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Droga, Estado y globalización (1)
Aclaración: dada su longitud, dividí la nota en tres secciones
Un nuevo escándalo, vinculado a los negocios de la droga, sacude a la opinión pública en Argentina. Para los lectores del exterior, sintetizo los datos más relevantes. Aníbal Fernández, jefe de Gabinete, ha sido vinculado con el tráfico de efedrina que se utiliza para la fabricación de drogas sintéticas, y con un triple crimen. Dos testimonios lo vinculan con el asesinato de Sebastián Forza, Leopoldo Bina y Damián Ferrón, cuyos cuerpos aparecieron, el 7 de agosto de 2008, acribillados en las afueras de Buenos Aires. Los tres estaban en el negocio de la efedrina.
También se ha vinculado a Fernández con el financista Esteban Pérez Corradi, quien se encuentra prófugo y es considerado por la Justicia como el autor intelectual del crimen. José Luis Salerno, ex socio de Ferrón y ex policía, afirmó que Aníbal Fernández comandaba la banda que operaba con la efedrina. Martín Lanatta, condenado a cadena perpetua por habérselo encontrado culpable de los asesinatos, junto a su hermano y los hermanos Schilaci, es la otra fuente que acusa a Fernández. Este niega, con vehemencia e indignación, que tenga algo que ver, y dice que se trata de una operación de prensa, montada por el grupo Clarín, el periodista Jorge Lanata y sus rivales en la interna del partido gobernante, el Frente para la Victoria.
Caso Sobrero: ¿exigimos la renuncia de Fernández?
El martes 4 Rubén Sobrero y Leonardo Portorreal fueron excarcelados, pero continúan imputados en la causa por la quema de los trenes. Por ahora, Sobrero y Portorreal no pueden salir del país, ausentarse de sus domicilios por más de 48 horas y deben presentarse una vez por mes en el juzgado. Esto a pesar de que se evidenció que se trató de una causa armada. El propio juez ahora trata de despegarse del asunto, sugiriendo que fue víctima de una maniobra de la policía (por lo que decidió entregar la investigación a la Secretaría de Inteligencia). Una excusa estúpida para disimular el papelón. Por su parte, el gobierno mantiene silencio, después de haber respaldado al juez cuando mandó detener a Sobrero y Portorreal.
Ante este escenario, algunos dirigentes de la izquierda están exigiendo las renuncias del Jefe de Gabinete, Aníbal Fernández y del juez Yalj, así como la apertura de los archivos de la SIDE y la formación de una comisión investigadora, independiente y con plenos poderes, que eche luz sobre cómo se armó la causa y también sobre las relaciones entre el Gobierno y la empresa. Christian Castillo, dirigente del PTS y candidato a vicepresidente por el FIT, formuló este reclamo. Esta clase de demandas son muy comunes en la izquierda. Es que parece “lógico” que si el juez X y el ministro Y estuvieron a la cabeza del escándalo, exijamos sus renuncias. Y si sospechamos que la SIDE nos está vigilando, reclamemos por la apertura de sus archivos y el despido de los funcionarios involucrados. También parece lógico que todo esto lo haga alguna “comisión con plenos poderes”. Todo entonces es muy “lógico”…. pero en un mundo en que no existiera el poder del Estado, la lucha de clases y el dominio del capital. Es que en el mundo concreto en que vivimos, pienso que estas demandas no llevan a ningún lado; y son funcionales a la propaganda que tiende a presentar todo como producto de errores de personas. El sistema en sí no es el problema, lo que fallan son las personas, viene a decir el mensaje subyacente. Aquí habrían actuado mal un juez y un jefe de gabinete, de manera que hay que reemplazarlos; por este camino, podría llegarse a un Estado más democrático, más tolerante, etc. El foco de la atención está puesto en los personajes.
La renuncia del fusible
La idea que defiendo es opuesta a la anterior. Sostengo que la crítica debe apuntar al fondo del problema, porque el ataque a Sobrero no es producto del odio personal de Aníbal Fernández a los “troskos”, sino el resultado de una orientación del Estado en defensa del capital. Fernández se puede haber equivocado en su instrumentación, y es posible que en algún momento sea reemplazado, debido a su manifiesta ineptitud para la tarea. Pero es ineptitud en la defensa de los intereses de la clase dominante; no se lo desplazará por defender al capital -y atacar a la izquierda- sino por hacerlo mal. El cambio no modificará las cosas de alguna manera sustancial.