Tercera respuesta a Juan Ramón Rallo

En la nota anterior (aquí) escribí una respuesta a una respuesta de Juan Ramón Rallo a mi crítica a su crítica de la solución de Fred Moseley al problema de la llamada transformación de los valores a precios. Rallo respondió a mi respuesta con un nuevo texto (aquí). Lo que sigue es mi respuesta a este último texto.
Una revista a los ejes de las discrepancias
Suele ocurrir que cuando se desarrolla un debate con cantidad de críticas, réplicas y contra réplicas, se oscurecen o se pasan por alto temas esenciales que están en cuestión. A fin de despejar esta posibilidad, comienzo con una rápida revista de las discrepancias.
El debate se inicia por la crítica de Rallo (en el Anti-Marx) a la solución de Fred Moseley (en Money and Totality) al “problema de la transformación de valores a precios”. Básicamente, Moseley sostiene que los capitalistas compran el capital constante y la fuerza de trabajo a precios de producción; que por lo tanto no hay que transformarlos a precios de producción; y como tales entran en los costos de producción del nuevo output. Si esto es así, la solución Bortkiewicz a la transformación se cae. Pero la solución Bortkiewicz fue, durante décadas, pilar de las críticas a El capital.
Puede entenderse entonces el interés de Rallo –partidario de la escuela austriaca- en criticar la solución de Moseley a la transformación. En su Anti-Marx sostiene que el planteo de Moseley fracasa si se introduce una alteración en las variables (por caso, un aumento de salarios) porque en ese caso aparece un desequilibrio entre las ramas I (productora de bienes de producción) y II (productora de bienes de consumo). Mi nota (aquí) respondió a esta crítica de Rallo y fue sencilla: mostré, a partir del ejemplo numérico que utiliza Rallo (y que toma de Moseley), que si los capitalistas compran, en sucesivas “rondas”, los insumos a precios de producción, se restablece el equilibrio entre las ramas.
La nueva respuesta de Rallo
Curiosamente, en su nueva respuesta Rallo no dice palabra sobre si el método secuencial, propuesto por Moseley, y que apliqué en mi respuesta, es correcto o no. Sin aclarar el asunto, Rallo escribe:
“Astarita cree haber hallado un método, al margen de la solución que daría Bortkiewicz, para pasar del desequilibrio (tabla 3) al nuevo equilibrio (tabla 9). Pero Astarita no parece darse cuenta de que el equilibrio que describe en la tabla 9… ¡es la solución de equilibrio de Bortkiewicz!” Y luego: “Llama poderosamente la atención que Astarita no conociera (o no lo explicitara en su texto) que el resultado del método walrasiano que emplea Bortkiewicz (y que Astarita deseña) no es más que el resultado final del método iterativo que emplea Astarita (o el que emplea Shaikh, tal como explico en Anti-Marx) para pasar del desequilibrio (tabla 3) al nuevo equilibrio (tabla 9)”.
Primero: Jamás me atribuí haber hallado el método secuencial. Lo he tomado de Moseley (y en mi opinión, ya estaba sugerido por otros marxistas).
Segundo: el método de Moseley efectivamente está “al margen” de la solución Bortkiewicz. Más aún, es lo opuesto. Es que en “la vía Bortkiewicz” desaparece el tiempo, y el “ajuste” de las variables es instantáneo. No tiene nada que ver con el abordaje secuencial que apliqué en mi respuesta a la crítica de Rallo a Moseley.
