Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Burocracia sindical, ¿qué carácter de clase? (1)

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En su edición del 13 de septiembre, y con el título “Caló, más complicado en la causa por lavado que salpica a la cúpula de la UOM”, La Nación informa que el Tribunal Oral Penal Económico Nº 2 dio por acreditado que los jefes de la Unión Obrera Metalúrgica se dedicaron “a defraudar en forma sistemática durante años a los afiliados del sindicato”. El caso estalló a partir de que un abogado de la UOM, Segundo Pantaleón Córdoba fue interceptado, en 2011, cuando se disponía a viajar a Uruguay con 800.000 dólares. Después de ser detenido, Córdoba declaró que él y otros 13 dirigentes de la UOM, entre ellos su secretario general, Antonio Caló, se repartieron, desde 2003, en promedio 280.000 dólares por mes. Ese dinero provenía del 20% de la recaudación que los afiliados metalúrgicos le pagan al Instituto Seguros SA por seguros de vida y sepelio. Caló, además, es secretario de la Confederación General del Trabajo, rama oficialista.

También se informa que desde fines de 2002, cuando la UOM constituyó un fideicomiso para afrontar un concurso de acreedores, la firma Donington SA, propiedad del empresario de medios Raúl Olmos, ofició de administradora fiduciaria y eje de la triangulación del dinero de los afiliados. “La denuncia de Córdoba fue ratificada por los testimonios de tres históricos de la UOM: Roberto Echenique, contador del sindicato durante 18 años; Ricardo Weisz, abogado que trabajó durante 15 años entre 1982 y 2010, y Hugo Mariano Rodríguez, otro abogado que después de revistar durante décadas en el gremio se convirtió en socio de Córdoba en sus emprendimientos privados”.

El Tribunal afirma asimismo que se creó “un entramado de sociedades en Estados Unidos y Panamá que se combina con la existencia de cuentas bancarias en Uruguay, en las que Córdoba tenía al menos 3,5 millones de dólares”, e inversiones inmobiliarias en Punta del Este y Miami. “La información surge de dos fuentes: el exhorto de la justicia uruguaya que acreditó al menos tres cuentas en el banco HSBC de Montevideo, y la constitución de las sociedades El Campanario LLC y Nasate Resources INC, y la declaración de la ex mujer de Córdoba, que reveló la existencia de otras firmas (Amarras del Sol LLC, Fullcash S.A., East Bengala S.A. y Cederlake LLC). En Miami Córdoba contaba con el asesoramiento de Álvaro Castillo, un agente inmobiliario autorizado para disponer de todos sus activos. Castillo administró propiedades de otros argentinos ligados a la UOM, como Olmos, dueño de Crónica y BAE Negocios Internacionales, con sede en Florida”. El Tribunal dispuso que Caló, y otros altos dirigentes del gremio, sean investigados por lavado de dinero; Córdoba ha sido condenado a un año y nueve meses de prisión en suspenso.

Un caso que ilumina lo general

En la Ciencia de la lógica Hegel observa que solo comprendemos adecuadamente un concepto cuando este no queda en el plano de lo general abstracto, sino cuando incluye toda la riqueza de las particularidades y singularidades que contiene. Es que desprovista de estas, la abstracción, dice Hegel, “no alcanza… sino a universalidades carentes de vida y de espíritu, sin color ni sustancia” (p. 547. edición Hachette). Por eso, la forma en que los dirigentes de la UOM se apropiaron de fondos generados por los afiliados; los canalizaron a negocios capitalistas; se vincularon con el capital globalizado (bancos internacionales, propiedades inmobiliarias en Miami, fondos en Panamá, etcétera); y pudieron hacerlo durante años sin ser estorbados por los gobiernos de turno ni por altas instancias del Estado, da “color y sustancia” a la noción de burocracia sindical. Y a partir de este “contenido concreto”, que se repite, con leves variaciones, en la mayoría de los gremios afiliados a la CGT, nos vemos impulsados a repensar las categorías con que se define la naturaleza social de esta dirigencia.

Esta reflexión parece pertinente, ya que una tesis, bastante extendida en la izquierda, y en el trotskismo en primer lugar, dice que la burocracia sindical constituye un estrato de la clase obrera. Más precisamente, se sostiene que a cambio de privilegios y prebendas, los dirigentes burocráticos garantizan la continuidad de la relación capitalista, pero no pertenecen a la clase capitalista porque, continúa el argumento, no son propietarios de medios de producción. Se podría afirmar también que la posición social del burócrata gremial es dependiente y está orgánicamente vinculada a una institución obrera, el sindicato: y que esta circunstancia define su carácter social. En cualquier caso, la tesis corre paralela a la caracterización trotskista de la dirigencia de la URSS, China y otros países de economía estatizada como “burocracia obrera”.

