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La crisis argentina, una visión de largo plazo (2)
La primera parte de esta nota, aquí.
La centralidad de la inversión y la estructura social de acumulación
Uno de los mayores logros de la economía política clásica fue haber descubierto que la acumulación, o sea, la inversión productiva del excedente, es la fuerza principal del desarrollo económico. Por eso, para los clásicos, lo importante era ampliar el trabajo productivo, para generar ganancias que se reinvirtieran para generar más ganancias. Se trata de un proceso circular, o en espiral, muy lejos de la “asignación eficiente de recursos dados”, que caracteriza a la economía neoclásica.
La misma idea que los clásicos encontramos en Marx: para que haya reproducción ampliada del capital, es necesario que el capitalista reinvierta la plusvalía, adquiriendo medios de producción y fuerza de trabajo. “El empleo de plusvalor como capital, o la reconversión de plusvalor en capital, es lo que se denomina acumulación de capital” (Marx, 1999, t. 1, p. 713). Por eso, una vez dada la masa de plusvalor, “la magnitud de la acumulación depende… de cómo se divida el plusvalor entre el fondo de acumulación y el de consumo, entre el capital y el rédito” (ibid, 730). La plusvalía que se gasta como rédito, esto es, para el consumo o diversos gastos del capital, no permite ampliar la capacidad productiva. Lo mismo ocurre con la plusvalía que se emplea en sostener gastos improductivos del Estado. De ahí que la clave del desarrollo de las fuerzas productivas –el desarrollo tecnológico y la ampliación de la producción- pase por qué se hace con la plusvalía, y cuánto de esta se invierte productivamente. Lee el resto de esta entrada »
Crisis, fuga del excedente y deuda externa
En notas anteriores (por ejemplo, aquí, aquí, aquí) hemos planteado que una de las razones de la debilidad de la economía argentina, y sus recurrentes crisis, es que buena parte del excedente (o sea, de la plusvalía) no se invierte productivamente; y que en una proporción elevada, sale del país. Esto es, a diferencia de lo que sostienen muchos neoliberales, la dificultad central no es la supuesta falta de ahorro, sino la inversión (en términos de Marx, la acumulación de capital).
En otros términos, mientras la historia neoliberal hace eje en bajar la “absorción” (compuesta por el consumo, el gasto estatal y la inversión) para equilibrar el sector externo, el enfoque que defendemos plantea la centralidad de la acumulación del capital (o de la inversión). Tengamos presente que en Marx la acumulación de capital, o sea, la reinversión de la plusvalía para reproducir en escala ampliada la producción, es la clave del desarrollo de las fuerzas productivas en el sistema capitalista (más en general, sobre el excedente y el enfoque de los clásicos, aquí). En Keynes, Kalecki y muchos poskeynesianos, aunque no en el keynesianismo bastardo, la inversión también juega el rol central del crecimiento En particular, en Argentina, la debilidad de la inversión es la causa de la baja productividad de la economía, lo que a su vez está en la base del desarrollo deformado (o desarticulado) de la economía, las crisis cambiarias recurrentes y las periódicas recesiones (véase, por ejemplo, aquí, aquí). Lee el resto de esta entrada »
Fuga de capitales y atraso económico
En entradas anteriores señalé que uno de los principales problemas que dificulta el desarrollo en Argentina es que una parte sustancial del excedente (esto es, de la plusvalía) no se reinvierte productivamente en el país, y sale al exterior. Por ejemplo, en polémica con los K-economistas, escribí en septiembre de 2011:
“… en los 2000, y a igual de lo sucedido en períodos anteriores, otra parte fundamental del excedente ha estado saliendo al exterior, sea bajo la forma de remesas de utilidades, pagos de intereses y salidas de capitales que se colocaron en inversiones inmobiliarias y de cartera. La diferencia con los 90 es que esa salida de capitales, en lugar de financiarse con deuda, se financió con buena parte de los excedentes de la balanza comercial. (…) [Entre 2003 y 2010] las salidas netas por pagos de intereses, utilidades y dividendo… fueron por 63.192 millones de dólares. Y los activos externos (incluyen inversiones inmobiliarias, depósitos en el exterior, tenencia de moneda extranjera y diversas inversiones de cartera) del sector privado pasaron de 118.008 millones de dólares en 2003 a 172.888 millones [en 2011]” (aquí). Lee el resto de esta entrada »
Sector externo y deuda externa
En otras entradas y en algunas respuestas en Comentarios sostuve que el no pago de la deuda externa, si no está enmarcado en un programa de medidas de conjunto, no resuelve los problemas fundamentales del capitalismo argentino: el atraso tecnológico, la baja productividad relativa de la economía, la fuga de capitales y la no reinversión del excedente. Además, planteé que en la medida en que no se supere esta situación, la deuda va a permanecer. Y van a producirse, periódicamente, crisis vinculadas a la situación externa.
La publicación (18/03) por parte del INDEC de los “Resultados del Balance de Pagos del cuarto trimestre de 2015”, (http://www.indec.gov.ar/uploads/informesdeprensa/bal_03_16.pdf) brinda la oportunidad de “bajar a tierra” lo anterior. Para ayudar a los no economistas, resumo en el siguiente apartado algunas cuestiones básicas.
