Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

“Plan B de Varoufakis” y contradicciones del dinero (2)

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La primera parte de esta nota, aquí

El equivalente en las economías atrasadas

Las limitaciones que tiene un sistema monetario autonomizado como simple promesa de pago se intensifican al tratarse de un país atrasado y dependiente. Al respecto, en Valor, mercado mundial y globalización, y después de señalar que la moneda nacional tiene un rol de equivalente parcial, planteaba que “la legitimidad como equivalentes de las monedas nacionales es puesta periódicamente entre signos de interrogación, en especial cuando se trata de equivalentes vinculados a ámbitos de valor sustentados en un bajo desarrollo de las fuerzas productivas. Esto explica que las monedas nacionales actúen como encarnación de valor en la medida en que están respaldadas por monedas ‘fuertes’, y en particular por la moneda que actúa como moneda internacional. Por eso, si bien la validación de los trabajos privados se realiza reduciendo las mercancías al equivalente nacional, este a su vez tiene que estar respaldado por la moneda mundial. (…) Las reservas internacionales constituyen el activo financiero de respaldo último de la base monetaria nacional; una moneda nacional respaldada exclusivamente en el crédito interno (títulos públicos) estaría sujeta al cuestionamiento y a crisis de confianza que harían imposible la acción de la ley del valor. En última instancia, cuando sucede esto, la moneda nacional es reemplazada por la moneda mundial, primero en sus funciones de reserva de valor y atesoramiento, luego como medio de pago y finalmente como medio de cambio”.

Keynes y la propuesta de Gesell

Lo planteado hasta aquí permite examinar críticamente la creencia, bastante generalizada entre economistas heterodoxos y políticos reformistas, de que los problemas del capitalismo podrían solucionarse mediante manipulaciones monetarias. Una idea popular entre los economistas que consideran que los males del capitalismo tienen por causa las propiedades del dinero.

Un ejemplo paradigmático de esta concepción fue Silvio Gesell, citado extensa y aprobatoriamente por Keynes en la Teoría general. Gesell pensaba que si se reducía la tasa de interés se eliminarían los frenos para el crecimiento del “capital real”. Por eso proponía una reforma monetaria consistente en que el dinero perdiera valor en la medida en que no circulase. Y para efectivizar la idea, sugería un sistema de sellado mensual de los billetes, con lo cual eliminaría la prima por la liquidez del dinero. De hecho, su propuesta implicaba instalar una economía capitalista que funcionara según la ley de Say -a una venta le sigue la correspondiente compra, ya que el dinero no se atesora-, pero convirtiendo a toda mercancía en dinero.

Se entiende entonces por qué Keynes estaba de acuerdo con Gesell. Es que, según Keynes, los problemas de la economía capitalista podrían superarse si el dinero perdía la característica que lo distinguiría del resto de los bienes, a saber, su alta prima de liquidez y su bajo costo de mantenimiento (dadas sus elasticidades de producción y sustitución iguales a cero). Estas propiedades especiales impedían que la tasa de interés bajara por debajo de la eficiencia marginal del capital, e hiciera rentable las inversiones. De manera que si el dinero era gravado con un costo por mantenerlo inactivo, siempre según Keynes, se superaría la falla del mercado que impedía el pleno empleo. Por eso, con la reforma monetaria propuesta por Gesell, se eliminaría la posibilidad misma de las crisis, manteniendo el sistema capitalista. De alguna forma la idea era lograr una economía no monetaria sin alterar la propiedad privada de los medios de producción.

Posiblemente por esta razón el proyecto de Gesell atrajo muchos seguidores, como registra Keynes: “Gesell, atrayendo hacia sí el fervor semireligioso que antes había rodeado a Henry George, vino a ser el profeta reverenciado de un culto con muchos miles de seguidores en todo el mundo. El primer congreso internacional de los Freiland-Freigeld Bund (Liga Tierra Libre Dinero Libre) suizos y alemanes y de las organizaciones similares de muchos países se celebró en Basilea en 1923”. Sin embargo, Gesell no es el único ejemplo. Uno, mucho más cercano, fue la propuesta, durante la crisis argentina de 2001-2002, de desarrollar mercados de trueque, esto es, sin dinero. Alguna gente pensó seriamente que esos mercados representaban, embrionariamente, una alternativa al capitalismo.

