Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Enseñanza de la Microeconomía y pluralismo

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El pasado 7 de noviembre se realizó, en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, y en el marco de las XIX Jornadas de Epistemología, una mesa convocada bajo el título “¿Es posible la enseñanza de la microeconomía desde una perspectiva pluralista?”. Dado que estoy dictando “Tópicos de Microeconomía”, el profesor Alberto Muller me invitó a participar de la misma. Presento a continuación el escrito en que basé mi intervención, en la esperanza de que pueda ayudar al debate sobre programas de estudio e investigación.

Cuestionamietos derivados de un curso

Empiezo diciendo que mi respuesta a la pregunta que nos convoca a esta mesa es que no sólo es posible, sino también necesario presentar perspectivas teóricas que alternativas, y críticas, a las cuestiones que hoy conforman la sustancia de los cursos habituales de microeconomía. Aunque posiblemente, y por razones que desarrollo luego, ya no debamos hablar de “microeconomía”.

El argumento lo puedo presentar a partir de la experiencia que estoy haciendo con el dictado de “Tópicos de Microeconomía”, una materia optativa de esta Facultad de Ciencias Económicas. El programa de esta materia se articula en torno a las teorías del valor y la distribución asociadas a las obras de Ricardo, Marx y Sraffa y, algo marginalmente (por falta de tiempo) a los poskeynesianos Kaldor y Kalecki. Debido a este contenido, cuando propuse esta materia, pensé llamarla “Teorías alternativas sobre valor, precio y distribución”. Pero eso no existe en la currícula, y terminó siendo “Tópicos de Microeconomía”. “Tópicos” significa -María Moliner dixit– “temas de conversación en general”, o “lugares comunes”. Lo que da la idea de que la materia es algo así como un complemento de lo que se enseña en las micro habituales. Pues bien, a lo largo del curso, y en base a las lecturas de marxistas, sraffianos y poskeynesianos, se han cuestionado, al menos, las siguientes nociones, categorías o teorías de la micro de la corriente principal:

La economía definida como asignación de recursos escasos.
Gustos y preferencias de los consumidores asumidos como “dados”.
Curvas de indiferencia de los consumidores.
Factores de producción asumidos como “dados”.
Costo de oportunidad.
Curvas de oferta y demanda marshallianas y las leyes de rendimientos.
Función de producción, isocuantas y el principio de productividad marginal.
Efectos sustitución, directos o indirectos.
Variables distributivas (salario y ganancia) entendidas como precios de factores, determinados por la oferta y la demanda.
Noción de capital (la que se asume en los cursos de grado de micro, como también las asociadas a Böhm Bawerk y a Walras).
Competencia perfecta.
Equilibrio general walrasiano.

Pueden darse cuenta de que más que un “complemento” o una charla sobre “temas” de la micro, es un cuestionamiento de la estructura misma de la microeconomía. Cada uno de esos ítems teóricos, tópicos de toda “micro”, enfrenta alternativas críticas asociadas a los trabajos de marxistas y sraffianos – poskeynesianos (y combinaciones de éstos). Lo cual no parece un asunto menor. La micro es considerada el fundamento último de la economía mainstream, porque se considera que el individualismo metodológico es “el” método de la Economía (a secas, sin “política”). En otras palabras, se asume que la micro es el cemento de una ciencia que aspira a explicar su objeto desde el “agente”, guiado por el deseo de maximizar su bienestar o su ganancia, bajo restricciones de escasez.

Por supuesto, las críticas y la mayoría de las alternativas a los fundamentos micro que he enumerado anclan en enfoques que asumen que el punto de partida del análisis no es el átomo, sino la totalidad social, más precisamente, las relaciones sociales, históricamente determinadas. Por ejemplo, desde una perspectiva de totalidad social, la fuerza de trabajo no es un “factor dado”, sino un producto histórico del capital, que éste reproduce constantemente, no sólo en cuanto fuerza física, sino también en tanto relación social. De la misma manera, los gustos y preferencias de los consumidores no son fenómenos de origen “individual”, sino están condicionados y generados socialmente. Por lo cual pueden ser construidos por el mismo proceso social por el que se reproducen los bienes y servicios destinados a satisfacer los deseos de los consumidores. En consecuencia, las preferencias son endógenas, y no pueden suponerse dadas por fuera del sistema. Para mencionar algunos otros ejemplos: las tecnologías no existen de manera pura, ya que están “contaminadas” por el conflicto social; los salarios no están determinados “técnicamente” por la productividad marginal, y la oferta y la demanda, sino por factores sociales y políticos; y las ganancias no tienen que ver con la “productividad marginal del capital”, sino con una relación de explotación. Se trata entonces de enfoques alternativos globales a lo que conforma la sustancia de la microeconomía, con explicaciones sobre los precios, la ganancia, el salario o el significado del mercado también diferentes. Pero dado que parten de un enfoque metodológico opuesto al individualista, la temática ya no debería llamarse “microeconomía”. Más precisamente, la micro habitual quedaría entonces como una variante particular, junto a los enfoques contrarios, de la explicación sobre valores, precios y distribución.

