La internacionalización de la economía en perspectiva
En los últimos años se ha señalado, repetidas veces, que la economía argentina se ha extranjerizado. Por ejemplo, hace algunos años Pablo Manzanelli y Martín Schorr escribían en Página 12: “En cuanto al nivel de extranjerización, en 1993 un cuarto de las 200 empresas más grandes del país eran controladas por el capital extranjero y explicaban el 23 por ciento de las ventas totales. Tras el intenso proceso de desnacionalización del entramado empresario en la década de 1990 y su consolidación en la posconvertibilidad, en 2009, 117 compañías transnacionales pasaron a ocupar el ranking de las 200 líderes, alcanzando a representar más de la mitad de la facturación.
Si bien las inversiones foráneas se expanden a lo largo del tejido económico, es muy acentuada en los mercados con ventajas comparativas y/o institucionales de privilegio, que son los más beneficiados durante la posconvertibilidad. Tales son los casos de las ramas asentadas en el procesamiento de recursos básicos con escaso grado de transformación local como minería, hidrocarburos, agroindustria, commodities industriales y la armaduría automotriz” (“Dolores de la posconvertibilidad”, 30/01/12). Schorr enfatizó el punto en el debate que tuvimos sobre los legados del gobierno K (aquí).
También Rafael Malthus Ruiz señalaba el fenómeno, a mediados de 2009: “La apertura de la economía y las privatizaciones abrieron el juego a las compras y ventas y al aterrizaje de grupos extranjeros en los 90. La primera oleada de ventas, que incluyó la mayoría de las privatizaciones, ocurrió entre 1993 y 1995. Luego hubo otro gran período de ventas, entre los años 1996 y 1998. En esos años, holdings, fondos de inversión y empresas se quedaron con marcas emblemáticas como Villavicencio, Terrabusi, Bagley y Canale, petroleras como Comercial del Plata y EG3, bancos como el Río, el Francés o el Roberts, automotrices como Sevel, la refinería Astra, la fábrica de pinturas Alba, y bodegas como Peñaflor, Trivento, Norton, Navarro Correas, Etchart y Graffigna. Empresas europeas como Repsol, Telecom, Telefónica, Endesa, Gas Natural, Electricité de France (EDF) y el grupo Suez coparon el mercado de servicios públicos. Las dos últimas ya se fueron del país. La avanzada brasileña se quedó con Loma Negra, Alpargatas, Quilmes, los frigoríficos Swift, CEPA, Quickfood y Col-Car y la petrolera Perez Companc, que fue absorbida por la estatal Petrobras. El banco Itaú se quedó con el Buen Ayre, y la siderúrgica Acindar, que pertenecía a la familia Acevedo, fue absorbida por la brasileña Belgo Mineira. Ambas forman parte ahora del grupo Arcelor Mittal. La firma agroindustrial Los Grobo, con el fin de expandirse en el Mercosur, incorporó como socio al grupo PCP. Fue la primera firma en recibir capitales extranjeros durante la presidencia de Cristina Kirchner”.
Malthus Ruiz decía asimismo que grupos mexicanos y chilenos habían entrado en el país: Cencosud, que controla Jumbo, Disco, Easy y Súper Vea, compró Blainstein. Falabella adquirió Pinturerías Rex; el grupo chileno CCU compró Bieckert, Imperial y Palermo; y Bethia compró Milkaut. En cuanto a los mexicanos, Telmex se quedó con CTI, Techtel y Ertach; Bimbo compró Fargo; Televisa compró Editorial Atlántida (“Desnacionalización de empresas”, La Nación, 21/06/2009). Otros autores también han subrayado que la economía argentina se ha extranjerizado.
Una tendencia mundial con impulso en el capital
La extranjerización de la economía argentina parece entonces innegable. Sin embargo, no se trata de un fenómeno local, ya que se inscribe en la tendencia a la internacionalización del capital. Esto es, el punto de partida para explicar la desnacionalización de la economía argentina no son las políticas “nacionalmente débiles” de los Kirchner, los Menem o cualquier otro gobierno, sino la naturaleza del capital. En palabras de Marx, “la tendencia a crear el mercado mundial está dada directamente en la idea misma del capital. Todo límite se le presenta como una barrera a salvar” (Grundrisse, p. 360, t. 1, edición Siglo XXI). Las políticas particulares están «atravesadas» por este universal.
En otros términos, es la dialéctica –la ley interna del movimiento- del capital: el fin y la condición de su existencia es la valorización del valor, y esto encierra el impulso incesante a ampliar mercados, a proletarizar, a subsumir fuerzas productivas bajo su mando, por encima de cualquier frontera. Por eso, la escala del análisis no debe ser la nación, sino el mismo capital. Esto significa que no hay que buscar la razón de ser de la globalización en algo exterior al capital, ni su causa en circunstancias más o menos contingentes, como conspiraciones, inclinaciones ideológicas de tales o cuales gobiernos, y semejantes. Estos factores actúan sobre los ritmos y formas, pero no sobre la tendencia de fondo.
Los datos
Lo planteado en el punto anterior explica que el caso de Argentina se inscribe en las “generales de la ley”. En las últimas décadas el proceso de internacionalización ha sido global. La cuestión se puede ver a partir de la evolución del stock de inversión extranjera directa (IED). La IED es una categoría de inversión que refleja el objetivo de establecer un interés duradero por parte de una empresa residente en una economía (el inversor directo) en una empresa que reside en una economía distinta de la del inversor directo. Estadísticamente cuenta como IED cuando un inversor residente en otra economía tiene la propiedad, directa o indirecta, del 10%, o más, del poder de voto de una empresa residente en la economía del país considerado (definición de la OCDE). Es por lo tanto más revelador que las estadísticas sobre la evolución del comercio mundial de la medida en que las economías se han internacionalizado; o sea, del grado en que las economías nacionales se han “extranjerizado”. En el siguiente cuadro puede verse la evolución del stock de IED como porcentaje del PBI en las últimas décadas:
Stock de IDE como porcentaje del PBI mundial
Fuente: http://www.peoi.org/Courses/Coursesen/intrade/temp/ch1a.html.
