Jornada laboral, solidaridad obrera y agitación en el aire

Varias organizaciones trotskistas han adoptado como un eje de campaña electoral la reducción de la jornada de trabajo para disminuir la desocupación. “Planteamos la reducción de la jornada laboral a 6 horas 5 días a la semana sin afectar el salario y que nadie gane menos del costo de una canasta básica” (tomado de un candidato del FIT).
La consigna es bastante parecida a la adelantada por Trotsky, en 1938, en el Programa de Transición: “escala móvil de salarios y escala móvil de horas de trabajo”. Según el PT, la escala móvil aseguraría “el aumento automático de los salarios correlativamente con la elevación de los precios de los artículos de consumo”. La escala móvil de horas de trabajo sería una medida contra la desocupación “tanto de ‘estructura’ como de ‘coyuntura’”. O sea, contra el ejército de reserva más o menos permanente, y contra el aumento del desempleo durante las crisis y depresiones.
Pues bien, una cuestión que muchas veces omiten los discípulos de Trotsky es que el PT apela a la solidaridad de los obreros para hacer efectivo la demanda: “Los sindicatos y otras organizaciones de masas deben ligar a aquellos que tienen trabajo con los que carecen de él por medio de los compromisos mutuos de solidaridad”.
Las horas extraordinarias y el doble empleo
El llamado del PT a la solidaridad tiene lógica. Es que si se reduce la jornada laboral los obreros que están empleados no deberían buscar otros trabajos para elevar sus ingresos, ni realizar horas extraordinarias por encima del nuevo horario máximo establecido. Sin embargo, si los salarios son muy bajos, abstenerse de hacer horas extras puede ser de difícil cumplimiento. Máxime cuando el capital, espoleado por la caída de la rentabilidad y la competencia, intensifica la división del trabajo y avanza en el reemplazo de mano de obra por maquinaria. Lo cual puede intensificar la competencia entre los obreros, como señaló alguna vez Engels: “cuanto más crece el capital productivo, más se extiende la división del trabajo y la aplicación de la maquinaria, más se acentúa la competencia entre los obreros y más se reduce su salario” (Introducción, de 1891, a Trabajo asalariado y capital). Por eso, a Marx y Engels no se les ocurrió que esta dinámica, inherente a las leyes de la acumulación, pudiera revertirse apelando a la buena voluntad y solidaridad de los obreros. Cuestión que remite a discutir la afirmación de que este reparto de horas de trabajo sea el sistema de trabajo en la sociedad socialista (examinaré esta idea en una próxima entrada).
Sin embargo, y a pesar de su importancia, en el PT no se menciona la constricción social que, en última instancia, ancla en las relaciones de producción. Por eso, el éxito de la medida se condiciona a la existencia de “compromisos mutuos de solidaridad”, como si los trabajadores pudieran abstraerse de las condiciones materiales existentes –crisis y depresión, salarios que no cubren el valor de la fuerza de trabajo. A lo que debemos sumar que esos compromisos estarían mediados por organizaciones sindicales conducidas en su mayoría por dirigentes reformistas y propensos a la conciliación con el capital. ¿Qué base materialista, científica, tiene esa propuesta?
La campaña en Argentina está aún más en el aire que el PT
Como vimos, en el PT se condiciona el éxito de la consigna-solución del desempleo a que exista solidaridad entre los trabajadores. Pero los partidos trotskistas que agitan la consigna en Argentina no dicen palabra del asunto. Nunca explican que los ocupados deberían renunciar voluntariamente a trabajar tiempo extra; o que este debería prohibirse. Ni siquiera dicen que, para ser consecuentes con el planteo, el trabajo extra tendría que prohibirse ya mismo. Tengamos presente que a finales de 2020 había, en Argentina, un total de 10,4 millones de obreros y empleados, de los cuales casi 3,9 millones trabajaban más de 45 horas semanales. Además, la tasa “oficial” de desempleo era 11% (1,4 millones de personas).
Por lo tanto, un planteo honesto de la consigna-solución criolla del desempleo, incluso en la perspectiva del PT, no debiera eludir “los compromisos mutuos de solidaridad”, su relación con las organizaciones gremiales burocratizadas, y con los cambios del valor de la fuerza de trabajo. Más precisamente, dada la crisis y depresión económica existente –o sea, dadas las horas de trabajo y los salarios existentes-, si se reduce la jornada laboral, ¿cómo se impedirá la presión del trabajo que buscará complementar sus magros ingresos salariales? ¿O piensan que la “canasta básica” es una fortuna?
Barrer bajo la alfombra estas cuestiones es hacer propaganda en el aire. Y pone en evidencia, una vez más, la liviandad de estas recetas de curanderos sociales, siempre inclinados a eludir la cuestión central, la relación capitalista de explotación.
