Sobreproducción y desproporción en David Ricardo, y la crítica de Marx

Una pregunta que se plantea con frecuencia en torno a la teoría de las crisis de Marx es si la crisis por sobreproducción no es, en sustancia, una crisis por desproporción. Es que, se razona, si todas las ramas crecen proporcionadamente, y si los productos de una rama se compran con los productos de las otras ramas, ¿cómo puede desatarse una crisis por sobreproducción? Solo podría ocurrir por desequilibrios parciales, debidos a errores de cálculo de los capitalistas de algunas ramas, o algún accidente particular. En cualquier caso, esas dificultades podrían subsanarse fácilmente por el traslado de capitales desde las ramas en que se hubiera producido “demasiado” a las ramas en que se hubiera producido “demasiado poco”. En conclusión, las economías capitalistas podrían crecer con suaves fluctuaciones en torno al equilibrio entre oferta y demanda. Tendríamos así una suerte de ley de Say con imperfecciones, corregibles a bajo costo. Con el plus de que a medida que las empresas –en especial, las grandes compañías- adquiriesen experiencia, ajustarían sus previsiones de demanda y los errores de cálculo se reducirían.
A fin de avanzar en esta cuestión presento la crítica de Marx a la teoría de la acumulación de David Ricardo. Es que también Ricardo sostuvo que las crisis solo podían ocurrir por desproporciones entre las ramas; y negó la posibilidad de la crisis general de sobreproducción.
El planteo de Ricardo
Lo esencial de la teoría de la acumulación de Ricardo está contenido en el capítulo 21 de los Principios. Allí sostiene que Say demostró que “no hay cantidad de capital que no pueda ser empleada en un país porque la demanda está limitada únicamente por la producción. Ningún hombre produce si no es para consumir o vender, y nunca vende si no es con la intención de comprar alguna otra mercancía que le pueda ser de utilidad inmediata, o que pueda contribuir a una producción futura” (pp. 216-7). Más abajo:
“Las producciones se compran siempre con producciones o con servicios, el dinero es únicamente un medio por el cual se efectúa el cambio” (pp. 217-8; énfasis agregado). En seguida, la idea de que la sobreproducción solo puede ser parcial, no general: “Puede producirse en exceso una determinada mercancía cuyo mercado esté tan saturado que el capital gastado en ella no produzca la utilidad habitual.; pero este no puede ser el caso con respecto a todas las mercancías” (p. 218). Explica luego que la demanda en alguna rama en particular puede estar limitada si se satisfacen las necesidades del consumo de ese producto; por ejemplo, el deseo de consumir cereales “se halla limitado en todos los seres humanos por la limitada capacidad de su estómago”. Sin embargo, no hay límites cuando se trata del conjunto de los diversos bienes que los seres humanos consumen (véase p. 219). Por lo tanto, se deduce que no hay límite para la demanda ni para el empleo del capital “mientras este rinda algún beneficios” (y la baja de las utilidades solo puede deberse a un alza de salarios; véase p. 221). Dado entonces que la misma producción genera automáticamente su correspondiente demanda, de hecho Ricardo niega la necesidad de ampliación de la demanda (véase al respecto la observación de Marx en p. 449, t. 2, Teorías).
La crítica de Marx
Una primera cuestión que destaca Marx es que, contra lo que afirma Ricardo, el objetivo que guía la acumulación no es el consumo sino “el capital mismo, el nivel existente de las condiciones de la producción y el deseo ilimitado de los capitalistas de enriquecerse y ampliar su capital” (p. 422, ibid.). Poco antes, y en el mismo sentido, había señalado que cada capital “actúa en una escala que no se determina por la demanda individual… sino por el esfuerzo de realizar… tanto sobretrabajo como sea posible y de producir la mayor cantidad posible de mercancías con determinado capital; 2) cada capital se esfuerza por captar la mayor parte posible del mercado y por suplantar a sus competidores y excluirlos del mercado” (p. 416; ibid.).
Pero al guiarse la producción por la lógica de la ganancia, y las necesidades que impone la competencia, tiende a autonomizarse con respecto a la demanda. Por eso, sostiene Marx, si bien la producción y la realización, o venta, están conectadas, tienen independencia (véase p. 449, ibid.). En El capital: “Las condiciones de la explotación directa y las de su realización no son idénticas. Divergen no solo en cuanto a tiempo y lugar, sino también conceptualmente” (p. 313, t. 3; énfasis añadido). En consecuencia, el impulso a generar tanto plustrabajo como sea posible no se traduce automáticamente en la ampliación proporcional del mercado. Pero si esto es así, la demanda no se amplía automáticamente con la ampliación de la producción, como sostenía Ricardo.
