Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

La izquierda y Lenin, sobre imperialismo y explotación de países

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A raíz de las discusiones sobre la situación en Venezuela, una vez más se puso en el centro de mis diferencias con la mayor parte de la izquierda la cuestión de la “liberación nacional de la explotación imperialista”. Es que lo que sustenta el programa nacionalista de la izquierda es la idea de que Argentina es explotada por EEUU, y otras potencias; y que Venezuela pasaría a ser explotada (o sería más explotada) por EEUU (y otras potencias, pero no China o Rusia) en caso de que cayera el régimen chavista.

En oposición a estas ideas, en notas anteriores (por ejemplo, aquí; también en Economía política del subdesarrollo y la dependencia) planteé que países como Argentina no son explotados por las potencias capitalistas. Los explotados son los trabajadores, no “el país”. La explotación se da en términos de clases sociales, y en los capitales nativos no están sometidos a alguna forma de explotación “colonial”.

Preciso que la explotación colonial es aquella que describía Hobson (1902), y sobre la cual Lenin decía –en El Imperialismo fase superior del capitalismo, p. 75- que se asentaba la explotación del capital financiero, y la inversión capitalista en los países atrasados. Esa explotación colonial adoptaba diversas formas: producción y transporte con uso compulsivo de mano de obra –trabajadores de plantaciones, portadores de cargas en África, etcétera-; economía de trata, que consistía en el monopolio comercial del país dominante sobre monocultivos; impuestos sobre los campesinos y artesanos; y acaparamiento de la tierra por parte de los colonos. A las clases burguesas o pequeñoburguesas nativas –comerciantes y artesanos- no se les permitía comerciar con otras potencias o países en mejores términos; no podían tomar decisiones políticas, económicas, diplomáticas, con un mínimo de autonomía.

Por lo tanto, en referencia a ese tipo de extracción vía del excedente, tiene sentido hablar entonces de explotación de países por parte de otros países. Pero actualmente ese tipo de relación colonial prácticamente ha desaparecido. Los capitalistas de los países atrasados (Argentina, por caso) participan en la explotación de “su” clase obrera en asociación (o en competencia) con capitalistas extranjeros. Y de la explotación de la clase obrera de otros países, incluidos los adelantados, en asociación (o en competencia) con los capitalistas de esos países. Esto es así, tanto cuando invierten en desarrollos productivos, como cuando colocan sus plusvalías en los centros financieros internacionales.

Naturalmente, esta situación intenta ser negada por parte de la izquierda nacionalista (incluido el marxismo nacional). Para eso, realizan todo tipo de piruetas discursivas. Por ejemplo, si una empresa chilena invierte en Argentina, esa relación no es imperialista (o sea, no hay explotación “de Argentina por Chile”). Sin embargo, si invierte en Argentina, en las mismas condiciones que la chilena, una empresa estadounidense, ahí sí se dirá que la misma forma parte de la explotación de Argentina por parte de Estados Unidos. De manera similar, si capitales de la India invierten en Gran Bretaña; o capitales mexicanos lo hacen en Estados Unidos, la explotación será presentada en términos de clase. Pero si la inversión ocurre a la inversa, el nacionalista denunciará la explotación “de mi patria”. Esto será así aunque las condiciones económicas de las operaciones sean las mismas. Por eso la insistencia en reemplazar los conceptos asociados de explotación capitalista y plusvalía, por los de saqueo, robo, pillaje, despojo (véase aquí).

Lenin: el acento en el parasitismo y la explotación de países

En varias ocasiones en que he planteado mi crítica al nacionalismo, hubo izquierdistas que me hicieron el cargo de dejar de lado la teoría leninista sobre el imperialismo. Y tienen razón en que la dejo de lado. No solo la dejo de lado, sino que la rechazo. Y la rechazo no solo porque la explotación colonial ha prácticamente desaparecido, sino también porque muchas de las afirmaciones que hace Lenin en su clásico folleto ya no se correspondían con la realidad del capitalismo de fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Para entender por qué, repasemos algunos de los principales conceptos contenidos en el famoso folleto El imperialismo… .

La primera cuestión que marco en esta nota es su tesis de la tendencia al estancamiento en los países centrales. Según Lenin, la determinación monopólica de los precios hacía desaparecer el impulso al cambio tecnológico en los países centrales: “…como todo monopolio, el monopolio capitalista engendra inevitablemente una tendencia al estancamiento y la decadencia” (p. 61). El otro factor que llevaría al estancamiento es el exceso de capital (o sobreproducción permanente). El mismo se debería a que las masas trabajadoras y campesinas están empobrecidas y no tienen poder de consumo.

La segunda cuestión se refiere a la idea del “parasitismo”. Es que, según Lenin, la respuesta del capital a la tendencia al estancamiento en los países centrales era la conquista de la periferia y la explotación colonial (que incluía la inversión de capital y el dominio del capital financiero). Y esta explotación era la base del “parasitismo” de los países adelantados. Esto significaba que los países adelantados vivían de la explotación de los países atrasados. En palabras de Lenin: “La exportación de capital… imprime un sello de parasitismo a todo el país, que vive de la explotación del trabajo de unos cuantos países y de las colonias de ultramar” (p. 61; énfasis agregado).

Pero además, y en tercer término, el parasitismo no solo enriquecía a la clase dirigente de las potencias imperialistas, sino también (Lenin cita a Hobson) permitía “sobornar a las clases inferiores a fin de que guarden silencio”. Agrega: “…para que ese soborno, al margen de cómo se realice, sea económicamente posible se requieren unos altos beneficios monopolistas” (p. 62).

Con lo cual llegamos al cuarto punto que queremos destacar: la suma de “parasitismo” y “soborno de una parte de la clase obrera de los países adelantados” da como resultado que la explotación sea presentada en términos de países, no de clases sociales. Para mostrarlo, hacemos un repaso de las menciones a la explotación contenidas en su folleto:

En p. 7 sostiene que “el capitalismo se ha transformado en un sistema mundial de opresión colonial y de estrangulamiento financiero de la aplastante mayoría de la población del planeta por un puñado de países avanzados”.
En p. 39 la explotación es “de la mayoría de los países por un puñado de Estados ricos”.
En p. 53 se refiere a las naciones que participan “de la explotación gigantesca del globo”.
En p. 61 (ya lo citamos) escribe sobre el “parasitismo” de los países que viven “de la explotación del trabajo de unos cuantos países y colonias de ultramar”.
En p. 63 afirma que el imperialismo significa el reparto del mundo “y la explotación de otros países, además de China, que significa altos beneficios monopolistas para un puñado de países muy ricos…”.
En p. 65 sostiene que “un puñado de Estados” explota una parte del “mundo entero”.
En p. 72 reitera que India, Indochina y China, colonias y semicolonias con una población de entre 600 y 700 millones de habitantes “están sometidas a la explotación del capital financiero de varias potencias imperialistas: Gran Bretaña, Francia,  Japón, EEUU, etcétera”.
En p. 78 de nuevo se refiere a la explotación de cada vez más naciones pequeñas y débiles por un puñado de las naciones más ricas y poderosas.

Una ausencia llamativa: la teoría marxista de la plusvalía

El eje no está puesto, evidentemente, en la relación capital – trabajo, esto es, en la contradicción de clase. Es expresivo de esto que la noción de la plusvalía relativa está desaparecida. Pero se trata de una categoría fundamental para explicar por qué puede ocurrir que, con el desarrollo de las fuerzas productivas, pueda aumentar la tasa de explotación de los obreros de los países adelantados, y al mismo tiempo mejoren sus salarios en términos reales.

Sin embargo, cuando Lenin habla de “superbeneficios” (significativamente, en el texto no emplea las expresiones plusvalía, o plusvalor), los mismos están asociados a la explotación de los países atrasados por parte de los adelantados (véase, por ejemplo, p. 65); y a la corrupción de sectores de la clase obrera. Así, en pp. 9 y 10, los superbeneficios obtenidos de la inversión en las colonias permiten “corromper a los dirigentes obreros y a la capa superior de la aristocracia obrera”. Afirma también que esos “superbeneficios” serían mayores que los beneficios que los capitalistas obtendrían de sus propios trabajadores (o sea, de los países adelantados). La noción de plusvalías extraordinarias, obtenidas en los países adelantados a partir de la innovación tecnológica, apenas está aludida (p. 13) en una cita de Hilferding, y en referencia a las ventajas que obtienen las combinaciones monopolistas.

