Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Parches en Wall Street y crisis capitalista

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El Senado de EUA acaba de aprobar nuevas regulaciones sobre las instituciones financieras. La medida está acorde con el diagnóstico del establishment económico (FMI, BIS, consultoras, departamentos de economía de las grandes universidades, etc.) y de la dirigencia política (por caso, gobiernos del G20) sobre las causas de la crisis. La crisis se habría debido a la codicia de Wall Street, y a la falta de regulación estatal. Esta explicación, que ha popularizado Krugman, es compartida por sectores del progresismo, e incluso de la izquierda. La liberalización de los mercados, realizada en época de Reagan, habría llegado demasiado lejos, y es hora de ajustar las clavijas. Con alguna dosis de intervención estatal, nuevas crisis serían evitables. La discusión ahora es acerca de cuánta medicina reglamentaria es necesaria para que el capitalismo funcione sin sobresaltos.

El propósito de esta nota es discutir esta idea. Para eso, el escrito se ordena de la siguiente manera. En primer lugar, presentamos un resumen de las medidas, y explicamos brevemente su significado, con relación a la forma en que operan los bancos y algunos mercados financieros. En segundo término, analizamos la reforma financiera en el contexto de la relación entre mercados y  Estado; y su conexión con la especulación y la crisis. Por último, ofrecemos algunas razones de por qué pensamos que estas medidas no eliminan las causas de las crisis generales del capitalismo.

Las medidas

En primer lugar, se establece que los reguladores estatales tendrán más autoridad para inspeccionar la situación de las entidades financieras, y sus activos, desde hipotecas a títulos complejos. Para este fin se crea un consejo de reguladores federales, liderado por el Secretario del Tesoro. Se dispone también la creación de una agencia de protección al consumidor de servicios financieros y bancarios, que va a funcionar dentro de la Reserva Federal, aunque con relativa autonomía. Además, se establece que las instituciones financieras deberán mantener más capital como reserva, y reducir su apalancamiento. También se determina que derivados que hasta ahora se comercializaban de manera descentralizada, como los swaps (de intereses, de default, etc.), lo harán a través de mercados centralizados. Los bancos deberán separar las divisiones que operen con derivados. Y tendrán limitaciones a las operaciones con su propio capital (equity); solo podrán invertir en títulos del Tesoro, en obligaciones de agencias gubernamentales y emisiones municipales. También se establece que el Estado podrá hacerse cargo de una empresa financiera que colapse, como sucede actualmente con respecto a los bancos.

Apalancamiento y crisis bancaria

El sentido y contenido de la reforma se vincula con las explicaciones dominantes sobre las causas de la crisis. Y con las tensiones por hacer prevalecer los diversos intereses de las fracciones del capital. Para avanzar, necesitamos explicar brevemente cómo funcionan los bancos, y algunas cuestiones conexas.

Un banco es una institución cuya primera operación básica consiste en recibir dinero, pagando un interés, para prestarlo con un interés algo más alto, sea otorgando préstamos, o invirtiendo en títulos. Su otra operación básica consiste en operaciones monetarias como pago o cobro de facturas, organización de operaciones de préstamos, recaudación de fondos para empresas, guarda de dinero, y similares.

Los depósitos de cuenta corriente y a plazo, y los préstamos tomados, constituyen el pasivo del banco. Los créditos otorgados, y los títulos en que el banco invirtió el dinero, constituyen su activo, junto a la reserva monetaria, o encaje. Con el encaje el banco hace frente a los requerimientos cotidianos de liquidez por parte de los depositantes.

A estos dos grandes ítems del balance (activo y pasivo), se suma un tercero, que se ubica como un renglón separado del lado del pasivo. Se trata del capital propio de los accionistas (equity) y representa la riqueza neta del banco. En otras palabras, es el valor de los activos que son financiados por los propietarios del banco, y no por los depositantes, u otras fuentes. En el balance surge de la diferencia entre el activo y el pasivo. Según las recomendaciones del Banco de Pagos Internacionales (BIS), adoptadas por los gobiernos, los bancos están obligados a mantener una cierta relación capital propio/activos. En términos generales, es del 8% sobre el conjunto de activos (la cuestión es un poco más compleja, pero por ahora lo dejamos así). Para fijar conceptos, ofrecemos un ejemplo numérico (en millones de dólares) de un banco hipotético.

ACTIVO PASIVO
Encaje                             5 Cuentas corrientes                       6
Créditos otorgados     90 Cuentas a plazo                           80
Títulos                          75 Préstamos tomados                   70
Total                           170 Total                                           156
CAPITAL PROPIO 14

 

Este banco tiene activos por 170 millones, pasivos por 156 millones, y capital propio de 14 millones.

Veamos ahora las ganancias del banco. Un negocio fundamental del banco consiste en tomar dinero a una tasa, y prestarlo a una tasa superior. De manera que una parte muy importante de su ingreso proviene de esta diferencia, o spread, entre tasas de interés. La segunda fuente importante de ingresos se deriva del cobro de comisiones por las operaciones que realiza para sus clientes.

Con sus ingresos el banco paga a sus empleados, afronta otros gastos, y paga impuestos. El neto que surge de descontar estos gastos del ingreso constituye su ganancia.

