Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Marxismo y reformismo frente al cambio tecnológico

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El cambio tecnológico es una constante en el modo de producción capitalista, y en la mayor parte de los casos sus consecuencias son pérdida de puestos de trabajo y las llamadas “racionalizaciones laborales”. Frente a esto, es frecuente que los reformistas convoquen a frenar el cambio tecnológico. En otros casos, activistas sindicales y organizaciones de izquierda demandan alguna forma de control obrero de la producción con el fin de impedir los despidos.

A los efectos de aportar elementos para el análisis, en esta nota presento textos de Rosa Luxemburgo y de Marx que sintetizan la posición clásica del marxismo frente a la introducción de la máquina, o la automatización.

Se trata de una cuestión de primer orden, ya que los capitalistas tratan de ganar mercado abaratando costos, y para ello introducen tecnología que ahorra mano de obra. Si la operación es exitosa, el capitalista innovador obtendrá una plusvalía extraordinaria, debida a la diferencia entre el precio prevaleciente en la rama –determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir- y el “valor individual” de su producto. Lo cual empujará al resto de los capitalistas de la rama a introducir la nueva tecnología. A su vez, cuando la nueva tecnología se generalice, desaparecerán las plusvalías extraordinarias… hasta que algún capitalista vuelva a introducir el cambio tecnológico (véase El Capital, cap. 10, t. 1, Siglo XXI). Así, bajo el látigo de la competencia, avanza el cambio tecnológico, y su contrapartida: el desplazamiento de los obreros por la máquina, esto es, la recreación permanente del ejército de desocupados.

Pero además, la máquina y la automatización avanzan en oposición directa a la presión salarial de los trabajadores. Es que a medida que los salarios se elevan, amenazando las ganancias, la introducción de la máquina se hace más rentable. Con lo cual, de nuevo, aumenta la desocupación, la cual ejerce una presión bajista sobre el salario y las condiciones laborales (véase ibid., caps 13 y 23).

Marx y las contradicciones del empleo capitalista de la máquina

En base a lo anterior Marx subraya “las contradicciones y antagonismos inseparables del empleo capitalista de la máquina”. Es que “considerada en sí, la máquina abrevia el tiempo de trabajo; mientras que utilizada por los capitalistas, lo prolonga”. También “en sí, facilita el trabajo, pero empleada por los capitalistas, aumenta su intensidad”. Asimismo “en sí es una victoria del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza, pero empleada por los capitalistas impone al hombre el yugo de las fuerzas naturales”. Por último, “considerada en sí aumenta la riqueza del productor, pero cuando la emplean los capitalistas, lo pauperiza” (pp. 537-8, t. 1, El Capital). Se trata, en última instancia, de la contradicción entre el contenido del medio de producción –que lleva al aumento de la producción de valores de uso, de riqueza material- y su forma social capitalista –esto es, basada en la explotación del trabajo.

Rosa Luxemburgo

En el mismo sentido que Marx, Rosa Luxemburgo también explica, en Reforma y revolución, la contradicción que es inherente al cambio tecnológico bajo el capitalismo. Lo hace en polémica con la idea, muy extendida entre los reformistas de su época, de que los sindicatos podrían regular la producción, y evitar los perjuicios que conlleva el cambio tecnológico para la clase obrera. Rosa Luxemburgo escribe:

“Es claro que en la técnica de la producción el interés del capitalista concuerda, en cierta medida, con el progreso y desarrollo de la economía capitalista. Sus propios intereses lo estimulan a efectuar mejoras técnicas. Pero el obrero aislado se encuentra en una posición totalmente distinta. Cada transformación técnica contradice sus intereses. Agrava la impotencia de su situación depreciando el valor de su fuerza de trabajo y tornando su trabajo más intenso, monótono y difícil. En la medida en que los sindicatos pueden intervenir en el departamento técnico de la producción, sólo pueden oponerse a la innovación tecnológica. Pero no actúan en concomitancia con los intereses de la clase obrera de conjunto y su emancipación, que más bien necesita del progreso de la técnica, y, por tanto, con el interés del capitalista aislado. Actúan aquí en sentido reaccionario” (p. 51, edición Izquierda Revolucionaria, http://www.marxismo.org).

Rosa Luxemburgo sintetiza entonces la contradicción que enfrentan los sindicatos que pretenden controlar la producción, bajo el capitalismo: por un lado, el desarrollo de las fuerzas productivas (y con ellas, de la máquina y la automatización) es una premisa de la emancipación de la clase obrera. Sin embargo, si los sindicatos participan de la gestión de las empresas, deberían oponerse al cambio tecnológico. Y de esa manera adoptarían una posición reaccionaria. Se trata de una contradicción propia del modo de producción capitalista; esto es, imposible de superar con alquimias reformistas de tipo alguno. Por eso es necesario exponerla de forma abierta y definida. Solo la socialización de los medios de producción podrá poner el avance tecnológico al servicio del ser humano, y no de la esclavización del trabajo.

