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La teoría del capital de Böhm Bawerk y su crítica
En una nota anterior (aquí) señalé la actualidad que conserva la crítica de Cambridge a la teoría neoclásica del capital. Como se recordará, según los neoclásicos el capital es un “factor de producción” cuya magnitud es independiente de la distribución del ingreso entre salarios y beneficios, y por lo tanto puede utilizarse para calcular la tasa de ganancia (o de interés). Pero Sraffa, Garegnani y otros autores demostraron que es imposible medir el capital sin apelar a las variables distributivas, y que esto afecta el mismo concepto de capital, y a la función de producción. No se trata, además, de un problema “técnico”, sino de las bases teóricas del esquema neoclásico. En última instancia, el problema deriva de una imposibilidad lógica: no se puede apelar a una medida del capital que sirva al mismo tiempo para homogeneizar bienes físicos heterogéneos, con el fin de derivar la ganancia (o el interés del capital) a partir de su productividad; y para medir el valor del capital, que está en manos de los capitalistas, y da lugar a la plusvalía. Ambos cometidos no se pueden cumplir (véase Harcourt y Laing, 1977, p. 8).
En la nota mencionada, de todas formas, me referí a la crítica a la noción del capital como stock de bienes heterogéneos, y a la correspondiente tesis de la tasa de interés igualada a productividad marginal del capital. Constituyen la habitual sustancia de los cursos de microeconomía habituales. En esta entrada amplío el tema con la crítica de Cambridge al intento de superar las dificultades que presenta la medición del capital recurriendo al tiempo medio de producción. Es un aspecto menos conocido de las polémicas sobre el capital. En lo que sigue no tengo ninguna pretensión de originalidad, solo pretendo hacer accesible al estudiante de economía política, o al lector interesado, lo esencial de la crítica y facilitar la lectura de los textos originales. Tomo como referencia a Böhm Bawerk, uno de los padres de la escuela austriaca. También fue el primero en sostener que el sistema teórico de Marx había fracasado porque no podía compatibilizar la teoría del valor trabajo, con el hecho de que las tasas medias de ganancia entre las ramas tienden a igualarse. Empiezo con la explicación de Böhm Bawerk sobre el interés y su noción del capital.
Interés y capital en Böhm Bawerk
Según Böhm Bawerk, el problema teórico del interés es explicar por qué el poseedor de un capital tiene la posibilidad de obtener, con carácter permanente, una renta neta, o interés del capital, que es independiente de cualquier actividad del propietario. ¿De dónde proviene y por qué obtiene el capitalista ese aflujo interminable de bienes, sin esfuerzo de su parte?, se pregunta (1986, p. 27). Su respuesta está basada en la teoría subjetiva del valor. Esto significa que Böhm Bawerk rechaza de plano la teoría del valor trabajo. En su opinión, el valor nunca puede ser generado en la producción, ni por ningún otro medio. “No puede hablarse de producción de valor, pues el valor ni se produce ni puede producirse”, declara (ídem, p. 156). La producción solo genera bienes, que tienen valor a partir de la valoración de los consumidores; valoración basada en la utilidad y rareza relativa de esos bienes. Pero por esto mismo, Böhm Bawerk rechaza la idea de que el capital (entendido como los medios de producción) pueda generar valor, o plusvalor. De aquí que también sea crítico de las teorías que explican el interés por la productividad del capital. Una y otra vez insiste, en consecuencia, en que hay que distinguir entre la productividad física y la producción de valor. El argumento lo desarrolla en las críticas que dirige a Say y Roscher, quienes explicaban la renta del capital por su productividad. Böhm Bawerk admite que la utilización de la máquina aumenta la productividad física, pero de aquí no se deriva, necesariamente, que el producto deje “una plusvalía después de cubrir el costo del capital invertido” (p. 159). La productividad del medio de producción tendrá incidencia en la generación de valor, pero hay que dilucidar el mecanismo por el que se genera el interés del capital.
Dobb y su crítica de la teoría subjetiva
En esta nota quiero llamar la atención sobre la crítica del economista marxista inglés Maurice Dobb a la teoría del valor basado en la utilidad, o teoría subjetiva del valor, contenida en Economía política y capitalismo, (México, FCE, 1973, publicado originalmente en inglés en 1937).
