Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Ajuste y represión K

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Paulatinamente, se ha ido instalando y consolidando una mayor represión por parte del gobierno, el estado nacional y los estados provinciales, contra las protestas sociales. Sin ánimo de ser exhaustivo, y tomando solo los dos últimos años, aquí van algunos recordatorios.

Enero 2010, represión a trabajadores agrarios en Entre Ríos; hubo heridos, detenidos y denuncias de golpizas y torturas en comisarías.
Enero 2010, represión violenta en Salta a estudiantes que protestaban contra el aumento del boleto.
Marzo 2010, represión en Neuquén a una marcha de los organismos de derechos humanos; heridos y detenidos.
Mayo 2010, violenta represión a unos 200 pobladores que exigían la libertad de un dirigente de la Unión de Trabajadores Desocupados, que había sido detenido por la policía.
Junio 2010, un muerto y numerosos heridos en la represión a los manifestantes que protestaban por el asesinato, a manos de la policía, de un joven de 15 años, en Bariloche.
Junio 2010, represión a pobladores indígenas que reclamaban contra los desmontes (destinados a aumentar el área sojera); detenidos y heridos.
Octubre 2010, asesinato de Mariano Ferreyra, con la complicidad de la policía.
Diciembre 2010, tres muertos y varios heridos en el Indoamericano.
Diciembre 2010, represión a estudiantes que protestaban contra la nueva ley de educación provincial, en Córdoba.

Febrero 2011, asesinato de dos jóvenes por la policía, en José León Suárez.
Febrero 2011, violenta represión a ambientalistas y pobladores que protestaban por las mineras, en Catamarca.
Junio 2011, represión a docentes que se manifestaban en reclamo de mejoras, en Santa Cruz.
Julio 2011, represión para desalojar a familias que habían ocupado tierras del ingenio Ledesma, con el resultado de cuatro muertes (algunos militantes de la CCC).
Agosto 2011, represión en Salta contra gente que intentaba ocupar tierras, con cinco heridos y varios detenidos.
Agosto 2011, violenta represión en Tucumán contra pobladores que intentaron ocupar tierras; heridos y detenidos.
Octubre 2011, represión a los jujeños que habían hecho un acampe en Avda de Mayo y 9 de Julio, en Capital, con heridos y detenidos. Los manifestantes protestaban por el estado de terror y la represión que sufrían en su provincia.
Octubre 2011, el gobierno nacional intenta, con la ayuda de un juez, armar una causa contra el dirigente ferroviario de izquierda “Pollo” Sobrero.
Noviembre 2011, un muerto durante la represión a los qom, para desalojarlos de tierras, en Formosa.
Noviembre 2011, también en Formosa, violenta represión, con un saldo de unos 20 heridos, y detenidos contra trabajadores de la Unión del Personal Civil de la Provincia, que protestaban contra el ajuste.
Diciembre 2011, represión a trabajadores que se manifestaban contra el ajuste, en Santa Cruz.
Enero y febrero 2012, represión a trabajadores camioneros en Santa Cruz, con el saldo de numerosos heridos. Represión, con heridos y detenidos, manifestantes (pobladores, activistas ambientalistas, militantes y dirigentes políticos) en Catamarca y Tucumán. Andalagá virtualmente cercada por grupos de choque pro-minería. También represión en Chilecito, La Rioja, donde la gente que festejaba la tradición chaya, y participa de las manifestaciones contra las mineras, fue agredida por la policía con bastones y balas de goma; 20 heridos. Represión en Mar del Plata a militantes de CTA que manifestaban contra el aumento del boleto del transporte público.

Cada uno de estos episodios suma gente a la lista de procesados por la Justicia. Decenas de activistas y luchadores tienen en estos momentos causas abiertas.

Por otra parte, en diciembre de 2011 se aprobó la ley antiterrorista. Esta ley considera que es agravante para cualquiera de los delitos contemplados el que hubieran sido realizados con el fin de aterrorizar a la población u obligar a las autoridades nacionales, o gobiernos extranjeros, o agentes de una organización internacional, a realizar un acto o abstenerse de hacerlo. Los críticos señalan que el uso de un lenguaje excesivamente abstracto y de conceptos imprecisos, genera el riesgo de que la Ley se aplique contra las protestas sociales. Los defensores por izquierda de la ley dicen que se introdujo una cláusula según la cual los agravantes previstos no se aplicarán cuando el hecho del que se trate tuviera lugar en ocasión del ejercicio del derechos humanos o sociales, o de cualquier otro derecho constitucional. Pero esto sigue siendo vago (¿cuándo y quién determina si se están defendiendo derechos constitucionales?), y da amplio margen para la criminalización de la protesta social.

Vinculado a lo anterior, acaba de conocerse el llamado “Proyecto X”, una red de espionaje montada por la Gendarmería para detectar y recoger información sobre militantes sociales y políticos. Su existencia fue reconocida por el mismo jefe de Gendarmería, Héctor Schenone. Es que Schenone presentó un escrito dirigido al juez Oyarbide, en diciembre pasado, en el marco de la causa que se está llevando contra dirigentes obreros del pasado conflicto de Kraft. Allí explicó que Gendarmería recopila datos sobre dirigentes, militantes y luchadores gremiales, estudiantiles, políticos. La información recopilada incluye inmuebles, recursos financieros o bancarios, documentos personales y hábitos. Asimismo, los gobiernos de La Rioja y Catamarca han defendido la “necesidad” de hacer inteligencia sobre militantes políticos y ambientalistas (para detectar a los“infiltrados” que vienen a molestar en la provincia, etc.).

¿Qué explicación?

a) Una K explicación

En principio, hay dos maneras fundamentales en que podría explicarse esta sucesión de hechos. Una de ellas, común entre los defensores del gobierno K, consiste en tomar cada caso por separado, o a lo sumo, estableciendo alguna conexión meramente externa entre ellos. La situación política se evalúa poniendo los + y – para operar aritméticamente con los “datos”. Siempre aislados, existentes cada uno en sí mismo, sin posibilidad de que perturbe a los otros. Y lo más importante, sin que ningún hecho “negativo” conecte con la esencia K-liberadora. Así, se garantiza que la cuenta siempre salga bien. Por ejemplo, cada represión en las provincias se explica por las características específicas de los gobiernos o de los policías y jueces involucrados en los episodios. Hace poco Sabatella presentó este argumento; el gobierno nacional estaba libre de cualquier sospecha. Otros casos, (como el Indoamericano), no necesitan muchas vueltas, ya que derivan de la esencia fascista de Macri. En cuanto a la aprobación de la ley antiterrorista, se explicará por las exigencias de la lucha contra el narcotráfico, más alguna imperfección, propia del apuro para votar la ley (nadie es perfecto). Y la inteligencia que hace Gendarmería sobre los luchadores, es un problema de Gendarmería. ¿A quién se le ocurre que la ministra Garré pueda estar involucrada? Una cosa es la ministra de Seguridad, y otra completamente distinta es la Gendarmería. Hay comunicación, pero seguramente será para hablar del tiempo, o de los problemas que tiene River para ascender a la A. Sólo a la prensa desestabilizadora, y a la izquierda funcional a la derecha, se le puede ocurrir establecer alguna conexión.

Pero además, los errores y problemas hay que interpretarlos en el marco de la batalla empeñada contra la “derecha enquistada y retrógrada” (léase Scioli y su banda, intendentes del Gran Buenos Aires, el “aparato” del PJ, y similares). O, alternativamente, en el cuadro de la épica batalla contra los “grupos económicos” (la Barrik no es un “grupo”) y contra el imperialismo en Malvinas. Por eso, y frente a estas descomunales tareas, ¿qué importancia tiene que Gendarmería haga un poquito de inteligencia sobre los troskos? Y así pueden seguir muchos argumentos, igualmente inteligentes. Lo fundamental es mantenerse en el método analítico. Y cuando no se pueda, siempre quedará el recurso de escribir alguna Carta-intelectuales-K, que con su habitual claridad conceptual, despejará cualquier duda de los indecisos.

b) Una explicación desde el marxismo

Frente a lo anterior, habría otra explicación que intenta buscar un “universal” que permita comprender que los particulares y singulares (las políticas ante las manifestaciones ambientalistas, el espionaje X-K, etc.) no son arbitrarios, ni están desconectados. Me apresuro a aclarar: no significa que no haya matices y diferencias. Pero las diferencias (entre Scioli y Garré, por caso) se establecerán en el marco de una identidad común. Esto es, las formas particulares y los singulares tienen que comprenderse a partir de algún principio unificador, que conecta lo que puede aparecer a primera vista como aislado, inconexo.

