Engels ante el Programa de Erfurt de la Socialdemocracia alemana

En esta nota preciso una cuestión que quedó pendiente en el debate con Maiello y el PTS sobre las posiciones de Trotsky con respecto al marxismo anterior a la Primera Guerra. Se trata de que en mi primera respuesta al PTS (aquí) escribí que el Programa de Erfurt (del Partido Socialdemócrata alemán), de 1891, fue aprobado por Engels. Maiello, en su segunda crítica, da a entender que Engels no aprobó el Programa de Erfurt. Escribe: “Nos interesa detenernos en la crítica de Engels al programa de Erfurt, soslayada por Astarita –al igual que la de Luxemburgo– pero de gran importancia. En junio de 1891, Engels envió a Karl Kautsky lo que luego se conoció como su “crítica al programa de Erfurt” (publicada recién 10 años después). Muchas de sus críticas serían incluidas en la versión final del programa por su redactor, el propio Kautsky, menos su cuestionamiento principal referido al bloque de reivindicaciones políticas”.
En mi segunda respuesta (aquí) expliqué que Engels criticó el programa, pero no criticó la división entre el programa máximo y mínimo. Un lector me envió un mail preguntándome entonces si no tiene razón Maiello en que Engels no aprobó el Programa de Erfurt. Si bien la pregunta no afecta al centro de mi argumento (Engels no cuestionó la división entre programa máximo y mínimo), aclaro el asunto, que puede resumirse así: Engels criticó el Programa de Erfurt, pero lo aprobó. Veamos la historia.
El antecedente del Programa de Gotha
El movimiento obrero alemán comenzó a recuperarse de la derrota de la Revolución de 1848 en la década de 1860. Hubo dos vertientes en esta recuperación. La primera, y más numerosa, fue promovida por Lassalle, un activo y hábil militante y organizador, que ganó a muchos trabajadores. Lassalle defendía un socialismo basado en cooperativas de producción, apoyadas por crédito estatal. La segunda corriente, encabezada por Bebel y Liebknecht, era marxista. Progresivamente el marxismo fue aumentando sus fuerzas –entre otros elementos, Engels apunta la importancia de la publicación del primer tomo de El capital, en 1867- y hacia mediados de los 1870 los lassalleanos estaban en franco retroceso; muchos obreros pasaban al marxismo. En esas circunstancias, ambas corrientes se unificaron en un Congreso celebrado en Gotha, en 1875. A pesar de la debilidad de los lassalleanos, los marxistas cedieron en cuestiones teóricas y políticas claves. Esto provocó que Marx y Engels declararan, públicamente, que no podían adherir a ese programa.
La posición de Marx y Engels no deja lugar a dudas. En carta a Bebel (marzo de 1875), Engels escribía: “… caso de ser aprobado [el programa de Gotha] Marx y yo jamás podríamos militar en el nuevo partido erigido sobre esta base, y tendríamos que meditar muy seriamente qué actitud habríamos de adoptar frente a él, incluso públicamente. (…) En general, importan menos los programas oficiales de los partidos que sus actos. Pero un nuevo programa es siempre, y a pesar de todo, una bandera que se levanta públicamente y por la cual los de fuera juzgan al partido. (…) Y también habría que tener en cuenta lo que los obreros de otros países dirán de ese programa: la impresión que ha de producir esta genuflexión de todo el proletariado socialista alemán ante el lassalleanismo”. Marx y Engels hicieron pública esta posición. En particular, Marx escribió la conocida “Crítica al Programa de Gotha”.
De todas maneras, lassalleanos y marxistas trabajaron en común durante muchos años. Pero los primeros perdieron cada vez más fuerza, y el marxismo pasó a ser hegemónico. Por eso, en 1890 el Congreso reunido en Halle decidió que debía redactarse un nuevo programa para reemplazar al programa de Gotha.
