Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Lenin y el estancamiento debido al monopolio

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En una nota anterior (aquí) sostuve que en El imperialismo fase superior del capitalismo, Lenin no presenta datos para sustentar su afirmación de que en los países capitalistas adelantados existía una tendencia al estancamiento económico. En su lugar, sostiene  dos argumentos a partir de los cuales deduce que debía imponerse esa tendencia. El primero de ellos se basa en el predominio del precio de monopolio, lo cual anularía el impulso al cambio tecnológico. El segundo sostiene que existía un límite a la acumulación del capital, a causa del bajo poder de consumo de las masas trabajadoras y campesinas. En esta nota examino el primer argumento, y la consecuencia más general del enfoque estancacionista.

Competencia y acumulación del capital en la teoría de Marx

La explicación de la tendencia al estancamiento por el monopolio es presentada por Lenin en el capítulo 8 de su famoso folleto. Recuerda que “la base económica más profunda del imperialismo es el monopolio”, el cual surgió del capitalismo y está “en contradicción” con la producción mercantil y la competencia. Y agrega: “… como todo monopolio, el monopolio capitalista engendra inevitablemente una tendencia al estancamiento y la decadencia. En la medida en que se fijan, aunque sea momentáneamente, precios monopolistas, desaparecen en cierta medida los factores que estimulan el avance técnico y, en consecuencia, cualquier otro avance, surgiendo así, además, la posibilidad económica de retardar deliberadamente el progreso técnico” (p. 61).

De manera que en este pasaje se da por sabido que los precios monopolistas hacen desaparecer los factores que impulsan al desarrollo de las fuerzas productivas bajo el capitalismo. Una idea que expresa Marx cuando se refiere a la competencia: “La libre competencia impone las leyes inmanentes de la producción capitalista, frente al capitalista individual, como ley exterior coercitiva” (Marx, 1999, t. 1, p. 326; énfasis agregado). Es que la competencia está detrás del incremento de la explotación del trabajo, del cambio tecnológico, del aumento de la escala de producción y de la productividad: “La lucha de la competencia se libra mediante el abaratamiento de las mercancías. La baratura de éstas depende, ceteris paribus, de la productividad del trabajo, pero ésta, a la vez, de la escala de la producción” (Marx, 1999, t. 1, p. 778).

De ahí el impulso a acumular, y a producir plusvalía en escala ampliada. “Esto [el impulso a acumular y producir más y más plusvalía] es una ley para la producción capitalista, dada por las constantes revoluciones en los métodos mismos de producción, la desvalorización del capital existente… la lucha competitiva generalizada y la necesidad de mejorar la producción y expandir su escala, solo como medio de mantenerse y so pena de sucumbir. Por ello hay que expandir constantemente el mercado…” (t. 3, p. 314; énfasis agregado).

En cambio, en un escenario de dominio del monopolio, este controla y limita la producción, de manera que la presión de la competencia no se impone a las empresas; lo cual, a su vez, es clave para que exista el precio de monopolio. Por eso Marx plantea que si la concentración del capital terminara por anular la búsqueda de las plusvalías extraordinarias, desaparecería el impulso a la acumulación: “Y en cuanto la formación de capital cayese exclusivamente en manos de unos pocos grandes capitales definitivamente estructurados, para los cuales la masa de la ganancia compensara la tasa de la misma, el fuego que anima la producción se habría extinguido por completo. En ese caso, la producción se adormecería” (t. 3, p. 332; énfasis agregado).

Subrayo que una situación tal implicaría, necesariamente, un importante grado de control  de los precios y de la producción por parte de esos “grandes capitales definitivamente estructurados”. Es lo opuesto a la idea –contenida en El Manifiesto Comunista, o en los capítulos de El Capital dedicados a la acumulación- de que el capitalismo tiene un impulso a aumentar la producción, y la acumulación, por encima de cualquier límite. Por eso, según este enfoque, la producción no se “adormece”, sino lleva a la sobreacumulación y al estallido de crisis por sobreproducción. En otros términos, la crisis se produce por el estallido de las contradicciones que alberga el desarrollo de las fuerzas productivas –en particular, la contradicción entre el objetivo de la acumulación, valorizar el capital; y el medio para lograrla, la producción creciente de valores de uso. Una situación en la cual las leyes de la acumulación se le imponen a los capitales de manera objetiva.

Ley del valor y estancamiento

Como se ha apuntado en el apartado anterior, en la teoría de Marx la competencia juega un rol central en el desarrollo de las fuerzas productivas y los mercados. Por eso, la tesis central de la que Lenin deriva la tendencia al estancamiento decía que a fines de siglo XIX la competencia estaba dando lugar, de manera creciente, a los monopolios. Estos últimos controlaban la producción y, en consecuencia, tenían poder para fijar los precios; por eso Lenin habla de  precios de monopolio y de ganancias de monopolio.

