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Economía política de los derivados y la teoría de Bryan y Rafferty (4)
La parte 3 de la nota, aquí
Las razones del crecimiento de los derivados
La teoría de Hilferding sobre los futuros ayuda a entender por qué, a partir de los 1980, los derivados tuvieron un crecimiento explosivo. Esencialmente, ocurrió que con la internacionalización del capital, las aperturas de los mercados financieros, la menor regulación de los Estados nacionales de mercados y precios, la eliminación de precios sostén de commodities, la desintermediación financiera y la ruptura del sistema de Bretton Woods, aumentó la volatilidad de los precios de las materias primas, de las tasas de interés y de los tipos de cambio. Dice Palazuelos (1998), refiriéndose a los años 1970 y 1980:
“Las grandes operaciones comerciales desarrolladas en los principales mercados de materias primas como el de crudos de petróleo, algunos productos agrarios negociados en la bolsa de Chicago y ciertos metales negociados en la bolsa de Londres, comenzaron a efectuarse bajo modalidades conectadas por los mercados de créditos y de divisas. Igualmente, las estrategias productivas de las grandes empresas quedaron cada vez más vinculadas con la realización de operaciones financieras a escala internacional. Las divisas se convirtieron en importantes activos financieros, mientras que los diferenciales entre los tipos de interés y las tasas de cambio de cada país pasaron a ser una referencia permanente para las empresas que realizaban actividades de comercio exterior. Los inversores tradicionales, los nuevos agentes financieros, los bancos y las corporaciones transnacionales, todos ellos fueron diversificando sus carteras y vínculos financieros”. Lee el resto de esta entrada »
Elecciones, crisis del euro, crisis política
Después de las recientes votaciones de Francia y Grecia, el panorama para continuar con el ajuste defendido por Merkel es, por decirlo de forma suave, muy sombrío. En Grecia los partidos más votados no pueden formar gobierno, la economía continúa desplomándose y ya son muchos los que asumen que el país dejará el euro. En Francia, Hollande promete poner un plan de crecimiento y reabrir la discusión acerca del pacto fiscal. Merkel y el establishment alemán se oponen a rediscutirlo y a nuevos programas financiados con deuda. Así, mientras Hollande afirma que va a impulsar menos austeridad y más crecimiento, los alemanes insisten en que deben crearse las condiciones para que las empresas inviertan. En muchos países, además, crecen los partidos más radicalizados a izquierda y derecha, y varios ganan apoyo con la propuesta de volver a las monedas nacionales. Es España, el flamante gobierno de la derecha ya empieza a perder apoyo, y enfrenta protestas y huelgas obreras. Es evidente que la crisis económica y política está agravándose hora a hora. El objetivo de esta nota es presentar algunas reflexiones sobre la crisis del euro, y las diferencias en torno a la política económica, que dividen a buena parte de la clase dominante (ver también aquí y aquí).
Dos respuestas frente a la crisis
La actual crisis política europea está determinada, en lo fundamental, por la división que existe en la propia clase capitalista acerca de las políticas para enfrentar a la crisis. Recordemos que, en esencia, toda crisis es una desvalorización masiva de los capitales; una “revolución de los valores” (para usar la expresión de Marx). Por esta vía, las crisis “limpian” el camino para el restablecimiento de la tasa de rentabilidad de los capitales, y con ella, de la acumulación. Por eso, por lo general, la caída de los valores -de las acreencias financieras, y del capital físico- va acompañada de la caída de los salarios reales; del incremento de los ritmos de producción y el “ajuste” de la disciplina laboral; de la disminución de los beneficios sociales (salud, educación, pensiones); y del aumento de los ejércitos de reserva. Sin embargo, y a pesar de su generalidad, estas “revoluciones del valor” no tienen siempre la misma dinámica ni forma de desarrollarse. En este respecto -siguiendo una idea que subrayaron los regulacionistas- puede decirse que se han producido por dos vías fundamentales, la inflación o la deflación; y cuál de estas vías se tome puede ser motivo de tensiones y enfrentamientos importantes entre las clases o fracciones de clases. A grandes rasgos diremos que en la actual coyuntura, el ala deflacionista es encabezada por Alemania, en tanto sus opositores abarcan un amplio abanico, desde las fracciones que plantean volver a las monedas nacionales, hasta los que ponen en el centro la austeridad, pero admiten la necesidad de una mayor dosis de inflación y un ritmo más pausado en la reducción del gasto público. En el medio, encontramos un sinfín de matices. Esta diversidad es una expresión de la profundidad de las contradicciones que subyacen a la crisis del euro, así como de la desorientación que reina en la clase dominante, y del descontento de las masas trabajadoras y los pueblos frente a un sistema que solo les promete más sacrificios y más sufrimientos.