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Voto en blanco, ¿qué balance?
Frente al referéndum, el FIT y otras organizaciones de izquierda llamaron a votar en blanco (lo mismo hice en notas publicadas en el blog). El argumento central de la izquierda fue que el voto en blanco era importante para no hacerle el juego a la derecha; y que representaba un pronunciamiento contra una salida a la crisis en manos del gran capital y sus partidos, y a favor del desarrollo de una alternativa política propia de los trabajadores.
Pues bien, el resultado del domingo dice que el voto en blanco fue mínimo. También fueron mínimas otras formas de repudio a las alternativas que se presentaban, tales como el voto nulo o la abstención.
Coyuntura: ¿por qué “giro a la derecha”?
“El país gira electoralmente a la derecha”. Esta caracterización, que tomo del sitio web del Movimiento Al Socialismo, a la vista de los resultados electorales, está muy extendida en la izquierda. Pero… ¿por qué se caracteriza a Macri como la derecha de Scioli? ¿Qué hay distintivamente “de izquierda” en el kirchnerismo y Scioli con respecto a Cambiemos, cuando se considera el programa político global?
Por empezar, y a la luz de las experiencias pasadas, ¿no es necesario tener algo más de prudencia a la hora de caracterizar como “de izquierda” o “derecha” a candidatos, gestiones y programas? Por caso, en 1983 muchos de los que hoy argumentan acaloradamente que votar en blanco es “facilitar el camino de la derecha”, sostenían, con la misma vehemencia, que Luder (sí, el que pedía amnistía para los milicos del Proceso) y Herminio Iglesias encarnaban la “liberación nacional”, contra el candidato Alfonsín. Y en 1989 decían que el voto “contra la derecha” era Menem. Aunque en 1999 era a la Alianza (¿recuerdan las bondades que le atribuían a la “tercera vía”?) contra Menem. Y en 2003 lo “progresista” era Kirchner, que subía apoyado por Duhalde. Aunque en 2011 la derecha era Duhalde, frente a Cristina Kirchner. Con un agregado “de yapa”: el mismo “analista social” que recorrió todo este espinel de caracterizaciones, en 1973 me trataba de convencer de que el voto a Perón era de izquierda (después de que Lastiri y López Rega hubieran desplazado a Cámpora); y que en 1976 había un ala militar “progresista” frente al ala “ultra y fascista” de la dictadura. Pero sin llegar a los extremos de las piruetas mentales de la militancia, o ex militancia, PC, el enfoque está instalado: en cada coyuntura aparecen los más que sutiles análisis de las sutiles diferencias para establecer las improbables “líneas divisorias” entre las también sutiles “izquierda y derecha”. Y para abrir la puerta a los oportunismos de ocasión.
Del Caño y un análisis equivocado
“El kirchnerismo, con un candidato derechista, le abrió el camino a Macri”. “El kirchnerismo eligió a un candidato derechista, hijo político del menemismo que hace pocos días anunció un gabinete (con Sergio Berni o Alejandro Granados, entre otros) que tranquilamente podría ser nombrado por Mauricio Macri. Frente a esto no sabemos por qué muchos kirchneristas se sorprenden de los resultados que está logrando el PRO”. Son declaraciones de Del Caño -en Izquierda Diario http://www.laizquierdadiario.com/– adelantando un primer análisis de los resultados de la elección de ayer.
La declaración es significativa porque atañe a la caracterización de las tendencias de clase que están detrás de los dos candidatos que se enfrentarán en el ballotage. El diagnóstico de Del Caño está en consonancia con la caracterización más general que hace el PTS –pero también otras fuerzas de la izquierda- del kirchnerismo. La idea básica es que este sería un movimiento reformista burgués, inconsecuente y timorato para enfrentar “a la derecha, los grupos económicos y el imperialismo”, y que por lo tanto habría “claudicado” frente a estos enemigos. En el mismo sentido, se sostiene que el kirchnerismo reflejó “el ascenso de las luchas populares contra el neoliberalismo y la ruptura del 2001” (declaraciones de Bregman en la TV). Por eso, llegados al poder, los gobiernos kirchneristas aprovecharon los mayores márgenes de maniobra frente al imperialismo –posibilitados, en primer lugar, por la suba del precio de la soja- para conceder algunas mejoras a una clase obrera combativa y a los sectores más empobrecidos. Sin embargo, no rompieron con la dominación imperialista, y mantuvieron los numerosos compromisos contraídos por los gobiernos anteriores con el gran capital. De ahí el techo para la mejora de las condiciones de vida de la clase obrera y los sectores populares, y la acumulación de desequilibrios que se hacen insostenibles.