Pues bien, esta explicación alternativa dice que nuestra sociedad está atravesada por el antagonismo entre el capital y el trabajo. Esto diferencia por el vértice este enfoque del que defienden el gobierno y los militantes K, los partidos de la oposición burguesa y de la clase media semi-izquierdista (estilo partido Comunista). Todos ellos tratan de conciliar al capital y el trabajo. En cambio, y en palabras de Marx, partimos de que “los intereses del capital y del trabajo asalariado son opuestos diametralmente”.

Sin embargo, esto todavía es demasiado general. Por razones que he explicado en otras notas, hoy el conflicto se da en condiciones específicas. El capital necesita bajar los salarios para recuperar competitividad en el mercado mundial, dada la erosión del “modelo” basado en el tipo de cambio alto. La quita de subsidios, el tope a los aumentos que puedan establecerse en paritarias, el veto al salario mínimo logrado por los trabajadores rurales y la negativa a aumentar el mínimo no imponible a las ganancias (impuestos a los salarios), obedecen a esta necesidad. Remarco que es una necesidad del capital “en general”, al margen de que sea argentino o extranjero. No es un conflicto establecido en términos “nacionales” (como pretende Pino Solanas), sino de las dos clases sociales fundamentales. De ahí la conformidad general de la Unión Industrial con el gobierno.

Ahora bien, ¿qué decir del rol del Estado en todo esto? Según la visión “atomista”, el Estado no está conectado (o vinculado) necesariamente al capital, ni a sus intereses. Puede estarlo, como no estarlo; la relación es externa, en este enfoque. La política estatal no está marcada por la necesidad sino, en última instancia, por el personal a cargo (por eso, nada mejor que un izquierdista puesto a funcionario, dirán algunos).

Como muchos ya imaginan, mi visión es opuesta. Bajo el modo de producción capitalista el Estado es, necesariamente, capitalista, y no puede no ser capitalista. Bajo el capitalismo, “el Estado es el instrumento de dominación del capital sobre la clase de los trabajadores” (Altvater, p. 89). Y aunque la adecuación del Estado -sus formas, instituciones, funcionamiento- a las necesidades del capital siempre es problemática, es un hecho también que “el carácter del Estado como Estado burgués impregna -satura- todas sus funciones” (ídem, p. 101). Entre ellas figura, en primer lugar, salvaguardar y mejorar en lo posible las condiciones de explotación del trabajo. Y los funcionarios, aunque reciten la teoría de la plusvalía, actuarán en consonancia con la lógica general.

Lo anterior explica por qué el Estado argentino hoy está desplegando una política acorde con la necesidad del capital. Lo cual no quiere decir que todo lo que hace el Estado (o el gobierno de CK) es simple y directamente funcional a los intereses del capital de conjunto. Por ejemplo, la política de Moreno con respecto a las importaciones es cuestionada por muchos empresarios. Pero no debería concluirse de aquí que el gobierno K está enfrentado al capital (y por eso reprime a los ambientalistas, etc.). Para explicarlo con un ejemplo histórico: el gobierno de Isabel Perón y López Rega fue muy criticado por la clase capitalista, a pesar de que desarrollaba una política ferozmente anti-obrera y de derecha. De la misma manera, hoy decimos que, al margen de tensiones entre grupos y fracciones de la clase dominante, la orientación profunda del gobierno K está determinada por intereses de clase precisos, que no son precisamente los del trabajo. Cuando se está apretando el cinturón de los trabajadores, el conflicto social debe ser desactivado-reprimido-desviado. Para este fin, todo vale: inteligencia e intimidación sobre activistas y dirigentes de izquierda; agitación del nacionalismo y propaganda por la “unidad nacional”; aislamiento de los elementos “anti-patria” y subversivos; palos, gases y procesamiento de manifestantes; amenazas de despidos por parte de las patronales; mantenimiento del trabajo en negro y precarizado para amplios sectores; y un 6,7,8 hablando de cualquier cosa menos del conflicto. En el mismo sentido, reprimir las protestas ambientalistas es esencial, no solo para mantener los negocios mineros, sino también para desactivar toda forma de organización popular (u obrera) que ponga en cuestión el derecho de la clase dominante de decidir qué negocios convienen.

Con esta perspectiva también podemos leer otros conflictos. Por ejemplo, el deseo de sectores pro-K (incluidos funcionarios) de cambiar los métodos de la policía bonaerense no necesariamente está en contradicción con lo que hemos explicado. Una policía que no ampare las redes de prostitución, o no asesine chicos de los barrios pobres, puede tener mayor legitimidad, a los ojos de la población, a la hora de reprimir una manifestación de trabajadores. De la misma manera, se puede entender que algunos hechos son lógicos. Por ejemplo, se ha afirmado que hay una contradicción entre el aumento del 100% de las dietas de los legisladores, y el ajuste (o topes) sobre los salarios que promueve el Gobierno. Pero esto es no entender de qué estamos hablando. El ajuste se hace para aumentar las ganancias de la clase capitalista. Por lo cual, el aumento de los ingresos de los representantes del capital es coherente con la orientación global. No todos somos lo mismo, como se encargó de enfatizar un diputado, en defensa de sus aumentados ingresos.

Difícil coyuntura

En base al análisis precedente, podemos pronosticar que, en la medida en que se incremente el conflicto por el reparto del ingreso, la línea represiva va a continuar, a menos que haya un ascenso de luchas y movilizaciones en defensa de las libertades democráticas. Algunos han señalado que acciones como la encarada por Gendarmería están prohibidas por ley y por la Constitución, y que se puede accionar legalmente. Pero estos son papeles. Lo que suceda efectivamente va a depender de relaciones de fuerza, sociales y políticas. En especial, del grado en que el problema sea asumido por las masas trabajadoras y el pueblo, las únicas que pueden transformar una idea, o una consigna, en “fuerza material”.

De todas formas, hay que ser consciente del punto en que estamos: no solo el Gobierno tiene un amplio respaldo de la población, sino también el apoyo militante de mucha juventud y de sectores que, en otras circunstancias, se hubieran movilizado en defensa de las libertades democráticas. El caso paradigmático es el de Madres de Plaza de Mayo (Bonafini); pero dista de ser el único. Hay que remar entonces desde una posición muy desfavorable (seguramente este mismo texto será considerado por muchos progresistas poco menos que “contrarrevolucionario”). En estas condiciones, la unidad de acción en defensa de libertades democráticas me parece esencial. Aquí no habría que abrigar ningún tipo de sectarismo.

Texto citado: Altvater, E. (1988), “Notas sobre algunos problemas del intervencionismo del Estado”, en El Estado en el capitalismo contemporáneo, Sonntag y Valecillos (edit.), pp. 88-133.


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Ajuste y represión K

Written by rolandoastarita

16/02/2012 a 16:04

40 respuestas

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  1. Completamente de acuerdo. El día de ayer justamente comentabamos con un grupo de compañeros militantes toda esta situación. Desgraciadamente la situación nos toma a todos bastante desarticulados y divididos. Habra que ver como marcha la situación. Muy buen articulo.

    Saludos.

