Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Posts Tagged ‘teoría neoclásica

Salarios, productividad marginal y la elevada ciencia de Javier Milei (1)

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En una nota que lleva por título “Las brillantes ideas de Nicolás nos mandarán al caño”, publicada en El Cronista el 17/05, el economista Javier Milei critica la propuesta de Del Caño, candidato a presidente por el PTS, de reducir la jornada de trabajo para acabar con la desocupación. Entre otros argumentos, Milei acusa a Del Caño de tener “un desconocimiento total y absoluto de la forma en que se determina la remuneración de un factor (en este caso el trabajo)”. Y agrega: “Si uno revisa un libro básico de teoría de los precios (Microeconomía), al momento de analizar la demanda de factores de producción, encuentra que la misma está determinada por aquel punto donde el valor del producto marginal (el cual surge de multiplicar el precio del bien que ofrece la firma en el mercado por el producto marginal del factor) se iguala al costo del factor, en este caso sería el trabajo”. Según Milei, Del Caño es un ignorante porque no dice lo que dicen los manuales, y los cursos habituales de Economics. Para información de los lectores del exterior, Javier Milei es un economista que ha ganado cierta notoriedad en los últimos tiempos, despotricando a los gritos en los medios contra todo lo que huela a izquierda, o incluso a keynesianismo.

Pues bien, el problema con el argumento de Milei es que desde hace ya muchos años la tesis que afirma que el salario se iguala, en equilibrio, a la productividad marginal del trabajo, ha sido objeto de críticas que ni los manuales, ni los cursos académicos, han podido responder. Más aún, ni siquiera las mencionan, con el resultado de que mucha gente que cursa las carreras de Economía termina convencida de que, “naturalmente”, los salarios se igualan a la productividad marginal del trabajo. Se trata de una teoría apologética del sistema existente (los trabajadores “reciben lo que merecen”), y autista con respecto a lo que cotidianamente viven –o padecen- los millones de hombres y mujeres que trabajan bajo las órdenes del capital, o buscan trabajo. Decimos autista porque, como veremos en seguida, no tiene el menor contacto con lo que ocurre en la realidad del mundo capitalista. Lee el resto de esta entrada »

Written by rolandoastarita

20/05/2017 at 15:42

Dobb y su crítica de la teoría subjetiva

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Maurice Dobb y su crítica de la teoria subjetiva

En esta nota quiero llamar la atención sobre la crítica del economista marxista inglés Maurice Dobb a la teoría del valor basado en la utilidad, o teoría subjetiva del valor, contenida en Economía política y capitalismo, (México, FCE, 1973, publicado originalmente en inglés en 1937).

El requisito de una constante independiente

Dobb comienza señalando que para dar fundamento a una ciencia es necesario encontrar un “principio cuantitativo unificador”, que permita ordenar, de manera sistemática, las relaciones entre los elementos del sistema. Por ejemplo, en química ese principio se logró con el concepto de peso atómico; en física, con la ley newtoniana de gravitación. En la economía política, dice Dobb, el principio es una teoría del valor, que aparece en la obra de Adam Smith y se consolida con la sistematización de David Ricardo. Es que, desde el punto de vista formal, las relaciones que gobiernan y conectan las variables de un sistema económico, se establecen con un sistema de ecuaciones, para cuya resolución debe existir una “constante” que pueda ser conocida con independencia de cualquier otra variable del sistema. “Es una cantidad, como si dijéramos, traída desde fuera del sistema de hechos a que se refieren las ecuaciones; y en un sentido importante, de ese factor externo es del que se hace depender toda la situación” (p. 12). Cuando se habla de “constante”, aclara Dobb, no se quiere significar que se trata de una cantidad invariable, sino que es independiente de las otras variables del sistema. Lo cual es necesario a fin de evitar el razonamiento en círculo.