Tercero: Rallo me critica porque no hice explícito que los precios de equilibrio a los que llegué con el método secuencial son los mismos a los que se arriba con las ecuaciones de Bortkiewicz. Una crítica sin sentido. Es que la tendencia al equilibrio no me la señalaron las ecuaciones Bortkiewicz, sino el simple hecho de que los precios convergen, en las sucesivas rondas, a una relación que restablece el equilibrio entre las ramas. Con el agregado, importante, de que hay un período de desequilibrios que no puede ser eliminado como ocurre en los sistemas de ecuaciones. Por lo tanto, si la solución secuencial opera al margen, o por fuera, del sistema Bortkiewicz ¿para qué tenía que mencionar a Bortkiewicz en mi solución? En todo caso, con el mismo derecho podemos preguntar a los defensores del método Bortkiewicz por qué no dicen que sus precios de equilibrio son los mismos que se consiguen con el método secuencial. Peor todavía, ante la crítica de Rallo me surge la pregunta ¿por qué mi crítico no advirtió a los lectores del Anti-Marx que con el método secuencial se llega al equilibrio, una vez ocurrida la alteración? ¿Por qué no lo dijo? No solo no lo dijo, sino que, sin más explicaciones, sostuvo que había que volver a Bortkiewicz. ¿Qué seriedad tiene entonces su crítica a Moseley?
Cuarto: Rallo dice “Astarita emplea el método iterativo”. ¿Cómo puede afirmar esto? Rallo se mete a opinar sobre las soluciones marxistas al problema de la transformación y no puede distinguir entre el método iterativo de Shaikh (también Morishima) y el enfoque secuencial de Moseley. De nuevo, ¿esto es serio? Es que la solución S-M parte de la compra de los insumos a valores. La de Moseley siempre aasume la compra de los insumos a precios de producción; e incluye, necesariamente, el transcurso de tiempo. O sea, entre la tabla 3 y la tabla 9 de mi ejemplo, transcurre tiempo. Lo cual no está claro en el método iterativo (al pasar; en las “rondas” de la economía walrasiana y su subastador también transcurre tiempo, pero sin significado económico, ya que ninguna transacción se cierra hasta que todos los mercados estén en equilibrio). El hecho es que la solución iterativa deja intacto el núcleo esencial del método Bortkiewicz, mientras que la solución secuencialista lo cuestiona de raíz.
Por lo tanto, y contra lo que afirma Rallo, el método que apliqué fue el secuencial, no el iterativo. Un método que es independiente del enfoque Bortkiewicz, y de cualquier “solución” lógica-matemática que haga abstracción del tiempo. Esta es la razón por la cual en mi respuesta a Rallo ni se me ocurrió mencionar la solución Shaikh – Morishima.
Una diferencia crucial
La recomendación de aplicar el método Bortkiewicz es presentada por Rallo como si fuera una opción de carácter meramente técnico, del tipo “la resolución de las ecuaciones va más rápido y es más elegante que la solución secuencial”.
Pero el problema no es técnico, sino de criterio realista y lógico. De nuevo: Bortkiewicz dice que hay que transformar los precios valores de los insumos en precios de producción, y Moseley sostiene que no hay que transformarlos, e integran los costos. Rallo dice que Bortkiewicz tiene razón. Pero, ¿cómo puede ocurrir que los capitalistas vendan sus outputs a precios de producción y compren sus insumos a precios-valores? Si se responde que los compran a precios de producción, tiene razón Moseley, y no hay que transformar los precios de los insumos en precios de producción. Si no los compran a precios de producción, como dice Bortkiewicz, habría que concluir que los capitalistas no venden entre sí los productos a precios de producción. Es una contradicción lógica. Con el agregado de que en la realidad del capitalismo los insumos siempre se tienen que adquirir a precios de producción (o precios mercado cercanos a los precios de producción). Pero a Rallo esto parece no incomodarlo para seguir diciendo que la solución Bortkiewicz es la correcta.
¿Cuándo y cómo se transforman los precios de los insumos?
