Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Trabajo concreto y trabajo abstracto (3)

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La parte 2 de la nota, aquí

Sociedades precapitalistas y trabajo directamente social

La discusión acerca del contenido del trabajo abstracto conecta con la cuestión de si se trata de un fenómeno específico del sistema capitalista, o si existe el trabajo abstracto en sociedades no capitalistas. Según Rubin, el trabajo abstracto solo existe en el capitalismo.

Nuestro enfoque sobre este tema vuelve a ser un poco distinto del que defiende Rubin. Es que en la medida en que el trabajo abstracto siempre implicó gasto humano de energía, y este es su contenido, la pregunta sobre si el trabajo abstracto existió en sociedades precapitalistas la respondemos diciendo que “en cierto sentido existió, y en cierto sentido no existió”. Este abordaje es el sugerido por Marx en la “Introducción a la crítica de la Economía Política”, cuando plantea que el trabajo, considerado como universalidad abstracta, es una categoría que expresa la relación “más simple y antigua en que entran los hombres cualquiera sea la forma de sociedad” (1981, p. 305, énfasis agregado). Pero a continuación precisa que eso es cierto “en un sentido. Pero no en otro” (ibid.). Es que por un lado el trabajo siempre implicó gasto humano de energía, y por lo tanto en ese sentido, tiene una existencia antediluviana. Sin embargo, en las sociedades precapitalistas el trabajo abstracto no existía escindido del trabajo útil, ni se subordinaba la producción de valores de uso a la generación del valor. Esa escisión y esa subordinación solo se producen en la sociedad capitalista, y representan una diferencia fundamental con las sociedades precapitalistas.

Es que en las sociedades precapitalistas el gasto humano de energía se adhiere al trabajo concreto, y los trabajos son comparados a través de esas particularidades. De manera que la producción de valores de uso no está subordinada a la generación de valor. La razón fundamental es que el trabajo, en su forma natural, esto es, como trabajo concreto, en esas sociedades es directamente social. Por eso Marx, refiriéndose a la familia patriarcal rural, dice que “los diversos trabajos en que son generados [los] productos… en su forma social son funciones sociales” (Marx, 1999, t. 1, p. 95). Y el trabajo, considerado como “gasto humano de energía” es una determinación del trabajo:

“… aquí el gasto de fuerzas individuales de trabajo, medido por su duración, se pone de manifiesto desde un primer momento como determinación social de los trabajos mismos, puesto que las fuerzas individuales de trabajo solo actúan, desde su origen, como órganos de fuerza de trabajo colectiva de la familia” (ibid.).

En la sociedad capitalista, en cambio, el gasto humano de energía no está presupuesto en la particularidad del trabajo. De ahí que el trabajo abstracto y el trabajo concreto se escinden, y el trabajo concreto solo es útil en tanto productor de valor. Lo cual remite al fetichismo de la mercancía, y a la relación cosificada entre los seres humanos, como veremos en seguida.

Trabajo abstracto, una relación social que se autonomiza

Recordemos una vez más la cuestión central: en la sociedad basada en la propiedad privada de los medios de producción, el trabajo privado debe validarse en tanto trabajo social a través de la venta de la mercancía. “Sobre la base de los valores de cambio, el trabajo es puesto como trabajo general solo mediante el cambio” (Marx, 1989, t. 1, p. 100). O también:

“…los trabajos individuales que se presentan en estos valores de uso particulares [x cantidad de café, y cantidad de té, z cantidad de pan, etcétera] solo se convierten en trabajo general, y en esta forma en trabajo social, al intercambiarse realmente entre sí en proporción a la duración del tiempo de trabajo contenido en ellas. El tiempo de trabajo social solo existe, por decirlo así, en forma latente en estas mercancías y solo se revela durante su proceso de intercambio” (Marx, 1981, p. 29).

Dado que los trabajos se ejecutan de forma autónoma – la sanción social ocurre ex post, en la venta – cada productor produce, independientemente de sus necesidades, un valor de uso para otros, no para sí. Por eso las mercancías, para devenir valores de uso, deben primero realizarse como valores; pero inversamente, para realizarse como valores, deben tener un valor de uso para sus compradores. De aquí resulta un principio de interdependencia general entre compradores y vendedores, en el cual se impone un principio regulador. Los trabajos en la sociedad productora de mercancías se ejercen independientemente unos de otros, pero están sujetos a “una interdependencia multilateral en cuanto ramas de la división social del trabajo que se originan naturalmente” (Marx, 1999, t. 1, p. 100).