Lo cual implica un fuerte factor subjetivo, que no está presente en un escenario de libre competencia. Hilferding –en quien se apoya Lenin- es claro al respecto: “La ley objetiva del precio solo se impone… a través de la competencia. Cuando las asociaciones monopolistas eliminan la competencia eliminan con ella el único medio con que pueden realizar una ley objetiva del precio. El precio deja de ser una magnitud determinada objetivamente; se convierte en un problema de cálculo para los que lo determinan voluntaria y conscientemente; en lugar de un resultado, se convierte en un supuesto; en vez de algo objetivo, pasa a ser algo subjetivo; en lugar de algo necesario e independiente de la voluntad y la conciencia de los participantes se convierte en una cosa arbitraria y casual. La realización de la teoría marxista de la concentración, la asociación monopolista, parece convertirse así en la eliminación de la teoría marxista del valor” (p. 257). En el mismo sentido, Lenin afirma que la acción de la ley del valor sufre una transformación: Cita aprobatoriamente a un profesor alemán, quien sostenía que se estrechaba el campo de acción de las leyes económicas “que funcionan automáticamente”, y se ensanchaba “el de la regulación consciente” de precios y producción. Por eso los mercados de capitales –las Bolsas de valores- estaban pasando a la historia.

En consecuencia, bajo dominio de los monopolios, los superbeneficios no tienen como fundamento (o como principal fundamento) las plusvalías extraordinarias posibilitadas por el cambio tecnológico, sino las transferencias de valor desde las ramas en las que predomina la libre competencia, o desde las colonias, a los trusts, carteles y combinaciones. De ahí el énfasis de Lenin en el carácter “parasitario” de la burguesía de los países adelantados, que viviría de la exportación de capitales y del “corte de cupón” (p. 76); y también su énfasis en la explotación “de países” (véase nota anterior). La no referencia a las plusvalías extraordinarias “a lo Marx”, y a las plusvalías relativas en los países adelantados, no es por lo tanto un “lapsus” de Lenin, sino el resultado natural de una concepción global.

La tesis de un giro cualitativo del capitalismo

Las transformaciones descritas significaban, a ojos de Lenin, un giro cualitativo, que autorizaba a hablar de una nueva etapa del capitalismo. Una idea que se repite una y otra vez en El imperialismo…:

La libre competencia pertenece al pasado (p. 7).

La competencia se transforma en monopolio (p. 13).

En la época de Marx, para la mayor parte de los economistas la competencia era una “ley natural”. Esto ya no es así (p. 14).

El gran auge de fines del siglo XIX y la crisis de 1900-1903 ya transcurre bajo la égida de los monopolios. Los carteles se convierten en el fundamento de la vida económica (p. 15).

Los cárteles pactan entre ellos las condiciones de venta, los plazos de pago, etc. Se reparten los mercados. Deciden la cantidad de productos a fabricar. Fijan los precios (p. 15).

La competencia se convierte en monopolio (p. 16).

La innovación “ya no tiene nada que ver con la antigua libre competencia de patronos dispersos, que no sabían nada los unos de los otros y que producían para un mercado desconocido” (p. 16).

La sustitución del viejo capitalismo, donde imperaba la libre competencia, por el nuevo, donde reina el monopolio, la expresa, entre otras cosas, la disminución de la importancia de la Bolsa (p. 24).

El campo de acción de las leyes económicas que funcionan automáticamente se estrecha… y el de la regulación consciente a través de los bancos se amplía extraordinariamente (afirmación de un profesor alemán, citada aprobatoriamente, p. 25).

El viejo capitalismo, el capitalismo de la libre competencia, con su regulador absolutamente indispensable, la Bolsa, está pasando a la historia. En su lugar ha surgido un nuevo capitalismo, con los rasgos evidentes de algo transitorio, que representa una mezcolanza de libre competencia y monopolio (p. 25).

La utilización por parte de los monopolios de sus relaciones para las transacciones reemplaza a la competencia (p. 40).

Desde una perspectiva económica, lo esencial de este proceso es la sustitución de la libre competencia capitalista por el monopolio capitalista (p. 54).
Los monopolios surgen de la competencia, pero no la eliminan, “existen por encima y al lado de ella, engendrando así contradicciones, fricciones y conflictos agudos e intensos (p. 54).

El monopolio capitalista no puede eliminar del todo y por un tiempo prolongado la competencia en el mercado mundial  (…) Pero la tendencia al estancamiento y la decadencia, inherente al monopolio, sigue a su vez operando (p. 61; énfasis añadido).

El contexto: el debate sobre el derrumbe y crecimiento del capitalismo

 La idea de que en el capitalismo de fines de siglo XIX, principios de siglo XX, predominaba la tendencia al estancamiento, o al adormecimiento de la economía, va acompañada de la afirmación de que, “en conjunto, el capitalismo crece con una rapidez incomparablemente mayor que antes” (p. 76). Como hemos señalado en la nota anterior, el producto por habitante en los países adelantados creció un 76% promedio entre 1870 y 1913. La frase de Lenin parece entonces reflejar este hecho. Pero si de conjunto el capitalismo crecía “con una rapidez incomparablemente mayor que antes”, ¿en qué se expresaba el “estancamiento” o “adormecimiento” del capitalismo? Lenin no lo aclara. Tampoco lo hicieron sus epígonos.

