Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Forma y contenido, y la dialéctica del valor

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La nota sobre generación y realización del valor, (aquí), conecta con la crítica a la idea de que el valor es una propiedad física (aquí, aquí);  y con la que sostiene que es individual (aquí). Cuestiones que remiten a la relación entre el contenido y la forma del valor. Es que lo que subyace a esos enfoques es que el contenido del valor – trabajo social objetivado – existe con independencia de su manifestación, de la forma del valor. De ahí una crítica que se me hace: que confundo la objetividad del valor con su expresión.

Aprovecho entonces la respuesta a esta crítica para profundizar en la dialéctica entre contenido (o esencia) y forma. Ya en entradas anteriores procuré acercar a los lectores a la dialéctica hegeliana y marxiana (aquí, aquí aquí). Aunque estoy lejos de ser un experto en Hegel, y muchos (muchísimos, mejor dicho) pasajes de su obra no los entiendo, considero que, con ayuda de los especialistas y comentaristas, podemos captar algunas figuras del pensamiento dialéctico que son fundamentales para la crítica de la ideología burguesa, y en particular, de la Economía Política. Dedico entonces esta nota a la relación entre contenido y forma, aplicada a la teoría del valor de Marx.

Advertencia: lo que sigue supone un conocimiento básico del primer capítulo de El Capital.

Insistencia en “lo que se revela” y objetividad del valor

En el capítulo 1 de El Capital, encontramos muchas referencias a “lo que se manifiesta”, “sale a la luz” o “se pone de relieve” en la relación entre las mercancías. Por ejemplo, en la relación 20 metros de tela valen una chaqueta “sale a la luz… el propio carácter del lienzo” (p. 61; énfasis añadido). Luego, lo que “pone de relieve su carácter de valor [de la mercancía] es su propia relación con otra mercancía” (p. 62; ibid.; énfasis añadido). Asimismo la expresión de equivalencia de las mercancías “saca a la luz el carácter específico del trabajo en cuanto formador de valor” (ibid.). Poco después, el equivalente es “cosa en la que se manifiesta el valor” (p. 63). En este respecto, los precios son el lenguaje de las mercancías; y la tela “revela sus pensamientos” al entrar en relación con la chaqueta (p. 64). Antes, y en referencia a las variadas proporciones en que una mercancía se intercambia por otras, Marx escribe que debe poseer un contenido diferente de estos diversos modos de expresión” (p. 45; énfasis añadido).

Todo esto con una pregunta que recorre el texto desde el inicio del apartado dedicado a la forma del valor: ¿en qué consiste la objetividad del valor de las mercancías? ¿Qué tipo de propiedad es esa, la de ser valor, que tienen las mercancías (o sea, que  es de ellas)?

Manifestación y existencia

La razón de esa insistencia en lo que se manifiesta es sencilla: el contenido (o esencia, o sustancia), para ser tal, debe manifestarse. Si no se manifiesta, lisa y llanamente, no existe.

Lo explicamos con un ejemplo. Supongamos que Pedro afirma que es un gran escritor,  de la talla de un Borges o un Vargas Llosa. Supongamos que le preguntan qué escribió para afirmar tal cosa, y responde que es un gran escritor “en sí mismo”, o “en contenido”, aunque todavía no lo manifestó – u objetivó, o materializó – en escrito alguno. Esto es, el gran escritor que es Pedro existe, pero sin manifestación.

Pues bien, cualquier persona en su sano juicio dirá que esa no manifestación de la naturaleza de escritor de Pedro se debe, simplemente, a que no es un escritor. Con lo cual esa persona de sano juicio estará coincidiendo con una idea que es muy importante en Hegel  – también en Marx: que la esencia (o el contenido, la sustancia) no existe si no se manifiesta. En otros términos, que la esencia, en sí misma, sin manifestarse, no tiene existencia. Como dice Hegel, la esencia “no existe ni en sí, ni por sí misma; existe por medio de otro…” (p. 340, CL; énfasis agregado). ¿Y qué es ese otro por medio del cual existe? Pues es su manifestación, su aparecer, que siempre es relación “hacia afuera”, con otro.

Por ejemplo, en el caso del escritor, la manifestación de su esencia – escritor – es relación con sus escritos; o con el público. Si no existe esa relación – ese hacia afuera – la esencia no tiene existencia. Otro ejemplo: si “en sí” Juan es una buena persona, debe manifestarse en sus acciones. De Boer dice: “Porque el bien mismo es nada aparte de su aparición en hechos efectivos y, considerados desde un punto de vista moral, esos hechos son nada por fuera de su finita reflexión del bien como tal” (p. 353; énfasis agregado).

Algo similar ocurre con el valor. Si el valor es trabajo social objetivado, como sostiene Marx, no puede existir al margen de la relación entre el trabajo privado, empleado en producir la mercancía, y los demás trabajos privados. Y esta relación debe manifestarse (aunque la manifestación oculte el contenido), porque de lo contrario, tampoco podríamos hablar de relación. Por eso también, el valor no puede existir al margen de la objetivación del trabajo en la mercancía; ni esa objetivación, al margen de la relación entre las mercancías: “… la objetividad del valor de las mercancías, por ser la mera ‘existencia social’ de tales cosas, únicamente puede quedar expresada por la relación omnilateral de las mismas; la forma de valor de las mercancías, por consiguiente, tiene que ser una forma socialmente vigente” (p. 81, t. 1, El Capital; énfasis añadido).