Enfatizamos que esa interdependencia tiene su fundamento en el “organismo social de producción”, que se estructura cuantitativamente en el sistema de división del trabajo entre sus miembros. Por eso, para comprender este principio regulador, no hay que partir del individuo, sino del todo social (anotemos que en este respecto, la diferencia entre el enfoque marxista y el individualismo metodológico de la economía neoclásica no puede ser mayor). Esto explica por qué Marx, en El Capital, toma el caso de Robinson Crusoe distribuyendo su tiempo de trabajo entre sus diferentes actividades en la isla. No se trata de una recaída en el individualismo burgués, sino poner de relieve el trabajo como un todo, encarado por el organismo social.

Por lo tanto, es la división del trabajo – sobre la base de la propiedad privada de los medios de producción – la que convierte en mercancía al producto del trabajo. Y esta circunstancia hace que los productores no dominen las relaciones que han establecido entre ellos. Por eso, en el capítulo 3 de El Capital, luego de referirse al caso en que se ha producido demasiada tela para lo que el estómago del mercado puede absorber – se ha empleado más del tiempo de trabajo socialmente necesario, considerado como un todo social – Marx escribe:

“Nuestros poseedores de mercancías descubren, pues, que la misma división del trabajo que los convierte en productores privados independientes, hace que el proceso de producción y las relaciones suyas dentro de ese proceso sean independientes de ellos mismos, y que la independencia recíproca entre las personas se complemente con un sistema de dependencia multilateral y propio de cosas” (Marx, 1999, t. 1, p. 131).

Como es conocido, este sistema de dependencia multilateral se impone a los productores a través del movimiento de los precios:

“… el carácter de valor que presentan los productos del trabajo, no se consolida sino por hacerse efectivos en la práctica como magnitudes de valor. Estas magnitudes cambian de manera constante, independientemente de la voluntad, las previsiones y los actos de los sujetos del intercambio. Su propio movimiento social posee para ellos la forma de un movimiento de cosas bajo cuyo control se encuentran, en lugar de controlarlas” (ibid., p. 91; énfasis agregados).

Y este principio regulador que se impone es el tiempo de trabajo socialmente necesario:

“… el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de los mismos [de los productos] se impone de forma irresistible como ley natural reguladora, tal como por ejemplo se impone la ley de la gravedad cuando a uno se le cae la casa encima” (ibid., p. 92).

Por eso la escisión entre trabajo concreto y trabajo abstracto, y la subordinación del primero al segundo, se manifiestan en el carácter cosificado de la relación entre los productores. El tiempo de trabajo abstracto, bajo la forma de valor, se autonomiza y se impone como el principio regulador de los trabajos privados, a través de un movimiento que los productores no dominan. Así, a través del movimiento de “las cosas que valen”, el trabajo concreto está subordinado al trabajo abstracto, y la producción de valores de uso a la generación de valor.

Trabajo abstracto y capital

La producción capitalista, sin embargo, no es solo producción de mercancías, sino producción de plusvalía. Por lo tanto, para el capitalista el valor de uso del trabajo consiste en la valorización del capital adelantado. Esto es posible porque la propiedad privada del capital supone una relación de poder del propietario sobre el no propietario. Por eso, frente al capital, el trabajo existe, en primer lugar, como abstracción, en tanto está despojado de la propiedad de los medios de producción y de cambio:

“La disociación entre la propiedad y el trabajo se presenta como la ley necesaria de este intercambio entre el capital y el trabajo. El trabajo, puesto como no-capital en cuanto tal, es: 1) Trabajo no-objetivado, concebido negativamente… En cuanto tal, es no-materia prima, no-instrumento de trabajo, no-producto en bruto: el trabajo disociado de todos los medios de trabajo y objetos de trabajo, de toda su objetividad; el trabajo vivo, existente como abstracción de estos aspectos de su realidad efectiva (igualmente no-valor); este despojamiento total, esta desnudez de toda objetividad, esta existencia puramente subjetiva del trabajo. El trabajo como miseria absoluta: la miseria, no como carencia, sino como exclusión plena de la riqueza objetiva” (Marx, 1989, t. 1, p. 236).

De ahí que la condición para que los desposeídos de los medios de producción puedan trabajar – y acceder a los medios de subsistencia – es que el trabajo, medio por excelencia de la realización del ser humano, aparezca no solo como masa indiferenciada de trabajo humano, sino como mayor masa de valor por sobre el valor arrojado a la circulación por el capitalista. Esto es, el trabajo concreto se subordina no solo a la producción de valor, sino a la valorización creciente del capital. En consecuencia, el trabajo que se contrapone al capital no es “tal o cual trabajo, sino el trabajo por antonomasia, el trabajo abstracto: absolutamente indiferente ante su carácter determinado particular, pero capaz de cualquier carácter determinado” (ibid., p. 236; énfasis agregado). Así como el capital, en tanto es valor que se valoriza, es indiferente a la particularidad de su contenido, “el trabajo contrapuesto a él posee subjetivamente la misma plenitud y abstracción en sí” (ibid.).

