Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (11)
La parte 10 de la nota, aquí
Retirada parcial y los métodos de Stalin
El 20 de febrero de 1930 el Gobierno soviético anunció que el 50% de los campesinos se había incorporado a los koljoses o sovjoses; las tozes habían sido descartadas. Era la mitad de la población campesina “colectivizada” en siete semanas (Nove, 1973). Sin embargo, en términos de producción, los primeros resultados de la colectivización fueron malos. Además de la destrucción provocada por los campesinos que se negaban a entrar en las granjas colectivas, la siembra se interrumpió. La aceleración de la colectivización provocó que la resistencia campesina adquiriera el carácter de un levantamiento general. La situación fue tan grave que incluso hubo disturbios en el Ejército Rojo cuando los soldados campesinos recibieron noticias de sus familias sobre lo que sucedía en las aldeas.
Alarmado, en marzo de 1930 Stalin decidió una retirada precipitada. Lo hace en un discurso que ya hemos citado, “Mareados con el éxito”. Anuncia que con el 50% de las granjas campesinas colectivizadas se había sobrecumplido el plan quinquenal en más de un 100% y que se había operado el giro radical del agro “hacia el socialismo”. Afirma que el éxito se debía a que los campesinos entraban voluntariamente a las granjas colectivas y que se había tenido en cuenta la diversidad de las condiciones locales. Sin embargo, reconoce que en muchos lugares se había forzado la entrada de los campesinos, no se habían tenido en cuenta las condiciones particulares y muchos funcionarios se habían excedido, avanzando a la socialización de viviendas, animales de corral y otros bienes. Los bienes a socializar debían ser la tierra, el trabajo, la maquinaria, los animales de tiro y las construcciones de las granjas. En consecuencia llama a hacer una pausa, acusa de burocratismo a los funcionarios locales y plantea que los campesinos deben conservar lotes individuales al interior de las granjas, una medida de larga consecuencia. También podrían conservar vacas y aves de corral. Poco tiempo después se autorizó a comerciar parcialmente la producción campesina en mercados libres.
Esta intervención del 2 de marzo de 1930 es ilustrativa del método de Stalin: cuando se lanzó la colectivización, no hubo directivas precisas de cómo llevarla a cabo (cuestión señalada por Fitzpatrick, 1999; Viola, 1999). Pero el clima era de pronunciado giro “a la izquierda”, y llovían acusaciones por doquier contra los “derechistas” y “elementos pro-kulaks”. Cuando el desastre fue inocultable, Stalin describe una realidad que no existe –“los campesinos entran voluntariamente a las granjas”- y acusa a los funcionarios locales de “excesivo celo socializador”, de atacar inútilmente a las iglesias locales y de irritar a las masas queriendo socializar de forma compulsiva. Este tipo de intervenciones, que realizaba luego de haber dado una directiva central relativamente vaga, le permitía reacomodarse frente a las fallas y dificultades, mantener la presión y el control sobre el aparato y aparecer a los ojos de del pueblo como alguien más bien moderado, comprensivo y paternalista, que condena los excesos de sus subordinados.
De todas formas, la retirada no calmó a los campesinos. Por el contrario, en algunos casos parece haber intensificado la rebelión contra los funcionarios locales, a los que Stalin había acusado de excesos y burocratismo. En marzo los levantamientos alcanzaron un pico; entre los funcionarios reinaban la confusión y la desmoralización (Viola, 1999). El 2 de abril de 1930 el Comité Central del Partido informaba, en un memorándum secreto, sobre levantamientos en masa de campesinos en Ucrania, Kazajstán, Siberia, la región de Moscú y en el distrito Central de Tierra Negra. En la dirección reinaba un temor cierto a enfrentar un levantamiento general de los campesinos. Por eso, a partir del freno de marzo de 1930, en muchos lados se permitió a los campesinos abandonar las granjas. Como resultado, entre marzo y junio de 1930 el número de hogares colectivizados en toda la URSS pasó del 55% al 23%. Bettelheim observa que “[l]a amplitud del retroceso muestra hasta qué punto es frágil la ‘colectivización’ realizada durante el invierno de 1929-1930”. Aunque hubo grandes desigualdades regionales: en el Norte del Cáucaso y Ucrania, la colectivización se mantuvo relativamente alta. En otros lugares, casi se la abandonó; en algunos sitios los campesinos que abandonaron los koljoses intentaron crear auténticas cooperativas; pero fueron desarticuladas. Indudablemente el abandono de los campesinos de las granjas colectivas ponía en evidencia, contra lo que había afirmado Stalin, el carácter forzado de la colectivización.
Nueva aceleración
A pesar de los problemas y la resistencia, poco después de la pausa se retomó la campaña por la colectivización Según una resolución del Pleno del Comité Central de diciembre, en 1931 el 80% de los hogares debería estar colectivizado en las principales áreas cerealeras. Así, en los primeros cinco meses de 1931 se lanzó la segunda gran ola de colectivización. Una vez más, se ejerció todo tipo de medidas para obligar al campesino a aceptar la colectivización: cargas impositivas, reducción de las tierras para los campesinos individuales, préstamos forzosos. En respuesta, recrudeció la resistencia. Estadísticas oficiales dicen que solo en los primeros seis meses de 1931 en el 15,8% de los koljoses hubo algún tipo de disturbio, y casi la mitad de ellos sufrieron dos o más ataques. Por disturbios se entiende envenenamiento de animales, daño de máquinas, o “ataques a los activistas”. Los informes de la policía los atribuían a los activistas, pero admitían que eran extendidos y que continuaron durante todos los meses de la colectivización (Davies y Wheatcroft).
