PT, respuesta a la tercera crítica del PTS

En las últimas semanas estoy sosteniendo un debate con Matías Maiello y el PTS en torno al Programa de Transición, el programa fundacional de la Cuarta Internacional, redactado por León Trotsky en 1938 (véase aquí, aquí, aquí, aquí). En el día de ayer, 29/08, el PTS publicó una tercera crítica a mis posiciones (aquí). La respondo en esta entrada.
La discusión sobre el marxismo anterior a 1914
Un problema que puede surgir cuando una polémica se hace muy extensa es que se pierdan los ejes de la misma. Algo de esto puede ocurrir en relación a las diferencias que tengo con Maiello y el PTS sobre la caracterización del marxismo anterior a 1914. La repaso: Según Maiello, y el PTS, la actividad de los marxistas habría carecido de estrategia revolucionaria porque redactaron o aceptaron la división entre programa máximo y mínimo de los socialistas. El esquema de mis críticos es “división de programa máximo y mínimo = ausencia de estrategia revolucionaria / programa de transición al socialismo = estrategia revolucionaria”. De esta manera, la actividad de Marx y Engels habría carecido de estrategia revolucionaria (o, dicho por la positiva, Marx y Engels habrían sido unos vulgares reformistas). Y lo mismo se aplicaría a la actividad de Rosa Luxemburgo, o de Lenin, y otros, previa a 1914.
En las notas anteriores demostré que esto no tiene fundamento. Marx y Engels aceptaron la división entre programa máximo y mínimo, y no por ello carecieron de perspectiva y estrategia revolucionaria. De la misma manera, sostuve que no hay manera de sostener que en Reforma o revolución, por caso, Rosa Luxemburgo habría abandonado la estrategia de la revolución socialista porque aceptaba la división entre programa máximo y mínimo. Y algo similar podemos decir de la obra de Lenin previa a 1914, y de otros marxistas. Pero Maiello y el PTS insisten con ese enfoque: si había división entre programa máximo y mínimo, no podía haber estrategia revolucionaria.
Maiello sobre Rosa Luxemburgo
En esta tercera respuesta Maiello y el PTS hacen silencio sobre la actividad de Marx y Engels, y se concentran en RL y Lenin. Para eso, Maiello cita el pasaje donde afirmo que Rosa Luxemburgo, Karl Liebknecht y el ala izquierda de la socialdemocracia alemana defendían la división entre programa máximo y mínimo, y no por ello sostuvieron una estrategia reformista; y dice que en 1918-1919, cuando se plantea la inminencia de la revolución socialista, RL sostuvo que el programa de mínima era el de la revolución socialista. O sea, según Maiello, dado que RL no planteó que el programa de mínima era el de la revolución socialista cuando esta no estaba planteada como tarea inminente (o en curso), carecía de estrategia revolucionaria. Lo cual es un absurdo. Es que con ese criterio también se puede criticar a Marx y Engels porque en las décadas que siguieron a 1848 no sostuvieron que el único programa de mínima era el de la revolución socialista. Pero si la revolución socialista no estaba planteada como cuestión inminente, ni estaba en curso, era un absurdo sostener que el programa de mínima era el de la revolución socialista. Lo cual no privaba a Marx y Engels de tener estrategia revolucionaria. Algo semejante se puede decir de RL, y su Reforma o revolución. Si al momento de escribirlo no estaba planteada la revolución socialista como posibilidad inmediata, no tenía sentido negar la lucha por el programa mínimo.
Carente de argumentos, Maiello ahora pretende que RL habría planteado, en retrospectiva, que la Segunda Internacional, y los partidos socialdemócratas, también deberían haber tenido un único programa de mínima, el de la revolución socialista.
Ante este argumento, señalo: a) Si RL sostuvo eso, habría que criticar esa afirmación. El principio de autoridad no tiene ningún valor; b) RL, sin embargo, no dijo eso. Lo prueba el hecho de que en ningún lado criticó las divisiones entre programa máximo y mínimo realizadas por Marx y Engels, entre otros. Como si estuviera consciente de lo frágil de su argumento, Maiello agrega la polémica sobre la huelga de general, que se desarrolló en el seno de la Segunda Internacional. Pero ese debate se desarrolló sin que nadie cuestionara la división entre programa máximo y mínimo. ¿Para qué mete entonces Maiello esta cuestión?
Lenin, sobre la Segunda Internacional
Lenin mostró, en crítica a Trotsky y Potrésov, que entre 1870 y 1914 siempre hubo un ala izquierda que dio batalla y desarrolló una crítica al reformismo, al tiempo que defendía la división entre programa máximo y mínimo. He citado este escrito en crítica a la idea de que toda la militancia socialista pre-1914 careció de estrategia revolucionaria. Lo cual es un sinsentido tratándose de Lenin, quien hasta octubre de 1917 defendió la división entre programa máximo y mínimo.
Carente de nuevo de argumentos, Maiello cita las críticas de Lenin a la trayectoria de la Segunda Internacional. Como si tuvieran algo que ver con la división entre programa máximo y mínimo. Pero no es el caso. Veamos el asunto con algún detalle. Entre 1914 y 1917 Lenin cuestiona la trayectoria de la Segunda Internacional haciendo eje en tres cuestiones:
a) el surgimiento del capitalismo monopólico y el imperialismo, y la formación de una aristocracia obrera, que sería la base social del reformismo (por lo cual escribe, en 1916, El imperialismo….;
b) la teoría del Estado (por lo cual escribe El Estado y la revolución);
c) las concepciones mecanicistas y lineales que dominaban en la Segunda Internacional, que lo llevan a afirmar que ningún socialista había entendido El capital (véase los Cuadernos filosóficos).
Pues bien, con respecto al punto (a), Lenin se apoya en Hilferding, kantiano-socialista del ala derecha de la Segunda Internacional, y también defensor de la división entre programa máximo y mínimo. Naturalmente, el supuesto de Hilferding y Lenin (la libre competencia retrocede frente al monopolio) no tiene nada que ver con la división entre programa máximo y mínimo (Marx defendió esa división y elaboró la ley del valor desde el supuesto de la libre competencia). En cuanto al punto (b), Lenin se apoya en la teoría del Estado de Marx y Engels; la división entre programa máximo y mínimo en esto no tiene nada que ver. En lo que atañe a (c), Lenin se apoya en Hegel (al que jamás le preocupó la división socialista de programa máximo y mínimo) y en la dialéctica de El Capital.
Agreguemos que la división de programa tampoco impidió que Lenin, o Rosa Luxemburgo, adoptaran un enfoque revolucionario frente a la guerra.
La manera de discutir de Maiello y el PTS, un método
Introduzco este apartado para llamar la atención sobre la muy desagradable forma de discutir de Maiello y el PTS.
