Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Brasil: la economía del PT

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Uno de los discursos más repetidos por buena parte de la izquierda dice que Lula y el Partido de los Trabajadores constituyen una alternativa progresista frente a “la derecha neoliberal”. Incluso dirigentes y militantes que admiten que no votarían por Lula en caso de elecciones, sostienen que el líder del PT defiende un programa más favorable para la clase obrera que lo que pueda encarnar cualquier opción de la centroderecha.

El enfoque que defiendo es muy distinto. Sostengo que los gobiernos de Lula da Silva y Dilma Rousseff no se distinguieron, en lo esencial, de lo que hicieron o hacen los gobiernos habitualmente considerados “de centro”, o incluso “neoliberales”. En particular, porque no alteraron en ningún sentido profundo las características del capitalismo dependiente brasileño. Por eso, cuando se agotó el “viento de cola” de la suba de los términos de intercambio, la economía de Brasil entró en la pendiente que desembocó en la profunda recesión de 2014-2016. Y en continuación con la política aplicada hasta entonces, el gobierno de Rousseff respondió a esa crisis con las mismas recetas de la tan denostada “derecha neoliberal”.

A los efectos de aportar elementos para el análisis, en lo que sigue presento una relación de cómo se desenvolvió este proceso entre 2003 y 2016. El criterio que me ha guiado es oponer al relato “nacional y popular” datos y hechos empíricamente registrables. Dejo a la voluntad del lector hacer las comparaciones que crea convenientes. Por ejemplo, comparar las políticas latinoamericanas usuales de inflation targeting –subir la tasa de interés, atraer capitales especulativos y apreciar artificialmente la moneda para domar la inflación- con lo que hicieron en su momento los gobiernos de Lula o Rousseff.

A pesar de que la nota tiene una longitud mayor de la acostumbrada en este blog, no la he dividido en partes a fin de que se disponga de un panorama de conjunto de la economía de los tiempos petistas. Por último, salvo indicación específica, los datos que presento están tomados de las páginas web del Banco Central do Brasil y del Ministério de Desenvolvimiento, Industria e Comércio Exterior.

Los gobiernos de Lula

Lula asumió su primer gobierno en 2003 con un programa económico que en muchos sentidos continuaba la política del presidente Fernando Henrique Cardoso, con su acento en la estabilidad de precios y el superávit fiscal. Más aún, inmediatamente después de asumir, Lula aplicó la política de superávits fiscales por encima de lo que pedía el FMI. Además, el Banco Central elevó la tasa Selic (tasa de interés de referencia) con el argumento de combatir la inflación. El gobierno se justificó diciendo que era necesario dar confianza a los mercados y a los inversores. Sin embargo, en el primer año de Lula presidente las inversiones productivas no llegaron (sí las especulativas de cartera), y el ajuste en el presupuesto terminó en una caída de la demanda. Ese año la economía creció apenas un 1,1%, menos que en 2002 (había crecido 3,1%).

La situación sin embargo comenzó a mejorar a partir de 2004, con el aumento de la demanda mundial, de China en primer lugar, y la devaluación del real. Es que si bien el real se había revaluado –debido a la entrada de capitales-, estaba por encima del nivel previo a la devaluación de 2002. Con base 100 en 2000, en abril de 2002 el tipo de cambio real era 110 y en octubre pasó a 177; y en junio de 2004 estaba en 147 (datos tomados de Pierre Salama, “Reprimarización sin industrialización, una crisis estructural en Brasil”, Herramienta, marzo 2016. http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-58/reprimarizacion-sin-industrializacion-una-crisis-estructural-en-brasil). [Aclaración: la suba del tipo de cambio significa que la moneda se deprecia, y viceversa].

En consecuencia, en 2004 las exportaciones crecieron un 32%, las importaciones un 30% y el neto de la balanza comercial mejoró un 37%. En 2005 las exportaciones volvieron a crecer 22,6%, contra un aumento de las importaciones del 17,1%, y el neto comercial mejoró otro 32%. La demanda se recuperó y en 2004 el PBI creció 5,8%; en 2005 aumentó 3,2%. De todas formas, el gobierno siguió aplicando una política monetaria “ortodoxa”. Por ejemplo, en 2005, ante un aumento de la inflación, el Banco Central volvió a elevar la tasa Selic y se elevó el superávit primario, llevándolo al 4,8% del PBI. La justificación seguía siendo “dar confianza a los mercados”. En 2005 Brasil canceló toda la deuda con el FMI.

En 2006 se acentuó el “viento de cola”, ya que comenzó la pronunciada suba de los precios de las materias primas, que alcanzaría su pico en 2008. Esta mejora de los términos de intercambio permitió disimular los problemas de competitividad de la economía de conjunto, agravada por la apreciación del real operada en esos años: a mediados de 2008 el dólar estaba por debajo de los 1,6 reales. De nuevo, con índice 100 en 2000, el tipo de cambio real en octubre de 2008 era 85 (Salama, cit.). Esta apreciación del real impulsó el aumento de las importaciones. Por eso, a pesar de la mejora en los precios de los productos de exportación –soja y mineral de hierro en primer lugar- el neto comercial se redujo de 46.400 millones de dólares en 2006 a 24.900 millones en 2008.

Naturalmente, el aumento de las exportaciones promovió una fuerte expansión de la producción agrícola y del agro-negocio. También de la producción minera y el petróleo. Además, aumentó el consumo, gracias al aumento del salario mínimo y del empleo. Pero también el consumo fue impulsado por un fuerte crecimiento del crédito privado entre 2005 y 2008 (véase IMF, “Brazil. Selected Issues”, 14/10/2016, https://www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2016/cr16349.pdf). Además, a partir de 2006 el gobierno aumentó la inversión en infraestructura (Programa de Aceleramiento del Crecimiento), y se incrementaron los salarios. El PAC tuvo como eje a la petrolera estatal Petrobras y un programa de inversiones en energía. Lo cual ayudó a sostener el crecimiento económico, aunque no se alteró cualitativamente el nivel de inversión (véase más abajo).

Impulsada por estos factores, durante el primer gobierno de Lula (2003-2006) la economía creció a una tasa promedio anual del 3,5%; y durante su segundo mandato (2007-2010) al 4,6% anual. La inflación disminuyó al 5,1% en 2010, contra el 12,5% en 2002. La deuda pública, que representaba el 60,6% del PBI en 2002, fue del 39,6% en 2010. Las reservas internacionales que en 2002 eran de 58.600 millones de dólares, en 2010 alcanzaban los 285.700 millones.