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    Gerardo Daniel

    16/02/2012 at 17:21

  2. Hola
    Perdón que no sea el tema del articulo
    Por que el gobierno libio actual quito concesiones a China y Rusia por apoyar el antiguo régimen.
    Según lo que usted dijo no debería suceder eso , como usted mismo nos recuerda en Afganistán al igual que Libia, China y Rusia no invadieron con la OTAN pero igual China tuvo una de las concesiones mas grandes de minería aunque a diferencia de Libia en Afganistán china antes no estaba
    intento que me ayude a entenderlo

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    Alicia

    16/02/2012 at 18:10

    • Lo que afirmé es que Libia no se convertía en una colonia de EEUU o de las potencias europeas por el hecho de que los rebeldes recibieran ayuda militar. Sigo sosteniendo esta caracterización. Si Libia hubiera pasado a ser colonia, hoy estaría planteada una lucha de liberación nacional (que por otra parte, nadie parece estar dispuesto a encarar en Libia). Las negociaciones por contratos petroleros los hace el gobierno libio en calidad de gobierno de un país atrasado y dependiente, esto es, con el mismo status que puede tener cualquier otro gobierno de ese tipo. Es interesante ver que, en esencia, los términos de los contratos que había establecido Kadafi con las compañías extranjeras, se mantuvieron (según información que saqué hace un tiempo de Bloomberg).
      Ahora bien, es posible que el nuevo régimen haya anulado concesiones de empresas de países que colaboraron en la represión al movimiento. Algo similar podría llegar a ocurrir en Siria, si triunfa la oposición; es posible que las empresas rusas reciban un trato desfavorable. Pero esto no sería sinónimo de que Siria se habría convertido en una colonia de Occidente (la izquierda nacionalista que está a favor de la represión que lanza el régimen, sostiene esta tesis).
      Por último, un tema «técnico»: por favor, el próximo comentario sobre esta cuestión debería enviarlo a la sección «Comentarios» correspondiente a algunos de los muchos artículos que dediqué al tema Libia, y a las posiciones de izquierda que defendieron a Kadafi. Es una forma de mantener cierto orden en el blog.

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      rolandoastarita

      16/02/2012 at 18:40

  3. La tarea de presentar la lista informativa del inicio me pareció genial, y creo que es fundamental para ver que la represión es sistemática, y que no hay modo de que el gobierno nacional no tenga algo que ver. También acuerdo con el hecho de que hay una relación intrínseca entre capitalismo y represión. Sin embargo, hay algunas cuestiones que me interesaría discutir.
    En primer lugar, tu artículo sugiere algo que no dice de manera directa: que si hay más represión en los últimos tiempos, eso significa que entre el 2003 y el 2010 la represión había retrocedido. No digo que no hubo o desapareció, pero creo que es necesario reconocer que los gobiernos K fueron mucho menos represivos que antes. Es en el marco de este contraste que lo que tu discusión en este artículo cobra sentido. Por qué digo esto? No se trata de justificar al gobierno K, sino de realizar una caracterización más precisa de la relación entre capitalismo y represión, de modo que tengamos mejores instrumentos para combatirla. Yo veo un problema en el argumento general que relaciona capitalismo y represión. No porque no sea cierto, que lo es. El problema es que es TAN general que si no vemos otras particularidades perdemos perspectiva. Por ejemplo, mi experiencia de vivir fuera de Argentina me ha mostrado que la policía no es tan represiva en paises con una democracia más consolidada y en donde la lucha de clases adquiere menor tensión. De hecho, en parte vos das cuenta de estas particularidades cuando explicás que al mismo tiempo que crece la represión contra el activismo y la clase obrera, se purga a la policía y se la fuerza a no reprimir «al pedo» a jóvenes y a luchar contra la trata.
    El ánimo de mi comentario no es polarizar, sino preguntar cómo lidiamos con las especificidades y las diferencias entre regiones geográficas y períodos históricos. Y no lo pregunto como curiosidad académica, sino que me pregunto cómo podemos servirnos de un análisis más pormenorizado para pensar la política. Por ejemplo, hoy en día existe un progresismo muy extendido que no ve el costado represivo del gobierno. En parte la dificultad de verlo responde a problemas ideológicos, pero creo que hay que reconocer que en alguna medida también responde a un elemento de la realidad: el hecho de que este gobierno ha sido menos represivo, y que el período K más represivo recién parece comenzar. Sin entender ese contexto, podemos tener una visión cabal de por qué es tan dificil ver la represión K hoy cuando es más que evidente?

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    Pablo de Quilmes

    16/02/2012 at 19:44

    • Pablo, respondo brevemente algunas cuestiones. a) Coincido en que muchas veces en la izquierda se piensa que la democracia burguesa es incompatible (o casi incompatible) con el capitalismo; de aquí sale la idea de que la democracia burguesa es posible solo y solo sí como «conquista de las masas». He polemizado con esta idea en otras notas, b) Señalar que en Argentina tenemos una democracia burguesa, esto es, un régimen que defiende al capital ante todo, tiene como interlocutor no a los marxistas, sino a aquellos que hoy están militando en el kirchnerismo y piensan que están defendiendo a un régimen «distinto», que de alguna manera está embarcado en «transformaciones trascendentales» que son enfrentadas «por los grandes grupos económicos», etc. Hay miles de jóvenes que se han volcado a esta militancia. Por supuesto, están los oportunistas de siempre (hay gente que se dio vuelta como una media en cuanto le ofrecieron un cargo bien pagado), pero hay muchos que lo hacen profundamente convencidos. c) No sé qué utilidad tiene comparar cuánto más o menos represivo fue el kirchnerismo en los 4 o 5 primeros años con respecto a los primeros años de tal otro gobierno (entendidos los gobiernos bajo el régimen democrático burgués). Si ese estudio sirve para algo, se podría hacer. Por ejemplo, comparar los primeros años de Alfonsín con el kirchnerismo 2003-7. Pero este tipo de comparaciones pueden pecar de abstractas. Es que lo importante es analizar qué hace un gobierno cuando se enfrenta a crisis o conflictos (es cuando aparece la verdadera naturaleza de algo). Por ejemplo, qué hizo el gobierno de Alfonsín ante el ataque a la Tablada; qué hace un gobierno cuando se enfrenta a una huelga que lo pone en jaque, etc. En esas coyunturas emerge con claridad la naturaleza del régimen. De nuevo, en todo esto hay que tener un criterio dialéctico; que es lo que intento decir en la nota.

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      rolandoastarita

      17/02/2012 at 10:32

    • Pablo: en los primeros años K no hubo tanta represión pero tampoco hubo tanta conflictividad. La cuestión es si se puede anular o atenuar las contradicciones en la relación capital y trabajo, cosa que el abc del marxismo dice que no. Es to se puede verificar en los análisis concreto e incluso es bueno verlo con perspectiva histórica. Recordemos que el irigoyenismo (también «nacional y popular») se propuso la «armonía de clases, pero en la Patagonia rebelde se llevaron puesto unos 1.500 compañeros y en la Semana Trágica se habla de otros 1.000.

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      Omar

      17/02/2012 at 13:54

    • Omar plantea que bajo el capitalismo no pueden anularse o atenuarse las contradicciones en la relación capital-trabajo y que un aumento de la tensión de clase siempre tiene consecuencias represivas. En relación a esa cuestión en particular, SI acuerdo con la idea de que la represión tiene caracter de clase y que es inevitable bajo el capitalismo. Mi intención no es discutir esa idea sino avanzar sobre ella y complejizar el análisis.

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      Pablo de Quilmes

      21/02/2012 at 04:36

  4. Compañero Rolo. Compañeros del blog. La nota presentada me parece un magnífico intento de desmitificar el rol abstracto de la dialéctica y reconocer su presencia en la realidad concreta de la violencia clasista que se descarga sistemáticamente sobre los explotados y oprimidos. El detalle presentado, susceptible de ampliarse notablemente, pone de manifiesto que, con independencia del gobierno de turno, bajo la hoja de parra de la democracia y los derechos humanos se encubre el estado capitalista, irreformable fuerza material de la clase dominante. Es un hecho que presenciamos una escalada sin precedentes de la represión democrática cuyos alcances se proyectan hacia un escenario de resistencia que puede amenazar los planes de los capitalistas y un gobierno que pese a ciertas irreverencias populistas cumple puntillosamente con sus deberes de perro guardián del capital, pero no acuerdo con que haya un giro substancial en el refinado arte de reprimir y matar a los trabajadores. Si se toma en cuenta que la represión abarca diferentes modalidades, lo que se verifica es una agudización de la represión selectiva, dirigida a aplastar movllizaciones populares y conflictos obreros, por sobre la preventiva. De conjunto, la saga de gobiernos K acumula 1634 muertes confirmadas a noviembre de 2011 sobre las 3093 desde la restauración de la democracia, con un subtotal de 997 bajo la gestión de N.Kirchner y 637 con Cristina Fernández. A su vez es muy sugestivo observar como los índices represivos, tomando provincias y municipios arroja fuertes similitudes con independencia de la coloratura política del partido al mando, confirmando que todos responden a los intereses de la clase dominante, en primer lugar el peronismo kirchnerista y sus adlateres. A esto viene a sumarse la utilización de la droga como arma de la lucha de clases, como veneno para esterilizar a toda una franja de la población, no sin antes convertirla en jugoso negocio que administran y del que se nutren las fuerzas de seguridad al amparo de la corporación política y judicial. En recientes declaraciones Garré explicitó que la desigualdad social no es la única responsable del delito, pero que esta sltuación puede conducir crecientemente al mismo, para lo cual prescribió medidas no precisamente acordes a atenuarla, sino, a contenerla mediante una mayor militarización. Uno de los mayores peligros que se ponen de manifiesto es la tendencia en la clase reprimida a naturalizar esta tendencia y observarla como algo ajeno a sus intereses, por ello, coincido en la necesidad de lograr la mayor unidad por la defensa de los derechos democráticos, mientras, al mismo tiempo, denunciemos el carácter clasista y represor de la democracia capitalista y su actual fachada de gobierno.
    Gracias por la atención.