Por eso el valor de cambio se hace esencial para esa “existencia social” de la mercancía, ser valor. Por caso, si Juan ha producido A en 100 horas de trabajo privado, pero nadie desea adquirir A, decimos que no tiene valor (“no vale nada”). El trabajo privado de Juan no se ha validado como trabajo social. Pensar que el trabajo privado, abstraído de su relación con el trabajo social, genera de por sí valor, equivale a atribuir al valor una esencia “en-sí-misma”, al margen de su manifestación en el precio. Lo que equivaldría a sostener que el valor es propio de un mundo trascendente. Y desconocer la forma social – productores privados – que obliga a comparar los tiempos de trabajo a través de cosas, en el mercado.

Identidad y diferencia

Lo explicado en el apartado anterior también lo podemos ver en la relación dialéctica entre identidad y diferencia. Es que para que exista el valor en la cosa – el momento de la identidad – tiene que haber expresión en el otro, diferencia. La pura identidad (A vale A) es una igualdad vacía de contenido. Por lo tanto, hablar de la sustancia, o contenido, apelando a esa identidad abstracta, es quedarnos con las manos vacías, ya que la esencia absoluta, en esa simplicidad consigo misma, “no tiene existencia” (p. 340, CL; énfasis agregado). En cambio, cuando decimos A vale B tenemos la salida de la forma relativa (A) hacia la forma equivalente (B). Esto es, hay diferencia, sin que por ello desaparezca la identidad. Por el contrario, es por medio de esa relación con un diferente (en valor de uso) pero un igual (en valor) que A afirma su identidad como valor. Pero ya no es una identidad abstracta, sino concreta, porque contiene en sí la diferencia, la relación con el el otro, y la identidad.

En otros términos, la identidad, separada de la diferencia, no se sostiene; como tampoco la desigualdad separada de la identidad (en este último caso, la identidad del valor desaparecería). Esto significa que la mercancía A se relaciona consigo misma como valor en tanto expresa este último en la mercancía B. Y solo por esa relación el trabajo invertido en A llega a ser “por sí” valor.

En este punto es ilustrativo el paralelismo que hace Marx entre este relacionamiento «con otro” de la mercancía, y el ser humano. En nota en p. 65 escribe: “con el hombre sucede lo mismo que con la mercancía. (…) Tan solo a través de la relación con el hombre Pablo como igual suyo, el hombre Pedro se relaciona consigo mismo como hombre. Pero con ello también el hombre Pablo, de pies a cabeza, en su corporeidad paulina, cuenta para Pedro como la forma en que se manifiesta el género hombre” (énfasis agregado). La identidad de Pedro como humano existe a través de su relación con otros seres humanos; relación que a su vez es forma en que se manifiesta esa identidad esencial. No existe un contenido, género humano, como un “en sí”, al margen o por fuera la relación de los seres humanos entre sí. Obsérvese, además, que no por esto la identidad de Pedro desaparece. Por el contrario, se afirma en y a través de su relación con Pablo.

Más en general, pensar que la identidad (valor de A) puede mantenerse al margen de la diferencia (A vale B) es caer en un error propio del entendimiento que abstrae y aísla. Esta forma de pensamiento, como dice Hegel, “tiene ante sí siempre la identidad abstracta y fuera y al lado de aquella solo ve la diferencia” (p. 362, CL). Es el pensamiento que mantiene la identidad por fuera de la diferencia, y la diferencia por fuera de la identidad (ibid.). Implica, además, concebir la identidad (la esencia) en “inmóvil simplicidad” (p. 365, CL). Para seguir con el ejemplo de Marx, en el relacionamiento de Pedro con Pablo hay movimiento; como lo hay en la vuelta de Pedro hacia sí. Estamos lejos de lo simple inmóvil y vacío. Por eso, la verdad está en el concreto, “en la relación de lo idéntico simple con un múltiple diferente a él” (p. 362, CL). En el caso del valor, el concreto es la unidad de la sustancia, o contenido, del valor (tiempo de trabajo social) con su forma, su expresión. Es la unidad del “ir hacia afuera”, la relación con el otro, y por eso mismo ser valor. Por eso, es a través de la forma por la cual el valor pasa a ser un existente.

Observemos, por otra parte, que la relación entre lo múltiple (las múltiples expresiones del valor de A, en su relacionamiento con las mercancías B, C…) y lo que permanece como trasfondo (como sustancia, contenido), es señalada por Marx al tratar la forma desplegada del valor: “El valor del lienzo se mantiene invariable [es el momento de la identidad], ya es exprese en chaqueta, o café o hierro, etcétera, en innumerables y distintas [el momento de la diferencia] mercancías…” (p. 78, t. 1, El Capital). Identidad que, por otra parte, nos hace salir de la esfera de lo contingente – la forma simple del valor – para establecer la magnitud del valor – tiempos de trabajo – como la que rige las relaciones de intercambio.