A su vez, con el crecimiento económico la tasa de desocupación pasó del 10,5% en 2002 al 5,7% en 2010. A lo largo de la primera década de los 2000 se generaron 21 millones de puestos de trabajo. Sin embargo, el 98,4% de esos nuevos trabajos lo fueron con ingresos de hasta 1,5 salario mínimo. De hecho, hubo concentración de empleos en la base de la pirámide social: disminuyeron los puestos de trabajo sin remuneración, y en el otro extremo los empleos mejor pagados, de 5 salarios mínimos o más. El resultado fue que en 2010 los trabajadores con ingresos de hasta 1,5 salario mínimo representaban la mitad de las ocupaciones en Brasil (véase Gabriel Casoni, “Brasil: un gigante social – Notas sobre la clase obrera brasilera”, Esquerda Online, 9/4/2017, https://esquerdaonline.com.br/2017/08/27/brasil-un-gigante-social-notas-sobre-la-clase-trabajadora-brasilera/).

Por otra parte, aumentó significativamente el salario mínimo. Además, se extendieron los planes sociales. El principal fue Bolsa Familia, para casi 13 millones de familias. A resultas de estas evoluciones, el porcentaje de la población con ingresos por debajo de 2,5 dólares diarios (medido a paridad de poder adquisitivo) pasó del 26,7% en 2002 al 15,3% en 2009. Esto significó que unos 26 millones de brasileños salieron del nivel de pobreza. Además, se achicó la desigualdad: el índice Gini (mide desigualdad de ingresos, 0 es igualdad absoluta, 1 es máxima desigualdad) bajó de 0,6 en 2002 al 0,54 en 2009. Aunque la desigualdad en Brasil –al igual que en casi toda América Latina- se mantuvo a nivel muy elevado, en términos relativos.

En definitiva, y con esos resultados, en 2010 Lula dejaba la presidencia con el 80% de aprobación, y era elogiado por gente tan diferente como podían ser Bush y Chávez. El Economist y el Financial Times aprobaban su gestión, pero también la aplaudían medios de izquierda y hasta algunos marxistas. Lula era considerado en todos lados un gran estadista. En palabras de Perry Anderson, “bajo cualquier criterio Luiz Inácio Lula da Silva es el político más exitoso de nuestro tiempo” (“Lula’s Brazil”, London Review of  Books, 31/03/2011, https://www.lrb.co.uk/v33/n07/perry-anderson/lulas-brazil). Más aún, buena parte de la militancia “nacional y popular” confiaba en que, bajo conducción de Lula, Brasil se transformara en el eje de la integración latinoamericana, y pusiera límites a EEUU. Esto es, un capitalismo brasileño transnacional puesto a jugar del lado de los “antiimperialistas”.

Débil desarrollo de las fuerzas productivas

Por aquellos años de esplendor del lulismo, sus apologistas dijeron que el crecimiento económico, la caída de la pobreza, el aumento de las reservas y la baja en el endeudamiento eran las bases de un sólido desarrollo en el largo plazo. Un ejemplo de este tipo de análisis lo encontramos en las publicaciones de Clacso de 2010 o 2011.

Sin embargo, el “modelo” era mucho más débil de lo que aparecía en superficie, o de lo que pretendían los defensores de Lula. La razón fundamental es que durante aquellos años de fuertes ingresos no hubo cambios significativos en la productividad industrial y en la industria capital fijo intensivo. En otros términos, las mejoras en los índices sociales no tuvieron correlato en un desarrollo importante de la productividad del trabajo, ni de la industria, en particular, de las industrias de alto valor agregado. En este respecto, Pierre Salama (citado) habla de una reprimarización de la economía. Escribe:

“La parte de la industria de transformación brasileña en la industria de transformación mundial (en valor agregado) es de 1.8% en 2005 y luego en 2011 de 1.7% luego de haber sido de 2.7% en 1980, según el banco de datos 2013 de la UNCTAD (Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo). Según la misma fuente, en China, esa parte era de 9.9% en 2005 y de 16.9% en 2011. Por lo tanto baja relativamente en Brasil mientras que aumenta fuertemente en China. Las exportaciones de productos manufacturados retroceden en términos relativos en Brasil, pasando del 53% del valor de las exportaciones en 2005 al 35% en 2012, en beneficio de las exportaciones de materias primas agrícolas y no es sino desde febrero de 2016 que aquellas crecen de nuevo después de la fuerte devaluación y de la caída del precio de las materias primas” (p. 16).

Agrega Salama que más allá del éxito de algunos sectores industriales, como el aeronáutico y en cierta medida el automóvil y la industria petrolera, “la desindustrialización se desarrolla desde los años 1990 y se acentúa en los años 2000 con la pérdida relativa de la competitividad de la industria de transformación, a la cual se añaden las infraestructuras de transportes deficientes (vías férreas, instalaciones portuarias y aeroportuarias, rutas), y las capacidades energéticas insuficientes” (pp. 16-7).

Salama también señala que con tipo de cambio bajo, baja productividad y presión salarial, se combinan los elementos para una crisis potencial. Desde el enfoque sobre tipo de cambio que hemos explicado en otras notas del blog (véase aquí, aquí, aquí, por ejemplo) diríamos que el tipo de cambio no se correspondía con la baja productividad relativa de la economía, y en particular de la industria.

Incluso la inversión en infraestructura, a pesar de muchos anuncios rimbombantes, no ha significado un cambio cualitativo en el desarrollo. Entre 2008 y 2013 el promedio de inversión pública y privada en infraestructura, en relación al PBI, fue del 3,1%. Lejos del 6,2% que recomienda la CEPA, para un desarrollo sostenible. Refiriéndose a Brasil, en 2016 Oxford Analytica señalaba: “El transporte público es una fuente clave del malestar ciudadano y el llamado “costo brasileño”, vinculado a la pobre infraestructura para el transporte de carga, reduce la competitividad y la inversión” (“Low investment restricts Latin America infraestructura”, https://dailybrief.oxan.com/Analysis/GA213433/Low-investment-restricts-Latin-American-infrastructure, 8/09/16). Agreguemos que en 2014 la inversión en infraestructura fue del 3,3%, y en 2015 del 1,72% del PBI (Infralatam, http://es.infralatam.info/dataviews/226323/infraestructura-agregada-todos-los-sectores/). Una consecuencia de esta debilidad de la inversión en infraestructura fue la insuficiencia de la provisión de energía eléctrica, que empezó a evidenciarse hacia 2014.

En cuanto al promedio de inversión, se mantuvo por debajo del 20% del PBI en la mayor parte de los gobiernos del PT, como lo muestra el siguiente gráfico.

                                                 Elaboración propia en base a datos Banco Central de Brasil

Un nivel muy por debajo de los alcanzados en China o Corea. Subrayemos que la inversión es el principal motor de una demanda sostenida, y de la reproducción ampliada de capital. El consumo, en el mediano o largo plazo, no puede jugar este rol.

Como contrapartida, es de destacar que las elevadas tasas de interés internas promovieron, durante años, la especulación financiera. Esto es, en un contexto de bajas tasas de interés en los centros del capitalismo mundial, floreció el negocio del carry trade. El mismo consiste en tomar créditos a baja tasa de interés en un país, y colocar el dinero en el país de alta tasa. Estas entradas de capital ayudaron a financiar los déficits de cuenta corriente, y posiblemente también impulsaron el crédito doméstico. Pero siempre encierran el riesgo de una reversión súbita de estos flujos de capital cuando los inversores pierden confianza. De ahí que “el mantener la confianza de los mercados” sea un objetivo inscrito en la misma mecánica de esta forma de crecimiento.