Veamos un poco más a fondo lo planteado en el apartado anterior. Empezamos señalando que, como dice Shaikh, tanto la producción como la circulación son necesarias para la reproducción capitalista (“The Transformation from Marx to Sraffa”, Mandel y Freeman eds., Ricardo, Marx, Sraffa pp. 43-84). En la producción se generan el valor y la plusvalía, y en el mercado se valida, o no, el trabajo privado como trabajo social, como trabajo que ha generado valor. Asimismo, es en la circulación que ocurren las transferencias de valor. Y el mecanismo esencial para ello “es la desviación de los precios de la proporcionalidad a los valores” (p. 52). Por ejemplo, cuando una mercancía es vendida a un precio por debajo de su precio proporcional al valor, el vendedor transfiere valor al comprador. A la inversa, cuando el comprador recibe bajo la forma de mercancía un valor mayor del valor que está entregando bajo la forma de dinero, está recibiendo una transferencia de valor. Lo importante entonces para lo que nos ocupa es que las transferencias de valor (o sea, la formación de los precios de producción) ocurre en la circulación, sea en la fase D – M o en la fase M’ – D’.
Apliquemos esto a los insumos. ¿Dónde se transforman los precios- valores del capital constante, por ejemplo, en precios de producción? Si la respuesta es en la fase D – M, ello significa que los capitalistas han comprado el capital constante a precios de producción. Es lo que dice Moseley. Pero en ese caso, no se aplica la solución Bortkiewicz.
Por otra parte, luego de la compra del capital constante y de la fuerza de trabajo viene la fase productiva. En ella no hay transferencia entre ramas. Pero dado que el precio del capital invertido reaparece en el producto final como un costo, la transformación a precios de producción debería ocurrir al interior del proceso productivo. Sin embargo, sabemos que esa transferencia solo puede ocurrir por medio del mercado. ¿Cómo arregla Bortkiewicz el asunto? Pues muy simple, recurre a las matemáticas y transforma todo de golpe. ¿Y qué ocurre con el dinero que el capitalista ha entregado al adquirir el capital constante a precio-valor? ¿Cómo se modifica a posteriori esa transacción para que se efectivicen las transferencias de valor correspondientes a la formación de los precios de producción? Imposible hacerlo. La compra de capital constante y fuerza de trabajo es tiempo pasado, y por lo tanto irreversible. Pero esto no es lo que aparece en un enfoque Bortkiewicz. Para verlo en concreto: no hay manera de que el capitalista productor de camisas, por ejemplo, reclame a su proveedor de tela una transferencia de valor, una vez adquirida la tela, para generar el correspondiente precio de producción. O que el vendedor de la tela reclame al productor de camisa una transferencia en sentido contrario, una vez realizada la venta de la tela.
Estamos ante un embrollo mayúsculo. Y todo porque no se puede admitir lo elemental que dice Moseley (y decimos muchos marxistas), a saber: que los capitalistas adquieren los insumos a precios de producción ya que las transferencias de valor solo ocurren en la circulación.
Una consecuencia del planteo de Moseley: el valor agregado es igual a la suma de salarios y beneficios
La tesis de Moseley de que los capitalistas adquieren el capital constante y la fuerza de trabajo a precios de producción va de la mano de otra afirmación clave: el costo del capital constante y de la fuerza de trabajo integra el precio del nuevo producto. Marx lo señala: “el precio de costo depende por completo del desembolso efectuado dentro de las respectivas esferas de la producción” (p. 200, t. 3, El capital). Recordando que “los elementos del capital productivo han sido comprados, por lo general, en el mercado, y por lo tanto sus precios contienen una ganancia realizada” (p. 203; de hecho está diciendo que los capitalistas compraron los insumos a precios de producción). Es el “valor viejo”, para usar la expresión de Moseley. Así, “el precio de producción de la mercancía es igual a su precio de costo más la ganancia que le ha sido porcentualmente agregada, en correspondencia a la tasa general de ganancia” (Marx, p. 199, ibídem). El valor agregado debe entonces reponer el capital variable y añadir la plusvalía. En consecuencia, la igualdad entre valor agregado y salarios más beneficios no es un tema de simple preferencia para resolver un sistema de ecuaciones a lo Bortkiewicz, sino el resultado de la forma en que opera el capitalismo.