¿Burocracia “obrera”?

Empecemos con una primera cuestión, anterior (lógica y empíricamente) al hecho de que los dirigentes gremiales sean propietarios de medios de producción: la diferencia que existe entre “tener privilegios y prebendas” y “participar de la plusvalía que se extrae a la clase obrera”. Es que tener un privilegio o prebenda (un empleo en el que se gana más dinero que el resto con menos trabajo) no determina necesariamente un cambio cualitativo desde el punto de vista de la relación social. Por ejemplo, un dirigente sindical que tiene un ingreso algo superior al de un obrero calificado y goza de ciertos privilegios (está liberado de cumplir cuotas de producción, horarios estrictos, o similares), está vinculado funcionalmente a la clase obrera, pero no es partícipe, de alguna manera definida, de la explotación de los trabajadores. Aquí lo cuantitativo –diferencia de ingreso, tareas más aliviadas, etcétera- no da lugar a una diferencia social cualitativa, que obligue a modificar la caracterización de clase. El ejemplo parece encajar en la idea de “estrato privilegiado” de la clase obrera.

Sin embargo, en el caso estilo “Caló y dirigentes de la UOM”, ya no se trata de privilegios, sino de la apropiación sistemática de una parte del valor generado por la clase obrera, que debería ir al salario “social” (seguros de vida, obras sindicales, y semejantes), pero termina en los bolsillos de los dirigentes. Se trata de una apropiación repetida, realizada a partir de un poder institucionalizado, que además está amparada, la mayor parte de las veces, por el aparato de Estado, y es tolerada por el capital como un mal necesario. De aquí emana una vinculación orgánica, aunque no exenta de tensiones, de la burocracia sindical con las instituciones del capital.

Por otra parte, si bien cada vez más aparecen burócratas sindicales que son propietarios de empresas, parece acertado enfatizar que, en principio, la burocracia no es propietaria de medios de producción. Pero esto no es suficiente para definir a la burocracia como parte de la clase obrera; aunque sí es un factor clave porque determina el carácter relativamente precario de su posición social. Así, el hecho de que hoy se esté juzgando a la jefatura de la UOM por apropiación indebida de fondos, evidencia que esos dirigentes gremiales, en tanto se enriquecen por mecanismos ilegales, se diferencian del capitalista al que, por derecho, le pertenece la plusvalía que producen “sus” obreros. Por eso, bajo determinadas circunstancias, esa apropiación del excedente puede ser cortada; por ejemplo, por un proceso judicial que se desenvuelve con una lógica relativamente autónoma. Sin embargo, una participación en la explotación con rasgos de precariedad, sigue siendo, a pesar de todo, una relación de explotación. Y si un grupo social participa de la explotación de otro grupo social, no podemos afirmar que el primero pertenece a la misma clase social que el segundo. De aquí también la necesidad de profundizar en la naturaleza social de la burocracia. Obsérvese que, como lo sugerimos más arriba, en esencia, los problemas teóricos asociados a esta cuestión son similares a los que se generan en torno a la caracterización de las burocracias dirigentes de los regímenes stalinistas (ver aquí aquí).

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Burocracia sindical, ¿qué carácter de clase? (1)

Written by rolandoastarita

15/09/2015 a 17:03

12 respuestas

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  1. Creo que ejemplos como el de Caló hablan más bien de miembros de la clase capitalista que de un estrato privilegiado de la clase obrera. Otros casos como son los de Pedraza y Fernández, de la UF, que tenían empresas «cooperativas» en las que explotaban a trabajadores tercerizados, o el de Moyano, con la empresa recolectora de residuos «Covelia», y otros ejemplos que se pueden seguir mencionando (como por ejemplo Barrionuevo), demuestran que se está ante una clase capitalista o lumpen-capitalista en tanto en muchos casos explotan fuerza de trabajo en actividades ilícitas.

    Sin embargo, en cuanto a su función social, creo que no está muy lejos de la caracterización que Trotsky había hecho en un escrito llamado «Los sindicatos en la época del imperialismo» que quedó inconcluso.