En cualquier caso, todo indica que el problema que subyace a estos planteamientos contradictorios era el mismo que ya había enfrentado la Segunda Internacional, a partir del fuerte crecimiento del capitalismo desde mediados de los años 1890. Es que el socialismo había caracterizado que la crisis económica que había comenzado en 1873, y se había extendido a lo largo de los 1880, significaba que el capitalismo había entrado en una era en la cual las crisis serían “cada vez más importantes y devastadoras”. Como diría luego Bernstein, la idea era la de una curva cuyos descensos se hacían cada vez más prolongados y cuyas elevaciones cada vez más cortas (véase Bernstein, p. 310). Por eso, cuando se produjo la fuerte recuperación de las economías en la última década del siglo XIX, Bernstein sostuvo que no se habían cumplido las hipótesis del marxismo, y que desde 1891 la curva de coyunturas era más bien ascendente, que descendente. Sostenía también que se debilitaban los factores que promovían las crisis, y que era necesario abandonar la idea “de una gigantesca catástrofe económica que colocaría a la sociedad moderna ante la ruina inmediata, ante el derrumbe total” (p. 312). En su visión, esa posibilidad disminuía “progresivamente”.

Aunque no lo podemos desarrollar ahora, digamos que la respuesta del ala “ortodoxa” a Bernstein –y a los que compartieron sus puntos de vista- estuvo principalmente a cargo de Kautsky, quien por entonces era considerado la máxima autoridad teórica del socialismo. Básicamente, Kautsky sostuvo que la razón última de las crisis capitalistas era el subconsumo de las masas, y que llegaría un punto del desarrollo capitalista en el cual la sobreproducción se volvería crónica, y la depresión sería continua (véase pp. 232-3). De manera que las crisis serían cada vez más prolongadas, y las recuperaciones cada vez más débiles y cortas. La idea de Lenin sobre la tendencia al estancamiento parece encajar en esta tradición de la “ortodoxia”.

La naturaleza del giro teórico

Lo planteado en los apartados anteriores permite entender la naturaleza del cambio de enfoque operado con la tesis del estancamiento por dominio del monopolio y el subconsumo. En este punto, recordemos que el marxismo, y también las corrientes críticas y heterodoxas, se oponen a la idea contenida en la ley de Say, de que la acumulación capitalista puede proseguir indefinidamente sin crisis, provisto que las producciones de las diferentes ramas guarden la proporción correcta. Como afirmaba Rosa Luxemburgo, Say-Ricardo procuraban demostrar la imposibilidad de las crisis y la factibilidad de un desarrollo ilimitado de la acumulación. En oposición a este enfoque, seguía Rosa Luxemburgo, los teóricos del subconsumo (Sismondi, Rodbertus) trataron de probar la imposibilidad de la acumulación a consecuencia de las crisis.

Podemos agregar que la misma perspectiva es adoptada por los que defienden la tesis del estancamiento crónico debido al dominio del monopolio. En oposición a estos dos enfoques, la teoría de Marx sostiene que las crisis periódicas demuestran que no son sino formas de movimiento de la reproducción capitalista (véase Luxemburgo, p. 202). Por eso, la teoría explica por qué la expansión incuba en su seno las causas de la crisis; y por qué las crisis preparan las condiciones –si la clase obrera no encuentra la salida revolucionaria- para que vuelva la acumulación. Puede verse entonces el giro teórico operado por la tesis del estancamiento: en este encuadre, el problema a explicar no es por qué ocurren, necesariamente, las crisis, sino por qué pueden existir períodos de alto crecimiento, dada la tendencia al estancamiento, o adormecimiento, de la producción capitalista. En el enfoque de Marx, en cambio, la pregunta fundamental no es por qué se expande el capitalismo, sino por qué hay crisis periódicas (que son verdaderos derrumbes de la producción).

La actualidad del debate

En las décadas que siguieron a la publicación del Imperialismo… el enfoque estancacionista –por el dominio de los monopolios y/o el subconsumo- prevaleció en la izquierda radical. Así, lo encontramos, entre otros, en Trotsky y muchos partidos trotskistas; en Sweezy; en los teóricos de la dependencia; y se mantiene en amplios sectores de la izquierda.

Pero la tesis estancacionista no encaja con la realidad del desarrollo capitalista. Volvemos entonces con algunos datos. Por empezar, y como ya mencionamos, el crecimiento de la economía mundial entre 1870 y 1913 (período de consolidación del monopolio,  según la tesis habitual) fue mayor que en el medio siglo anterior (período de libre competencia): el producto mundial por persona creció, entre 1870 y 1913, a una tasa anual promedio del 1,3%. Entre 1820 y 1870 lo había hecho al 0,5% anual.

Por otra parte, la tasa de crecimiento del producto global por persona,  entre 1870 y 1913, fue aproximadamente igual a la tasa del último cuarto del siglo XX. Un crecimiento mucho menor que en las décadas del boom de la segunda posguerra –cuando el producto mundial por habitante creció al 3% anual-, pero que no por ello refleja estancamiento (los datos son de Maddison, 2001). Pero además, en una perspectiva más larga, entre 1960 y 2016, el crecimiento anual del producto por habitante, a nivel mundial, fue del 2,1%; bastante mayor al del período 1870 – 1960, que fue del 1,3% (tomado del sitio Maddison Proyect Database). Por supuesto, estos crecimientos fueron acompañados de profundas crisis económicas, ya fuera globales, regionales o de países. Por caso, las crisis mundiales de sobreacumulación (y sobreproducción) de los 1870, de los 1930, de 1974-5, o (aunque de menor intensidad), la de 2007-9; o la larga crisis y estancamiento de Japón, iniciado a comienzos de los 1990. Todo parece indicar que estos desarrollos se explican mejor con la tesis de Marx, que con el enfoque estancacionista.

