Posts Tagged ‘Evo Morales’
Bolivia y los organizadores de derrotas
Montándose en la crisis política abierta con el recuento de votos de la elección del 20 de octubre pasado, en Bolivia se está asistiendo al avance del poder militar, y de fuerzas políticas altamente reaccionarias. Aunque por ahora no hay elementos para afirmar que el país se encamina hacia una dictadura militar, al estilo Pinochet o Videla, la injerencia de las fuerzas armadas en la vida política ha dado un salto cualitativo.
Sin embargo, el análisis no se puede reducir a decir “aquí hubo un golpe de Estado, orquestado por la derecha, las FFAA y Washington”. Es que esa explicación pasa por alto que amplios sectores de las masas populares, incluidas porciones significativas de la clase obrera, se levantaron contra el gobierno del MAS. En este punto, incluso el calificativo de “golpe de Estado cívico político y policial” por parte de Morales en su renuncia, refleja que enfrentó una intensa oposición de, por lo menos, una parte muy significativa de la población. Con el agregado de que le retiraron su apoyo organizaciones que hasta hace muy poco lo sostenían. Dicho de otra manera, ningún gobierno cae porque un grupito de civiles y políticos le organiza “un golpe”. Menos todavía si está al frente del poder Ejecutivo desde hace 14 años, y tiene fuertes e históricas conexiones con organizaciones de la sociedad civil. Lee el resto de esta entrada »
Enfoques alternativos sobre Libia (y la revolución árabe)
En las últimas semanas han circulado numerosas notas, artículos y declaraciones del campo de la izquierda, con interpretaciones de los levantamientos en Túnez, Egipto y más recientemente en Libia. A grosso modo, de la lectura de esos trabajos -muchos se pueden leer en sitios de Internet dedicados al pensamiento crítico, pero también de los partidos de izquierda- es posible distinguir dos líneas de interpretación principales. Por un lado, la que sostiene que en el mundo árabe se está desarrollando una revolución de contenido obrero y popular, que está en tren de barrer a los regímenes dictatoriales y pro-imperialistas, y podría profundizarse en un sentido socialista. Esta visión -que defienden algunos grupos trotskistas- exalta no solo los logros democráticos, sino también el “poder de las masas sublevadas” y el “avance hacia su autoorganización”, que no podrían controlar los poderes establecidos. El criterio de esta interpretación pasa por el eje “confrontación entre todas las clases dominantes, por un lado, y las masas trabajadoras y oprimidas por el otro”. La segunda corriente, mucho más extendida, interpreta el conflicto en términos del “imperialismo (y sus agentes, insertos en los países árabes) enfrentando a las naciones oprimidas, y sus gobiernos”. Dado que en “Reflexiones sobre la revolución en Egipto” me centré en el primer tipo de enfoques, en esta nota presento los argumentos por los cuales tampoco acuerdo con la segunda línea. Paralelamente ofrezco mi interpretación (que de todas maneras ya había adelantado en la nota sobre Egipto).
Antes de entrar en el asunto, señalo que estas diferencias suscitan enfrentamientos enconados en la izquierda. Es que las cuestiones que se debaten están lejos de ser neutras, o “académicas”. Por caso, si Kadhafy manda disparar contra los manifestantes, unos pueden “mirar para otro lado” porque en el fondo están convencidos de que es “un mal necesario para frenar al imperialismo”; y otros denunciarán que “estamos ante el asesinato del pueblo por el dictador”. Es imposible que ante diferencias tan abismales no se exacerben los ánimos, y suban de tono los calificativos. Por eso son frecuentes acusaciones del tipo “usted objetivamente está con el enemigo”, y que el debate termine bloqueado. El problema de fondo es que estamos ante diferencias ideológicas, que se ponen al rojo vivo en una coyuntura de alta tensión de la lucha de clases . Por eso, no se trata de que haya compañeros “traidores”, o que deseen el triunfo “del enemigo”. En estas coyunturas afloran las convicciones profundas, y éstas no cambian de la noche a la mañana. Frente a esto, solo me cabe apelar a que cada cual tenga la máxima honestidad intelectual posible; y ofrecer mis propios argumentos.