El requisito de una constante independiente
Dobb comienza señalando que para dar fundamento a una ciencia es necesario encontrar un “principio cuantitativo unificador”, que permita ordenar, de manera sistemática, las relaciones entre los elementos del sistema. Por ejemplo, en química ese principio se logró con el concepto de peso atómico; en física, con la ley newtoniana de gravitación. En la economía política, dice Dobb, el principio es una teoría del valor, que aparece en la obra de Adam Smith y se consolida con la sistematización de David Ricardo. Es que, desde el punto de vista formal, las relaciones que gobiernan y conectan las variables de un sistema económico, se establecen con un sistema de ecuaciones, para cuya resolución debe existir una “constante” que pueda ser conocida con independencia de cualquier otra variable del sistema. “Es una cantidad, como si dijéramos, traída desde fuera del sistema de hechos a que se refieren las ecuaciones; y en un sentido importante, de ese factor externo es del que se hace depender toda la situación” (p. 12). Cuando se habla de “constante”, aclara Dobb, no se quiere significar que se trata de una cantidad invariable, sino que es independiente de las otras variables del sistema. Lo cual es necesario a fin de evitar el razonamiento en círculo.
Por ejemplo, si decimos que el valor de la mercancía A está determinado por el salario y el beneficio (el enfoque del “costo de producción”), estamos remitiendo el valor de A al valor del trabajo (salario). Pero entonces hay que preguntarse qué determina el salario. Si respondemos que depende del valor de las mercancías que entran directa o indirectamente en la canasta salarial, seguimos en el mismo problema; y si A integra los bienes básicos, el razonamiento es claramente circular. Algo similar ocurrirá si nos preguntamos por el valor de los medios de producción que intervienen en la generación de A. En cualquier caso, se incurre en la circularidad del razonamiento, ya que los salarios y la ganancia contenidos en el valor de A están influenciados por el valor de A, y el valor de A está determinado por los salarios y la ganancia. Por eso, cuando se trata de la teoría del valor, “las constantes determinantes deben expresar una relación con una cantidad que no sea ella misma valor”. Es lo que hizo Marx, cuando sostuvo que el valor es generado por el trabajo, pero éste no tiene valor. En este respecto, agregamos que la teoría del valor de Marx supera la inconsistencia lógica que persiste en Ricardo, quien procuraba explicar el salario por el “valor del trabajo”. Para terminar este punto, Dobb subraya que tanto la teoría del valor-trabajo y la del valor-utilidad, cumplen, en principio, con el requisito lógico de partir de constantes que son independientes de las variables que se quieren explicar.
Competencia y teorías subjetiva y objetiva del valor (2)
La primera parte de esta nota puede consultarse aquí.
Demanda y teoría neoclásica
A diferencia de lo que sucede en la teoría de los clásicos, o Marx, en la economía neoclásica la demanda es central para la determinación de los precios. En Jevons y Menger, pioneros de la revolución marginalista, esto es muy claro, dado que consideran a la demanda la única determinante de los precios. Ambos suponen que la oferta está “dada”, y que el valor surge de la relación entre las necesidades humanas y la masa de bienes disponible. Por eso, el valor no se funda en alguna propiedad objetiva de los bienes (como sucede en la teoría del valor trabajo) sino en la valoración que hacen los consumidores. “El valor de los bienes se fundamenta en la relación de los bienes con nuestras necesidades, no en los bienes mismos” (Menger, 1985, p. 108). En otros términos, el valor es la traslación de la significación que los bienes tienen para la gente; se trata de un fenómeno anclado en la conciencia. En cuanto a los precios de los medios de producción y de los factores productivos, Jevons y Menger los derivaban del valor de los bienes finales. Así, Jevons sostenía que el trabajo determina el valor, pero “solo de una manera indirecta, por medio de la variación del grado de utilidad de la mercancía a través de un aumento o disminución de la oferta” (citado por Marshall, 1890, Apéndice I).
Pero la demanda también juega un rol clave en el enfoque que arranca con Marshall y Walras, que dice que los precios se determinan simultáneamente por la oferta y la demanda. Es la explicación que también encontramos en la microeconomía de Varian. En este esquema, dada la curva de oferta de pendiente positiva, es imposible determinar los precios sin la curva de demanda, de pendiente negativa. Recuérdese que la curva de oferta se sustenta en la tesis de la productividad marginal decreciente de la tierra, el capital y el trabajo. Dado que los factores reciben un ingreso igual a su producto marginal (que es igual a su costo de oportunidad), es imposible establecer su remuneración sin fijar al mismo tiempo el output y la demanda. Todo entonces debe ser decidido al mismo tiempo, y la demanda es, por lo menos, tan vital como la oferta para determinar los precios.