A su vez, la rentabilidad del banco se mide por la relación entre el beneficio y el capital propio; es lo que se conoce, en inglés, como ROE (return on equity). Observemos que cuanto más se apalanque el banco, más alto puede ser el ROE. Por eso los bancos acostumbran tener un alto ROE, aunque una baja rentabilidad en relación al conjunto de activos que posee (ROA, return on assets, que es la relación ganancias/activos).

Por otra parte, si los créditos otorgados no se pueden cobrar, el banco deberá ponerlos en la categoría de “non performing”, y eventualmente plasmar esa pérdida en su balance. Algo similar ocurre si los títulos que posee el banco en su activo se desvalorizan. Por ejemplo, si los deudores hipotecarios no pueden pagar, caen los precios de los títulos respaldados en hipotecas que posee el banco. Pero al disminuir el valor del activo, baja el capital propio del banco. Si la baja continúa y se profundiza, llega un punto en que el banco no puede seguir operando, y debe capitalizarse. Sin embargo, si los inversores advierten que el banco está en situación de insolvencia, pueden negarse a invertir. Entonces los accionistas se desprenderán rápidamente de las acciones (tratan de salvar algo, antes de que licue por completo su capital), precipitando la caída. Es lo que sucedió con Lehman y otros grandes bancos, que sufrieron una implosión bursátil. En los años treinta, en cambio, los bancos caían por retirada precipitada de los depósitos. En los 2000 los bancos tenían seguros de depósitos, pero colapsaban por falta de capitalización. Es una opinión generalizada que en esto incidió un alto nivel de apalancamiento.

Indudablemente, en vísperas de la crisis de 2007, el nivel de apalancamiento de los bancos de EUA había llegado a un altísimo nivel. Según el Informe del Presidente de EUA de 2009, antes del estallido de la crisis los bancos de inversión estaban apalancados en una proporción de aproximadamente 25 a 1. Esto significa que de cada US$ 100 de activos, US$ 96 estaban fondeados en deuda, y solo US$ 4 en capital propio. En consecuencia bastaba una caída del 4% en el valor de los activos para eliminar todo el capital de estos bancos. Este grado de apalancamiento, por otra parte, permitió que los bancos, especialmente los de inversión, obtuvieran elevados ROE durante el boom. Entre 1995 y 2005 el ROE promedio de Morgan, Merril Lynch, Goldman Sachs, Lehman y Bearns osciló entre el 14 y 20% (cálculo propio en base a Fortune 500). Para tener una medida de comparación, el ROE promedio en los países adelantados, del sector financiero no bancario y del sector bancario, osciló, en el período 2001-2007, entre el 11 y 13% (BIS, Informe anual 2010).

Señalemos todavía otra forma de apalancamiento, que también agravó la crisis bancaria. Una forma de aumentar las ganancias bancarias fue tomando préstamos a muy corto plazo, por los que pagaban una baja tasa, para invertir en títulos de largo plazo, que rendían una tasa más alta. Los bancos tomaban muchos préstamos que debían renovar semanalmente, o aún en plazos más cortos. Al momento del estallido de la crisis los bancos de inversión estaban fondeando más de un cuarto de sus balances con deuda que se renovaba cada 24 horas, a través de operaciones «repo» (en la práctica son préstamos asegurados con títulos gubernamentales).  Asimismo los bancos mantenían títulos respaldados por hipotecas en instituciones (o «vehículos») que formalmente estaban por fuera de las instituciones (de hecho, especie de fideicomisos), que también se fondeaban con papeles de muy corto plazo (commercial papers) que compraban fondos monetarios y otros inversores. Toda esta operatoria era redituable, pero riesgosa, ya que cuando estalló la crisis los mercados monetarios “se secaron”, y los bancos no tenían manera de conseguir fondos.

En base a esta experiencia, la reciente reforma financiera obliga a los bancos a disminuir el apalancamiento. Muchos piensan que con esto se elimina una de las causas principales de la crisis.

Operaciones con capital propio

Las operaciones con capital propio (proprietary trading) consisten en la utilización del dinero propio del banco para obtener beneficios, y están conectadas con el apalancamiento.

Tradicionalmente las operaciones con capital propio se asociaron a los bancos de inversión. Esto se debe a que estos bancos, que se encargan de recaudar capital para empresas, “hacen mercado”. “Hacer mercado” quiere decir que toman posiciones. Por ejemplo, un banco de inversión que actúa como agente de colocación de acciones para una empresa, puede comprar esa acción a cierto precio, con la intención de revenderla luego y ganar haciendo una diferencia. Así este banco está proveyendo de liquidez al mercado, y al hacerlo puede utilizar su propio capital. Algo similar ocurre con los departamentos de los bancos que operan en mercados como el de acciones, o el cambiario. El banco que actúa en el mercado bursátil, por ejemplo, puede estar comprando la acción que está vendiendo su cliente, con el objetivo de venderla a otro precio cuando aparezca el comprador. De aquí hay entonces un paso a lanzarse a todo tipo de inversiones, utilizando el capital propio.

