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¿Precios contrarrevolucionarios?
“Por primera vez [el precio del barril de petróleo] llega a US$34. Las fuerzas imperialistas mundiales actúan mientras nosotros producimos petróleo. Ellos, con la manipulación de los mercados, ponen el precio” (declaraciones de Maduro, http://caraotadigital.net/precio-del-petroleo-toco-el-piso-de-los-us-34/). La idea es repetida por nacionalistas y progresistas de izquierda, e incluso por marxistas: la caída de los precios del petróleo sería una gigantesca maniobra de EEUU para ahogar a Venezuela y Cuba, y debilitar a otros enemigos, en primer lugar a Rusia.
Se trata de la concepción, arraigada en la izquierda, de que los precios son gobernados, centralmente, por el gobierno de EEUU, tal vez con la colaboración de otras potencias. Desde este enfoque, la ley del valor trabajo “a lo Marx”, no tendría validez. Es que en la teoría de Marx (también en David Ricardo) la ley del valor es objetiva, y ese carácter objetivo se impone a través de la competencia, entendida esta como guerra entre los capitales. Ello significa que la regulación y distribución de los tiempos de trabajo opera a través de los movimientos anárquicos de los precios en el mercado, y las variaciones más o menos súbitas de cantidades producidas y demandadas. Por eso, hay períodos de sobreacumulación, caída de la demanda, de los precios y de las ganancias; y otros de escasez de oferta, suba de precios y de las ganancias y la producción. Es entonces una dinámica gobernada por una ley que “se impone de modo irresistible… tal como por ejemplo se impone la ley de gravedad cuando a uno se le cae la casa encima” (El Capital, p. 92, t. 1, edición Siglo XXI). El enfoque que dice que “los precios son manipulados”, en cambio, nos ubica en una economía capitalista manejada a discreción por el todopoderoso “Imperio”. Es una variante, exagerada, de la idea de que los precios son manejados por un grupo de “grandes monopolios”.
Economía mundial: se profundizan los problemas
A pesar de la recuperación de finales de mes, agosto terminó con fuertes caídas de las principales bolsas del mundo. Los principales rojos: Wall Street (Dow) 6,57%; Londres 6,7; Frankfurt 9,3%; Tokio 8,23%; París 8,45%; Brasil 8,33%; Hong Kong 12%; y Shanghai 13%. Ayer, 1º de septiembre, las bolsas volvieron a experimentar bajas generalizadas. El detonante esta vez fueron nuevos informes sobre la industria en China; el índice de Gerentes de Compra oficial cerró agosto en 49,7, por debajo del nivel del mes anterior de 50, que marca la divisoria entre expansión y contracción. Es el segundo mes consecutivo de baja, e indicativo de que los problemas de China son más graves que un mero ajuste pasajero. En respuesta, Wall Street cayó 2,84%; Londres un 3%; Frankfurt el 2,38%; Tokio 3,84%; Shanghai 1,23%. Los futuros de petróleo en Nueva York cayeron 7,7%. Los tres días previos el precio del petróleo había subido 27%, en la creencia de que la OPEP estaría dispuesta a “conversar precios justos”. Pero las noticias de China y la admisión de que hay altos stocks, volvieron los precios a la realidad. Las presiones bajistas en los mercados de materias primas continúan (Aclaración: subo una nota más larga de lo habitual para presentar el panorama de conjunto).
La situación en China
China hoy está sumida en una crisis de sobreinversión, y esto tiene repercusiones globales (aquí y notas anteriores). Tengamos presente que el gigante asiático fue clave para que la caída de la economía mundial de 2008-2009 no se agravara; su economía, medida con tipo de cambio a paridad de poder de compra, representa el 15% del producto mundial. Y en 2009 China creció el 9,2%, en 2010 el 10,3% y en 2011 el 7,8%. Aunque posiblemente el crecimiento real haya sido menor, en cualquier caso fue notable, y contribuyó a atenuar los efectos de la crisis. En 2013 China consumía aproximadamente la mitad de la producción mundial de mineral de hierro, aluminio, níquel, cobre y zinc. Por eso fue decisiva para sostener la demanda y los precios de las materias primas, y con ello las economías de países productores.