La teoría del valor de Ricardo y la ley de Say
Llegados a este punto, es conveniente establecer la conexión entre la teoría del valor de Ricardo, su concepción del dinero y su defensa de la ley de Say.
La base para entender esta conexión es que Ricardo, como señala Marx, nunca analizó, ni dio importancia, a la forma del valor. Esto es, nunca se preguntó siquiera por qué los trabajos humanos invertidos en la producción se comparan a través de los precios. Por eso trató a la forma del valor “como cosa completamente indiferente, o incluso exterior a la naturaleza de la mercancía” (p. 98, t. 1, El capital). De ahí también que el dinero, en su enfoque, solo es un facilitador de los intercambios. Las características del equivalente general, el dinero, destacadas por Marx – valor de uso que encarna valor; producto de trabajo concreto que expresa trabajo abstracto; producto de trabajo privado que encarna tiempo de trabajo social- son ajenas a Ricardo.
Por eso, Ricardo tampoco da importancia a la venta, a la realización del valor en el mercado; ni a la separación en tiempo y espacio entre venta y compra que introduce el dinero. Esta es la base teórica para su aceptación de la ley de Say: dado que no tiene en cuenta el rol del dinero como medio de atesoramiento, concluye que la oferta (venta) siempre generará su correspondiente demanda (compra). De ahí que M-D-M, en Ricardo, es casi un circuito de trueque; el dinero, un simple mediador destinado a circular.
En Marx, en cambio, ya en la producción simple de mercancías anida la posibilidad teórica de que a las ventas no le sigan las compras correspondientes. Esto se debe a que el dinero escinde lo que en el trueque es identidad, en dos actos, venta y compra. En palabras de Marx, el dinero, además de ser el medio por el cual se efectúa el intercambio “es al mismo tiempo el medio gracias al cual el intercambio del producto por producto se divide en dos actos independientes entre sí, y separados en el tiempo y el espacio” (p. 432, ibid.).
Pero entonces puede ocurrir que, al menos durante un período de tiempo, el dinero se atesore, y se lo busque para atesorar. En esas coyunturas, todas las mercancías se sobre-ofertan (a pesar de la caída de los precios) porque por todos lados se demanda dinero (hecho característico de la crisis, la búsqueda de liquidez). Una posibilidad que, al menos en abstracto, ya está presente en la producción simple de mercancías. “Nadie puede vender sin que otro compre. Pero nadie necesita comprar inmediatamente por el solo hecho de haber vendido” (Marx, p. 138, t. 1, El capital). Si en muchos puntos se produjeran ventas no seguidas de compras, tenemos el atesoramiento generalizado que acabamos de describir. Además, pueden producirse ventas para pagar deudas (“las ventas forzosas representan un papel de suma importancia en las crisis”, p. 431, t. 2, Teorías.).
Subrayamos que esta concepción de Ricardo conecta orgánicamente con su teoría del valor: “El hecho de que Ricardo considere el dinero nada más que como un medio de circulación es sinónimo de su consideración del valor de cambio como una simple forma transitoria y en general como algo puramente formal en la producción burguesa o capitalista, que, por consiguiente, no es para él un modo definido y específico de producción, sino nada más que el modo de producción” (nota, p. 432, ibid.).
Naturalmente, estos problemas están en el centro de la negación de Ricardo de la crisis por sobreproducción. Es que al pasar por alto la forma del valor, pasa por alto las contradicciones de la mercancía y con ello transforma el intercambio de mercancías en simple intercambio de productos. En palabras de Marx: “… la mercancía, en la cual existe la contradicción entre valor de cambio y valor de uso se convierte [en Ricardo] en un simple producto (valor de uso) y por lo tanto el intercambio de mercancías se transforma en un simple trueque de productos, de simples valores de uso” (p. 430, ibid.). Lo cual representa un regreso no solo a la época de la producción simple de mercancías (anterior al capitalismo), sino incluso a períodos más antiguos. “Al negar la primera condición de la producción capitalista, a saber, que el producto debe ser una mercancía y por lo tanto expresarse como dinero y pasar por el proceso de metamorfosis”, Ricardo negó “el fenómeno mismo de las crisis capitalistas” (ibid.). Por eso tampoco puede explicar por qué, cuando estalla una crisis general de sobreproducción, todas las mercancías son ofrecidas porque todas buscan convertirse en dinero.