Más sobre el método
El método de Bortkiewicz – Walras tiene una profunda diferencia con la Economía Clásica y con Marx en lo referente a las relaciones de causalidad. No es casual que Marx haya planteado (en Teorías de la plusvalía, t. 1, cap. 2) que la base para el desarrollo de la producción capitalista es que la fuerza de trabajo, como mercancía que pertenece a los obreros, se enfrenta a las condiciones de trabajo como mercancías conservadas bajo la forma de capital, e independientes de los obreros. Por eso, la determinación del valor de la fuerza de trabajo (del salario, su forma mistificada) ocurre antes de que se inicie el proceso productivo. “Solo sobre esta base surge la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor que crea esa fuerza de trabajo…” Teorías, p. 39, t. 1). Esto es, existe una secuencia temporal. Destacando la importancia de este enfoque, ya presente en los fisiócratas, Marx escribe: “… la base de la Economía Política moderna… es la concepción del valor de la fuerza de trabajo como algo fijo, como una magnitud dada, como en verdad ocurre en la práctica, en cada caso en particular” (ibídem).
Lo anterior significa que, en el enfoque de Marx, no se resuelve todo al mismo tiempo, como ocurre en los planteos neoclásicos, y se inculca a los estudiantes de Economía desde los primeros pasos. Por ejemplo, a los alumnos de un curso estándar de Microeconomía se les enseña, como si fuera lo más natural del mundo, una función de producción en la cual la tasa de interés, el salario, la cantidad de capital y la cantidad de producto por trabajador se determinan todas simultáneamente. Establecido este tipo de enfoque, es muy difícil hacer entender a alguien que una resolución “a lo Bortkiewicz” del problema de la transformación carece de fundamentos en la realidad del capitalismo.
Por otra parte, y en oposición a los razonamientos apriorísticos y abstractos, en el pasaje de Teorías antes citado, Marx plantea que es en la realidad del capitalismo que el salario está dado antes de que comience el proceso productivo. La compra de la fuerza de trabajo (D – Ft) presupone al comprador como capitalista y al vendedor como asalariado (lo cual supone una relación de clase) y es “el supuesto socialmente decisivo de la producción de mercancías” (p. 38, t. 2, El capital). La plusvalía surge después, en el empleo del trabajo vivo, como prolongación de la jornada laboral más allá del tiempo de trabajo necesario para reproducir el valor de la fuerza de trabajo. Es lo opuesto al método Bortkiewicz – Walras, o neoclásico, donde “todo depende de todo”, sin jerarquías causales. Tema del que era consciente Bortkiewicz. Como señala Gilles Dostaler, “Bortkiewicz considera que Marx, como los clásicos, no comprendía este género de relación circular, fundamento de la teoría del equilibrio general. Su crítica del método de Marx va, pues, más allá de la simple comprobación de una incompetencia matemática” (Valor y precio. Historia de un debate, 1980, México, p. 189). Agrega Dostaler que, según Bortkiewicz, los valores de las mercancías pueden expresarse tanto como función de los salarios, como los salarios como función de los valores de las mercancías (p. 188). Por esta razón, Bortkiewicz adhirió a la crítica de Marshall a los clásicos y al marxismo por su “sucevismo” en la determinación de cadenas causales. Siempre según Bortkiewicz, se le debía a Walras “que la economía moderna comience a liberarse de ese prejuicio sucevista”.También: “… el método algebraico de exposición aparece claramente como la expresión satisfactoria de esa perspectiva superior, que explica el carácter especial de las relaciones económicas” (citado por Dostaler, p. 190). La negativa a reconocer que los capitalistas adquieren los insumos a precios de producción (o a precios de mercado que oscilan en torno a los precios de producción) tiene una razón profunda, de orden metodológico. Lo llamativo es que Rallo no explicite esta diferencia esencial entre la concepción de Bortkiewicz y la de Marx. Un problema que no es menor cuando se quiere aplicar el método del primero para criticar la teoría fundamental del segundo.
Antes de dejar este apartado, aclaremos que no es que en la concepción de Marx la interacción no permita un nivel de comprensión de los fenómenos (por ejemplo, cuando decimos que los órganos del cuerpo humano interactúan), sino que es insuficiente, dado que existen determinaciones más fundamentales que otras.