En el resto de los pasajes, los grandes beneficios se obtienen por control de mercado y precios (p. 15; p. 17; p. 33); o por especulación financiera (p. 32; p. 33). Incluso en p. 38 explica que “en los países atrasados los beneficios suelen ser altos, dado que el capital es escaso, el precio de la tierra es relativamente pequeño, los salarios son bajos y las materias primas son baratas”. Llama la atención que un marxista explique los elevados beneficios por “escasez de capital”.

Por otra parte, deja de lado la cuestión fundamental de las diferencias en el desarrollo de las fuerzas productivas, y la generación de valor y plusvalor relacionada con ese desarrollo. Por caso, los salarios en un país atrasado tecnológicamente pueden ser bajos (en relación a una canasta salarial de un país adelantado), pero esto no dice nada acerca de las diferencias en la tasa de explotación que pueda haber entre países. Cuestiones que se aclaran sencillamente a partir de la teoría marxista de la plusvalía. Pero la teoría marxista de la plusvalía (también la teoría marxista de la acumulación, como veremos enseguida) parece estar ausente en el folleto.

Inversión en el extranjero y parasitismo: el caso británico

En el escrito de Lenin la tendencia “al estancamiento y la decadencia” es considerada “inherente al monopolio” (p. 61) pero no presenta prueba empírica, a nivel de la economía global, de ese “estancamiento y decadencia”.

Pues bien, empecemos diciendo que, con respecto a Gran Bretaña, entre 1870 y 1913 el producto bruto interno por habitante creció un 54% (cálculo propio sobre datos de Maddison, 1992). Si bien fue menor que el de sus competidores Estados Unidos y Alemania, y que el promedio de los países desarrollados (véase más abajo), no se entiende que un crecimiento del producto por habitante de más del 50% en 43 años sea considerado “estancamiento”.

Sin embargo, lo que más nos interesa ahora es la inversión británica en el extranjero, que era la más importante a principios del siglo XX: según los datos que presenta Gilles (2004), en 1913 Gran Bretaña poseía el 43% del total de los capitales mundiales invertidos en el extranjero (le seguían Francia y Alemania; entre los tres países, tenían el 76% de los capitales mundiales invertidos en el extranjero). En el cuadro que presenta Lenin (p. 39), la inversión británica era el 50% del total de lo invertido por Francia, Alemania y Gran Bretaña. Por otra parte, se ha calculado que entre 1871 y 1913 entre el 4% y el 8% del producto nacional británico era enviado al extranjero por los inversores (datos que tomamos de Goetzmann y Ukhov, 2005; también para lo que sigue). De acuerdo a algunos estudios, la cantidad de inversión extranjera directa británica era, aproximadamente, igual a la que se reinvertía en Gran Bretaña. Según Hobson, el porcentaje de la inversión en el extranjero conformaba el 28% de la inversión total.

Estos datos nos están diciendo que una parte importante de la plusvalía generada por los trabajadores británicos era acumulada en el exterior por los capitalistas británicos. Esto es, así como había un flujo de beneficios hacia Gran Bretaña, existía una salida de capitales hacia otros países. Y en todos los casos, se trataba de operaciones capitalistas. No era “el país” el que invertía en otro país, sino capitalistas que invertían en otro país. Y esto ocurría porque había una explotación de trabajadores británicos que generaba la plusvalía que se apropiaban los capitalistas, y que utilizaban –vía inversión en el extranjero- para explotar a los trabajadores de otros países. Lo cual generaba más plusvalía para extender la explotación capitalista a nivel mundial.

Por otra parte, es necesario subrayar que no toda la inversión extranjera del capital británico se dirigía hacia las colonias y dominios. El 20%, aproximadamente, estaba en Estados Unidos; otro 20% en Latinoamérica (el principal destino era Argentina, que no era una colonia); un 15% en países europeos. La inversión en las colonias y dominios británicos representaba la mitad de la inversión total. Entre ellos se encontraba Canadá, que no estaba sometida a explotación colonial. En este punto se requiere una precisión: Lenin caracteriza a Canadá como “colonia británica” (p. 39). Pero desde la conformación del Dominio del Canadá, en 1867, no se puede hablar de una relación colonial. A fines del siglo XIX Canadá tenía su parlamento y leyes; y había desarrollado una política propia de expansión y consolidación, a pesar de que formalmente seguía bajo el gobierno de la Corona británica.

De manera que en casos como este, se trató de inversiones realizadas en las condiciones económicas y políticas propias del modo de producción capitalista. Esto es, inversiones de plusvalía arrancada a los trabajadores británicos; y en las que el capital británico se asociaba con capitalistas de los países extranjeros en igualdad de condiciones. Por ejemplo, el 65% de las acciones de la Canadian Pacific Railway estaban en manos de inversores británicos, asociados con inversores canadienses y de otros países. Todos participaban de la explotación del trabajo de los obreros ferroviarios canadienses. De la misma manera, inversores británicos también adquirían títulos para financiar empresas mineras en España, Estados Unidos y Sudáfrica. O compraban títulos emitidos por gobiernos europeos, de Norte y Sudamérica; por Japón; por China (que era una semicolonia); además de los emitidos por los gobiernos bajo el dominio colonial. Por eso, no siempre se puede englobar todas estas formas de inversión extranjera bajo el rótulo “explotación de un país por parte del capital financiero imperialista”. Existía la explotación colonial por parte del capital financiero, pero esta era una parte de la explotación más general del trabajo –en los países adelantados y en el “tercer mundo”- por parte del capital.

¿Estancamiento y parasitismo de Estados Unidos y Alemania?   

Es indudable que entre fines de siglo XIX y principios de siglo XX se produjo, en las principales potencias, un acelerado proceso de concentración del capital, a través de adquisición de empresas y fusiones, además de la formación de carteles y trusts. Los datos presentados por Lenin, entre otros estudios, son ilustrativos. Sin embargo, ello no implicó una tendencia al estancamiento. En particular, entre 1870 y 1913 no hubo estancamiento de las economías de Estados Unidos y Alemania. Hubo sí fuertes crisis periódicas, pero globalmente no hubo estancamiento. Entre 1873 y 1913 la economía de Estados Unidos creció a una tasa anual del 4,8%; y Alemania al 3,9%. Según los datos que presenta Maddison (1992), el crecimiento del producto bruto por habitante de Estados Unidos, entre 1870 y 1913, fue del 116%; el de Alemania, del 100%. Señalemos que, dado el menor crecimiento de Gran Bretaña, varió la participación de los países industrializados en el total de la industria mundial. Entre 1881-85 y 1913 la participación británica pasó del 27% al 14%; la de Alemania pasó del 14% al 16%; y la de Estados Unidos del 29% al 38% (Gilles). Por lo tanto, no se pueden pasar por alto los datos del crecimiento de Alemania y Estados Unidos a la hora de evaluar la tendencia más general del capitalismo de entre fines de siglo XIX y principios del XX.

Pero además de las cifras de crecimiento, hay que tomar en cuenta el desarrollo cualitativo de fuerzas productivas y la fabricación de nuevos productos. En aquellas décadas que arrancan en 1870 se asistió, entre otros, al desarrollo de la industria química y la producción de aluminio; la sustitución del hierro por el acero; el inicio y desarrollo de la producción del automóvil; el inicio y desarrollo de la aeronáutica; la difusión de la electricidad (las bombillas de luz, la generación y transmisión de electricidad, el motor eléctrico); la expansión de los tranvías en las ciudades; de los teléfonos y telégrafos; la creación de la microbiología y el impulso de la industria farmacéutica; el desarrollo urbanístico (rascacielos, con lo que ello implicaba para la industria del acero y del concreto, entre otras), con la caída de la participación de las poblaciones rurales en el total de la población (véase Mandel, 1997, y Gilles, 2004). Un crecimiento que fue de la mano del taylorismo, primero, y del uso de la cadena de montaje, después. Es paradójico que en momentos en que Lenin planteaba que las economías de los países adelantados tendían al estancamiento, entre otras razones, por la debilidad del consumo, la producción de automóviles Ford T pasaba de 170.000 unidades en 1912, a un millón en 1919.