Razones para el pluralismo

Ahora bien, ¿por qué es necesario el pluralismo en la enseñanza? En primer lugar, por la simple razón de la democracia en la enseñanza. Los alumnos deberían tener el derecho de conocer todas las posiciones, y adoptar la que más los convence (o hacerse cualquier composición de lugar que crean conveniente). No hay razones válidas para excluir, y planteos como el marxista o el sraffiano han presentado desafíos importantes a lo que se asume, en ámbitos de “alta academia”, como incontrovertible y se muestra como incontrovertido. Basta ojear algún manual de microeconomía para darnos cuenta de que asuntos “espinosos”, como la crítica de Cambridge a la teoría del capital o a la función de producción, ni siquiera se mencionan (en muchos casos) o apenas se los roza (en otros muchos)

La segunda razón para el pluralismo tiene que ver con la forma en que se avanza en el conocimiento y en la ciencia. El conocimiento es una construcción social -mal que le pese al individualismo-, y como tal, la confrontación razonada de posiciones amplía los horizontes mentales y estimula la investigación y el espíritu inquisidor. Es la dialéctica de todo avance, contenida en la noción de crítica, que viene de los jóvenes herederos de Hegel, y por supuesto, de Marx.

La tercera razón tiene que ver con las dos anteriores, y dice sencillamente que no está probado que la microeconomía tenga derecho a excluir a los otros enfoques arrogándose el título de “único abordaje científico”. En este respecto, los defensores del monopolio de la enseñanza de la micro parecen adelantar dos argumentos principales: a) que la microeconomía es científica dado su alto grado de formalización matemática; b) que es científica porque el individualismo metodológico es la única alternativa científica para el estudio de la economía.

Pues bien, empezando con el primer argumento, hay que decir que la formalización matemática, tan abundante en la economía del mainstream, no es sinónimo de solidez en los supuestos, ni garantiza el carácter científico de lo que se afirma. Hay en este asunto una clara exageración de las virtudes de las matemáticas, que contrasta incluso con el criterio de los propios matemáticos. Sobre esto, es ilustrativo lo que escribió Poincaré, el matemático francés más grande de su tiempo, a Walras, a propósito de Elementos de economía política pura. En una carta de octubre de 1901, observó que “al comienzo de toda especulación matemática hay hipótesis y para que esta especulación sea fructífera, es necesario (como en las aplicaciones a la física de esta materia) dar cuenta de esas hipótesis. Si uno olvida esta condición, va más allá de los límites correctos”. Lamentablemente, hoy la mayoría de los economistas del mainstream parecen estar más cerca del criterio de Walras, que de Poincaré.

Por supuesto, no estoy negando la utilidad de las matemáticas para algunos análisis. Cuando se discuten cuestiones relacionadas a los análisis sraffianos, por caso, o problemas asociados a la teoría de Marx (como la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia), la matemática presta su servicio. Pero éste siempre es auxiliar. Los problemas centrales son conceptuales, y no los resuelve una matriz de insumo producto, o el teorema de Perron – Frobenius. Sin embargo, el economista entrenado en Economics piensa que algo está demostrado, y es ciencia, si se ha expresado con matemáticas. Así, se cree que si se pasa, mediante una integral, de una función de utilidad individual al comportamiento económico global, lo macro está “derivado rigurosamente” de lo micro. Pero esto es, por supuesto, una petición de principio, y en sentido doble: porque no se ha demostrado la verdad del supuesto de partida; y porque no se ha demostrado que la simple agregación de lo individual nos dé lo social, por más que esa agregación se haga con el empleo del análisis matemático (esto último enlaza con la crítica al individualismo, ver más abajo).