La solución Bortkiewicz y la ley del valor trabajo
Ante la evolución que ha tenido este intercambio, Rallo ahora hace suya la crítica tradicional a Marx basada en Bortkiewicz: la ley del valor trabajo no se sostiene porque cuando se aplica el método Bortkiewicz no hay coincidencia entre suma de ganancias y suma de plusvalías; o no la hay entre suma de precios de producción y suma de valores. Si se cumple una igualdad, no se cumple la otra. ¿Y el argumento de Moseley sobre que no hay que transformar los precios de los insumos? Nada, de eso no se habla.
Pero analicemos un poco más la solución Bortkiewicz. Para eso recurrimos a Wertstuktur und Preisstruktur. Die Bedeutung del linearen Produktionstheorie für die Kritik den politischen Öhinomie, Mario Cogoy, Frankfurt, Suhrkamp Verlag, 1977). Este trabajo, que se cita con cierta frecuencia en la literatura sobre la transformación, fue escrito por Cogoy bajo el supuesto de que, tal como hace Bortkiewicz, los precios de los insumos deben ser transformados en precios de producción. Su enfoque, por otra parte, está fuertemente influenciado por Sraffa. Desde esta perspectiva, Cogoy muestra por qué en la transformación de Bortkiewicz aparecen las discrepancias citadas. Dada la dificultad para conseguir este escrito, y los posibles problemas con el idioma, y a fin de que se conozca, en el siguiente apartado citamos con alguna extensión a Cogoy (pp. 62 y ss.).
Las dificultades de transformar simultáneamente insumos y outputs, una explicación con sabor sraffiano
Supongamos una economía compuesta de dos ramas, la productora de trigo y la productora de hierro. Supongamos que la plusvalía se presenta en una masa de trigo y hierro, y que el hierro y el trigo en esta masa de plusvalía están en una proporción de 2 unidades de trigo y 1 unidad de hierro. Supongamos que la composición orgánica de la industria del hierro es menor que la composición orgánica de la industria del trigo. La tasa de plusvalía en ambas industrias es la misma, y la tasa de ganancia es mayor en la industria del hierro. Por lo cual, si se debe llegar al precio de producción que iguala la tasa de ganancia, se debe transferir valor de la industria del hierro a la industria del trigo. Supongamos entonces que se transfiere del hierro al trigo una cantidad x de valor. Dado que en la plusvalía hay una unidad de hierro y dos de trigo, cuando una unidad de hierro pierde x valor, cada unidad de trigo aumenta ½ x de valor.
Vayamos ahora al capital constante o al capital variable, o a su suma, debemos encontrar una transferencia de valor similar. También allí los precios de producción deben obtenerse por medio de la transferencia de valor desde un producto al otro. Sin embargo, esto solo es posible si allí el trigo y el hierro están en la misma proporción que en la plusvalía. Supongamos, sin embargo, que por el contrario el capital está compuesto de 1 unidad de hierro y 3 unidades de trigo. Luego, igual que hicimos con la plusvalía, para obtener los precios de producción una cantidad x de valor se transfiere del hierro al trigo. Pero en este caso, habrá 1 unidad de trigo que no puede aumentar su valor. O, en todo caso, habrá que aumentar el valor de las 3 unidades de trigo en ⅓ x, mientras que en la plusvalía el valor de cada unidad de trigo aumentó ½ x. En este ejemplo hay una carencia de valor en el capital porque en este hay una mayor proporción que en la plusvalía de trigo con respecto al hierro. Si supusiéramos que hay menos trigo por hierro, habría un exceso de valor en el capital.
Por lo tanto, como regla, tendremos demasiado o demasiado poco valor en el agregado del capital luego de que se haya transferido una determinada masa de valor en el otro agregado, la plusvalía. La razón de esto reside en la diferencia en la composición de valor de uso de los agregados plusvalía y capital. Si, en cambio, ambos agregados tuvieran la misma composición de valor de uso, la transferencia ocurriría sin inconvenientes. Pero esta es la excepción.