No hay manera de explicar semejante aumento de la producción (y de la productividad) con la tesis del “parasitismo”. Pero además, y esto es lo más importante en relación a nuestro debate con el nacional marxismo, esos desarrollos ponen en el centro de la escena la explotación del trabajo de los obreros que trabajaban al interior de los países capitalistas. Lo cual es explicado por la teoría de Marx de la acumulación (incluidos los esquemas de la reproducción ampliada); que a su vez es fundamental para dar cuenta de por qué, periódicamente, el sistema se precipita en crisis de sobreproducción, o sobreacumulación.

En este marco, la explotación colonial, y las inversiones en el extranjero, seguramente contribuyeron a esta acumulación, pero es insostenible seguir con la tesis de que los países industrializados eran parásitos de las colonias; o afirmar que los trabajadores en Estados Unidos o en Alemania, recibían salarios más elevados que los trabajadores del Tercer Mundo porque Estados Unidos o Alemania explotaban a los países del Tercer Mundo.

Agreguemos que otros países capitalistas también experimentaron un elevado desarrollo. Así, y de nuevo según los datos que proporciona Maddison (1992), entre 1870 y 1913 el producto bruto por habitante en Francia creció un 74%; y el de Japón aumentó 80%. La media para los países de la OCDE fue un aumento del 76%. De conjunto, según Mandel, la tasa anual de crecimiento de la producción física por habitante a escala mundial fue, entre 1895 y 1913, del 1,75%. De nuevo, no hay forma de sostener que todo este crecimiento se debió al saqueo o los superbeneficios coloniales; o que fue mero “parasitismo” posibilitado por la explotación colonial. Es un planteo que está incluso reñido con el más elemental criterio materialista. No hay forma de que con el escaso desarrollo, a principios del siglo XX, de las fuerzas productivas en el Tercer Mundo, se pudiera generar una riqueza tal que alimentara esas tasas de crecimiento en los países industrializados.

Por otra parte, esa acumulación acelerada generó los mercados para los nuevos productos. En consecuencia, también creció el comercio mundial: entre 1891 y 1913 su volumen aumentó a una tasa anual del 3,7%. Repito el punto central: estas evoluciones no encajan en la tesis del “parasitismo”; tampoco se pueden explicar con el enfoque subconsumista; o repitiendo que el monopolio de principios de siglo ahogó el cambio tecnológico.

A modo de conclusión política

En cualquier caso, y al margen de las valoraciones que hagamos de la pertinencia del análisis de Lenin con respecto al capitalismo de principios de siglo XX, lo más importante es superar el enfoque asentado en las tesis leninistas sobre el imperialismo (enfoque que aceptaron los partidos comunistas, incluidos los maoístas; los trotskistas; guevaristas; castristas; incluso, al menos  parcialmente, la “izquierda nacional”). Esas tesis alimentan el nacionalismo en una era en que el nacionalismo ya no cumple ningún rol progresivo a nivel global. La realidad es que no hay manera de seguir sosteniendo, por ejemplo, que China o Brasil son explotados por Estados Unidos o Alemania. O que los salarios de los obreros estadounidenses o alemanes son superiores a los salarios de los obreros chinos o brasileños porque China o Brasil son explotados por Estados Unidos o Alemania.

La contradicción fundamental de nuestra época es la contradicción entre el capital y el trabajo. La idea –en la tradición leninista- de que la explotación es entre países, hoy solo alimenta la conciliación de clases y el apoyo a regímenes burocráticos, o de capitalismo de Estado, que han llevado a la clase obrera y a las masas populares a la derrota.

Textos citados:
Gilles, P. (2004): Histoire des crises et des cycles économiques, Paris, Armand Colin.
Goetzmann, W. N. y A. D. Ukhov (2005): “British Investment Overseas 1870-1913: A Modern Portfolio Theory Approach”, (Working Paper No. 11266) [Electronic version]. Cambridge, MA: National Bureau of Economic Research, http://scholarship.sha.cornell.edu/articles/369.
Hobson, J. A. (1902): Imperialism. A Study, Londres, Allen and Unwin.
Lenin, V. I. (s/fecha): El imperialismo, fase superior del capitalismo, Madrid, Fundación Federico Engels.
Mandel, E. (1997): Le troisieme âge du capitalisme, Paris, Les Éditions de la Passion.
Maddison, A. (1992): “La croissance économique mondiale. Les leçons du long terme”, Population, 6, pp. 1555-1566.

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Written by rolandoastarita

07/04/2019 a 18:36

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46 respuestas

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  1. Rolo, me gustaría amplíes sobre lo siguiente:
    «Los explotados son los trabajadores, no “el país”. La explotación se da en términos de clases sociales, y los capitales nativos no están sometidos a alguna forma de explotación “colonial”.»

    Estoy de acuerdo con el párrafo anterior. Sin embargo quiero hacerte unas preguntas sobre temas que me generan algunas dudas:

    1. ¿Qué hay de cierto acerca de que las empresas multinacionales, más que reinvertir las ganancias en donde están localizadas sus empresas, giran a los países centrales (léase EEUU, Europa) buena parte de ellas, hacia donde están radicados mayormente sus accionistas?
    2. La existencia de capitales que hacen “carry trade”, ¿no sería de alguna manera un símil de una explotación de tipo colonial?
    3. El mecanismo de “deuda externa” que según se dice, esos capitales nunca o casi nunca se traducen en inversiones genuinas pero condenan a los países al pago de deudas por capital e intereses, ¿no serían también una forma de “colonialismo sui generis”?
    «… la explotación colonial, y las inversiones en el extranjero, seguramente contribuyeron a esta acumulación, pero es insostenible seguir con la tesis de que los países industrializados eran parásitos de las colonias.»
    4. El desarrollo de los países centrales no se debió a la explotación colonial, estamos de acuerdo, pero si las inversiones en el extranjero “seguramente contribuyeron a la acumulación en los países centrales”, ¿no sería una especie de “parasitismo colonialista”?

    Desde ya gracias por tu atención a mis dudas.

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    Eduardo Cabrera

    07/04/2019 at 20:00

    • Sobre el punto 1, se trata de transferencias de plusvalía que ocurren, en distintos grados, en todos lados. Una empresa alemana puede tener inversiones en Francia que rindan dividendos para accionistas ingleses, o alemanes, etc. De la misma manera, capitalistas argentinos realizan plusvalía en Argentina y la remiten a cuentas al exterior, etc. No veo por qué este tipo de operaciones deba contar como explotación de un país.

      Punto 2. La respuesta es similar a la anterior. Operaciones de carry trade se han hecho tanto con respecto a países adelantados como atrasados. Por caso, cuando la tasa de interés en Japón era significativamente más baja que en EEUU. A nadie se lo ocurrió afirmar que Japón explotaba a EEUU.

      Punto 3. Traté esta cuestión en otras notas, y en Economía política del subdesarrollo y la dependencia. Aquí señalo algunos puntos de manera rápida: a) la burguesía y el Estado argentino tomaron deuda libremente; no hubo ningún tipo de coerción colonialista; b) esa deuda en lo fundamental sirvió para financiar la fuga de capitales realizada por la propia clase dominante argentina (¿o van a decir ahora que la fuga de capitales también fue una imposición colonialista?); c) gran parte de la deuda externa está en manos de tenedores argentinos.

      Punto 4. Las inversiones de los países adelantados en los países atrasados también contribuyeron al desarrollo capitalista de los países atrasados (como señaló Marx que sucedería con India; como también afirma Lenin). ¿Por eso alguien va a afirmar que los países atrasados se beneficiaban de «parasitismo»? Las inversiones, fueran en el extranjero o en el propio país contribuyeron a la acumulación en los países adelantados y en los países atrasados. De lo contrario no se explicaría el desarrollo del capitalismo globalizado. Para decirlo de otra manera: los que «pagan la cuenta» son los trabajadores, no los países. Son los trabajadores asalariados los que producen la plusvalía que es apropiada y reinvertida por los capitalistas. ESTE es el tema central, que la izquierda nacionalista siempre trata de disimular.

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      rolandoastarita

      07/04/2019 at 22:54

  2. Rolo
    Que es lo que si tiene de imperialistas los paises centrales? es lo geopolitoco o lo politico? o sea entiendo que en el sentido economico no existe pero en que aspecto existe por ejemplo en el militar como cuando estados unidos y otros invaden irak o afganistan o cuando rusia invade siria?

