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Salarios, productividad marginal y la elevada ciencia de Javier Milei (3)
La parte dos de la nota, aquí
Retorno de las técnicas y la curva de demanda laboral
Una de las ideas claves del enfoque neoclásico es que un aumento de la razón tasa de interés/salario lleva a la adopción de tecnologías menos intensivas en capital (y viceversa). Esto es, a medida que baja la tasa de interés aumenta la utilización de capital, y a medida que baja el salario aumenta la utilización de mano de obra. En base a esta relación monotónica inversa entre salario y demanda de trabajo, e interés (o ganancia) y demanda de bienes de capital, se construyen las funciones de demanda de capital y demanda de trabajo por parte de los empresarios. Por esta vía se sugiere, además, que las funciones representan “un índice de escasez”
El problema, sin embargo, es que la existencia de los fenómenos conocidos como “retorno de las técnicas” y “reverse capital deepening” (profundización del capital en reversa), estudiadas por los sraffianos, han demostrado que esas funciones carecen de fundamento. Lo explicamos de manera sintética (sobre esto y lo que sigue puede consultarse, entre otros, Sraffa, 1966; Garegnani, 1970; Pasinetti, 1984). Partimos del sistema de Sraffa:
pA (1 + r) + aw = p,
Donde p fila es el vector precios; A es la matriz de coeficientes interindustriales; a es el vector fila de coeficientes de trabajo directo; r es el tipo de beneficio y w el salario unitario. De esta ecuación se puede derivar que existe una relación inversa entre el tipo de beneficio, r, y el salario unitario, w (la relación inversa w-r también se desprende de la función de producción neoclásica). Es la curva llamada frontera de los salarios, o frontera del precio de los factores, según los autores. Lee el resto de esta entrada »
Economía clásica, excedente y economía neoclásica
Este texto fue preparado para cursos universitarios de Economía Política
Introducción
En Teorías de la plusvalía, Marx caracteriza a los fisiócratas como “los verdaderos padres de la economía política moderna” (p. 38, t. 1), y sostiene que su logro fundamental fue determinar el valor de la fuerza de trabajo –o sea, el salario- “como algo fijo, como una magnitud dada”. ¿Por qué Marx consideró tan importante establecer el salario como “dado”? La respuesta es que a partir de aquí, los fisiócratas establecieron la noción de excedente.
El excedente es la parte de la producción por encima de la que es necesaria para sostener a la fuerza de trabajo. Dado que los fisiócratas no distinguieron la ganancia del capitalista granjero o industrial, e incluyeron sus ingresos dentro de los costos de producción, la renta de la tierra pasó a ser el único ingreso neto por encima de los costos de producción. Incapaces de explicar ese “plus” a partir de una teoría del valor general, pensaron que era generado por la productividad de la tierra. En su visión, la tierra tenía la propiedad única de generar nueva “sustancia material”, y fundamentan entonces la renta en esta propiedad de la tierra (Rubin, 1989). Identificaron así la renta con la plusvalía, y concibieron a esta última bajo una forma física. Los fisiócratas tenían una concepción del valor “física” (Marx); la naturaleza del valor consistía en cosas materiales. En su análisis, si los trabajadores consumen 100 Tn de grano; si otras 100 Tn constituyen semilla utilizada para la siembra, y se producen 250 Tn, habría un excedente de 50 Tn. O sea:
Producción en trigo – (Salarios en trigo + insumos en trigo) = Producto neto
Por otra parte, definieron que es productivo el trabajo que genera el excedente. En consecuencia, el trabajo agrícola era el único trabajo productivo. El aplicado a la industria no era productivo, ya que no agregaba “sustancia” nueva; solo cambiaba la forma de la materia.
David Ricardo, sobre valor y trabajo empleado
En anteriores entradas, y en el curso de una polémica con la “tesis transferencia” (ver aquí y siguientes), afirmé que la idea de que el valor del producto siempre es igual a la suma de los tiempos de trabajo aplicados a la producción, desemboca en una naturalización “a lo Ricardo” del mercado, y de los problemas implicados en la validación social de los trabajos privados. Pero también observé que se trata de una versión ricardiana de una superficialidad llamativa. En esta breve nota rectifico parcialmente esta última observación: estamos ante una concepción del valor no solo superficialmente ricardiana, sino que está por detrás del mismo Ricardo.
