Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Partido marxista, ¿partido “de combate”?

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Por estos días estuve leyendo documentos, que son públicos, de la discusión que se está desarrollando al interior del  Partido Obrero entre la mayoría de la dirección y la tendencia (o fracción) liderada por Jorge Altamira y Marcelo Ramal. Sin entrar a discutir las cuestiones más generales implicadas en el debate – que se relacionan con los análisis, política y estrategia del trotskismo – en esta nota quiero explicar mi diferencia con la idea, expresada en el documento de la mayoría de la dirección del PO, de que el partido marxista debe ser un partido “de combate”. Para ser más precisos en cuanto a lo que se quiere expresar, ese partido “de combate” se contrapone a “un grupo de propaganda”. Se trata de una concepción muy extendida en la militancia.

Pues bien, estoy en contra de esta idea. A fin de evitar falsas polémicas, aclaro que, por supuesto, el partido debe participar, y estar en primera fila, en las luchas de la clase obrera. Pero ese combate lo lleva adelante en tanto es parte de la lucha de la clase obrera contra la burguesía y su Estado. Y siendo consciente de que, mientras no tenga influencia en el movimiento de masas, el eje de su actividad es la agitación y la propaganda, además de la organización de los trabajadores que deciden adherir al partido. Para “bajarlo” a tierra: si hay una huelga, los militantes del partido participarán en ella con todas sus fuerzas, y el partido intentará extender el apoyo y la solidaridad entre el pueblo. Pero no es su función reemplazar a los obreros en huelga – por ejemplo, constituyendo los piquetes de huelga con sus militantes, en sustitución de la acción de clase. Como tampoco es su función sustituir a la clase obrera en sus enfrentamientos con el aparato de Estado, o con el gobierno de turno o alguna de sus instituciones.

Por eso, lo distintivo del partido marxista no es que sea el “más combativo”. Otros sectores también pueden estar en la primera fila de la lucha, por caso, en un combate por reivindicaciones sindicales. Por lo tanto, los trabajadores podrán comprobar, con su propia experiencia, que varios grupos – o sea, no solo los partidos marxistas – están dispuestos a luchar y jugarse en combates que pueden parecer “decisivos”. La cuestión es importante porque, después de todo, han existido, y existen, muchas organizaciones que han sido “de combate” (contra dictaduras militares, por ejemplo; o en defensa del nacionalismo) y no por ello han levantado un programa socialista. Por caso, en América Latina muchas organizaciones armadas – indudablemente, “de combate” – terminaron apoyando, o incluso participando o encabezando (hay para todos los gustos) gobiernos burgueses. Subrayamos, por lo tanto, que el partido marxista se diferencia de este tipo de organizaciones por tener un programa, estrategia y política radicalmente distintos, basados en un enfoque teórico también radicalmente distinto.

Por eso Lenin decía que lo que distingue a un socialista de un buen sindicalista es que el primero no se limita a ser un buen luchador sindical, sino presenta algunas ideas más generales, y de mayor perspectiva (véase el célebre folleto ¿Qué hacer?). Una idea que ya estaba presente en el Manifiesto comunista. En este texto, Marx y Engels escribían: “Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto”. Precisemos que por “otros partidos obreros” Marx y Engels se referían a partidos [podía ser el cartismo inglés] que procuraban “la constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del poder político por el proletariado”. Observemos también que este criterio excluye la idea de que el partido educa a las masas desplegando acciones ejemplares de vanguardia.

Agitación y propaganda desde el mismo movimiento de masas

Lo planteado hasta aquí se combina con una concepción de intervención “desde adentro” del movimiento de masas. Marx expresó este criterio en una carta a Ruge, de septiembre de 1843: “No comparecemos ante el mundo en actitud doctrinaria, con un nuevo principio: ¡he aquí la verdad, postraos de hinojos ante ella!… No le diremos: desiste de tus luchas, es cosa necia; nosotros nos encargaremos de gritarle la verdadera consigna de lucha. Nos limitaremos a mostrarle por qué lucha, en verdad, y la conciencia es algo que tendrá necesariamente que asimilarse, aunque no quiera”.