Habría sin embargo otra posibilidad de transferencia de valor. Sería si la transferencia de valor del hierro al trigo la hiciéramos con un agregado total, sin prestar atención al desdoblamiento en capital y plusvalía. Supongamos que la plusvalía se presenta en 1 unidad de hierro y 2 unidades de trigo, y que en el capital la relación es 1 de hierro y 3 de trigo. Puede ocurrir una transferencia en el agregado total si una x cantidad de valor se divide entre las 5 unidades de trigo, de manera que cada una aumente su valor ⅕. En este caso, cada unidad de hierro perdería ½ x de su valor. Pero en esta operación 1/10x de valor se ha trasladado de la plusvalía al capital: en la plusvalía el hierro perdió ½ de valor, mientras que las 2 unidades de trigo aumentaron su valor, de conjunto, ⅖. Dado que ½ – ⅖= 1/10, este 1/10 restante de valor ha desaparecido de la plusvalía y reaparecido en el capital. Lo opuesto ocurriría si la cantidad de trigo fuera relativamente menor en el capital.
Por lo tanto, en algunos casos al valor nuevo hay que quitarle o agregarle algo, ya que el precio de producción se obtiene mediante transferencias de valor. Por lo cual, dadas estas transferencias, la tasa media de ganancia no siempre coincide con la razón plusvalía / capital. Es la razón de los fenómenos conocidos desde Bortkiewicz: cuando los precios de producción deben obtenerse por distribución de masas de valor, y por lo tanto, cuando todo lo que en algún lugar se restó debe reaparecer en otro lugar, la suma de los valores es igual a la suma de los precios de producción, pero la suma de la masa de plusvalía no puede ser igual a la suma de las ganancias. Alternativamente, si estas últimas son iguales, a través de los períodos de producción la suma de los valores no puede ser igual a la suma de los precios de producción. La consecuencia es que el proceso de formación de los precios de producción no deja intacta la magnitud de la tasa de beneficio.
En el origen de buena parte de las dificultades de la transformación a lo Bortkiewicz es que la composición física de los agregados (plusvalía, capital constante, capital variable) es distinta y los problemas aparecen cuando una masa dada de valor en el agregado debe repartirse de acuerdo a diversas proporciones. Es el resultado de la solución “técnica” de la transformación, suponiendo que la misma ocurre simultáneamente en los insumos (capital invertido) y en el output. Es sugestivo que desde una concepción casi ricardiana de la teoría del valor trabajo, se pueden poner de manifiesto las dificultades del método Bortkiewicz.
Antes de dejar este punto, obsérvese que en la solución Bortkiewicz, si toda la plusvalía se acumulara –lo cual implica que la composición en valor de uso de los insumos y los outputs sería la misma- la suma de los precios de producción coincidiría con la suma de los valores; y la suma de las ganancias con la suma de la plusvalía (se obtiene el mismo resultado si se considera el sistema patrón sraffiano, como hace Cogoy). Un resultado que se explica, una vez más, por la ley del valor trabajo, incluso en su versión más rudimentaria.
Precios y valor, forma y contenido
Respondo brevemente la crítica que me hace Rallo por mi afirmación, en la nota anterior, de que muchos cambios en los precios de producción se explican por variaciones en las variables distributivas, y no por cambios en el gasto humano de energía. Sostuve que los precios expresan valor, pero no de manera directa y mecánica, y cité a Marx diciendo “en la forma misma del precio está implícita la posibilidad de una incongruencia cuantitativa, de una divergencia entre el precio y la magnitud del valor” (valor, tiempo de trabajo socialmente necesario; p. 125, t. 1, El capital). Rallo me critica porque esta cita no corresponde a los precios de producción, sino a las diferencias que pueden existir entre los valores (los tiempos de trabajo, o su expresión en precios-valores) y los precios de mercado, que varían, según la oferta y la demanda, en torno a los primeros.