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    AP

    17/02/2012 at 21:47

  5. Compañero Rolo. Aunque la cuestión solo es mencionada al pasar en su nota, me interesaría conocer su opinión sobre la escalada por Malvinas. Sin descartar la posibilidad de algún puntual conflicto de interés, le adelanto que en mi opinión forma parte de un operativo político distraccionista de vasto alcance. En retrospectiva, me gustaría conocer su balance actual de la política de la izquierda sobre la guerra en 1982, durante muchos años me limité a tomar distancia crítica de las peores formulaciones etapistas y nacionalistas, pero hoy me cuestiono incluso el haber tomado partido por el campo argentino. Me complacería saber que opina al respecto.
    Gracias.

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    AP

    17/02/2012 at 23:02

    • En 1982 yo militaba en el trotskismo y apoyé la guerra (con las consabidas críticas a la dictadura, pero éstas pasaron a un segundo plano). Hoy considero que fue el mayor error político de mi vida. Aquella postura se derivaba de la idea de que Argentina era un país semicolonial, explotado.
      Hoy considero que las únicas luchas nacionales progresistas son aquellas en las que están involucradas poblaciones sometidas al poder externo. No es el caso de Malvinas. Pienso que la bandera de Malvinas es funcional a los intereses de la clase dominante. La burguesía fomenta la idea de que la defensa de la patria está por encima de cualquier diferencia de clase, que el capital y el trabajo deben colaborar, etc. Lo de Malvinas entonces es muy conveniente desde el punto de vista de la ideología y la política burguesa.
      Personalmente, acuerdo con lo que planteaba Marx: los trabajadores no tienen patria. Un asalariado argentino, explotado por el capital, no debe tener por enemigo a un asalariado inglés o estadounidense, explotados por el capital, sino al capital, sin importar la nacionalidad de éste. Es una verdad elemental, que es constitutiva del marxismo, pero ha sido dejada de lado por buena parte de la izquierda. El enfoque nacionalista es el que predomina. Por supuesto, es una de las razones que me llevaron a no apoyar el programa del FIT.

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      rolandoastarita

      18/02/2012 at 08:22

    • Coincido totalmente. Un viejo dicho anarquista reza ‘Cuando el estado se prepara para matar se hace llamar patria’ y aunque no sea absoluto (Puede haber un estado revolucionario-pueden haber genuinas luchas de emancipación nacional) retrata perfectamente la situación de 1982. Hasta ahora no he leído balance autocrítico por parte del trotskismo vernáculo (recordemos que no todo el espectro mundial del trotskismo tuvo esa posición, es más, creo que fue minoritaria) ni siquiera de las peores barbaridades, como enviar una delegación para acordar con Galtieri, los términos del apoyo a la guerra encabezada por la dictadura que había masacrado a sus propios militantes y venía de reprimir con saña la huelga general del 30 de marzo. Salvo el PTS que parece más cauteloso, el PO sigue reivindicando con todo el apoyo. No creo que este tipo de balances figure en la agenda de la propuesta de partido común, a partir del FIT que anda circulando. A propósito, que opina usted? Sería progresiva la unidad del trotskismo en un partido único, teóricamente abierto a la participación de compañeros que no militan en ninguna de las organizaciones convocantes? Se que usted ya no se considera trotskista, pero la hipótesis de un partido unificado (que personalmente no considero muy probable, a menos que no sea un frente de fracciones encubiertas) podría ser un polo de atracción para los luchadores obreros y populares? Podría ser progresiva en algún sentido? Confieso que la sola propuesta me ha desconcertado un poco. Mi hipótesis es que el FIT se mantendrá freezado como una tabla de salvación electoral para futuras elecciones y que las interminables discusiones durarán todo el tiempo necesario para que así sea, pero puedo equivocarme. En tal caso le reitero las preguntas.
      Gracias por responder.

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      AP

      18/02/2012 at 12:28

    • Pienso que hay bases comunes como para que los 3 partidos trotskistas que integraron el FIT puedan unificarse. Me parece que coinciden en lo básico; cualquiera diría que las diferencias pueden discutirlas en los marcos de una sola organización. En cuanto a la progresividad, mi respuesta está contenida en mi posición más general acerca del trotskismo (por ejemplo, en la Crítica al Programa de Transición). Que un trabajador se afilie y milite en un partido trotskista es progresivo con respecto a la militancia en las variantes de la clase capitalista (PJ, UCR, etc.). Pero el trotskismo no representa, en mi opinión, una salida para la crisis actual del marxismo.

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      rolandoastarita

      18/02/2012 at 15:26

  6. Buenos días.. Astarita: me parece importante la nota, de hecho me llamaba la atención que no hubiera escrito al respecto aún, bienvenida sea.
    Respecto a la política industrial del gobierno, interpreto que tiene la ventaja de generar un sector asalariado más amplio, cuya estabilidad no dependa tanto del precio de la soja, al tiempo que le da esto un apoyo político ampliado, con la consecuente autoridad para hacer propaganda diciendo «generamos x cantidad de puestos de trabajo». Lo que me parece particular de la etapa de la postconvertibilidad( esto es lo que me interesaría discutir) es que se trata de una sustitución de importaciones que más que nada es de ensamble de productos extranjeros, y por otro lado (caso de los trenes,obra pública, etc) cuando el Estado invierte en alguno de estos sectores, no tiene participación empresaria, o sea, se generan condiciones de acumulación pero no se beneficia ni siquiera cuando invierte. ¿Es parecido a lo que planteo o me fui muy lejos?
    Un punto que no entiendo es cuando se invierte (el Estado) en comprar formaciones de ferrocarril por ejemplo, y se los entrega al consecionario ¿este los paga de alguna manera?.Si no los pagase no veo razón para que no los estatice directamente, porque además manejan los talleres y reciben subsidios, aunque, como es sabido, estatizar no soluciona el problema pero personalmente creo que el empleo estatal tiene sus ventajas respecto al privado.

    Perdónn si me fui mucho del tema, pienso que aparte de la problemática de la represión del Estado (hay 4000 luchadores procesados, no es un dato menor) la nota busca polemizar con los mitos que el poder construye, de allí eso de «interpelar a los k convencidos».

    Saludos

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    ilichito

    18/02/2012 at 09:13

    • Si lo vemos desde el punto de vista del desarrollo capitalista, el principal problema de la última década es que la inversión se mantuvo relativamente débil. Lo he planteado en otra notas. Cuando se habla de crecimiento a tasas «chinas», se pasa por alto lo fundamental, que el crecimiento de China está arrastrado por la inversión (especialmente en infraestructura productiva) y en Argentina por el consumo. A lo que se suma la producción con poco valor agregado (lo cual se refleja en la estructura de las exportaciones, con un alto porcentaje de bienes primarios, o con baja tecnología). La última vez que traté esta cuestión fue en la polémica con los economistas pro-K que decían que bastaba estimular el consumo para que hubiera mucha inversión. Acerca de la colaboración del Estado con el capital privado, en principio siempre puede ser una vía para la acumulación. Pero en Argentina esta vía parece estancada. Por ejemplo, en el caso de los ferrocarriles, el Estado se comprometió hace años a hacerse cargo de las inversiones. El resultado parece bastante pobre.

