Liberalismo, Isaiah Berlin y dictaduras

En una nota anterior –“Milei y los austriacos, fascismo y dictaduras”, aquí– decíamos que para los austriacos la libertad primordial a defender es la del mercado y la de la propiedad privada, y que si estas son amenazadas se justifican “los remedios de emergencia”, dictaduras y fascismos incluidos. Una postura que vemos también en liberales “no austriacos”, como Milton Friedman y otros. En esta entrada abordamos la relación entre las defensas “liberales” de diversas dictaduras capitalistas, y su concepción de la libertad. Para desarrollar nuestro argumento nos basamos en la conferencia “Dos conceptos de libertad” (Oxford, 1958; aquí) en que Isaiah Berlin estableció la distinción entre libertad positiva y negativa. Si bien este texto tuvo como objetivo oponer, durante la Guerra Fría, el régimen político estadounidense al soviético, sigue siendo una referencia clave en las discusiones sobre la libertad y el liberalismo (y los debates con el marxismo).
Marco general, libertad negativa vs libertad positiva
La idea directriz de Berlin –compartida por la generalidad del liberalismo burgués- es que alguien es libre en la medida en que ninguna persona o grupo de personas interfieran en su actividad. Dado que el fin es negativo –prevenir la interferencia- se considera a esta libertad como negativa. Dice Berlin: “En este sentido la libertad política es, simplemente, el ámbito en que un hombre puede actuar sin ser obstaculizado por otros. Yo no soy libre en la medida en que otros me impiden hacer lo que yo podría hacer si no me lo impidieran; y si, a consecuencia de lo que me hagan otros hombres, este ámbito de mi actividad se contrae hasta un cierto límite mínimo, puede decirse que estoy coaccionado o, quizá, oprimido” (énfasis nuestro). En consecuencia, cuanto mayor sea el espacio de no interferencia, mayor será la libertad del individuo. Aunque no puede haber libertad ilimitada porque los seres humanos interferirían unos con otros, debe sostenerse, siempre según Berlin, un mínimo de ámbito privado que no puede ser transgredido, y este es el fundamento de la libertad.
Esta concepción es opuesta a la noción de libertad positiva, que está relacionada con la autorrealización y las posibilidades reales de ejercer la libertad. Es la libertad del individuo que actúa a partir del examen crítico y libre de su situación, deseos y posibilidades. Por eso alguien puede ser formalmente libre (libertad negativa) pero no serlo en contenido real (libertad positiva). Por ejemplo, la libertad positiva plantea cuestiones como hasta qué punto puede considerarse libre una mujer que está condicionada o atada por tradiciones religiosas y culturales; o está sujeta a relaciones patriarcales sobre las que no tiene la posibilidad de reflexionar y mucho menos criticar, o salirse. De ahí que la libertad positiva tiene un definido contenido social (apuntemos, por caso, la importancia de la alienación en la teoría de Marx) mientras que la libertad negativa es un acto individual, no encierra cuestionamiento social alguno.
Es natural, pues, que el liberalismo, con su énfasis en el individualismo reivindique la libertad negativa frente a la positiva. Esta libertad “liberal” se constituye estableciendo las mismas reglas de juego para todos y demarcando las fronteras de “la ciudadela interna” que nadie puede traspasar so pena de romperse el contrato social. Es la libertad de la mónada, del replegado sobre sí mismo. Pero esa libertad, agrega Berlin, habría sido históricamente compatible con regímenes represivos. Es que si bien, como había planteado Mill, el carácter “crítico, original, imaginativo, independiente, no conformista… solo podía desarrollarse en condiciones de libertad”, regímenes como el de los calvinistas puritanos de Escocia o Nueva Inglaterra, o sociedades bajo disciplina militar, dice Berlin, habían posibilitado que se desarrollara “el amor a la verdad y el ardiente individualismo”.
