Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Ampliación sobre “comités de moral” y violadores “de izquierda”

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En la nota anterior (aquí) critiqué la creencia de que las organizaciones de izquierda, por ser revolucionarias, tienen derecho a manejar internamente los casos de abusos sexuales que involucran a sus militantes. Y la idea de que los “comités de moral”, o “comités de disputas”, son los organismos apropiados para resolver estas cuestiones. Entre otros temas, sostuve que no está garantizada su imparcialidad por el hecho de que estén conformados por gente que se considera a sí misma con una moral proletaria y socialista. Señalé que casos como lo ocurrido en el Frente Sandinista de Liberación, con Daniel Ortega, o en el SWP británico, autorizan a poner en duda esas posturas.

Después de publicar la nota me di cuenta de que no fui lo suficientemente claro y tajante. Lo que debiera haber escrito es que esos comités no garantizan imparcialidad ni limpieza en investigación alguna.

La primera razón, y la más general, es que habitualmente esos comités están conformados por militantes que tienen como principio rector que “la salud y salvaguardia de la organización está por encima de cualquier otra cosa”. Lo cual condiciona la búsqueda de cualquier verdad “objetiva y científica”, ya que la “verdad de partido” pasa a ser el criterio ordenador. Así, si se considera que tal o cual denuncia “puede ser utilizada por los enemigos del partido”, se intentará sofocarla, o desestimarla. En el fondo, se trata de la misma lógica con que se han acallado innumerables canalladas burocráticas a lo largo de la historia. El discurso no varía: “lo hacemos para defender al partido, y quienes acusan son enemigos, provocadores y contrarrevolucionarios”.

En segundo término, los integrantes de los “comités de moral”, o “de disputas”, son, típicamente, militantes con muchos años en las organizaciones. Por lo tanto es probable que muchos de esos “jueces revolucionarios” hayan cultivado estrechos lazos de camaradería (cuando no de amistad) con dirigentes y otros viejos militantes. En consecuencia, los criterios de objetividad se debilitan; por ejemplo, cuando el acusado es una figura relevante de la organización y la víctima una militante con poca trayectoria o, peor aún, una extra partidaria.

Vinculado a lo anterior, está la división que se establece entre los militantes y no militantes. Para explicarlo con un caso concreto: una mujer, que no pertenece al partido, denuncia que su marido, que es de la organización, violó a su hija pequeña, pero el acusado niega el hecho. ¿Qué peso da entonces el “comité de moral” a las palabras de la denunciante (quien “carece de nuestra moral proletaria”) frente a lo que dice el acusado (“es un compañero jugado por los intereses de la clase obrera”)?  Y es peor todavía cuando ni siquiera se escucha a la denunciante con el argumento de “el comité solo toma en cuenta lo que dicen los militantes del partido”. En este caso el “comité de moral” forma su juicio escuchando solo a una de las partes. Es la expresión más clara del prejuicio que sobrevuela en todo esto: “somos superiores porque somos de izquierda y revolucionarios”. Por supuesto, cualquier parecido con los típicos argumentos de las típicas burocracias (machistas) de la izquierda, no es casualidad.

En cuarto término, y también relacionado con lo anterior, todas las circunstancias del “proceso revolucionario” invitan a pensar más en una farsa que en una búsqueda de la verdad. Por ejemplo, el “comité revolucionario” no puede obligar a declarar a testigos que estén por fuera del partido; en muchos casos, tampoco parece estar obligado a invitarlos a declarar. Mucho menos puede amenazar con alguna sanción si los testigos, en caso de declarar, faltan a la verdad. Para bajarlo a tierra, volvamos al militante acusado por su esposa, no militante, de violar a su hija. El “comité de moral” del partido no tiene manera de obligar a psicólogos, pedagogos, u otros peritos, a que declaren. Pero además, la denunciante tampoco tiene forma de obligar al “comité de moral” a que preste atención a peritos y expertos “que no son del partido y carecen, por lo tanto, de nuestra moral revolucionaria”.