Textos citados:
Bernstein, E. (1982): Las premisas del socialismo y las tareas de la Socialdemocracia. Problemas del socialismo. El revisionismo en la socialdemocracia, México, Siglo XXI.
Hilferding, R. (1974): El capital financiero, Madrid, Tecnos.
Kautsky, K. (1983): “Teorías de las crisis”, en L. Colletti El marxismo y el “derrumbe” del capitalismo, México, Siglo XXI, pp. 189-236.
Lenin, V. I. (s/fecha): El imperialismo, fase superior del capitalismo, Madrid, Fundación Federico Engels.
Luxemburgo, R. (1967): La acumulación del capital, México, Grijalbo.
Maddison, A. (2001): The World Economy, A Millennial Perspective, Paris, OCDE.
Marx, K. (1999): El Capital, México, Siglo XXI.

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Written by rolandoastarita

16/05/2019 a 12:09

20 respuestas

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  1. La explotación entre países la recoge también Stalin. Debilitando la lucha de clases al contemplar un frente antiimperialista como algo al mismo nivel que la lucha de clases

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    Jose

    16/05/2019 at 13:01

  2. Hola Rolando y lectores, genial la nota.

    Me quedan las siguientes dudas:
    1. Aún no he leido directamente los textos económicos de Rosa Luxemburgo pero había entendido que ella también había adherido a la tesis subconsumista. Puede ser o es una burrada mia?
    2. Rolando, mientras el concepto de monopolio de Lenin supone la eliminación de la competencia, ¿existe el caso de que haya competencia y monopolio pero en un sentido en el que la concentración y ventajas de las empresas sea en algún punto monopólica pero no por eso determine y regule la dinámica de los precios?
    3. En la nota mostrás los datos sobre el desarrollo a largo plazo del capitalismo que en términos del producto por habitante no se estanca, sino más bien crece. ¿Esto indicaría también el desarrollo de la productividad del trabajo?
    4. Hace unos días Michael Roberts publicó una nota en su blog (aquí link: https://thenextrecession.wordpress.com/2019/05/11/productivity-investment-and-profitability/) donde reporta la caída de productividad que han registrado distintos economistas mainstream o aledaños y también da su interpretación (frente a la de aquellos) sobre las causas. Mi pregunta (que supone que los datos evidencian esta caída de productividad): ¿Tiene esta caída de la productividad similitudes con otros casos que pasaron en la historia del capitalismo o si bien presenta ciertos aspectos que habría que focalizar para definir su particularidad? (y de ser el caso cuáles?)

    Gracias por el espacio

    Un saludo,
    Fernando.

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    Fernando Turri

    16/05/2019 at 14:07

    • 1. No es claro que RL sea subconsumista. Lo que ella plantea es que no hay posibilidad de realizar la plusvalía destinada a la acumulación. Tiene pasajes en los que parece acercarse a una postura subconsumista, pero no ubicaría a su teoría en esa categoría.

      2. Una empresa puede tener durante algún tiempo alguna suerte de «monopolio». Por ejemplo, una empresa que introdujo un cambio tecnológico del que no disponen sus competidores. Pero esos casos no se corresponden con el monopolio tratado por Lenin, y que es el que generalmente se considera en la izquierda. En este último caso la ganancia extraordinaria proviene de la imposición de un precio de mercado por encima del precio de producción; esto es, implica una transferencia de plusvalía desde otra industria a la empresa monopólica. Que es el caso que discuto en la nota.

      3. El crecimiento del producto por habitante es una manifestación, en lo esencial, del crecimiento de la productividad.

      4. En los últimos años se registra una caída en el crecimiento de la productividad (esto es, no se trata de una caída de la productividad en términos absolutos). Hay una extensa discusión sobre por qué se produjo. Una hipótesis que me parece plausible es que se debe al debilitamiento de la inversión. En la historia del capitalismo el crecimiento de la productividad no ha sido parejo. Siempre estuvo muy condicionado a la inversión, y por otra parte a la maduración de las innovaciones. Por ejemplo, en los años 1980 se habló mucho del puzzle de la computación. La pregunta era por qué los avances de la computación no se plasmaban en crecimiento de la productividad. Aparentemente se debe a que muchas innovaciones tardan en ser adaptadas a las necesidades de la producción. En los 1990 hubo fuertes aumentos de la productividad (por caso, en EEUU), asociados a las tecnologías de la computación y la informática, que finalmente habían sido adaptadas a la producción (también a la comercialización).

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      rolandoastarita

      16/05/2019 at 14:24

    • Hola a todos.

      Como dice el profesor Astarita, en absoluto puede englobarse a Rosa dentro del grupo de los ‘subconsumistas’. Lo que ella pone en relieve es la conexión orgánica, interna y necesaria, entre la reproducción ampliada del capital y la expansión permanente de la relación social capitalista, en virtud de la estrecha base sobre la que descansa el consumo social (a saber, alimentar, vestir y demás a los obreros es tan sólo un medio para alcanzar el fin de la producción capitalista, no el objetivo en sí; por otro lado, los capitalistas no pueden consumir su propio plusproducto, pues recaeríamos en las condiciones de la reproducción simple). Más en particular, Luxemburgo es la primera teórica marxista en sentar que la política imperialista es un momento particular de la misma acumulación del capital, pues media su desenvolvimiento en y a través del «medioambiente precapitalista» (denominación dada por la propia autora), creando demanda adicional entre los pueblos cuyas formas tradicionales de producción han sido conquistas y disueltas.