A pesar de estos problemas, desde los cursos de iniciación en Economía se inculca a los alumnos la idea de que todo (o casi todo) reside en la matemática. Lo cual encaja muy bien con el propósito de hacer de la economía una disciplina alejada de lo social, desprovista de contenido histórico, para asimilarla a una ciencia “dura”, más cercana a las ciencias físicas y naturales. No es casual que Walras dijera que el valor de cambio “participa del carácter de un fenómeno natural”. O que Jevons sostuviera que la economía debe ser “una ciencia matemática”. Ideas que se mantienen hasta el día de hoy, y en las que se entrena a los alumnos. Más precisamente, la táctica de entrenamiento empieza por decir que, en los comienzos, sólo se trata de algunos supuestos “provisorios”, a los que no se debería prestar demasiada atención. Como observaba Kaldor (1977), siempre se nos dice que las “abstracciones” solo se emplearán en las etapas intermedias del análisis, y que en su momento podrá retirarse el andamiaje y quedará intacta la estructura básica. Pero la realidad es que “estos sostenes nunca se retiran”, porque el retiro de cualquiera de ellos “basta para que toda la estructura se derrumbe como castillo de naipes” (pp. 292-3). Y así permanecen las cosas: los andamiajes “provisorios” instalados en la “micro uno”, permanecen hasta que nuestro economista se recibe, ejerce de economista y se jubila.

De todas maneras, algún desprevenido todavía preguntará si no es necesario simplificar los supuestos para avanzar en el análisis. La respuesta es que sí, siempre es necesario simplificar. Pero hay que establecer también la distancia entre el supuesto simplificador y lo que se toma como objeto de estudio, y preguntarse si la distancia es tal que no arruina el propósito que se buscaba con la simplificación. Para explicarlo con un ejemplo, tomemos el modelo de Debreu (1973), que asume como punto de partida una sociedad en la que todos somos propietarios por igual de los medios de producción. El economista neoclásico nos dice que es una simplificación necesaria para el análisis. Ahora presento otro “modelo”, también muy simplificado, pero que parte del supuesto de que el 10% de la sociedad es propietaria de los medios de producción, y el 90% sólo es propietaria de su fuerza de trabajo y está obligada a intentar venderla. Otra simplificación necesaria. ¿Cuál es la pregunta que debemos hacer? Obviamente, cuál de las dos simplificaciones nos acerca más al estudio de una realidad que se llama sociedad capitalista. Pero ésta es la pregunta que jamás se hace en los manuales y cursos habituales del establishment académico. ¿Y cómo es que se pasa por alto semejante pregunta? La respuesta es que la matemática lo puede todo. Debreu llena páginas y paginas de formalización matemática, y nos olvidamos del supuesto. De ahí que los estudiantes estarán más animados a estudiar derivadas e integrales, vectores y matrices, teoremas de punto fijo y optimizaciones, que a preguntarse qué rayos tiene que ver una sociedad en la que todos son propietarios por igual de los medios de producción, con la realidad en la que viven. Conocerán mucho de “análisis axiomático”, pero muy poco de lo que verdaderamente importa para los millones de seres humanos que “viven” la economía de carne y hueso.

Individualismo y holismo moderado

La formalización desprovista de realidad se potencia, lógicamente, con el otro “pilar” de la pretendida credencial científica de la economía, el individualismo metodológico. Y éste fortalece el sesgo matematizante y formalista. Pero de nuevo, nunca se problematiza el individualismo metodológico, ni se hacen explícitas sus condiciones de aplicabilidad. Mucho menos, se presentan las críticas de las que ha sido objeto. A pesar de que es consustancial a la microeconomía habitual. Esto lo puedo comprobar en cada cuatrimestre en que dicto Desarrollo Económico, en esta misma casa. En mi curso acostumbro a dar un texto de Krugman (1996), en el que afirma que “Desarrollo” no alcanzó a constituirse como ciencia porque no pudo dar fundamentos basados en los comportamientos individuales de por qué algunos países se desarrollan, y otros no (en Krugman, 1994, sostiene que no pudo constituirse en ciencia porque no pudo formalizar los rendimientos crecientes). Lo notable es que hay que hacer reflexionar a los alumnos sobre el significado de esta afirmación, ya que el individualismo muchas veces ni siquiera es “reconocido” teóricamente. De hecho, son pocas las ocasiones en que se precisa, al menos en los cursos de grado de Economía, en qué consiste el individualismo metodológico. Por ejemplo, no está muy claro si el individualismo es de naturaleza ontológica o metodológica, explicativa (Hogdson, 2007, subraya esta diferencia). Tampoco se pone de relieve el rol que ha tenido en la “Economía” para que esta dejara de ser “Política”, desprendiéndose de todo vestigio relacionado con lo social, histórico o político. Más aún, ni siquiera se establecen o discuten las condiciones de aplicación del programa de investigación del individualismo. Ya hace años Lukes, en un texto clásico, demostró que era imposible derivar el comportamiento social de comportamientos individuales presociales. Es que, como también señala Hodgson, aun una simple elección individual supone un marco conceptual socialmente construido. Pero si esto es así, la aspiración de construir un edificio teórico y analítico basándose en comportamientos abstraídos de lo social, está seriamente cuestionada. Si el neoclásico responde que ese marco social deriva de un comportamiento individual previo, hay que observar que este último también estará condicionado por lo social. Con lo cual nos deslizaríamos hacia una regresión infinita. La dificultad de fondo reside, por supuesto, en que nunca podrá encontrarse una institución “original”, conformada por individuos constituidos antes de lo social, ya que incluso para constituirse como institución, los individuos deben poseer, por lo menos, lenguaje, que es un producto social.