Dados los “usos y costumbres” en la izquierda argentina, resalto el rechazo de Marx a “gritarle a las masas la verdadera consigna de lucha”, y su énfasis en explicar “por qué se lucha”. Una idea que conecta con qué se entiende por “agitación”. Por lo general, hoy se entiende por agitación repetir machaconamente algunas consignas (del tipo “Fuera Macri y el FMI”; “Huelga general”; “No pagar la deuda” y similares). Pero la agitación, tal como se entendía en la tradición socialista no era eso, sino explicar a las masas, de manera accesible y sencilla, una o dos ideas (en tanto la propaganda consiste en explicar un conjunto de ideas a pocos). Por eso Lenin decía que la agitación era un arte. Un caso ejemplar de ese arte fue la tarea, emprendida por miles de militantes en los meses que siguieron al triunfo de la Revolución de Febrero de 1917, de explicar a las masas que todo el poder debía pasar a los soviets. Es muy significativo, por otra parte, que en aquella ocasión hubo críticas a Lenin porque el eje de la actividad revolucionaria había pasado a ser una “mera tarea de propaganda”  – explicar a muchos que el poder debía pasar a los soviets.

Señalo además que en todo este asunto existe algo bastante curioso: si bien se habla con desprecio de la propaganda – el cargo frecuente de “lo suyo es propagandismo” -, en la práctica la actividad central de los partidos de izquierda es hacer una suerte de “agitación – propaganda” a través de consignas. Esto incluso aparece con claridad en el documento de la dirección del PO al que he hecho referencia. En el mismo se contrapone la actividad del “grupo de propaganda” – donde un dirigente “da charlas” – a la actividad de reclutar obreros “por una combinación de agitación, propaganda y organización revolucionaria”. Pero si agitación es explicar pocas cosas a muchos, y propaganda es explicar muchas cosas a pocos, se puede entender que el eje de actividad sigue siendo, básicamente, el mismo. Y se supone que tanto el militante que se concentra en la propaganda, como el que se dedica a la agitación, buscará ganar obreros a su organización.

El eje hoy es explicar 

Que el eje de los partidos de izquierda es la agitación y propaganda se hace incluso más claro durante las campañas electorales. Cuando los candidatos del FIT van a los medios y explican que la deuda no se puede pagar; o que suspendiendo tres meses el pago de la deuda se puede acabar con el hambre en Argentina; o que hace falta un gobierno de los trabajadores, están haciendo propaganda (o tal vez agitación, en el sentido dicho por Lenin; no hay divisiones tajantes entre propaganda y agitación). Lo mismo hace el militante que pasa la prensa de su partido, y trata de ganar votantes, o fiscales de mesa, o militantes, para su organización. El centro de su actividad es explicar. Si a eso le quieren llamar “combate”, pues está muy bien, pero hay que tener presente la diferencia con “el combate” de cualquier otra organización “combativa” de vanguardia, de tipo nacionalista, o pequeñoburguesa radical, etcétera. El combate del marxista es uno en el cual entran en juego sus reservas teóricas para enfrentar las objeciones que le hacen los ideólogos y políticos de los partidos burgueses, o pequeñoburgueses (y en este respecto, habría que evitar enviar a los medios representantes que pueden ser simpáticos, pero son analfabetos en teoría marxista). Por otra parte, la idea de que las masas trabajadoras avanzan hacia la conciencia socialista porque un grupo les grita, una y otra vez, una frase-consigna, no tiene fundamento alguno. Nunca resultó así el asunto; al menos, nunca bajo condiciones de dominio del capital (como ocurre ahora en Argentina). Más aún, los mismos que conciben la agitación como repetición monótona de una o dos consignas, se ven obligados a explicar y desarrollar argumentos cuando son interpelados por los críticos. Por eso subrayo: agitar, en el sentido de la tradición socialista, siempre consistió en explicar ideas. Incluso las manifestaciones callejeras realizadas con militantes de izquierda cumplen, objetivamente, la función de llamar la atención sobre algún mal, o difundir alguna demanda que, se espera, sea asumida por las masas. Lo cual siempre deberá ir acompañado de explicaciones.