Hacia la crisis

A partir de 2009 y producto de la crisis mundial, las exportaciones se ralentizaron. Además, en los años siguientes, e mpulsado por la entrada de capitales –las tasas de interés en Brasil eran notoriamente más elevadas que en los países adelantados- el real se volvió a apreciar (el índice se ubicó en 74 en junio de 2011; Salama, cit.). Dada la baja productividad ya mencionada, y en el contexto de presión a la baja de la demanda mundial, la disminución del neto comercial fue inevitable: las importaciones crecieron a una tasa superior a las exportaciones. En 2014 el saldo de la balanza comercial incluso fue negativo en algo más de 4000 millones de dólares. En consecuencia, la balanza de cuenta corriente tuvo un déficit acumulado en los 5 años que van de 2010 a 2014 de más de 326.000 millones de dólares.

Por otra parte, el crédito privado se contrajo a partir de 2008, dado el interés de los bancos privados, en una situación de crisis financiera mundial, por reforzar sus balances. Tengamos en cuenta que la expansión del crédito, durante los gobiernos del PT, fue muy significativa: como porcentaje del PBI pasó del 25% en 2004 al 55% al final de 2015 (véase IMF, 2016, citado).

En 2009, y como consecuencia directa de la crisis mundial, el PBI de Brasil se contrajo 0,2%. Con la recuperación de la economía mundial, en 2010 creció 7,5%. Pero ello ya no significó una vuelta a las tasas de crecimiento de los “años dorados”. La situación de la economía brasileña era globalmente frágil. Frente a este panorama, ya antes de terminar su segunda presidencia Lula comenzó a aplicar una política “ortodoxa” de reducción del gasto público. En consonancia, el Banco Central mantuvo la tasa de interés elevada.

El primer gobierno de Dilma Rousseff continuó esa política: reducción del gasto público (aunque se mantuvo la Bolsa Familia) y tasa de interés elevada, a lo que agregó la restricción del crédito. Las calificadoras internacionales de riesgo elevaron la clasificación de Brasil. Una señal de que el gobierno de Dilma Rousseff era considerado “responsable”. Sin embargo, la economía se había desacelerado: entre 2011 y 2013 el PBI creció a un promedio del 2,9% anual.

La crisis

En octubre de 2014 Dilma Rousseff ganó el balotaje en las elecciones presidenciales, aunque por un margen muy ajustado (51,6% de los votos contra 48,4% para Aécio Neves, del PSDB). En su campaña denunció repetidamente el “plan de ajuste neoliberal” que impondría Neves en caso de triunfar. Sin embargo, apenas asumió como presidenta formó un gabinete para el ajuste y la disciplina fiscal. Un personaje representativo de esta orientación es Joaquim Levy, que había sido funcionario de Lula, y antes funcionario del FMI. Fue designado ministro de Hacienda. Popularmente se lo apodaba Manos de Tijera, debido a su obsesión por recortar el gasto público. Otro nombramiento significativo fue el de Katia Abreu como ministra de Agricultura. Los defensores del medio ambiente la llamaban “Miss Deforestación”. Abreu había recibido críticas por oponerse a la Reforma Agraria y se la consideraba partidaria del agro-negocio. Por aquellos días el periódico brasileño Valor Económico afirmó que Dilma había capitulado ante los mercados. Y Levy decía que su objetivo era echar las bases de un desarrollo sólido, y fortalecer la confianza de los inversores.

El gobierno apretó entonces en el ajuste fiscal: se redujeron las inversiones públicas, y el gasto estatal, incluidas las partidas para salud y educación. También se endurecieron las condiciones del crédito. Para mejorar la situación  externa, el gobierno devaluó el real, lo que significó una reducción del salario.

El gobierno buscaba animar la inversión, pero esta fue afectada negativamente por la caída de los precios de las materias primas, incluido el petróleo; el endurecimiento de las condiciones financieras; y la desaceleración de la demanda mundial, combinada con sobrecapacidades en sectores claves de la economía global, como fue el caso de las mineras. De conjunto estos elementos provocaron una brusca reducción de los planes de inversión de Petrobras y otras grandes empresas del sector extractivo (véase IMF, “Brazil, Staff Report IV Article Consultation”, 2016, https://www.imf.org/external/pubs/ft/scr/2016/cr16348.pdf). La reducción de la inversión, combinada con el “ajuste” fiscal en marcha, y la caída del crédito, explican la desaceleración de la demanda.

A este panorama sumemos que en marzo de 2014 estalló el escándalo del Lava Jato. La opinión pública se enteró entonces de que Petrobras y las grandes constructoras se ponían de acuerdo para sobrefacturar, y pagar coimas a políticos. Petrobras representaba el 10% del PBI, era la empresa modelo del desarrollismo nacionalista progre, y el eje en torno al cual se produciría la expansión del capitalismo brasileño en América Latina y África. Un proyecto de expansión articulado por los grandes conglomerados, incluido Odebrecht. Sin embargo, Petrobras había sido saqueada para engrosar los bolsillos de fracciones de la alta burguesía y políticos, incluidos elevados dirigentes del PT. Perjudicada también por la caída de los precios del petróleo, en 2015 la empresa había perdido la mitad de su valor bursátil. El clima de negocios empeoró notablemente.

2014 fue el año del descenso hacia la crisis. El PBI aumentó apenas el 0,5% y la inversión se contrajo 5,6%. El déficit público creció hasta el 6,7% del PBI, no obstante los “ajustes”. En 2015 la recesión se profundizó. A pesar de ello, el Banco Central todavía elevó la ya elevada tasa Selic (del 11% en octubre de 2014 al 14% en junio de 2015). De manera que ese año el PBI cayó 3,8%; el PBI por habitante el 4,3%; y la inversión se desplomó un 22,6%. En 2016 el PBI bajó otro 3,6%; el PBI por habitante 4,2%; y la inversión cayó 11,3%. De conjunto, desde el inicio de la recesión se perdieron 2,7 millones de puestos de trabajo formales; la mayor parte en la industria y la construcción. En septiembre de 2016, esto es, para la época en que Dilma Rousseff era desalojada de la presidencia, había 12 millones de desocupados. La tasa de desempleo era del 11,2% (contra 6,55 a fines de 2014). La deuda pública en porcentaje del PBI alcanzaba el 78,4%; al asumir Rousseff era del 56% del PBI. La herencia política del PT eran Temer y su plan de ajuste.

A la vista de estos resultados –y de la frustración y desmoralización a la que se llevó a los sectores populares- parece difícil sostener la tesis de que el PT, o el lulismo, representan una alternativa progresista para los trabajadores.

