Rolando Astarita [Blog]

Por estos días, y explicando su programa, Gabriel Solano, candidato a presidente por el PO-MST, afirmó que de llegar al gobierno llevará el salario mínimo al costo de la canasta familiar ($350.000 mensuales). Según Prensa Obrera “Solano insistió en que es algo que ya Massa le da a los bancos, porque paga intereses de deuda que se actualizan por IPC o la cotización del dólar: ‘… vamos a indexar los ingresos a los laburantes con lo que dejemos de pagarle a los bancos’” (“La izquierda propone recomponer los salarios desde el primer día de gobierno, ¿es posible?”, Iván Hirsch, aquí).

Ya en 2019 esta medida fue propuesta por Néstor Pitrola, también dirigente del Partido Obrero. Lo de Pitrola, a su vez, estaba en línea con la promesa del entonces candidato a presidente, Alberto Fernández, de aumentar las jubilaciones con el dinero que se destinaba a pagar los intereses de los títulos emitidos por el Central. Dado que en su momento critiqué esta medida (aquí), ahora solo actualizo algunas cuestiones.  

Lo primero a enfatizar es que las Leliq (letras de liquidez) son emitidas por el Banco Central y adquiridas por los bancos con sus depósitos. Estas letras pagan una tasa de interés superior a las tasas que los bancos pagan a sus depositantes, lo que permite a los bancos realizar un buen negocio (al menos hasta que no explote). Precisemos que es una forma de quitar efectivo del mercado que pueda presionar sobre el tipo de cambio. El otro mecanismo utilizado para ese fin son las operaciones de pases pasivos: el Central vende al contado un título a los bancos y recibe efectivo a cambio; luego lo recompra a un precio superior, determinado por la tasa de interés.

 En cualquiera de los casos citados, el objetivo es que los depositantes no vuelquen sus tenencias dinerarias a la compra de dólares. En estos momentos la tasa promedio ponderada de las Leliq a 28 días es del 97% nominal anual; es una tasa efectiva anual del 155%. La tasa de las operaciones de pases pasivos para el Central, a un día de plazo, es 91% nominal anual; o 148% efectivo anual. Inevitablemente, estas tasas llevan a que la bola de Leliq crezca exponencialmente: al 23 de junio de 2023 los saldos de Leliq y Notaliq alcanzaban los 15,63 billones de pesos (redondeando). Y las obligaciones del Central por operaciones de pases totalizaban 4,08 billones (redondeando). Tengamos en cuenta que al 15 de diciembre de 2019 el stock de Leliq era 1,04 billones de pesos, y los Pases 1,59 billones (redondeando).

Capital ficticio y chapucerías reformistas

En condiciones normales del modo de producción capitalista los depósitos adquiridos por los bancos son destinados –descontado el encaje- a préstamos que se utilizan para emplear trabajo productivo –o sea, generador de plusvalía- o trabajo ocupado en la realización de la plusvalía, como ocurre con el sector comercial. Esto significa que el interés, dada la acumulación normal del capital, es valor generado por trabajo humano. Pero esto no ocurre con los fondos que los bancos aplican a la compra de Leliq, o a operaciones de pase. Es que los intereses que rinden estas letras, o las operaciones de pases, son pagados con pura emisión monetaria. En otros términos, se trata de capital ficticio (sobre capital ficticio, aquí). Más aún, todo indica que en algún momento esta masa creciente de capital ficticio desembocará en una profunda caída de los valores, arrastrando a una crisis bancaria y cambiaria de proporciones. Por eso es “vender humo” decir que se van a mejorar los salarios, o las pensiones y jubilaciones, mediante la manipulación monetaria propuesta por Solano (y antes por Pitrola). El programa socialista no puede consistir en “socializar” capital ficticio para transferir riqueza a los explotados. Es increíble que haya que explicar algo tan elemental a marxistas.

Pero en segundo lugar, está el tema de los depósitos. Suman, al 28 de junio, en números redondos, 33,42 billones de pesos. Son la contrapartida, como ya apuntamos, de las Leliq y pases. ¿Cómo es posible que se soslaye esta situación cuando se propone derivar los intereses que rinden las Leliq al aumento de salarios y/o jubilaciones? ¿O es que Solano piensa que se puede anular por simple decreto el pago de los intereses correspondientes a los depósitos? ¿Cómo se evita que una medida de ese tipo no precipite una nueva y más profunda crisis?

Las leyes de la economía capitalista no pueden eludirse con chapucerías reformistas, aunque sean instrumentadas por personas con buena voluntad revolucionaria. El interés, como explicaron Marx y Engels a Proudhon, no se elimina con decretos. Menos todavía se pueden suprimir “desde arriba” los depósitos bancarios. La razón es la misma por la que no es factible acabar de buenas a primeras con el dinero (los depósitos son una forma de existencia del dinero) y el mercado. La superación del dinero demandará un proceso histórico y social, a partir de la transformación de las relaciones de producción (la experiencia de los bolcheviques bajo el llamado comunismo de guerra es ilustrativa al respecto).

Termino esta nota repitiendo lo que afirmé en otras ocasiones: la crítica marxista debe fundarse en datos y razonamiento teórico, no en remiendos y chapuzas voluntaristas. Se comprende que Solano quiera captar votos para su candidatura, pero esto no puede hacerse a cualquier precio.  

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