«Telar de la abundancia» y fetichismo del dinero
Por estos días está en la primera plana de los medios de comunicación en Argentina el llamado “telar de la abundancia”. Se trata, en esencia, de la conocida estafa “a lo Ponzi”. Recordemos que Carlo Ponzi fue un italiano que, en los 1920, organizó una pirámide financiera fraudulenta en Estados Unidos. Básicamente, consistía en pagar altos intereses a inversores con el dinero de nuevos inversores. Como no podía ser de otra manera, la pirámide quebró, afectando a miles de personas.
El caso que nos ocupa es, de contenido, el mismo: una persona empieza la cadena convocando a otras dos; estas dos, convocan a otras cuatro; estas cuatro, a otras ocho, completando un grupo. Las ocho últimas ponen dinero, en forma de “regalo”, que se lo lleva la iniciadora. Para que estas últimas pongan el dinero, se las convence de que a su vez serán recompensados con una fuerte ganancia; todo es cuestión de saber esperar, se les dice. La persona que ha recibido el dinero se retira, y las dos que le siguen pasan a estar, cada una en el centro de un grupo, que debe conseguir nuevos aportantes. En consecuencia, cada vez hay que conseguir más aportantes. Finalmente, la rueda se quiebra. La única diferencia con otras estafas similares, ocurridas en Argentina y otros lugares del mundo, es que en este caso el asunto se disfrazó de feminismo. Así se afirmó que el Telar emponderaba a las mujeres “que se regalan dinero para cumplir sus sueños”.
Dos reflexiones. En primer lugar, señalo que en Argentina existe un gigantesco e institucionalizado esquema Ponzi, a saber, la deuda pública. Como planteé en otras notas (aquí, aquí), el gobierno paga intereses de deuda contrayendo deuda. Un mecanismo insostenible en el mediano o largo plazo, que va a desembocar en nuevos defaults y quiebras; y más crisis y empobrecimiento de las masas trabajadoras.
Pero en segundo término, y tal vez más fundamental, es dable preguntarse qué tipo de sociedad es esta en la que puede generarse una masiva creencia en que, por el simple cambio de manos del dinero, este puede multiplicarse, generando riqueza para todos. La respuesta de Marx: se trata del fetichismo del dinero –que a su vez deriva del fetichismo de la mercancía. Como es conocido, el fetichismo consiste en asignarle a algo propiedades que en sí no tiene. En este caso, se le asigna al dinero la propiedad de, en tanto cosa, generar dinero. Algo que lo vemos, por ejemplo, en la persona que nos dice “puse un dinero a trabajar”. Aunque no sea plenamente consciente del asunto, lo que está haciendo ese individuo es atribuirle a una cosa –el dinero- una propiedad que, en el fondo, es social. Esto es, que está relacionada con los seres humanos y su actividad.
Es que si el dinero está rindiendo intereses, alguien, o algunos, están produciendo ese valor con actividad productiva. No hay manera de que el dinero, por sí, genere dinero. Sin embargo, la relación esencial (seres humanos que trabajan y generan valor) no aparece en la superficie. Por eso Marx dice que si bien el interés representa la simple posesión de capital, que enfrenta al trabajo asalariado, lo hace como si no tuviera relación con el trabajo (véase Teorías de la plusvalía, p. 409, t. 3, ed. Cartago). Es que en la forma “dinero que da dinero” (D – D’), queda borrada la esencia del capital, que no es otra que la explotación del trabajo. Subrayamos: una relación entre seres humanos, adopta la forma mistificada de una relación de una cosa, dinero, consigo misma.
En este respecto, escribe Marx: “El capital aparece como la fuente misteriosa y autogeneradora del interés, de su propia multiplicación. La cosa (dinero, mercancía, valor) ya es capital como mera cosa; y el capital se manifiesta como mera cosa… (…) En el capital que devenga interés… ese fetiche automático – el valor que se valoriza a sí mismo, el dinero que incuba dinero – se halla cristalizada en forma pura, en una forma en la que ya no presenta los estigmas de su origen. La relación social se halla consumada como relación de una cosa, del dinero, consigo mismo. En lugar de la transformación real de dinero en capital, solo se presenta aquí en su forma carente de contenido” (p. 500, t. 3, El Capital, ed. Siglo XXI). Y un poco más adelante: “En D – D’ tenemos la forma no conceptual del capital, la inversión y cosificación suprema: la figura que devenga interés, la figura simple del capital… capacidad del dinero… de valorizar su propio valor, independientemente de la producción; mistificación del capital en su forma más estridente” (ibid., p. 501).