Por ejemplo, si decimos que el valor de la mercancía A está determinado por el salario y el beneficio (el enfoque del “costo de producción”), estamos remitiendo el valor de A al valor del trabajo (salario). Pero entonces hay que preguntarse qué determina el salario. Si respondemos que depende del valor de las mercancías que entran directa o indirectamente en la canasta salarial, seguimos en el mismo problema; y si A integra los bienes básicos, el razonamiento es claramente circular. Algo similar ocurrirá si nos preguntamos por el valor de los medios de producción que intervienen en la generación de A. En cualquier caso, se incurre en la circularidad del razonamiento, ya que los salarios y la ganancia contenidos en el valor de A están influenciados por el valor de A, y el valor de A está determinado por los salarios y la ganancia. Por eso, cuando se trata de la teoría del valor, “las constantes determinantes deben expresar una relación con una cantidad que no sea ella misma valor”. Es lo que hizo Marx, cuando sostuvo que el valor es generado por el trabajo, pero éste no tiene valor. En este respecto, agregamos que la teoría del valor de Marx supera la inconsistencia lógica que persiste en Ricardo, quien procuraba explicar el salario por el “valor del trabajo”. Para terminar este punto, Dobb subraya que tanto la teoría del valor-trabajo y la del valor-utilidad, cumplen, en principio, con el requisito lógico de partir de constantes que son independientes de las variables que se quieren explicar.

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Función de producción y “buenos resultados”

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Rolando Astarita [Blog]  Marxismo & Economía El paro general del jueves

En una nota publicada ya hace tiempo (aquí), planteé que a los estudiantes de Economía se les sigue enseñando la teoría neoclásica del capital y de la distribución sin hacer mención alguna a las críticas de Cambridge (Inglaterra). Recordemos que los críticos de Cambridge demostraron que es imposible establecer una única medida del capital sin apelar a las variables distributivas, y que esta cuestión afecta a los fundamentos de la noción neoclásica de capital. Por lo tanto, afecta de lleno a la función de producción, y a las explicaciones sobre las variables distributivas (salario y ganancia) que se derivan de ella. Asimismo, se han señalado las insuperables dificultades para agregar funciones de producción individuales a fin de obtener una función agregada, a no ser que se postulen supuestos extremadamente restrictivos (imposibles en una economía real). De hecho, tiene poco sentido hablar, por ejemplo, de una función de producción agregada de industrias tan disímiles como una refinería de petróleo, una fábrica de chocolatines y otra de máquinas herramientas, y pretender calcular la elasticidad de sustitución entre factores, o la productividad marginal de “los factores” (debe recordarse, en términos físicos) en esa función macro. Y cuando hablamos de una economía nacional, estamos hablando de centenares de ramas y especializaciones, que deberían agregarse. Los neoclásicos insisten en que la macroeconomía debe tener fundamentos microeconómicos, pero es imposible encontrar un fundamento micro a la función de producción agregada, que es la base de los modelos actuales de macro y crecimiento (argumento de Felipe y Fisher, 2006).

Sin embargo, estas “dificultades” se pasan por alto. La función de producción, en particular la Cobb Douglas, se emplea rutinariamente en los estudios nacionales, por ejemplo, en los cálculos del llamado output potencial. También es la base de los modelos de crecimiento endógeno (Roemer, Sala-i-Martin); sin olvidarnos de que el estudio de crecimiento sigue introduciéndose con el modelo de Solow (una economía de un único bien que es insumo y producto, de manera de eliminar cualquier problema de medición del capital). Asimismo, la función de producción es un pilar de los cursos usuales de microeconomía y macroeconomía. En definitiva, al estudiante de economía (y de las carreras de administración de empresas, contabilidad, y similares) se lo sigue instruyendo en que, en condiciones de competencia perfecta, la función de producción explica adecuadamente la distribución del ingreso entre salarios y beneficios (iguales a las productividades marginales del trabajo y el capital, respectivamente). De esta manera, no hay lugar para el conflicto social; la distribución es una cuestión “técnica” y no tiene sentido que los trabajadores intenten cuestionarla. El rol ideológico del asunto, sesgado a favor del capital, parece claro.

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