Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

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Trabajo concreto y trabajo abstracto (conclusión)

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La parte 4 de la nota, aquí

Programa y su concreción

Como hemos afirmado en la parte anterior de esta nota, el socialismo apunta a acabar con la subordinación de los seres humanos al trabajo abstracto. Aunque las formas concretas que pueda adoptar un programa de organización socialista del trabajo dependerán de la evolución de las fuerzas productivas y de los propios productores. Por ejemplo, sería imposible abolir el mercado por decreto e inmediatamente después del triunfo de una revolución. O, en todo caso, el intento de establecer “desde arriba”, por mera administración burocrática, los precios y cantidades a producir y distribuir, lleva a desastres económicos, como lo han demostrado las múltiples experiencias de los regímenes stalinistas o capitalismos de Estado.

Pero en el marxismo “clásico” no encontramos la idea de que sea posible suplantar la regulación mercantil por la administración de las cosas de la noche a la mañana. El propio Marx, al evaluar la experiencia de la Comuna de París consideró que la transformación de las empresas capitalistas en cooperativas manejadas por los obreros era una forma de avanzar hacia la organización colectiva. Más en general, las vías por las que se avanzará hacia la planificación democrática de la producción deberán decidirse teniendo en cuenta múltiples factores que no se pueden prever de antemano. Por eso Marx solo dejó esbozos de lo que sería una futura organización. Lee el resto de esta entrada »

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09/10/2016 at 11:11

Trabajo concreto y trabajo abstracto (4)

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  La parte 3 de la nota, aquí

Trabajo abstracto, trabajo enajenado

La indiferencia con respecto al carácter particular del trabajo, su transformación en actividad puramente mecánica e indiferente, remite naturalmente a la crítica del trabajo enajenado realizada por Marx en 1844.  En los Manuscritos económico-filosóficos plantea que el obrero se encuentra enajenado con respecto al objeto que produce. Es que lejos de ver objetivadas sus potencias creativas, el objeto que produce se le enfrenta “como algo ajeno, como una potencia independiente”. Asimismo el productor se siente enajenado con respecto a su actividad, la cual se convierte en actividad enajenante:

“… el trabajo es algo exterior al trabajador, es decir, algo que no forma parte de su esencia; en que el trabajador, por lo tanto, no se afirma en su trabajo, sino que se niega en él, no se siente feliz, sino desgraciado, no desarrolla al trabajar sus libres energías físicas y espirituales, sino que, por el contrario, mortifica su cuerpo y arruina su espíritu. El trabajador, por tanto, solo se siente él mismo fuera del trabajo, y en este se encuentra fuera de sí. Cuando trabaja no es él mismo y solo cuando no trabaja recobra su personalidad. Esto quiere decir que su trabajo no es voluntario, libre, sino obligado, trabajo forzoso. No constituye, por tanto, la satisfacción de una necesidad, sino simplemente un medio para satisfacer necesidades exteriores a él” (Marx, 1987, p. 598). Lee el resto de esta entrada »

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02/10/2016 at 12:25

Trabajo concreto y trabajo abstracto (3)

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La parte 2 de la nota, aquí

Sociedades precapitalistas y trabajo directamente social

La discusión acerca del contenido del trabajo abstracto conecta con la cuestión de si se trata de un fenómeno específico del sistema capitalista, o si existe el trabajo abstracto en sociedades no capitalistas. Según Rubin, el trabajo abstracto solo existe en el capitalismo.

Nuestro enfoque sobre este tema vuelve a ser un poco distinto del que defiende Rubin. Es que en la medida en que el trabajo abstracto siempre implicó gasto humano de energía, y este es su contenido, la pregunta sobre si el trabajo abstracto existió en sociedades precapitalistas la respondemos diciendo que “en cierto sentido existió, y en cierto sentido no existió”. Este abordaje es el sugerido por Marx en la “Introducción a la crítica de la Economía Política”, cuando plantea que el trabajo, considerado como universalidad abstracta, es una categoría que expresa la relación “más simple y antigua en que entran los hombres cualquiera sea la forma de sociedad” (1981, p. 305, énfasis agregado). Pero a continuación precisa que eso es cierto “en un sentido. Pero no en otro” (ibid.). Es que por un lado el trabajo siempre implicó gasto humano de energía, y por lo tanto en ese sentido, tiene una existencia antediluviana. Sin embargo, en las sociedades precapitalistas el trabajo abstracto no existía escindido del trabajo útil, ni se subordinaba la producción de valores de uso a la generación del valor. Esa escisión y esa subordinación solo se producen en la sociedad capitalista, y representan una diferencia fundamental con las sociedades precapitalistas. Lee el resto de esta entrada »

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25/09/2016 at 17:35

Trabajo concreto y trabajo abstracto (1)

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Días atrás un lector del blog escribió –en la sección Comentarios- que el valor no es producto del trabajo abstracto o concreto, sino del trabajo “en acto”, ya que la distinción entre los dos aspectos del trabajo, que realiza Marx, sería solo analítica. Planteó también que no encuentra que en El Capital se afirme que el trabajo abstracto solo exista en el modo de producción capitalista; ni que Marx distinga empíricamente trabajo abstracto de trabajo concreto.