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Marxismo y reformismo frente al cambio tecnológico

 

Written by rolandoastarita

28/01/2018 a 11:57

24 respuestas

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  1. Profesor Astarita, encuentro muy valioso este texto. Sería muy interesante que, de ser posible, ampliara un poco este tema teniendo en cuenta algunos aspectos que la epoca actual pone en discusión. Me refiero especificamente al tema de la robotización y automatización plena de los procesos productivos, y el temor que este fenómeno, en apariencia inminente, está generando dentro de los trabajadores a escala mundial.

    Este tema trae consigo otras discusiones de tipo <> como, por ejemplo, la imposibilidad, desde el pensamiento de Marx, de que las máquinas, o en este caso robots, objetiven valor en el proceso de producción como lo hace la fuerza de trabajo humana, limitandose, pues, al papel de ser medios de producción que transfieren valor. Tesis con la cual estoy de acuerdo, pero que muchas corrientes de la economía consideran errada. Pero también trae a la palestra el tema de la Renta Básica Universal, la cual, según muchos pensadores de izquierda y algunos liberales, sera la consecuencia indefectible de la plena robotización. Con lo cual, según ellos, estaríamos casi al borde de resolver las contradicciones de clase.

    Me gustaría conocer su opinión sobre estos temas, profesor.

    Fraterno saludo.

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    Juan

    28/01/2018 at 12:21

    • Corrijo: en los iba la palabra teórico.

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      Juan

      28/01/2018 at 12:23

  2. Professor, também seria interessante falar em como a maioria dos movimentos ecologistas também defende a lógica de impedir o desenvolvimento tecnológico como saída para a crise ambiental. Na esquerda, a corrente ecossocialista faz uma caracterização errada do capitalismo como sistema «produtivista» (como se o objetivo do capitalismo fosse a produção pela produção) e, consequentemente, defendem uma diminuição das forças produtivas no socialismo como forma de manter um melhor intercâmbio com a natureza

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    Rodrigo

    28/01/2018 at 12:50

    • Sí, coincido totalmente. Hay gente de izquierda que en nombre de la defensa de la ecología propone retrotraer el progreso tecnológico, en lugar de cuestionar el uso capitalista de la tecnología.

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      rolandoastarita

      28/01/2018 at 15:40

  3. Astarita ¿cree que la sustitución del trabajador en la producción (los pocos obreros que quedan) por la de máquinas sería una refutación, en la realidad empírica misma, de la teoría del valor?

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    DMN

    28/01/2018 at 13:34

    • no veo por qué la tiene que cuestionar. Precisamente con la acumulación capitalista (aumento de la relación capital constante por obrero) tiende a disminuir la tasa de ganancia. Lo cual prueba que la máquina no es la que genera valor, sino el trabajo humano.

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      rolandoastarita

      28/01/2018 at 15:42

  4. Hola Rolando. Gracias inmensas por tus aportes teóricos desde el marxismo, rompe el nivel intelectual espantoso que sobrevuela en los ámbitos partidarios y no partidarios de la izquierda.
    Te quería hacer una pregunta que escapa al tema de esta nota. Si bien Javier Milei posee todo un edificio conceptual radicalmente distinto al tuyo, me ocurre que veo más nexos (desde el punto de vista de medidas a llevar a cabo) con su postura que con muchas cosas alocadas que se proponen desde la izquierda. Un ejemplo: yo dejé de militar en el PO por el uso abusivo de consignas transicionales, hasta me han llegado a decir que no importaba si la consigna podía llevarse a cabo en la realidad, lo importante era cómo se colocaba tácticamente el partido en la clase obrera con el uso de dicha consigna. De ahí que, a mi juicio, cuando proponen bajar las horas de trabajo para acabar con el desempleo, la izquierda termina teniendo una posición más absurda que la liberal. Además se propone subir el salario al equivalente de la canasta básica familiar y lo mismo con la AUH. El pbi nominal de Argentina en dólares es 450 mil millones de dólares y, si haces 16.000 (aunque la canasta sea mayor en algunos casos) por 44.000.000, te da una cifra mucho mayor al pbi, ¿¿¿¿cómo se llega a plantear todo un programa objetivamente inaplicable en la realidad???? (acá se me puede decir que no entiendo el programa de transición, como ya lamentablemente se me ha dicho).
    La postura de Milei (aunque diga cosas absurdas, como por ejemplo la defensa del salario dependiendo de la productividad marginal del trabajo, su defensa de la lógica del mercado, la idea de que todo empieza y termina en un problema fiscal, que la inflación es exclusivamente de índole monetaria y un largo etc etc) es la defensa acérrima de la necesidad de crecimiento a través de la inversión (amén de que pida una reducción impositiva drástica y pasar a un modelo de obra pública de tipo chileno). Ahí es donde veo un punto interesante, ya que desde el marxismo podemos sostener teórica y empíricamente que sin inversión no existe producción de valor y plusvalor y por consiguiente Argentina recurre cíclicamente a la obtención de competividad del sector transable a través de tocar el tipo de cambio aunque, siempre terminé cayendo en déficits financieros gigantes (hoy se encuentra en torno al 11% cierto? es un nivel mayor al del 2001 y un poco menor al del rodrigazo). Un país así es insostenible aún razonando dentro de coordenadas burguesas.
    Quería saber tu opinión en torno a esto que estoy mencionando: le resulta alocado pensar que en mi caso personal veo más razonable algunas cosas que se dicen desde el minarquismo (postura de Milei en este caso) que desde el marxismo (FIT)? A pesar de ser votante del FIT, no veo horizonte emancipatorio si los programas políticos se montan sobre facilismos que carecen de rigurosidad.
    Espero no haberlo aburrido, gracias por su tiempo!