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    benjamin

    07/04/2019 at 20:24

  3. La empresa brasileña Odebrecht, financiaba candidaturas en diversos países. Los presidentes electos patrocinados por esta corrupta empresa tuvieron que pagarle todos los favores recibidos, sobre todo con licitaciones amañadas. A partir de ello Odebrecht obtenía mucho poder político. Ponía y sacaba ministros, sobornaba a congresistas, autoridades locales y regionales, etc. Mediante lobbies hacia aprobar leyes dices que los favorecía.

    En un país determinado esa era su forma de actuar desde hace más de 20 años. En un caso dado construye una carretera. A nivel internacional el costo de construcción de esa carretera era como 1000, pero valiéndose de sus influencias políticas, sobornos y coimas llegó a cobrar 4000. Obtuvo un extra de 3000.

    ¿Se puede considerar estos 3000 como un beneficio extra logrado por medios extraeconómicos?

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    Amauta

    08/04/2019 at 06:09

    • Sí, son beneficios obtenidos por medios políticos, no por generación de valor (como ocurre con las plusvalías extraordinarias, que explica Marx). La empresa obtiene beneficios porque controla un poder político que le permite apropiarse de plusvalía.

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      rolandoastarita

      08/04/2019 at 08:55

  4. Claro. Por eso cuando en algún país tercermundista rechazan a las corporaciones financieras e industriales monopólicas d los países imperialistas, los ejércitos van con las banderas d esas corporaciones y no con las d los Estados donde se desarrollaron.
    Por eso Lenin es el más grande revolucionario del siglo 20 y d la historia d la humanidad, y Rolando Astarita un pobre boludo con delirios d grandeza que quiere hacerse famoso contradiciendo al gran Illich.
    Astarita vive en Marte. Por ahí allí la realidad sea como él la caracteriza. Acá, en la Tierra, las cosas se dan tal cual lo describió Lenin.

    Por eso Lenin vive y vivirá en los libros d historia, y a Astarita no lo recordará nadie con el paso d los años

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    Gustavo Robles

    08/04/2019 at 09:19

    • Es una regla del blog no publicar comentarios con insultos. Hago la excepción con usted por esta vez. Pero no le volveré a publicar otro comentario con agresión personal. Después de todo, presentar algún argumento razonado no puede ser tan difícil. Haga la prueba, por ahí le sale.

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      rolandoastarita

      08/04/2019 at 09:27

    • Para Gustavo Robles

      Parece que para Usted el principio de autoridad es fundamental. Si lo dijo Lenin, es así. No se puede discutir. Es palabra sagrada. Como la Biblia para los cristianos.

      Lenin nunca fue infalible, como los católicos creen que es el Papa.

      Uno de los errores más trágicos de Lenin lo destaca Trotsky en su libro Historia de la Revolución Rusa cuando se lanzó la ofensiva del Ejército Rojo contra Polonia en 1920, en plena guerra civil.

      Ver aquí: https://es.wikipedia.org/wiki/Batalla_de_Varsovia_(1920)

      Trotsky, jefe máximo y organizador del Ejército Rojo, estuvo en desacuerdo con esta ofensiva. Lenín, en cambio apoyó la ofensiva, que resultó en una derrota gigantesca del Ejército Rojo. Y el principal responsable de esta derrota fue Lenín, la autoridad máxima del Partido Bolchevique.

      Ante este acontecimiento Trotsky en su Historia dice lo siguiente:

      «Hoy, los epígonos pintan a Lenin, en sus obras, como los pintores de iconos de Susdal acostumbran, a representar a los santos y a Cristo: donde quieren trazar una imagen ideal, resulta una caricatura. Por mucho que los pintores de santos se esfuerzan en remontarse sobre su propia mediocridad, acaban vertiendo sobre la tablilla -pues no pueden por menos- el espíritu de que disponen, y lo que nos ofrecen, al fin y al cabo, es su propio retrato, un tanto embellecido.

      Y como la autoridad de los epígonos descansa, pura y exclusivamente, en el anatema fulminado contra los que pongan en duda su infalibilidad, resulta que el Lenin con que nos encontramos en sus obras no es aquel estratega revolucionario que sabía orientarse de un modo genial a la vista de cada situación, sino una especie de aparato automático que, apretándole un botón, echaba soluciones infalibles para todos los problemas.

      Fui el primero que aplicó a Lenin la palabra genio, cuando los demás no se atrevían todavía a pronunciarla. Sí, Lenin era un genio, un perfecto genio humano, lo cual no quiere decir que fuese una máquina calculadora que funcionase de un modo infalible. Lo que ocurría era que los errores que él cometía eran muchos menos de los que cualquier otro hubiera cometido, puesto en su lugar. Pero también Lenin se equivocaba a veces, y sus errores, cuando los tenía, eran errores grandes, gigantescos, como todo en él.» Fin de la cita.

      Gustavo Robles, parece que Usted ve a Lenín «como los pintores de iconos de Susdal acostumbran, a representar a los santos y a Cristo».

      Que cada quien piense con cabeza propia y saque sus propias conclusiones.

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      La duda metódica

      08/04/2019 at 14:19

    • Corrección: la cita de Trotsky es del libro Mi vida, No es en su Historia de la Revolución Rusa.

      Ver aquí: https://www.marxists.org/espanol/trotsky/1930s/mivida/index.htm

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      La duda metódica

      08/04/2019 at 17:31

  5. Rolando, ante todo le pido disculpas por el off topic. Qué opina sobre Gerald Cohen y su socialismo de mercado como «segunda mejor opción»? Ha escrito algo al respecto?

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    Martín

    08/04/2019 at 12:00

  6. ROLO , una palabra brillante, RAUL

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    Anónimo

    08/04/2019 at 15:03

  7. Un necesario paréntesis.

    Una vez más queda demostrado que cuando no hay argumentos para rebatir al oponente lo único que queda son los insultos. El señor Gustavo Robles habla con rabia, pero ¿porqué?. Hasta en eso tenemos que ser racionales.

    desde mi punto de vista, la razón es que por estos tiempos muchos dirigentes y activistas populares y políticos de la izquierda oficial, ven en ella una forma de hacer una carrera profesional que, si hay suerte, puede rendir muy buenos dividendos. Por eso dentro de sus objetivos prioritarios está el de prepararse, y el activismo político y sindical sirve para ello, para llegar a ser alcaldes, regidores, gobernadores, congresistas, funcionarios públicos bien remunerados etc. Para ellos toda la política se reduce a eso.

    Dentro de esta lógica deben esforzarse por ganar notoriedad ante un potencial electorado y lograr un puesto de importancia en su grupo político. Pero sobre todo el grupo político tiene que esforzarse en conjunto para ser mucho más numeroso y llegar al control de muchas formas de organización de masas cómo comités vecinales, sindicatos, gremios, asociaciones, etc. Requisito indispensable para que el grupo político logre un posicionamiento de importancia en el mercado de votos. Por su puesto que, dentro de su lógica, el esfuerzo que realizan y el tiempo que dedican al trabajo político no tiene porque ser gratuito. Faltaba más. Lamentablemente muchos jóvenes perciben ello y se contagian.

    De esta forma llegamos al centro neurálgico del problema. Pues resulta que las opiniones o discursos de los disidentes de la izquierda oficial (cómo Astarita) juegan un papel desarticulador bastante serio en estos grupos políticos, que siembran reflexiones y cuestionamientos molestosos y antipáticos, sobre todo, en las reservas juveniles de estos grupos. Los disidentes de la izquierda oficial funcional al sistema, son cada vez trabas más peligrosas para los proyectos mercantiles de estos grupos. De ahí la rabia.

    Un viejo dirigente barrial guevarista me decía no hace mucho: “Discrepamos sobre el tema de Venezuela pero estas discrepancias son muy respetuosas”. le respondí que a pesar de ellos nunca habíamos dejado de ser camaradas. Seguidamente me dio una información muy importante: “lo sorprendente es que muchos de los que antes eran sus amigos ahora lo odian como si fuera la peste”. “Porque ellos ahora son electoreros y desarrollan un activismo político funcional al sistema. El odio de ellos lo tomo como una señal muy clara de que estoy en el camino correcto”, le respondí.