Aprovecho entonces ese comentario para analizar, en lo que sigue, algunas cuestiones referidas a la distinción trabajo abstracto / trabajo concreto. El tema tiene indudable importancia para la comprensión de la crítica a la economía burguesa. El propio Marx decía que uno de los dos “mejores puntos” de El Capital era haber puesto de relieve el doble carácter del trabajo, y que “toda la comprensión de los hechos depende de esto” (carta a Engels, 24 de agosto de 1867, énfasis agregado; el otro “mejor punto” era el tratamiento de la plusvalía independientemente de sus formas particulares, ganancia, interés, renta). Aunque no siempre queda claro, para quienes hacen una primera lectura de El Capital, el porqué de la importancia de distinguir entre trabajo abstracto y concreto. A fin de analizar la cuestión, comenzamos con las nociones básicas de trabajo concreto y abstracto. Dada la extensión de la nota, la he dividido en partes. Lee el resto de esta entrada »

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11/09/2016 at 17:33

Teorías del valor: austriacos vs marxistas (3)

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEs continuación de las partes uno y dos.

Valor y trabajo abstracto

Marx presenta la ley económica que gobierna los intercambios en un pasaje muy conocido, en el que se pregunta qué es lo que tienen en común dos mercancías para que puedan compararse cuantitativamente. Afirma que para comparar cuantitativamente, tiene que encontrarse algo en común en las mercancías (es imposible comparar, por ejemplo, el color amarillo con el logaritmo natural del número 37). Además, el elemento en común que haga comparable a las mercancías debe ser determinable cuantitativamente. Por eso, no puede tratarse de las características físicas, ya que éstas no son reducibles a alguna proporción en común. Tampoco el valor de uso puede ser el elemento común que haga comparable a las mercancías. Si, por ejemplo, la utilidad que el productor A obtiene de Y es distinta de la que B obtiene de X, y si X e Y se intercambian en la proporción de 1:1, la utilidad no puede ser el elemento en común que se iguala en el intercambio.

Ahora bien, “si ponemos a un lado el valor de uso del cuerpo de las mercancías, únicamente les restará una propiedad: ser productos del trabajo” (Marx, 1999, p. 46, t. 1). Sin embargo, no puede tratarse de los trabajos en tanto creadores de valores de uso, dado que los mismos son idiosincŕaticos, y por lo tanto no son comparables. No tiene sentido comparar cuantitativamente el trabajo de un tornero con el de un tapicero en lo que respecta a sus especificidades; a igual que sucede con las características físicas de los bienes, no hay forma de reducirlas a unidad común. Pero sí tiene sentido comparar los trabajos invertidos haciendo abstracción de sus formas concretas, ya que entonces “dejan de distinguirse, reduciéndose en su totalidad a trabajo humano indiferenciado, a trabajo abstractamente humano” (idem, p. 47). Esto es, a gasto humano de energía. Ésta es la base material, fisiológica, de todo trabajo, concebido como actividad destinada a la reproducción de los seres humanos.

A partir de esta deducción, Marx define el valor como el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción, objetivado en la mercancía. Al mismo tiempo, al deducir la propiedad común que hace comparables a X e Y en tanto mercancías, llegamos a la ley económica que rige su intercambio: los tiempos de trabajo. Por eso la medida se identifica con la ley reguladora -tiempos de trabajo social- que a su vez explica la fuente del valor.

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05/04/2014 at 17:26

Mercancía, valor y relación social

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del juevesEn una entrada anterior presenté una explicación de por qué, en la teoría de Marx, el capital es una relación social, consistente en la escisión entre propietarios y no propietarios de los medios de producción (aquí). En esta nota analizo por qué la mercancía y el valor son relaciones sociales. Más precisamente, por qué son el resultado necesario de una sociedad específica, caracterizada por la propiedad privada de los medios de producción. Este análisis permite también entender la diferencia sustancial entre la teoría del valor de Marx, y la teoría de Ricardo. Antes de entrar en el tema, aclaro que no pretendo sustituir la lectura de los textos de Marx. Simplemente trato de ayudar a la comprensión de algunos apartados del capítulo 1 de El Capital, como los referidos a la forma del valor.