Esto es lo que sucedió en los últimos años. A medida que, en los años 2000, crecía el boom de los títulos hipotecarios, los bancos comprometieron crecientes porciones de su propio capital en operaciones especulativas. Lo cual era altamente riesgoso, ya que una caída de los títulos o de los créditos otorgados por los bancos, afectaría directamente al capital propio. Así Lehman perdió, en el año y medio que precedió a su quiebra, unos US$ 32.000 millones por proprietary trading especulando en títulos inmobiliarios y en derivados. Téngase en cuenta que el capital en acciones ordinarias de Lehman era de US$ 18.000 millones. Como ya hemos explicado, esto fue decisivo para precipitar el colapso de éste, y otros bancos.

Por lo tanto, al disponer la reforma financiera que el banco utilice su capital solo para comprar títulos gubernamentales, se intenta limitar este tipo de peligros. También se busca impedir algunas estafas que realizaban los bancos. Por ejemplo, se descubrió que Goldman Sachs armaba paquetes con títulos riesgosos, y los vendía a sus clientes. Paralelamente Goldman utilizaba su capital propio para sobre vender esos títulos; esto es, especulaba con que cayera su valor. En definitiva, operaba contra sus clientes.

La idea de impedir que los bancos operen con su propio capital ha sido alentada por un ex presidente de la Reserva Federal, liberal ortodoxo, Paul Volcker. Volcker ha comparado la operatoria de los bancos con su capital con la actividad de los fondos de cobertura (hedge funds), que se caracterizan por realizar apuestas altamente riesgosas, utilizando dinero de clientes muy ricos. El planteo de Volcker es que, o bien se es un banco, o un fondo de cobertura; pero es inadmisible que haya hedge funds banks. La reforma financiera aprobada, si bien no elimina completamente la operatoria con capital propio, la limita en forma significativa.

Mercado de derivados centralizado

Hasta ahora los mercados de swaps funcionaron de manera descentralizada. Esto significa que las operaciones se acuerdan entre las partes, en los términos convenidos por ellas (sumas involucradas, precios, plazos temporales). Antes de seguir, explicamos qué es un swap a través de dos tipos característicos.

Uno de ellos es el swap de interés variable contra interés fijo. Aquí, las dos partes convienen un valor nocional, sobre el que se calculan los montos a pagar, e intercambian flujos, según varían las tasas de intereses. Por ejemplo, si aumenta la tasa de interés, la parte que se comprometió a pagar la tasa variable deberá transferir la diferencia a su contraparte. Inversamente, si baja la tasa de interés.

El otro caso típico de swap son los CDS (credit default swap), por el cual una parte vende protección a la otra parte ante la eventualidad de que un título (también puede ser una empresa) entre en default. La parte que vende protección se compromete a pagar el valor y los intereses del título si el emisor del mismo deja de pagar. A cambio, la parte que vendió la protección recibe una cierta cantidad de puntos porcentuales de los intereses que paga el título.

Pues bien, la reforma financiera dispone que todas estas operaciones se hagan a través de un mercado centralizado, o Clearing. Al operar de forma centralizada, existe un único precio, conocido por los operadores. Con esto se busca dar transparencia a estos mercados. Además, la Cámara garantiza las operaciones; esto significa que si una de las partes defecciona, la Cámara asume el compromiso de cumplir con la otra parte. En contrapartida la Cámara exige que las partes depositen garantías al momento de cerrar el swap. Ejemplos de mercados centralizados son los mercados de futuros (cambiarios, de materias primas, etcétera) o bursátiles.

La reforma financiera también prohíbe a los bancos operar en derivados. De ahora en más deberán hacerlo a través de sucursales, con capital por separado.

Regulaciones y mercado en perspectiva

Para el análisis de las medidas adoptadas es conveniente tener una cierta perspectiva histórica de la relación entre mercado y regulación estatal. Podemos decir que la misma ha sido pendular. Por ejemplo, en los primeros años de la crisis de 1930, la regulación financiera era escasa, y el Estado tenía poca disposición a intervenir en la economía para salvar a los bancos. La idea prevaleciente era que durante las crisis los capitales más débiles, o menos productivos, debían caer; que la deflación, y el sostenimiento del valor del dinero, ayudarían a “depurar” el sistema económico; y que esto contribuiría a reforzar la disciplina del trabajo, y la sujeción a las leyes del mercado. Esta orientación se conoció con el nombre de “liquidacionismo”. Así, por ejemplo, dado que los depósitos no estaban asegurados, no había forma de evitar las corridas bancarias. Más de 9000 bancos cayeron entre 1929 y 1933, sin que la Reserva Federal interviniese.

Sin embargo, y ante la profundidad de la crisis, en 1933 se produjo el giro hacia una política intervencionista. Además de la devaluación del dólar, se estableció el seguro de depósitos, y se adoptaron medidas de control sobre la futura operatoria de los bancos. En las décadas siguientes estas medidas continuaron aplicándose. Sin embargo los bancos y otras instituciones financieras fueron encontrando medios para eludirlas, y ampliar su fuerza. Por ejemplo, el crecimiento del mercado de eurodólares se debió, en buena medida, a que los bancos estadounidenses eludían, en la década de 1960, las regulaciones que impedían la salida de fondos de EUA. Para eso abrían sucursales en Europa, que aceptaban depósitos en dólares. En el fondo de esta expansión estaba el impulso a la internacionalización del capital, y el desarrollo de la acumulación capitalista, que no puede ocurrir sin el crédito.