      En cuanto al tema que aquí nos ocupa, el de los monopolios, es evidente que el capital social total no puede permitirse su primacía por largos periodos de tiempo. Pueden existir situaciones monopólicas temporales que emergen en diversos puntos, pero, antes o después, acaban por ser disueltos. Por hacer aterrizar la cosa: demandas de la Unión Europea a Google y otros gigantes tecnológicos por prácticas monopólicas. El Estado hace valer los intereses del capital en su conjunto.

      A este respecto, cabe señalar también que las mismas dinámicas de la acumulación del capital crean a cada paso contratendencias a la concentración y centralización absolutas del capital, y, por ende, a la conformación de monopolios. Una de ellas fue expuesta por la propia Rosa Luxemburgo en ‘Reforma o revolución’: pequeños capitales que buscan nuevas esferas de valorización, nuevos sectores de la división social del trabajo; o que retornan sobre los sectores dominados por el gran capital para ocupar los espacios intersticiales (ejemplo práctico de esto último, la fabricación de componentes para la industria con impresoras 3D).

      Traslado mis disculpas por la extensión.

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      FormerlyKnownAsArebolas

      02/06/2019 at 08:01

  3. La tesis del avance incontenible del capitalismo monopolista que suscribe Lenin tiene, si mal no recuerdo, mucho del análisis que realiza Engels en «Del socialismo utópico al socialismo científico». Muy buena la nota. Cada vez me entusiasma más el blog. Gracias.

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    Gonza Hernández

    16/05/2019 at 17:08

  4. Pongo a consideración mi postura que considero intermedia entre las de Astarita y Lenin. Hay un aspecto que no está mencionado en tu crítica de Lenin y que me parece fundamental. Una de las causas fundamentales de la exportación de capitales desde sus comienzos en el siglo XIX era la creación de una demanda externa cautiva para la producción de las empresas de la metrópoli. La experiencia argentina es muy clara comenzando por los llamados “grupos inversores” británicos en los 1850 (Regalsky) y luego las compañías ferroviarias británicas. Recordemos que las sociedades creadas para establecer nuevas líneas ferroviarias en Argentina solían incluir a fabricantes de material ferroviario (Ferns). Con lo cual, el objetivo de los proyectos de inversión era doble; la generación de un beneficio en la nueva actividad y la ampliación del mercado exterior de las propias empresas y bancos fundadores. Incluso, cuenta Ferns, varias de las compañías británicas que operaban en Argentina desde los 1860s no eran en particularmente rentables. No casualmente, a partir de aquellos años, las importaciones argentinas de productos británicos pasan de estar dominadas por los textiles al carbón, y productos de las industrias metalúrgicas (también Ferns). Este patrón de las inversiones exteriores británicas se reprodujo en todos lados (Eichengreen). Lo mismo pasaba con las empresas alemanas que invirtieron en servicios públicos con el gran crecimiento de la ciudad de Buenos Aires a fines del siglo XIX.

    Naturalmente, la clase dominante en Argentina mantuvo un esquema de política comercial compatible con estos intercambios y la propia Constitución de 1853 le otorgaba un lugar central a la inversión extranjera en el desarrollo económico nacional. Las inversiones británicas en EE.UU. tuvieron otro carácter porque la clase dominante de ese país se estaba desarrollando aceleradamente en muchos de los mismos rubros industriales que los británicos exportaban.

    Es cierto que, sobre esta base, no puede hablarse de explotación de Argentina por parte de Gran Bretaña pero tampoco se puede sostener que la razón por la que Argentina no desarrolló su producción industrial haya sido la menor productividad del trabajo con respecto a Gran Bretaña (aunque no me queda del todo claro si este es un corolario de tu postura). La plusvalía relativa no lo explica todo; Argentina siguió adquiriendo el material ferroviario británico hasta la nacionalización de los ffcc, pese a que desde principios del siglo XX el yanqui era superior y más barato (Schvarzer). Como contrapartida, la oligarquía lograba mantener abierto el principal mercado externo de carne.

    La formación de grandes empresas y bancos de Gran Bretaña, EE.UU., Alemania, Francia, etc. no eliminó la competencia, que en Argentina fue bastante aguda por ejemplo en el sector frigorífico. El propio Lenin señala que la Primera Guerra resultaba de esta competencia (mediada por las políticas hostiles de sus respectivos estados).

    Es común en la literatura de organización industrial de orientación ortodoxa considerar la inversión extranjera directa como un mecanismo de competencia oligopólica (Duning). Tal vez no sean monopolios como decía Lenin, sino oligopolios como se los comenzó a llamar más tarde.

    En suma, la concentración y formación de grandes corporaciones no anula, ni nucho menos, la competencia pero condiciona fuertemente el comercio mundial. No puede entenderse, en mi opinión, el liderazgo tecnológico de los EE.UU., Japón y Alemania sin la ley de patentes, la OMC y los tratados bilaterales de inversión, es decir, sin el marco político que bloquea la difusión competitiva del conocimiento tecnológico en un reducido grupo de países. El conflicto actual con China muestra, me parece, cómo se bloquea por medios no económicos sino políticos el acceso de los capitales de ese país a las ramas de punta.