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Brasil: la economía del PT

 

Written by rolandoastarita

12/04/2018 a 12:53

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36 respuestas

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  1. Entiendo la categorizacion del PT, pero no es una mínima libertad democrática que a meses de las elecciones presidenciales se encarcele al candidato que va a ganar, por algo muy menor?

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    benjamin

    12/04/2018 at 15:38

    • La nota solo trata de las políticas económicas de los gobiernos del PT. Con respecto a procesos judiciales a políticos, creo entender que usted sugiere que si las encuestas dicen que un político va a ganar las elecciones, el sujeto debería gozar de inmunidad.

      Para orientarme en alguna posible respuesta, le pregunto si ese criterio se aplicaría a los candidatos a presidente y vice presidente, o debe extenderse a candidatos a gobernador, intendente, a diputado o senador nacional, diputado o senador provincial, y concejal. Además, esa inmunidad, ¿se aplicaría solo a aquellos a quienes las encuestas dan por ganadores seguros, o también a los probables? ¿O habría que diferenciar, por ejemplo, entre ganadores probables en primera vuelta, pero seguros en ballotaje, de los dificultosos en primera vuelta, pero muy probables en ballotaje (como puede ver, hay más combinaciones posibles)? O también entre probables elegidos, aunque no sean primeros (alguien que puede obtener, por caso, el segundo puesto en una elección de senador).

      Pero además, ¿no debería considerarse un atentado a la democracia el proceso judicial de cualquier presidente, diputado, senador, intendente, etcétera, en funciones? Después de todo, estos mandatarios han sido votados por el pueblo, y si el personaje es desaforado, condenado por la justicia y destituido, ¿no se viola la decisión democrática de quienes lo han elegido? ¿Y no se viola el derecho democrático de sus partidarios a elegirlo de nuevo?

      Por otra parte, ¿hay que hacer distinciones en el tipo de delitos? Por ejemplo, si el tipo fue coimero, pero para financiar la política, ¿es menos culpable que si lo fue para llenarse los bolsillos y mandar el dinero a una cuenta en Panamá? ¿Y si el sujeto es pedófilo, pero también patriota antiimperialista? ¿Es esta última circunstancia un atenuante? ¿Y si es un violador, pero dirigente de un partido auténticamente revolucionario, aunque el mismo tenga pocos votos? Este último caso lo veo muy complicado de resolver.

      Pues bien, podría iniciarse una bonita discusión en la izquierda para ver qué es más democrático. y decidir acerca de la defensa, o no defensa, de, entre otros, Pedro Kuczynski, Ollanta Humala, Alejandro Toledo, de Perú; Jorge Gias, de Ecuador; Cristina Kirchner (primera o segunda en las encuestas por intención de voto) y Carlos Menem, de Argentina (¿y no habría que incluir a Macri por el tema Correo, o Panamá papers? ¿O es atacar el derecho democrático de sus electores?); Nicolás Sarkozy, de Francia; Silvio Berlusconi (anda cerca de liderar las encuestas), y un largo etcétera. Estoy seguro de que los teóricos del «apoyo crítico a la fracción progresista del capital» tienen material para entretenerse.

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      rolandoastarita

      12/04/2018 at 17:12

  2. Un gran aporte, profesor.
    Quisiera consultar su opinión acerca de que posición deberia tomarse desde el marxismo, frente a los pretendidos » golpes institucionales» como Lugo, Dilma, Zelaya entre otros «patriotas» «antiimperialistas»?. Pues suele oirse que la neutralidad es «hacerle el juego a la derecha», por eso es sano saber que rumbo de accion tomar.
    Y otra consulta mas: el progresismo vernáculo ve en estos procedimientos «destituyentes» la mano de EUA conspirando para imponer un nuevo orden procapital. Usted opina que son cuestiones inherentes al imperialismo yanqui o son coyunturas especificas de Latinoamérica explicables por su historia, situación institucional etc, sin tanta trascendencia del imperio del norte?
    Desde ya gracias por su texto.

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    Juan

    12/04/2018 at 20:14

  3. Un excelente texto

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    perspectivadesistemasmundodeimmanuelwallerstein

    13/04/2018 at 13:37

  4. Algo que me llamo la atención de todo lo que esta pasando en Brasil con Lula y de las protestas previas a Dilma es que el FIESP (organismo que nuclea a los industriales paulistas) tuvo un rol protagónico a la hora de fomentar las marchas opositoras en aquel momento, y que, por ejemplo, Perón tuvo más oposicion en los industriales que en la llamada oligarquía (sin ir mas lejos a la UIA la intervino y le creo un organismo paralelo llamado CGE, mientras que a la SRA no).
    Esto hace agua al discurso nac&pop de que estos gobiernos representan a la industria nacional frente al capital oligarca, financiero y extranjero, no existe tal cosa.

    Saludos.

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    Carolina

    13/04/2018 at 23:07

  5. Astarita
    Importante, instructivo y oportuno aporte. Mis coincidencias absolutas.
    saludos

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    Ramón

    14/04/2018 at 12:49

    • Estoy en contra de los bombardeos, pero para hacer un análisis debería estudiar más el tema y tener más información.

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      rolandoastarita

      14/04/2018 at 23:43

    • Pero en el caso de libia si estuvo de acuerdo
      Cuando se puede detener un genocidio si, en el caso de siria es igual.

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      benjamin

      15/04/2018 at 01:37

    • Cuando fue lo de Libia lo que discutí es la condena de casi toda la izquierda a la oposición que había pedido el apoyo de EEUU y la OTAN. Esto es, la idea de que por el solo hecho de haber pedido ese apoyo pasaba a ser «agente del imperialismo», o «fuerza contrarrevolucionaria», o cosa por el estilo. Por eso presenté tantos ejemplos históricos en los cuales alguna fuerza social o política había pedido ayuda a potencias capitalistas, y no por eso se las había condenado. Ejemplos, la República durante la guerra contra Franco; la URSS durante la guerra contra el nazismo; incluso Castro cuando peleaba contra la dictadura de Batista. Más recientemente, los kurdos han recibido armas y ayuda de potencias en su lucha contra Estado Islámico, y no por eso fueron condenados por la izquierda. Estas situaciones no creo que se trasladen mecánicamente a la coyuntura actual en Siria.

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      rolandoastarita

      15/04/2018 at 09:30

    • No parece que haya que hacer tanto drama por unos bombardeos limitadísmos, anunciados (por Twitter!) con días de antelación sobre depósitos de armas químicas probablemente vacíos. Se trata de un gesto simbólico bastante vacío para recordarle a la dictadura del Baaz que siga exterminando a los sirios solo con armas convencionales. Interesante que mientras algunos ya veían venir la 3ª guerra las tensiones interimperialistas no sobrepasan cierto límite.