Es que cuando demuestro que Marx y Engels aceptaron la división de programa entre máximo y mínimo, Maiello y el PTS salen con “Astarita defiende la política de la Segunda Internacional”. Para esto, en donde escribí que defiendo las posiciones de Marx y Engels entre 1860 y 1895, Maiello y el PTS me hacen decir que defiendo las posiciones de la Segunda Internacional. En igual sentido, donde escribí que defiendo las posiciones fundamentales de Rosa Luxemburgo o Lenin frente al revisionismo, Maiello y el PTS me hacen decir que defiendo las posiciones de la Segunda Internacional. Donde digo que Engels aceptó el Programa de Erfurt, Maiello y el PTS me hacen decir que defiendo el Programa de Erfurt. Y donde digo que Engels aceptó la división entre programa máximo y mínimo, Maiello y el PTS me hacen decir, de nuevo, que defiendo el Programa de Erfurt.
Es un método muy feo, que busca desgastar, embarrar la cancha para que nadie se aclare, y fundamentalmente destruir al oponente. Esto último se relaciona con los métodos con que se acostumbra liquidar a los críticos en la izquierda (véase aquí).
El absurdo del “programa socialista de mínima” para todo tiempo y lugar
Algunas personas que hayan seguido esta polémica hasta aquí pueden preguntarse cuál es el sentido de discutir tan largamente si los socialistas revolucionarios defendieron la división entre programa máximo y mínimo entre, digamos, el período 1860-1914. ¿No es una discusión por detalles históricos?
Respuesta: no, no es una cuestión de detalles históricos, porque lo que están diciendo Maiello y el PTS es que para tener una estrategia revolucionaria los socialistas deben levantar un único programa “de mínima”, el de la revolución socialista. Lo he planteado en la anterior respuesta: según este esquema, un militante socialista en Alemania, por ejemplo, debería haber levantado en las décadas de 1950, 1960, 1970 y así hasta el presente, el programa de transición al socialismo, con el argumento de “pasó la era de las reformas”, y el que diga lo contrario no tiene estrategia revolucionaria. ¿Cómo se puede hacer política con semejante encuadre? ¿Cómo se puede sostener que un programa concebido para intervenir en una revolución en curso –Alemania 1919- es el mismo programa para intervenir en los largos períodos de desarrollo más o menos normal del capitalismo?
Pero esto es lo que defienden Maiello y el PTS. Escribe Maiello: “… donde más claramente puede estudiarse en estado práctico el despliegue de un método transicional es en la acción de los bolcheviques durante la Revolución Rusa de 1917 que les permitió conquistar la mayoría para el programa revolucionario. Sobre esa base vendrían los desarrollos de la Tercera Internacional –en particular para los países “occidentales”– que posteriormente Trotsky sistematizaría en el Programa de Transición”.
Pocas veces tan claramente expresado el disparate: supongamos, en aras de clarificar el debate, que en 1917 los bolcheviques aplicaron el método transicional recomendado por Trotsky en 1938. En 1917 Rusia estaba sumida en una profunda crisis; las masas se habían sublevado y habían surgido consejos de obreros y soldados; los campesinos pobres y medios estaban recorridos por una profunda agitación. Era natural que los bolcheviques (o al menos, Lenin) elaboraran un programa para la toma del poder, para la revolución. Pero, ¿cómo es posible sostener que a partir de allí en todo el mundo había que plantear un único programa de transición al socialismo? Y esto es lo que hizo Trotsky: “sistematizó” (lo dice Maiello) el programa bolchevique de la toma del poder, dándole un carácter general, para todo país y situación. ¿Qué sentido tiene esto?
Sobre capitalismo, guerras, crisis y traiciones
En más de una oportunidad planteé el siguiente problema: la premisa del Programa de Transición de Trotsky es que las fuerzas productivas ya no se desarrollan. Por lo tanto, el capitalismo no puede dar ninguna concesión. Por lo tanto, las masas adoptarán las consignas transicionales agitadas por el trotskismo. Y la burguesía, incapacitada de dar concesiones, solo tendrá como recurso el fascismo. He citado este razonamiento de Trotsky (Maiello mira para otro lado, pero lo he citado), y he planteado que es un hecho que desde 1938 a la fecha las fuerzas productivas se han desarrollado; y que las masas trabajadoras, al menos en muchos países capitalistas, han conseguido mejoras y reformas. Por lo tanto, las premisas del PT no tienen sustento.
Como Maiello y el PTS no pueden responder, apelan una vez más a los inventos. Maiello escribe que hago de cuenta que “nunca existió el pasaje del capitalismo a una nueva época de crisis, guerras y revoluciones, y considerar que aquello solo eran dislates de Lenin”. ¿De dónde saca mi crítico a semejante cosa? ¿Cómo voy a negar que entre 1914 y 1945 hubo una época de guerras? ¿O que en los 1920 y 1930 Europa estuvo sacudida por una gran crisis económica? ¿Y que lo mismo ocurrió en EEUU entre 1929 y 1940? Además, ¿dónde negué que entre 1917 y comienzos de los 1920 hubo una gigantesca ofensiva revolucionaria de la clase obrera?
Lo que sí he afirmado es que las crisis económicas no fueron permanentes. Así, la primera Gran Depresión, iniciada en 1873, fue seguida por una recuperación general del capitalismo en los 1890. La Gran Depresión en EEUU de los treinta fue seguida por la recuperación de 1940. En Europa, la recuperación ocurrió desde fines de los 1940. ¿Cómo se puede afirmar que por el hecho de reconocer que no hay depresiones de las economías capitalistas sin salida, niego las depresiones de las economías capitalistas?
Con respecto a la ofensiva revolucionaria: efectivamente, hubo una ofensiva revolucionaria a partir de 1917, pero fue detenida a comienzos de los 1920. Peor aún, entre fines de los 1910 y los 1920 se profundizaron las derrotas: Italia y el ascenso del fascismo; derrota en Hungría; derrota del Ejército Rojo en Polonia; retroceso de la izquierda y de las masas obreras en Rusia a manos de la burocracia; derrota en Inglaterra de la huelga general; derrota en China entre 1925 y 1927; más tarde, en los 1930, ascenso de Hitler en Alemania; profundización de la contrarrevolución en la URSS. Y para no hacerla más larga, agrego los efectos sobre la conciencia de las masas de la caída de los llamados socialismos reales. ¿Cómo se pueden pasar por alto estos hechos y seguir repitiendo como un loro que continúa el ascenso?
El problema no es menor: en el PT –y lo he señalado en mi crítica- Trotsky sostuvo que “millones de obreros en todo el mundo se vuelcan a la revolución”. Esto fue escrito en 1938, cuando la vanguardia obrera y militante era aplastada en la URSS, el Frente Popular en Francia estaba derrotado; en España el fascismo se fortalecía, y la militancia revolucionaria era aplastada por los stalinistas y el Frente Popular; en Alemania, Italia y Austria ni había asomo de revolución; en EEUU se consolidaban Roosevelt y el New Deal; en Gran Bretaña la burguesía había controlado la situación. “¿Millones de obreros en todo el mundo volcándose a la revolución?”
Pero además, este análisis enfebrecido fue complementado con la idea de “la traición de las direcciones”. Claro, si millones de obreros se volcaban a la revolución en todo el mundo, ¿cómo diablos era que no había revoluciones triunfantes? ¿Cómo explicarlo? Pues con el sencillo trámite de “los obreros son traicionados por las direcciones burocrático-obreras, reformistas socialdemócratas, nacionalistas, demócratas burgueses…”. O sea, la historia reducida a “obreros que se levantan, direcciones que los traicionan”.