En definitiva, todos estos factores parecen explicar por qué los “comités de moral” y los “comités de disputas” de los partidos revolucionarios la mayor parte de las veces no protegen a las víctimas ni castigan a los victimarios (algo similar ocurre con las “comisiones” de la Iglesia que juzgan a los curas violadores y pederastas). En algunos casos, cuando el escándalo es inocultable, se expulsa al victimario, pero con el recaudo de acallar la denuncia pública. En muchos otros casos el resultado es todavía peor: el victimario continúa siendo militante (incluso siendo dirigente, o candidato a puestos públicos, etcétera) y la víctima es acallada y maltratada de todas las formas posibles. Todo se dispone para quebrarla moralmente. Lo cual no impide que la mayoría de estas organizaciones sigan militando públicamente “contra la opresión de la mujer”.

Por último, digamos que las denuncias de violaciones, abusos de menores, y otras agresiones sexuales, al interior de organizaciones revolucionarias (o que se llaman a sí mismas revolucionarias) han crecido en los últimos tiempos. Es posible que sea una manifestación de la creciente conciencia de las mujeres de que estos hechos no pueden ni deben tolerarse, así sean aquellos que involucran a “elevados camaradas revolucionarios”. En cualquier caso, la actitud de una organización revolucionaria ante estas cuestiones es decisiva. En la Sagrada Familia, Marx y Engels citan, aprobatoriamente, el siguiente pasaje de Fourier: “El cambio de una época histórica puede determinarse siempre por la actitud de progreso de la mujer ante la libertad, ya que es aquí, en la relación entre la mujer y el hombre, entre el débil y el fuerte, donde con mayor evidencia se acusa la victoria de la naturaleza humana sobre la brutalidad. El grado de la emancipación femenina constituye la pauta natural de la emancipación general” (cap. 8, apartado 6; énfasis añadido). Es necesario reflexionar sobre el significado de estas palabras cuando se aplican a la propia organización revolucionaria.

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Ampliación sobre “comités de moral” y violadores “de izquierda”

Written by rolandoastarita

25/11/2017 a 11:17

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10 respuestas

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  1. Acho que faltou aclarar que a melhor (ou menos pior) forma de conduzir esse tipo de denúncia é através da justiça burguesa. Já ouvi várias vezes no movimento que isso significa entregar militantes para o inimigo de classe, mas o movimento operário e popular não tem as mínimas condições para coletar evidências e investigar, além do problema da parcialidade de que o artigo fala. Além do mais, existem dois pesos e duas medidas no argumento do inimigo de classe. Se eu for roubado, vou na mesma delegacia do inimigo de classe fazer a queixa, então porque casos muito mais graves, como violência sexual, seriam exceção?

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    Rodrigo Silva

    25/11/2017 at 11:31

  2. Hola rolando, a tu criterio y experiencia cual es la funcion y papel de las comisiones y/o comite de control en los partidos revolucionarios??? Tengo entendido que nacieron por primera vez con la internacional comunista. Saludos

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    Laucha

    25/11/2017 at 12:56

    • Es un problema interno de los partidos. Personalmente no creo mucho en estas comisiones.

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      rolandoastarita

      25/11/2017 at 19:23

  3. Quizá conozca el caso ya, pero por si acaso. Acá en México hace unos meses tuvimos un caso similar en el que Sergio Moissen, un miembro del Movimiento de los Trabajadores Socialistas (el cual maneja el portal de La Izquierda Diario México) fue acusado por una mujer de estas prácticas, ante lo cual el MTS y la filial mexicana de Pan y Rosas (que, debe ser dicho, en México opera esencialmente como la versión en rosa del MTS) buscaron intimidarla, hacerle creer que estaba equivocada en su experiencia y que debería desistir en la denuncia. Ante su incapacidad de lograrlo, declararon que Moissen no podía ser culpable, basado en una investigación propia y que la denuncia tendría motivaciones políticas, al igual que lo sería su no recontratación por la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM. Gracias al esfuerzo de distintos grupos feministas (muchos de ellos explícitamente socialistas o anarquistas) sus esfuerzos por acallar a la denunciante o pintarla como herramienta política, e incluso de flotar la linea de que actuaba por despecho no tuvieron gran tracción.

    https://m.facebook.com/groups/117284478295946?view=permalink&id=1569588236398889

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    horstext

    25/11/2017 at 17:33

    • Alguien me comentó días pasados sobre este asunto. Llama la atención cómo en la mayor parte de los casos se repiten los mismos patrones de comportamiento por parte de las organizaciones.