Esto significa que en el modo de producción capitalista el trabajo abstracto adquiere otra realidad práctica, a saber, la indiferencia del trabajador frente al carácter concreto, determinado, de su actividad. Es que solo en la sociedad capitalista el trabajo se ha convertido, para miles de millones de personas, en un “gasto humano de energía indiferenciado”, en cantidad de “trabajo simple”. Para el trabajador que hoy está en una línea de montaje, que hasta ayer era operario de máquina, y que mañana tal vez esté empleado en una empresa de limpieza, o en cualquier otra cosa, los diferentes trabajos concretos representan mero gasto de energía. Y a medida que, con el desarrollo del modo de producción capitalista, avanza la proletarización de sectores sociales, y la mecanización, el trabajo abstracto adquiere más y más entidad real. Por eso en el Manifiesto Comunista Marx y Engels señalaban:

“La introducción de las máquinas y la división del trabajo, despojando a la labor del obrero de todo carácter individual, le ha hecho perder todo atractivo. El productor resulta un simple apéndice de la máquina; no se exige de él sino la operación más simple, más monótona, más rápida” (Marx y Engels, 2000, p. 37).

En el mismo sentido, en los Grundrisse, y a continuación del pasaje que citamos más arriba, Marx agrega:

“…el trabajador mismo es absolutamente indiferente respecto al carácter determinado de su trabajo; para él, este carece en cuanto tal de interés, salvo únicamente por ser trabajo en general y, como tal, valor de uso para el capital. Ser titular del trabajo en cuanto tal – o sea, del trabajo como valor de uso para el capital – constituye, pues, la característica económica del obrero: es obrero en oposición al capitalista” (Marx, 1989, t. 1, p. 237).

Marx apunta también que, en oposición al trabajo del artesano, o al miembro de una corporación, esa relación económica característica del capitalismo – el capital opuesto al trabajo en su abstracción – se desarrolla con tanta más pureza cuanto más pierde el trabajo su carácter artesanal; cuando el trabajo se simplifica y se vuelve más y más “una actividad puramente abstracta, puramente mecánica, y por ende indiferente, indiferente ante su forma particular; actividad meramente formal o, lo que es lo mismo, meramente sustancial, actividad en general, indiferente respecto a la forma” (ibid.). La misma idea – división y simplificación del trabajo hasta convertirlo en actividad carente de cualquier contenido, de toda posibilidad de realización humana – la encontramos en los capítulos de El Capital dedicados a la manufactura y la gran industria.

Bibliografía citada:
Marx, K. (1987): Escritos de juventud, México, FCE.
Marx, K. y F. Engels, (2000): El Manifiesto Comunista, Buenos Aires, El Aleph.
Marx, K. (1981): Contribución a la crítica de la Economía Política, México, Siglo XXI.
Marx, K. (1989): Elementos fundamentales para la crítica de la Economía Política (Grundrisse) 1857-1858, México, Siglo XXI.
Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI.

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Trabajo concreto y trabajo abstracto (3)

 

Written by rolandoastarita

25/09/2016 a 17:35

7 respuestas

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  1. Felicitaciones Rolo, excelente claridad.
    Abrazo

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    JORGE NAVARRO

    25/09/2016 at 21:07

  2. Que valor le da, profesor Astarita, a un CD de dos grupos cualquiera X e Y (argentinos, estadounidenses, etc)? Lo digo porque seguro que el primero (X) incorpora mucho más trabajo en producción, distribución, promoción, etc. Y que valor le da el autor a tener una copia de un CD del grupo Y, a tener la misma copia 100 veces?, porque todos incorporan la misma cantidad de trabajo.