Ampliación de la crítica a la “cosa-en-sí”

Destacamos que la crítica de la “cosa-en-sí” recorre buena parte de la Ciencia de la Lógica y la Lógica de la Enciclopedia  (también de la Fenomenología del espíritu). Transcribo un pasaje de la Doctrina del ser:

“Se dice que las cosas están en-sí en cuanto se abstrae de todo ser-para-otro, lo cual significa en general: en cuanto se las piensa sin ninguna determinación, como nadas. En este sentido no se puede saber qué es la cosa-en-sí. Pues la pregunta: ¿qué? pide que sean enunciadas determinaciones; pero cuando las cosas, de las cuales se desearía que fueran enunciadas, deben  al mismo tiempo ser cosas-en-sí, lo cual significa precisamente sin determinación, se halla instalada en la pregunta, sin que uno se dé cuenta, la imposibilidad de contestación, o bien se puede dar una respuesta sin sentido. La cosa-en-sí es lo mismo que aquel absoluto del cual no se sabe nada” (p. 109 CL).

De nuevo, no existe el “valor-en-sí”, al margen de la relación del trabajo aplicado a la mercancía con el trabajo social general. Por eso, el valor no existe como propiedad objetiva (de la cosa) sin el momento del otro. En todo caso, ese “valor-en-sí” estaría más allá de nuestro conocimiento, ya que el valor de cambio (la forma del valor) no revelaría nada sobre esa indeterminada “cosa-en-sí”.

Este mismo criterio dialéctico se aplica a la propiedad de las cosas. Así, la propiedad social (“sobrenatural”, dice Marx) de la mercancía, su valor, es inseparable de su relación con otras mercancías. Aunque, a la vez, es propia de ella. Lo fundamental es que tal propiedad no se agrega desde fuera a una sustancia llamada valor, que existiría “en sí”.

Hegel escribe: “La cosa en sí…no es… esencialmente solo cosa en sí, de manera que sus propiedades sean el ser puesto propio de la reflexión extrínseca” [o sea, no hay nada forzado, puesto desde afuera] sino que son sus propias determinaciones, por cuyo medio ella se comporta de una determinada manera. No hay una base indeterminada, que se encuentra allende su existencia extrínseca [la existencia extrínseca es el relacionamiento con el otro, con el afuera] sino que está presente como fundamento en sus propiedades, vale decir, es la identidad consigo misma en su ser-puesta [ser puesta porque esa identidad consigo mismo surge de la relación con la forma de manifestarse]. (…) por medio de su existencia la cosa en sí entra en relaciones extrínsecas y la existencia consiste en esta exterioridad… (p. 429, CL).

En este respecto, Taylor plantea que las propiedades de la cosa son una expresión de su esencia; ya que está en la naturaleza de la esencia manifestarse en propiedades que le están relacionadas necesariamente (p. 261).

La forma esencial

En línea con lo que hemos explicado hasta aquí, es importante comprender que la forma no se añade a la esencia, como si fuera algo venido del exterior. Es que la esencia está determinada como un contenido específico, y esa determinación es la forma. Como explica Stace, la concepción hegeliana de forma (también de materia) es la concepción de los griegos. Esto significa que la forma no es solo la figura, como se entiende hoy, sino la totalidad de los caracteres, el principio de diferenciación (Stace, p. 197). Moreau, comentando a Aristóteles, explica que la forma es “la razón determinante, la determinación esencial, lo que hace que una cosa sea lo que es” (p. 88). Y esta noción se aplica al valor.

Efectivamente, la forma del valor determina, y hace que el valor sea lo que es, tiempo de trabajo social objetivado. Esto es, un tipo especial de trabajo (por ejemplo, no es trabajo privado). Por lo tanto, no puede existir ese contenido al margen de la determinación. En consecuencia, la forma es, en cierta medida, contenido. Dice Hegel “la forma tiene en su propia identidad la esencia, así como la esencia tiene en su naturaleza negativa la forma absoluta. De modo que no puede preguntarse cómo la forma se añade a la esencia pues aquella [la forma] es solo el aparecer de esta [la esencia] en sí misma, la propia reflexión ínsita en ella” (p. 396, CL; reflexión es el relacionar; el relacionar de la esencia con la forma es propia de la esencia, es inherente a ella).

Esto es, la forma no existe al margen, o por fuera, o con anterioridad, al contenido. O, como explica Hegel, si se considera una forma que se agrega desde afuera, a lo que ya existe de por sí, se tratará de una forma inesencial. No afecta al contenido del libro que la tapa sea de tal o cual material; no afecta al valor de A que el mismo se exprese en 120 dólares o en 110 euros; estas son formas inesenciales.

En consecuencia, la forma, cuando es esencial, determina, y por esto mismo establece la identidad. Por ejemplo, tal trabajo es validado en el mercado como trabajo social a través y por medio de la forma en que se manifiesta el valor. Y al hacerlo, el valor se objetiva como propiedad de la mercancía. La forma determinante es, por lo tanto, esencial.