Para terminar, un recuerdo personal sobre el que he pensado muchas veces desde que rompí con la idea de que basta repetir insistentemente consignas “movilizadoras” para hacer progresar el programa y la política socialista. El recuerdo es de mi abuelo paterno. Educado en las viejas tradiciones del socialismo, rompió con el Partido Socialista argentino cuando no quiso afiliarse a la Tercera Internacional; sin embargo, no adhirió al Partido Comunista por no coincidir con sus métodos, a los que consideraba demasiado burocráticos y personalistas. Pues bien, mi abuelo insistía en la necesidad de explicar a los trabajadores, de manera sencilla, qué era la explotación capitalista. En su opinión, era la clave para que los trabajadores (al menos, los de vanguardia) rompieran ideológicamente con el sistema. Y agregaba que “la tarea es estudiar, propagandizar, organizar”. El tema es que muchos años más  tarde encontré que esa fórmula la proponía Lenin, cuando sintetizaba la tarea de la militancia en períodos de dominio más o menos normal de la burguesía. Y Lenin, a su vez, la tomaba de Liebknecht, el revolucionario alemán. Con lo que me di cuenta de que era una idea que recorría la Segunda Internacional, orientada por Engels. Era el verdadero “combate” del militante marxista: estudiar, propagandizar, organizar.

Descargar el documento: varios formatos siguiendo el link, opción Archiv—-o/Descargar Como: Partido marxista, ¿partido “de combate”?

Written by rolandoastarita

03/07/2019 a 16:52

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11 respuestas

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  1. «…y en este respecto, habría que evitar enviar a los medios representantes que pueden ser simpáticos, pero son analfabetos en teoría marxista». Si fueras creyente, te diría que te has ganado el cielo con esta frase. Por cierto, me pareció muy buena tu reivindicación de Lenin, respecto a los diferentes niveles de desarrollo de la conciencia de clase. Ya que por ejemplo, por muy combativo y honesto que pueda ser un sindicalista, siempre estará limitado por lo que es posible dentro del sistema. En ese sentido, hubo mucho debate en torno a la cuestión del centralismo en el Qué Hacer de Lenin, pero relativamente poco en lo que respecta al desarrollo de la conciencia, la relación entre agitación y propaganda, y el problema de la organización versus espontaneísmo. Rolando, ¿tenes pensado un post más orientado a tratar estas cuestiones específicas?

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    luisgac

    03/07/2019 at 18:18

    • Tengo varias notas pendientes, pero posiblemente escriba algún post sobre estos temas. En particular, quisiera subrayar la centralidad que Lenin le daba a la teoría como fundamento de la actividad del partido (también Engels, no es casual que lo cite en este punto). La idea de que el partido se construye «desde arriba» no es que se construye desde un comité central, como se interpreta habitualmente, sino que se construye desde una teoría crítica, revolucionaria.

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      rolandoastarita

      04/07/2019 at 08:51

  2. Geld und Bodenreform!

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    CV

    03/07/2019 at 18:44

  3. Coincido con la mirada general de Rolando Astarita posteada en esta nota. Simplemente agrego mi primera mirada sobre la división del PO, publicada en El Porteño, de Valparaíso, Chile.http://elporteno.cl/2019/06/26/acerca-de-la-fraccion-publica-del-partido-obrero-liderada-por-altamira-con-que-cara/?fbclid=IwAR0F49m8JS51-pcLGom8PsEhlLI-pg94MvbLuAeygO0UMgut4LyDtwcKd18