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      rolandoastarita

      18/02/2012 at 15:34

    • Con la dispensa del compañero Ilichito, dadas las circunstancias de dominio público, aprovecho esta entrada para señalar la importancia de volver a poner sobre el tapete el posicionamiento marxista respecto del rol del estado en la gestión o administración de servicios esenciales. El desastre de Once muestra a las claras que el estado es una vía para la acumulación privada. El grupo Cirigliano se ha dedicado sistemáticamente a desviar fondos destinados al mejoramiento de las vías férreas, mantenimiento o reemplazo de unidades etc. a la inversión, a través del grupo Plaza, en líneas de colectivo (Ecotrans) o montado empresas en EEUU, o directamente a la especulación en moneda extranjera, todo con la venia de la Comisión reguladora del Transporte en descarado contubernio con el gobierno K. y la burocracia sindical. El problema es que alternativa puede plantearse a esta situación. Desde mi óptica particular, la malversación de fondos públicos no es privativa de empresas parasitarias. La administración estatal fue tan onerosa como la privada, la inversión efectiva fue débil, por lo menos desde los años 70 y el servicio malo, cuestión que puedo certificar por mi experiencia personal. No estoy muy convencido que en un país de las características de Argentina, una administración estatal directa pueda garantizar un servicio barato y de calidad, pero, al mismo tiempo, que la gestión privada del trasporte público de pasajeros haya sido mejor. El tarifazo en curso, busca perpetuar la fiesta de las privadas sin afectar las arcas del estado, que necesita acopiar fondos para otros menesteres, por ejemplo, pagar al contado vencimientos de la deuda. De resultas, un servicio malo, a veces mortal y encima …caro. El planteo de la re estatización, por lo expuesto, no brinda ninguna garantía. Como sabemos, el planteo abstracto de ‘Control obrero’ o de ‘Obreros y usuarios’ no lo mejora, puesto que, inaplicable bajo la actual relación de fuerzas, donde, como lo reconoció Sobrero, el 95% de la dirigencia sindical juega en contra y está directamente implicada en la corrupción institucional y gestión de negocios conexos. Las posibilidades de presión parlamentaria están bloqueadas por la composición de clase mayoritaria y más aún en el país del decretazo. Por otro lado, con decir que bajo el socialismo los trenes van a ser gratuitos y el servicio fenómeno, aunque necesario, no resulta creíble para suscitar alguna respuesta seria y mucho menos como solución práctica. Para lograr que las inversiones financiadas por el estado no se queden por el camino y lleguen a las vías, se necesita de la mirada escrutadora y de la acción directa de los obreros revolucionarios, pero estos son una ínfima minoría y para lograr que el sector privado invierta el servicio debería estar fuera del alcance de los millones de trabajadores que lo usan. El punto es, como luchar para obtener un servicio barato y bueno en las presentes condiciones concretas, como luchar por una tímida reforma. Prima facie, me parece que solo queda apelar a las revueltas populares frente a las condiciones inhumanas e indignantes en que se viaja y a la vigilancia de los trabajadores sobre las condiciones de seguridad a lo que puede sumarse una campaña de esclarecimiento y flagrantes denuncias que brinde un atisbo de conciencia a una población acostumbrada a absorber pasivamente las peores calamidades que la azotan.
      Que me disculpen los lectores por estas reflexiones corridas, pero es necesario pensar que decir y que hacer.

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      AP

      23/02/2012 at 22:12

    • En lo personal soy bastante escéptico con respecto a que la izquierda, hoy por hoy, pueda hacer algo que se salga de lo estrictamente retorico.

      La población parece molesta por la situación de los medios de transporte, pero, sinceramente, no la veo alzándose en rebelión contra ningún gobierno, por lo menos en este momento. Una parte importante de las clases populares esta bastante «controlada» tanto por los planos sociales como por la represión.

      No veo, tampoco soy ningún experto ojo!, que la izquierda puede hacer otra cosa que organizar marchas o escraches exigiendo mayor inversión y controles por parte del estado. Y sabemos que no hay fuerza como para que las exigencias pasen de eso.

      En definitiva creo que la izquierda revolucionaria solo puede realizar actividades de «publicidad» y de educación tendiente a que aumente la cantidad de trabajadores conscientes de que este tipo de «fatalidades» no pueden ser realmente resueltas a menos que los capitalistas estén lo suficientemente asustados como para considerar que «invertir» los recursos en esas «cuestiones» es importante.

      Se que es una visión un poco «negativa» pero no puedo evitarla.

      Saludos.

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      Gerardo Daniel

      23/02/2012 at 23:53

  7. Agrego un dato sobre la izquierda y el apoyo a la guerra de Malvinas. El Partido Comunista Revolucionario (Otto Vargas) lo sigue reinvindicando. Dicen ellos que hay guerras justas e injustas. La de Malvinas sería de las primeras. Sostienen que la guerra de cualquier país oprimido contra un país opresor, independientemente de quien la inicie, es una guerra justa.
    La contradicción (según esta gente) era dictadura-pueblo, pero al iniciar el conflicto muta a Nacion Argentina-Imperialismo inglés. Ojo, aclaran que la contradicción anterior «no desaparece» sino que queda «subordinada» a la nueva contradicción.
    Yo creo que fuman la yerba equivocada, pero tampoco tengo tantas herramientas para analizarlo. Me gustaría que opinen sobre esto de «contradicciones principales» que cambian tan alegremente.
    Abrazo

    Ahi va un link por si quieren echar un vistazo
    http://www.pcr.org.ar/nota/pol%C3%ADtica-nacional/la-guerra-de-malvinas

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    Tavo

    18/02/2012 at 13:33

    • Aproximadamente es el mismo razonamiento que tuvo el trotskismo en 1982; y lo sigue reivindicando. Acerca de las «contradicciones principales-secundarias», en mi opinión todo el planteo pierde sustento si demostramos que Argentina no es un país explotado (u oprimido) por Inglaterra (o las potencias). Algo de esto he tratado en varias notas del blog (por ejemplo, al analizar la categoría de imperialismo de Lenin; o el significado de la globalización); y con más extensión, en mi último libro, sobre la economía política de la dependencia.

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      rolandoastarita

      18/02/2012 at 15:22

    • Rolando, muy buen artículo sobre la «sintonía fina» de la represión K. También comparto tu visión en retrospectiva acerca de la posición política del trotskismo en la guerra de Malvinas de 1982. Al respecto, una postura acertada desde una organización marxista revolucionaria en la Argentina en ese momento, ¿creés que hubiera sido, por ejemplo, el derrotismo revolucionario de ambas partes? Sería muy interesante -además-, si te es posible, que en la cercanía de los 30 años de aquel evento escribieras una nota, criticando esa perspectiva y planteando su significado hoy en la manipulación del Gobierno del tema.

      Saludos.

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      Armando

      18/02/2012 at 21:07

    • Debería tratar el tema en algún momento. Sobre la posición más concreta ante la guerra, no creo que hubiera sido posible aplicar una política como la del derrotismo revolucionario (propuesta por Lenin ante la Primera Guerra). Pero esta cuestión nos apartaría mucho del tema planteado en la nota.

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      rolandoastarita

      19/02/2012 at 10:10

    • Ahí va un artículo del 16 de febrero publicado en la página del PTS sobre la postura frente a la guerra de Malvinas siguiendo el mismo razonamiento.
      La posición de los revolucionarios frente a la guerra de Malvinas:
      http://www.pts.org.ar/spip.php?article20037

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      P

      20/02/2012 at 11:30

    • Adhiero a que escribas algo sobre Malvinas cuando puedas, el tema volvió a estar en el tapete producto de la desaparición del mapa de las islas en un cartel oficial (de hecho pidieron que la ministra responsable sea imputada por traición a la patria). Escuché en la TV a Solano del PO y sus posiciones eran de un nacionalismo abyecto (tenía entendido que la posición de este partido había sido algo diferente a de la del MAS, por eso no entendía nada). Yo opino que las Malvinas no son argentinas en tanto ‘Argentina’ no existía cuando fueron ocupadas por los ‘argentinos’ (antes eran de ‘Uruguay’) y tampoco existía ‘Argentina cuando los ingleses las ocuparon. Descartando eso la ocupación original fue también eso, una ocupación, sus habitante originales calculo fueron los onas -u otros-, creo que ya a esta altura incluso les cabe el principio de autodeterminación de los pueblos a los Kelpers. Es una posición extrema tal vez…

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      Ariel

      07/01/2017 at 11:07

    • Mi posición se acerca a la tuya. En Malvinas no hay una población oprimida por un conquistador (que es la típica situación colonial). De hecho, además, la bandera de Malvinas sirve para agitar las pasiones nacionalistas. Es la idea de que hay una «causa nacional» que une a explotados y explotadores. ¿Qué gana la clase obrera con esto? Absolutamente nada.

