Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Crédito, acumulación y crisis en la teoría de Marx (1)

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En esta nota retomo la temática de la teoría marxista de la acumulación y crisis, que he tratado en entradas anteriores. El objetivo de esta entrada es presentar, de manera accesible, las ideas centrales de Marx sobre el rol del crédito en la dinámica capitalista. Dada su extensión, la he dividido en dos partes.

El rol bifacético del crédito

La primera idea que destacamos es el rol bifacético que Marx asigna al sistema crediticio: por un lado, favorece el desarrollo de las fuerzas productivas, por el otro impulsa a la sobreproducción y la especulación, y por lo tanto, es un factor de crisis. En relación al primer aspecto, señala que el crédito contribuye a la formación de una tasa media de ganancia; reduce los costos de circulación – entre otras razones porque aumenta la velocidad del dinero y permite economizarlo -; acelera la circulación de las mercancías; y moviliza capitales dinerarios ociosos – por ejemplo, fondos de amortización de empresas – para ser invertidos productivamente (véase pp. 561-2, t. 3, El Capital, edición Siglo XXI). También impulsa la formación de sociedades por acciones que a dan lugar a una “descomunal expansión de la escala de la producción y empresas que resultarían imposibles para capitales individuales” (p. 562; ibid.). Más adelante señala que el crédito “acelera el desarrollo material de las fuerzas productivas y el establecimiento del mercado mundial” (pp. 568-9; ibid.).

Pero por otra parte, el sistema crediticio “aparece como palanca principal de la sobreproducción y de la sobrespeculación en el comercio”. Ello ocurre porque con él se lleva al límite extremo el proceso de reproducción, y porque una parte sustancial del capital es empleado por no propietarios del mismo, que se embarcan en peligrosas maniobras especulativas (véase p. 568; ibid.). Por eso el crédito acelera y potencia las crisis. De ahí que Marx destaque “las  características bifacéticas inmanentes al sistema crediticio”, ser fuerza impulsora de la producción capitalista pero también conformar un sistema “de juego y fraude” (véase p. 569). Este doble rol del crédito también es señalado en el capítulo 36. Explica que, al poner a disposición de los capitalistas industriales y comerciales “todo el capital disponible y aún en potencial de la sociedad”, la banca y el crédito “se convierten… en el medio más poderoso para impulsar la producción capitalista más allá de sus propios límites, y en uno de los vehículos más eficaces de las crisis y de las estafas”  (p. 782). Por eso también, en el capítulo 12 del tomo 2 de El Capital, se refiere al crédito hipotecario, que hace que el empresario ya no trabaje para un cliente. Ahora construye varias viviendas, ya que “al igual que todos los otros industriales, está obligado a tener mercancías terminadas en el mercado” (p. 284, t. 2). Así, apalancado en el crédito, puede edificar 100 o 200 casas, “una empresa que supera en veinte y hasta cincuenta veces su propio patrimonio” (ibid.). Si se produce una crisis que paraliza el pago de las cuotas, fracasa toda la empresa, las casas quedan sin terminar hasta que lleguen tiempos mejores, o se las pone en subasta y se las vende a mitad de precio (véase ibid.).

El doble carácter del crédito está supuesto también en las crisis por sobreproducción y sobreacumulación. Esto es, el crédito contribuye a la expansión de la acumulación y de la producción capitalista, las cuales desembocan en las crisis y la depresiones. Por eso también, la explicación de las crisis de Marx contempla la interacción entre factores reales y financieros. No pueden explicarse haciendo abstracción de las cuestiones financieras (y monetarias); aunque la esfera financiera, por sí misma, tampoco explica las crisis (como parecen sugerir los poskeynesianos).

Dos tipos de crédito

Marx distingue dos tipos de créditos, el comercial y el crédito bancario, que es “esencialmente diferente” del primero. El crédito comercial es el que “se conceden mutuamente los capitalistas ocupados en la reproducción” (p. 616-7, t. 3, El Capital). En el siglo XIX estaba representado por la letra de cambio. Básicamente, se trata de una promesa de pago; su emisor instruye a otra persona, el deudor, a pagar al vencimiento y en el lugar establecido la suma de dinero. Al firmar la letra el deudor asume entonces ese compromiso.

Las letras de cambio circulaban entre los capitalistas como medios de pago, por endoso de uno al otro, sin intervención del descuento. Por ejemplo el hilandero compró algodón con una letra; el fabricante de tela compró al hilandero hilado con otra letra; el comerciante compró tela con otra letra. De esta manera el algodón recorre las diferentes fases del proceso de producción, y el crédito media el traspaso del producto de unas manos a otras. Por supuesto, la posibilidad de saldar estas promesas de pago depende del reflujo del capital, esto es, de que ocurra la venta final (M’ – D’ en el circuito del capital) final. El desarrollo del proceso de reproducción, anota Marx, amplía el crédito y a su vez el crédito contribuye a la expansión de las operaciones industriales y comerciales (p. 619, ibid.). Mientras el proceso de reproducción se mantiene fluido, o sea, se asegura el reflujo, “este crédito persiste y se expande, y su expansión se basa en la expansión del propio proceso de reproducción” (p. 621, ibid.).