Lamentablemente, de nuevo Rallo se equivoca. La relación entre tiempos de trabajo objetivado y precios es una relación entre contenido y forma. Esta última expresa al contenido –y no solo lo expresa, ya que es esencial para la existencia de ese contenido- pero esa expresión no es mecánica o lineal. Y la relación entre contenido y forma no se limita –en Marx- a la expresión dineraria citada, sino se extiende a los precios de producción. Estos expresan valor –tiempo de trabajo- pero no lo hacen de forma lineal. Como hemos visto, los precios de producción se modifican cuando se producen alteraciones en las variables distributivas, sin que por ello se modifique el contenido (tiempo de trabajo social). Un fenómeno que había visto Ricardo.
Por caso, si aumentan los salarios y disminuye la plusvalía, la formación de una tasa media de ganancia demanda que en las industrias más capital – intensivas bajen los precios de sus productos; y aumenten en las industrias en las cuales la composición orgánica del capital es menor. Por eso, en el ejemplo numérico que he discutido en respuesta a la crítica de Rallo, el valor del capital constante baja debido a esta redistribución de la plusvalía, y no porque haya disminuido el tiempo de trabajo necesario para producirlo. Así, en las sucesivas rondas de ajuste hacia los nuevos precios de equilibrio, el precio del capital constante disminuye, pero el valor agregado en cada fase por el trabajo vivo permanece igual. Para presentar otro ejemplo, los precios de producción también se modifican si varía la composición orgánica de la industria que produce la mercancía dinero en la cual se expresan los valores, sin que haya variado la cantidad de trabajo vivo necesaria para producirlos.
¿Significa todo esto que la relación entre los trabajos invertidos es simplemente aleatoria? Pensarlo así es, de nuevo, no entender una relación dialéctica. Es que el contenido termina por imponerse. Por eso los precios de las mercancías en que se producen las mayores ganancias de productividad tienden a bajar en relación a los productos de las ramas con menores avances, o retrocesos de productividad. Pero esta no es una relación mecánica y lineal. No es difícil de entender.
Puntualización sobre los sistemas walrasianos
En el curso de su argumentación, Rallo defendió los modelos del equilibrio general. Una posición que se sale de la concepción austriaca tradicional. En cualquier caso, en mi respuesta a Rallo sostuve que los modelos de equilibrio general no pueden explicar los movimientos tendenciales del capitalismo, tales como las crisis periódicas de sobreproducción, o la concentración y centralización de los capitales, u otras (por ejemplo, la tendencia de los precios según evoluciones de la productividad; las luchas de clases). En su respuesta Rallo viene a decir que mi crítica a los modelos de equilibrio general es equivocada porque el método Bortkiewicz (sistema de ecuaciones) permite prever los precios de equilibrio que restablecen el equilibrio entre los sectores I y II, una vez producida la suba de salarios. Me pregunto seriamente si Rallo ha perdido el sentido de las proporciones.
En cualquier caso, la realidad es que nunca negué que, en algunos casos, y con las debidas aclaraciones, la aplicación del álgebra lineal (vectores, matrices, determinantes, Perron Frobenius, sistemas de ecuaciones) a cuestiones económicas puede ayudarnos a ciertas clarificaciones. Por ejemplo, el vector de trabajo verticalmente integrado, o la inversa de Leontiev, permiten aproximaciones a relaciones cuantitativas que pueden ser de utilidad, incluso para la crítica de la Economía burguesa. En este mismo escrito he citado los análisis de Cogoy, realizados a partir de una teoría lineal de la producción. Pero esto no significa que el método –vertebrado en torno a relaciones lineales para un mundo económico y social que en absoluto es lineal- pueda darnos una idea o conocimiento de la dinámica y tendencias profundas del sistema (véase al respecto aquí para una crítica a este aspecto del enfoque sraffiano).