De la posibilidad abstracta a la inevitabilidad de la crisis
Sin embargo, en la producción simple de mercancías la posibilidad de la crisis es todavía abstracta. Es cierto que Marx, en el capítulo 3 de El capital, plantea la posibilidad de sobreproducción en una rama (su ejemplo es la producción de tela), en el marco de una producción simple de mercancías. Pero en ese estadio la posibilidad de la crisis es formal. Es que si bien está contenida en la contradicción mercancía-dinero, “los factores que convierten esa posibilidad de la crisis en una crisis real no se encuentran contenidos en la forma misma; esta solo implica que existe el marco para una crisis” (p. 437, ibid.). Bajo esa forma social todavía no hay crisis. “Por lo tanto, estas formas por sí solas no explican por qué… la contradicción potencial contenida en ellas se convierte en contradicción real” (p. 439, ibid.). Si nos quedamos entonces en esas formas, que la sobreproducción y la crisis ocurran o no, es accidental, su aparición es obra del azar (véase ibid.).
Es sobre la base del capital, o sea, de la producción desarrollada de las mercancías y el dinero, que la contradicción potencial contenida en la forma mercancía y la forma dinero “se convierte en una contradicción real” (ibid.). Por eso, el desarrollo de las condiciones de la crisis es obra del capitalismo: “las crisis surgen de los aspectos especiales del capital, peculiares a él como capital, y no solo contenidos en su existencia como mercancía y dinero” (ibid.). Poco más arriba Marx también señala que el desarrollo de esas condiciones para la crisis anida en la “naturaleza general del capital” (véase p. 432, ibid.). ¿Y cuál es esa “naturaleza general del capital”? Pues el que revela la secuencia D-M-D, la circulación del dinero como capital. Es la causa del impulso a producir por encima de todo límite de la demanda: “la naturaleza de la producción capitalista consiste en producir sin tener en cuenta los límites del mercado” (p. 446, ibid.). Y el capitalista que falla en esto no puede sostener la lucha competitiva. De ahí que a cada cual la ley del mercado se le impone en forma de leyes constrictivas de la competencia. “El producto domina a los productores”, dice Engels en el Anti-Dühring (p. 269). Por eso también la crisis real “solo puede imponerse a partir del movimiento real de la producción capitalista, de la competencia y el crédito” (p. 439, t. 2, Teorías).
Volviendo ahora a la concepción ricardiana, si en cambio se dice que el objetivo de la producción es el consumo, y que el producto se cambia por producto, no hay manera de explicar las crisis de sobreproducción. Por eso, en nota al pie del pasaje de El capital que citamos más arriba, Marx señala que McCulloch comete el error, al examinar las crisis de sobreproducción, de presentar al capitalista solo interesado en el valor de uso. En Teorías también señala el error de James Mill (formuló la ley de los mercados junto a Say) de negar la crisis de sobreproducción al suponer que los productos se intercambian por productos. En ese caso, oferta y demanda siempre coinciden; y ahí la conclusión de Mill y los defensores de la ley de Say de que “la demanda es oferta y la oferta es demanda” (véase p. 423, ibid.). Por lo cual solo habría crisis parciales, causadas por desproporciones transitorias.
Desproporciones y crisis general
Si la economía fuera planificada, si las ramas progresaran de forma relativamente proporcional, y atendiendo a la necesidad social, no habría crisis de sobreproducción. Pero en el capitalismo, donde los trabajos son privados, el equilibrio e interdependencia entre las ramas solo se consigue mediante constantes desequilibrios. “[C]omo la producción capitalista solo se da rienda suelta en ciertas esferas, en determinadas condiciones, no habría producción capitalista si tuviese que desarrollarse al mismo tiempo y en forma pareja en todas las esferas” (p. 455, ibid.).