    Lucas

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    Lucas M

    28/01/2018 at 19:31

    • No sé por qué razón tu comentario había ido a «spam».
      Pienso que, efectivamente, muchas veces se da la circunstancia de que el marxismo tiene coincidencias parciales, en los análisis, con enfoques de la derecha, y no con los análisis voluntaristas de la izquierda reformista, o utópica. Por ejemplo, Marx fue critico de la ley de Say, pero no por eso negó que Say tenia razón cuando afirmaba, por caso, que si no hay producción no hay consumo, o que una economía en el largo plazo es inviable si el consumo supera sistemáticamente a la producción (lo cual encaja en el ejemplo que brindás). Un izquierdista no materialista, sin embargo, dirá, contra toda evidencia, que el consumo puede superar a la producción, «y el que piense lo contrario es un neoliberal». Es casi imposible discutir en esos términos.

      De la misma manera, Marx consideraba históricamente progresista la concentración del capital -ya que implica la concentración de las fuerzas productivas y su potenciación- y en esto se enfrentaba al socialismo pequeño burgués, que siempre exige volver a la pequeña producción. Pero este socialismo pequeño burgués también es criticado por los representantes del gran capital. Y así podría seguir con muchos otros ítems, por ejemplo, la postura ante la internacionalización del capital y el mercado mundial. En general, es por eso que en algunas notas he planteado que, de hecho, buena parte de la izquierda parece volver al socialismo utópico (aquí):

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      rolandoastarita

      29/01/2018 at 09:48

    • Lucas, muy oportuno tu comentario. La poca importancia o a veces el completo desdén que se le dá en los circulos partidarios a las variables económicas es absolutamente desconcertante. Estamos hablando de partidos donde abundan los intelectuales de sociología, economía, historia, etc, no de partidos de tipos sin formación.
      Incluso, cuando a dirigentes notables un periodista le pregunta (en muy pocas ocasiones) cómo llevaría su programa a cabo, se dan evasivas o directamente, Cristian Castillo dixit, fraseología de cassette, en la línea de «asamblea de fábrica, planificación democrática de la economía».
      Estoy seguro que, si los apurás, ninguno sabe el dato elemental que vos mencionás: cuál es el producto bruto nacional, el PBI per cápita, y datos similares, todos elementales para tratar la realidad.
      Hay algo de catecismo en todo esto, que se repite por generaciones, sin observar la realidad frontalmente. Hoy al pasar escuché un fragmento de una charla de J.Altamira donde decía, como toda la vida, que el capitalismo frenaba el desarrollo de las fuerzas productivas.
      Digo yo, se puede decir esto con la data de los últimos 50, 100, 150 años de economía capitalista mundial?
      A veces preferiría que tengan un programa socialdemócrata avanzado pero realizable en lo inmediato que escuchar la cantidad de insensateces que se dicen. Cuando un tiene 16 o 18 le parecen sorprendentes, después no es que madura o se derechiza, sino que estudia, no como académico (no soy economista ni sociólogo) sino como curioso, como tarea de progresar en el pensamiento, en el uso de la razón, y se encuentra con que no tienen mucho sentido las cosas que se dicen.
      Un saludo.

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      Hernan

      30/01/2018 at 01:47

    • «A veces preferiría que tengan un programa socialdemócrata avanzado pero realizable en lo inmediato que escuchar la cantidad de insensateces que se dicen».

      El problema, Hernán, es pensar hasta qué punto es realizable un programa socialdemócrata avanzado hoy en día. Fíjese que prácticamente todas las democracias del mundo están gobernadas por la derecha. Solo se me ocurren democracias gobernadas por la izquierda en Venezuela, Portugal y Grecia (y Portugal y Grecia hacen políticas de derechas, y Venezuela está como está). Es que fíjese que hasta los países nórdicos, que siempre han sido el referente de la izquierda europea, están todos gobernados por la derecha, incluida Noruega, que es el mito absoluto de los reformistas.

