “desde arriba”, por mera administración burocrática, los precios y cantidades a producir y distribuir, lleva a desastres económicos, como lo han demostrado las múltiples experiencias de los regímenes stalinistas o capitalismos de Estado.

Pero en el marxismo “clásico” no encontramos la idea de que sea posible suplantar la regulación mercantil por la administración de las cosas de la noche a la mañana. El propio Marx, al evaluar la experiencia de la Comuna de París consideró que la transformación de las empresas capitalistas en cooperativas manejadas por los obreros era una forma de avanzar hacia la organización colectiva. Más en general, las vías por las que se avanzará hacia la planificación democrática de la producción deberán decidirse teniendo en cuenta múltiples factores que no se pueden prever de antemano. Por eso Marx solo dejó esbozos de lo que sería una futura organización. Lee el resto de esta entrada »

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09/10/2016 at 11:11

Trabajo concreto y trabajo abstracto (3)

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La parte 2 de la nota, aquí

Sociedades precapitalistas y trabajo directamente social

La discusión acerca del contenido del trabajo abstracto conecta con la cuestión de si se trata de un fenómeno específico del sistema capitalista, o si existe el trabajo abstracto en sociedades no capitalistas. Según Rubin, el trabajo abstracto solo existe en el capitalismo.

Nuestro enfoque sobre este tema vuelve a ser un poco distinto del que defiende Rubin. Es que en la medida en que el trabajo abstracto siempre implicó gasto humano de energía, y este es su contenido, la pregunta sobre si el trabajo abstracto existió en sociedades precapitalistas la respondemos diciendo que “en cierto sentido existió, y en cierto sentido no existió”. Este abordaje es el sugerido por Marx en la “Introducción a la crítica de la Economía Política”, cuando plantea que el trabajo, considerado como universalidad abstracta, es una categoría que expresa la relación “más simple y antigua en que entran los hombres cualquiera sea la forma de sociedad” (1981, p. 305, énfasis agregado). Pero a continuación precisa que eso es cierto “en un sentido. Pero no en otro” (ibid.). Es que por un lado el trabajo siempre implicó gasto humano de energía, y por lo tanto en ese sentido, tiene una existencia antediluviana. Sin embargo, en las sociedades precapitalistas el trabajo abstracto no existía escindido del trabajo útil, ni se subordinaba la producción de valores de uso a la generación del valor. Esa escisión y esa subordinación solo se producen en la sociedad capitalista, y representan una diferencia fundamental con las sociedades precapitalistas. Lee el resto de esta entrada »

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25/09/2016 at 17:35

Trabajo concreto y trabajo abstracto (1)

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Días atrás un lector del blog escribió –en la sección Comentarios- que el valor no es producto del trabajo abstracto o concreto, sino del trabajo “en acto”, ya que la distinción entre los dos aspectos del trabajo, que realiza Marx, sería solo analítica. Planteó también que no encuentra que en El Capital se afirme que el trabajo abstracto solo exista en el modo de producción capitalista; ni que Marx distinga empíricamente trabajo abstracto de trabajo concreto.

Aprovecho entonces ese comentario para analizar, en lo que sigue, algunas cuestiones referidas a la distinción trabajo abstracto / trabajo concreto. El tema tiene indudable importancia para la comprensión de la crítica a la economía burguesa. El propio Marx decía que uno de los dos “mejores puntos” de El Capital era haber puesto de relieve el doble carácter del trabajo, y que “toda la comprensión de los hechos depende de esto” (carta a Engels, 24 de agosto de 1867, énfasis agregado; el otro “mejor punto” era el tratamiento de la plusvalía independientemente de sus formas particulares, ganancia, interés, renta). Aunque no siempre queda claro, para quienes hacen una primera lectura de El Capital, el porqué de la importancia de distinguir entre trabajo abstracto y concreto. A fin de analizar la cuestión, comenzamos con las nociones básicas de trabajo concreto y abstracto. Dada la extensión de la nota, la he dividido en partes. Lee el resto de esta entrada »