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    Lucas

    15/09/2015 at 18:51

    • lucas, no se puede decir que Caló sea capitalista si no es propietario de capital por medio del cual explota la fuerza de trabajo.
      La clase que explota mano de obra sin ser propietaria del capital es la clase de los gestores, que opera hoy día en el sistema capitalista, como CEOs y otros cargos importantes de empresas corporativas, y que han operado los regímenes burocráticos de inspiración socialista y también fascista (incluso, los fascistas fueron los primeros teóricos de la empresa como propiedad social, lo que hoy día conforma la ideología de las grandes corporaciones).
      Hay un portugués que ya he comentado acá, se llama João Bernardo, escribió un libro llamado «Capitalismo Sindical», donde analiza justamente la forma como los sindicatos en todo el mundo encuentran maneras para explotar y capitalizar el valor producido por sus afiliados. Por otro lado, un brasileño, Mauricio Tragtenberg, que ha escrito sobre la ideología de las corporaciones y la clase gestora.

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      Fernando

      15/09/2015 at 22:20

    • Son unas notas interesantes, una maduración respecto a sus posiciones anteriores porque incorpora observaciones de México y de EEUU de esa época. Sin embargo sigue hablando de «burocracia obrera» en todo el artículo.

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      Danilo Castelli

      16/09/2015 at 00:19

    • Fernando, los CEOs o gerentes generales son capitalistas aunque no sean los dueños de los medios de producción (¿o acaso Magnetto o Ratazzi resulta que son trabajadores?). Ahora resulta que hay una clase de «gestores».

      ¿Cual es su funcion social? administrar las empresas y explotar a los trabajadores. ¿Eso no es lo que hacen los capitalistas? La propiedad de los medios de produccion no es lo unico que define a que clase pertenecen las personas. Un trabajador puede tener acciones (por lo tanto, dueño de una parte de la empresa) y no por esto deja de ser un trabajador.

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      Sergio

      16/09/2015 at 11:18

  2. Acá comparto un comprehensivo artículo de Pannekoek sobre el capitalismo, que arroja bastante luz sobre la relación entre sindicalismo, lucha de clases, burocracia, etc.
    http://www.mil-gac.info/spip.php?page=article_es&id_article=115

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    Danilo Castelli

    16/09/2015 at 00:16

  3. Fernando, la clase «de los gestores» que vos mencionas era caracterizada por Marx como parte de la clase capitalista. Como capitalistas no propietarios del capital con que operan.

    Y en un punto no importa si Caló es el propietario jurídico del capital sino que lo que importa es si es el poseedor efectivo, quien decide los destinos y el funcionamiento del capital con el que opera y quien se apropia de la plusvalía.

    No nos podemos guiar por los criterios jurídicos y mucho menos en estos casos en que el burócrata necesita ocultar en parte su accionar.

    Hasta la ley burguesa prevé la posibilidad de la existencia de socios aparentes y socios ocultos (por ej. el artículo 34 de la ley de sociedades comerciales argentina) por lo que lo que nos debe importar es quien detenta efectivamente la posesión de los medios producción a través de los cuáles se explota fuerza de trabajo y no quiénes figuran como propietarios en los papeles.

    Ajunto el planteo de Marx: «Sobre la base de la producción capitalista, el capitalista dirige tanto el proceso de producción como el de circulación. La explotación del trabajo productivo cuesta esfuerzo, tanto si él mismo despliega ese esfuerzo, como si se lo hace efectuar a otros en su nombre. Por consiguiente, en contraposición al interés, la ganancia del empresario se le presenta como independiente de la propiedad del capital, y más bien como el resultado de sus funciones como no propietario, como … trabajador … la ganancia empresarial le corresponde al capitalista operante inclusive cuando es no propietario del capital con que opera…” (Marx, Karl, El Capital : El proceso global de la producción capitalista, T.III, v. 7, Siglo XXI, 1977, p. 486).

    Por eso para Marx las tareas de supervisión y control del trabajo por parte del capitalista o los supervisores, en tanto esas tareas se originaran en el carácter antagónico de la relación capital-trabajo, colocaba a los que la ejercían del lado de la clase capitalista.