      Os quejáis de que en Argentina hay marxistas que utilizan un lenguaje vago y perezoso. Yo vivo en España y aquí la izquierda es totalmente reformista y también utiliza un lenguaje vago y perezoso a más no poder, y se pasan el día proponiendo chorradas y mentiras. Por ejemplo, Podemos proponía subir los salarios en tiempos de recesión económica para potenciar el consumo. Lo pensaban hacer a través de un aumento de los impuestos a la inversión y a las rentas altas, y decían que esto era keynesianismo, cuando Keynes proponía bajar los salarios en términos reales vía inflación, y aumentar el gasto público vía déficit (no aumento de impuestos). O al menos eso tengo entendido. El resultado: Podemos ni gobierna ni va a gobernar nunca este país, porque eso de aumentar salarios en tiempos de crisis, en un país que ha llegado a tener un 25% de paro, es que le chirría al sentido común de los españolitos de a pie, que lo han pasado muy mal pero no son imbéciles (como se creen los populistas).

      Precisamente, justo ayer Podemos sacó un nuevo programa y es otra chorrada impresionante. Entre otras cosas, se propone: aumentar el impuesto de sociedades, crear un impuesto a la energía «sucia», crear un impuesto a las grandes fortunas, crear un impuesto a las transacciones financieras, y un aumento del impuesto a la renta. Según Podemos, con este aumento de la recaudación se podría aumentar el gasto público y, con este aumento del gasto público, la economía crecería a un 3,5%, que es el crecimiento mínimo que Podemos calcula que necesitan para cumplir el límite de déficit impuesto por la UE (las previsiones de crecimiento son de un 2,4% actualmente). Hasta aquí todo muy bonito, pero claro, es que en el análisis de Podemos solo se tienen en cuenta los efectos positivos del aumento del gasto público, pero ni se plantean los posibles efectos negativos que puedan tener esas subidas de impuestos. Es puro humo ese programa. Humo con muchas cifras y porcentajes, pero humo. Y eso sin contar que también proponen aumentar las pensiones, cuando nuestro sistema actual de pensiones es ya insostenible de por sí.

      Yo he perdido toda la fe en el reformismo actualmente, no porque haya dejado de simpatizar con sus ideas (que nunca lo he hecho), sino porque los veo absolutamente incapaces de hacer frente a la derecha. Son un 0 a la izquierda (nunca mejor dicho).

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      Cultura Socialista

      30/01/2018 at 19:21

    • Y añado una última cosita (perdón por la extensión). Ayer estaba discutiendo con gente de Podemos sobre el programa del que hable antes. En concreto, les expliqué que el impuesto a la energía sucia, por ejemplo, iba a aumentar los costes de producción de muchísimas empresas y eso podía tener un efecto negativo sobre la inversión (como es obvio). Y van y me responden: «pero es que un impuesto a la energía sucia es también una inversión, porque vamos a tener un planeta más limpio».

      ¿Se dan cuenta de que esta gente ni siquiera entiende el concepto de «inversión» en el sistema capitalista?

      Lo dicho, prefiero sus marxistas vagos y perezosos.

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      Cultura Socialista

      30/01/2018 at 19:31

  5. En el caso particular de rio turbio, que deben hacer los obreros? luchar por mantener algo inviable? aun sabiendo que van a ser despedidos? o intentar algun tipo de arreglo?
    En inglaterra la industria del carbon cayo desde decadas antes que margaret tacher produjera el ajuste aun asi se produjeron fuertes luchas obreras pero el sector desaparecio con los puestos de trabajos de esa industria? No encuentro la salida, ya se que dira que la salida es el socialismo,pero mientras que debe hacer la clase obrera? Arreglar?

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    benjamin

    28/01/2018 at 20:23

    • No tengo el suficiente conocimiento como para afirmar, o negar, que la mina de Río Turbio es inviable. Es una cuestión técnica, que deberían responder los ingenieros y especialistas. Lo que sí afirmo es que en caso de que la mina sea productivamente inviable, no tiene sentido luchar por mantenerla abierta. En ese caso habría que levantar otro tipo de demandas, como seguro de desempleo, contratación de los trabajadores en otras actividades, o algo por el estilo.

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      rolandoastarita

      29/01/2018 at 09:32

  6. Astarita lejos de lo que puede parecer a primera vista, el capitalismo monopolista potencia la tendencia, inmanente a todo capitalismo, a poner límites rígidos a la utilización de la maquinaria y, en general, a la sustitución de la fuerza de trabajo directa del obrero por tecnología. El doble (y contradictorio) carácter del monopolio con relación a las fuerzas productivas tiene una explicación sencilla. El monopolio está colocado entre la espada y la pared. El estancamiento del desarrollo de las fuerzas productivas le impediría cumplir con su principal cometido, garantizar la reproducción ampliada del capital: por esta razón, se ve obligado a desarrollarlas de forma constante. Sin embargo, el desarrollo de las fuerzas productivas agrava inevitablemente su contradicción con las relaciones capitalistas de producción, y ello le obliga a frenarlas. En realidad, como potencias negadoras de la competencia, y atemorizados por la amenaza latente de superproducción de mercancías, los monopolios frenan el desarrollo de las fuerzas productivas, a saber, limitan la producción de conocimientos científicos, obstaculizan la conversión de los conocimientos científicos producidos en nuevas tecnologías, y frenan la introducción de nuevas tecnologías en la producción. Este es el lado menos visible del asunto. En el desarrollo de esta contradicción, la tendencia esencial y dominante es la que conduce al freno del desarrollo de las fuerzas productivas e, incluso, a su estancamiento.

