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Fuga de capitales y acumulación en tiempos K

En su estudio, publicado en mayo de 2007, sobre la evolución de la fuga de capitales en Argentina, los investigadores de CEFIDAR, Jorge Gaggero, Claudio Casparrino y Emiliano Libman comenzaban diciendo que “el fenómeno denominado fuga de capitales ha estado presente en la historia económica reciente de Argentina, particularmente durante el período que comienza con las reformas económicas encaradas desde 1976 por la última dictadura militar, y parece finalizar con el agotamiento y crisis del denominado modelo de la convertibilidad”. Esto es, el fenómeno habría correspondido al largo período de hegemonía del modelo neoliberal (los años de la dictadura militar, el período de alta inflación de los ochenta y luego el menemismo privatizador), y habría finalizado hacia la caída del gobierno de De la Rúa.
Esta afirmación parece encajar bastante bien con la idea de que a partir de 2002, y más precisamente con la presidencia de los K, se habría pasado a un modelo productivo. Se supone que en un modelo productivo el excedente (esto es, la plusvalía), se reinvierte a fin de ampliar la acumulación del capital. Es que un proceso de desarrollo se caracteriza por lo que Marx llama la reproducción ampliada del capital. Una parte importante de la plusvalía vuelve a entrar en el circuito de producción, para generar más plusvalía, ampliando a su vez la escala de la producción. En este proceso la inversión tiene la primacía; en la medida en que se expande la producción de bienes de producción y bienes de consumo, aumentan el empleo, generándose más plusvalía, que se reinvierte para seguir expandiendo las fuerzas productivas. Naturalmente, para que esto suceda al interior de un país, es necesario que la plusvalía se reinvierta en el mismo.
Distribución del ingreso en tiempos K
Los defensores del gobierno K dicen que una de sus virtudes es haber mejorado la distribución del ingreso en Argentina. El modelo industrialista y desarrollista K habría disminuido las diferencias sociales. Eso establecería una diferencia fundamental con respecto a las épocas del menemismo. Alguna gente de izquierda está convencida de que esa mejor distribución del ingreso constituye una razón suficiente para apoyar, de alguna manera, al gobierno K. Muchos intelectuales de izquierda aplauden ese “logro”.
Los datos, sin embargo, no parecen dar un aval a esta creencia. La distribución del ingreso mejoró con respecto a lo peor de la crisis 2001-2002, pero no ha revertido la tendencia de largo plazo que operó en Argentina, que implicó un ahondamiento de las desigualdades.
Debido a que las estadísticas sobre distribución funcional del ingreso –que dice cómo se divide el producto entre los asalariados y los que perciben rentas y ganancias– están discontinuadas desde 1975, nos basamos en los datos sobre la distribución personal del ingreso.
El coeficiente Gini es un coeficiente que mide esta distribución. Cuando el coeficiente se acera a 1, significa que la distribución del ingreso es más desigual; y cuando se acerca a cero, es más igualitaria.
En 1974 el coeficiente Gini (calculado por el INDEC) era de 0,345. En 1981 aumentó a 0,389; en 1985 a 0.422; en 1990 a 0,457; en 1995 permanecía en 0,453; en 1999 aumentaba a 0,495, y sigue aumentando con la crisis de 2001-2002. Como consecuencia, en el tercer trimestre de 2003 era 0,534. Desde ahí comienza a bajar, pero desde mediados de la década tiende a estancarse, y no perfora los niveles promedio de los noventa (véase el cuadro).
Mitos sobre los tiempos K
Una idea muy difundida en ámbitos de las ciencias sociales progresistas y de izquierda es que la década de los noventa se caracterizó por el predominio del sector financiero especulativo, en tanto que a partir de 2002 habría prevalecido un modelo productivo. En los noventa los sectores productivos habrían encogido, en beneficio de las finanzas. El crecimiento habría sido meramente parasitario; no habría habido inversión productiva. En la década siguiente, habría ocurrido exactamente lo opuesto.
En esta nota presento algunas objeciones a esta visión, basadas en lo que dicen las cuentas nacionales, y en las categorías de Marx.
Veamos la participación del sector financiero en la economía argentina, entre los noventa y los 2000 (elaboración con datos del INDEC).
Participación de la intermediación financiera en el PBI
Patria bancaria en tiempos K
En el pensamiento progresista pro K se ha convertido en un lugar común sostener que el actual es un “modelo productivo”, por oposición al “modelo de dominancia financiera” de los noventa. Una oposición que se habría reforzado con la asunción de Marcó del Pont en el Banco Central.
Pues bien, en esta nota quiero apuntar a una pequeña cuestión que, me parece, no encaja del todo en esa idea tan generalizada. Tiene que ver con la operatoria del Banco Central, y de los bancos.
Como es sabido, desde hace años el Central está absorbiendo los dólares que se generan por el excedente de la balanza comercial, contra los que emite pesos. Por otra parte, y dado que la teoría monetarista ortodoxa (acatada por buena parte de la “heterodoxia”) sostiene que el aumento de la cantidad de dinero genera aumento de precios, el Banco Central realiza operaciones para reabsorber parte de lo que emite. Es lo que se llama esterilización. Consiste en colocar títulos del Banco Central (Lebac). Estas letras, que lógicamente rinden un interés, son compradas por los bancos.
A julio de 2010 el valor global de las Lebac en manos de los bancos asciende a 57.000 millones de pesos, en términos redondos (dato que tomo de la página web del BCRA). Las Lebac a 90 días están pagando un promedio de 12% de interés anual. Los bancos, a su vez, están pagando a los ahorristas una tasa de alrededor del 9,5% anual por depósitos a treinta días. Esto significa que le prestan al Estado, sin riesgo, al 12%, y pagan a los ahorristas el 9,5%. Dado el monto, 57.000 millones de pesos, los bancos obtienen un ingreso neto de unos 1.400 millones de pesos anuales. Un bonito rendimiento, basado en un apalancamiento que, subrayo, no representa riesgo alguno. Aquí no existe inversión productiva de ninguna naturaleza. Es pura bicicleta financiera, y apropiación de plusvalía, a través de los canales estatales. ¿Alguien me puede explicar cómo encaja esto en las categorías usuales?
NOTA: Agradezco a un viejo amigo, quien me sugirió el problema.
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Patria bancaria en tiempos K
