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      rolandoastarita

      25/11/2017 at 19:25

  4. Creo que ya se puede formular la hipótesis de que este tipo de organizaciones verticalistas con una concentración del poder (material y simbólico) sobre la dirigencia no solo reproducen el orden capitalista (el poder concentrado en una minoría «dueña» y la mayoría «empleada», con jerarquías intermedias de «supervisores» y «gerentes») sino también el orden patriarcal (la mayoría de los cargos de poder son ocupados por hombres, la voz de los hombres es la más escuchada, visión androcéntrica de la militancia y de la lucha, etc).

    Esto se puede abordar de manera educacionista, implementando al interior de estas organizaciones campañas de concientización feminista y re-educación sexual. Esto puede lograr un corrimiento progresivo del espectro de autovaloración de las mujeres y de la solidaridad a la hora de la denuncia de abusos (que a falta de justicia se está expresando mediante escraches). Se puede hacer un paralelismo con el mayor grado de conciencia social sobre la violencia machista en los últimos años, gracias al feminismo y al movimiento de mujeres (que pegó un fuerte impulso desde el 2015 con el #niunamenos). Pero claramente esa actividad no ha sido suficiente para que los abusos y las injusticias dejen de existir, y de hecho ha generado una reacción patriarcal más encarnizada, que se expresa en un aumento de los femicidios.

    También puede abordarse también de forma institucionalista, planteando que en todos los cargos de dirección tiene que haber un 50% de mujeres. Pero eso solamente modificaría la situación de una minoría (la dirigencia). Y de hecho puede funcionar como dique para futuros reclamos. Así como el macho republicano cree que como las mujeres ya pueden votar y ser electas

    Pero para mí el objetivo tiene que ser modificar las relaciones sociales cotidianas al interior de la organización. De lo que se trata es que haya una equidad efectiva. Si no se toca la concentración de poder de la minoría dirigente ni la concentración de poder de los hombres, no habrá equidad efectiva.

    O sea, lo que hay que hacer al interior de las organizaciones se relaciona con lo que hay que hacer con la sociedad. Y en esa cancha se ven los pingos. Miradas desde el anticapitalismo ya tenemos varias críticas a estas organizaciones por ser más estatalistas que socialistas, más nacionalistas que internacionalistas, oportunistas, sectarias, etc. Ahora mirémoslas desde una óptica antipatriarcal y nos daremos cuenta de cosas iguales o peores.

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    La Cagámpora

    26/11/2017 at 10:16

  5. Un escrito realmente necesario en estos días, donde lo que prima en ciertos partidos autoproclamados «de izquierda», es el silenciamiento o peor aún, la complicidad en casos de violencia de genero. Lamentablemente esta respuesta ética y de buen sentido y juicio, parece marginal en el amplio espectro partidista…la paradoja es que la ideologia burguesa a permeado a los circulos «socialistas» y para pesar, ésta, tú visión y la de algunos marxistas honestos, sigue siendo marginal en el amplio abanico. Un abrazo rolo por tu honestidad y tu siempre buen intencionado razonar socialista.

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    buscandolaemancipacion

    27/11/2017 at 01:17

    • Para ser precisos, lo que planteo no «parece» marginal en el espectro de los partidos de izquierda, sino que «es» marginal.

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      rolandoastarita

      27/11/2017 at 08:59

  6. No es por hacer autobombo pero pertenezco a un frente politico y social (Poder Popular) que hace poco decidió expulsar a uno de los partidos que conformaba dicho frente por las cuantiosas denuncias por violencia machista y encubrimiento de la misma que tenian los miembros de la dirección politica del mismo partido (Marcha Guevarista del pueblo). Me parece algo muy valorable ya que es conocida la actitud de los partidos de izquierda frente a estos hechos. Nosotros comprendemos que no es posible cambiar al mundo si no cambiamos nosotros mismos, por eso es inadmisible negar las denuncias, encubrir al denunciado y culpabilizar y/o tratar de «confundidas» a las victimas.

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    Julian

    28/11/2017 at 20:44


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