En este marco tendencial, la economía argentina no está más extranjerizada que los promedios mundiales. El dato más representativo es el stock de IED ingresado a los países, como porcentaje del PBI. En 2010 el promedio en los países de la OCDE era 29%; en la Unión Europea 46,7%; en los países del G-20 el 23,3%; en Argentina el 21,3% («FDI in figures», OECD, abril 2013, http://www.oecd.org/daf/inv/FDI%20in%20figures.pdf). Sí hay una gran diferencia en el stock de IED que se mantiene en el exterior: mientras que el promedio para los países de la OCDE, en 2010, era del 38,6%, y para los del G-20 del 26,5%, Argentina tenía solo el 7,2% (misma fuente; téngase en cuenta que estamos hablando de IED, no de inversiones de portfolio). Esta diferencia con los promedios de los países adelantados, o del G-20, se debe al carácter atrasado del capitalismo argentino; pero no anula el hecho de que el grado de extranjerización de la economía argentina se ubica en las tendencias mundiales que están en curso.
Muy interesante la nota y especialmente los datos que presenta. Por lo general, el grado de ‘extranjerización’ de la economía ha sido tomado como parámetro de la ‘colonización’ en materia económica de un determinado país y como medida de su dependencia. Con estos datos daría la impresión que muchos países colonizadores, están, a su vez, ‘colonizados’.
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AP
08/10/2015 at 19:35
Rolando. Muy interesante la nota. Pero la idea de un punto último de dicha transnacionalización… no lleva a la idea de imperio o un capitalismo sin competencia. La tendencia de todo capital a traspasar la fronteras no se ve compensada, a su vez, a la de todo capital a conservar y proteger las propias fronteras -es decir todo capital buscar universalizarse- (para Marx la idea de fronteras era útil para el capital para tener un «interior» y un «afuera» y así maximizar la explotación).
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blabla
09/10/2015 at 13:45
No puedo responder esta cuestión en un comentario. En «Valor, mercado mundial y globalización» discuto la tesis «globalista» que sostiene que está surgiendo una burguesía transnacional, que la integración de los países «del sur y del norte» es completa, que los Estados-nación son completamente superados en tanto marcos de organización del capitalismo, que las instituciones estatales nacionales son reemplazadas por los organismos internacionales, que corresponden al nuevo carácter del capital. En esta visión la dimensión nacional pierde prácticamente toda especificidad (Robinson, Harris, Burbach, que escribieron notas en Science & Society en 1999-2000 son representantes de esta corriente; también Hardt y Negri, pero con una argumentación más floja, en mi opinión). La otra cara de esta posición es la de aquellos que siguen teniendo como unidad de análisis el Estado nación y el capitalismo nacional (el mercado mundial lo conciben, en esencia, como sumatoria de mercados nacionales). El enfoque que defiendo se ubica más en la tradición de Palloix, que es la tesis de la internacionalización del capital. Sostienen que el Estado sigue teniendo relevancia, pero también enfatiza el cambio cualitativo que implica la mundialización del modo de producción capitalista. Mi análisis del tipo de cambio, por ejemplo, se ubica en este marco. Pero no puedo desarrollar la idea aquí.
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rolandoastarita
09/10/2015 at 14:25
Gracias por la respuesta Rolando. Podría recomendarme algo de Palloix para leer en este sentido. En su momento recuerdo haberlo leido respecto al imperialismo y al intercambio desigual. Pero no recuerdo alguna tesis en este sentido. Saludos,
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blabla
09/10/2015 at 16:21
De Palloix, «Las firmas multinacionales y el proceso de internacionalización», 1975, México, Siglo XXI.
En esa línea de pensamiento: C. Bina y B. Yaghmaian, 1991, «Post-war Global Accumulation and the Transnational Capital», Capital & Class, Nº 43.
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rolandoastarita
09/10/2015 at 17:04
La perdida de soberania de los estados nacionales hay que analizarla como tendencia y no como un estado actual. Es innegable que los estados nacionales van perdiendo capacidad para dominar la dinamica de las economicas nacionales y diseñar politicas economicas en la medida que avanza el mercado mundial y la transnacional se impone como forma dominante de organizacion de la producción, la Unión Europea es un caso extremo pero el avance en los acuerdos de libre comercio también reflejan esta «tendencia», Nafta y el reciente TPP (como otros) directamente somenten las disputas sobre comercio e IED a tribunales supranacionales.
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Claudio FM
10/10/2015 at 10:31
Adoptar el punto de vista del «ultraimperialismo» o del «Imperio» de Negri sería incorrecto, pero definitivamente las visiones «nacionalistas» del capitalismo, sean más rojas o menos rojas, están irremediablemente obsoletas y los socialistas marxistas tienen que tratarlas como ideología del enemigo en nuestras filas.
Quienes siempre intenten llevar el debate poniendo la contradicción «imperialismo/nación oprimida» por encima o incluso al mismo nivel que la contradicción capital/trabajo no sirven como aliados para la lucha por el socialismo y terminan funcionando como lugartenientes de la burguesía.
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Danilo Castelli
10/10/2015 at 17:58
Rolo que piensas de este articulo
Haz clic para acceder a c87bbfe5-1147-4339.pdf
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Alicia
27/05/2016 at 15:19