La propuesta de Gray y la crítica de Marx

Otro caso histórico de plan de reforma monetaria fue el que proponía el ricardiano John Gray. Gray sostenía que para remediar los males del capitalismo no era necesaria una nueva organización del trabajo, sino una nueva organización monetaria. Por eso propuso, después de la revolución parisina de febrero de 1848, una reorganización del intercambio. Se trataba, en esencia, de reemplazar el dinero por bonos que representaran x tiempo de trabajo, y que serían emitidos por un banco central. Este calcularía el tiempo de trabajo que insume la producción de las mercancías, y los productores recibirían los bonos-trabajo, que vendrían a ser asignaciones sobre los productos. Gray pensaba que de esta manera no habría problemas de venta (o sea, de realización del valor), y que los metales preciosos pasarían a tener el mismo rol que cualquier otra mercancía. Así, toda mercancía sería directamente dinero, y los tiempos de trabajo contenidos en las mercancías podrían ser inmediatamente sociales, como sucedería en una sociedad comunista. Aunque sin modificar las relaciones de propiedad capitalistas que subyacen a la existencia del mercado y del dinero. En palabras de Marx, Gray pensaba entonces que los productos debían ser producidos como mercancías, pero no intercambiados como mercancías.

El problema fundamental del planteo de Gray –y que se repetiría en Proudhon- era desconocer que el dinero no es un objeto, sino una relación social, de la misma manera que lo es cualquier otra relación económica (por ejemplo, la división del trabajo). Y si el dinero es una relación, no puede ser un elemento separado del resto. Es que al ser una relación significa que “es un eslabón, y como tal está íntimamente ligado a toda la cadena de las relaciones económicas” (Miseria de la filosofía; véase también Contribución a la crítica de la Economía Política). Por lo tanto, sigue la crítica de Marx, había que reconocer que esa relación corresponde a un modo de producción determinado. Por eso también, no puede separarse el dinero “del conjunto  del modo de producción actual, para hacer de él luego el primer miembro de una serie imaginaria, de una serie que se desea hallar” (ídem).

La clave del fracaso de las reformas monetarias al estilo Gray está precisamente en esta cuestión: se busca una solución ingeniosa haciendo abstracción del conjunto de la relación social en la que está inmerso el dinero que se quiere reemplazar por una construcción imaginaria. Lo mismo se aplica a la reforma de Gesell: en tanto exista la propiedad privada y el mercado, es imposible que no haya un equivalente que sea encarnación de valor. Pero si esto es así, el equivalente nunca podrá ser sólo medio de circulación; necesariamente cumplirá las funciones de reserva de valor y medio de pago. Y entonces nos instalamos de nuevo en la contradicción que hemos tratado en la primera parte de esta nota. Por eso, en última instancia, reformas monetarias “a lo Varoufakis” están condenadas. No es posible cambiar el todo a partir de la manipulación de un elemento que está condicionado y vinculado orgánicamente al todo. Las fantasías del reformismo utópico burgués, o pequeño burgués, tienen este límite infranqueable. En este punto es interesante destacar que incluso Keynes pensaba que, aunque una reforma como la propuesta por Gesell sería deseable, una economía de mercado no podía prescindir del dinero.

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«Plan B de Varoufakis» y contradicciones del dinero (2)

Written by rolandoastarita

02/11/2015 a 08:51

3 respuestas

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  1. Buena nota profesor debería hacer un análisis sobre Noruega,citado por algunos como «el único socialismo del siglo xxi»

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    Guido

    03/11/2015 at 16:18

  2. Entiendo que el ‘plan B’ de Varufakis no podía pasar de la expresión de deseos. El griego, no es un escenario en que la emisión de quasimonedas pueda servir como complemento transitorio para estimular el consumo.
    En una economía que carece de signo monetario nacional dicha emisión sería equiparable a un retorno a un alter ego del dracma y absorbería todo el efecto devaluatorio sin el cual no sería posible ningún hipotético relanzamiento de la economía, suponiendo con una dosis de buena voluntad que este podría ocurrir mediante este mecanismo.
    Distinto fue el caso de Argentina en que, luego de la devaluación del peso la emisión de Lecops y Patacones, que retomaron el repudiado anuncio ‘bananero’ de Rodriguez Saá sobre la inundación de ‘Argentinos’, sirvió para aceitar el proceso de recuperación y su posterior reabsorción al 100% de su valor. En Grecia esto no sería posible sin la salida del Euro. La coexistencia no podría alumbrar más que un aborto. La cuna de la tragedia hoy la vive en carne propia como una aparente situación sin salida, o por lo menos de mano única.

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    AP

    03/11/2015 at 18:48

  3. Buenas, Rolo.

    ¿La crítica a Gray está incluido en Miseria de la Filosofía?

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    Alí

    17/03/2016 at 06:42


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