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  6. Gran post como siempre!!!
    Seria interesante un analisis de los gobiernos populistas mas «exitosos» de la region, que son el caso de Uruguay y Bolivia
    http://www.forocomunista.com/t1339-logros-de-bolivia
    Saludos

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    Sergio

    15/04/2018 at 11:38

  7. Todo lo que usted dice es cierto, pero aquí cabe dilucidar algo: de lo hecho por los gobiernos del PT (lo hago extensivo a Evo en Bolivia, Correa en Ecuador, Chávez en Venezuela, Ortega en Nicaragua, Castro en Cuba y un largo etc) qué responde al hecho de que pudieron hacer más, y por tanto, hubo dejación, pasividad y “pereza”, y qué al hecho de las limitantes sistémicas impuestas; en otras palabras, qué se debe factores objetivos y qué a factores subjetivos, yo pienso que ahí está la clave.
    Yo le pudiera decir a usted (no es una ofensa, ni mucho menos) que usted es un predicador en un “templo vacío”, porque la teoría que usted predica es para unos obreros que jamás van ser sepultureros del capitalismo, por ser entre otras cosas minoritarios, egoístas, cuyos intereses son el “sobrevivir” (algo que me parece muy bien, aunque por otro lado muy antropológico) y convertirse en clases media, no portan, por mucho que se empreñe el marxismo en demostrarlo, un nuevo modo de producir, lo que aspiran en todas partes es a tener una mayor parte de la renta nacional producida. Los proletarios son parte del sistema, el “otro” contrario, y ya sabe no hay contradicción sin dos polos.
    Por tanto, y termino, la idea es qué se pudo hacer y no se hizo, eso es lo criticable, porque lo que han hecho dentro de lo que las condiciones históricas del momento les ha permitido hacer es de reconocer, no de criticar. Y le advierto que la frontera entre lo objetivo y lo subjetivo es muy “subjetiva”, permeable, delgada, movible e imprecisa, es muy pero muy complejo saberla y determinarla, pero es que así es todo lo que atañe a la sociedad y a las ciencias que la estudian. Yo no me siento en condiciones de hacerlo: por conocimiento, capacidad intelectiva y datos que pueda manejar, tal vez usted que es un científico social (y además, del área geográfica en cuestión pueda) por eso tampoco le critico a usted, porque no se qué tamaño de conocimiento de la situación dada tiene.
    Solo haciendo un análisis así podemos orientar mejor la práctica revolucionaria. Marx lo decía, ningún modo de producción dará paso a otro hasta no agote todas las posibilidades de desarrollo histórico, por eso las tan criticadas revoluciones del siglo XX quedaron tan denostadas en muchos aspectos.
    Esta es mi modesta opinión. Gracias y que tenga un buen día.

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    Nardito

    16/04/2018 at 07:50

    • El suyo es el tradicional argumento del reformismo posibilista (o lo que Marx llamaba el socialismo burgués). Está muy bien expresado en la literatura de los fabianos (Bernstein se nutrió de ella). A lo que hay que agregar el aporte del keynesianismo de izquierda en el siglo XX, para configurar el horizonte teórico y político de la socialdemocracia de posguerra (a la que terminaron adhiriendo la mayor parte de los PC, previa transición por el «eurocomunismo»).

      Es interesante el hecho de que usted no niega lo que afirma la nota. Solo que «más no se podía hacer». Y esto es lo que precisamente dice el marxismo: las reformas en el capitalismo tienen límites. Más precisamente, si no se cambian radicalmente las relaciones de producción, no hay posibilidad de modificar radicalmente, y de una manera duradera, las relaciones de distribución. Por eso, cuando sobreviene la crisis, las medidas que adoptan los posibilismos socialdemócratas terminan siendo iguales a las que toman los representantes directos del capital. Que es lo que muestra, de manera particularizada en Brasil, la nota.

      Por supuesto, lo anterior está en el fondo de nuestras diferencias, que son ideológicas. Y estas diferencias ideológicas se trasladan al plano de lo político. En particular, el marxismo es una crítica del sistema capitalista (esto es, de una sociedad que se basa en la explotación del trabajo) y como tal su primer objetivo es desnudar esta realidad. El socialismo burgués es un sistema ideológico y político que se propone poner parches a los males del capitalismo, y por eso mismo oculta o disimula los males del capitalismo. Peor aún, difunde la idea de que es posible la conciliación entre el capital y el trabajo, mediante la aplicación de medidas keynesianas de izquierda. Esta política la han aplicado a lo largo de décadas. ¿Cuál fue el resultado? Pues un mundo en el cual la polarización social ha crecido como nunca, y el mercado y las relaciones capitalistas de explotación se han globalizado como nunca. Con el agregado que han llevado a la clase trabajadora a la desmoralización, a un callejón sin salida (situación a la que han contribuido los PC, por supuesto). La socialdemocracia colaborando con los conservadores -«es lo posible, porque no predicamos en un templo vacío»- o aplicando directamente los planes de austeridad frente a las crisis, propias de los conservadores. Naturalmente, este accionar lo justifican con el «Son las condiciones históricas del momento». Pero no son «condiciones históricas» en el aire. Son «condiciones históricas en el marco del sistema capitalista». Con lo cual se pone de manifiesto, una vez más, que la crítica de Marx al socialismo burgués (o sea, a los Lula y las Dilma de todos los tiempos y todas las «circunstancias») era correcta.

      Por último, a ustedes (es decir, a los que defienden el socialismo burgués), la «práctica revolucionaria» les importa un comino. El objetivo de ustedes (de los Lula y Dilma de todos los tiempos y todas las «circunstancias») es conciliar al trabajo con el capital. La cita de Marx sobre las relaciones de producción y las revoluciones en todo esto no tiene nada que ver. En otras palabras, «basta de verso», como decimos en Argentina.

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      rolandoastarita

      16/04/2018 at 08:43

    • Nunca he dicho lo que pudo o no hacerse, eso se lo ha inventado usted, digo que eso es lo que hay que valorar, en mi caso, lo dije me sobrepasa, eso no es ser reformista o no, de dónde usted se ha inventado cosas que yo no he dicho, más consideración con lo escrito por favor.

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      nardito

      16/04/2018 at 09:40

    • Acabo de releer su primer comentario. Ratifico lo que dije en mi respuesta. Su razonamiento es el típico del socialismo burgués.

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      rolandoastarita

      16/04/2018 at 11:37

  8. Profe Astarita: Leyendo hoy la izquierda diario me encontré con una consigna brutal, diría yo, donde Nicolás del Caño y Nathalia González Seligra, diputados del PTS en el Frente de Izquierda, han presentado ante el Congreso un proyecto de ley para congelar las tarifas de los servicios públicos.A su vez, los legisladores proponen la creación de una Comisión de Auditoria, Balance y Revisión de las Tarifas. La misma regiría para todas las empresas privadas de alcance nacional y provincial que presten servicios de gas, electricidad, transporte, peajes, comunicación, agua potable y cloacas, concesionados por el Estado Nacional. Me gustaría saber su posición a respecto, porque de mi parte es puro «cretinismo parlamentario» este tipo de planteo me parece muy lejos de la teoría del valor de Marx, Este tipo de programa, es típico del «socialismo vulgar» y de los progresistas de toda calaña y color, pero que venga de los que se dicen «marxistas» me parece aberrante. Creo que si continuamos con estas politicas construir el ideario socialista sera mas complicado que ya el FIT no dice nada desde la teoría del valor-trabajo(véase http://www.laizquierdadiario.com/Del-Cano-y-Gonzalez-Seligra-presentan-un-proyecto-para-frenar-los-tarifazos.