La crisis capitalista de los años 1970 se produjo, por lo tanto, en el marco de un capitalismo con fuerte intervención estatal. Desde mediados de esa década, la respuesta del capital más concentrado consistió en volver a mucho de lo que sucedía antes de las regulaciones de 1930. Por ese entonces el establishment económico pasó exigir la liberalización de los mercados. En el fondo se pedía que la ley del valor impusiera su rigor; que se eliminaran los capitales improductivos; que se diera paso a una mayor centralización del capital, y al ataque en toda la regla contra los sindicatos y el trabajo. A su vez, el aumento de la desocupación, producto de la crisis, contribuyó a disciplinar a la clase trabajadora. Esta ofensiva –popularmente conocida como la reacción neoliberal– contribuyó al restablecimiento de las ganancias del capitalismo, y a la extensión de las relaciones capitalistas a nivel planetario. Pasadas más de tres décadas, la política oficial ahora se inclina hacia un mayor grado de control estatal. La posición de Volcker, adalid del neoliberalismo hace unos años, es representativa de este cambio de humor.

La pregunta que es dable formularse por lo tanto es si estos movimientos pendulares de largo plazo obedecen simplemente a cambios en las modas, o responden a impulsos más básicos, anclados en las relaciones sociales.

Nuestra respuesta es que estos giros reflejan una contradicción que es inherente al modo de producción capitalista. Es que por un lado el funcionamiento de los mercados, y las leyes de la competencia, demandan un cierto grado de intervención del Estado. Por ejemplo, el Estado es imprescindible para que haya moneda; para sostener y amparar la propiedad privada del capital; y para garantizar el acceso al mercado en igualdad de condiciones para todos los capitales. Esto explica, por ejemplo, que el gobierno de EUA haya intervenido, a comienzos del siglo XX, para desarticular el monopolio de la Standard, cuando amenazó seriamente los intereses de capitales que estaban por fuera del grupo.

Sin embargo, la intervención estatal también puede trabar y entorpecer los mecanismos del mercado y de la competencia, que son los que, en última instancia, habilitan a que actúe la ley del valor trabajo. Por este motivo a períodos de aumento relativo del intervencionismo, le sucedan otros de mayor liberalización. Esto explica también que durante las etapas de auge y euforia, se hace más intensa la presión por quitar regulaciones, o por eludirlas (precisamente cuando más harían falta esos controles). Y durante las fases en que suceden a los mayores hundimientos de los valores, aumentan las presiones para, “ahora sí”, imponer controles y límites a las burbujas y el apalancamiento (precisamente cuando menos falta hacen esos controles).

Las reformas financieras aprobadas deberían examinarse entonces con esta perspectiva general. Además, está pendiente todo lo que hace a la reglamentación y manera concreta de aplicar la reforma. En torno a esta “letra chica”, se librarán las luchas entre las fracciones del capital para mejor posicionarse en la lucha competitiva.

Explicación superficial de la crisis

En el fondo de muchos de los argumentos y razonamientos que circulan hoy encontramos una explicación de las causas de la crisis desesperadamente superficial. La historia que se cuenta es del siguiente tipo.

Todo se habría iniciado en los primeros años de la década de 2000, cuando se produjo un exceso de ahorro, y por lo tanto una gran liquidez, a nivel mundial, que se hizo sentir en EUA. Por esa época fondos provenientes de Asia y de Medio Oriente buscaron refugio en EUA. A esto se sumó que las empresas tuvieran también excesos de ahorros líquidos. De conjunto, estos ahorros permitieron que hubiera una baja tasa de interés (coincidente con la política de la FED en ese momento) y  proveyeron el combustible para la expansión del crédito y de las finanzas. Las bajas tasas de interés también fomentaron el aumento de los precios inmobiliarios y de diferentes tipos de activos financieros. A su vez, la suba de estos activos posibilitó un creciente apalancamiento financiero (los títulos se entregaban como colaterales para pedir más préstamos, que empujaban nuevas alzas de los activos, etc.). Al mismo tiempo se crearon nuevos y complejos instrumentos financieros que generaron la impresión de que el riesgo se dispersaba, y las inversiones eran seguras; lo que metía más combustible a la burbuja. Todo esto llevó a la sobreexpansión de la construcción de viviendas, y a la burbuja inmobiliaria; que fue alimentada por la codicia de los banqueros y la falta de controles.

Pues bien, en este relato falta explicar un hecho esencial. ¿Por qué diablos es que los fondos líquidos no se invertían en Asia? ¿Por qué las empresas de EUA, y otros países del G-7 tenían liquideces que no reinvertían productivamente? ¿Por qué la inversión se mantuvo relativamente baja en la recuperación de la recesión de 2001? No hay respuestas en el relato oficial para estas cuestiones.

Desde el punto de vista del marxismo, en cambio, estas cuestiones se pueden explicar por una situación de sobreacumulación de capital, ocurrida en EUA a principios de los años 2000; o en países asiáticos en torno a 1997-1998. Lo que destacamos con esto es que la explicación de la crisis no puede prescindir de los problemas asociados a la acumulación y a la rentabilidad de los capitales. La especulación y el apalancamiento son manifestaciones –aunque a su vez reactúan y agravan los problemas– de esas cuestiones. Es utópico pretender eliminar las crisis combatiendo el fenómeno “de superficie”.