El segundo tipo de crédito que examina Marx es el crédito dinerario “propiamente dicho”. Se trata de los anticipos de dinero que efectúan los bancos y prestamistas a los capitalistas industriales y comerciantes. La principal forma de adelantar dinero, en tiempos de Marx, era a través del descuento de letras de cambio. En este caso, a diferencia del anterior, se pone en movimiento capital ocioso. Por ejemplo, fondos líquidos, provenientes de los cargos por amortización que acumulan empresas en los bancos; o que invierten en el mercado monetario. También puede tratarse de ahorros líquidos de los sectores acomodados. Los bancos entonces centralizan estas sumas y las prestan a interés a capitalistas.

Cuando se trata del crédito comercial, son los anticipos de dinero que efectúan los banqueros y prestamistas vía descuento de las letras de cambio. Cuando el banco emisor descuenta una letra de cambio de un comerciante, le paga al tenedor de la letra, o a su banco, el valor nominal de la letra menos una tasa de interés. De manera que pone en circulación billetes de banco por el valor descontado. Cuando vence la letra, el banco recibe de vuelta el dinero. De esta manera el monto de billetes en circulación responde al crecimiento o disminución de los negocios. El descuento de letras en el siglo XIX era la principal fuente de creación de billetes de banco, de dinero fiduciario, en Gran Bretaña y en los países capitalistas.

Impulso a la sobreproducción

El crédito no solo permite ampliar los mercados, y la producción, sino también impulsa a la sobreproducción. Por ejemplo, en tanto se sigan descontando letras, “la apariencia de un negocio de gran solidez y de reflujos ágiles aún puede subsistir tranquilamente luego de que, en los hechos, los reflujos hace mucho que ya solo se efectúan a expensas de prestamistas de dinero engañados, en parte, y en parte de productores igualmente estafados” (p. 623-4).

O sea, durante todo un período puede haber continuado la producción, en tanto las ventas se están atascando, y los mercados exhiben crecientes signos de saturación. En estas circunstancias el crédito empuja a la sobreproducción. Con frecuencia, incluso cuando se está entrando en la etapa final del auge, el crédito todavía crece, sosteniendo la producción. Pero por eso mismo se multiplican las promesas de pago, al tiempo que se  generan las condiciones que llevan a la crisis y la depresión.

Finalmente, estalla la crisis, de manera que hay mercancías sin vender y fuerzas productivas paralizadas. Escribe Marx: “En cuanto se produce una paralización a causa de demoras en los reflujos, mercados saturados, baja de precios, hay un excedente de capital industrial, pero en una forma en la cual no puede llevar a cabo su función. Hay una masa de capital mercantil, pero es invendible. Hay una masa de capital fijo, pero desocupado en gran parte por estar paralizada la producción” (p. 621). En la primera fase de la crisis el crédito todavía crece: pero cada vez más se lo solicita para cumplir compromisos, y la tasa de interés también aumenta. Luego, la necesidad de cumplir los compromisos de pago desata las ventas forzadas, que profundizan la caída de precios y el default de deudas. Por último, el crédito se contrae; hay capital desocupado; disminuyen la demanda de crédito comercial y las exigencias de pago al contado.

Pero además, con el crédito se generan oportunidades para las estafas y los fraudes. Por ejemplo, en el siglo XIX era frecuente emitir letras que no tenían detrás operaciones reales, esto es, transacciones de mercancías, con el objetivo de obtener dinero para embarcarse en todo tipo de aventuras. Por caso, para especular en la bolsa de valores en períodos de fiebre inversora, como ocurrió en la década de 1840 con las acciones ferroviarias.

Destacamos entonces el doble carácter del sistema crediticio en el capitalismo. Por un lado, “acelera el desarrollo material de las fuerzas productivas y el establecimiento del mercado mundial”. En este respecto, es un error, cometido con frecuencia por autores de izquierda, identificar la expansión del crédito y las deudas (la otra cara de las acreencias) con una suerte de crisis crónica, o estancamiento del capitalismo.

Por otra parte, el crédito “aparece como palanca principal de la sobreproducción y de la súper-especulación en el comercio” (también podemos decir, en la industria, en la producción agrícola, etcétera) y acelera los estallidos violentos de las contradicciones del capitalismo, las crisis (p. 569, t. 3). Hoy deberíamos agregar las posibilidades de creación endógena de dinero bancario – el banco otorga un crédito al capitalista productivo, por ejemplo, permitiéndole girar sobre una cuenta en descubierto – que es utilizado como capital para producir valor y plusvalor. Es el “dinero circuito”, estudiado, entre otros, por poskeynesianos y regulacionistas.

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Written by rolandoastarita

28/11/2020 a 16:02

Publicado en Economía

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2 respuestas

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  1. Quiero tu opinión de esta cuenta de instagram: https://instagram.com/facultad.neokeynesiana?igshid=1lacyhgbz2xqd

    Hace criticas a la URSS pero también a Marx

    Me gusta

    ObreroRevolucionario

    02/12/2020 at 21:24


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