La represión fue intensa. En total, entre 1930 y 1931 fueron deportados 1,8 millones de kulaks; y entre 1932 y 1939 serían deportados un millón de campesinos (Ellman, 2002). En consecuencia, de marzo a diciembre de 1931 el número de hogares de koljoses aumentó otros 1,2 millones, elevándose al final de año al 62,5% de los hogares campesinos. Y en los años siguientes se mantuvo la presión. Todavía en 1933 Stalin, refiriéndose a la zona del Don, decía –en una carta que luego citaría Krushchev- que los agricultores estaban empeñados en una “guerra silenciosa” contra el poder de los Soviets y justificaba por ello los arrestos masivos y otras medidas similares (Nove). En 1936 se había colectivizado el 89,6% de los hogares campesinos (idem). En definitiva, entre 1928 y 1932 unas 20 millones de granjas campesinas fueron reemplazadas por 240.000 granjas colectivas. También se eliminaron los pequeños artesanos, comerciantes privados y tenderos; muchos hombres de negocios fueron detenidos, acusados de especulación. “Para comienzos de la década de 1930, hasta los pequeños artesanos y tenderos habían sido forzados a abandonar sus actividades o a integrar cooperativas supervisadas por el Estado”, (Fitzpatrick, 2005).
Los problemas de la colectivización
Las consecuencias inmediatas de la colectivización fueron la liquidación de ganado, la quema de sembrado y la caída de la producción. Pero además estaban las dificultades inherentes a la operación de transformar 25 millones de economías campesinas individuales en medio millón de granjas colectivas (Davies y Wheatcroft, 2009). Fuentes oficiales reconocían que en las nuevas granjas colectivas no había experiencia en el manejo de ganado; la planificación era mala, los militantes enviados desde las ciudades no conocían sobre agricultura y desconfiaban de los consejos de los campesinos. También se impusieron esquemas impracticables para la socialización de todo el ganado y el grano. Por otra parte, los publicitados koljoses gigantes que se formaron en 1930-1, e iban a permitir el desarrollo de la agricultura en gran escala, se derrumbaron rápidamente, o fueron eliminados. “El típico koljós era la antigua aldea, con sus campesinos –ahora en cantidad algo menor debido a la emigración, las deportaciones y la considerable merma de animales de tiro- viviendo en las mismas cabañas de madera y arando los mismos campos de la aldea de antes” (Fitzpatrick, 2005). Las principales transformaciones fueron en la administración y los procedimientos de comercialización. Los ingresos eran escasos y los campesinos resentían de la coerción que se ejercía sobre ellos (Nove, 1973). Incluso en una buena cosecha a los campesinos de las granjas colectivas no se les garantizaba un ingreso mínimo por su trabajo (Davies y Wheatcroft). Fitzpatrick (2005) señala que las cuotas de producción que debían entregar los koljoses eran muy altas, y los precios bajos, y que los campesinos recurrieron a la evasión y la resistencia pasiva. El Gobierno, por su parte, se mantuvo firme y tomó todo lo que pudo, lo que llevó a la hambruna en 1932-3.
El caos en la administración y en la agricultura, y la desmoralización incidieron para la caída de la producción. Si bien se incrementó, el uso de fertilizantes no compensó la caída en la provisión del estiércol, producto de la disminución del ganado. Se intentó extender las áreas sembradas, pero esto trajo aparejado el deterioro de la tecnología agrícola y la disrupción de sistemas establecidos. En muchos distritos desapareció la rotación de cultivos; recién en 1932 las autoridades apoyaron fuertemente la rotación, pero mucho del daño estaba hecho. Para ese año, en muchas regiones, particularmente en Ucrania, el suelo estaba agotado y estaban extendidas las enfermedades de los cultivos. Además, las requisas redujeron el grano para el forraje; lo cual se tradujo en una reducción drástica del número de caballos y bueyes (de 29,7 millones en 1928 a 18,8 millones en 1932) que no pudo ser compensada por el importante aumento del uso de tractores (Davies y Wheatcroft).