Por supuesto, ese análisis linealmente simplista podría tomarse como una exageración de Trotsky en una coyuntura particular –se preparaba la Segunda Guerra. Pero el problema es que el criterio permaneció en el movimiento trotskista. La idea de que estamos en una “era” –décadas y décadas- de “ofensiva”, de “revoluciones”, se generalizó. A veces, cuando no hay más remedio, se reconoce algún retroceso, para postular enseguida que ya se está en marcha ascendente. Es en este marco enfebrecido en que se concibe la táctica del PT.
Relación de fuerzas, concepción materialista y reformismo burgués
Maiello y el PTS hacen todo un punto de la “relación de fuerzas”. Tienen razón en hacerlo porque el argumento último de Trotsky frente a la objeción de que la escala móvil de horas de trabajo y salario es imposible de lograr en el capitalismo es que la aplicación de la consigna depende “de la relación de fuerzas”. Esto es, las leyes económicas del capitalismo podrían ser modificadas por la lucha de clases, la “relación de fuerzas”. Lo que equivale a decir que la relación económica depende de la relación de fuerzas, o sea, de las relaciones políticas, y no al revés. Una cuestión que fue tratada por Engels en el Anti-Dühring.
Es que Dühring sostenía que las relaciones políticas son lo históricamente fundamental y las dependencias económicas son un efecto. “Lo primitivo tiene que basarse en el poder político inmediato y no en un indirecto poder económico”. “Las condiciones políticas son la causa decisiva de la situación económica”. Robinson sometió a Viernes por la violencia; o sea, fue un acto político, un acto de violencia, una opresión que constituye el punto de partida.
Engels comenta entonces que la idea de que lo decisivo en la historia son las acciones políticas del poder y del Estado es tan vieja como la historiografía misma. Aplicado al capitalismo, el poder, la relación política o de fuerzas, es lo fundamental, y la ley económica el derivado. En el enfoque marxista, en cambio, la relación clave es la propiedad de los medios de producción. Por eso Engels cita a Marx, cuando este explica que la explotación del trabajo, en toda sociedad dividida en clases, no depende de la correlación de fuerzas, sino de la propiedad privada:
“El capital no ha inventado el plustrabajo. Dondequiera que una parte de la sociedad ejerce el monopolio de los medios de producción, el trabajador, libre o no, se ve obligado a añadir al tiempo de trabajo necesario para su propia subsistencia tiempo de trabajo excedentario y producir así los medios de subsistencia para el propietario de los medios de producción, ya sea ese propietario un aristócrata ateniense, el teócrata etrusco, un ciudadano romano, el barón normando, el esclavista norteamericano, el boyardo valaco, el terrateniente moderno o el capitalista” (p. 282, t. 1, El Capital).
Engels recuerda este pasaje en su crítica a Dühring, quien explica el sobre-trabajo por la violencia. Pero de esta manera traslada la teoría de la distribución del terreno económico al de la moral y el derecho. En términos más actuales, es lo que hacen los socialistas que explican la inflación por la codicia de los empresarios; o que dicen a las masas que la desocupación se puede eliminar con la apropiada “correlación de fuerzas”. En esta concepción han desaparecido las leyes objetivas, reales, económicas.
En oposición, la idea central del marxismo es que las leyes económicas –empezando por la ley del valor, siguiendo por las leyes de la plusvalía, de la acumulación y crisis- no se eliminan con simple “correlación de fuerzas”. Hay que acabar con la propiedad privada del capital. Esta es una conclusión revolucionaria que se desprende de la teoría marxista, científica. Por eso es intragable para los reformistas. Para estos, el eje siempre es la bendita “relación de fuerzas”. Recuerdo que cuando fue el gobierno de la Unidad Popular de Chile, el PC decía que el avance al socialismo del Estado burgués dependía “de la correlación de fuerzas”. También cuando el PC argentino votó a Perón – Perón (y sus López Rega, Lastiri y demás fachos), el argumento era que “el avance hacia la liberación nacional dependerá de la correlación de fuerzas”. Y así podría seguir con los ejemplos.
El PT, desocupación, salarios y “correlación de fuerzas”
Contra la concepción base del socialismo científico, la idea que recorre el PT – y la política trotskista- es que lo decisivo es “la correlación de fuerzas”. Lo hemos visto con el caso de la desocupación: hacer desaparecer el ejército de desocupados en el sistema capitalista dependería “de la relación de fuerzas”. Es lo opuesto al mensaje del marxismo: en tanto haya capitalismo penderá sobre los obreros ocupados la amenaza del desempleo.
Otro ejemplo es la posición del PT frente al salario. Según Marx, el valor de la fuerza de trabajo, como ocurre con cualquier otra mercancía, está sometido a leyes. Su nivel no es arbitrario (véase Salario, precio y ganancia). El nivel de lucha y organización, junto a otros factores, pueden influir, pero esa influencia tiene límites, que están dictados por las relaciones sociales de producción. Por eso Marx aconseja a los obreros: hay que resistir las caídas de salarios provocadas por las crisis y el desempleo, pero siendo conscientes de que en tanto no se acabe con la relación capitalista las luchas están condenadas a recomenzar permanentemente. ¿Falta de estrategia revolucionaria?
Claro que esto es Marx, teoría del valor, teoría de la plusvalía. Otra cosa es el PT, donde los salarios se hacen depender exclusivamente de la “correlación de fuerzas”. Un planteo voluntarista, sin base científica. Pero por eso mismo es oportunismo.
Precios y ganancias, explicación subjetivista
El sesgo subjetivista del PT también se advierte en la explicación del porqué del aumento de los precios. Es que luego de proponer “comités de vigilancia de los precios formados por delegados de las fábricas, los sindicatos, las cooperativas, las organizaciones de campesinos, los elementos de la pequeña burguesía pobre de las ciudades, de los trabajadores del servicio doméstico”, el PT afirma: “De este modo los obreros demostrarán a los campesinos que la razón de la elevación de los precios no consiste en los salarios altos sino en las ganancias excesivas de los capitalistas y en el derroche de la anarquía capitalista”.
La primera pregunta es ¿qué son ganancias excesivas? ¿Son las derivadas de precios por encima de los precios de producción? Pero si esto es así, solo se puede tratar de fenómenos parciales –a las sobre-ganancias de tipo monopólico u oligopólico le corresponderían infra-ganancias en otros sectores. En cualquier caso, ¿por qué deberían aumentar los precios? Si aumentan las ganancias, bajan los salarios, de manera que se produce una redistribución del valor agregado entre las clases sociales. Una cuestión básica, que ya había explicado Ricardo, en crítica a Smith, y que luego retomará Marx. Es la ley económica.