La importancia de la forma en el pensamiento crítico

Como hemos adelantado, del hecho de que el contenido, o la esencia, deba manifestarse para existir, no se desprende que ese contenido, en la sociedad capitalista, se manifieste en su verdadera naturaleza. La explicación de Marx del fetichismo de la mercancía se basa precisamente en que la forma de la mercancía oculta el fundamento que determina las magnitudes del valor, esto es, oculta “el contenido de las determinaciones del valor” (p. 87, t. 1. El Capital). Así, la igualdad entre los trabajos adquiere “la forma material de la igual objetividad de los productos del trabajo” (p. 88).

De la misma manera, el salario (pago del trabajo) es la forma mistificada en que aparece el valor de la fuerza de trabajo; y la ganancia, el interés y la renta son las formas mistificadas en que aparece la plusvalía. Una cuestión imposible de captar si se parte de la idea, típica de Ricardo, de que la forma valor es inesencial.

Textos citados:

De Boer, K. (2010): “Hegel’s Account of Contradiction in the Science of Logic Reconsidered”, Journal of the History of Philosophy, vol. 48, Nº 3, pp. 345-374.

Hegel, G. W. F. (1958): Ciencia de la Lógica, Buenos Aires, Solar / Hachette.

Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI.

Moreau, J. (1993): Aristóteles y su escuela, Buenos Aires, Eudeba.

Stace, W. T. (1955): The Philosophy of Hegel, New York.

Taylor, C. (1975): Hegel, Cambridge University Press.

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Written by rolandoastarita

29/10/2020 a 12:59

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25 respuestas

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  1. Muy buena y clara la nota Rolo, a ver de que se disfrazan ahora los iñiguistas.

    Queria hacerle una consulta que no tiene que ver con el tema que se esta discutiendo acá, pero cuando Marx dice que un objetivo es lograr que el proletariado sea una clase en-si, ¿significa que el proletariado sea una clase que no este determinada por su relación con el otro (o sea la burguesía)? Es algo que no me queda claro lo de clase en-si.

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    German

    30/10/2020 at 11:42

    • Sinceramente, escribí la nota sin pensar ya en los disparates de JIC y sus seguidores, sino con la idea de que pueda servir para que la gente se interese en el método dialéctico.

      Con relación a lo de Marx, ¿dónde dice que el objetivo es que el proletariado sea una clase en-sí? El objetivo más bien es que la sea una clase «para-sí».

      En cualquier caso, pienso que no hay que confundir «la cosa en sí» con «el ser en sí». La cosa en sí es el en sí kantiano, lo que está más allá de este mundo. Marx no dice que la clase obrera sea «la cosa en sí». En «Pobreza de la filosofía» dice que las condiciones económicas transformaron a la masa del pueblo en obreros. La dominación del capital creó entonces una situación común e intereses comunes para esta clase. Es una situación objetiva, derivada de la relación social.

      Esa masa entonces ya es una clase en relación al capital, pero no todavía una clase para-sí. En la lucha debe devenir clase para sí. En tanto sea solo sea oposición al capital, en «en-sí». El ser en-sí es lo separado de otras cosas; es un ser determinado (lo determinado se define en oposición al otro, en este caso, el capital). También en Hegel, y en Marx, el en sí designa lo que es potencial, lo que encierra la posibilidad de devenir en otra cosa, como cuando decimos que la semilla es potencialmente una planta; la clase obrera tiene la potencialidad de tener conciencia de clase.

      El ser para-sí, en Hegel, es algo más que la oposición a la cosa con la que contrasta (que es el ser en-sí). Algo es para sí cuando supera la relación con el otro y tiene su independencia, incorporando esa relación. Es propio de lo que llamamos la toma de conciencia. Se toma conciencia en esa relación con el otro y superándola (pero superar es también conservar, aufheben es el verbo en alemán). Por eso, la figura final sería la del «ser-en-sí y por-sí» (una expresión que a veces usa Marx). En este caso sería la clase obrera que se reconoce como clase, tiene conciencia de serlo, a partir de incorporar como momento de esa conciencia la oposición que tiene con el capital.

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      rolandoastarita

      30/10/2020 at 13:23

    • Ahi me quedo mas claro. Y si, confundi «en-si» con «para-si» o «por-si». Gracias por la explicación.

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      German

      30/10/2020 at 16:22

  2. Muy interesante y esclarecedor. Gracias por la divulgación. Me intriga algo de la primera parte de tu texto, que me llevo a uno de los enlaces mencionados y que es un tema de debate aun hoy entre los eruditos de la obra de Marx: ¿Cómo se justifica reflexionar tanto sobre un término (dialéctica) que Marx jamás clarificó? ¿Tan necesario es esclarecer el «pensamiento dialéctico» para entender El Capital? Pero más raro: si uno de los autores comparados (Marx) no clarificó lo que entendía por dialéctica (hay cartas donde promete escribir en «unos pliegos» al respecto pero no lo realizó jamás), ¿es justo atribuirle esta noción, sin más, al otro autor? ¿Hegel se refiere, a su propia filosofía, como «dialéctica»? Peor aún, ¡¿como método dialéctico?!