En contraposición a este enfoque dominante, reivindico la posibilidad de presentar en los cursos uno alternativo, basado en lo que podemos llamar, siguiendo a Westphal, “holismo moderado” o “colectivismo moderado”. El mismo no niega al individuo, ni sostiene que sus respuestas estén mecánicamente determinadas por el entorno social (por eso es “moderado”), pero sí afirma que lo social debe tener prioridad explicativa. Esto se debe a que siempre estamos inmersos en estructuras sociales, conformadas por relaciones entre individuos y por relaciones de éstos con objetos -por la propiedad o posesión-, que a su vez median las relaciones entre los individuos. Para ponerlo de la manera más clara posible, y basándome en Westphal, la “micro” alternativa partiría de los siguientes tres supuestos:

a) Los individuos son esencialmente practicantes sociales. Todo lo que una persona hace, dice o piensa, se forma en el contexto de prácticas sociales que proveen los materiales y los recursos conceptuales, objetos de deseo, habilidades, procedimientos, técnicas y ocasiones y permisos para la acción.
b) Lo que hace un individuo depende de su propia respuesta al entorno social y natural.
c) No hay individuos sin prácticas sociales, y viceversa, no hay prácticas sociales sin individuos.

Aunque por este mismo enfoque de base, ya no sería “micro”, ya que parte de la idea de que los seres humanos siempre trabajaron asociados; que las relaciones sociales informan todos sus actos y productos; que por lo tanto categorías como mercado, valor, precio, salario, fuerza de trabajo, ganancia, etcétera, son ab initio sociales, y no pueden ser derivadas de comportamientos individuales presociales.

Un poco de competencia

Seguramente los defensores del statu quo en la enseñanza de la Economía dirán que esto no es ciencia. Pero nadie ha demostrado que el enfoque desde lo social no pueda aspirar, por lo menos, al mismo estatus de cientificidad que el basado en el individualismo. Con esto no estoy diciendo que no deba enseñarse la perspectiva individualista; ésta es una corriente teórica e ideológica arraigada, que debe expresarse. Lo que estoy afirmando es que la tesis que dice que lo social tiene prioridad explicativa, tiene derecho a reclamar las mismas posibilidades de hacerse oír en los ámbitos académicos que la tesis contraria, que parte del individuo. En resumen, estoy pidiendo -con muchos colegas y alumnos- que los enfoques alternativos tengan las mismas posibilidades de presentación y audiencia en los cursos de grado que los del mainstream. Será tarea de esas audiencias formarse sus propias ideas, en base a su participación activa y el cruce de los argumentos y razones diversas. Tal vez no sea mucho pedir a los teóricos de las virtudes de la competencia “perfecta”.

Textos citados:
Debreu, G. (1973): Teoría del valor. Un análisis axiomático del equilibrio económico, Barcelona, Bosch.
Hodgson, G. M. (2007): “Meanings of Methogological Individualism”, Journal of Economic Methodology, vol. 14, pp. 211-26.
Kaldor, N. (1977): «La productividad marginal y las teorías macroeconómicas de la distribución», en Harcourt y Laing (comps), Capital y crecimiento, México, FCE, pp. 291-308.
Krugman, P. (1994): “The Rise and Fall of Development Economics”, en www.pkarchive.org.
Krugman, P. (1996): “Los ciclos en las ideas dominantes con relación al Desarrollo Económico, Desarrollo Económico, vol. 36, pp. 715-731.
Lukes, S. (1973): “Reconsideración del individualismo metodológico”, en A. Ryan (recop.) La filosofía de la explicación social, México, FCE, pp. 187-203.
Westphal, K. R. (2003): Hegel’s Epistemology. A Philosophical Introduction to Phenomenology of Spirit, Indianapolis/Cambridge.