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    Amauta

    08/04/2019 at 15:13

    • Amauta, yo también me hago la pregunta «El señor Gustavo Robles habla con rabia, pero ¿porqué?». Sin embargo no me parece tan complicado. Me parece que no hace falta dirigente político buscando ascenso para explicar el enojo. Podés encontrarlo en cualquier típico lector de página 12, consumidor de 678, etc que encuentres en la cola de la verdulería: cualquier crítica desde el marxismo generará molestia ya que no «entra» en su razonamiento binario Nac & Pop. Por lo tanto «estás en contra» y «le hacés el juego a la derecha».
      También están los marxistas-leninistas-maoístas, no les toques a Lenin porque te saltan al cuello. De Marx sólo saben que se llamaba Groucho

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      Tavo

      10/04/2019 at 10:03

    • Veo que esos opinantes ocultos en “alias”, que quién sabe quiénes serán (Amauta y La duda miediática), han centrado su crítica en la mía, y dicen que “insulto” al muchacho que escribió la lamentable nota de referencia, cuando sólo lo describo. No creí que hiciera falta ninguna argumentación más que la que dí (porque la di, pero parece que la muchachada “astaritense” lee lo que quiere), dada la mediocridad autorreferencial del texto de Astarita.
      Pero qué se le va a hacer, la izquierda está llena de pequeñosburgueses que se creen los dueños de la verdad. Lo de Amauta ni pienso contestarlo, no vale la pena.
      Al que se oculta detrás del alias “la duda miediática” le digo que soy marxista y soy leninista, y como tal, no hago culto de ninguno de ellos: tengo muy en claro que el espíritu crítico es la columna fundamental en la que se apoya nuestra ideología. Entonces, aclarado ese punto, le digo que planteo que Lenin tiene razón no porque él lo dice, sino porque describe acertadamente la realidad.
      Me resulta increíble que gente que se dice marxista no entienda el caracter del Estado Burgués tal cual lo explicaron Marx y Engels y planteen que no existe el imperialismo tal cual describe Lenin, que se ajusta al mundo en el que vivimos.
      Después les pego un escrito del profesor Hugo Azcurra, que es mucho más bueno que yo y tiene mucha más paciencia para estas cosas, donde refuta contundentemente lo que se expresa en la nota que disparó este debate.
      A pesar de todo, saludos cordiales

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      Gustavo Robles

      10/04/2019 at 16:59

  8. Sería bueno incluir la explotación con extracción de plusvalía que realizan los “nuevos y supuestos paises “comunistas” como Corea del Norte con el envío de trabajadores a china, África, Rusia, Polonia, etc, etc. Súper explotados y acumulación de la plusvalía por el régimen para su avanzada de armas nucleares.

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    Juan

    09/04/2019 at 08:52

    • Lo de Corea del Norte roza incluso el precapitalismo. Es, en la práctica, un sistema de esclavitud. Los trabajadores que son enviados a Rusia, China, Polonia, etc., no tienen ningún derecho gremial. Se les descuenta, para el Partido, hasta el 90% de su salario. Pueden ser obligados a trabajar mucho más de las 8 horas. Es frecuente que los descansos sean de 1 o 2 días al mes. No desertan porque temen las represalias que, por lo general, toma el régimen contra las familias de los desertores (una condición para ser contratado para trabajar en el exterior es la de estar casado y tener esposa hijos, que quedan en Corea). ç

      Un equipo de la BBC hizo un documental en que se recogen pruebas de esta situación, y testimonios de trabajadores. Todo lo cual no es obstáculo para que haya gente de izquierda que defiende (siempre con el argumento del «antiimperialismo» al régimen coreano.

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      rolandoastarita

      09/04/2019 at 10:42

    • Hola Rolando, ¿recordás el nombre del documental? Abrazo

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      Tavo

      10/04/2019 at 09:43

    • No lo recuerdo, lo vi en canal Encuentro, incluso había comenzado.

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      rolandoastarita

      10/04/2019 at 11:21

  9. Muy agradecido por su respuesta Prof. Astarita, aquí viene otra:

    Volviendo al comentario de la empresa corrupta Odebrecht que por una obra cobra 4000 valiéndose de sus influencias políticas, sobornos y coimas, cuando internacionalmente el costo de su construcción es 1000, obteniendo un extra de 3000.

    Obviamente esos 3000 no es plusvalía extraordinaria. Es un robo o saqueo extraeconómico. Dicho esto, resulta necesario precisar ¿quién o qué es la víctima del robo: la clase trabajadora, el estado burgués o la nación burguesa?

    Por su puesto que de esos 3000 ha “chorreado” para burócratas, políticos, funcionarios, capitalistas nacionales asociados, grandes y pequeños, etc. Obviamente la mayor tajada se lo lleva la empresa extranjera. Debe tenerse en cuenta que si no hubiera sido Odebrecht, la corrupción interna se habría apropiado de esos fondos. Muchos capitalistas nacionales que no se beneficiaron del “chorreo” se unirán a las protestas que denuncian el hecho, más por codicia insatisfecha que por “amor a la patria”.

    De pronto ocurre un hecho muy curioso: una parte del estado burgués (fiscales y procuradores) irrumpen iracundos en el escenario abriendo procesos judiciales y dictaminando prisiones preventivas a posibles implicados en el escándalo. Obviamente que, destapado el escándalo, la justicia burguesa tiene que justificar su existencia ante la ciudadanía de alguna manera.

    Precisando:

    ¿Odebrecht le robó al estado burgués? Este estado, desde sus más altos niveles de poder, también se “mojó” con el “asalto”, por tanto es cómplice.

    ¿Le robó a la nación? Nación son todas las clases: explotadoras y explotadas. La nuestra es una nación burguesa porque domina la burguesía. Esta nación santifica la corrupción y le sirve como un medio de acumulación. ¿Qué se puede esperar de esta nación que no sean medidas efectistas para consuelo de las galerías?

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    Amauta

    10/04/2019 at 02:59

  10. Veo que esos opinantes ocultos en «alias», que quién sabe quiénes serán (Amauta y La duda miediática), han centrado su crítica en la mía, y dicen que «insulto» al muchacho que escribió la lamentable nota de referencia, cuando sólo lo describo. No creí que hiciera falta ninguna argumentación más que la que dí (porque la di, pero parece que la muchachada «astaritense» lee lo que quiere), dada la mediocridad autorreferencial del texto de Astarita.
    Pero qué se le va a hacer, la izquierda está llena de pequeñosburgueses que se creen los dueños de la verdad. Lo de Amauta ni pienso contestarlo, no vale la pena.
    Al que se oculta detrás del alias «la duda miediática» le digo que soy marxista y soy leninista, y como tal, no hago culto de ninguno de ellos: tengo muy en claro que el espíritu crítico es la columna fundamental en la que se apoya nuestra ideología. Entonces, aclarado ese punto, le digo que planteo que Lenin tiene razón no porque él lo dice, sino porque describe acertadamente la realidad.
    Me resulta increíble que gente que se dice marxista no entienda el caracter del Estado Burgués tal cual lo explicaron Marx y Engels y planteen que no existe el imperialismo tal cual describe Lenin, que se ajusta al mundo en el que vivimos.
    Después les pego un escrito del profesor Hugo Azcurra, que es mucho más bueno que yo y tiene mucha más paciencia para estas cosas, donde refuta contundentemente lo que se expresa en la nota que disparó este debate.
    A pesar de todo, saludos cordiales

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    Gustavo Robles

    10/04/2019 at 13:35

    • Vuelvo a decirle que en el blog no se aceptan comentarios con insultos y agresiones a personas. Y no vale disfrazar las agresiones con «describo al sujeto».

      Por otra parte, no sé qué tiene que ver la caracterización del Estado burgués de Marx y Engels con la discusión sobre la teoría del imperialismo de Lenin, la cual, naturalmente, Marx y Engels no conocieron.

      En cuanto a sus argumentos, sigo entonces esperando. Además de afirmar que lo que escribió Lenin explica mejor la realidad, hay que demostrarlo. Demostrar, por ejemplo, que en las décadas que siguieron a 1880 se manifestaba en el capitalismo una clara tendencia al estancamiento. Demostrar, por ejemplo, que los datos de Maddison están equivocados (¿Azcurra demuestra que están equivocados?). O demostrar que los superbeneficios de las grandes empresas de EEUU de aquella época no se explican por las plusvalías extraordinarias «a lo Marx», sino por manipulación y poder de mercado (¿lo demuestra Azcurra?). O por extracción del excedente de las colonias (¿Azcurra demuestra que los superbeneficios de las empresas americanas a principios de siglo provenían de sus colonias? ¿de cuáles?). O demostrar, con las citas correspondientes, que el taylorismo y el fordismo se desarrollaron en base al «parasitismo» colonialista (¿Azcurra también demuestra esto?). O demostrar que Brasil, por ejemplo, es explotado por Alemania o EEUU (estoy ansioso por conocer los argumentos de Azcurra).