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    Jean Carlos

    30/10/2020 at 16:48

    • Sin entrar en la discusión sobre el «método dialéctico» (la expresión es de Marx) y sobre en qué sentido «puso al revés» la dialéctica de Hegel «para descubrir el núcleo racional que se oculta bajo la envoltura mística» (de nuevo, la expresión es de Marx), creo que podemos coincidir en que el conocimiento de algunas figuras de la dialéctica de Hegel contribuyen a la comprensión de El Capital y, más en general, ayudan al análisis crítico. Es el caso de la relación entre contenido y forma. Entender el «núcleo racional» de esa relación me parece imprescindible. Al menos, para no caer en algunos errores groseros (como es sostener que la forma del valor no tiene mayor importancia en relación a la magnitud del valor).

      Con un agregado; la necesidad de «reflexionar tanto» sobre la forma y el contenido, de hecho, me fue impuesta por la persistencia y extensión de las posiciones que he criticado (y las críticas que me han dirigido). En otros términos, hay una vinculación esencial entre sostener que el valor es una propiedad física, que el valor es individual, que el valor existe al margen de que el trabajo se objetiva como valor en la venta, y sostener que la forma no afecta en nada esencial al contenido, al valor. La única manera que encontré de esclarecer el asunto y presentar los argumentos de manera completa fue entonces presentando la relación dialéctica entre forma y contenido. Por supuesto, no es necesario coincidir con todo el desarrollo de Hegel del asunto (por caso, su cuidadosa distinción entre esencia, materia, contenido, que en Marx no se advierte). Pero, de nuevo, hay un «núcleo racional» en esa relación – por caso, que el contenido no existe con independencia de la forma, que hay formas esenciales – que me parece imprescindible conocer.

      Por último, en cuanto al famoso dictum de Lenin («no se puede comprender El Capital sin haber leído toda la Ciencia de la Lógica; por lo tanto, nadie en la Segunda Internacional entendió El Capital), creo que sí se puede decir que es una exageración. Pero dicho esto, estoy convencido de que un cierto conocimiento de esas figuras dialécticas, repito, es útil y necesario para el pensamiento crítico.

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      rolandoastarita

      30/10/2020 at 17:16

  3. Muchas gracias por su atenta respuesta. Entiendo lo mencionado sobre la forma y contenido y lo suscribo, solo que, ¿Hegel denominó a esa relación como «dialéctica»? ¿como «figuras dialécticas»? Así como el Moro afirma «mi método dialectico es. . .», ¿Hegel dice lo propio al referirse a su pensamiento? ¿no podríamos considerar que se estaría leyendo prejuiciadamente a un autor «a través» de otro? Porque parece que se toma como cierto, de ante mano, lo que afirma solamente Marx. También coincidimos que son expresiones de Marx, sobre todo en el epílogo a la segunda edición de El Capital, y del que se ha corrido ríos de tinta, sin embargo, mi extrañeza era si se podía justificar reflexiones sobre comentarios tangenciales no solo para explicar qué es la dialéctica sino que para, además, atribuirle esa noción a Hegel y su consecuente crítica (la famosa «inversión»; y que sería para mi lo más peligroso del asunto), ya que el autor mismo no desarrolla esa idea para fundamentarla. Por ejemplo, Marx no dice: «Hegel cree que el proceso del pensar. . . es el demiurgo de lo real. . . yo lo refuto por tal y tal razón». Hasta donde tengo entendido no lo hace y considero injustificado ceñirse de una frase sin desarrollo y tomarla como valida para una refutación de un pensamiento realmente complejo como el de Hegel. Más aún, a la luz de los trabajos de expertos en la obra de Hegel donde plenamente clarifican que no hay eso de que el «proceso del pensar» produciría la realidad. O como si la Idea para Hegel fuera un producto meramente del intelecto (que es lo que «parece» colegirse de esas expresiones de Marx tanto en El Capital como en los Grundrisse; y sería precisamente el error de fiarse de expresiones difusas y aceptarlas como argumentos). Agradezco nuevamente su respuesta y decirle que, salvo esas cosillas que no me quedan tan claras, el resto de su texto es muy apreciable y lucido. Saludos cordiales.

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    Jean Carlos

    31/10/2020 at 02:46

    • Tendría que trabajar más en la cuestión que plantea, incluso escribir alguna nota. De todas maneras, adelanto que, según entiendo, Hegel sí planteó la cuestión del método. Criticó el método de la antigua lógica, y propuso que un método, que consideraba el método científico, distinto. Plantea esta cuestión en la Introducción a CL. Dice que la lógica es una ciencia sin vida y que es necesario cuestionar su método:

      «Para vivificar mediante el espíritu este esqueleto muerto de la lógica hasta darle sustancia y contenido, es necesario que su método sea tal , que solo por medio de él la lógica sea capaz de constituir una ciencia pura. En el estado en que se encuentra la lógica apenas se reconocen en ella indicios del método científico» (p. 49). Critica luego a los que aplicaron el método de las matemáticas a la filosofía. Y dice que el método científico en la filosofía «es la conciencia relativa a la forma del automovimiento interior de su contenido» (p. 50). Dice que en la «Fenomenología del Espíritu» presentó un ejemplo de ese método aplicado a la conciencia.