La concepción del PT –“los precios son elevados porque las ganancias son excesivas-, en cambio, es imposible de encajar en la ley del valor trabajo. Remito, de nuevo, a Salario, precio y ganancia. Lo fundamental es que los precios están sometidos a la ley económica. Pero si esto es así, no hay manera de parar la carestía vía comités de control de precios. Para colmo, conformados no solo por obreros, sino también por la pequeña burguesía (algo así como un frente obrero-pequeñoburgués por el control de precios). Incluso, como he mostrado en otras entradas, ni siquiera en la Rusia soviética, con las principales industrias y la banca estatizada, se podían manejar los precios a voluntad.
¿Las crisis organizadas por los bancos?
La idea de que la desocupación se puede combatir y eliminar con la adecuada “relación de fuerzas” se vincula, en el PT, con la idea de que las crisis y la desocupación tampoco son fenómenos objetivos, sino organizados por el capital; más específicamente, por los bancos. Dice el PT: “Al lado de los consorcios y los trusts y frecuentemente arriba de ellos, los bancos concentran en sus manos la dirección de la economía. (…) Organizan [los bancos] milagros de la técnica, empresas gigantescas, trusts potentes y organizan también la vida cara, las crisis y la desocupación”.
En primer lugar, no es cierto que los bancos estuvieran, en los 1930, por encima, en cuanto poder económico y de decisión, de las grandes empresas industriales. Tampoco lo están ahora. Pero en segundo término, y más importante, no es cierto que los bancos organizaran la crisis y depresión de los 1930 en EEUU. De hecho, entre 1929 y 1933 quebraron más de 9000 entidades bancarias. ¿Cómo se puede decir que ese desastre fue organizado por los mismos bancos? Por otra parte, en ese lapso hubo una fortísima caída de los precios, que agravó a límites extremos la depresión. Los precios recién comienzan a recuperarse a partir de la devaluación del dólar, en 1933. ¿Todo esto manejado a voluntad por los bancos? Es imposible sostenerlo con alguna seriedad. Pero está dicho en un programa que se supone se basa en el socialismo científico.
Una vez más, el control obrero de las fuerzas armadas
En otras entradas critiqué la propuesta de Trotsky, a fines de los 1930 y en 1940, de llamar al control obrero de las fuerzas armadas de EEUU. Puede verse ahora la raíz teórica del planteo: la creencia de que el Estado burgués, o una de sus instituciones fundamentales, puedan ponerse bajo control de las organizaciones obreras. Como siempre, el reformista nos dirá que todo depende de la relación de fuerzas. Pero son ensoñaciones propias de fabianos. La relación de propiedad es la determinante del carácter y naturaleza del ejército y del Estado en general.
En el centro del debate está la posibilidad de realización
Maiello y el PTS me critican porque pongo en el centro del debate “el problema de la posibilidad de realización de aquellas consignas bajo el capitalismo”. A Maiello esto le parece muy mal. Pero es la base de la lucha del marxismo contra los curanderos sociales que andan a la búsqueda de pócimas mágicas frente a los males del capitalismo. Para dar otro ejemplo, de los muchos que he citado: ¿qué crítica hace Engels a la receta de Proudhon de bajar la tasa de interés al 1% mediante un decreto? Respuesta: demostrar la imposibilidad, en el capitalismo, de bajar arbitrariamente el interés en tanto sigan intactas las condiciones que generan la tasa de interés.
Así, lejos de los argumentos sobre “correlación de fuerzas”, Engels explicaba a los seguidores de Proudhon que no podían pasarse por alto “la conexión entre las leyes del Estado y las condiciones de producción”. Agregaba que incluso si se decretara la baja de la tasa de interés “ello no impediría que la misma continuase siendo regulada por las leyes económicas” (véase Engels, “Contribución al problema de la vivienda”).
Idealismo y oportunismo: el entrismo en la Segunda Internacional
En los 1930 Trotsky recomendó hacer entrismo en los partidos socialistas, entre ellos el de EEUU, Francia, Bélgica, España, Canadá, Polonia, Chile y Argentina. Los argumentos fueron expuestos primero con respecto a Francia. Lo he recordado en una extensa nota referida al asunto (aquí y siguientes). Escribí: “La idea que lo recorre es que el socialismo es una formación “centrista”, que marcha a un “conflicto mortal” con el fascismo, lo cual abre posibilidades de una evolución revolucionaria de la SFIO, incluida su ruptura con el Estado burgués.
Decía Trotsky: “en nuestra época el destino del proletariado depende en gran medida de la manera resuelta en que la socialdemocracia en el breve intervalo que le concede la marcha de los acontecimientos, logre romper con el Estado burgués, transformarse y prepararse para la lucha decisiva contra el fascismo” (Escritos de Trotsky, agosto de 1934). Agregaba que los trotskistas debían entrar a la socialdemocracia “para contribuir activamente al reagrupamiento revolucionario y a la concentración de fuerzas de ese reagrupamiento”.
Trotsky pensaba que si la presión de las masas era suficientemente elevada, los PS y el Laborismo Independiente (de Gran Bretaña) podían ser ganados a la revolución. “Los líderes liberales y semi-liberales del partido Laborista todavía piensan que una revolución social es una prerrogativa sombría de Europa continental. Pero aquí también los eventos pondrán de manifiesto su atraso. Se necesitará mucho menos tiempo para convertir al partido Laborista en un partido revolucionario del que fue necesario para crearlo” (Leon Trotsky’s Writings on Britain, vol. 2).
Pero la presión de las masas no podía cambiar la naturaleza de clase de esos partidos. Lo determinante en última instancia eran las relaciones de producción que defendían. No había manera de transformar su naturaleza con “correlación de fuerzas”. Era absurdo alentar esperanzas en que pudieran romper con el Estado burgués. Pero si se carece de este análisis, se termina en el oportunismo (para más datos, marginal); o en la desmoralización y pérdida de militantes. No es gratis romper con el materialismo. Puede entenderse, además, la necesidad que tienen Maiello y el PTS de barrer bajo la alfombra la tradición científica del marxismo.
Con disparates no se cambia ninguna relación de fuerzas
A pesar de las veces que he señalado que es necesario decir la verdad sobre las medidas transicionales, Maiello y el PTS miran para otro lado. Solo atinan a decir que las consignas las agitan para cambiar la correlación de fuerzas. Con lo cual están diciendo que a los efectos de hacer política “práctica” vale cualquier disparate. ¿Para qué la crítica de Marx a la Economía Política, si todo pasa por alguna ocurrencia del tipo “repartamos las horas de trabajo”, o “pongamos un salario mínimo de tantos pesos o dólares”, sin otro fundamento que lograr algún impacto publicitario de candidaturas?
Pero el razonamiento de Maiello y el PTS es equivocado. En primer lugar, porque muchas veces las mismas masas trabajadoras sospechan que las soluciones fáciles que se les presentan no tienen nada de sencillo. Lo hemos visto cantidad de veces. Trotsky o los trotskistas lanzan una consigna solución tipo “programa socialista del trabajo” en cápsulas, y las masas no la toman, ni se movilizan por ella. ¿Por qué, si es tan sencilla y está tan a mano? Pero no hay caso, no la toman. De ahí la pregunta sin respuesta que hice tantas veces: ¿dónde dio resultado esta táctica?