    Cuando la ciencia y la tecnología se conciben como un objeto de investigación “válido por sí mismo”, la determinación monopolista de su desarrollo permanece a la sombra o se constata simplemente como un momento apendicular. Ello impide reparar en el poderoso freno que el sistema capitalista de producción representa para el desarrollo de las fuerzas productivas. Con otras palabras, en la relación contradictoria existente entre el desarrollo de los monopolios capitalistas y el desarrollo de las fuerzas productivas del capital, el determinismo tecnológico absolutiza uno de los dos momentos, sólo es capaz de revelar la esencia a través de la apariencia: la promoción del desarrollo de las fuerzas productivas. Constata un descubrimiento, una invención, una nueva tecnología, la introducción de un adelanto científico tecnológico. Sin embargo, resulta incapaz de reparar en la cantidad indeterminada de descubrimientos e invenciones posibles que no son realizados, en la cantidad indeterminada de descubrimientos científicos que no son convertidos en tecnología, en la cantidad indeterminada de innovaciones tecnológicas que no son introducidas en la producción. En esta ignorancia del carácter determinante de las relaciones de producción, en particular, del monopolio, sobre las fuerzas productivas del capital radica la raíz gnoseológica más profunda del determinismo tecnológico. Como resultado, el desarrollo de las fuerzas productivas se considera independiente de las relaciones de producción, de las leyes sociales; se le concibe exclusivamente como causa, y no como efecto.
    Saludos

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    Ramón

    31/01/2018 at 15:17

  7. Astarita la tendencia a poner límites rígidos a la utilización de la maquinaria y, en general, a la sustitución de la fuerza de trabajo directa del obrero por tecnología como algo inherente al modo capitalista de producción en su conjunto Marx lo destacó en este pasaje en el Tomo I de El Capital. Cito: “Considerada exclusivamente como medio de abaratamiento del producto, el límite de aplicación de la maquinaria reside allí donde su propia producción cuesta menos trabajo que el trabajo que su empleo viene a suplir. Sin embargo, para el capital, este límite es más estricto. Como el capital no paga el trabajo invertido, sino el valor de la fuerza de trabajo aplicada, para él el empleo de la maquinaria tiene su límite en la diferencia entre el valor de la máquina y el valor de la fuerza de trabajo suplida por ella. Como la división de la jornada de trabajo en trabajo necesario y trabajo excedente varía en los distintos países y, dentro de cada país, en las distintas épocas o según las distintas ramas industriales, dentro de cada época; y como, además, el salario real del obrero oscila, siendo unas veces inferior y otras veces superior al valor de su fuerza de trabajo, la diferencia entre el precio de la maquinaria y el precio de la fuerza de trabajo suplida por ella puede variar considerablemente, aun cuando la diferencia entre la cantidad de trabajo necesaria para producir la máquina y la cantidad global de trabajo suplida por éste sea la misma. Ahora bien, es la primera diferencia, exclusivamente, la que determina el costo de producción de la mercancía para el propio capitalista y la que actúa sobre él, mediante las leyes coactivas de la concurrencia. (…) Así se explica que hoy se produzcan en Inglaterra máquinas que sólo se emplean en Norteamérica, del mismo modo que Alemania inventó, en los siglos XVI y XVII, máquinas que sólo tenían salida en Holanda y que Francia, en el siglo XVIII, aportó ciertos inventos explotados solamente en Inglaterra. En países desarrollados ya de antiguo, la aplicación de las máquinas a ciertas ramas industriales provoca en otras ramas una superabundancia tal de trabajo (redundancy of labour, la llama Ricardo), que, al descender el salario por debajo del valor de la fuerza de trabajo, impide el uso de maquinaria en estas industrias, llegando incluso, no pocas veces, a hacerlo imposible, desde el punto de vista del capital, ya que las ganancias de éste no provienen precisamente de la disminución de trabajo aplicado, sino de la del trabajo retribuido. (…) Los yanquis han inventado máquinas para picar piedra. Los ingleses no las utilizan porque al “desdichado” (…) que ejecuta este trabajo se le paga una parte tan insignificante de su labor, que la maquinaria no haría más que encarecer la producción para el capitalista. En Inglaterra se emplean todavía, de vez en cuando, por ejemplo, para sirgar los botes de los canales, mujeres en vez de caballos, porque el trabajo necesario para la producción de caballos y máquinas representa una cantidad matemáticamente dada y, en cambio, el sostenimiento de esas mujeres que forman parte de la población sobrante está por debajo de todos los cálculos. Por eso en ningún país del mundo se advierte un derroche más descarado de fuerza humana para trabajos ínfimos que en Inglaterra, que es el país de la maquinaria.” Carlos Marx. El Capital, t. 1, 343-346. Ver también: Carlos Marx. Fundamentos de la crítica de la Economía Política, t. 2, p. 189.
    HAY MUCHO MITO SOBRE ESTO QUE DEBE SER DESTERRADO.
    Saludos y perdone la extensión, pero no tenía manera de simplificar, además toda síntesis siempre corre el riesgo de la simplificación excesiva.