Frente a las dictaduras
El pasaje de Berlin que hemos citado al final del apartado anterior evidencia que su enfoque induce a la indiferencia –si no al apoyo- frente a dictaduras, o ausencia de libertades democráticas. Es que “el deseo de que no se metan con uno y le dejen en paz ha sido el distintivo de una elevada civilización, tanto por parte de los individuos como por parte de las comunidades”. Por lo cual la libertad, considerada en el sentido negativo, “no es incompatible con ciertos tipos de autocracia o, en todo caso, con que la gente no se gobierne a sí misma. (…) De la misma manera que una democracia puede, de hecho, privar al ciudadano individual de muchas libertades que pudiera tener en otro tipo de sociedad, igualmente se puede concebir perfectamente que un déspota liberal permita a sus súbditos una gran medida de libertad personal. El déspota que deja a sus súbditos un amplio margen de libertad puede ser injusto, dar pábulo a las desigualdades más salvajes o interesarse muy poco por el orden, la virtud o el conocimiento; pero, supuesto que no disminuya la libertad de dichos súbditos o que, por lo menos, la disminuya menos que otros muchos regímenes, concuerda con la idea de libertad que ha especificado Mill”. Precisa: “La libertad, considerada en este sentido, no tiene conexión, por lo menos lógicamente, con la democracia o el autogobierno” (los énfasis son agregados).
Subrayamos: esto lo afirmó uno de los máximos ideólogos del liberalismo, y este discurso, en esencia, es sostenido por prácticamente todo el arco de este espacio ideológico. En definitiva, todo lleva a la misma conclusión: el consentimiento o defensa de dictaduras como la de Pinochet y Videla, o de regímenes como el de Mussolini, tienen hondas raíces ideológicas y de clase. No fueron posturas o errores más o menos circunstanciales, como muchas veces se los intenta presentar.
Para bajar el documento: https://docs.google.com/document/d/1i-LDuSRW_3TAZPikPgo-Q9GoGT4lfUrFk6rOWw-UUMg/edit?usp=sharing
Que bueno es volver a leerte Rolando! Espero hayas disfrutado de tus vacaciones.
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luisgac
01/02/2023 at 19:44
Hola Profe Astarita; es un gusto volver a leerlo. La verdad que esté debate es imprencible para la reflexión de los hechos históricos del pasado, presente y futuro. Ésto ayuda a esclarecer el aporte de los economistas liberales y su apoyo a todos los régimenes de derecha y dictaduriales.
Saludos Rolando
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Víctor Hugo
01/02/2023 at 23:39
Como sugerencia para un posible tema al respecto podría ser la crítica a la crítica de Popper en su libro Los enemigos de la sociedad Abierta.
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Antonio
02/02/2023 at 09:49
Agregemos, que otro «paladín» de la libertad (económica), como Vilfredo Pareto, crítico de los élites políticas y de los Estados en general, terminó sus días siendo Senador electo por el partido fascista de Mussolini. No llegó a asumir por la enfermedad que sufría y que lo llevaría a la tumba poco después. Ya antes, al ejercer la cátedra de León Walras en la Academia de Lausana, había tomado distancia de éste al afirmar que «en el fondo, sus programas no sólo eran diferentes, sino opuestos», en referencia a las tendencias «socializantes» que creía advertir en su maestro. Una joyita de personaje al que todavía se lo enseña de manera acrítica en todas las carreras de Economía, vía sus conocidos «Paradigmas».
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Mariano
02/02/2023 at 08:14
Hola, Rolando.
Han hecho un video ensayo basado en un artículo tuyo: https://youtu.be/TW1iKsV4EZk
¡Saludos!
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Jack
03/02/2023 at 13:24
No lo conocía, muchas gracias por el envío.
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rolandoastarita
03/02/2023 at 15:16
La tradición republicanista, de reciente recuperación, piensa la libertad positiva de otra manera, como la posibilidad de participar en las decisiones que se toman en la esfera pública. Dentro de esta recuperación de esta línea desaparecida en la historiografía política, hay autores- como Miguel Abensour yAntoni Domenech- que piensan que el joven Marx no era liberal- si bien hay autores de esta tradición que se dicen liberales- sino republicanista. he escuchado a algunos republicanistas en you tube afirmar que el derecho a la intervención política a distancia del estado es el DD HH fundamental. Abensour desarrolla estas idea sobre Marx en un libro breve llamado La democracia contra el estado. Parece un conjunto de ideas más afines a la idea de autogobierno social de Marx, diferente de la democracia burguesa, donde ella siempre es una forma de estado. También Domenech desarrolla estas cuerstiones, aunque mucho no los conozco, parece interesante para indagar.
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Victor
03/02/2023 at 18:27
Profesor ¿ qué opina de este capítulo de Futurama (de los mismos autores de Los Simpsons) ? Es a mi entender una explicación del fetiche de la mercancía.
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Roberto
07/02/2023 at 15:02