Volverán a producirse booms, especulaciones y cracks

Las medidas adoptadas en EUA no eliminarán futuras burbujas, sobre inversiones y cracks. Sí pueden cambiar o eliminarse ciertas maneras y dinámicas en que opera la especulación; o en que se dan los booms. Pero la posibilidad de burbujas, de sobrevaloración de activos, de manías inversoras y sobreacumulación, y sus colapsos posteriores, es inherente al mercado capitalista.

Destaquemos, además, que los banqueros ya están tomando medidas para resarcirse de los mayores costos que pueda ocasionarles la reforma. The New York Times (16/07/10) informa que los bancos están anunciando a sus clientes que aumentarán las comisiones por diversas cuentas, o anularán descuentos. Significativamente, la agencia de protección del cliente va a funcionar en el ámbito de la Reserva Federal; todo un símbolo de la influencia que seguirán teniendo los bancos en su propia regulación.

Más en general, digamos también que el personal encargado de regular la actividad financiera desde el Estado proviene, casi invariablemente, de la actividad financiera. Y vuelve a ella cuando termina sus funciones públicas. De esta manera ese personal “altamente especializado” siempre está empapado de las necesidades del capital financiero; aunque sea pasible de sentir la influencia del resto de los capitales.

Lógicamente, es posible que la limitación del proprietary trading, o del apalancamiento, genere alguna mayor seguridad en la actividad bancaria. Aunque en contrapartida los bancos aumentarán el spread de tasas y las comisiones para mantener sus ganancias; y también deberá tenerse en cuenta que los bancos que operan a cuenta de clientes, y hacen mercado, están siempre a un paso de borrar la diferencia entre actuar con capital propio o prestado.

Sin embargo, y por encima de estas cuestiones, lo más importante es tener presente que los bancos, cualquiera sea la reglamentación que se les aplique, ineludiblemente deberán seguir prestando a empresas o consumidores. Por eso, cuando estalle la próxima crisis de acumulación, y las empresas quiebren y despidan trabajadores, los créditos no se podrán devolver, y los bancos sufrirán las pérdidas de todas maneras. Entonces nuevamente el Estado correrá a salvarlos, y nuevamente se iniciará una ronda de discusiones sobre más o menos regulación… hasta la siguiente crisis.

Más aún, ya en estos momentos todo el sistema bancario está en peligro ante la posibilidad de que se produzca el default de la deuda griega, de otros países europeos, o de Dubai. Aunque muchos de esos bancos acreedores no hayan invertido su propio capital en estos títulos; y aunque tengan un bajo nivel de apalancamiento, nada los salvará del golpe de desvalorización, en caso de que ocurra el default.

Los bancos tampoco serán inmunes a futuros cambios de tasas de interés, que la mayor parte de las veces están vinculados a problemas de la acumulación. Dado que los bancos invierten en títulos de largo plazo, y toman dinero a corto plazo, cuando cambian las condiciones de fondeo (por ejemplo, cuando aumentan las tasas de interés que deben pagar para retener a los depositantes), sufren pérdidas por “descalce”.

Los que quieren arreglar al capitalismo con reformas suponen que, de todas formas, los reglamentos y supervisiones estatales acabarán con la especulación. Pero la realidad es que los bancos y las instituciones financieras no bancarias la mayor parte de las veces encuentran formas de eludir esas reglamentaciones y obstáculos. Las maniobras que realizaron en los últimos años para eludir las reglamentaciones de Basilea sobre capital bancario, lo demuestran. A fin de aumentar la escala de sus operaciones, y el apalancamiento, generaban los «vehículos especiales» que mantenían los títulos respaldados por hipotecas por fuera de sus balances. En consecuencia, en los hechos, pasaban por alto la necesidad de mantener una cierta cantidad de capital propio en relación a los activos riesgosos, que exige Basilea.

Pero además, cuando aumentan los precios de los activos, y las ganancias florecen, los capitales líquidos se escurren por todos los poros de la economía, para seguir alimentando la fiesta (que, naturalmente, se asienta en la extracción de plusvalía). En todo caso, es posible que si la tasa de ganancia de los bancos es relativamente baja, muchos capitales líquidos no se vuelquen al sector. Pero usarán otros canales, como los fondos de cobertura, de inversión, etc., para participar y alimentar el auge y la especulación.

Destaquemos también que estos capitales provienen de todos los rincones del universo capitalista. Muchas veces son fondos líquidos (por ejemplo, por amortización) de empresas productivas de diversos sectores; otras veces son fondos de pensión, o de las empresas de seguros. Por eso se trata de una cuestión del conjunto del capital, no de una fracción.

La mecánica se repite una y otra vez. Cuando cunden las olas de optimismo, los capitales dinerarios se dirigen a las ramas o sectores que prometen mayores ganancias; lo que lleva a la baja de las tasas de interés que se cobran por los préstamos a las empresas involucradas en esas actividades. La suba del precio de los activos, a su vez, da lugar al apalancamiento, y alimenta el boom. Lo que impulsa aún más la manía inversora de empresas, deseosas de mantenerse en los mercados y resistir la lucha competitiva. Esto se prolonga hasta que estalla la crisis y todo revierte a la baja, destruyéndose enormes sumas de capital, provocando devastación de fuerzas productivas, y penalidades a los trabajadores.