Una primera aproximación

Empecemos con una primera aproximación a la noción de Marx de “forma social”. En los pasajes iniciales de El Capital Marx dice que en la sociedad capitalista la mercancía es “la forma elemental de la riqueza”, y poco después habla de la “forma social” de la riqueza material. Con esto quiere significar que, en la sociedad capitalista, los productos del trabajo humano, además de ser bienes físicos, tienen una propiedad o forma social, que consiste en ser mercancías. El trigo, por ejemplo, es mercancía, no por alguna cualidad física que le sea inherente, sino porque, bajo determinadas relaciones entre los seres humanos, es llevado al mercado para su comercialización; esto es, se convierte en mercancía. Su contenido material -y por ende, su utilidad-, es una condición para que sea mercancía, pero no determina al cereal como mercancía. Así, el trigo que producía una antigua familia campesina para su subsistencia, no era mercancía, aunque constituía una riqueza material que satisfacía sus necesidades. El ser mercancía, entonces, constituye una propiedad social, que remite a una forma de relacionarse entre los seres humanos para producir e intercambiar.

De la misma manera, también el valor constituye una cualidad social. Si digo, por ejemplo, que el trigo tiene tales y cuales propiedades nutritivas, y además vale x dólares, me estoy refiriendo a dos propiedades distintas. La primera atañe una cualidad física, que el trigo manifiesta con su cuerpo de trigo (la cantidad de nutrientes que posee la puedo examinar en el mismo trigo). La segunda, el hecho de que “vale”, es de otro tipo, es social, y por eso sólo la expresa el trigo a través de una relación, con el dinero, o con otra mercancía. Se trata de una propiedad objetiva (es el trigo el que tiene el valor), pero social, y por esta razón no puede manifestarse a través de alguna características física (véase Marx, 1999, p. 63, t. 1). Por eso también, el tener valor es una propiedad históricamente determinada; existieron sociedades en las cuales los productos del trabajo no eran mercancías, ni poseían valor, aunque sí valor de uso.

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17/09/2013 at 10:44

Gerald Cohen acerca de los trabajadores «libres»

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Rolando Astarita [Blog] Marxismo & Economía El paro general del juevesEn una nota anterior me referí a lo que Marx consideraba el supuesto histórico del modo de producción capitalista, la existencia de trabajadores “libres” en dos sentidos: en que hubieran sido “liberados” de los medios de producción (en particular, los campesinos de sus lotes de tierra e instrumentos de trabajo), y que fueran libres de concurrir al mercado a vender su fuerza de trabajo. Muchas veces se piensa que la utilización por Marx del término “libre” en el primer sentido tiene una carga irónica. Sin negar que pueda haber algo de esto, lo esencial sin embargo es que el término parece vincularse con la idea de que el modo de producción capitalista cumple un rol progresivo con respecto a las formas de producción anteriores. Hasta donde alcanza mi conocimiento, el autor que mejor ha explicado la cuestión es Gerald Cohen, en “Marx’s Dialectic of Labor, Philosphy and Public Affairs, 1974, vol. 3, pp. 235-261. Dado que este aspecto del pensamiento de Marx es poco conocido, en esta nota resumo las ideas centrales del trabajo de Cohen. En este respecto, lo que sigue se inscribe en el propósito de este blog de promover el conocimiento y el debate de las ideas socialistas. Al finalizar, presento algunas conclusiones acerca del carácter contradictorio del sistema capitalista, y su relación con la crítica marxiana.

Un proceso dialéctico

Cohen comienza su artículo diciendo que en el Manifiesto Comunista Marx satirizó a aquellos que combatían el capitalismo en nombre de los valores tradicionales que estaba erosionando el modo de producción capitalista. Sostuvo que la respuesta de esos críticos era ciega a las posibilidades que crea el capitalismo, y que realiza parcialmente. A diferencia de los críticos románticos del capitalismo, Marx consideraba que entre los males de la sociedad capitalista existían aspectos positivos que deberían ser preservados y desarrollados en un futuro socialista. Para comprender esta cuestión, Cohen introduce la noción de proceso dialéctico.

Partiendo de Hegel, plantea que en algunos desarrollos se da un progreso a través de tres estadios: la unidad sin distinción, la separación y la unidad en la separación; y que esta secuencia es aplicable a muchas relaciones. Así, una persona puede estar relacionada con su esposa, su familia, su país, su trabajo, su rol, su cuerpo, etcétera, atravesando las tres actitudes. Por ejemplo, en el primer estadio (unidad) puede no distinguirse a sí mismo y lo que es para el otro con quien está relacionado. Luego, puede poseer un fuerte sentido de su otredad, de manera que la cosa o persona con la que se sentía fundido, ahora le parezca ajena a él (estadio de opuestos separados). Por último, puede tener ese sentimiento, pero encontrarlo compatible con un estrecho compromiso (estadio de reunión). Lee el resto de esta entrada »

Written by rolandoastarita

11/03/2013 at 09:00

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