Pero en segundo lugar, supongamos que sectores más o menos significativos del movimiento de masas aceptaran la receta solución, por caso, “control obrero de los precios”, o “reparto de horas de trabajo”. ¿Quiénes o qué instituciones las pueden instrumentar? Si no hay una situación insurreccional, esa demanda es encallada en el reformismo y el burocratismo. De ahí hay un paso a la desmoralización y la frustración. El trotskista entonces explicará que los reformistas y los burócratas “traicionaron” al pueblo trabajador. Lo cual no impedirá que a la siguiente vuelta las masas explotadas voten algún reformista más o menos potable. Y así sigue el cuento, indefinidamente. Pero esto no tiene nada que ver con el marxismo, con la teoría y la práctica política de Marx y Engels.
Lucha de clases y voluntarismo
Una de las cuestiones que subyacen en la militancia trotskista es la idea de que con alguna conveniente campaña de agitación es posible “despertar” la movilización de masas. Como si todo dependiera de la consigna acertada y de repetirla muchas veces.
Pero las cosas no son de esa manera. Los motivos que llevan a las masas a la lucha no pueden ser previstos de antemano. Lenin señalaba esta cuestión: “No podemos saber – y nadie puede determinarlo de antemano- cuándo estallará allí [se refiere a Inglaterra] la verdadera revolución proletaria y cuál será el motivo principal que despertará, inflamará y lanzará a la lucha a las grandes masas aún hoy adormecidas” (La enfermedad infantil del comunismo). El PC británico era relativamente fuerte –y tenía detrás el prestigio de la IC- pero si las masas estaban “adormecidas” no había manera de cambiar esa situación con alguna, o algunas consignas. La relación de fuerzas no se cambia a fuerza de llamados a la lucha, y menos realizados por grupos pequeños. Por eso, en otros escritos, y en períodos de reacción y reflujo, Lenin usó la metáfora de “la inundación” y la imposibilidad de que el fuego de la revolución prendiera en “la pradera” en tanto esta estuviera mojada. Incluso el pasaje en que Maiello cita a Rosa Luxemburgo, en referencia a la huelga de masas, demuestra que la correlación de fuerzas no es modificada por pequeños grupos.
Escribe Maiello: “Luxemburgo, que tampoco sostenía que había una situación de ese tipo [revolucionaria], opinaba que si la socialdemocracia agitaba la “huelga general” en el marco de las movilizaciones y huelgas parciales que se estaban desarrollando podía convertirse en un factor clave para que el movimiento obrero la tome en sus manos y así contribuir activamente a modificar la relación de fuerzas”. Aquí la huelga general es agitada en el marco de movilizaciones y huelgas parciales en desarrollo. Y la agita la socialdemocracia, un partido de masas. Todo esto es bastante distinto a sostener que un grupo político puede cambiar la correlación de fuerzas entre las clases, a partir de un estado de no movilización (por eso se habla de “arrancar” la movilización), y agitando, como si fuera poco, demandas propias de la transición al socialismo.
Le demandan al Estado burgués medidas de transición al socialismo
La agitación transicional en condiciones de quietud de las masas trabajadoras lleva, inevitablemente, a que esas demandas recaigan sobre el Estado. Por caso, cuando se pide que se establezca la escala móvil de horas de trabajo y de salarios, ¿quién lo hace, si los trabajadores no la implementan? No puede ser otro que el Estado burgués. Lo mismo si se pide, por ejemplo, el control de precios. ¿Quién en Argentina puede cumplir esa medida que no sea el Estado? Otro caso, las estatizaciones. En estas condiciones, son capitalismo de Estado. ¿Qué tiene todo esto de transición al socialismo? Respuesta: nada. ¿Entonces de qué supresión de la diferencia entre programa máximo y mínimo hablan?
Consignas mínimas y transicionales
En mi Crítica al PT he sostenido que las consignas mínimas no son intrínsecamente contradictorias con el capitalismo, y que sí lo son las demandas transicionales. Maiello escribe: “Si tomamos esta afirmación de Astarita, la pregunta que sobreviene es ¿por qué si las consignas de “paz, pan y tierra” eran tan compatibles con el capitalismo y no rebasaban su marco dieron lugar a una revolución que puso en pie el primer Estado obrero de la historia? Al poner el centro en el problema de la posibilidad de realización de aquellas consignas bajo el capitalismo, Astarita contradice la propia experiencia histórica de la Revolución Rusa”.
Con lo cual mi crítico vuelve a demostrar que no conoce la diferencia entre programa mínimo y programa de transición al socialismo. Es que las demandas mínimas siguen siendo mínimas aunque sean muy difíciles de establecer. Por caso, ¿por qué cree Maiello que los programas mínimos de partidos socialistas incluían consignas como la milicia, la elección directa de funcionarios y su revocabilidad, o el reparto de la tierra? Por supuesto, los marxistas sabían que muchas de esas medidas posiblemente no pudieran lograrse sin derribar el capitalismo. Pero eran demandas mínimas porque, en principio, no niegan la relación capitalista. Lo cual tampoco quiere decir que la lucha por esas demandas del programa mínimo no pueda llevar a una revolución obrera. Por ejemplo, en determinado país y coyuntura los trabajadores reclaman contra la caída de sus salarios, y el movimiento termina en una revolución. Otro ejemplo puede ser un levantamiento contra una monarquía, o una dictadura, pidiendo república y democracia burguesa. Pero esto no niega que las demandas por aumentos de salarios, por la república o por libertades, sean propias del programa mínimo.
En cambio, las demandas transicionales – y este punto es clave, véase sobre Engels aquí– no tienen sentido si se presentan de manera aislada, sin especificar que solo tienen sentido progresivo en tanto estén articuladas en un programa, y con la clase obrera dispuesta a sostenerlas con armas en la mano. Por eso Engels insiste en que no deben presentarse como soluciones. Lo opuesto de lo que hacen Maiello y el PTS.