Volviendo al “Telar de la abundancia”, y los esquemas Ponzi en general, es claro que llevan la mistificación todavía a un nivel más elevado de la que encontramos en el capital a interés. Pero solo es un tema de grado. El fondo del asunto es una sociedad en la cual las relaciones entre los seres humanos están cosificadas, esto es, mediadas por cosas. Mediadas, inevitablemente en tanto se mantengan las actuales relaciones de producción, por el dinero, la mercancía, el capital. Es la base social, material, para que, una y otra vez – existe una larga saga – reaparezcan estas “cadenas de la generación fetichista de la riqueza”. Que además, en el caso que nos ocupa, se ha presentado como “emponderamento de la mujer”, “cadena de solidaridad” y “dinero que fluye para cumplir nuestros sueños”. Esto es, el extremo de la cosificación, encubierto por una cínica sanata que se pretende humanista, y hasta liberadora.
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Hola,
Muy bueno. Sobre el punto: «Es que si el dinero está rindiendo intereses, alguien, o algunos, están produciendo ese valor con actividad productiva.», hace unos años había una publicidad muy impresionante de un banco, creo que el Hipotecario, donde decían algo como: «Vos dejas la plata, no haces nada y tenes más plata», mientras se veía una especie de gráficos de barra que crecían. Siempre me resulto impresionante como ejemplo de pedagogía del Capital.
Saludos.
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Gerardo Daniel
03/08/2019 at 17:18
Hay un tema a desarrollar, que en otras notas señalé: el fetichismo del dinero en buena parte de la izquierda. Por ejemplo, la idea de que el capital financiero, de conjunto, se enriquece comprando y vendiendo papeles, activos financieros; esto es, especulando en el corto plazo. O que las economías capitalistas se mantienen, a través de las décadas, mediante el crédito, por fuera de la generación de plusvalía y su acumulación.
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rolandoastarita
04/08/2019 at 13:11
Rolando, si me permite el atrevimiento quería saber su opinión acerca de este comunicado del Polo Obrero: https://www.facebook.com/658749797495836/posts/2459492504088214/. Más específicamente, conocer su opinión acerca de los planes sociales en el movimiento obrero y que crítica podría hacerse al respecto, ya que no tengo una opinión formada sobre este tema. Me parece, además, un buen tema para un futuro artículo. Gracias de antemano, un abrazo.
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Lucas
03/08/2019 at 17:37
Desde hace mucho pienso que muchos de estos planes sociales han sido un instrumento de división entre los desocupados, y base para el manejo de punteros, arribistas, lúmpenes de todo tipo. Seguramente esta situación no es la de los movimientos dirigidos por los partidos de izquierda. Pero esto no exime que la reivindicación correcta debió haber un seguro de desempleo para todos los desocupados, y no parcelar a los desocupados según las divisiones entre los partidos y movimientos de izquierda y pequeñoburgueses populistas. Para explicarlo de la manera más fácil: si una desocupada vivía en la zona de influencia del maoísmo, militaba en el movimiento social dirigido por el maoísmo; si caía en suerte que vivía en la zona dominada por el movimiento social orientado por el trotskismo, o por el Evita, etcétera, militaba en esos movimientos. ¿Que tiene que ver esto con la bandera de la unidad de clase, o la unidad de los desocupados, que fueron tradicionales del socialismo?
Con el agravante de que sobre estas divisiones se potenciaban los pequeños aparatos. A lo que se suma la incidencia permanente del Estado sobre esos aparatos y dirigentes. Personalmente he conocido más de un caso de «auténticos revolucionarios» que, por ejemplo, terminaron comidos por el gobierno K, en base a dinero y prebendas. Con lo que se acentuaba por todos lados las divisiones y rencores; y la manipulación desde el Estado de los desocupados. En todo esto, es conveniente rescatar las críticas de Marx a los métodos de control y dominio burocrático-bonapartista, mediante cooperativas, que hacía Bismarck.
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rolandoastarita
04/08/2019 at 13:22
«Mangiaba pan e cipolla
per far la cunumia
è venuto Carlo LANZA
e se l’a portato via.»
La Argentina potencia de los ganados y la mieses tuvo su genial estafador ANTES que los EEUU. El versito del encabezado se lo escuchaba a mi abuela, nacida en 1910, que lo había aprendido de su madre, inmigrante calabresa. Lo repetía cada vez que veía que alguien «no comía huevos por no tirar la cáscara», es decir se mataba ahorrando. Cuando le preguntaba por Lanza no me sabía decir, hasta que leyendo un libro de Jorge Abelardo Ramos se me apareció. Acabo de googlear para identificarlo y me salió algo mucho mejor: http://literaturargentinaeitaliana.blogspot.com/2017/03/carlo-lanza-de-eduardo-gutierrez-1890.html
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José Mercado
03/08/2019 at 22:14
[…] a través de “Telar de la abundancia” y fetichismo del dinero — Rolando Astarita [Blog] […]
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“Telar de la abundancia” y fetichismo del dinero — Rolando Astarita [Blog] | Alejandro Valle Baeza
10/08/2019 at 21:48