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    Ramón

    31/01/2018 at 15:28

    • Ya no voy a responder esto que escribe. Di por terminada la discusión con usted. Y lo que acaba de escribir me reafirma en esa decisión.

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      rolandoastarita

      31/01/2018 at 15:31

    • Astarita ruego me disculpe por hacer esta otra entrada, si quiere no la publique, pero para su conocimiento porque ya no es tanto teórica como anecdótica, además no comprendí su lacónica respuesta; si participo en el foro es porque supongo que es un sitio de debate serio y científico, donde se pueden contrastar ideas.
      La anécdota: Aquí en España trabajo en una empresa que vende materiales y herramientas para la construcción de viviendas, edificios, etc. ¿Qué ocurre? Que vienen muchos inmigrantes africanos a comprar productos para llevar y edificar en sus países, muchas veces para hacer no su casa personal sino con fines comerciales; y siempre me ha llamó la atención de NUNCA compraban herramientas propulsadas por petróleo como combustible y muy pocas movidas con energía eléctrica, hasta que un día les pregunté: ¿por qué no compran estas máquinas que sirven para mezclar el cemento, la arena y la piedra? ¿por qué no compran estas otras para levantar materiales pesados dentro de las obras?. ¡¿Qué me dijeron?!, “estas máquinas que nos venden cuestan mucho, allá hay personas suficientes que por muy poco dinero hacen todas esas labores que realizan esa máquinas que usted quiere venderme, además de que no gastan combustible, energía, no se rompen, no necesitan espacio para almacenarlas ni pagarle a nadie para que las vigile”.
      Todo ha quedado dicho, no hace falta remontarse a la Inglaterra del siglo XIX.
      Resumen: la última palabra en el desarrollo de las fuerzas productivas NO la tiene el capital.

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      Ramón

      31/01/2018 at 15:51

    • Puede publicar lo que quiera (por supuesto, referido al tema). Lo que no puede pedirme es que responda todo lo que se escribe. Respondo lo que me parece que vale la pena responder. Acerca de la discusión sobre monopolio, ya le dije que con usted la di por terminada.

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      rolandoastarita

      31/01/2018 at 16:01

  8. Gracias Astarita y recuerde que no siento ninguna animadversión hacia usted, al contrario, le admiro y aprecio el importante papel de este Blog y suyo en particular. Y que conste que no le digo esto ni para adularle ni para que me quiera.
    Saludos cordiales desde España.

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    Ramón

    31/01/2018 at 16:13

  9. Sin un partido marxista, obrero y revolucionario, ninguna organización de masas puede controlar la producción por sí misma, y menos dentro de la producción capitalista. en estos momentos, lo que hace falta es el partido marxista, obrero y revolucionario y para esto hace falta, saber con claridad porqué luchamos y porqué cosas luchamos, con qué medios y formas pero sin institucionalizanos, que desgraciadamente hay mucho de esto.

    Tenemos que comprender el marxismo y a partir de ahí irnos al programa de transición hacia el socialismo y partir de ahí, a luchar. Pongo dos ejemplos: la jornada laboral de 35 horas, los 1100 euros mensuales como sario mínimo, ya se han olvidado. Esto tiene una relación directa con las pensiones y el seguro de desempleo mínimos y el reparto del trabajo, hay un gran paro. Qué hacemos los obreros con esto.

    Por otra parte, leemos poco y los libros marxistas están abandonados en las estanterias. Termino diciendo que hace falta, hacer muchos debates de base.

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    UN OBRERO CON MAYUSCULAS

    31/01/2018 at 16:59

  10. Buenos días, Sr. Astarita. A propósito de la presente entrada, quisiera compartir con usted un texto elaborado hace unos años sobre el maquinismo en Marx. Dada la extensión del escrito, no creo que sea oportuno incluirlo en los comentarios públicos del blog. Un saludo cordial.