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    Fernando Armas

    04/07/2019 at 07:45

  4. Moreno dice lo mismo que usted, en su contestación a Mandel, se ve que tuvo un buen maestro

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    Carlos

    04/07/2019 at 18:59

    • Curiosamente, la mayor parte de las ideas expresadas en esta nota no solo las planteé en mi Crítica al Programa de Transición, sino ya varios años antes las había expresado en mi crítica a las concepciones de Nahuel Moreno. La crítica está íntimamente vinculada a la minusvaloración de la lucha teórica (y de la teoría marxista), a la idea de que la actividad principal del partido era la agitación de consignas transicionales (agitación en el sentido de lanzar sloganes), ideas centrales en la concepción de partido de Nahuel Moreno. La crítica que hizo Moreno a Mandel por la cuestión de la lucha armada nunca lo llevó a revisar esas ideas. El rol de la teoría, la propaganda, la agitación concebida como explicación de ideas a las masas, y demás ideas que presento en la nota (también en la Crítica al PT, o en la Crítica a Moreno), las he tomado de los textos de Marx y de Lenin citados (y de otros, como la Crítica al programa de Gotha). No sé de dónde saca usted que Moreno defendía las concepciones que presento en la nota. Para darse una idea del asunto lea, por ejemplo, «Conceptos políticos elementales» de Moreno – Petit, cuaderno de formación de la militancia, de 1986.

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      rolandoastarita

      04/07/2019 at 20:33

    • Agregado: su «comentario» no solo demuestra ignorancia de su parte, sino también «mala leche». No es un argumento, sino una agresión «ad hominem». Usted descalifica a partir de quién cree que es mi fuente de inspiración. Pues bien, en este blog no tiene más cabida. Puede irse con su mugre a otra parte, acorde a su nivel intelectual. Aquí no es bienvenido. No tengo ninguna obligación de aguantar agresiones como la suya.

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      rolandoastarita

      04/07/2019 at 22:57

  5. Pienso que una cosa no quita la otra, en Lenin al menos no veo que ambas cuestiones sean excluyentes. Si se va a ser absolutamente consecuente con la caracterización marxista del estado burgués no es posible negar la necesidad de construir un partido de combate. Saludos

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    Lucas

    07/07/2019 at 20:33

  6. En todo caso, todo empieza en cómo definimos partido de combate

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    Amauta

    08/07/2019 at 00:26

  7. Es claro que cuando la actual dirección del PO -una camarilla mediocre, burocratizada, y con un fuerte grado de descomposición política y ética- se burla de la tarea de «explicar la crisis» a los trabajadores, se propina a sí misma una crítica demoledora, lapidaria.
    Simultáneamente, la línea de reclutamiento que vienen bajando hace tiempo, de puro «luchismo» y sin «dar explicaciones», ha venido acompañada de un desarrollo de tipo punteril.
    Nada brota de la nada.

    Saludos

    *vale la pena mencionar que hay una imparable -hasta ahora- rebelión desde las bases (Fracción Pública del Polo Obrero, de la UJS, adhesiones de todo tipo, etc.), y que en definitiva van a tener que irse de sus posiciones de dirección, porque de una parte las barbaridades que han hecho son indefendibles, pero además incluso la campaña electoral del FITU -su principal interés- se está viendo muy perjudicada

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    riveravaldez

    08/07/2019 at 06:48

    • Rivera, la » línea de reclutamiento que vienen bajando hace tiempo, de puro “luchismo” y sin “dar explicaciones”, (que) ha venido acompañada de un desarrollo de tipo punteril «, no es patrimonio de la actual dirección, sino que viene de hace rato, cuando Altamira estaba en pleno uso de sus facultades dirigentes. Esta deriva populista, que combina análisis de tipo objetivista de la situación, para extraer de ella conclusiones subjetivistas, termina derrapando a los planteos delirantes de «prepararse para la insurrección», que hoy esgrime la «fracción pública». Me hace acordar al ERP de Marzo/76 cuando planteaban «¡Argentinos a las Armas! o más cerca en el tiempo, a las consignas petardistas del Partido de la Liberación llamando a la «rebelión popular» en los ´80. NADA REEMPLAZA LA NECESIDAD DE LA ORGANIZACIÓN Y EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA DE CLASE. SIN ESTO NO TENEMOS NADA.

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      Mariano

      10/07/2019 at 11:00


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