Veamos todavía la cuestión a través del prisma de los mercados financieros. Como hemos explicado, pareciera que es toda una “solución” a los males de la especulación con derivados crear un Clearing y centralizar estas operaciones. Pero los mercados de futuros o bursátiles son centralizados, y las burbujas y movimientos especulativos se suceden en ellos con toda regularidad. ¿Por qué debería cambiar el asunto con respecto a los mercados de swaps?

En conclusión, la reforma financiera está acorde con el diagnóstico dominante sobre las causas de la crisis, y encaja en la idea de “domar a los mercados” para impedir nuevas crisis. Pero no existe ninguna base objetiva para poder sostener que eliminará las contradicciones de fondo del sistema capitalista, que darán lugar a futuras crisis de acumulación.


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Parches en Wall Street y crisis

Written by rolandoastarita

18/07/2010 a 16:24

Publicado en Economía

15 respuestas

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  1. Estoy leyendo Caída Libre y esas son también algunas de las regulaciones propuestas por Stiglitz. La única diferencia sería que el economista propone hacer funcionar esas agencias de manera independiente a la burocracia y el personal (la «puerta giratoria») de la banca.
    En relación a la agencia de asesoría para consumidores de servicios financieros, se me ocurre que se van a «pisar» con las calificadoras de riesgo. En todo caso, si como parece van a estar dirigidas por personajes similares en términos de pensamiento, da la impresión de que se va a tratar de una duplicación inútil.
    (Te felicito por la iniciativa de abrir un blog. Siempre es un gusto leerte).

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    Fabián

    19/07/2010 at 23:22

    • En relación a Stiglitz, se ha convertido en una especie de gurú «heterodoxo», al que presta bastante atención alguna gente de izquierda. También el gobierno K invocó su autoridad. Es cierto que encaja perfectamente en la política de la Casa Blanca, y otros gobiernos capitalistas. De todas maneras voy a escribir una pequeña nota acerca de la recomendación de Stiglitz a los gobiernos para que actuaran «quemando a los especuladores».
      Aprovecho también para decir que hoy (martes 20/07) hice dos agregados a la nota. Al revisarla me di cuenta de: a) el apalancamiento en deuda de corto plazo fue mayor de lo que daba a entender; por eso corregí esa parte; b) no había explicado cómo los bancos eludían las reglas de Basilea.
      Saludos, Rolo

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      rolandoastarita

      20/07/2010 at 09:15

  2. Hola, leí parte de tus artículos en su web y veo que ahora ha abierto un blog, me parece una iniciativa interesante al permitir la comunicación pública.

    Quiero agradecerle lo que más me aporta de sus escritos:

    Debo agradecerle la claridad con que explica los mecanismos básicos del sistema financiero… los economistas «oficiales» parecen que lo que buscan es que nadie entienda nada y usted resulta de gran ayuda.

    También debo agradecer su labor para hacer entender que los «grandes poderes ocultos» que parte de la izquierda piensa que hacen y deshacen a su antojo, en realidad, lo que hacen es intentar cabalgar sobre los mecanismos de mercado capitalista y su comportamiento inestable. Y utilizando datos, que últimamente no está de moda para opinar.

    Por último, y a modo de consulta (me tomo la libertad) sobre cosas que me intrigan, no se si ya escribió sobre estas cuestiones:

    a) ¿como se explica que actualmente USA apueste por la expansión financiera y de gasto público mientras Alemania impone grandes restricciones en la UE?

    b) lo que me parece una gran cuestión y está muy desatendida: el tope al crecimiento físico que impone en la actualidad la disposición de recursos naturales (petroleo, cobre, agua) ¿como va a influir en la dirección del capitalismo?

    En fin, preguntar me sale gratis jajajja, pero mil gracis por su trabajo.

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    Curioso

    21/07/2010 at 05:45

    • Necesito estudiar para contestar las dos preguntas que me hacés. En especial por la segunda.

      Acerca de la primera, de todas formas te adelanto algunas ideas provisorias. Por empezar, creo que querés decir que EUA apuesta por las inyecciones monetarias para salvar al sector financiero. Es que en realidad el gobierno no apuesta a la «expansión financiera», sino a que el sector bancario y financiero baje su apalancamiento de manera gradual, y pueda «sanar» sus balances sin demasiados costos (este objetivo está bien expresado en los «President Report», tanto de la administración Bush, como la de Obama; informe 2009 lo hizo la administración Bush).