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    Caillo

    27/09/2016 at 12:49

  3. Hola Rolando, te dejo dos dudas.
    En la primera parte escribiste:
    “Es que la mercancía puede haber llegado al mercado con un precio tentativo, pero si por alguna razón no puede venderse, o debe venderse a un precio muy bajo, el trabajo empleado no se plasmará como valor (y se hablará de la “desvalorización” de las mercancías).”
    O sea, si la producción de una mercancía en condiciones sociales medias excede a la cantidad socialmente necesaria estas mercancías se desvalorizan. Suponiendo que fuesen producidos 100x en 100 horas, pero fuesen socialmente necesarios apenas 80x, el valor del trabajo empleado en x tendría una reducción de 20%.
    Al contrario, si la producción fuese de 80x en 80 horas, pero fuesen socialmente necesarios 100x ¿las 80 horas aumentarían su valor?
    Si es de este modo, y en el caso en que la cantidad de valores de uso producidos de X no se iguale con la cantidad de valores de uso socialmente necesarios de X, el valor pareciera estar asociado a esta diferencia, y no a la cantidad media de trabajo vivo empleado y de la cantidad media de trabajo muerto transferido a las mercancías. ¿Puede ser que precio y valor con confluyan, aunque sea coyunturalmente? ¿Podes explicarme el problema? Me suena a teoría del equilibrio general (el precio es determinado por la oferta y la demanda) y me está dando psoriasis.
    Otra cuestión. En la primera parte escribiste:
    “Es una condición de la existencia humana que los seres humanos produzcan bienes de uso. Pueden cambiar las formas sociales (esto es, las relaciones sociales) bajo las que producen, pero no el hecho de que siempre hubo que producir valores uso.”
    Y en el párrafo siguiente:
    “Sin embargo, en las sociedades precapitalistas el trabajo abstracto no existía escindido del trabajo útil, ni se subordinaba la producción de valores de uso a la generación del valor.”
    “Es que en las sociedades precapitalistas el gasto humano de energía se adhiere al trabajo concreto, y los trabajos son comparados a través de esas particularidades. De manera que la producción de valores de uso no está subordinada a la generación de valor.”
    En estos últimos párrafos, ¿“valor de uso” no sería “bienes de uso” porque las relaciones capitalistas y la forma valor no están desarrolladas?
    Gracias

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    NM

    28/09/2016 at 15:14

    • Con respecto a la primera pregunta. Una cuestión «preliminar»: es muy importante tener en cuenta de que las mercancías llegan al mercado con un precio tentativo. Marx plantea eso en el cap. 3 de El Capital, y es central en la crítica a la teoría cuantitativa (los monetaristas siguen pensando que los precios se establecen por comparación entre una masa de mercancías, que llegan al mercado sin precio, y una masa de dinero).

      Voy ahora a la cuestión más importante. El tema central es que la determinación del tiempo de trabajo socialmente necesario (TTSN) es doble. Por un lado el TTSN está determinado por la tecnología y la intensidad del trabajo; por otra parte, por el tiempo de trabajo que la sociedad de conjunto necesita destinar a la producción de las diferentes ramas.

      Esta última condición se manifiesta a través de las oscilaciones permanentes en los volúmenes de la oferta y la demanda. Esto es, la ley del valor trabajo opera a través de la oscilación permanente de los precios de mercado en torno a los precios de producción. Los precios de producción actúan entonces como «centros de gravitación» de los precios de mercado. La idea de los precios de producción como centros de gravitación está en los precios naturales de Ricardo y los economistas clásicos, como señaló con acierto Garegnani. Pero esta explicación entonces es opuesta a la tesis neoclásica que dice que los precios se determinan por la oferta y la demanda. La oferta y la demanda no pueden determinar los centros de gravitación (los precios de producción), sino simplemente las oscilaciones en torno a los precios de producción.

      Vayamos entonces a un ejemplo concreto. Supongamos que en una rama se produjo más de lo que el mercado puede absorber. En ese caso se produce una desvalorización del capital mercancía. Esto es, una parte del trabajo privado no es validado como trabajo social. Esto lleva a que cierren empresas en ese sector, o se trasladen capitales a otra rama, etc. La caída de la oferta lleva de nuevo a que el precio de venta se ajuste al precio de producción. Lo inverso sucederá si la demanda supera la oferta; en este caso indicará que de conjunto la sociedad debe dedicar más tiempo de trabajo a la producción del bien, etcétera.

      Sobre la segunda pregunta, si te interpreto bien, no veo que por qué no podemos hablar de «valor de uso» en sociedades no capitalista. En cualquier sociedad los individuos aprecian la utilidad, o el valor de uso, de los bienes; aunque estos bienes no tengan valor.

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      rolandoastarita

      29/09/2016 at 09:30

  4. Gracias por la respuesta. La expresión «centro de gravitación» me dejó más clara la variación entre precio y valor.
    En relación a la segunda pregunta ¿el valor de uso no es propio del modo de producción capitalista? ¿puede haber valor de uso sin valor?