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      rolandoastarita

      07/01/2017 at 12:17

  8. Compañero Rolo. No se si vale que nos desviemos del tema principal (carácter del estado y la represión) pero el tema me parece importante por que contribuye a la educación de la vanguardia, en especial de la generación más joven de militantes. Su última respuesta me dio a que pensar. Coincido en que hay afinidad programática entre los distintos grupos trotskistas, pero esa identidad, en mi opinión, es fuente de contradicción y antagonismo ¿Por que? Por la sencilla razón que su concepción de partido es elitista, mesiánica y substituista, en línea con la idea que el partido debe tomar el poder. Usted dice que es progresivo que los trabajadores militen en estos partidos, o un gran partido unificado, a que lo hagan en una variante burguesa, pero al mismo tiempo afirma que el trotskismo no puede contribuir a resolver la crisis del marxismo. Una situación paradojal. Quizás yo no maneje una definición adecuada de esa crisis y por ello no pueda comprender exactamente la dialéctica necesaria de ambas afirmaciones. Me parece que apunta a decir que el trotskismo representa una especie de aproximación precaria, progresiva pero inconducente en lo que concierne a la emancipación ideológica y fáctica respecto del poder burgués, por ende, castrada de potencialidad revolucionaria. De esta ‘etapa intermedia’ los trabajadores podrían evolucionar mejor hacia algo superador, aunque este ‘algo’ aún no se haya constituido como programa y menos aún como organización. Yo no estoy muy seguro en ese respecto. Hay un enorme abanico de posibilidades. No me parece que haya condiciones para la unidad del trotskismo a nivel nacional y mucho menos internacional, pero tampoco puedo excluir la posibilidad de que en algún punto esta se de y pueda acaudillar fracciones de masa. Tampoco puedo excluir la posibilidad de que en algún momento dirija una revolución. No me animo a predecir si, en un caso como este, contribuiría a resolver la crisis del marxismo.
    Creo que la ‘crisis del marxismo’ tiene una doble faceta. Por un lado, hay un fenómeno de prostitución ideológica que llega hasta las piedras angulares. Por otro, hay un abismo entre su propuesta emancipatoria más general y profunda y la conciencia de las masas proletarias. Que lugar ocupa el trotskismo en esta realidad y cuales son sus perspectivas es dificil de precisar. Espero compañero que no se ofenda, pero si un trabajador me dice que se va a organizar en el trotskismo, me resulta complicado decirle ‘Bien macho, es un buen comienzo, pero no vas a llegar a nada’, aunque a veces lo hice con esa crudeza. No es un chiste. Estas cosas ocurren y son el producto de no contar con una alternativa lo suficientemente fuerte y creíble. En mi modesta opinión, hay que trabajar un nuevo programa para la etapa histórica y al mismo tiempo, luchar por hacerlo carne en la vanguardia. Si realmente existe una convocatoria amplia y democrática, lo que dudo mucho, no me importaría el problema de la etiqueta ‘trotskista’. En este frente también habría que dar una pelea.
    Le pido disculpas a usted en primer lugar por la extensión y también a los lectores del blog a quienes puedan no interesar estas cuestiones. Si en algún momento le interesa ampliar esta discusión estoy a su entera disposición.

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    AP

    18/02/2012 at 16:57

    • Como usted dice, esta cuestión no tiene mucho que ver con la nota. De todas maneras, algunas precisiones sobre mi postura. Primero, el tema me es bastante ajeno, es una cuestión que deberán resolver los partidos que integran el FIT.
      En segundo término, en la Crítica del Programa de Transición presenté una explicación de la sistemática división de los grupos trotskistas (una constante en los años que milité en el movimiento). En mi opinión, tiene que ver con el método propuesto por Trotsky, de hacer política a través de la agitación de una o dos consignas transicionales, etc.
      Tercero, no dije que alentara a la gente a militar en el trotskismo; si pensara eso, sería militante en algún partido trotskista. Lo que traté de explicar es que no pongo un signo igual entre el militante de un partido trotskista y el militante de un partido burgués.
      Cuarto, el problema del marxismo no pasa por «trabajar un nuevo programa para la etapa histórica». Aquí aparece de nuevo la importancia del método dialéctico, en particular de la negación. No se puede elaborar un nuevo programa (debería incluir estrategia, política, etc.) si no se supera lo anterior, esto es, si no se comprende qué es necesario negar de lo anterior. Planteo esto porque no es la primera vez que se habla de elaborar un programa adecuado a los tiempos actuales, etc. El problema es que si se lo elabora a partir de las categorías teóricas anteriores, estamos en la misma. Y el programa que se pueda poner a discusión desde el FIT no sale de la nada; tiene como base lo actuado por el FIT, y sus partidos integrantes, hasta el día de hoy.

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      rolandoastarita

      19/02/2012 at 10:05

    • Compañero, en ningún momento quise involucrarlo en una discusión ajena, solo le pedí una opinión sobre si la posibilidad de la formación de un partido trotskista unificado podría ser progresiva en algún sentido, frente a lo cual respeto su derecho de no pronunciarse. Sobre el fraccionamiento al infinito que caracteriza la constelación trotskista (más de mil grupos a nivel mundial) no coincido con que la agitación de consignas transicionales sea la raíz del divisionismo, lo que no obsta reconocer como correcta la crítica a la agitación indiscriminada de consignas transicionales, peor aún cuando se la convierte en un programa sempiterno urbi et orbi. Por el contrario, la identidad programática debería ser factor de unidad. Como una vez dijo acertadamente Luis Zamora, mientras era miserablemente cortejado después de haber sacado una carrada de votos ‘Los partidos trotskisas no se unen por que sean muy diferentes, sino, por que son exáctamente iguales’. Yo veo la igualdad en su cristalización autoproclamativa y burocrática, lo que no quita que en algunos casos, que por su oportunismo, se humillen ante figurones pequeñoburgueses y burgueses. (Ej. ‘Que bueno un presidente mujer y un diputado obrero’) A nivel mundial existen otras ‘constelaciones’ no trotskistas que repudiaron muy tempranamente el Programa de Transición, cuya división y lucha templaria por la verdad sagrada es tan o más acusada y compartiendo los más repodridos, intrigantes y maniobreros métodos. Siguiendo con los puntos de sus precisiones. Yo tampoco aliento a que la gente milite en el trotskismo, si así no fuera, hace tiempo habría mudado las tiendas, pero si no puedo ganar un compañero a otra perspectiva militante, sí saludo el paso de la conciencia burguesa a una forma de conciencia y acción proletaria, como lo es el trotskismo, invito a desarrollar la experiencia y sigo la discusión, en lo posible, en un mismo frente de lucha. Por último, coincido en lo del programa. Estoy hablando de teoría-programa, de superación y no de una negación afirmativa, meramente cosmética. Me parece, compañero Rolando, que gran parte de su trabajo apunta en este sentido. Es una de las razones más importantes de mi respeto. Le agradezco haberse ocupado de este excurso polémico.

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      AP

      19/02/2012 at 14:16

  9. No cabe duda que el caracter represivo se manifiesta cuando la contradicción entre trabajo y capital adquiere su faceta más conflictiva. Sin embargo, las respuestas NO siempre son iguales. El nivel de represión que tenga lugar tiene mucho que ver con la cultura política, el tipo de desarrollo socioeconómico, y la fortaleza de la sociedad civil. En los setenta hubo conflictos muy fuertes en todas partes del mundo. El mayo francés no condujo a una dictadura. En Argentina, la confrontación si devino en dictadura. Si eso ocurrió es porque Argentina es un país periférico con una tradición democrática que en ese momento era muy débil, y con una burguesía y ejército que frecuentemente recurrían a la fuerza más brutal como respuesta. No se trata de que los franceses sean «mejores» personas. La brutalidad del control colonial francés en lugares como Argelia y lo que es hoy Vietnam… muestra que la clase dominante francesa también está dispuesta a responder represivamente. Sin embargo, la sociedad civil francesa tiene otro carácter, y allí tuvieron que mantener la democracia, aunque reprimieran.
    Creo que entender este tipo de diferencias es fundamental para hacer caracterizaciones políticas. Si en Kirchnerismo no reprimió tanto en sus primeros años, no fue sólo porque hubo menos conflicto, sino además porque luego del 2001 la sociedad civil Argentina había cambiado, y durante ese período la represión generaba perdida de legitimidad para el estado. Eso es algo que fue cambiando con los años. De la supuesta unidad piquetero-cacerolera se pasó a que la clase media ex-cacerolera demandara represión de los cortes piqueteros. Esa transformación ha sido crucial para la vuelta de la represión. Después de todo… los niveles de conflicto de hoy tampoco son gran cosa. Si hay una vuelta de la represión es porque hay cuestiones más profundas: el legado represivo enquistado en las fuerzas, y la legitimidad que la respuesta represiva tiene entre las masas. Creo que comprender estas cosas es fundamental para una caracterización y para comenzar a discutir con la gente.