      Luego, es un hecho que Alemania tiene mayores «estabilizadores automáticos» que EUA, debido a que hay más redes de seguridad social (por ejemplo, segudo de desempleo). Por lo tanto esto genera, de por sí, mayor inyección de gasto estatal cuando se desata una crisis.
      En segundo término, Alemania no fue golpeada de lleno por la crisis financiera. Por este motivo tampoco se vio necesitada de inyectar dinero para salvar a sus bancos, como hizo EUA. Sin embargo, ante la exposición de los bancos alemanes a la deuda griega, el capitalismo alemán estuvo de acuerdo en el «paquete» de salvataje. Por supuesto, exigiendo «ajustes», que recaen sobre los trabajadores.
      En tercer lugar, el capital alemán tiene una fuerte posición exportadora. Su superávit en cuenta corriente equivale al 5,5% del pbi. Esto le ha permitido a su industria tener un crecimiento importante en los últimos meses (en los 12 meses a marzo 2010, aumentó 8,6%). Pienso que el capitalismo alemán trata de continuar esta vía. Lo cual genera muchas tensiones dentro de la zona del euro (otros países no tienen posibilidad de devaluar). Y hasta cierto punto es contradictorio con el proyecto del euro, que está construido en torno a la Alemania.
      Saludos, Rolando

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      rolandoastarita

      21/07/2010 at 11:21

    • Gracias por su rápida respuesta.

      Le escribo desde España, así que pese a no entender mucho de las dinámicas de las crisis, de las tensiones en la zona euro y los ajustes por abajo ya me voy enterando aunque no quiera. Aqui lo de «el que no ve, no siente» no sirve de mucho jajaja.

      En cuanto al tema de los recursos naturales, no encuentro fácilmente análisis marxistas de esta importante realidad (me vale con que ponga alguna referencia para leer).

      Soy un pesado, así que no pretendo que siempre me responda, pero por intentarlo… última cuestión:

      c) No encuentro las claves para comprender la posición de deficit comercial permanente de EUA (aquí solemos decir EEUU), y que los chinos les paguen el consumo de sus productos a cambio de papelitos durante tanto tiempo.

      Felicidades por su trabajo, además he visto que empiezan a colgar articulos suyos en Rebelión.org. Sus puntos de vista me parecen importantes ahora que Krugman ya parece el economista «de la izquierda» (todo un miembro del Group of Thirty como él).

      Un saludo.

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      Curioso

      22/07/2010 at 10:38

    • Para empezar a ver la segunda cuestión que plantea «Curioso» recomiendo la lectura de «Armas, gérmenes y acero» y «Colapso», ambos de Jared Diamond, publicados por Editorial Debate.

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      Leonardo Mir

      25/07/2010 at 16:24

    • gracias por la referencia, la busco.

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      Curioso

      25/07/2010 at 21:30

  3. PROFESOR:PERMÍTAME FELICITARLO POR LA CLARIDAD . LO QUE NO ES CUMÚN EN LOS ECONOMISTAS,PORQUE SUELEN ESCRIBIR PARA ELLOS MISMOS(LO PUEDO DECIR PORQUE TENGO UN DOCTORADO EN ECONOMÍA Y SOY PROFESOE TITULAR JUBILADO DE LA UNIV,CENTRAL DE VENEZUELA.

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    Diego Luis Castellanos E

    21/07/2010 at 10:39

  4. Rolando,

    ¿Hasta qué punto es disparatado pensar en que el capitalismo podría llegar a hallar una solución a sus crisis o como dice el artículo «domar a los mercados»?

    Porque por más que los diagnósticos sean diferentes entre la explicación neoliberal y la marxista, hay que reconocer que los remedios surten un determinado efecto.

    Cuando escribís en «Crisis y mercado mundial»[ver en este mismo blog], «Kindleberger (1985) ha sostenido que la depresión se debió, en lo esencial, a que faltó una potencia hegemónica que coordinara una política de respuesta a la crisis. Aunque no coincidimos con la idea de que la razón fundamental de la crisis se haya debido a la falta de cooperación, parece indudable que la misma contribuyó a su gravedad», parecería derivarse una respuesta afirmativa.

    La adopción de distintas medidas de coordinación -que Kindleberger le asignaba a una potencia hegemónica- podrían establecerse a través de acuerdos y de organismos multinacionales. ¿No podrían de alguna manera estas regulaciones «domar a los mercados» (sin que esto signifique «eliminar» las crisis)?; también la internacionalización de la economía me parece que abona esta idea.

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    Leonardo Mir

    25/07/2010 at 18:32

    • Pienso que hay que distinguir entre la idea de «domar a los mercados» (típica de Le Monde Diplomatique y afines), y la idea (de Marx) de que una mala política puede agravar las crisis. «Domar a los mercados» implica pensar que, de alguna manera, con intervención estatal, sería posible «dominar» la ley del valor trabajo. Para que esto fuera posible, deberíamos creer que la acción del Estado capitalista puede reemplazar a la ley del valor trabajo. Al pasar, hay una crítica muy buena de Engels, cuando escribe el prólogo a la reedición del discurso de Marx sobre libre comercio, a la ilusión de que es posible dictaminar los precios mediante el Estado. En consecuencia, si la ley del valor actúa (y por lo tanto rigen las leyes de la acumulación, mediante la competencia entre los capitales), las crisis son inevitables. Lo que afirma la teoría marxista es comprobado por toda la historia del capitalismo. Hemos tenido crisis capitalistas recurrentes en todos los países, bajo todo tipo de regimen, etc. Ahora bien, de todas maneras Marx decía que si bien las crisis son inevitables, una política económica equivocada, o una ley estúpida, podía hacerlas más graves. Marx lo decía refiriéndose a la ley británica de 1844, que impedía al Banco de Inglaterra inyectar liquidez cuando sobrevenía la crisis. Si en la actual crisis, por ejemplo luego de la quiebra de Lehman, la Fed no hubiera inyectado masivamente liquidez, la crisis hubiera sido más profunda, muy posiblemente. Si el gobierno de EUA no hubiera acordado los mecanismos de swaps con los bancos centrales de Inglaterra, el Europeo, o Japón, la situación en el interbancario también hubiera sido más grave (Aclaro: había bancos europeos que tenían invertido en activos hipotecarios en EUA, y se fondeaban a corto plazo renovando operaciones de swaps en los mercados de cambio. Cuando estalló la crisis, se encontraron que no les renovaban las operaciones en esos mercados. Ahí inyectó dólares la FED, en colaboración con los otros gobiernos).
      Saludos, Rolo
      PD: voy a tomarme un descanso por unos 4 o 5 días, tal vez tarde en volver a comentar.