      En fin, hay que demostrar con argumentos teóricos (por ejemplo, en base a la teoría de la plusvalía que desarrolló un tal Carlos Marx) y con evidencia empírica. Tal vez esto lo ponga nervioso y eso explique sus insultos. En este sentido, lo entiendo. La impotencia intelectual puede suscitar este tipo de reacciones. Pero tiene que tratar de controlar sus impulsos y entender que con prepotencia no gana un milímetro en materia de argumentación razonada (¿entiende lo que quiere decir «razonada»?).

      Por último, yo no he negado que hoy existe el imperialismo (puede ver, por ejemplo, aquí). Lo que he dicho es que la teoría del imperialismo de Lenin ya estaba equivocada para su época, y que actualmente tiene menos aplicación que a principios de siglo XX. Por lo cual, lo menos que podría hacer antes de insultar es informarse.

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      rolandoastarita

      10/04/2019 at 14:53

    • Para Gustavo Robles

      Hasta ahora no ha respondido con ningún argumento razonado acerca de lo planteado en esta nota sobre los errores de Lenin con el tema del imperialismo.

      Para ampliar la polémica y para que argumente en forma razonada su disidencia, le recomiendo que lea también la siguiente nota, publicada en este mismo blog, sobre la ambigüedad, en realidad la dualidad teórica, del concepto de imperialismo en Lenin y otros autores.

      La nota tiene como título: «Imperialismo en Lenin, análisis crítico»

      Ver aquí: https://rolandoastarita.blog/2011/03/23/imperialismo-en-lenin-analisis-critico/

      «Pero cuando hablamos de “ambigüedad” estamos aludiendo a una situación equívoca, esto es, a aquello que admite más de una interpretación y carece de precisión. Sin embargo, pensamos que en la base del problema existe otra cuestión, que es de dualidad teórica, y se vincula al hecho de que el enfoque del imperialismo introduce una matriz de pensamiento cualitativamente distinta a la desarrollada por Marx, que se basa en la teoría del valor trabajo. En otras palabras, existen en el fondo dos teorías. Una, de Hilferding y Lenin, que dice que los precios se establecen por el poder de mercado de las corporaciones. La otra, de Marx, sostiene que los precios se determinan de manera objetiva en los mercados, a través de la competencia. Y si bien cada una de estas tesis da lugar a desarrollos y perspectivas globales distintas, en las tesis clásicas del imperialismo ambas coexisten, sin hacerse nunca explícito que había un problema que podríamos llamar “de unificación teórica”.» Fin de la cita.

      Por cierto, lo de «pequeñoburgueses» me hace sonreír por el recuerdo de las descalificaciones «revolucionarias» de la década del 70. En fin, nada nuevo bajo el sol. Pasan los años y la moda continúa. Descalificaciones típicas de los que no tienen argumentos.

      «Una de las cosas que más daño ha causado a los movimientos de izquierda, en particular a los que se reclaman marxistas, han sido las formas y métodos mediante los cuales se “zanjan” los debates políticos e ideológicos. Es un hecho común que ante diferencias se lanzan invectivas injuriosas y calumnias del más diverso tipo.» Fin de la cita.

      Ver aquí: https://rolandoastarita.blog/2011/03/15/metodos-de-discusion-en-ambitos-de-izquierda/

      Sería muy interesante que Usted, desde su «olimpo proletario», nos de una lección bien argumentada a los «pequeñoburgueses» de lo que realmente es el imperialismo.

      Y, por favor, sea serio, no descalifique: argumente. Haga un esfuerzo. No cuesta mucho.

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      La duda metódica

      10/04/2019 at 16:48

    • Gustavo Robles «atrévete a pensar por ti mismo» decía Kant, dejá de aclarar porque oscurece, te digo yo. Intenta dar argumentos que aporten al debate y dejá de llamar a gente para que hable por vos. Esperamos tus argumentos y dejá la descalificación personal para la cancha. Saludos

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      Cristian

      19/04/2019 at 12:45

  11. Como te dije, Asatarita, Azcurra es mucho más bueno y paciente que yo. Él hizo algo que yo no haría nunca, que es darle una respuesta académica a algo que no lo merece, por inexacto, por mediocre, por tergiversador, por soberbio, por autorreferencial y por insultante (izquierda «nacionalista» las pelotas). Provocás y no te bancás las consecuencias. Creés que te insulta el que describe, el que dice lo que piensa, el que no está de acuerdo con lo que cacareás. Allá vos.
    De todos modos, bien por Azcurra.
    Que te aproveche, en una de esas aprendés algo, aunque no creo que te bajes del caballo al que no te subió nadie.
    Saludos a tu ego, infinitamente más grande que tu mediocre marxismo…de Groucho

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    Gustavo Robles

    10/04/2019 at 17:15

    • Mi Dios ¡que descarga!

      Tenga cuidado que le puede dar una crisis hipertensiva.

      Parece un guerrero «proletario» del teclado cuando descarga su furia. Cuide su salud, por favor. El contenido de este blog le puede producir un infarto de miocardio.

      Solo quiero hacerle tres preguntas para ubicarlo mejor en su posición política:

      ¿Venezuela es un país capitalista, burgués?

      ¿Qué opina Usted de la dictadura militar burguesa de Maduro?

      ¿Venezuela es un país explotado por el imperialismo?

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      La duda metódica

      10/04/2019 at 18:50

    • No alimentes al troll, Rolo. Se que lo haces porque el nacionalismo prima entre la izquierda y es una debilidad fundamental, pero ya has planteado con claridad tus argumentos sucesivas veces, has destrozado el planteo de Lenin, pero sabés q a esta gente a la q no le entra ningún argumento. Es cuestión de explicaciones fáciles. Es muy fácil y cómodo echar culpa de todo a eeuu. Ya tus argumentos están ahí, q cada uno saque sus propias conclusiones. Vos, a lo tuyo. Q no te quiten tiempo. Abrazo.

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      Gus

      10/04/2019 at 19:12

    • De todas maneras, no creo que sea troll. Es gente convencida de que no hay que examinar todo a la luz de la evidencia empírica y del razonamiento teórico. Pero además, es muy significativo cómo se repiten los ataques. La idea de que todo aquel que cuestiona a las «autoridades» (sea el Comité Central, sea el líder, sea alguno de los referentes teóricos como pueda ser Marx o Lenin) es un «intelectual pequeño burgués pajero de la teoría», etcétera. Obsérvese que con estos argumentos tampoco estaríamos autorizados a, por ejemplo, cuestionar la forma en que Marx argumenta la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia. Una persona con esta mentalidad es la que responde cosas como «Okishio es un intelectual que no sirve para nada, y por eso no tiene razón».

      Es el método típico para ahogar cualquier forma de pensamiento crítico. Son formas brutales, que han hecho y siguen haciendo mucho daño. Hay que imaginarse a uno de estos sujetos como comisarios políticos, al frente del Ministerio del Interior, o del Departamento de Cultura, de un gobierno «revolucionario y socialista». Es que lo que expresan en un debate es el producto de una concepción de sociedad.

      Un agregado: no es casual la similitud de estos procederes con la forma en que la Iglesia (la católica, al menos) siempre buscó ahogar el pensamiento crítico. Recordemos que para la Iglesia el peor pecado es la soberbia del pensamiento (ver aquí). «Usted es un pigmeo frente a la grandeza de Dios y la Santa Iglesia». Palabras más o menos, es lo que dice Azcurra: «usted no debe atreverse siquiera a pensar, porque usted es un insignificante intelectual…», etcétera. Y esto es lo que predomina en la izquierda. Por eso, no se trata solo de trols. Estamos ante una concepción política de larga tradición y muy asentada.

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      rolandoastarita

      10/04/2019 at 20:05

    • Siempre he pensado que los comentarios con la «furia» al estilo de Gustavo Robles y/o Azcurra son muy útiles para los lectores del blog, entre los que me cuento.

      Se aprende mucho, debido al contraste entre las posiciones. Por esta razón hay que insistir sobre la necesidad de pensar con cabeza propia y sacar nuestras propias conclusiones.