Trotsky defiende la táctica de la “escalera transicional”
Maiello insiste en que Trotsky nunca planteó la táctica de la escalera transicional. Para su información, repito pasajes de otra nota:
En las “Discusiones sobre el PT”, contenidas en los Escritos de 1938-39, Trotsky sostiene que “toda la cuestión es cómo movilizar a las masas para la lucha”. Pero si el objetivo es movilizar, partiendo de una situación de quietud, no se puede presentar todo el programa, ni especificar las condiciones de su aplicabilidad. Por lo tanto, sigue Trotsky, hay que concentrar la atención en una o dos consignas. Y aquí vienen los pasajes en que habla de la repetición de las consignas: “… si repetimos las mismas consignas, adaptándolas a la situación, entonces la repetición, que es la madre de la enseñanza, actuará de la misma forma en política… Es necesario repetir con insistencia, repetir todos los días y en todo lugar. Este es el objetivo del borrador del programa, dar una impresión homogénea” (“More Discussion on the Transitional Program”). (…)
Más adelante dice: “Cuando el programa está definitivamente establecido es importante conocer las consignas muy bien y maniobrar con ellas hábilmente, de manera que en cada parte del país todos usen las mismas consignas al mismo tiempo. 3000 pueden dar la impresión de 15.000 o 30.000” (ibid.). (…)
Si bien los trotskistas son conscientes de que esas demandas transicionales no pueden lograrse plenamente en el capitalismo, no lo dicen públicamente. Trotsky lo explicita con respecto a la consigna de “escala móvil de horas de trabajo y salarios”, pensada para EEUU, a fines de los 1930. En aquel momento no había, ni por asomo, una situación revolucionaria en EEUU. Trotsky entonces dice que ante las objeciones sobre la “imposibilidad” de lograr esa demanda, los militantes debían responder que “depende de la correlación de fuerzas”. (…)
Trotsky: “Creo que podemos concentrar la atención de los trabajadores en este punto. Naturalmente, ese es solo un punto” (…) Pero las otras consignas pueden agregarse en la medida en que se desarrolle la situación” (…) Pienso que en el comienzo esta consigna será adoptada por las masas. ¿Qué es esta consigna? En realidad es el sistema de trabajo en la sociedad socialista (…) Lo presentamos como una solución a esta crisis (…) Es el programa del socialismo, pero presentado de una manera muy simple y popular” (énfasis agregados).
¿Cómo pueden seguir afirmando Maiello y el PTS que aquí no está planteada una táctica en “escalera de transición”?
La Revolución rusa y el PT
Maiello confunde las consignas mínimas y las transicionales para mostrar que entre febrero y octubre los bolcheviques habrían aplicado la táctica recomendada por Trotsky en 1938. Pero fue lo opuesto. Por empezar, desde las Tesis de Abril (redactadas por Lenin y aprobadas por el partido Bolchevique) la consigna eje fue la toma del poder por los soviets para garantizar la paz, la tierra, el pan y la Asamblea Constituyente. ¿Qué tiene que ver esto con agitar una o dos consignas transicionales (o sea, lógicamente imposibles en el capitalismo) sin mencionar la toma del poder, y para colmo en una situación no revolucionaria?
Por otra parte es una torpeza negar el carácter de demandas mínimas que tenían las consignas de paz, pan, tierra y Asamblea Constituyente. Esta circunstancia explica por qué Lenin, en un discurso con motivo del cuarto aniversario de la revolución de Octubre, dijera que “la revolución en Rusia se asignó como tarea directa e inmediata un objetivo democrático burgués: suprimir los vestigios medievales… (…) Hemos llevado a término, como nadie lo hizo, la revolución democrático-burguesa. … continuamos adelante hacia la revolución socialista…” Más adelante, refiriéndose a las supervivencias del régimen medieval, decía “la monarquía, las capas sociales, las formas de propiedad y usufructo de la tierra, la situación de la mujer, la religión y la opresión de las nacionalidades”. Luego: “… a fin de consolidar para los pueblos de Rusia las conquistas de la revolución democrático-burguesa debíamos ir más allá y así lo hicimos. Resolvimos los problemas de la revolución democrático-burguesa sobre la marcha, de paso, como ‘producto accesorio’ de la lucha revolucionaria de clases”.
¿Cómo se puede decir que la toma del poder tuvo como eje consignas transicionales y no democrático-burguesas, radicales? Más todavía, a comienzos de los 1920 Lenin reconocía que a consecuencia de la revolución Rusia se había convertido incluso en un país más pequeñoburgués.
Cooperativas, reformismo “a lo PTS” y Rosa Luxemburgo
Maiello y el PTS han planteado que las cooperativas obreras formadas en fábricas quebradas –en especial, después de la crisis de 2001- conformaron una suerte de control obrero, de doble poder. Ya he explicado en otras entradas que esas cooperativas fueron asimiladas perfectamente por el sistema capitalista. Hasta hubo estudios de abogados que se especializaron en organizarlas, con acuerdo de las instituciones burguesas. Maiello y el PTS insisten, sin embargo, en que fueron ejemplos de control obrero. Tal vez piensen que por estar dirigida por trotskistas (o gente afín al trotskismo) la cooperativa pasa a ser un reducto de poder proletario. Sin embargo, la realidad es que las cooperativas obreras no pueden pasar por alto las leyes del capitalismo. Una cuestión que explicó muy bien Rosa Luxemburgo en Reforma o revolución. Escribía:
“Las cooperativas, sobre todo las de producción, constituyen una forma híbrida en el seno del capitalismo. Se las puede describir como pequeñas unidades de producción socializada dentro del intercambio capitalista. Pero en la economía capitalista el intercambio domina la producción (es decir, la producción depende, en gran medida, de las posibilidades del mercado). Como fruto de la competencia, la dominación total del proceso de producción por los intereses del capitalismo -es decir, la explotación inmisericorde- se convierte en factor de supervivencia para cada empresa. La dominación por el capital del proceso de producción se expresa de varias maneras”.
Claro que, aplicando los criterios de Maiello y el PTS, RL habría escrito estas líneas «reformistas y vaciadas de contenido revolucionario» porque por entonces adhería a la división entre programa máximo y mínimo. El argumento da para todo.
¿Dónde tuvo éxito la táctica trotskista?
En varias ocasiones he pedido a los trotskistas que digan dónde, en qué lugar y circunstancias, fue exitosa la política transicional recomendada por Trotsky en 1938. En su último escrito Maiello, por fin, arriesga una respuesta. Dice que un ejemplo fue la Revolución Rusa. Pero ya vimos que esa afirmación no tiene sustento. El segundo ejemplo que da es la lucha de obreros italianos para que los aumentos salariales no se quedaran detrás de la inflación. Un tipo de conflicto muy común en el capitalismo –en Argentina, dadas las elevadísimas inflaciones, lo tenemos cada poco tiempo. Por supuesto, siempre que se plantea la demanda se hace en términos de “queremos que los salarios aumenten lo mismo que lo que subieron los precios”. Es entonces una demanda mínima, ya contemplada por Marx (en Salario, precio y ganancia) y que no tiene en sí nada de transicional.
Más todavía, no hay manera de que las variaciones de los salarios reales dejen de estar regidas, en última instancia, por las leyes económicas. Lo cual demuestra, una vez más, la razón que le asistía a Engels cuando decía que las llamadas demandas transicionales tienen ese sentido cuando están articuladas a un programa de conjunto –unas demandas enlazan con otras, y se empujan mutuamente. La consigna de aumentos de salarios según la inflación, planteada de manera aislada, es una demanda mínima, habitual en el modo de producción capitalista. Decir que esta lucha es de tipo transicional es confesar que se ha perdido irremediablemente la brújula.