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    Gustavo Bura

    16/05/2019 at 18:57

    • Una primera cuestión: por favor, que los comentarios sean más breves. Esta sección es para eso, para comentarios.
      En segundo lugar, nunca negué que pudiera haber algunos casos de monopolios, en especial en las épocas de expansión del capitalismo central a las periferias. La Compañía de Indias Orientales establecía el monopolio sobre India y otros países. Los ferrocarriles británicos en India podían establecer precios de monopolio (aunque, al pasar es bueno recordar que grandes compañías comerciales británicas que operaban en las colonias también podían ir a la quiebra cuando las crisis; por ejemplo, cuando la crisis de fines de los 1840, como lo señala Marx). Lo que he sostenido en libros y notas de este blog es que, confirmando un pronóstico de Marx («los ferrocarriles británicos terminarán generando capitalismo indio», a largo plazo la entrada del capital extranjero terminó creando capitalismo local. Y este capitalismo local participó en pie de igualdad en la explotación del trabajo con el capital extranjero. Un ejemplo claro es la historia de los frigoríficos extranjeros en Argentina (recordemos el rol que jugó la CAP, desde mediados de los 1930).

      Por otra parte, en la nota polemizo con la idea de que los salarios más elevados (con respecto a los países atrasados) en los países adelantados, se debía principalmente a la explotación colonial, o de alguna forma de monopolio ejercido sobre los países atrasados. No hay manera de sostener que los 5 dólares por día que pagaba Ford en 1915 provenían de las plusvalías obtenidas por empresas de EEUU en Argentina, o en algún otro país de América Latina. Y lo mismo se aplica a los miles de empresas que existían en EEUU, o Alemania, al momento en que Lenin escribía su folleto sobre el imperialismo.

      Por otra parte, actualmente la tesis de que existe explotación entre países -en particular, que Argentina es explotada por EEUU, España, etc. me parece insostenible. No le encuentro sustento empírico ni teórico. ¿Por qué un capitalista dinerario, o un político enriquecido, que tienen colocados sus fondos en bancos suizos o estadounidenses, son explotados por Suiza o por EEUU? ¿O por qué la colocación de fondos en el exterior por parte de estos individuos tiene que ser sinónimo de explotación de Argentina?

      Por último, la OMC, las leyes de patentes, los tratados bilaterales, pueden ayudar a determinado liderazgo tecnológico. Pero no son el factor principal. El factor principal es la inversión de plusvalías en I&D, en tecnología y equipos. China está desarrollando tecnología a pesar de los intentos de bloquear ese desarrollo porque invierte ingentes cantidades en el desarrollo de las fuerzas productivas. Sobre esta situación opera lo político, pero no es el factor central. Lo mismo ocurre con los tratados bilaterales. Doy un ejemplo: hace unos años Colombia firmó un tratado de libre comercio con EEUU. En principio Washington quería asegurarse esos mercados para empresas estadounidenses. Sin embargo, ello no impidió que hoy China sea el segundo exportador a Colombia; cuando se firmó el acuerdo, China no casi no figuraba. Los tratados tienen cierta importancia, pero lo central siempre pasa por la acumulación.

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      rolandoastarita

      16/05/2019 at 22:50

  5. Estimado Rolo
    Como siempre muy bueno, valiente y original.
    La 2da Revolucion Industrial desata un fuerte desarrollo de las fuerzas productivas, por ejemplo, baja los costos de los fletes reduciendo mucho la diferencia entre el precio del trigo en Chicago vs. Londres, bajando el costo de la fuerza de trabajo. Los ferrocarriles (lejos de ser inversiones parasitarias incrementaban la productividad, inversiones inglesas en USA y Arg). Llama la atencion como todo eso se le paso por alto al gran Lenin….Sin embargo estas equivocaciones no le impidieron, acertadamente, oponerse a esa carniceria que fue la 1 Guerra Mundial!
    Cambiando de tema, tengo una duda sobre el desarrollo del capitalismo: a) es claro entre 1500-1970 el crecimiento del capitalismo fue liderado por los paises de la cuenca del Atlantico, especialmente la Norte, b) desde los 1970s el crecimiento del capitalismo y la economia mundial está liderado por la Cuenca del Pacifico (USA costa oeste+Japon+China+Taiwan+korea+Vietnam+India, etc).
    Mi pregunta me recomendaria algunos paper sobre el tema, lei algo de Arrighi y no me convencio? Escribio algo sobre este cambio de paradigma que entiendo es clave en la acumulacion mundial?
    Saludos cordiales

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    • No tengo bibliografía para recomendar sobre estos cambios de largo plazo del centro geográfico del desarrollo capitalista. De todos modos, dos observaciones: a) el caso Japón no encaja muy bien en esa clasificación, ya que fue un centro de crecimiento en todos los años de la posguerra, hasta los inicios de los 1990; y desde entonces la acumulación perdió fuerza. Aunque más parcialmente, lo mismo se aplica a Corea del Sur, y el resto de los NICs.
      b) Hay que estudiar la crisis europea. Además de la recesión 2007-9, tuvo otra en 2011-2, y un crecimiento débil en general en los últimos 20 años.