    Lenin también tenía un planteo similar cuando sostenía que la función que se cumplía en la división social del trabajo era un elemento que debíamos tener en cuenta para analizar la composición de las clases sociales. Decía que las clases sociales: “… son grandes grupos de personas que se diferencian unas de otras por el lugar que ocupan en un sistema de producción social históricamente determinado, por su relación (en la mayoría de los casos fijada y formulada en la ley) con los medios de producción, por su papel en la organización social del trabajo y, en consecuencia, por la magnitud de la parte de riqueza social de que disponen y el modo en que la obtienen. Las clases son grupos de personas, uno de los cuales puede apropiarse el trabajo de otro en virtud de los diferentes lugares que ocupan en un sistema de economía social determinado” (Lenin, Una gran iniciativa, en Obras Escogidas, T.V., Buenos Aires, Cartago, 1974, p. 479).

    Obviamente se puede no estar de acuerdo con el planteo de Marx y Lenin acerca de los criterios para diferenciar las clases sociales, pero me parece que un criterio basado exclusivamente en la propiedad jurídica de los medios de producción es menos indicado todavía.

    Es un criterio poco útil porque existe la posibilidad de utilizar testaferros y socios aparentes (que para el derecho argentino, por ejemplo, no es ilegal).

    Además, utilizando ese criterio bastaría con que un empleado de, por ejemplo, la General Motors, tuviera la propiedad jurídica de algunas pocas acciones de la empresa para la que trabaja para que fuera considerado capitalista; mientras que el CEO de esa empresa (que eventualmente podría no tener en propiedad ninguna acción) debería ser considerado un trabajador.

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    Lucas

    16/09/2015 at 12:53

    • Lucas y Sergio,
      hay si una diferencia entre un gestor que es simplemente un funcionario de una propiedad capitalista tradicional, que tiene un dueño (el gordo fumando un habano del siglo XIX), y por otro lado el gestor de un capital que no tiene un dueño específico sino que es una «propiedad social», difusa sea entre miles de accionistas, sea entre «los trabajadores de la URSS». Es lo que Marx describe en el Cap. 27 del tomo 3 como modos de producción «de transición», comparando las corporaciones con las coperativas.
      Sobre la cuestión de las clases y de los modos de producción, me pongo al lado de aquellos que prefieren analizar las formas de explotación del excedente y en eso sentido, el que explota el excedente de la producción en los casos que yo mencioné no son los propietarios de las acciones ni «los trabajadores de la URSS», sino los CEOs y los gestores de la burocracia bolchevique-estalinista, independientemente de si reciben salarios o no.
      El trabajador, cuando posee acciones, no deja de tener algo de capitalista en él, aunque siga siendo asalariado. De hecho, se trata de una de las principales estrategias en el EEUU (y en otras partes del mundo) para cooptar la clase e instaurar las modalidades de capitalismo sindical, dado que los sindicatos son los principales agentes que impulsan la compra de acciones de la propria empresa a bajos precios como contrapartida a los ajustes de la patronal. Esto está muy bien descrito en el libro de João Bernardo que mencioné arriba .

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      Fernando

      17/09/2015 at 11:24

    • La importancia está en el lugar que se ocupa en el proceso de producción. Eso es lo que permite caracterizar -correctamente- a los gerentes como parte funcional de la clase capitalista, aun si jurídicamente no son ellos mismos propietarios del capital.

      Igual, podemos estar dándole vueltas al asunto para siempre. Yendo a la raíz del desacuerdo: hay un interés ideológico en sostener la existencia de una «clase los gestores» porque es una manera de defender la idea de burocracia obrera y por lo tanto la caracterización troskista de la URSS como Estado obrero burocratizado, etc.

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      Danilo Castelli

      17/09/2015 at 16:40

    • Todo lo contrario, danilo, la caracterizacion de urss como estado obrero es justamente lo que cae cuando se caracteriza el modo de producion de la urss como explotacion de una clase por otra, la de los travajadore por la de los gestores, en lugar de una desvirtuacion ee la capa dirigente obrera, o de un capitalismo «disfrazado», como si los gestores fuesen capitalistas barbados, lo que tampoco es cierto.

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      Fernando

      19/09/2015 at 21:06

  4. rolo
    Que piensas del conflicto trabajadores de taxi y su sindicato con la empresa uber?

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    Paula Gomez

    15/04/2016 at 20:26

    • El conflicto de Uber no es solo con los trabajadores, sino también con las patronales de taxis. No conozco lo suficiente como para opinar, pero tengo la impresión de que, si es cierto que abarata las tarifas, tenderá a imponerse la entrada de Uber o empresas de ese tipo. Seguramente arreglarán alguna modificación, como el tema de las licencias de conducir o los seguros para pasajeros.

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      rolandoastarita

      16/04/2016 at 09:04


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