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Enseñanza de Microeconomía y pluralismo

4 respuestas

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  1. “Trotsky lleva a delante el proyecto de Marx de establecer los micro-fundamentos de una macro-sociología, de entender cómo los individuos hacen la historia, aunque no necesariamente a la manera de su propia elección” (Burawoy)

    “Al basarse en los modelos de la elección racional de la economía neoclásica, estos autores (e.g. John Roemer, Jon Elster) avanzan hacia individualismo mitológico más que metodológico. Si quieren tomarse seriamente el problema de los microfundamentos, harían mejor en estudiar la “Historia de la Revolución Rusa” de Trotsky y no a Walras” (Burawoy)

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  2. Ellen Meiksins Wood

    “…entonces las características más distintivas de este paradigma –la abstracción formal y estática, el individualismo ahistórico del modelo de elección racional –es uno de los que congenia menos con aquellos temas centrales de la agenda marxista: el cambio social y los procesos históricos, y en particular, las leyes de movimiento de varios modos de producción, sus crisis características, los principios de movimiento específicos en la transición de un modo a otro”

    La autora sostiene que los analíticos suponen lo que deben mostrar. Esto es, no sólo suponen una naturaleza humana particular, sino que suponen una naturaleza humana capitalista. Así, caen en un círculo vicioso: los capitalistas son capitalistas porque acumulan capital. Entonces, también, todo el trabajo de determinar las condiciones históricas y sociales macro que supondrán un tipo de acción individual como racional, deberá ser hecho antes de la aplicación de los modelos matemáticos construidos por los analíticos.

    “No existe ninguna manera de ir desde la elección individual a los procesos históricos sin insertar todos estos factores estructurales, sea leyéndolos dentro de la psique individual o, en un individualismo metodológico más débil, como parte de los datos en base a los cuales las elecciones individuales son hechas”

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  3. Estimado profesor,
    Agradezco este aporte sobre la enseñanza en la economía. Las armas del individualismo metodológico y las matemáticas han provisto al pensamiento neoclásico de un impermeable contra la heterodoxia. Si este pensamiento único se viste con los ropajes del cientificismo, es porque considera a la heterodoxia como su pasado irracional y pre-científico. En este sentido, la historia del pensamiento económico no tiene cabida, la teoría ortodoxa no necesita interlocutor, esta misma se legitima. Una prueba de ello, fue la controversia de las Cambridge, donde el camino avanzado por los neoclásicos sobre la criticada función de producción y su teoría del capital, ni fue desandado, ni las ulteriores contribuciones hicieron mención del problema.

    Las razones que usted nos presenta para virar hacia el pluralismo en la enseñanza de la economía las comparto totalmente. Incluso agregaría a la discusión, la caracterización del método en economía, como un instrumento que legitima permanentemente el estado de cosas. El método de construcción de las ideas económicas positivas de la teoría neoclásica descansa sobre un método normativo. El economista neoclásico funda un modelo de competencia perfecta, sin moneda, clases y estado para tratar de explicar cómo descentralizadamente los individuos convergen en el mercado y suplen sus necesidades. Aún sin discutir si logran una construcción correcta de la sociedad ideal de mercado, puede señalarse que esta invención les sirve, no para explicar la sociedad, sino para tratar de acercar la realidad a la sociedad ideal que confeccionaron. De allí, que nunca la realidad los refutará, ni buscarán conversar con otras corrientes. Por principio metodológico, para los neoclásicos la realidad es imperfecta, está equivocada, precisa una intervención que la conduzca al paraíso del mercado-perfecto. No importa que tan lejos o cerca estén los supuestos de la realidad, para los neoclásicos, la sociedad del modelo Arrow-Debreu es superior, así que sólo deben enfilar sus argumentos para justificar políticas de acercamiento y ajuste.

    No me queda más que felicitarlo y agradecerle por sus escritos. Espero invitarlo pronto para discutir con detenimiento estos temas sobre economía, y muy en particular varias interpretaciones sobre el marxismo. De hecho, y sin ánimo de abusar de su diligente lectura de correos y comentarios en este blog, me gustaría poder enviarle un texto que aquí en Colombia ha llamado la atención de profesores y estudiantes de economía. Trata de una interpretación marxista de Benetti y Cartelier, y es escrito por el profesor Jose Felix Cataño. Es una teoría que de hecho tiene una importante acogida en México (Universidad Autónoma Metropolitana), así que si es posible, quisiéramos poder tener una dirección de correo de su universidad, para enviarle el libro y unos artículos.

    Un cordial saludo,

    Jhon Florián
    Profesor de Economía

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    jhonflorian

    12/11/2013 at 13:29


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