En particular, las fases de ascenso del ciclo económico son arrastradas por las ramas más dinámicas – producen mercancías innovadoras; o aplican procesos productivos innovadores – en las que abundan las oportunidades de beneficios extraordinarios. Y alrededor de estas industrias “de punta” surgen y se desarrollan otras ramas que conectan con ellas. Por eso la distinción – que hace Marx- entre dos formas de sobreproducción: la absoluta, cuando una, o algunas ramas producen por encima de las necesidades del mercado; y la relativa, que ocurre cuando al abarrotamiento en las primeras provoca el abarrotamiento en las segundas, en las que en principio no había sobreproducción. Así, algunas de las ramas más dinámicas durante la fase alcista, impulsadas por los flujos de capitales que llegan en busca de elevadas ganancias, y por el crédito, desembocan en situaciones de sobreproducción y sobreacumulación, y a partir de ello, precipitan la sobreproducción general.
Marx ilustra el proceso: el estancamiento del mercado de telas de algodón afecta a los trabajadores de la rama, que ahora no pueden consumir, pero también a hilanderos, cultivadores de algodón, fabricantes de máquinas para la rama, productores de hierro y carbón. Por lo cual descienden el consumo y la demanda en todas estas ramas, repercutiendo a su vez en el resto de la economía (véase pp. 447-8, ibid.). La sobreproducción, “fenómeno básico de las crisis” (p. 451, ibid.), es entonces general. De ahí la caída de los precios y las ganancias, la desvalorización de los activos financieros, el desapalancamiento, las quiebras de empresas y las masas de trabajadores arrojados al desempleo.
En esta dinámica es necesario introducir el rol del crédito, que conecta a las ramas y actividades. “En un sistema de producción en el cual toda la conexión del sistema de reproducción se basa en el crédito, si el crédito cesa súbitamente y solo vale el pago en efectivo, debe producirse evidentemente una crisis, una violenta corrida en procura de medios de pago” (p. 630, t. 3, El capital).
Este tipo de dinámica es registrado por Marx y Engels en la crisis de 1847. La sobreproducción, y sobreacumulación “absolutas” ocurrieron en las dos ramas que habían arrastrado al resto de la economía, construcción ferroviaria y textiles, en la fase previa, alcista. Esas ramas fueron a su vez terreno fértil para la especulación (y la realización de todo tipo de fraudes). Y a partir de la sobreproducción y sobreacumulación en textiles y construcciones ferroviarias, se desató la crisis financiera (se encadenan los incumplimientos y las quiebras: todos procuran hacerse de cash), y se generalizó la depresión.
Observación sobre el método de Marx
Según Marx, el objetivo de la investigación es descubrir “la relación intrínseca que existe entre las categorías económicas, o la oscura estructura del sistema económico burgués” (p. 141, t. 2, Teorías). Esto es, mostrar la conexión interna, necesaria, entre, por caso, la producción basada en la propiedad privada, la mercancía y el valor (el hecho de que los trabajos se comparen a través de “cosas que valen”); entre la teoría del valor y la teoría monetaria; entre la noción de capital y la producción capitalista de mercancías; el impulso a ampliar la producción de valor y los límites para la realización del valor. Este método de Marx se muestra también por la negativa, en su crítica a Ricardo. Es una crítica a su sistema, a las conexiones que establece entre, por caso, teoría del valor, su teoría monetaria y su negación de la posibilidad misma de las crisis de sobreproducción. De esta manera, la crisis es presentada, en Marx, como el producto necesario, e inevitable, de la naturaleza general del capital. La explicación es interna; no se apela a accidentes ni errores subjetivos, o shocks extraños para dar cuenta del fenómeno.
Para concluir, presento la explicación de la crisis por Engels en Del socialismo utópico al socialismo científico. Luego de señalar, (A), la antítesis entre el proletariado y la burguesía, Engels esboza la dinámica de la acumulación y crisis:
“B. Relieve creciente y eficacia acentuada de las leyes que presiden la producción de mercancías. Competencia desenfrenada. Contradicción entre la organización social dentro de cada fábrica y la anarquía social en la producción total.