Trabajo socialmente necesario y fetichismo de las matemáticas
Algunas discusiones se tornan difíciles porque se desarrollan desde paradigmas metodológicos opuestos. Esto se aplica a las diferencias que tengo con defensores de la “tesis transferencia”, que han criticado mi interpretación del texto de Marx de cómo surge la plusvalía extraordinaria (y ahora también dicen que Marx no presentó una explicación “general” de la plusvalía extraordinaria).
Como expliqué en la anterior entrada, la diferencia de fondo está en el concepto de tiempo de trabajo socialmente necesario (TTSN), y en la relación entre tiempo de trabajo privado y social. Mis críticos sostienen que el tiempo de trabajo privado es directamente social (una hora de trabajo privado siempre genera una hora de valor) y de ahí derivan que el TTSN se determina calculando el promedio aritmético ponderado de los tiempos de trabajo individuales empleados. Así, por ejemplo, si la mercancía A es producida por 10 productores que emplean 10 horas cada uno; un productor que emplea 8 horas y otro que emplea 15 horas, el valor de A sería 10,25 horas. Si aparece otro productor que produce A en 20 horas, A tiene 11 horas de valor, etcétera. Si la hora de trabajo se expresa en $10, en el primer caso A tendrá un precio de $102,5, en el segundo de $110.
Traducción de un pasaje de «El Capital», Siglo XXI
Hace un tiempo, y a raíz de una pregunta sobre las traducciones al castellano de El Capital, señalé que posiblemente la mejor sea la de Siglo XXI, y aproveché para decir que se había deslizado un error importante en el capítulo 9 del tomo I (ver aquí). En esta breve nota comparto otra corrección que sugiero a otro pasaje, esta vez del capítulo 23 del tomo I. El mismo lo he citado en la nota anterior (aquí), y un lector me señaló (en “Comentarios”) que tal como estaba formulada la frase, se prestaba a confusión, o no tenía lógica. Le respondí que tenía razón. La cuestión tiene cierta importancia porque el capítulo 23 -”La ley general de la acumulación capitalista”- es uno de los más estudiados de la obra de Marx.
Pues bien, en la traducción a cargo de Pedro Scaron, de la edición de Siglo XXI (utilizo la decimoquinta, de 1992), en la p. 768, t. 1, leemos: “Prescindiendo por entero del alza de salarios acompañada por una baja en el precio del trabajo, etc., el aumento de los salarios solo denota, en el mejor de los casos, la merma cuantitativa del trabajo impago que debe ejecutar el obrero” (énfasis mío). Para que esto tuviera coherencia con la teoría de Marx, interpreté “acompañada” en el sentido de “provocada” o “causada”, y cité textualmente la traducción de Scaron.
Sin embargo, la interpretación era forzada (“acompañar” indica sincronía en el tiempo, no causalidad) y por lo tanto revisé la edición alemana. En ella la frase anterior es: “Ganz abgesehn vom Steigen des Arbeitslohns mit sinkendem Preis der Arbeit usw., besagt seine Zunahme im besten Fall nur quantitative Abnahme der unbezahlten Arbeit, die der Arbeiter leisten muss.” (p. 647, t. I, Verlag Marxistische Blätter, Frankfurt, 1976; énfasis mío).
Reflexiones desde el marxismo sobre el libro de Piketty (2)
Presento la segunda parte de la nota iniciada aquí; se complementa con una tercera nota, a publicarse.
Distinguir modos de producción
Para avanzar en el examen de la dinámica de la desigualdad en el sistema capitalista es necesario enfatizar la importancia de distinguir entre modos de producción. Entre otras razones porque es la forma de responder la objeción que se ha hecho a los resultados de Piketty, que dice que hoy hay menos desigualdad a nivel mundial porque en los países en desarrollo se redujo la pobreza (para presentar solo un dato significativo: a comienzos de los años 1950 la esperanza de vida en el Tercer Mundo era de 42 años; en 2010 era de 68 años). The Great Escape: Health, Wealth and the Origins of Inequality, de Angus Deaton es citado con frecuencia para desmentir la idea de la desigualdad creciente. Por eso también, algunos hablan de la contraposición Piketty – Deaton. La reducción de la desigualdad a nivel de la población mundial asimismo es presentada como prueba de que la teoría de Marx, sobre la polarización creciente en el capitalismo, es equivocada (como han hecho algunos en los “comentarios” de este blog).