Sobre ministros burgueses y gobiernos obreros
En una nota anterior del blog traté la consigna de “gobierno obrero y campesino” del PT (véase aquí). En el punto que lleva como subtítulo “El gobierno obrero y campesino”, se explica que los bolcheviques exigían a los líderes reformistas –mencheviques y socialistas revolucionarios- que rompieran con la burguesía y tomaran el poder, y que ese sería entonces un gobierno obrero y campesino. Textualmente, en el PT:
“En abril-setiembre de 1917, los bolcheviques exigían que los socialistas revolucionarios y los mencheviques rompieran su ligazón con la burguesía liberal y tomaran el poder en sus propias manos. Con esa condición los bolcheviques prometían a los mencheviques y socialistas revolucionarios… su ayuda revolucionaria contra la burguesía, renunciando, no obstante, categóricamente a entrar en el gobierno y a tomar ninguna responsabilidad política por ellos… la reivindicación de los bolcheviques dirigida a los mencheviques y a los socialistas revolucionarios: ‘¡Romped con la burguesía, tomad en vuestras manos el poder!’ tiene para las masas un enorme valor educativo”. En consonancia con esto, en su Historia de la Revolución Rusa Trotsky dice que en las jornadas de abril de 1917 los bolcheviques exigieron la renuncia del ministro de Relaciones Exteriores del Gobierno Provisional, Milyukov.
En la nota citada pueden leerse todas las circunstancias que rodearon ese pedido, pero lo que ahora me interesa destacar es que en ningún lado encontré que Lenin haya tenido la posición que le adjudica Trotsky. Por el contrario, el líder bolchevique sostuvo que un cambio de personas no hacía ninguna diferencia: “Todo el gobierno provisional es un gobierno de la clase capitalista. Es un asunto de clases, no de personas. Atacar personalmente a Milyukov, demandar, directa o indirectamente, su renuncia, es una comedia estúpida, ya que ningún cambio de personalidades cambiará algo en la medida en que no cambien las clases que están en el poder” (“Íconos contra cañones, frases contra el capital”; Obras Completas, t. 24). También: “Las manifestaciones comenzaron como demostraciones de soldados bajo la consigna contradictoria, equivocada y carente de efectividad de “Abajo Milyukov”. ¡Como si el cambio de personas o grupos pudiera cambiar la sustancia de la política!” (“Lecciones de la crisis”; ídem). “Todo el Gobierno provisional” [que incluía a Kerensky] “es de la clase capitalista” (“Íconos…”). Por eso, argumenta Lenin, no tenía sentido pedir la renuncia de algún o algunos ministros. Es difícil encajar esta caracterización en la táctica del “gobierno obrero y campesino” aconsejada por Trotsky.
Frente a esto Maiello trae una cita de Lenin en la que este pide la renuncia de todos los ministros capitalistas. Lo cual estaría muy bien pero si aclarara que ese escrito de Lenin es de junio de 1917 y la crisis por Milyukov ocurrió en abril. Y en abril Lenin caracterizó que todo el gobierno era de la clase capitalista, y sostuvo que la renuncia del ministro no cambiaba nada. Maiello, como hacen todos los que discuten en base a citas que no entienden ni contextualizan, remite a lo que escribió Lenin a finales de junio como prueba de lo que escribía en abril. A esto en el PTS lo deben de considerar alta ciencia. Pero la verdad es que lo que Trotsky dice que dijeron los bolcheviques en la crisis de abril a Lenin, por lo menos, no se aplica.
Segundo: en mi nota señalé que, contra lo que dice Trotsky en el PT, la exigencia de que los socialistas revolucionarios y mencheviques formaran un gobierno sin los ministros burgueses no figura en las “Tesis de abril”. Incluso a principios de junio, cuando el Gobierno Provisional estaba conformado por seis ministros mencheviques y populistas, y 10 ministros burgueses, la crítica de Lenin se desarrolla en el mismo sentido que la izquierda socialista europea había criticado la participación de socialistas en gobiernos burgueses. La exigencia era que salieran del gobierno burgués (véase los escritos de Lenin de esos días). De manera que la demanda de “abajo los ministros capitalistas” es planteada por Lenin recién a fines de junio, y por un motivo bien preciso: la contrarrevolución tenía su centro de organización en los ministros demócratas burgueses (cadetes) del GP. Era entonces el llamado a enfrentar a la contrarrevolución. La situación había cambiado con respecto a abril. Sin embargo, casi inmediatamente renunciaron cuatro ministros cadetes, y el príncipe Lvov, cabeza del gobierno, abriéndose la crisis política.
Tercero: El 28 de agosto el general Kornilov se declaró en rebeldía contra el Gobierno e intentó un golpe de Estado, que fue frenado por las masas, dirigidas por los bolcheviques. Derrotado Kornilov, se planteó la formación de un nuevo gobierno. Los cadetes chantajeaban a los mencheviques y socialistas revolucionarios con no participar en el mismo si no se adoptaban sus posiciones. En respuesta, los mencheviques y socialistas revolucionarios se negaron a integrar el gabinete con cadetes. Por lo tanto, el primero de septiembre se formó un nuevo Gobierno en cuyo Directorio no había ningún cadete (aunque se sospechaba que había acuerdos por detrás). Es en esta circunstancia que Lenin propone el compromiso. La propuesta, escrita el primero de septiembre, consistía en que los bolcheviques, sin participar en el Gobierno, no exigirían el traspaso inmediato del poder a los obreros y campesinos pobres, y no emplearían métodos revolucionarios para luchar por esta demanda. Habría completa libertad de propaganda, y se llamaría a la Asamblea Constituyente sin más dilaciones. Por su parte, los mencheviques y SR, que constituirían el bloque gobernante, acordarían formar un gobierno total y exclusivamente responsable ante los soviets, y estos tomarían todo el poder localmente. De esta forma podría haber una revolución pacífica. Los bolcheviques, a su vez, tratarían de ganar influencia en los soviets, bajo la más completa libertad; una libertad que sería imposible bajo cualquier gobierno burgués, o bajo cualquier otro gobierno que no fueran los soviets (“Sobre los compromisos”, 1-3/09/1917, O.C. t. 25; énfasis añadido).
Sin embargo, el 2 de septiembre el Ejecutivo de los Soviets y el Ejecutivo del Congreso de Diputados Campesinos aprobaron una resolución de apoyo al nuevo gobierno. Lo cual implicaba la negativa de los mencheviques y socialistas revolucionarios a que el poder pasara a los soviets, o a que el Gobierno fuera responsable ante los soviets. Por este motivo, Lenin agregó, al final de su escrito, que debido a circunstancias imprevistas la nota no se había publicado el día primero, y que a partir de la lectura de los diarios de los dos días siguientes, se preguntaba si ya no era demasiado tarde para que pudiera triunfar pacíficamente la revolución. Después de este episodio, no vuelve a hablar del asunto. En ninguno de sus escritos que van hasta la toma del poder, se hace alusión siquiera a alguna forma de exigencia a los mencheviques y socialistas revolucionarios para que tomaran el gobierno en sus manos, sin ministros de los partidos capitalistas.
En definitiva, no hay manera de sostener lo que dice Trotsky en el PT, que la exigencia a los mencheviques y eseristas de que formaran un gobierno sin ministros burgueses jugó un rol importante en la agitación revolucionaria. La cuestión no tiene solo interés histórico, ya que esa demanda fue repetida muchas veces por los trotskistas frente a gobiernos obrero-burgueses (esto es, de base y composición obrera, pero con programas y orientaciones burguesas). Esa exigencia no tiene contenido revolucionario alguno. Gobiernos tipo PT de Brasil, Solidaridad de Polonia, o socialdemócrata, pueden ser perfectamente funcionales al capital. Véase, a este respecto, lo discutido en el apartado sobre el entrismo.