Para bajar el documento: https://docs.google.com/document/d/1cKvFuL1iowq2Ymkb9cOH824S586p5yTtWcoOEGImVU8/edit?usp=sharing
Bien Rolando tu crítica. Sin embargo queda la pregunta ¿cómo debería hacerse la reivindicación de reducción de la jornada sin rebaja de salario, que es totalmente justa e imprescindible? Creo que obviamente debería ser acompañada de una explicación general, que puede hacerse en términos sencillos, del aumento del plusvalor relativo en estas condiciones del desarrollo capitalista (e incluso plusvalor absoluto). Pero pueden plantearse además reivindicaciones muy concretas, por ejemplo: el pluriempleo en los trabajadores de la salud, forzado por los bajos salarios y la privatización de los sistemas de salud, ha sido un factor de agravamiento de la pandemia; hay casos muy evidentes. Y eso es un problema de primera magnitud. Creo que la actividad revolucionaria no debe dejar de lado estas cuestiones.
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fernando moyano
05/09/2021 at 20:02
Pienso que el planteo debe pasar por un programa socialista de distribución del trabajo según las necesidades sociales, y el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas. Tengo preparada una nota (de alguna manera voy «dosificando» las publicaciones) sobre este asunto, a partir de cuestionar la idea de que el programa socialista sea la mera distribución del trabajo existente en la sociedad capitalista (para colmo, el trabajo existente en un período de crisis y depresión económica). Esto no niega la importancia de pelear por mejores condiciones laborales. Pero es necesario también presentar una perspectiva socialista.
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rolandoastarita
06/09/2021 at 08:28
Hola buenas noches Rolando.
Hace unas semanas salieron algunas notas sobre una posible reducción en la jornada de trabajo acá en la Argentina, asimismo, otras notas referidas al mismo tema pero que se están llevando adelante, si no me equivoco, en Islandia. Respecto a esto último ¿tiene información al respecto y algún análisis?
Por otra parte, le consulto respecto a la izquierda Argentina ¿usted considera que deberían seguir teniendo bancas? Es decir, a estas alturas leyendo sus críticas me da a pensar que es mejor que no haya un partido de estas características. Aunque por otro lado he leído posturas que aunque haya críticas hay que votarles porque es un voto en contra de la burguesía.
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Roberto
07/09/2021 at 22:53
No tengo información sobre el caso de Islandia. De todas maneras, en el largo plazo las jornadas laborales han tendido a reducirse en la mayoría de los países capitalistas. Lo cual no ha eliminado la amenaza del desempleo sobre los ocupados.
Con respecto a si votar a los partidos trotskistas, el problema es que utilizan las representaciones parlamentarias para impulsar una suerte de socialismo nacionalista, reformista burgués y estatista. Posiciones de partidos del FIT como defender a Maduro frente a las denuncias por violación de DDHH; alentar el nacionalismo (entre otros ejemplo, Cataluña); defender el estatismo burgués como «en sí progresivo»; centrar la crítica en las relaciones de distribución (o en el capital financiero) y similares, ¿qué tienen de progresivo?
Son discursos y posiciones que desacreditan al marxismo (entendido como socialismo internacionalista) y refuerzan la ideología pequeñoburguesa reformista. ¿Para qué darles aire? Al principio votaba al FIT, a pesar de mis críticas. Pero llegó un punto en que me cuestioné para qué lo hacía, si cada vez más se afianzaban enfoques que en absoluto comparto.
Por último, hablan de unidad en las luchas, pero cada una de las fuerzas está operando con una lógica divisionista, como si primara el afán de sacarle algún militante al otro. Incluso formando parte del mismo frente electoral nacional, muchas veces van divididos -y formando toda suerte de alianzas- en, por ejemplo, elecciones estudiantiles. ¿De qué unidad hablan entonces?
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rolandoastarita
08/09/2021 at 08:40
Muchas gracias por su respuesta. Comparto totalmente su postura frente a los partidos trotskistas.
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Roberto
08/09/2021 at 14:43
Disculpe la pregunta pero habar agun partido en argentina, lationoamerica o el mundo que sea realmente marxista? y lo pregunto en serio pues en todo sitio de izquierda que entro lo que más abunda es la critica a la misma izquierda. en fin algun partido, senador o aspirante presidencial que no utilize las representaciones parlamentarias para impulsar una suerte de socialismo nacionalista, reformista burgués y estatista.
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cubano
08/09/2021 at 15:54
No conozco partidos que basen su accionar en la teoría de Marx. Aunque que mi conocimiento sobre lo que ocurre con la izquierda en otros países es muy limitado. Aquí en Argentina es claro que ninguno de los partidos de izquierda más o menos significativos (dentro de la marginalidad general de la izquierda), sean maoístas, guevaristas, trotskistas, claramente están en contra de las ideas que defiendo en este blog. Claro que sus militantes de todos modos dirán que mi enfoque no es marxista.
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rolandoastarita
09/09/2021 at 11:07