La política socialista ante la guerra y la lucha de los obreros franceses

El disparador de esta entrada es un razonamiento, formulado desde posiciones de izquierda, que enlaza la caracterización de la guerra en Ucrania con la lucha de los obreros franceses contra la reforma, impulsada por Macron, del régimen de jubilaciones. Sus puntos centrales son:
a) Está en curso una guerra inter-imperialista de carácter mundial;
b) la lucha de los obreros franceses contra la reforma de Macron es, en esencia, un acto contra la guerra imperialista, porque debilita al gobierno de una potencia que participa en la guerra;
c) en consecuencia la posibilidad de derrotar esta guerra depende decisivamente de las movilizaciones y las acciones huelguísticas como las que se están desarrollando en Francia (con el lastre de las direcciones sindicales reformistas y conciliadoras).
Pues bien, no entiendo cómo se pretende acabar una guerra entre imperialismos por esta vía (en aras de la clarificación, supongamos que la de Ucrania sea una guerra entre dos imperialismos). Después de todo, Macron podría retroceder tácticamente en sus reformas si eso fuera necesario para la movilización general (reclutamiento masivo). Y lo mismo podría hacer cualquier otro gobierno capitalista. Más en general, la pregunta es ¿cómo se les ocurre a algunos marxistas que una guerra entre imperialismos se derrota luchando por un programa de demandas económicas en alguno, o algunos, de los países beligerantes? No es casual que a nadie en la tradición del socialismo revolucionario se le haya ocurrido semejante cosa. Por ejemplo, la política leninista del derrotismo revolucionario se basó precisamente en la convicción de que la guerra no se detiene meramente con luchas reivindicativas propias del programa mínimo. El programa de Trotsky ante la Segunda Guerra tampoco giró en torno a reivindicaciones económicas, sino fue específicamente “militar”. Se puede estar a favor o en contra (personalmente me parece cuestionable), pero de ninguna manera pasó por reivindicaciones elementales.
Pero sin llegar a la política leninista, o de Trotsky, recordemos las resoluciones del Congreso de Stuttgart (1907), de la Segunda Internacional. Además de convocar a la clase obrera “a cumplir con sus obligaciones de solidaridad internacional”, llamaba a fortalecer y coordinar acciones entre los trabajadores de diferentes países para emprender iniciativas contra la guerra. Entre ellas, enfrentar el militarismo y desarrollar iniciativas para democratizar la organización militar. La clase obrera debía pelear por todos sus medios para evitar la guerra, los cuales “variarán con arreglo a la intensidad de la lucha de clases y la situación política general”. El último párrafo, propuesto por Rosa Luxemburgo y Lenin, decía: “si, a pesar de todo, estallara la guerra es su obligación [de la clase obrera y sus representantes parlamentarios en los países afectados] intervenir a fin de ponerle término enseguida y con toda su fuerza para aprovechar la crisis económica y política creada por la guerra para agitar los estratos más profundos del pueblo y precipitar la caída de la dominación capitalista”. Todo esto significa que la lucha contra la guerra debe ser asumida conscientemente. No puede ser un mero subproducto de la pelea por las reivindicaciones elementales (un escenario que cualquier clase capitalista podría manipular en un sentido patriótico y belicista).
Lo central que deseo remarcar es que la lucha contra las guerras imperialistas se ubica en un plano distinto al planteado por las reivindicaciones económicas del programa mínimo. Pero esto es lo que no ocurre en el enfoque que estoy criticando. En él hay una contradicción entre la caracterización de la guerra (es mundial, lo que implicaría la movilización masiva de los ejércitos de los países imperialistas; es inter-imperialista, lo que significa que Ucrania juega el mismo rol imperialista que Rusia), por un lado; y, por otro lado, la política propuesta para detener esa guerra (convocar a los obreros de cada país a luchar por reivindicaciones mínimas). En definitiva, la táctica no se corresponde con la caracterización que se ha hecho de la naturaleza de la guerra. Mi sugerencia, además, es que debe revisarse, en primerísimo lugar, la caracterización de la guerra en curso como “inter imperialista y mundial”.
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