El problema aquí es que se ponen en la misma bolsa sistemas económicos distintos. Los datos presentados por Piketty son relevantes en lo que respecta a la dinámica del sistema capitalista, y en este respecto concuerdan con la tesis de Marx. Pero el marxismo también afirma que el modo de producción capitalista desarrolla de las fuerzas productivas muy por encima de los modos precapitalistas, lo cual da lugar al aumento del ingreso promedio mundial, y por lo tanto puede producirse el achicamiento de las diferencias de ingresos cuando se toman en conjunto países capitalistas y países que están transitando al capitalismo. Que es lo que registran los datos de Deaton. Por ejemplo, si en China millones de campesinos ser dirigen a las ciudades, donde reciben salarios que superan sus muy bajos ingresos de las aldeas –un fenómeno típico de cualquier proceso de industrialización capitalista- el ingreso promedio aumentará, lo cual no impide que aumente la desigualdad de riqueza y de ingresos en el sistema capitalista.
Renta absoluta de la tierra
En notas anteriores (aquí y aquí) discutí la naturaleza de la renta diferencial de la tierra y su relación con el trabajo potenciado. En esta nota resumo la noción de renta absoluta, y presento algunas conclusiones con respecto a la demanda democrático radical de abolición de la propiedad privada de la tierra.
La renta absoluta
En los capítulos 37 al 44 del tomo III de El Capital, en los que estudia la renta diferencial de la tierra, Marx mantiene el supuesto de que la peor tierra –que decide el precio al que se vende el producto agrícola- no genera renta. Así, tomando el ejemplo con que explicamos la renta diferencial (véase nota anterior), suponemos que en el peor suelo, A, hay una inversión de capital de $25 por unidad de cereal, siendo la tasa media de ganancia del 20%, y el precio de producción $30. Por lo tanto, en A no hay renta. Sin embargo, en el capítulo 45 Marx introduce la hipótesis de renta también en el peor suelo, a la que llama la renta absoluta. Si en el ejemplo anterior el precio del producto agrícola se eleva a $30 + x, x es la plusganancia que se convierte en renta de la tierra A. Marx la llama renta absoluta. Además, debido a que toda la producción se vende en $30 + x, las tierras de fertilidad superior también se apropian de esta renta suplementaria, que se agrega a la diferencial (esta última se rige por las mismas leyes discutidas en la nota anterior, que no son afectadas por la renta absoluta). De esta manera Marx, y a diferencia de Ricardo, considera la posibilidad de que la peor tierra genere renta. En su visión, la renta absoluta surge cuando el precio de mercado se eleva por encima del precio de producción en un monto “x”. Por eso, sólo existe en los lugares en los que la propiedad privada de la tierra constituye una barrera para la inversión del capital, o incluso del trabajo sin capital (en las colonias no había renta absoluta, véase Marx, 1999, p. 962, t. 3).
Ahora bien, la cuestión es explicar cómo puede existir renta en la peor tierra aceptando que rige la ley del valor trabajo. Tengamos presente que esta cuestión había llevado a Ricardo a negar la existencia de renta en la peor tierra. Es que Ricardo consideraba que todas las mercancías reproducibles mediante trabajo se vendían a sus valores promedio, de manera que el producto de la peor tierra, vendiéndose a su valor (tiempo de trabajo destinado a su producción), no podía generar renta. Marx sigue el mismo criterio: la renta absoluta tiene que explicarse con la teoría del valor. Por eso, no postula la existencia de un precio de monopolio “en el sentido corriente del término” (véase p. 963, t. 3); en otras palabras, la renta absoluta no constituye un elemento independiente del precio, sino es parte integrante del valor del producto agrícola. Pero, ¿cómo puede la peor tierra generar una renta si no hay diferencias de fertilidad?
