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    NM

    30/09/2016 at 01:01

    • «¿puede haber valor de uso sin valor?».
      Sí, por supuesto. Incluso lo dice Marx en el capítulo 1 de El Capital: «Una cosa puede ser valor de uso y no ser valor. Es este el caso cuando su utilidad para el hombre no ha sido mediada por el trabajo. Ocurre ello con el aire, la tierra virgen, las praderas y bosques naturales, etc. Una cosa puede ser útil y además producto del trabajo humano, y no ser mercancía. Quien, con su producto, satisface su propia necesidad,indudablemente crea un valor de uso,pero no una mercancía» (p. 50, edición Siglo XXI).

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      rolandoastarita

      30/09/2016 at 09:17

    • Creo que la palabra «valor»en «valor de uso» te confunde. Y sí, a mi me pareció siempre confusa la parte de valor de uso, valor de cambio, valor, todo como cosas distintas. «Valor de uso» es igual a «cosa útil» (agrego, útil para otros, para cierta generalidad de otros). Esa cosa útil puede ser producto del trabajo humano o no (la tierra virgen o el aire, por ejemplo). Sin embargo, que algo sea producto del trabajo humano no implica necesariamente que tenga que tener valor. Es en este modo de producción (es decir, una circunstancia histórica) que los productos del trabajo humano se expresan como cosas que tienen valor. Entiendo que con lo de «foma de valor», Marx se responde la pregunta de ¿por qué el producto de un trabajo humano (una camiseta por ejemplo) tiene valor? ¿Qué es eso del «valor»? No es una característica física, sino social de la cosa. Es una pregunta lógicamente previa a la que, entiendo, se hacían los clásicos como Smith o Ricardo, que se preguntaban ¿por qué la mercacía X costaba x$, y por qué mantenía una relación del precios (un precio relativo) con la mercancía Y de, por ejemplo, 2x=1y?
      En cuanto a la determinación del valor por el TTSN y no por el juego de la oferta y la demanda, pensá en cuando la oferta y la demanda coinciden…. ¿qué determina el precio (o valor) para ese caso? El mismo Marx plantea que en ese caso las dos variables se anulan una a la otra y su efecto no se hace sentir en el precio. ¿Por qué cuando se igualan oferta y demanda de una mercancía X esta vale $10, y no $10.000? ¿y por qué cuando la oferta y la demanda de la mercancía Y también coinciden, esta vale $100, y no $10 como la mercancía X? En el caso de igualdad de oferta y demanda se ve con todo el efecto de el TTSN.
      Para ayudarte con lo de «si la producción fuese de 80x en 80 horas, pero fuesen socialmente necesarios 100x ¿las 80 horas aumentarían su valor?»,en primer lugar, sí, esas 80 horas de trabajo contarían como 100 horas. Es la forma en que en el capitalismo (un modo de producción en el que la producción social se realiza por medio de productores privados aislados e independientes) se distribuye el tiempo de trabajo social de acuerdo a las necesidades sociales. En este caso el precio ( y las ganancias extraordinarias que de ese precio derivan) está diciendo que hace falta destinar más tiempo de trabajo a esa actividad. Tené en cuenta que el capitalista, en tanto propietario de dinero, pude ponerse a producir cualquier cosa para la que le alcance su dinero (puede comprar un departamento, invertir en la construcción de un edificio, comprarse un camión, ponerse un comercio, invertir en una actividad productiva por medio de un pool o acciones, o directamente como capitalista industrial) y nadie se lo impide, ni existe conciencia de si eso en lo que invierte su capital (y en definitiva en lo que se invierte tiempo de trabajo, es decir, a lo que se dedica tiempo de trabajo) se está necesitando o no. Por una casualidad, podría encontrarse mucho trabajo destinado a una misma actividad, sin que sea necesario tanto trabajo para satisfacer la demanda del producto que deriva de esa actividad. Eso pasa constantemente en el capitalismo, por eso hay crisis de sobreproducción, ya sea más bien general o en sectores específicos. Como no hay control del conjunto de la sociedad sobre el trabajo y la producción social (los hombres no dominan las cosas sino que las cosas los dominan, algo así dice Marx), la forma que queda para poder coordinar ese trabajo social (y evitar que todos estemos haciendo casitas, o autos al mismo tiempo) es el precio. Si se destinó más trabajo que el necesario par satisfacer una necesidad, en definitiva se desperdició trabajo. Por eso, el trabajo que se aplicó, aun cuando sea exactamente el socialmente necesario y ni un minuto más, vale como si fuera menos trabajo. No se necesitaba el excedente de trabajo y eso desvaloriza al conjunto.
      Perdón Rolo por la extensión.

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      Gus

      30/09/2016 at 19:17


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