    Y con respecto a la nota me parece muy fructífera demostrar empíricamente que los gobiernos progresistas burgueses no dejaron atrás los ajustes que la lógica del capital impone en el capitalismo mundial.

    Un abrazo socialista.

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    Víctor Hugo

    16/04/2018 at 18:45

    • Piensan que el mercado se puede gobernar a voluntad desde el Estado capitalista, y en base a dictámenes parlamentarios. No se puede entender qué tiene que ver todo esto con Marx, con la concepción materialista de la historia o con la teoría del valor. Me siento muy alejado de los planteos, cada vez más nacionalistas y burocrático-estatistas, que hace el FIT.

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      rolandoastarita

      17/04/2018 at 08:43

    • Entiendo que legislar, o tratar de traccionar los votos del parlamento burgués para una ley que controle artificialmente los precios de, por ejemplo, las tarifas es algo que no tiene en cuenta la acción de la ley del valor. Oportuinismo y cretinismo parlamentario.
      Ahora bien, considerando que no estamos viviendo un período revolucionario ni una ofensiva de las fuerzas del trabajo sobre el capital, tendriamos que trabajar sobre el programa de demandas mínimas. Me interesa conocer sus opiniones acerca de cómo intervenir en el tema de las tarifas, para que las condiciones de vida de la clase trabajadora no se deterioren mas. Pelear por aumento de salarios y seguro de desempleo? Cómo enfrentar posiciones reformistas desde una perspectiva revolucionaria?

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      Hugo

      18/04/2018 at 11:17

    • La clase obrera no tiene manera de determinar los precios en una economía capitalista. Por eso no tiene sentido que se aboque a la tarea de «decretar» cuánto tiene que valer el gas, la luz, el pan, la carne o las zapatillas (o los precios de los insumos que concurren a la producción de estos productos). Menos sentido tiene que la clase obrera exija tarifas acordes para la promoción de tal o cual rama de la economía capitalista.

      Por eso el foco debe estar en exigir un salario que cubra una determinada canasta salarial. Es una consigna reformista -no cuestiona el sistema de trabajo asalariado- pero muy importante.

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      rolandoastarita

      18/04/2018 at 13:22

    • Rolando
      Esta mal igual que como se logro el año pasado se detenga por un tiempo el aumento de las tarifas o se aumente menos ? eso se logro con marchas cacerolazos etc. Eso hizo que la clase obrera destine menos parte de su salario al pago de tarifas

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      benjamin

      18/04/2018 at 15:55

    • No es que esté mal, el problema es que esos parches no arreglan nada, y meten a la izquierda en una discusión en la cual no hay salida. Para explicarlo de otra manera, ¿por qué no se decreta también que el pan vuelva al precio de 3 meses atrás, o de 6 meses atrás, o de un año atrás, etc.? ¿Y por qué no pedir lo mismo para cualquier otro bien que integra la canasta básica?

      La misma izquierda es consciente de que los precios no se pueden establecer por decreto (al menos, sin consecuencias: el kirchnerismo congeló las tarifas, hubo un festival de subsidios y las empresas de todas maneras no invirtieron), y por lo tanto termina planteando estatización bajo control obrero de las empresas de servicios públicos (lo acabo de escuchar a Del Caño en un discurso en la Cámara de Diputados). Esto es, un capitalismo pero «bajo control obrero». Pregunto, ¿y si prueban alguna vez con dejar las tonterías «a lo Proudhon» e intentan decir algo coherente con base en la teoría marxista?

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      rolandoastarita

      18/04/2018 at 16:04

    • entiendo lo que dice y estoy de acuerdo
      Una pregunta tecnica
      El gobierno quiere quitar los subsidios totales o hasta llegar a un nivel minimo, en otros paises que es mas caro lso servicios aun se dan subisidios ? no hay un minimo de subsidios que vana dejar? ya aumento la luz gas y agua lo mismo que la inflacion desdde 2002 a 2018 o sea ya equiparo a lo que no habian aumentado?
      El unico dato que tengo es que aumentaron 500% mas o menos desde 2015. y que representan 6% del salario casi igual a febrero de 2000.

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      benjamin

      18/04/2018 at 17:20

  9. si se me permite terciar en la polémica «revolución vs. reforma» y sin por esto decir que Nardito adhiera a esta última, hay que decir que los socialismos obrero-campesinos (Astarita) o campesinos sin más, no tienen logros perdurables que mostrar, por el contrario, acaban imponiendo los males que dicen combatir: Estados totalitarios que a la postre restauran el capitalismo salvaje (URSS) o cínicamente (China, Cuba…)
    en este sentido no se diferencian de los socialismos burgueses o del reformismo, a no ser por el menor costo social de estos, tanto en vidas, como en sufrimiento, como en la explotación que aquellos pretenden eliminar

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    Robersus

    17/04/2018 at 04:24

    • Exacto, Robersus.
      Si ni el socialismo burgués (s/Astarita, serían; Nardito, LuLa, y toda el área Latinoamericana cercana a Chávez y su revolución de baja intensidad y efecto sólo reformista) ni el socialismo ‘obrero’ (Revol. Rusa, Maoísta, etc…) en el que se encuadraría Astarita (o yo mismo) tienen, los dos y finalmente, logros poco perdurables que en los dos casos llevan a restauraciones de capitalismos, ¿que nos queda? ¿que nos queda como senda al socialismo?. NADA. Es, en mi opinión, un defecto de la, por otro lado, excelente nota, técnicamente, del Sr. Astarita sobre la economía del periodo Lula. Un cierto alarde de metodología investigadora que se aprecia incluso en el uso de fuentes directas y fiables de datos tales como el B. Central de Brasil, Ministerio de Economía, etc…). Por decirlo de modo simple y rápido: Los análisis del blog sobre eses socialismo reformista suelen »secar el rio» del socialismo quedando solo un desierto para el que busca una salida socialista. ¿ Es un defecto de tipo moral, ideológico del autor? No creo, en mi opinión solo le falta valorar y tener en cuenta en sus análisis una variable (y evidencia) de tipo económico-político: los ciclos revolucionarios ( Rosa Luxemburg, E. Mandel, .. también académicos liberales como Walter Scheidel,etc)… Son los procesos de revolución-reforma -contrarreforma, que hasta hoy han existido siempre en la historia de las sociedades humanas. Si utiliza ese concepto (y revisa, de paso, en su propia nota, la evidencia positiva de datos económicos favorables tal como avances en sus rentas, desempleo sanidad, educación, etc…de la población brasileña en un periodo aprox. de 10 años -2002-10-del mandato de Lula , evidencia que el mismo muestra en la nota –no puede evitarlo dada su abrumadora existencia-, descubriría ahí un periodo progresista de eses ciclos revolucionarios/lucha de clases. Y calificaría el periodo posterior del mandato hasta hoy, ciertamente regresivo para los obreros brasileños, como una fase de contrarreformas, reaccionaria.Eses periodos son claramente perceptibles en el Chavismo, en el resto de la izquierdas surgidas a partir de la ruptura política venezolana, en Cuba, en China, en la Urss y, … en todo lo que venga, que se sepa.
      Un saludo cordial