Pero además, peor que al enfoque sraffiano le va al equilibrio general walrsiano, que defiende Rallo. Es que los sistemas de equilibrio general tipo Debreu y Arrow y Hahn, se vinculan a un desarrollo de las matemáticas (a partir de los trabajos de Hilbert) que puso énfasis en la construcción de sistemas –formados por conjuntos de axiomas y sus deducciones– que buscaban proveer una serie de marcos para realidades teóricamente posibles, sin preocuparse porque tuvieran relación con la realidad social o económica. ¿Cómo se puede afirmar que esta perspectiva es útil para discutir las cuestiones planteadas por la crítica marxista a la sociedad capitalista?
El método propuesto por Moseley y el caso de la suba de salarios
Volvamos ahora un momento al caso de la suba de salarios, propuesto por Rallo en su crítica a Moseley. A diferencia de lo que ocurre con la vía Bortkiewicz, ahora cambian los precios de producción como resultado del aumento de los salarios, no la cantidad de trabajo vivo empleada en cada etapa. Puntualmente, y siguiendo una formulación sintética de Moseley (comunicación personal):
- C y V son tomados como dados, como cantidades de capital dinero adelantado.
- Se genera menos plusvalía porque aumentaron los salarios.
- El precio-valor ahora es menor porque C es menor y la cantidad de nuevo valor producido por el trabajo sigue siendo la misma.
- Las dos igualdades agregadas son satisfechas dentro de cada período porque, dentro de un período, cuanto más bajo sea C se reducen el precio-valor y los precios de producción por el mismo monto.
- Entre períodos la igualdad agregada de precio no será satisfecha porque C cambia entre períodos. De todas formas, la falta de igualdad del precio agregado entre períodos no cambia la validez de la teoría de Marx del precio-valor, la plusvalía, la tasa de beneficio y los precios de producción.
Una vez más, recordemos lo básico planteado por Moseley en su libro: C y V son adquiridos a precios de producción, y estos valores se trasladan al producto como costos. El precio valor del producto es C más el valor agregado por el trabajo; o sea, es igual a C + V + S. La tasa de beneficio (r) es igual a S/C+V. Los precios de producción se determinan por (C+V) (1+r) = C + V + B. Por todo lo explicado, el valor agregado se distribuye entonces entre ramas y es igual a salarios más beneficios.
Para terminar, enfatizo una vez más que, una vez que se admite que los insumos –capital constante y variable- son adquiridos por el capitalista a precios de producción, y los mismos entran como costos en el producto, el problema de la transformación que se desarrolló a partir de Bortkiewicz se disuelve. En particular, pierde contenido la crítica de Rallo a Moseley. Frente a esto, las pretensiones críticas del Anti-Marx ¿no suenan algo exageradas?
Para bajar el documento: https://docs.google.com/document/d/1ZL3He_N4UdUDATYu5zwmz081AyG8qRwOlweRyZj6wvQ/edit?usp=sharing
Ya hay nueva respuesta de Rallo a esta tercera réplica suya. Le dejo el link:
https://juanrallo.substack.com/p/tercera-contrarreplica-a-ronaldo
Como lector, me resulta muy interesante este debate entre 2 de los máximos intelectuales del marxismo y liberalismo de habla hispana
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Mando23
01/04/2023 at 13:30
Siempre replican y siempre Rolando los demuele.Reconocer algo es la muerte de esta escuelita y jamás lo van a hacer.Tendrian que laburar de otra cosa jajajaja.
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GUS LIZA
02/04/2023 at 06:58
Rallo ha expresado en su debate con Xabier Arrizabalo : «por qué no considerar que las máquinas o los animales pueden ser fuente de valor», uno se pregunta para qué debatir cosas tan complejas si en lo más básico su razonamiento hace agua
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Damián
08/04/2023 at 10:41
Es cierto que manejan argumentos muy rudimentarios desde el punto de vista intelectual. El problema es que miles de personas inteligentes y cultas (una buena parte de los seguidores de Milei son universitarios) aplauden esos argumentos.
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rolandoastarita
08/04/2023 at 11:05