Economía argentina y los límites del “modelo”
En repetidas oportunidades, a lo largo de estos últimos años, he insistido en que el alto crecimiento de la economía argentina de los 2000 tenía bases débiles; que no se superaban los rasgos característicos del atraso y la dependencia; y que los factores que impulsaban el crecimiento se erosionaban progresivamente. Desde otros sectores -de derecha o de izquierda- se hicieron diagnósticos similares. Pero los defensores del gobierno desestimaron las críticas. Según ellos, el alto crecimiento se debía exclusivamente a las virtudes del modelo nacional y popular, inaugurado en 2003 (la recuperación económica desde mediados de 2002 a diciembre de 2003 ni siquiera se menciona). Y así sigue la cantinela hasta hoy. Sin embargo, la realidad es que la economía se está desinflando, y a pasos acelerados.
Síntomas de caída
Según el Estimador Mensual Industrial del INDEC, la actividad industrial del primer cuatrimestre de este año con respecto al primer cuatrimestre de 2011 presentó un incremento de solo 1,6%, con estacionalidad, y 0,6% sin estacionalidad. En abril la situación empeoró, ya que los índices fueron del 0,1% y – 1,4%, respectivamente. La actividad de la construcción, también según el INDEC, cayó 5,9%. El consumo de gasoil, que refleja la vitalidad de la economía, cayó, en términos anualizados, el 4% en el primer trimestre; pero un 9% en abril. CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa), una entidad más bien afín al gobierno, informa que en mayo las ventas minoristas cayeron un 6,6% con respecto a igual mes del año pasado. De los 22 rubros relevados, todos tuvieron caídas; la mayor baja fue en inmobiliaria, con el 21,4%. También hubo fuertes bajas en “bazares y regalos” (-9,3%), “calzados” (-8,9%), “ferreterías” (-8,7%), y “jugueterías” (-8,5%). Es significativo, además, que materiales para la construcción haya bajado 3,1% y materiales eléctricos 2,3%. Eléctricos y electrodomésticos disminuyó 6,2% e indumentaria 7,8%. Si bien mayo de 2011 fue un mes de fuerte actividad, y por eso aumenta la base de comparación, la actual caída se inscribe en el tercer mes consecutivo de disminución de las ventas: marzo cayeron 2% y en abril 3,6%.
En cuanto a la venta de automóviles, en los primeros cuatro meses del año crecieron 6,7% frente a igual período del año anterior, pero la producción bajó 5,7%, debido a la caída de las exportaciones a Brasil (dato de Adefa, Asociación de Fábricas de Automotores). En mayo repuntó fuertemente la venta interna (11,5% subió la tasa de patentamientos), ya que para muchos la compra de autos es una opción de ahorro frente a las dificultades para conseguir dólares, y a la caída del mercado inmobiliario. Sin embargo, la producción bajó 24,4% con respecto al mismo mes del año pasado. En los cinco primeros meses del año las exportaciones a Brasil disminuyeron en 52.000 unidades. La producción de autos fue un baluarte del modelo K. La empresa Renault, de Córdoba, anunció suspensión de personal debido a los stocks sin vender.
Fuga de capitales, dólar y modelo K
Esta nota es continuación y actualización de la que escribí hace un año, en la que discutía cuestiones vinculadas al crecimiento basado en el tipo de cambio alto («Profundizar…» ). Decía entonces que el tipo de cambio alto había sido clave para la estrategia de desarrollo “industrialista”, desde mediados de 2002. Básicamente porque la devaluación posterior a la ruptura de la Convertibilidad había significado una fuerte caída de los salarios -en términos de dólar y poder adquisitivo-, con la consiguiente mejora de las condiciones competitivas del capitalismo argentino. Sostenía también que a la redistribución regresiva del ingreso se habían sumado equipos industriales renovados durante los 90; una elevada capacidad ociosa; y el congelamiento de tarifas de servicios. Todo esto se conjugó para elevar la tasa de rentabilidad, en particular de las empresas productoras de bienes transables. Además, el ciclo alcista de los precios de los alimentos, y en particular la soja, dieron un poderoso oxígeno extra al crecimiento, habilitaron ganancias extraordinarias al agro (suba de la renta de la tierra), y una constante inyección de recursos al Estado. Sin embargo, señalaba en aquella nota, no había habido un desarrollo sustentado en la inversión de equipos y la tecnología. Esto es, no estábamos ante un aumento de la competitividad con bases sólidas. Por eso, en 2010 ya se evidenciaba el desgaste del “modelo”: el superávit comercial se achicaba; la inflación erosionaba la competitividad del tipo de cambio; y el gobierno se enfrentaba a la disyuntiva de devaluar, o de retrasar el tipo de cambio a fin de frenar la inflación. Pero en este último caso, caería aún más la competitividad. Escribíamos: “Si el gobierno promueve una depreciación de la moneda, acelera la inflación, con poca ganancia en competitividad. Si por el contrario, retrasa el tipo de cambio, agrava los problemas de competitividad, acercándose a un escenario parecido al de los noventa. De hecho, hoy algunos sectores industriales empiezan a quejarse de que con este tipo de cambio no pueden competir. Es posible que de prolongarse esta situación, hacia fin de 2011 el tipo de cambio real vuelva a estar al nivel de la Convertibilidad. Aunque la situación internacional es distinta de la existente en los noventa, principalmente por la suba de la demanda mundial de materias primas”.