El programa de Erfurt
El primer borrador del nuevo programa fue redactado por Bebel y Liebknecht, y fue enviado a los principales dirigentes del Partido, con carácter reservado. Lo que se conoce como la “Crítica de Engels al Programa de Erfurt” es a este primer proyecto. Como dato curioso, señalemos que este borrador estuvo perdido durante mucho tiempo. Recién en 1968 se encontró una copia en Berlín.
El 4 de julio de 1891 Vorwärts publicó un nuevo borrador que recogía muchas de las correcciones de Engels, en especial en referencia al preámbulo y las demandas económicas; pero no sobre las demandas políticas, el rechazo de la monarquía y la demanda de república democrática. La publicación de este proyecto dio lugar a nuevas discusiones, al cabo de las cuales se presentó un nuevo proyecto, redactado esta vez por Kautsky, y respaldado por Engels. Fue publicado en Vorwärts, y se convirtió en el fundamento de la versión final, que fue elaborada por una comisión presidida por Liebknecht.
Así se llegó al Congreso de Erfurt, que sesionó entre el 14 y el 21 de octubre de 1891. En el mismo triunfaron las posiciones marxistas. Se aprobó por mayoría el proyecto de resolución sobre táctica de Bebel, que decía que el principal objetivo del movimiento de la clase obrera era la conquista del poder por el proletariado y que ese fin sería alcanzado por el trabajo perseverante con las masas y el hábil empleo de toda forma y método de la lucha de clases proletaria. La resolución subrayó que el Socialdemócrata era un partido de lucha, que empleaba las tácticas revolucionarias tradicionales. Y se aprobó el nuevo programa. En este se sostenía la inevitabilidad del colapso del capitalismo y su reemplazo por el socialismo; y que para reestructurar la sociedad según una línea socialista, el proletariado debía conquistar el poder político.
Al mismo tiempo el programa tenía deficiencias importantes. La principal es que no estaban las proposiciones referentes al derribo de la monarquía y por la república democrática, puntos centrales que había señalado Engels en el primer proyecto. Sin embargo, esto no lo llevó a rechazar el Programa, como sí habían hecho él y Marx con el Programa de Gotha. En carta a Sorge, del 24 de octubre de 1891, escribió: “En Erfurt todo fue muy bien”. Explica que el borrador del programa había sido redactado por Kautsky “con el apoyo de Bebel y mío”, y que se había aceptado como base de la sección teórica del nuevo programa. “Tuvimos la satisfacción de ver la crítica de Marx [al programa de Gotha] ganar en toda la línea. Con excepción de unas pocas partes pobremente escritas… no hay nada de qué quejarse en el programa, o en cualquier caso, nada de qué quejarse en una primera lectura”. Claramente estaba satisfecho de que se hubieran eliminado “los últimos vestigios de lassellanismo en el Partido”. ¿Por qué Maiello no aclara a sus lectores estas cuestiones? ¿Por qué oculta los hechos?
Por supuesto, puede interpretarse que en esta carta Engels exagera el grado de victoria (la cuestión de la monarquía y la república, después de todo, no era un tema menor). Pero de ahí hay un abismo a afirmar, como hace Maiello, que debido a las críticas dirigidas al primer borrador, Engels no había aceptado el Programa de Erfurt. En ninguna parte dijo algo siquiera parecido a lo que afirmó frente al programa de Gotha (“Marx y yo no podemos militar en el nuevo partido”). Ni siquiera pidió que se publicara su crítica al borrador (recién sería publicada en 1901, en Die Neue Zeit). Pero sí exigió que la prensa partidaria publicara, en el período anterior al “Congreso, la Crítica de Marx al Programa de Gotha”.
Para terminar, pienso que este episodio sobre la actitud de Engels ante el programa del partido tiene una enseñanza interesante: hay que saber distinguir entre lo que es aceptable, desde el punto de vista de las cuestiones teóricas, políticas y programáticas fundamentales, de lo que no lo es. Así como tener en cuenta las dinámicas de las organizaciones, el sentido de su desarrollo. O sea, evitar el oportunismo, por un lado; pero también el dogmatismo sectario o el ultimatismo.
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