      Siempre recuerdo el libro de Pierre Broué, El Partido Bolchevique, cuando analiza la composición del Comité Central elegido en el VI Congreso, en julio de 1917. Fue llamado el «Congreso de la Unificación» de las diversas corrientes revolucionarias que se incorporaron al Partido Bolchevique.

      Broué dice lo siguiente: «El partido bolchevique protagonista de octubre, que para el mundo entero habrá de ser «el partido de Lenin y Trotsky», acaba de nacer: como lo afirma Robert V. Daniels, «la nueva dirección lo era todo salvo un grupo de disciplinados papanatas»».

      Agregando que esta es una de las principales razones por las cuales Stalin liquidó físicamente al grueso de los integrantes del Comité Central que dirigió la revolución rusa y la guerra civil. Stalin logró así formar un «grupo de disciplinados papanatas», aduladores y compañeros de ruta de la peor especie.

      Ver aquí: https://www.marxists.org/espanol/broue/1962/partido_bolchevique.htm

      En otras palabras, para no correr el peligro de ser unos «disciplinados papanatas», es conveniente razonar y argumentar con cabeza propia para llegar a nuestras propias conclusiones.

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      La duda metódica

      10/04/2019 at 21:27

    • Ok. No es un troll. Es un necio. Por supuesto que en la izquierda existe eso de «el que me critica es pq no es revolucionario». Por eso me parece perfecto q machaques contra eso, pero, en mi opinión, cuando a una persona se le dan argumentos, y en vez de rebatirlos, sale a repetir frases hechas, con palabrerío intrincado, pero vacío, huevo, lamentablemente no hay q darle más pelota. O sea, cuando se nota que alguien no está dispuesto a «no examinar a la luz de la evidencia empírica y el razonamiento teórico» de qué le sirve al socialismo científico? Mejor que siga por otro lado. Fíjese que el muchacho habla del marxismo como «nuestra ideología». Corregime si me equivoco, pero Marx no consideraba a su teoría una ideología. Me hizo acordar a la anécdota q una vez contaste sobre no se quien (Katz?) que se refería al capital como un muy útil relato, en vez de calificarlo como conclusiones científicas.

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      Gus

      10/04/2019 at 23:23

    • Creo que voy a volver a escribir sobre estos métodos de discusión en la izquierda. En especial. sobre este criterio de iglesia. Más de una vez me tropecé con la exigencia de guardar una obediencia ovejuna ante la palabra establecida por alguna «autoridad». Es una forma de ahogar expresiones criticas. La he visto en burócratas y amanuenses intelectuales de variado tipo.

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      rolandoastarita

      10/04/2019 at 23:36

    • El tema de la ideología en Marx es interesante, y desconozco si Rolando ha escrito al respecto.
      Como sabemos, Marx entiende a la ideología como falsa conciencia, como racionalizaciones intelectuales que enmascaran los intereses de una clase. Los críticos al marxismo han sostenido reiteradamente que si seguimos los términos de su propia enunciación, la teoría marxista también habría de ser una ideología, esto es, el reflejo ideológico de la clase trabajadora.
      Las pocas respuestas que conozco a esta crítica -bienvenido sea el aporte de algún lector del blog-, van desde que el proletariado posee características únicas que aseguran la posibilidad de generar una teoría que no sea una ideología (poseen una conciencia de la realidad correcta y no ilusoria) hasta que el proletariado está exento de ilusión en la medida en que no existen diferencias significativas entre sus intereses y los de la «humanidad».
      Es necesario continuar con este tipo de debates.

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      Martín

      11/04/2019 at 13:00

    • Hablando de ese «criterio de iglesia», Rolo, alguna vez lei algo (que creo recordar interesante) de Horacio Tarcus en la revista «El Rodaballo» respecto a estos posibles paralelismos entre «institucion religiosa/secta» y ciertos partidos de izquierda. Una pena no recordar el nombre del ensayo.

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      Tavo

      11/04/2019 at 01:52

    • «Provocás y no te bancás las consecuencias»
      Disentir es provocar y merece tener consecuencias. Asco dan, tan rancio pensamiento y lo quieren vincular al marxismo.

      «Creés que te insulta el que describe, el que dice lo que piensa, el que no está de acuerdo con lo que cacareás»…»astarita es un pobre boludo», «un pigmeo», «onanista pequeño-burgues» ¿En que mundo esto no son insultos?

      «Él hizo algo que yo no haría nunca, que es darle una respuesta académica a algo que no lo merece» Dudo que des alguna vez una respuesta académica a cualquier cosa que contradiga a tu dogma o tus ídolos.

      El estilo es el hombre y acá se notan bien claro dos estilos.

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      german

      11/04/2019 at 11:42

    • Quito el Comentario en el que se transcribe el artículo de Azcurra. El enlace está en la nota del blog -«Criterio religioso en debates en la izquierda».
      Aclaro que esta sección no es para publicar artículos. Son Comentarios. En todo caso, pongan enlaces.

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      rolandoastarita

      11/04/2019 at 12:04

    • Martín, el modo en que lo entiendo yo es el siguiente. La ciencia avanza por medio del desarrollo de hipótesis que pone a prueba. Bien, Marx muestra en el capital como Aristoteles estuvo muy cerca de llegar a las conclusiones de Ricardo acerca del valor, es decir a crear una teoría del valor trabajo, pero no pudo pq en su sociedad no se podía equiparar el trabajo de un esclavo al de un ciudadano. Algo similar ocurre a Ricardo, avanza en la teoría del valor trabajo, pero se traba cuando tiene que explicar la tasa de ganancia media. Es que no se puede explicar adecuadamente la ganancia, dado que Ricardo no puede ni siquiera pensar que la ganancia es plusvalor. Entonces las relaciones de clase están frenando el avance científico y entonces esas teorías se vuelven ideología. Porque hay que sostener postulados (en Ricardo, por ejemplo, que el salario paga el trabajo del trabajador) que no están comprobados empíricamente. Ahora bien, el socialismo científico no tiene este problema y puede avanzar en la teoría, dado q no defiende un interés de clase, sino el de una sociedad sin clases. Arribar al concepto de plusvalor no pone en riesgo un privilegio de clase,por eso es camino allanado y se puede alcanzar dicho conocimiento. En realidad no es solo el concepto de plusvalor, sino ya toda la forma valor a la que arriba Marx. Rolo explica por ahí que, con mucho atino, los austriacos atacan la nocion de valor de marx y los clásicos, pues si la reconocieran, tendrían que arribar lógicamente a las conclusiones de marx. Pero su Interes de clase no se lo permite. El proletariado no tiene un interés de clase privilegiada, su interés objetivo es de acabar con la explotación y, por ende, con la sociedad de clases. Por eso rompe con la falsa conciencia.

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      Gus

      12/04/2019 at 11:55

  12. ¿Y esta es la respuesta?

    a) Cuando se habla de tendencia se está hablando de lo que prima. Tendencia al estancamiento significa entonces que lo que prima no es el desarrollo de las fuerzas productivas. He presentado datos. ¿Qué dice Azcurra frente a ellos? Nada.

    b) ¿Por qué dice Azcurra que mi enfoque no puede explicar las guerras interimperialistas? He tratado esta cuestión en «Valor, mercado mundial y globalización», desarrollando una idea que está en Mandel y Arrighi. Pero además, explicando por qué desde hace más de siete décadas no hay guerras entre las potencias.

    c) He tratado largamente la cuestión del intercambio desigual. Por eso no lo traté en la nota. Pero he presentado extensos argumentos para explicar por qué no puede haber transferencia de valor en la mayor parte de los casos en que se ha planteado la existencia de intercambio desigual (tesis de Mandel, Shaikh y Carchedi). Con el agregado que no hay manera de encajar intercambio desigual cuando se trata de renta agraria, minera o petrolera. ¿O van a decir que la venta de petróleo por parte de Arabia Saudita implica transferencia de valor a las potencias industriales? ¿O que la implica la venta de soja a China por parte de Argentina?

    d) Que el nacionalismo existía antes de Marx y Engels es sabido. Pero…. ¿por esto hay que ser nacionalista cuando el nacionalismo no juega ningún rol progresista?

    e) He afirmado que los superbeneficios de empresas como las de Estados Unidos en las décadas que arrancan en 1880 no se pueden explicar por los superbeneficios coloniales, como hace Lenin. Y que se explican muy bien con la teoría de la plusvalía de Marx, que Lenin no menciona siquiera. ¿Qué dice mi crítico? Pues que Lenin efectivamente aplica la teoría de la plusvalía de Marx, aunque no lo dice. ¿Pero cómo lo va a decir si no hay palabra de la explicación de Marx de las plusvalías extraordinarias? ¿Cómo lo va a decir si el acento está puesto en las ganancias coloniales? Entonces repito: ¿de qué manera se pueden entender los superbeneficios de empresas estadounidenses (o alemanas), a principios de siglo, con el argumento «parasitismo que vive de la explotación colonial»?

    f) Entiendo el odio que despiertan mis afirmaciones en los nacionalistas. Y máxime cuando se viene con años de educación stalinista. De manera que los insultos («Astarita se ha pasado al campo del “onanismo” pequeño-burgués pretencioso y arrogante»; «Astarita pigmeo») de mi crítico no me sorprenden. Están en su naturaleza. Es la manera en que se discute habitualmente en la izquierda (ver aqui). La descalificación personal cuando no se tienen argumentos. Lamentable, pero real.