    El Capítulo de El Capital dedicado a la maquinaria y la gran industria se inicia con una cita extraída de Principios de Economía Política, del economista y filósofo positivista inglés John Stuart Mill (1806-1873). En ella se afirma que «es dudoso que todos los inventos mecánicos efectuados hasta ahora hayan aliviado el trabajo cotidiano de ningún ser humano» (Marx, 2000: 79). Marx advierte en un párrafo siguiente que no es esta la finalidad de la maquinaria utilizada por el capitalismo. La maquinaria, como cualquier otro desarrollo de la fuerza productiva del trabajo, está orientada al abaratamiento de las mercancías y a reducir la parte de la jornada laboral que el obrero necesita para cubrir su subsistencia, con el objetivo de prolongar la parte que trabaja gratuitamente para el capitalista. En definitiva, se trata de un medio particular de extracción de plusvalía relativa. Si la jornada de trabajo de la fuerza productiva está en el origen de la revolución del modo de producción, en la gran industria radicará en el medio de trabajo.

    La maquina-herramienta constituye un mecanismo que al recibir el movimiento adecuado realiza, con el conjunto de instrumentos que la configuran, las mismas operaciones que antes ejecutaba el trabajador con instrumentos similares. Aquí anida la clave de la transformación de la producción que acabamos de apuntar: la máquina deviene sustituta del trabajador, y propicia la reaparición de la cooperación, mediante la división del trabajo, a través de la combinación de máquinas de operaciones parciales.

    La experiencia práctica acumulada por los trabajadores y trabajadoras en el decurso de la producción artesanal y manufacturera es ahora apropiada por el capitalista, quien la usará en la perfección de la concepción teórica en que se basa la máquina. Por otra parte, la continuidad de los procesos es fundamental en el uso de la máquina, a diferencia de la manufactura, cuyo principio es el aislamiento de procesos particulares. Sin embargo, como apuntamos, la manufactura constituye la base técnica de la gran industria, la formación de obreros especialistas está en el suelo sobre el que se levanta el progreso de las industrias fundadas en el modo de producción mecánico.

    La revolución del modo de producción que se da en una determinada esfera industrial supone una revolución análoga en otras esferas. Igualmente, a la par que se revoluciona la industria lo hacen también los medios de comunicación y transporte. Marx señala de manera precisa la diferencia entre manufactura y sistema de máquinas: «En la manufactura, la división del proceso de trabajo es puramente subjetiva; es una combinación de procesos parciales. En el sistema de máquinas, la gran industria crea un organismo de producción totalmente objetivo e impersonal, con el cual el obrero se encuentra en el taller, como condición material ya preparada de su trabajo. En la cooperación simple, e incluso en aquella que está basada en la división del trabajo, la sustitución del trabajador aislado por el trabajador colectivo parece todavía que es más o menos accidental. El maquinismo, con algunas excepciones (…) sólo funciona con un trabajo socializado o común. El carácter cooperativo del trabajo se convierte en este caso en una necesidad impuesta por la misma naturaleza de su medio» (1970: 404).

    Las fuerzas productivas que resultan de la cooperación y de la división del trabajo no suponen coste alguno al capital, se entienden como fuerzas naturales del trabajo social. La ciencia, usualmente, tampoco cuesta nada al capitalista, lo que no impide su explotación. La ciencia ajena queda incorporada al capital igual que lo hace el trabajo ajeno. Lo mismo que sucede con el resto de los elementos que componen el capital constante, la máquina transmite su valor al producto que fabrica, pero no produce valor. De esta forma, cuanto menos trabajo contenga la máquina menos añadirá al producto, «cuanto menos valor transmita, más productiva es y más se aproxima al servicio que ella rinde al que prestan las fuerzas naturales. Ahora bien, la producción de máquinas mediante máquinas disminuye, evidentemente, su valor en proporción a su extensión y a su eficacia (…) La productividad de la máquina tiene como medida la proporción en que esta reemplace al hombre» (Marx, 1970: 408-409).

    La industria mecánica tiene una serie de efectos sobre la clase obrera. Así, la apropiación de fuerzas de trabajo subsidiarias por parte del capital, esto es, el trabajo de las mujeres y los niños. Por otro lado, la prolongación de la jornada de trabajo. Finalmente, la intensificación del trabajo.

    El aumento del número de asalariados que la máquina conlleva supone no sólo agrandar la materia humana explotable, sino también la elevación al mismo tiempo del grado de explotación, e implica la depreciación del valor de la fuerza de trabajo y la alteración del contrato de trabajo (ahora ya no se dan cita en el mercado dos personas libres –el capitalista y el obrero-, sino que el obrero vende también la fuerza de trabajo de su mujer y de sus hijos). Recogemos la expresión de Marx: «Mediante la anexión al personal de trabajo combinado de una masa preponderantemente de niños y mujeres, la máquina consigue, por fin, romper la resistencia que el trabajador varón oponía aún, en la manufactura, al despotismo del capital» (Marx, 1970: 421).