      Podemos llamarlo método, o enfoque, o punto de vista para abordar el estudio. La lógica no enseña a pensar mejor (como dice Hegel en uno de los Prefacios), pero el tener conciencia del automovimiento, de la importancia de la contradicción, de la necesidad de establecer las vinculaciones inmanentes que derivan del contenido de lo que se estudia, que es la importancia del impulso dialéctico por medio de lo negativo propio de lo que se estudia:

      «… la necesidad de un nexo y de la inmanente generación de las diferencias [se está refiriendo a las categorías] debe hallarse en el tratamiento del argumento mismo, pues todo eso pertenece a la propia determinación progresiva del concepto. Aquello por cuyo medio el concepto se impele adelante por sí mismo es lo negativo… que contiene en sí; este es el verdadero elemento dialéctico» (p. 51). Más adelante se refiere «al método que vive en el terreno dialéctico».

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      rolandoastarita

      31/10/2020 at 09:33

  4. Tremenda nota Rolando, me gustaría comentar para el que le interese, que en «la ideología alemana» si uno lee con tiempo y paciencia puede encontrar también un poquito de «Hegel» en Marx de manera clara. Por ejemplo cuando habla de lo «particular» y lo «general».

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    D.

    31/10/2020 at 12:38

  5. Althusser fue duramente criticado por haber señalado que la dialéctica «marxista» era un oxímoron, después de ello, la mayoría de autores se refugiaron en la nueva dialéctica (Dussel, Robles Baez, Arthur, etc,) y se creó un «consenso» que para entender el capital se tenía que consagrar en la dialéctica hegeliana, es cierto que la primera sección del tomo I de El capital es muy abstracta y emplea un vocabulario en aspectos, -pareciesen ambiguo o con terminología filosófica- muy difíciles de comprender o que no explica o da por entendidos. Pero, Marx no escribió una obra de filosofía abstracta, escribió – o al menos eso fue su intención- una obra científica, consideró que el uso desmedido de dialéctica para referirse al método de Marx ha sido empleado con fines ideológicos, consciente o inconscientemente, como una forma de protección ante los duros ataques de críticos sobre todo en el aspecto de valor y forma del valor. Sobre cómo Marx no fue usó el método dialéctico en su obra como principal línea, dando la razón a Althusser, el libro reciente del filosofo español Carlos Fernandez Liria (2019), Marx 1857. El problema del método y la dialéctica. Akal, es una obra bastante convincente.

    Hay un artículo de un profesor, de 1992, que se titula «el marxismo dogmático de Anwar Shaik», duro el titulo, pero bien justificado, en esta nota de Astarita nos da una lección de filosofía hegeliana, que por cierto el libro de la ciencia de la lógica es una de las obras más oscuras de la historia de la filosofía, pero nos deja sin explicar porqué se necesita el dinero dentro del mundo de las apariencias, manifestaciones y exaltaciones del valor. En la metamorfosis de la mercancía donde Marx señala la cristalización fija del valor y el valor relativo en el esquema M-D-M atracción-repulsión (Marx) queda totalmente desdibujada la idea de equivalente y magnitud, al menos que se acepte un esquema sin dinero, es decir, M-M-M o solo M-M es decir el trueque. Pero el «análisis» de «existencia» la «cosa en sí» de «ir hacia afuera» hace un marxismo dogmático.

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    Antonio

    01/11/2020 at 02:40

    • «el “análisis” de “existencia” la “cosa en sí” de “ir hacia afuera” hace un marxismo dogmático.»
      Sin palabras.

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      rolandoastarita

      01/11/2020 at 11:30

    • No se entiende nada! Por otra parte, en cuanto a la relación entre Marx y Hegel que en esta sección se discute, si bien muy poco podría aportar porque poco se sobre el tema, personalmente me gustó una nota de Andy Blunden llamada «¿Cuál es la diferencia entre Hegel y Marx?», traducida y publicada por marxismocrítico. En lugar de referirse a lo que Marx escribió sobre Hegel, estudia dicha relación en lo que Marx escribió sobre filosofía y método. Creo que ese es el enfoque adecuado. Luego señala en que aspectos Hegel era efectivamente Idealista, partiendo de la base de que el propio filósofo nacido en Stuttgart se autodescribió como Idealista. Finalmente, clarifica en que consistió, según Blunden, el «poner a Hegel cabeza abajo» que reclamaba el Moro. Esto frente a la idea más o menos contemporánea de que Hegel era «tanto o más» Materialista que el propio Marx. Un texto interesante, y sobre todo, de fácil lectura para los legos como yo.

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      luisgac

      01/11/2020 at 14:05

    • Sin palabras lo que escribio, no se entiende nada, no desarrolla ni explica nada, un marxismo dogmatico no disculpe, un marxismo esterilizante y reaccionario. Vaya a leer la obra que le recomiendo de Carlos Fernandez Liria.