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    rolandoastarita

    10/04/2019 at 18:06

  13. Marx llamó a aristoteles gigante del pensamiento, y a no se quien, en contra punto con aristoteles, pigmeo del pensamiento. Me hacen reír estos que se hacen los marx escribiendo. Se creen a la altura y no son más que chiquitines imitando. Patético. De la argumentación científica, ni ganas me dio de leerla. Este tema para mi ya está saldado. Es tan obvio. Es como los que plantean que el problema de la selección argentina es Messi. Es tan obvio que no es así, que ni ganas de discutirlo. Es un debate caduco que lo siguen reflotado pq es atractivo. No llenas una sala hablando de plusvalía relativa y análisis de productividad. Sí la llenas vociferando contra el imperio.

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    Gus

    10/04/2019 at 19:17

  14. Rolo, mas allá que no aporta a la cuestión en si de esta nota porque no desmiente los argumentos presentados ni valen las citas de autoridad como argumento, hay una cita de Marx que me llama la atención en esa nota que te dedican:

    «Dentro de un país, las pérdidas y las ganancias se compensan. Pero no ocurre lo mismo entre diferentes países. E incluso teniendo en cuenta la teoría de Ricardo –cosa que Say no dice– pueden cambiarse tres jornadas de trabajo de un país por una de otro. La ley del valor sufre aquí una modificación importante. O las jornadas de trabajo de diferentes países pueden comportarse las unas con respecto a las otras tal como se comportan dentro de un país el trabajo calificado, trabajo complejo y el trabajo no calificado, trabajo simple. En este caso el país rico explotará al pobre, como lo ha expuesto también J.S. Mill en su obra Some Unsettled Questions, etc.” (K. Marx; Teorías sobre el Plusvalor; FCE, 14; p. 91).»

    ¿Marx tomaba una postura a favor de la teoria de la explotacion economica de paises o cual es significado que tiene esa frase segun el contexto? Pregunto porque quise buscar la cita en un pdf de «Teorias sobre la plusvalia» de FCE y no pude encontrar la cita.

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    german

    11/04/2019 at 13:51

    • El problema con esa cita es que no encaja en una teoría de explotación. Si debido a diferencias entre trabajo simple y complejo, o debido a diferencia tecnológica, 1 hora de trabajo del país adelantado equivale a 3 horas de trabajo del país atrasado, lo que existe es intercambio desigual en términos de horas de trabajo, no de valor. Es un caso que discuto en «Economía política de la dependencia y el subdesarrollo». Desde la teoría del valor trabajo, no hay forma de sostener que existe una transferencia de valor de un sector al otro.

      En esta cuestión, de todas maneras, tenemos el problema de que Marx no llegó a tratar el mercado mundial, como era su intención. Por otra parte, cuando se refiere a la explotación colonial de India, no lo hace en términos de alguna forma de intercambio desigual. Inglaterra tenía un intenso comercio con India, con las Indias Occidentales, China, y en ninguna parte surge, de los escritos de Marx, que haya planteado que hubiera transferencia de valor por vía de los intercambios comerciales.

      Más aún, en su escrito de 1850 sobre la crisis de 1847 (también en El Capital, en las referencias a esa crisis), explica cómo grandes casas comerciales inglesas fueron a la quiebra por haberse sobre expandido en las exportaciones de algodón a India y China, o en las importaciones de productos desde India y China, sin hacer alusión, en momento alguno, a que hubiera alguna suerte de explotación de India y China por vía del intercambio de mercancías. Es interesante ver cómo las grandes casas de negocios inglesas no estuvieron a salvo de las «generales de la crisis económica», a pesar del poder colonialista sobre India, Mauricio, las Indias Occidentales, etcétera.

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      rolandoastarita

      11/04/2019 at 14:19

    • Agregado: me olvidé de señalar la siguiente cuestión. Si no mantenemos la noción de que la empresa (o el obrero) del país con atraso productivo genera memos valor por unidad de tiempo que la empresa de otro país, con mayor productividad, deberíamos concluir en que, por ejemplo, Argentina explota a China por vía del comercio de soja (ya que recibe renta); o que Arabia Saudita explota a los países adelantados cuando les vende petróleo (por el cual recibe una elevada renta). O sea, tendríamos explotación entre países, pero al revés de lo que plantea la tradición tercermundista.

      En definitiva, para comprender teóricamente los fenómenos que estudiamos, no basta con amontonar citas. Hay que establecer la conexión teórica entre las cuestiones.

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      rolandoastarita

      11/04/2019 at 14:31

    • Estamos de acuerdo en que no hay transferencia de valor y no conocía nada en la obra de Marx que apuntara en este sentido, por eso me llama tanto la atención la cita.

      Ademas lo compara con la relación de trabajo complejo y simple dentro de un país y ahí no hay explotación, quiero decir, no hay explotación en el intercambio de trabajo simple y complejo dentro de un país, ¿porque cambiaría eso cuando el intercambio es internacional? Capaz le estoy dando mas vueltas de lo necesario a una cita suelta, pero es verdad que no encaja con nada de la teoría de Marx

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      german

      11/04/2019 at 14:47

    • Agrego otro asunto: estoy leyendo el primer Ensayo de Mill de «On Some Unsettled Questions Of Political Economy», y en ningún momento dice que un país explota a otro. Su discusión gira en torno a la teoría de Ricardo de las ventajas comparativas. Mill está de acuerdo con Ricardo y busca profundizar y complementar su análisis. De la tesis de ventajas comparativas no veo la manera de derivar alguna teoría de la explotación entre países. No lo plantea Ricardo, no veo que lo diga Mill, ni tampoco los neoclásicos que siguen esta teoría. Más aún, los marxistas que plantearon la existencia de explotación por intercambio desigual rechazaron siempre la teoría de Ricardo de las ventajas comparativas. Por otra parte, no veo que Marx alguna vez haya planteado que la teoría de las ventajas comparativas de Ricardo encerrara alguna teoría de la explotación entre países.

      De manera que todo indica que Azcurra cita ese pasaje de Marx a la manera en que citan los dogmáticos: sin haber analizado un momento lo que está citando. Es realmente un problema que en la izquierda se discuta de esta manera. Hay personas que citan sin ton ni son, creyendo que «ganan» discusiones de esta manera. A esto le llaman «ciencia».

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      rolandoastarita

      12/04/2019 at 12:53

  15. Muy valiente y honesta tu critica a Lenin. Keynes, en tu misma linea, en sus «Las consecuencias economicas de la paz» tambien describe el desarrollo del capitalismo 1870-191x como muy acelerado. Tambien esta el tema de la 2da Revolucion industrial que es mucho mas importante y mucho mas generalizada que la Primera

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    horacio camba

    19/04/2019 at 10:57

  16. Imperialismo y Nacionalismo son dos caras de la misma moneda. Todas las potencias imperialistas a principios del siglo XX tenían una política interna nacionalista. Los socialistas de aquél tiempo como Jean Jaurés o Rosa Luxemburgo lo tenían muy claro, y no es casualidad que hayan sido asesinados por fanáticos nacionalistas. Con la aparición de los nacionalismos «populares» esa caracterización cambió y postuló que existen nacionalismos malos (fascismo/imperialismo) y nacionalismos buenos (tercermundismo/separatismos). Pero la verdad es que están todos cortados por la misma tijera.

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    Bilbo Scrotón

    21/02/2020 at 16:36


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