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      antonio

      17/04/2018 at 13:14

  10. Sr. Astarita,

    Añado un último comentario, no con afán de debate alguno, sino como un complemento desde una óptica distinta de la socialista de mi argumento de los ciclos revolucionarios. Se trata de una reseña de un libro de un académico de la orbita liberal norteamericana del autor Walter Scheidel con su reciente obra »The Great Leveler: Violence and the History of Inequality from the Stone Age to the Twenty-First Century».
    La reseña dice:
    »La tesis del libro, expuesta de manera sucinta en un capítulo introductorio, es sencilla: desde la revolución neolítica, la desigualdad de renta y riqueza en una sociedad tiende a crecer de manera casi constante a menos que la sociedad sufra de un desastre de considerables dimensiones. En particular, Scheidel identifica cuatro “niveladores” de la desigualdad: las guerras con movilización masiva (como las dos guerras mundiales del siglo XX), las revoluciones transformadoras (como la Revolución Rusa de 1917), el colapso de un estado y las pandemias letales’’.
    ………
    »los niveladores tienden a comprimir la distribución de riqueza y, por medio de la reducción en las rentas del capital, la de ingreso. Además, a menudo, estos niveladores llevan a profundos cambios en la vida política, con sus subsecuentes consecuencias secundarias sobre la desigualdad»
    ……
    »El efecto de estos shocks, sin embargo, tiene a desaparecer con el tiempo: la vida económica vuelve a la normalidad, altos niveles de imposición son erosionados por el juego político y unos agentes, no necesariamente los mismos que antes o incluso sus descendientes, comienzan de nuevo a acumular riqueza a alta velocidad»

    Usted es el académico experto, de gran nivel y además un excelente marxista, y yo solo un simple economista, pero, a mi entender, si el bueno de W. Scheidel no esta describiendo con precisión, datos y argumentos, y a lo largo y ancho de la historia humana, los ciclos de los procesos revolucionarios ¿descubiertos? por Rosa Luxemburg, ciclos compuestos de la secuencia impulso revolucionario-fase de reformas progresistas-fase reaccionaria… se le parece mucho.

    Un saludo

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    antonio

    17/04/2018 at 18:02

  11. Quisiera hacerle un comentario, sin ánimo de polémica, porque el otro día se lanzó sobre mí en tromba.
    Quisiera dejar claro que no apoyo la política económica de Lula ni del PT, quiero advertirlo para que no haya confusión, porque ha sido solo Robersus el único que no ha atacado.
    Pero le voy a hacer una pregunta ¿usted que hubiese hecho en Brasil si hubiese estado en el poder, dada las condiciones en que se tomó ese poder y con la correlación de fuerzas en las que se tomó ese poder?
    ¿Si usted tomara el poder en la Argentina de hoy 18 de abril que podrá hacer, hasta dónde podrá llegar?
    Le hago estas preguntas porque los teóricos (que no niego que hagan falta y que su necesidad sea insoslayable) hablan y hablan y teorizan y teorizan y vuelven a teorizar, pero una cosa es la teoría y otra cosa es la práctica, porque el capitalismo se ha tornado en todas partes limitador y obstaculizador de las acciones (que incluso con buenas y sanas intenciones de cambiar la situación) han querido realizar los movimientos anticapitalistas, incluso los más radicales, no los socialdemócratas que ya saben que son reformistas puros.
    Casi desde los mismos orígenes del capitalismo existe un falso anticapitalismo que no critica el trabajo y su transformación en valor en los cuales ve, por el contrario, el lado positivo, concreto de la relación capitalista. Ese falso anticapitalismo quiere eliminar más bien al capital acaparador, que se supone es el lado malo, abstracto del capital. Esa forma de anticapitalismo no es una verdad ni siquiera a medias, más bien contribuye a orientar el descontento social hacia objetivos secundarios o falsos que no ponen en peligro el modo de producción capitalista, en otras palabras, es un anticapitalismo reaccionario (perdone la contradicción en los términos de lo que acabo de escribir, pero no encuentro otra manera de hacerlo), y Lula (para que no tergiverse mi escrito nadie) es parte de él. Sacrificar a algunos especuladores y a algunos políticos corruptos puede resultar indispensable con vistas a salvar (no para transformar) lo esencial, el capitalismo.
    Y otra pregunta: ¿quién es hoy la fuerza revolucionaria en el capitalismo, porque los obreros no son en parte alguna?, ¿queda alguna fuerza revolucionaria en algún lugar, digo a día de hoy, porque ya sabe que ninguna situación es estática, se mueve? ¿hay alguien en el capitalismo que no sea personificación del capital, sujeto automático del mismo?, esto es (como puede ver) un tremendo nudo gordiano, por eso le decía (y usted como que se ofendió, y me imagino la cara que ya debe estar poniendo) que usted (y con buenas intenciones, no con mala) era un «predicador en Iglesia vacía» de feligreses, o casi vacía.
    Y conste que le quiero no le odio, considerarme su compañero no su enemigo, incluirme entre su mismo bando no en el opuesto.
    Gracias, y le tiendo mi mano para saludarlo a través de la red, pero permitirme expresar lo que siento, al menos eso, por favor.

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    Nardito

    18/04/2018 at 07:55

    • En primer lugar, no sé a qué viene eso de «el otro día se lanzó sobre mí como una tromba». Simplemente respondí a su crítica, señalando que defendemos enfoques opuestos porque partimos de visiones ideológicas también opuestas. Es imposible que haya síntesis entre el socialismo burgués reformista, y el enfoque marxista. No se trata entonces de «odio» ni cuestiones por el estilo.

      En segundo lugar, las mismas preguntas que hace ponen en evidencia lo opuesto de los enfoques. Es que no defiendo la toma del poder en términos personales, ni planteo acceder a una presidencia en los marcos de un Estado burgués, para administrar una economía capitalista.

      Precisamente la teoría marxista pone en evidencia la imposibilidad de acabar con los males del sistema capitalista si no se acaba con las relaciones de producción, y por lo tanto, sin acabar con el Estado burgués. Es por esta razón que el marxismo ha caracterizado a los supuestos ministros «socialistas» como ministros burgueses (ver aquí). O, para explicárselo incluso de manera más sencilla, Marx escribió El Capital no para postularse para funcionario «socialista» del gobierno inglés, sino para explicar a la clase obrera por qué es explotada y por qué es necesario acabar con el sistema capitalista. Claro que para usted esto es propio de los teóricos los teóricos «que hablan y hablan y teorizan y teorizan y vuelven a teorizar» (lo que le decía Bernstein a Rosa Luxemburgo, palabras más, palabras menos).