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      Antonio

      01/11/2020 at 17:00

    • “el “análisis” de “existencia” la “cosa en sí” de “ir hacia afuera” hace un marxismo dogmático.”
      Se califica solo. Sin palabras.

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      rolandoastarita

      01/11/2020 at 22:12

  6. Para expresar en forma práctica lo que yo entiendo de esta nota:.

    Todo capitalista sabe en la práctica lo que es generar (crear) y realizar (objetivar) una mercancía en el mercado. Lo sabe por que le golpea el bolsillo. No saberlo le puede producir pérdidas millonarias. Y, en este aspecto, no existen capitalistas estúpidos, aunque no sean filósofos.

    Un ejemplo emblemático. Para una clínica privada mantener actualizado un inventario de más de 3.000 o 4.000 productos en sus almacenes es un infierno si no cuenta con las tecnologías más avanzadas de control de inventario..

    Todo medicamento y/o material médico quirúrgico, debe tener, por ley, fecha de vencimiento y número de lote. Por otro lado, existen leyes que prohíben terminantemente el uso de medicamentos y/o material médico quirúrgico vencidos en los pacientes. Es un delito. La contraloría sanitaria de cualquier país supervisa de cerca estos almacenes. Si encuentran medicamentos vencidos las multas y las sanciones pueden ser graves.

    Los capitalistas, dueños de clínicas, controlan muy de cerca todo el sistema de compras, almacenamiento y consumo de los productos. Tienen que salir primero los productos más cercanos al vencimiento. Y tienen que evitar las trampas de los proveedores o fabricantes que pueden vender productos cerca de su vencimiento.

    Se da el caso, entonces, si existe un control inadecuado del inventario, o la mala conservación de productos que deben estar refrigerados, etc, en el que se pueden producir pérdidas millonarias. Todo producto vencido, mal conservado, tiene que ir a la basura. Debe ser destruido.

    El valor de estas mercancías en este caso fueron realizadas (objetivadas) por los fabricantes que le vendieron los productos a los proveedores. Los proveedores también realizan el valor de las mercancías. Sin embargo, cuando llegó al consumidor final, la clínica, si la mercancía no se vende y queda vencida, desaparece totalmente, tanto como valor de uso, como valor de cambio. Pérdida total. Por este motivo, para este tipo de empresas capitalistas, el control de inventario sigue las técnicas del toyotismo. El famoso «Justo a Tiempo». Tener el stock lo más ajustado posible, con el control estricto de las fechas de vencimiento.

    Ni hablemos de los supermercados, verdulerías, etc, con las mercancías perecederas.

    Por estos motivos, todo capitalista sabe lo siguiente, aunque lo sabe en forma muy práctica, cuando le golpea el bolsillo:

    «En consecuencia, la forma, cuando es esencial, determina, y por esto mismo establece la identidad. Por ejemplo, tal trabajo es validado en el mercado como trabajo social a través y por medio de la forma en que se manifiesta el valor. Y al hacerlo, el valor se objetiva como propiedad de la mercancía. La forma determinante es, por lo tanto, esencial.»

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    La duda metódica

    02/11/2020 at 21:29

  7. Así que si «si Juan ha producido A […] pero nadie desea adquirir A, decimos que no tiene valor», de acuerdo a esta definición, el atributo de cambiabilidad, el ser producto de tiempo de trabajo socialmente necesario ya no esta portado en el cuerpo de la mercancía sino en la conciencia del comprador, en el «deseo de adquirir». Nuevamente el valor reducido a una existencia ideal. Siga deleitándonos con estos malabares «teóricos» son reveladores.

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    Juan Iñigo el Mas Grande

    03/11/2020 at 13:54

    • Es inútil. Hay un grado de barbarie que supera cualquier cosa que hayamos conocido en los manuales de lo más bruto del stalinismo. El apologista «del más grande» ni siquiera se da cuenta que si A no se vende, no tiene «cambiabilidad».

      Repito, es inútil. No hay forma de que entiendan qué es un atributo o cualidad social. Se les puede citar 50 pasajes en los que Marx explica que el valor solo se realiza en el intercambio, y no acusan el menor recibo. De todas formas, aprovecho para presentar este interesante pasaje de Marx:

      «Cuando hablamos de la mercancía como materialización del trabajo – en el sentido de su valor de cambio – este, por sí mismo, no es más que un modo de existencia imaginario, es decir, puramente social, de la mercancía, que nada tiene que ver con su realidad corpórea. Se la concibe como una cantidad definida de su trabajo social o de dinero» (Teorías de la plusvalía).

      ¿Acaso nos dirá el apologista «del más grande» que con esto Marx está diciendo que «el ser producto de tiempo de trabajo socialmente necesario ya no está portado en el cuerpo de la mercancía sino en la conciencia del comprador, en el deseo de adquirir»? Pero es inútil pedir algún argumento razonado. No hay caso.