Es ilustrativa la carta que V. Feigin, un funcionario del Rabkrin (Inspección de Obreros y Campesinos), envía desde Novosibirsk a Ordzhonikidze, lugarteniente de Stalin y comisario de la Industria Pesada, con fecha abril de 1932. Después de señalar que había disminuido el ganado (por ejemplo, en el koljós Ziuzia el número de vacas lecheras había pasado de 2000 en 1928 a 507), proponía aumentar la propiedad privada de ganado en manos del koljosiano. Informaba también que la situación del grano era muy mala, que había muchas granjas que no tenían lo suficiente para cumplir con los planes de siembra, y que había hambre. Pero tal vez lo más significativo era el comentario sobre los campesinos: “Su actitud es absolutamente mala a la luz del hambre y del hecho de que están perdiendo sus últimas vacas, dado que el koljosiano no tiene leche ni pan. Vi todo esto con mis propios ojos y no estoy exagerando. La gente está muriendo de hambre, viviendo con sustitutos de comida, se están debilitando y naturalmente, en estas circunstancias, su estado de ánimo es hostil. Hacía mucho tiempo que no había visto una actitud como la que se ve ahora en las aldeas, debido al hambre y a la pérdida de las últimas vacas y ovejas. (…) Cuando llegue a Moscú, trataré de ver a Stalin e informarle, o si no tiene tiempo, le escribiré una carta” (https://www.loc.gov/exhibits/archives/aa2feign.html).
Refiriéndose a la forma en que se llevó adelante la colectivización, en la Revolución Traicionada Trotsky señala que “se hizo como si se tratase de establecer inmediatamente el régimen comunista en la agricultura” (1973). Stalin pretendió superar los comportamientos individualistas por decreto y a marchas forzadas. La desmoralización repercutió en la calidad de los cultivos: “los campesinos que cultivaban la tierra estaban desmoralizados y los conductores de tractores y los encargados de su mantenimiento carecían de experiencia”. Se araba superficialmente, no se ponía atención en la regulación de la siembra ni en la eficiencia de la cosecha. Bettelheim (1978) señala que muchos campesinos trabajaban a regañadientes; y que “algunos, afectos hasta entonces al poder soviético, se transforman en elementos más o menos hostiles al mismo”.
También había robos y sabotajes. En 1932 se reconocía oficialmente que había “pillaje socialista” realizado por campesinos desmoralizados y, muy a menudo, hambrientos. Bettelheim dice que muchos campesinos conservaban sus concepciones de pequeños productores, no creían en la superioridad de la explotación colectiva, y que esto se reflejaba “en la importancia considerable que adquieren los robos de bienes colectivos, así como el hecho de que muchos koljoses son administrados de tal manera que a una parte de su producción mercantil se le da salida fuera de los circuitos legales”. El Gobierno respondió con más presión, pero eso no solucionaba el problema de las bajas cosechas, la desmoralización, la escasez y mal mantenimiento de los tractores y equipos, o los transportes deficientes.
A los problemas anteriores se sumaron las idas y vueltas en el terreno del comercio. Entre finales de 1929 y mediados de 1930 se intentó establecer un sistema con ausencia de dinero, o “intercambio de productos”. Luego, y hasta finales de 1931, se aceptó que continuaría la economía monetaria, pero que todo intercambio se haría a los precios oficialmente establecidos, o precios “socialistas”. Y el modelo adoptado a partir de 1932 incorporó el dinero, la contabilidad financiera y comercio de las granjas colectivas a precios libres. Estos giros acarrearon costos (Wheatcroft, Davies y Cooper, 1986); la desorganización de la distribución minorista era otro lastre.
Bibliografía:
Bettelheim, C. (1978): La lucha de clases en la URSS. Segundo período (1923-1930), México, Siglo XXI.
Davies, R.W. y S. G. Wheatcroft (2009): The Years of Hunger: Soviet Agriculture 1931-1933, Palgrave Macmillan, Nueva York.
Ellman, M. (2002): “Soviet Repression Statistics: Some Comments”, Europa-Asia Studies, vol. 54, 1151-1172.
Fitzpatrick, S. (1999): Everyday Stalinism. Ordinary Life in Extraordinary Times, Soviet Russia in the 1930s, Oxford University Press.
Fitzpatrick, S. (2005): La Revolución Rusa, Buenos Aires, Siglo XXI.
Nove, A. (1973): Historia económica de la Unión Soviética, Madrid, Alianza Editorial.
Stalin, J. (1930): “Dizzy with Success. Concerning Questions of the Collective Farm-Movement”, https://www.marxists.org/reference/archive/stalin/works/1930/03/02.htm.
Trotsky, L. (1973): La revolución traicionada, Buenos Aires, Yunque.
Viola, L. (1999): Peasant Rebels under Stalin, Collectivization and the Culture of Peasant Resistance, Oxford University Press.
Wheatcroft, S. G.; R. W. Davies y J. M. Cooper (1986): “Soviet Industrialization Reconsidered: Some Preliminary Conclusions about Economic Development between 1926 and 1941”, Economic History Review, XXXIX, pp. 264-294.
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Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (11)
«El 20 de febrero de 1930 el Gobierno soviético anunció que el 50% de los campesinos se había incorporado a los koljoses o sovjoses; las tozes habían sido descartadas.» -> No he podido encontrar ninguna referencia a toz en Google ¿qué diferencia había con el koljós y el sovjós?
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José Mercado
06/05/2016 at 19:53
Permítaseme un excurso para recordar y homenajear en el día de hoy, 71 aniversario del final de la Gran Guerra Patriótica, a los ciudadanos y soldados soviéticos que vencieron al nazismo.
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José
09/05/2016 at 16:36