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      rolandoastarita

      17/05/2019 at 10:49

  6. Astarita
    Yo creo que monopolios y capitalismo en mayor o menor medida siempre ha estado asociado a lá historia del capitalismo. Sin monopolio no háy gánancia posible, por lo menos aquella que necesita la acumulación incesante de capital.
    Un saludo

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    Ramon

    18/05/2019 at 19:12

  7. Sigo con atención los post más teóricos (los otros, de temas políticos, mejor no comentar…)

    “La libre competencia impone las leyes inmanentes de la producción capitalista, frente al capitalista individual, como ley exterior coercitiva” (Marx, 1999, t. 1, p. 326; énfasis agregado)

    Qué quiere decir «coerción» acá? Se conoce el famoso artículo de Robert Nozick «Coercion»?

    Yo ya no me acuerdo de ese libro de Lenin, pero parece bastante acertada su observación de que las burguesías de los países adelantados (también) viven del «corte de cupón». Sólo que ya no serían cupones físicos, sino cuentas digitales en las que se le deposita la renta por la deuda externa de los países atrasados.

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    CV

    23/05/2019 at 12:59

    • Sobre la competencia, además del texto citado de Marx, remito a las notas (son varias) en que discuto el significado e importancia que tiene la competencia para que opere la ley del valor trabajo. Nozick en esto no tiene nada que ver.

      Con respecto a la afirmación de Lenin de que la burguesía de los países adelantados vivía «del corte de cupón», se refiere al hecho de que buena parte de la burguesía inglesa (y las clases medias acomodadas) poseía bonos a perpetuidad, que daban intereses. Esos bonos pagaban intereses. Esos intereses eran, por supuesto, plusvalía. El tema entonces es de dónde salía esa plusvalía. Lenin afirma que esa plusvalía surgía de la explotación colonial. El problema con esta afirmación es que los datos no parecen confirmarla (una cuestión que ya había visto Hobson, profundo crítico del colonialismo). Pero el problema más serio se presenta con el capitalismo alemán, y más aún, con el estadounidense. EEUU prácticamente no tenía colonias a comienzos del siglo XX. Y registraba un extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas. No hay manera de afirmar que el capital estadounidense (tampoco el alemán) vivía «del corte de cupón» en el sentido que lo plantea Lenin.

      Por supuesto, lo mismo se aplica a su afirmación de que de conjunto el capitalismo de Estados Unidos, o de Alemania, o Japón, o China, vive del pago de los intereses de la deuda de los países atrasados. Es sencillamente un disparate. ¿los accionistas y directivos de Google, Wal Mart, Ford, IBM, para nombrar solo algunas de las empresas más importantes de EEUU, deben sus ingresos al pago de la deuda de los países atrasados? ¿Los accionistas y directivos de Mercedes Benz, Volkswagen, Siemens, Bayerm, y similares, deben sus ingresos al pago de la deuda externa de los países atrasados? No puedo creer que se puedan afirmar cosas como esta.

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      rolandoastarita

      23/05/2019 at 14:11

    • No me mande a leer, profesor Astarita! Analicemos: si hay libre competencia, entonces no habría coerción. O, en todo caso (supongamos que la hubiera), eso requiere una discusión sobre qué significa coerción. El texto de Nozick es, simplemente, un puntapié inicial. Yo sinceramente no entiendo ese pasaje de Marx.

      Sobre lo otro: leí (hace ya un par de años) su nota sobre la tesis de Trotsky de 1914 y el estancamiento (Trotsky, fuerzas productivas y ciencia). Me pareció muy buena, pero diciendo más o menos lo obvio. FYI: yo nunca fuí trotskista, así que creo que es una discusión sólo relevante para un número muy pequeño de personas.

      Es cierto lo que dice, Digamos que el capital de los países avanzados no vive sólo del «corte de cupón» (digital, eso sí). Pero sí es cierto que TAMBIÉN vive del «corte de cupón» (digital). Diría que la observación de Lenin es, al menos, parcialmente válida.

      Seré curioso, qué se opina de este libro (si es que se lo conoce)?

      https://www.amazon.es/Barren-Metal-History-Capitalism-Conflict/dp/0929891147

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      CV

      23/05/2019 at 18:07

    • «si hay libre competencia, entonces no habría coerción». No entiende el tema, y cuando le recomiendo lecturas para que se entere de qué va el asunto, me dice que no quiere leer. El tema es que no puedo estar explicando a cada rato cosas que ya expliqué. Si no quiere leer lo que expliqué, pues no lea y asunto acabado. Acerca de la participación de los ingresos por deudas externas de los países atrasados en los ingresos de los capitalistas adelantados, agrego: además de no ser importante en relación a las ganancias del capital de conjunto, buena parte de esos ingresos van a los tenedores de deuda de los mismos países atrasados. En concreto, gran parte de la deuda externa argentina está en manos de inversores argentinos.

      En cuanto a la tesis del estancamiento, tuvo partidarios en un ámbito bastante más amplio que los trotskistas. Diría que fue (y posiblemente sigue siendo) predominante en la izquierda. Ya lo dije en la nota. Usted dice que no es así, pero no da razones.