Para descargar documento: https://docs.google.com/document/d/1IrPt9FanO8cXkKhy11u231tjt2yPAbC54QK8KV0bs6c/edit?usp=sharing
Sería inetresante que debatiera estas cuestiones no con el ooprtunismo ciudadano inmodificable del PTS, sino con variantes clasistas que que al menos se tienen algo de autorrespeto, por pequenho que sea;
https://causa-obrera.org/2021/08/31/la-defensa-del-trotskismo-contra-el-centrismo-y-la-insoportable-levedad-del-ser-de-algunos-intelectuales-marxistas/
Me gustaLe gusta a 1 persona
Marcelo
31/08/2021 at 19:37
No conocía este grupo, pero dice lo mismo que el promedio de los trotskistas. Y sin la menor seriedad científica. El botón de muestra es lo que dicen del estancamiento de las fuerzas productivas (al pasar, le aclaro que en varias notas y en estos mismos Comentarios expliqué que ni siquiera se puede afirmar que en 1938 las FP estaban al nivel de 1914).
Solo una aclaración: esta gente dice que utilizo el argumento de autoridad de Marx. Es mentira. Cito a Marx porque estoy de acuerdo con su teoría y no me atribuyo ideas que no son mías. Dicho esto, he discutido largamente la teoría de Marx en mi blog y en otros artículos y libros, presentando argumentos y datos. Y también cuestiones en que discrepo (véase, por ejemplo, mi discusión sobre el teorema Okishio). No sé qué produjo este grupo desde el punto de vista de la teoría (lo que leo es paupérrimo). Pero da la impresión de que lo que les molesta es la teoría de Marx. ¿Será porque con esa teoría no se pueden sostener cosas como la demanda del control de precios, la explicación conspirativa y subjetiva de las crisis, o el control obrero del ejército?
Me gustaMe gusta
rolandoastarita
31/08/2021 at 22:18
Agregado: me olvidé de decirle lo fundamental: que no me despierta ningún interés contestar más de lo mismo.
Me gustaMe gusta
rolandoastarita
31/08/2021 at 22:20
El PCO existe desde 2011, la misma cantidad anos que su blog. Es un rejunte de ex militantes del PTS y del PO, al parecer con predominancia de los que vienen del primer partido. No veo en este texto ninguna mención al «control obrero del ejército» ni al «control de precios». De hecho, no veo mención alguna de estas cuestiones en sus textos desde hace varioos anos. La crítica que se le hace a usted es honesta y cita con pulcritud; de hecho, cita su Respuesta al Grupo Trotskista Causa Obrera de 1996, texto que no es posible encontrar en la web en ningún lado (incluido su propio blog). En cambio, poco seria me parece la respuesta que usted proporciona en este caso, todo lo demás cuando prefiere escribir largos textos de debate con agrupaciones políticas que prácticamente se fusionaron con el NPA francés durante 7 anos, bajo la dirección de Eric Toussaint et al, frente al cual usted mostró su desprecio hace unos meses en los comentarios de este mismo blog.
Todo esto lo expongo de manera honesta y objetiva, sin compartir la posición del PCO pero valorando en su justa medida sus posiciones. El interés o desinterés en la cuestión no debiera primar cuando lo que demanda la realidad es el análisis científico de los problemas para actuar políticamente. De todos modos, esta polémica en relación con el PdT (le hago la acotación de nomenclatura) ya la hizo con el PTS en 2011; 10 anos después la problemática científica hoy es ver cómo los 7 anos de disolución de este partido en el grupo de Toussaint et al afectó sus concepciones, cuál es el grado de degeneración que sufrió.
Me gustaLe gusta a 1 persona
Marcelo
01/09/2021 at 01:18
Mi crítica central s al PT y la política recomendada por Trotsky en torno al mismo. Es Trotsky quien dice que las FP están estancadas desde 1914, quien reco.imienda el control obrero de precios, o el control obrero del ejército de EEUU, Entonces no me hagan perder el tiempo con pavadas menores. Este grupo, por lo que veo, defiende lo mismo. Que es lo que hacen todos los grupos trotskistas. Aquí mismo, en el texto que usted manda, siguen con la cantinela del estancamiento de las FP desde 1914, el «crecimiento ficticio» y los habituales lugares comunes de los grupos trotskistas,
Me gustaMe gusta
rolandoastarita
01/09/2021 at 06:50
La nota de su grupo trotskista habla de crecimiento ficticio pero luego habla de un «colapso provocado por el imperialismo» que se evita mediante cito textualmente: «la ampliación del mercado mundial a partir de la restauración capitalista que abarcó a una parte considerable de la humanidad.»
Entonces por que se habla de crecimiento ficticio? No tiene mucho sentido
Me gustaMe gusta
sadxc
01/09/2021 at 20:24
Es todo incoherente. El capitalismo claramente se recuperó de la Gran Depresión después de 1940 (EEUU) y 1945 (Europa y Japón). Y el mercado mundial capitalista, en términos de área geográfica, se redujo (Este de Europa, Yugoslavia, Albania, China, Corea). Por otra parte, ¿cómo pueden decir que en 1938-1940 las fuerzas productivas estaban al nivel de 1914 porque el crecimiento habría sido «ficticio»? La potencia y capacidad de guerra de Alemania o EEUU en los 1940 era muy superior a la de 1914. ¿Cómo pudo ser si las FP estuvieron estancadas en todo ese período?
Me gustaMe gusta
rolandoastarita
01/09/2021 at 22:01
«Solo atinan a decir que las consignas las agitan para cambiar la correlación de fuerzas. Con lo cual están diciendo que a los efectos de hacer política “práctica” vale cualquier disparate.»
Esto no es algo implícito o derivado de su posición, es la estrategia explicita. Hablando hace poco con un militante troskista y frente a las criticas de las consignas-soluciones decía que las elecciones no son un curso académico de marxismo (por lo tanto, no había que explicar nada a los trabajadores ni ser racional con las propuestas), es una guerra, una lucha de clases, por lo tanto, cualquier cosa es válida para vencer
Me gustaMe gusta
German
01/09/2021 at 08:45
Sí, dicen cosas brutales. Es una ruptura con las tradiciones más genuinas del socialismo revolucionario. Lo que dijo ese militante de todas formas es muy revelador. «Cualquier cosa es válida para vencer… en una elección al Parlamento burgués». ¿Habrá oído hablar de oportunismo electoralista? ¿Del cretinismo parlamentario?
Me gustaMe gusta
rolandoastarita
01/09/2021 at 21:56
Usted está trolleando. Propone discutir con citas como si fuera religión, reproduciendo acusaciones infames contra el dueño del blog. Para qué quiere que le contesten, será para darle visibilidad a su grupo?
Rolo no seas tan generoso con tu espacio.
Me gustaMe gusta
Ricardo
01/09/2021 at 23:47