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    Pablo de Quilmes

    18/02/2012 at 17:57

    • Decis que las respuestas de la burguesía no son siempre iguales comparando Argentina y Francia en los setenta. La verdad es que me rindo ante la evidencia, es cierto. Pero no entiendo adónde querés llegar con esa comparación en la actualidad ¿supones que nuestra “sociedad civil” está perdiendo la capacidad para resolver los conflictos dentro de la democracia burguesa? Decis que “De la supuesta unidad piquetero-cacerolera se pasó a que la clase media ex-cacerolera demandara represión de los cortes piqueteros. Esa transformación ha sido crucial para la vuelta de la represión”, pero tampoco te entiendo. La derechización de la clase media no es de ahora, eso no es ninguna novedad. Agregas “los niveles de conflicto de hoy tampoco son gran cosa”, puede ser, pero no es un dato menor que el “modelo económico” tenga cada vez más problemas y que la lucha de clases pueda ir en aumento. Además, la cuestión es por qué el kichnerismo que se legitimó durante años como el “gobierno de los derechos humanos” ahora está avanzando en su política represiva frente a las protestas sociales. Esto si me parece un dato nuevo de la realidad. Ahí hay una contradicción que hay que explotar en la discusión con los kichneristas y el resto de gente.

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      Omar

      19/02/2012 at 00:48

    • Omar, lo que escribí se presta para algunas de las interpretaciones que hiciste, pero no era lo que quería decir. Yo creo que luego del 2001 la crisis legitimó la protesta social porque se prendieron sectores muy amplios, incluida la clase media. Esa legitimidad de la protesta social duró poco, y la clase media volvió pronto a coquetear con la represión.
      Por otro lado, yo no niego que la represión ahora aumenta porque de a poco se vuelve evidente que la cosa no cierra en lo económico. Lo de que los niveles de conflicto de hoy no son tan grandes era un matiz nada más.
      En relación a la cuestión derechos humanos, yo creo que es precisamente la retórica oficial y los juicios contra los milicos que en alguna medida hacen más dificil percibir la creciente represión K. Con la cuestión derechos humanos en referencia al pasado, se ganaron al progresismo que se niega a ver que la represión crece ahora en el presente. En los noventa la represión del presente y la de los milicos eran fenómenos que la izquierda conectaba, y se daba una alianza entre los grupos de derechos humanos y la CORREPI. Ahora la lucha contra la represión cotidiana ya no está aliada a la lucha contra los milicos, se están desligando ambas cuestiones.

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      Pablo de Quilmes

      21/02/2012 at 04:44

    • Pablo, en la nota trato de explicar que detrás de la represión hay una razón de clase. Esto para aquellos que pretenden que el gobierno K está en las nubes. Pero no pretendo de ahí explicar por qué ocurre de la manera que ocurre. El tránsito de la razón más general al particular exige un tratamiento cuidadoso. Por eso mismo también habría que evitar las comparaciones externas. Por ejemplo, tu razonamiento por «elemento común» y «diferencia específica» puede ser bastante cuestionable. Venís a decir: «en los años 60 hubo conflictos fuertes en todas partes del mundo» (elemento común entonces entre Argentina y Francia). Pero la sociedad civil francesa tiene otro carácter que la argentina. Conclusión, este factor explica por qué en un caso hubo dictadura, y en el otro se mantuvo la democracia. Para decirlo de manera suave, me parece, por lo menos, apresurado.
      Repito: cuando señalo la naturaleza de clase de la represión, y la vinculo a una agudización del conflicto social (vinculada a su vez al ajuste) sólo estoy planteando el marco más general en que deberíamos hacer el análisis, a fin de encontrar un principio unificador a lo que el abordaje analítico (esto es, no dialéctico) pretende ver en su aislamiento. Sólo esto. Si acordamos en cambiar la lógica con que se analiza el asunto, empezamos otro partido.

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      rolandoastarita

      19/02/2012 at 10:17

    • Es cierto que mi comparación entre Francia y Argentina es apresurada, no pretendía hacer un análisis que cierre el tema. Con mi especulación pretendía señalar que estaría bueno que pudieramos desarrollar análisis más específicos. Sin haber realizado un análisis que me permita corroborar lo que digo, como impresión general creo que la violencia tiene diferentes niveles de legitimidad en diferentes paises y a mi criterio la sociedad civil juega un rol ahí.
      En cuanto a la cuestión de clase, creo que es cierto que es fundamental, pero creo que hay muchos otros elementos. Por ejemplo, la represión en USA es por motivos raciales en gran medida. Un afro-americano con dinero que maneja en un coche caro puede ser detenido por sospechas racistas de que afanó el coche (este tipo de arbitrariedades son comunes en USA, se le llama «driving while black»). Este tipo de represión racista no es para nada rara en todo latinoamérica. Hace poco un amigo mío que es de clase media me contaba una situación que daba cuenta de esto. Se trata de alguien de clase media que perdió las llaves del candado con que ató a su bicicleta. Fue a cortar la cadena con un cerrucho, pero antes le avisó a la cana lo que ocurría porque es morocho y temía que lo llevaran preso por «portación de cara». En Argentina la gente que no tiene rasgos europeos puede tener problemas con la policía aunque tengan cierto poder adquisitivo. Otro amigo mío me contaba que si se viste bien no tiene ese problema, pero que si va en pantalón de gimnasia y remera si. Por otro lado, la represión contra prostitutas, travestis y gays y lesbianas no depende meramente de cuestiones de clase. Hoy en día no hay persecusión a gays y lesbianas, pero es algo que existió hasta los años noventa. Y le ocurría a la gente de clase media también. Es más, durante los sesenta, por ejemplo, Margaride no perseguía sólo cuestiones políticas, sino que había una persecución sistemática de la transgresión sexual. Y aquí no me refiero sólo a gays y lesbianas. La policía le cortaba el pelo a jovenes varones de clase media, y perseguía a mujeres de clase media en minifalda. Uno podría decir que la persecución policial a los sectores bajos fue más brutal, y también podría decir que hoy el grueso de la represión está orientada a los pobres (la policía ya no controla tanto cuestiones de «inmoralidad»), pero históricamente no siempre fue así. La represión a estudiantes universitarios también es histórica, y la verdad es que hay muy poca gente de clase obrera en la universidad. No estoy negando que la lucha de clases se dirima en momentos claves por la vía represiva, pero creo que no es el único factor cuando de represión hablamos.
      Por otro lado, creo que a veces la cuestión de la lógica del capital es más importante que la lucha de clases. Obviamente que no son dos cuestiones desligadas que puedan oponerse, sino que más bien están profundamente integradas. Sin embargo, destacar la cuestión de clase puede oscurecer el rol que juegan algunas cuestiones estructurales más profundas. Por ejemplo, la represión en la Grecia de hoy está en gran medida inspirada por una presión del mercado capitalista global sobre una economía local. Las elites griegas son hasta cierto punto en mecanismo de transmisión de presiones más internacionales que son abstractas. Es decir, presiones que provienen no sólamente de la clase dominante en concreto. Por ejemplo, muchos de los bancos europeos que perderían dinero si Grecia quiebra tienen ahorros de los sectores medios de Europa, fondos jubilatorios, etc. La población alemana presiona de conjunto en favor del ajuste en Grecia, porque piensan que de otro modo ellos terminarán pagando la crisis griega «con sus impuestos». Claro que en gran medida esto es una representación ideológica, pero de todos modos no puede negarse que las masas europeas de los países más prosperos promueven el recorte en Grecia. Podemos decir que esto se producto de la ideología fetichista de las masas, pero entonces el impulso para la represión tiene que ver con mecanismos de mercado e ideológicos que van más allá de la cuestión de clase y que apuntan a la lógica del capital.
      Finalmente, creo que a veces el planteo de que la represión tiene caracter de clase oscurece la percepción de otro fenómeno. Por ejemplo, mirando las cosas desde el punto de vista de la burguesía, yo no estoy tan seguro de que la última dictadura militar fuera necesaria para evitar una revolución anticapitalista. La Argentina de los setenta estaba plagada de contradicciones y la tensión de clase era enorme, pero no estaba al borde de una revolución. Perry Anderson le llama «contra-revoluciones preventivas» a las dictaduras latinoamericanas de los setenta. Y creo que lo fueron, pero la verdad es que podrían haber preservado el capitalismo sin entrar en dictaduras. Para entender por qué hubo dictadura y represión no es suficiente apuntar a la lucha de clases. Incluso desde el punto de vista de evitar la caida del capitalismo la última dictadura fue profundamente irracional. Por ejemplo, el estado yanqui creía que a lo sumo Argentina necesitaba una purga represiva de unos pocos meses y una vuelta a la democracia. Al principio apoyaron la dictadura, pero de unos pocos meses la vieron como contraproducente, porque los milicos comenzaron a tener objetivos propios que tenían que ver con su propia construcción de poder y no meramente con los intereses de la clase dominante y el capitalismo global.
      Yo no niego que la represión tenga un vínculo intrínseco con el capitalismo. De eso no tengo dudas, pero creo que es problemático decir que la represión siempre tiene un carácter de clase.