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      rolandoastarita

      03/11/2020 at 15:19

    • Si va a citar a Marx a favor de sus pobres argumentos al menos indique edición y pagina. Ya sabemos las transformaciones que sufren los textos cuando llegan a sus manos haciéndole decir lo que a ud. le viene en gana. Pero claro, después los deshonestos son otros.

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      Juan Iñigo el Mas Grande

      03/11/2020 at 15:34

    • ¿Para qué quiere saber la edición y página si a usted en realidad le importa un comino lo que pudo haber escrito Marx?
      Después de todo, ya he citado cantidad de pasajes en los que Marx dice que el valor es una propiedad social, y que solo se realiza en el mercado. ¿Qué responden? Nada. Pero esto no les impide decir que transformo o invento las citas.

      Dicen que la forma del valor no hace al contenido del valor, cito cantidad de pasajes en los que Marx dice exactamente lo opuesto, cito extensamente la dialéctica de la forma y el contenido, y ¿qué responden? Nada del tema tratado.

      De la misma manera he citado cantidad de veces pasajes donde Marx explica que el trabajo que utiliza tecnología relativamente superior genera más valor por unidad de tiempo que el trabajo que utiliza tecnología promedio. ¿Qué responden? Nada.

      Todo esto sin aportar, por lo demás, absolutamente nada en materia de teoría de Marx. El laburo de buscar las citas, de documentar, de contrastar con el dato empírico, recae en mí. Usted no escucha, no razona un minuto y solo dice que soy deshonesto y «transformo» los textos de Marx.

      Ahora cito otro pasaje de Marx que también se da de patadas con lo que dice «el más grande» y de nuevo insinúa que lo inventé. Pues bien, el pasaje es tal cual, de la edición Cartago, sin cortes. Si quiere saber dónde está, labure y lea Teorías de la plusvalía. Por mi parte, no tengo ningún deseo de intercambiar con usted.

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      rolandoastarita

      03/11/2020 at 16:59

    • Si nadie quiere comprar la mercancia entonces el trabajo insumido en su produccion NO ES SOCIALMENTE NECESARIO, LA SOCIEDAD NO LO REQUIERE, LA SOCIEDAD NO LO RECONOCE. Tanto les va a costar entender eso viejo. Vayan a estudiar, dejen de pasar vergüenza y vayan a estudiar.

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      German

      03/11/2020 at 16:23

  8. Hola, Rolando

    aprovechando que esta nota es sobre Hegel, habia visto que menciono un «debate sobre la noción de medida» en otra nota. ¿ Podría decir en que obra de Hegel esta eso? me intereso y no pude encontrarlo

    Saludos

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    Marco

    03/11/2020 at 19:03

    • La medida es tratada por Hegel en Ciencia de la Lógica; también en la Lógica de la Enciclopedia. Es la última parte de la doctrina del Ser, y la transición a la esencia. Sin embargo, en lo personal me resulta terriblemente difícil. Me ayudó mucho a entender el núcleo del asunto el libro de Stace.

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      rolandoastarita

      03/11/2020 at 20:48

  9. Muchas gracias por indicar en donde estaba el tema Rolo.

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    Marco

    03/11/2020 at 21:19

  10. Hay que destacar que hay una diferencia en el origen del valor en la sociedad capitalista y las que le precedieron: en la sociedad capitalista un simple producto es ya desde el principio una mercancía, en lugar de convertirse en ella solo cuando entra en el intercambio, en la circulación.
    Mientras en las sociedades precapitalistas el producto adquiere (puede adquirir) la forma del valor en la circulación, en el modo de producción capitalista, por el contrario, el producto es fabricado ya como mercancía, con una cantidad determinada de valor. Dicha cantidad, no obstante, necesita del intercambio para manifestarse. Si el valor nace en la producción, entonces es resultado del trabajo abstracto, que por su naturaleza es cuantitativamente limitado y en efecto disminuye como consecuencia del aumento del capital fijo. Si, a la inversa, el valor naciera en la circulación, sería el resultado de transacciones comerciales y su cantidad no dependería más que del éxito de tales operaciones. No tendría pues una tendencia inmanente al agotamiento como sí ocurre en el capitalismo.
    Saludos

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    Ramon

    06/11/2020 at 19:00

  11. Fue Robert Kurz quien mejor ha explicitado la complejidad de entender la existencia de algo no empírico y no mensurable como es el caso particular del valor, cuya existencia es el resultado de la faceta abstracta del trabajo, cuando dijo que: «Se pueden comprender empíricamente los trabajos concretos y útiles, y se pueden comprender empíricamente el valor de cambio y el dinero. Pero en medio hay una laguna que no se puede comprender empíricamente y que Marx trata de colmar con las categorías ‘incomprensibles’ del trabajo abstracto y el valor».

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    Ramon

    06/11/2020 at 19:12

    • Qué aporte al conocimiento universal: el valor de cambio y el dinero se pueden comprender «empíricamente» (¿?) pero las categorías de trabajo abstracto y valor en Marx son «incomprensibles» porque la existencia de «lo no empírico y no mensurable» es muy complejo de entender. ¿Cómo se pueden juntar tantos disparates en 4 líneas?

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      rolandoastarita

      06/11/2020 at 20:07


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