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      rolandoastarita

      25/07/2010 at 21:13

  5. Gracias por compartir tanto conocimiento. Pero tengo una duda, he oido muchos profesor -de linea austrica- quienes afirman que la causa de los males son los bancos centrales, los cuales distorcionan las senales del mercado al bajar la tasa de interés sin haber ahorro real, esto ultimo rebate la afirmación que hace de «Todo se habría iniciado en los primeros años de la década de 2000, cuando se produjo un exceso de ahorro, y por lo tanto una gran liquidez, a nivel mundial» si era ahorro real de personas que aumentaron los depósitos en los bancos o fue producto de la decisión de los bancos centrales de imprimir dinero?

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    Alfonso

    09/02/2013 at 18:40

    • Los austriacos plantean que no deben existir bancos centrales, y menos todavía bancos centrales que garanticen los depósitos. Consideran que la competencia del mercado debe seleccionar la moneda (o las monedas) más fuerte, que sería emitida por empresas privadas. Desde el punto de vista histórico, y desde la teoría, opino que esta propuesta es un disparate. Ya lo he discutido con partidarios de los austriacos en «comentarios».

      Galbraith (en su libro «El dinero») relata lo que sucedió en el oeste de EEUU, a mediados del siglo XIX: «En cuanto a las nuevas zonas del país que se iban abriendo, tenían derecho a crear bancos a voluntad y, con ellos, los billetes y depósitos resultantes de sus préstamos. Ningún banco central comprobaba la capacidad de esos bancos para la redención de sus billetes. (…) Sus billetes emitidos y prestados a un agricultor… permitían que éste iniciara sus negocios. Si él y otros no prosperaban y no pagaban, el banco quebraba y alguien -tal vez un proveedor local, quizás un proveedor del Este- se quedaba con unos billetes que no valían nada, pero algunos prestatarios del banco habían puesto en marcha su negocio. (…) Entre 1830 y 1836 el número de bancos aumentó a más del doble, de 330 a 713. La circulación de billetes experimentó un incremento más o menos proporcional, de 61 millones a 140 millones. Las reservas en metálico -oro y plata- experimentaron… un aumento… de 22 millones a 40 millones». Siempre de acuerdo a Galbraith, al estallar la Guerra Civil, había unos 7000 billetes de banco diferentes, que circulaban en mayor o menor medida, fruto de la emisión de 1600 bancos, algunos de ellos estatales. «Se estima que unas 5000 emisiones falsas circulaban corrientemente». Había mucho desorden y confusión, y pérdidas constantes para aquellos que no acertaban en cuál era el dinero sólido y cual no. Existían publicaciones especializadas en el tema, que debían ser consultadas por la gente para moverse. Todo esto terminó llevando a establecer regulaciones, mucho antes de que se creara el Banco Central (la FED, en 1913).

      Actualmente la cosa no sería mejor (para decirlo de forma suave). Imaginemos a varios miles de bancos (entre ellos, City, Lehman, Bear, Bank of America, HSBC, etc.) emitiendo cada uno su billete (y podríamos agregar, grandes empresas comerciales o industriales, a través de sus departamentos de finanzas) y al público tratando de averiguar cuál es válido y cuál no. Es imposible que esto funcionara. En términos neoclásicos, si se quiere, los «costos de transacción» (estudiar a las entidades que emiten, seguir sus balances, etc.) serían descomunales (si ni siquiera los especialistas detectan muchas veces los fraudes hasta las vísperas mismas del derrumbe).

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      rolandoastarita

      09/02/2013 at 20:06

  6. los títulos de largo plazo en los que invierten los bancos son los bonos del Estado?

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    Alfonso

    09/02/2013 at 18:50

    • La mayoría de los títulos son estatales, o de entidades semi-estatales (como las agencias inmobiliarias de EEUU), pero también puede haber títulos de empresas privadas sólidas.

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      rolandoastarita

      09/02/2013 at 20:07

  7. Profesor, me podría explicar lo siguiente, usted escribe: «los capitales dinerarios se dirigen a las ramas o sectores que prometen mayores ganancias; lo que lleva a la baja de las tasas de interés que se cobran por los préstamos a las empresas involucradas en esas actividades», pero al haber mas demanda de dinero para invertir en actividades en los sectores de gran rentabilidad, la tasa de interés no aumenta? puesto que se demanda mas dinero por inversión.

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    Alfonso

    09/02/2013 at 22:42


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