Efectivamente, cuando trata la renta de la tierra, Ricardo plantea que hay una diferencia entre la suma de los valores del producto agrícola y la suma de los trabajos aplicados en la agricultura. La razón es sencilla: dado que el precio-valor en este caso está determinado, según Ricardo, por la tierra de menor fertilidad, los tiempos de trabajo no pueden coincidir con la suma de los trabajos. Un ejemplo sencillo lo aclara: supongamos que hay dos tipos de tierra; en la de tipo A la unidad de cereal se produce en 10 horas de trabajo, y en la B se produce en 8 horas. Por lo tanto, el valor al que se vende el cereal producido en ambas tierras será 10 horas de trabajo; ergo, nunca puede coincidir con la suma de los tiempos de trabajo realmente aplicados.
La teoría del capital de Böhm Bawerk y su crítica
En una nota anterior (aquí) señalé la actualidad que conserva la crítica de Cambridge a la teoría neoclásica del capital. Como se recordará, según los neoclásicos el capital es un “factor de producción” cuya magnitud es independiente de la distribución del ingreso entre salarios y beneficios, y por lo tanto puede utilizarse para calcular la tasa de ganancia (o de interés). Pero Sraffa, Garegnani y otros autores demostraron que es imposible medir el capital sin apelar a las variables distributivas, y que esto afecta el mismo concepto de capital, y a la función de producción. No se trata, además, de un problema “técnico”, sino de las bases teóricas del esquema neoclásico. En última instancia, el problema deriva de una imposibilidad lógica: no se puede apelar a una medida del capital que sirva al mismo tiempo para homogeneizar bienes físicos heterogéneos, con el fin de derivar la ganancia (o el interés del capital) a partir de su productividad; y para medir el valor del capital, que está en manos de los capitalistas, y da lugar a la plusvalía. Ambos cometidos no se pueden cumplir (véase Harcourt y Laing, 1977, p. 8).
En la nota mencionada, de todas formas, me referí a la crítica a la noción del capital como stock de bienes heterogéneos, y a la correspondiente tesis de la tasa de interés igualada a productividad marginal del capital. Constituyen la habitual sustancia de los cursos de microeconomía habituales. En esta entrada amplío el tema con la crítica de Cambridge al intento de superar las dificultades que presenta la medición del capital recurriendo al tiempo medio de producción. Es un aspecto menos conocido de las polémicas sobre el capital. En lo que sigue no tengo ninguna pretensión de originalidad, solo pretendo hacer accesible al estudiante de economía política, o al lector interesado, lo esencial de la crítica y facilitar la lectura de los textos originales. Tomo como referencia a Böhm Bawerk, uno de los padres de la escuela austriaca. También fue el primero en sostener que el sistema teórico de Marx había fracasado porque no podía compatibilizar la teoría del valor trabajo, con el hecho de que las tasas medias de ganancia entre las ramas tienden a igualarse. Empiezo con la explicación de Böhm Bawerk sobre el interés y su noción del capital.
Interés y capital en Böhm Bawerk
Según Böhm Bawerk, el problema teórico del interés es explicar por qué el poseedor de un capital tiene la posibilidad de obtener, con carácter permanente, una renta neta, o interés del capital, que es independiente de cualquier actividad del propietario. ¿De dónde proviene y por qué obtiene el capitalista ese aflujo interminable de bienes, sin esfuerzo de su parte?, se pregunta (1986, p. 27). Su respuesta está basada en la teoría subjetiva del valor. Esto significa que Böhm Bawerk rechaza de plano la teoría del valor trabajo. En su opinión, el valor nunca puede ser generado en la producción, ni por ningún otro medio. “No puede hablarse de producción de valor, pues el valor ni se produce ni puede producirse”, declara (ídem, p. 156). La producción solo genera bienes, que tienen valor a partir de la valoración de los consumidores; valoración basada en la utilidad y rareza relativa de esos bienes. Pero por esto mismo, Böhm Bawerk rechaza la idea de que el capital (entendido como los medios de producción) pueda generar valor, o plusvalor. De aquí que también sea crítico de las teorías que explican el interés por la productividad del capital. Una y otra vez insiste, en consecuencia, en que hay que distinguir entre la productividad física y la producción de valor. El argumento lo desarrolla en las críticas que dirige a Say y Roscher, quienes explicaban la renta del capital por su productividad. Böhm Bawerk admite que la utilización de la máquina aumenta la productividad física, pero de aquí no se deriva, necesariamente, que el producto deje “una plusvalía después de cubrir el costo del capital invertido” (p. 159). La productividad del medio de producción tendrá incidencia en la generación de valor, pero hay que dilucidar el mecanismo por el que se genera el interés del capital.