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      rolandoastarita

      23/05/2019 at 20:27

    • Bueno, a ver, qué nota en concreto debería leer? Mi sospecha es que se lee a Marx tipo texto religioso, sin importar las pelotudeces que haya dicho, pero bueh… (Lo que se debería hacer es, en cambio, analizar qué significa «coerción»…)

      «En concreto, gran parte de la deuda externa argentina está en manos de inversores argentinos.»

      Los datos sobre la composición de la deuda en manos de inversores argentinos y extranjeros de dónde los saca? Supongo que Paul Singer, que compró bonos basura e hizo una suculenta ganancia después de un largo juicio con prórroga de jurisdicción en un país EXTRANJERO, es un inversor argentino para usted. Igual que bocha de holdouts con lo que se tuvo que ir arreglando sucesivamente. Eran todos argentinos. No existe deuda externa EXTERNA. Todo está en manos de tenedores argentinos y el imperialismo no existe. Así como con la tesis del estancamiento, trotskistas y ex-trotskistas tienen un problema con la REALIDAD.

      Honestamente, ignoro qué otra «izquierda» sostiene la tesis del estancamiento. Así que no he dicho nada sobre eso.

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      CV

      24/05/2019 at 01:56

    • Sinceramente, no tengo ganas de seguir un diálogo con usted. Le recomiendo que antes de criticar la concepción de Marx sobre la competencia se entere cuál es esa concepción, y me responde con «se lee a Marx tipo texto religioso, sin importar las pelotudeces que haya dicho». Una agresión gratuita.

      Luego dice que considero a Singer un inversor argentino. ¿Dónde sostuve semejante cosa? Por supuesto, en ningún lado. Pero a usted eso lo tiene sin cuidado. Luego me atribuye la idea de que no hay deuda externa y que todos los holdouts eran argentinos. Por supuesto, de nuevo no puede citar lugar alguno donde haya escrito algo semejante.

      Después dice que ignora qué otra izquierda sostiene la tesis del estancamiento, y dice que no ha dicho nada sobre eso. Sin embargo, en otro comentario dijo que la polémica sobre el no desarrollo de las fuerzas productivas solo le interesaba al trotskismo. En la nota expliqué que la tesis del estancamiento la habían defendido muchos socialistas en la Segunda Internacional; idea que fue continuada por Lenin en el «Imperialismo»… (texto que fue reivindicado, por lo menos, por stalinistas, maoístas, castristas, además del trotskismo); fue profundizada por Sweezy y Baran; y por las corrientes de la dependencia. Pero esto a usted le importa un comino.

      Pues bien, como valoro mi tiempo, hasta aquí llegué. Mi recomendación: búsquese algún blog que esté a su nivel intelectual. Hay muchos. Este, evidentemente, no es para usted.

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      rolandoastarita

      24/05/2019 at 09:18

    • OK. con la tesis del estancamiento y la «izquierda» no trotskista.

      Qué nota en concreto debería leer sobre Marx y competencia? No responde

      De dónde saca los datos sobre composición de la deuda externa? No responde

      Usted no entiende algo tan elemental que no hay que leer absolutamente nada adicional para analizar por sí mismo un enunciado (o proposición, si se cree que existen).

      Es un alma muy sensible (agresión gratuita? Vaaaaaamos), pero le advierto que Marx está lleno de «pelotudeces». En parte tienen que ver con un uso poco cuidadoso del lenguaje, en parte con el estilo literario irónico de Marx, las citas de Shakespeare y las alusiones al Fausto de Goethe, la lógica de Hegel, etc

      El único mérito que yo le encuentro a los largos 3 bodoques del capital Marx es haber puesto de relieve la explotación bajo el capitalismo, que es un fenómeno que existe, pero cuyas causas no tienen nada que ver con la explicación de Marx. Lo mismo vale para la teoría de la crisis (no tengo que recordarle a usted el teorema de Okishio). Ah, y lo que dice sobre capital ficticio tb es interesante!

      Supuestamente mi nivel intelectual estaba a un nivel tan pero tan bajo como el de Susan Strange! (Que, claro, no escribió sobre tipo de cambio y ley del valor trabajo, sino sobre otras cosas, pero no es el tema que le interesa a USTED).

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      CV

      24/05/2019 at 11:07

  8. Esto no quita que en algunos casos si haya precios monopólicos, por lo que entendí, aunque esto no afecte a todo el sistema en donde sigue rigiendo la competencia.
    Hay empresas que si adquieren prácticas de cartelización por ejemplo el caso de las bombillas eléctricas y el cartel de phoebus, donde participan compañias como Osram, Philips, Tungsram, Associated Electrical Industries, y que, no se si en el precio, pero si en la obsolescencia programada de las bombillas acuerdan la vida útil de la estas mercancías.

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    damian

    25/06/2021 at 19:44

    • En los siglos 18 y 19 también había casos de monopolios, o colusión para establecer precios. Pero nunca fueron fenómenos generales. Por eso Marx consideró que la ley del valor trabajo era la clave para entender las economías capitalistas, y trató al monopolio como un caso particular, que no afectaba las leyes fundamentales de la acumulación y crisis. El tema es que en el siglo 20 la competencia no fue menor que en el siglo 19, dada la caída de los costos del transporte y las comunicaciones. Una cuestión que ha sido señalada por Dumenil y Levi en «La dinamique du capitalism».-

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      rolandoastarita

      01/07/2021 at 10:58


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