C. De una parte, perfeccionamiento de la maquinaria, que la competencia convierte en imperativo para cada fabricante y que equivale a un desplazamiento cada vez mayor de obreros: ejército industrial de reserva. De otra parte, extensión ilimitada de la producción, que la competencia impone también como norma coactiva a todos los fabricantes. Por ambos lados, un desarrollo inaudito de las fuerzas productivas, exceso de la oferta sobre la demanda, superproducción, abarrotamiento de los mercados, crisis cada diez años, círculo vicioso: superabundancia, aquí de medios de producción y de productos, y allá de obreros sin trabajo y sin medios de vida. Pero estas dos palancas de la producción y del bienestar social no pueden combinarse porque la forma capitalista de la producción impide a las fuerzas productivas actuar, y a los productos circular, a no ser que se conviertan previamente en capital, que es lo que precisamente les veda su propia superabundancia. La contradicción se exalta hasta convertirse en contrasentido: el modo de producción se rebela contra la forma de cambio. La burguesía se muestra incapaz para seguir rigiendo sus propias fuerzas sociales productivas” (énfasis agregado).
Es una explicación que está en la misma línea conceptual que desarrolla Marx en su crítica a la teoría de la acumulación de Ricardo, y la negación de este de las crisis de sobreproducción.
Textos citados:
Engels, F. (1892): Del socialismo utópico al socialismo científico, https://www.marxists.org/espanol/m-e/1880s/dsusc/3.htm.
Engels, F. (1968): Anti-Dühring. La subversión de la ciencia por el señor Eugen Dühring, México, Grijalbo.
Marx, K. (1975): Teorías de la plusvalía, Buenos Aires, Cartago.
Marx, K. (1999): El capital, México, Siglo XXI.
Ricardo, D. (1985): Principios de economía política y tributación, México, FCE.
Descargar documento: https://docs.google.com/document/d/1T1f8SUA2H0Mhs-Mk7qQle3XH5ROtoK0ysEHeRGaM-Fg/edit?usp=sharing
Hola señor Rolando, soy un internauta que conoció hace no mucho su blog. Me interesan temas de las ciencias sociales, en especial sociología, política, historia como economía. Hasta hace no mucho me sentía identificado con el movimiento libertario de Argentina actual, aunque actualmente ya no me identifico con aquella ideología; el punto esta que aun así estoy influenciado mucho por ella y las ideas liberales, pero he querido aprender mas acerca de otros pensamientos como el keynesianismo o el marxismo, entre otras heterodoxas. Si bien no abandono ciertas bases, tengo que decir que hay muchas cosas que he cambiado de parecer, y entre otras cosas su blog con sus escritos han sido interesantes de leer varios, principalmente por economía pero también otros artículos. Siendo honesto, me cuesta seguir las lecturas porque veo que Marx tiene una obra bastante difícil de adentrarse, pero algo he ido entendiendo. Con cierta dificultad leí sus trabajos de la critica a la Escuela Austriaca y en la medida que he comprendido me parece ciertamente muy certero la misma.
Tengo en la biblioteca digital de mi tablet descargado los 3 volúmenes del capital, pero no lo he leído porque siento que me atemoriza la cantidad de pags y el lenguaje técnico que me deje afuera en las 10 primeras hojas, pregunto si sabe alguna forma de acercarse a la lectura de manera mas sencilla, o como ir leyéndola, de alguna obra que tenga que leer anterior a esta? Había escuchado que se recomienda iniciar con Salario, precio y ganancia, por decir.
También me gustaría preguntar otras cosas, pero estaba pensando que probablemente quiera preguntas relacionadas a las lecturas, si es así, disculpe el comentario pero no encontraba otra forma de escribirle, en ese caso dígame donde podría escribirle la próxima vez. No me molestare si borra el comentario
Relacionado al texto, el origen de las crisis económicas globales actuales, siempre tiene como base la cuestión de la sobreproducción según el marxismo? (Dejo de lado la pandemia actual que es otro tema ajeno).
Y si es posible que pueda responder: Cual es según usted la causa de las crisis argentina, o al menos de la actual? Me estaría refiriendo sino a como serian los ciclos económicos acá, que si el déficit, mas la deuda, etc
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Rodrigo Escalonilla
10/05/2021 at 17:03
Quiero felicitarte por esta nota, rolo. En cuanto tenga tiempo voy a comentar con algunas dudas que surgen. Pero no quería dejar de felicitarte. Tu trabajo de difusión del marxismo es estupendo. Un aficionado como yo puede acceder de modo fácil a conocimientos que de otro modo implican bucear por un océano de bibliografía. A partir de una cita de una nota anterior, leí un capítulo de teorías de la plusvalía, y efectivamente, lo que describís aquí lo describe Marx del mismo modo allí. Nuevamente aprendí algo por leerte. Un saludo y gracias por tu trabajo.
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Gus
11/05/2021 at 12:48