      En cuanto a que la clase obrera no adhiere a una teoría y política revolucionaria, o socialista, coincido con usted (y es una de mis diferencias con gran parte de la izquierda). Pero no por eso voy a dejar de decir lo que me dicta el estudio y el análisis. Esto es, hago lo opuesto de lo que hacen los oportunistas de la izquierda, que olfatean el ambiente para escribir lo que agrada a la opinión pública bienpensante de izquierda. Lo digo y lo escribo con independencia de las simpatías o antipatías que pueda despertar.

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      rolandoastarita

      18/04/2018 at 09:13

  12. Solo un comentario:
    Dice usted «las mismas preguntas que hace ponen en evidencia lo opuesto de los enfoques», resulta que ahora se juzga por una pregunta, no por una respuesta. Es novedoso.
    Le recuerdo que el juez nacionalista español Pablo Llarena tiene preso a varios responsables del referéndum del 1 de octubre del año pasado (repito presos porque la gente votaran, que muchos de aquellos que lo hicieron fue a base de porras y palos de la policía española) los tiene presos y sin sin fianza, al estimar que «persiste el riesgo de reiteración delictiva». El colmo también eso, te encierro no por lo que has hecho, sino porque pienso que lo vas a volver a hacer, esa si que es grande, privo de libertad a alguien porque me imagino que va actuar de una forma concreta. Encierro a personas por predicción de actuación futura; yo no se mucho de jurisprudencia, pero no hay que saber mucho para calibrar el tamaño de aberración jurídica y doctrinal que es eso.
    Y usted me valora a mi por lo que yo pregunto, suponiendo usted que en mi pregunta ya va la respuesta. No se usted que piensa al respecto, pero yo desde luego no lo puedo aceptar.
    Gracias

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    Nardito

    18/04/2018 at 17:53

    • Es algo muy conocido en la ciencia: explicaciones teóricas y conceptos con mucha frecuencia se desarrollan a partir de las preguntas que se formulan. Para un ejemplo sencillo, puede consultar el capítulo 1 de El Capital. TODA la problemática del valor cambia a partir de que Marx pregunta lo que nunca se había cuestionado siquiera la economía clásica. En su caso, ni siquiera se le ocurre preguntarse por qué un marxista jamás se plantea la cuestión de cómo administrar los negocios del capital. Y por qué Marx escribe una crítica al capital, que no tiene por objeto aconsejar a funcionarios «socialistas» sobre cómo emparchar al capital.
      En definitiva, las evidencias del sentido común empiezan a romperse la mayor parte de las veces por las preguntas que se plantean.

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      rolandoastarita

      18/04/2018 at 18:03

  13. El reformismo posibilista ha sostenido históricamente que la única forma de conquistar e implementar políticas para mejorar la situación de los trabajadores es «metiéndose en el barro», aunque ello implique, claro está, transar con los sectores más nefastos de una sociedad o bien aceptar, directa o indirectamente, la corrupción. Ha sido también uno de los latiguillos más utilizados por los adeptos al kirchnerismo en nuestro país. Es inevitable, no hay alternativa, hay que ensuciarse las manos de ser necesario, dicen. Hay que aplaudir lo que se hizo bien, y lo que no se hizo o se hizo mal fue por propios defectos del sistema que hay que aceptar, o fue culpa de la «derecha» o de otros poderes más fuertes que el propio estado (medios de comunicación, grupos económicos concentrados, etc.).
    Ahora bien, teniendo en cuenta que, como bien sostiene Rolando y en lo cual coincido, si no se cambian radicalmente las relaciones de producción los males del capitalismo persistirán y considerando, fundamentalmente, que hoy el ideario socialista está roto… Quienes pensamos así, qué hacemos en el mientras tanto? Qué camino seguimos? Se puede hacer algo hoy en la praxis? Creo que esto es lo que debemos responder.
    La historia no nos entrega demasiadas esperanzas.

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    Martín

    18/04/2018 at 20:08

  14. El reformismo posibilista ha sostenido históricamente que la única forma de conquistar e implementar políticas para mejorar la situación de los trabajadores es “metiéndose en el barro”, aunque ello implique, claro está, transar con los sectores más nefastos de una sociedad o bien aceptar, directa o indirectamente, la corrupción. Ha sido también uno de los latiguillos más utilizados por los adeptos al kirchnerismo en nuestro país. Es inevitable, no hay alternativa, hay que ensuciarse las manos de ser necesario, dicen. Hay que aplaudir lo que se hizo bien, y lo que no se hizo o se hizo mal fue por propios defectos del sistema que hay que aceptar, o fue culpa de la “derecha” o de otros poderes más fuertes que el propio estado (medios de comunicación, grupos económicos concentrados, etc.).
    Ahora bien, teniendo en cuenta que, como bien sostiene Rolando y en lo cual coincido, si no se cambian radicalmente las relaciones de producción los males del capitalismo persistirán y considerando, fundamentalmente, que hoy el ideario socialista está roto… Quienes pensamos así, qué hacemos en el mientras tanto? Qué camino seguimos? Se puede hacer algo hoy en la praxis? Creo que esto es lo que debemos responder.
    La historia no nos entrega demasiadas esperanzas.

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  15. Profesor que piensas de estos cuatro exposiciones

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    carolina gomez

    24/04/2018 at 20:18

  16. Hay que votar en blanco entre alguien de la oposición (Haddad, Gomez ) y Bolsonaro en una segunda vuelta?
    Cual es el limite? Trump no lo es hitler si.

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    carolina gomez

    05/10/2018 at 15:40

    • El fascismo no fue producto de Hitler. Si trasladásemos a Hitler a la época actual y fuera elegido presidente, no se desarrollaría el nazismo. Fascismo hubo con Perón y la triple a y sin embargo se lo votó como a un líder popular. No es la persona Lo que hay que evaluar sino el proceso social. Si bien en Brasil puede haber un problema con que la burguesía en general no quiera una vuelta del pt y sin embargo este sea el partido con mayor intencion de voto, no me parece que en Brasil haya condiciones para una dictadura. La debilidad política de la clase obrera no la torna necesaria. No veo que el capital se vea amenazado. Más bien puede haber un gobierno de mano dura, pero dentro de los límites de la democracia burguesa. Que por otro lado en Brasil es bastante débil, especialmente en zonas rurales o favelas. Ha habido cantidad de militantes populares asesinados.

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      Gus

      05/10/2018 at 19:52

  17. Yo se que las penurias que provoca el sistema capitalista no se solucionan con leyes progres ni con partidos socialdemócratas, no es voluntarismo esto. Pero si fuera brasilera votaría por Haddad, Bolsonaro es un NAZI, si hace la mitad de las cosas que declara va a llevar a Brasil al medioevo.

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    Caro

    07/10/2018 at 22:27


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