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11/09/2016 at 17:33

Trabajo potenciado y una crítica desde México (2)

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A raíz de la nota anterior, Sebastián Hernández Solorza (en adelante, SHS) envió una respuesta a la sección Comentarios del blog; la reproduzco más abajo (y puede leerse completa en Comentarios). Ahora el eje de SHS pasa por decir que la función de producción que elaboró junto a Alan Deytha Mon, y que demostré que era un sinsentido, no tiene importancia para la crítica que me hacen. Sin embargo, se trata de la función que, según HyD (Hernández y Deytha), representa el trabajo concreto. Un concepto que, siempre según mis críticos, es fundamental -junto al trabajo abstracto- para «demostrar» que mi planteo está equivocado. Pero este es solo un botón de muestra de la “coherencia” entre su respuesta y el texto que publicaron en Revista de Economía Crítica Nº 18. En lo que sigue presento los argumentos de SHS, acompañados de mis comentarios:

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27/05/2015 at 13:16

Trabajo potenciado y una crítica desde México

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En la Revista de Economía Crítica Nº 18, segundo semestre de 2014, México, Sebastián Hernández Solorza y Alan Deytha Mon (en adelante HyD) publicaron “Crítica a la interpretación que hace Rolando Astarita de la plusvalía extraordinaria. Exposición de la teoría marxista del valor”. HyD cuestionan mi planteo (que es de Marx, como demostré en varios escritos, por ejemplo aquí y aquí) de que el trabajo que emplea tecnología superior al promedio de una rama es trabajo potenciado, y como tal genera más valor por unidad de tiempo que el trabajo que emplea tecnología promedio; y lo inverso sucede con el trabajo que aplica tecnología inferior.

Pues bien, varias personas me preguntaron si iba a responder; incluso desde la Revista de Economía Crítica me invitaron a escribir. Hasta el momento no lo hice. ¿La razón? Como no me sobra el tiempo, trato de emplearlo en lo que veo más útil para avanzar en la comprensión de las cuestiones económicas, políticas y sociales que me interesa estudiar. En este respecto, el texto de HyD exige clarificar nociones básicas, empezando por qué es trabajo abstracto y concreto, o desde qué teoría monetaria –coherente con la teoría del valor de Marx- partimos. Temas que he tratado en varios escritos, incluso en alguno de mis libros. Por ejemplo, los conceptos de trabajo abstracto y concreto los he analizado en Valor, mercado mundial y acumulación, y no veo razones para modificar lo que escribí allí. La concepción monetaria que presentan HyD también ya la he criticado; incluso hace poco volví sobre el tema en un artículo (“Papel moneda, oro y teoría monetaria de Marx”) que publicó la revista del Partido Obrero, En defensa del marxismo Nº 43. Es posible que más adelante trate de nuevo estas cuestiones en el blog; en cualquier caso, el lector interesado puede comparar las posiciones y sacar sus conclusiones.

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26/05/2015 at 15:28

Teorías del valor: austriacos vs marxistas (3)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEs continuación de las partes uno y dos.

Valor y trabajo abstracto

Marx presenta la ley económica que gobierna los intercambios en un pasaje muy conocido, en el que se pregunta qué es lo que tienen en común dos mercancías para que puedan compararse cuantitativamente. Afirma que para comparar cuantitativamente, tiene que encontrarse algo en común en las mercancías (es imposible comparar, por ejemplo, el color amarillo con el logaritmo natural del número 37). Además, el elemento en común que haga comparable a las mercancías debe ser determinable cuantitativamente. Por eso, no puede tratarse de las características físicas, ya que éstas no son reducibles a alguna proporción en común. Tampoco el valor de uso puede ser el elemento común que haga comparable a las mercancías. Si, por ejemplo, la utilidad que el productor A obtiene de Y es distinta de la que B obtiene de X, y si X e Y se intercambian en la proporción de 1:1, la utilidad no puede ser el elemento en común que se iguala en el intercambio.