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      Pablo de Quilmes

      21/02/2012 at 04:26

  10. Excelente trabajo. Reflexión con sustento teórico. Inutilidad de «atacar» o «defender» al gobierno nacional o a los provinciales. La represión de clase es propia del sistema. Y el gobierno nunca dejó de definirse como capitalista. Aunque creo que ha dado un paso más adelante adoptando ciertas políticas keynessianas que lo diferencian del modelo ultraliberal pues aspira a un crecimiento con mayor autonomía. Y ha logrado el apoyo de varios gobiernos latinoamericanos . Creo que hay que estar presente en cada lucha represiva y denunciarla. La lucha por las libertades democráticas está a nuestro alcance. En estos días el máximo ejemplo de Susana Trimarco ante los jueces federales en Tucumán me llena de admiración, y señala un camino ejemplar. I.I.

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    Inés Izaguirre

    18/02/2012 at 21:11

  11. De acuerdo con tu respuesta a mi anterior post. Ahora, me interesaría consultarte dos cuestiones muy puntuales : ¿te parece que era correcto y válido -en ese momento- el famoso comentario que le habría hecho Trotsky a Mateo Fossa en los ’30, tomando el ejemplo de una posible guerra entre el Brasil “fascista” de Vargas y la Inglaterra “democrática”, que decía (y en esto se basaron varias corrientes trotskistas para apoyar sin ambages la guerra por Malvinas) “Si Inglaterra ganara, pondría a otro fascista en Río de Janeiro y ataría al Brasil con dobles cadenas. En cambio, si (…) saliera triunfante Brasil, la conciencia nacional y democrática de este país cobraría un poderoso impulso que llevaría al derrocamiento de la dictadura de Vargas (…) la derrota de Inglaterra asestaría un buen golpe al imperialismo británico y daría un impulso al movimiento revolucionario del proletariado inglés…”? En segundo término, más arriba referís como tu «mayor error político» la posición que llevaste adelante en el conflicto de 1982, brevemente, ¿que harías hoy en aquella misma situación?

    Saludos.

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    Armando

    20/02/2012 at 20:47

    • La posición de Trotsky partía de una caracterización, a saber, que Brasil era un país semicolonial, y por lo tanto estaba planteada una lucha por la liberación nacional. Este tipo de caracterizaciones las ha mantenido el trotskismo al día del hoy. Esto explica, por ejemplo, que muchos grupos trotskistas hayan caracterizado a las fuerzas anti Khadafi como «avanzada del colonialismo» (luego de que pidieran ayuda a la OTAN) y pasaran a considerar (a veces de manera no del todo explícita) que era progresivo el triunfo de Khadafi. Yo he criticado esta caracterización de países como Brasil o Argentina en varios trabajos (la crítica más extensa posiblemente está en mi último libro).
      Si pudiera volver a 1982, me hubiera opuesto a la guerra. Hubiera planteado que era una aventura de la dictadura, que buscaba con eso despertar la pasión nacionalista en la gente (lo que logró) para salvar al régimen (o, por lo menos, encontrarle alguna salida más decorosa). Por supuesto, plantear esto hubiera equivalido a quedarse muy aislado. Pero lo hubiera planteado igual.

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      rolandoastarita

      21/02/2012 at 00:13

    • Me parece muy integro que critiques la posición que tuviste en los ochenta con el tema Malvinas y acuerdo plenamente con tu posición de hoy.

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      Pablo de Quilmes

      21/02/2012 at 04:45

    • Coincido con las respuestas que fuiste dando sobre el tema Malvinas. De todos modos veo un problema, aunque se trate «de segundo orden» ¿no es justo mantener el reclamo por Malvinas? El argumento de apoyo es geográfico, y también histórico, el «sentimiento nacional» que se forjó por Malvinas ¿acaso no hay que apoyarlo? Tampoco me parece que haya que coincidir con la «autodeterminación nacional» de los kelpers (disculpen mi capitulación, jeje)

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      Omar

      21/02/2012 at 17:23

    • No es el tema de la nota, y la respuesta exigiría una explicación más amplia. De todas formas, y sintéticamente, yo no apoyo «el sentimiento nacional», ni el que se formó en torno a Malvinas, ni ningún otro con respecto a la Argentina. Para decirlo con todas las letras, y lo más claro posible: no soy patriota. No me siento identificado con slogans del tipo «las Malvinas son nuestras«. Como ya dije en otra nota, éste es uno de los temas que me alejan definitivamente de programas como los del FIT o el PCR (para no hablar, por supuesto, de Proyecto Sur, el PJ o la UCR). El único caso en que considero progresiva la agitación nacional es cuando hay poblaciones oprimidas por ocupantes extranjeros. Como explicó alguna vez Lenin, y coincido, a este caso, y solo a éste, es que se aplica la idea de liberación nacional. No es lo que sucede en Malvinas.

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      rolandoastarita

      22/02/2012 at 10:18

  12. Ok, no te exijo ninguna respuesta lo que pasa es que la discusión fue para ahí y no puedo evitar el comentario. Opino que Malvinas es un caso particular porque entiendo que es un resabio colonial, por eso no me parece mal el reclamo. De todos modos coincido en que Argentina no es una colonia o semicolonia, no es explotada por otros países, no está planteada la lucha para liberación nacional, y que incluso la ocupación de Malvinas por los ingleses no cambia nada de esto. Creo como vos que no debió ser apoyada la guerra en el 82, y también pienso que si se declarara una guerra hoy tampoco habría que ir. También estoy de acuerdo en no hacer ninguna concesión al nacionalismo, menos cuando ya no puede tener ningún papel revolucionario.Ya se que el amor a la patria es un invento de la burguesía, tampoco soy de los que gusta cantar el himno, ni me ando embanderando con la celeste y blanca (y trabajo en muchas escuelas). También se que con lo del «sentimiento nacional» me meto en un terreno resbaladizo que va en contra de la conciencia de clase, pero bueno para serte honesto me quede con dudas. Por favor, segui con los artículos que prometiste sobre la dialéctica que es mucho más interesante, chau.

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    Omar

    22/02/2012 at 20:15

  13. Estimado Rolando…
    A raíz de su antigua militancia en el trotskismo y dado que estoy dando mis primeros pasos en un partido de la izquierda clasista, entre certezas y muchísimas dudas, me gustaría poder escribirle a una dirección de correo personal, siempre y cuando esté usted interesado en leerme y eventuamente contestar. De otro modo, estaré igualmente agradecida de seguir tenniendo al alcance sus opiniones a través de este blog.
    Mariana

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    Mariana

    24/02/2012 at 16:44


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