Ahora bien, “si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las mercancías, únicamente les restará una propiedad: ser productos del trabajo” (Marx, 1999, p. 46, t. 1). Sin embargo, no puede tratarse de los trabajos en tanto creadores de valores de uso, dado que los mismos son idiosincŕaticos, y por lo tanto no son comparables. No tiene sentido comparar cuantitativamente el trabajo de un tornero con el de un tapicero en lo que respecta a sus especificidades; a igual que sucede con las características físicas de los bienes, no hay forma de reducirlas a unidad común. Pero sí tiene sentido comparar los trabajos invertidos haciendo abstracción de sus formas concretas, ya que entonces “dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano indiferenciado, a trabajo abstractamente humano” (idem, p. 47). Esto es, a gasto humano de energía. Ésta es la base material, fisiológica, de todo trabajo, concebido como actividad destinada a la reproducción de los seres humanos.

A partir de esta deducción, Marx define el valor como el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción, objetivado en la mercancía. Al mismo tiempo, al deducir la propiedad común que hace comparables a X e Y en tanto mercancías, llegamos a la ley económica que rige su intercambio: los tiempos de trabajo. Por eso la medida se identifica con la ley reguladora -tiempos de trabajo social- que a su vez explica la fuente del valor.

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05/04/2014 at 17:26

Mercancía, valor y relación social

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn una entrada anterior presenté una explicación de por qué, en la teoría de Marx, el capital es una relación social, consistente en la escisión entre propietarios y no propietarios de los medios de producción (aquí). En esta nota analizo por qué la mercancía y el valor son relaciones sociales. Más precisamente, por qué son el resultado necesario de una sociedad específica, caracterizada por la propiedad privada de los medios de producción. Este análisis permite también entender la diferencia sustancial entre la teoría del valor de Marx, y la teoría de Ricardo. Antes de entrar en el tema, aclaro que no pretendo sustituir la lectura de los textos de Marx. Simplemente trato de ayudar a la comprensión de algunos apartados del capítulo 1 de El Capital, como los referidos a la forma del valor.

Una primera aproximación

Empecemos con una primera aproximación a la noción de Marx de “forma social”. En los pasajes iniciales de El Capital Marx dice que en la sociedad capitalista la mercancía es “la forma elemental de la riqueza”, y poco después habla de la “forma social” de la riqueza material. Con esto quiere significar que, en la sociedad capitalista, los productos del trabajo humano, además de ser bienes físicos, tienen una propiedad o forma social, que consiste en ser mercancías. El trigo, por ejemplo, es mercancía, no por alguna cualidad física que le sea inherente, sino porque, bajo determinadas relaciones entre los seres humanos, es llevado al mercado para su comercialización; esto es, se convierte en mercancía. Su contenido material -y por ende, su utilidad-, es una condición para que sea mercancía, pero no determina al cereal como mercancía. Así, el trigo que producía una antigua familia campesina para su subsistencia, no era mercancía, aunque constituía una riqueza material que satisfacía sus necesidades. El ser mercancía, entonces, constituye una propiedad social, que remite a una forma de relacionarse entre los seres humanos para producir e intercambiar.

De la misma manera, también el valor constituye una cualidad social. Si digo, por ejemplo, que el trigo tiene tales y cuales propiedades nutritivas, y además vale x dólares, me estoy refiriendo a dos propiedades distintas. La primera atañe una cualidad física, que el trigo manifiesta con su cuerpo de trigo (la cantidad de nutrientes que posee la puedo examinar en el mismo trigo). La segunda, el hecho de que “vale”, es de otro tipo, es social, y por eso sólo la expresa el trigo a través de una relación, con el dinero, o con otra mercancía. Se trata de una propiedad objetiva (es el trigo el que tiene el valor), pero social, y por esta razón no puede manifestarse a través de alguna características física (véase Marx, 1999, p. 63, t. 1). Por eso también, el tener valor es una propiedad históricamente determinada; existieron sociedades en las cuales los productos del trabajo no eran mercancías, ni poseían valor, aunque sí valor de uso.

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Written by rolandoastarita

17/09/2013 at 10:44