    La máquina, como apuntábamos, es un medio poderoso de aumentar la jornada de trabajo y de conseguir mayores niveles de productividad. Vemos así al medio de trabajo alzarse frente al trabajador. El desgaste por inutilidad y por inactividad, así como del denominado desgaste moral1 de la máquina exigen su uso intensivo. El aumento de la jornada de trabajo es un recurso, toda vez que el mismo permite aumentar la escala de producción, sin que con ello se aumente la parte de capital fijo en máquinas y construcciones. La máquina, igualmente, produce plusvalía relativa no únicamente depreciando el valor de la fuerza de trabajo y haciéndola más barata, sino también porque en su período de introducción lleva a cabo la transformación del trabajo utilizado por su poseedor en trabajo potenciado. No obstante, la generalización de la máquina implica el descenso del valor social del producto mecánico hasta su valor individual. Con lo cual «se cumple la ley según la cual la plusvalía proviene no de las fuerzas de trabajo que el capitalista sustituye por la máquina, sino, por el contrario, de las que ocupa en ella» (Marx, 1970: 426).

    La máquina deviene un poderoso medio de obtención de mayor trabajo del obrero y convierte la extensión de este en intensidad, apareciendo así factor fundamental de obtención de plusvalía relativa y subsunción real del trabajo al capital. Es expresiva la siguiente cita de Marx, a propósito de los efectos de la máquina: «Si la aplicación capitalista de la maquinaria crea, por un lado, nuevos y poderosos motivos para la desmesurada prolongación de la jornada de trabajo, y revoluciona el mismo modo de trabajo, así como el carácter del cuerpo social de trabajo, de manera que rompe la resistencia contra esta tendencia, produce, por otro lado, en parte poniendo a disposición del capital sectores de la clase obrera antes inaccesibles, y en parte también dejando libres a los obreros desplazados por la máquina, produce una población superflua de obreros que tiene que someterse a la ley dictada por el capital (…) De ahí la paradoja económica de que el medio más poderoso para reducir el tiempo de trabajo se convierta en el medio más infalible para transformar toda la vida del obrero y de su familia en tiempo de trabajo disponible para la valorización del capital» (Marx, 2000: 128-129).

    El obrero tomará conciencia de lo que significa el trabajo de la gran industria y se enfrentará a la máquina. Se rebela contra este tipo de instrumento, en el que ve la representación del capital, toda vez que significa el desvanecimiento del valor de cambio y del valor de uso de la fuerza de trabajo, la descualificación del trabajador y un medio que oprime al obrero. En definitiva, la máquina se percibe como enemiga más que competidora. Sin embargo, «hacen falta tiempo y experiencia antes de que los obreros, aprendiendo a distinguir entre la máquina y su empleo capitalista, dirijan sus ataques no contra el medio material de producción, sino contra su modelo social de explotación» (Marx, 1970: 449).

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    Averroes

    02/02/2018 at 06:54

  11. Hola Rolando, curse contigo en 2016 ( cuando hablabas del libro: Las formas ocultas de la propaganda.
    de Vance Packard. Desarrollo. Sigo atentamente tu blog, y he leído todos los artículos En todos tus escritos no hay chicana política , o desprecio por el que piensa distinto. En forma objetiva ,desmenuzas el problema y vas marcando la contradicciones en los enfoques . Excelente ! !

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    marcelo dein

    03/02/2018 at 22:44

  12. Tengo en mis manos un librito que corresponde a un compendio de la Alianza Editorial sobre Karl MArx en lo referente a los Escritos sobre el Materialismo Histórico. En la Introducción al texto el editor hace referencia al Determinismo tecnológico que se permea en algunos de los escritos de Marx, y que ha alimentado a muchos de sus epígonos.
    Al respecto, y considerando lo que usted plantea respecto al desarrollo de las fuerzas productivas, quería cuestionar un poco esto. En general, se trata de dar un carácter cientificista a muchas de las premisas marxistas, pero en verdad, y esto lo planteo mas como cuestionamiento a esta retórica facilista, no hay ninguna evidencia empírica que permita concluir a ciencia cierta que el desarrollo de las fuerzas prodctivas en contradiccion con las relacionas de producción imperantes va a conducir al comunismo.
    Esta es una teoría, y bastante mal se hace al entronarla como una verdad absoluta, de hecho aquello es mas bien una actitud antimaterialista.
    Creo por lo demás, que en base a los estudios desarrollados por Pierre Clastres y las ciencias naturales, se ha verificado más o menos lo opuesto, esto es, que en las sociedades comunistas primitivas, las relaciones de produccion estaban caracterizadas por la imposibilidad de acumulación, naciendo la sociedad de clases justamente en medios facilitadores, donde la acumulación era una posibilidad. En estudios acerca del desarrollo de especies simbiontes por ejemplo, resulta que los medios con recursos limitados favorecen en ultima instancia el desarrollo de la «colaboración» entre especies e individuos, mientras que un medio facilitador conduce a una mayor competencia intra e inter especies. Por supuesto que la humanidad no se comporta igual que el resto de las especies, y que una llegada al comunismo no debería ser una retrogradación hacia condiciones prehistoricas de existencia.
    Hay que hacer otra observación, el desarrollo de las fuerzas productivas, que implicaria tanto un desarrollo de la tecnología como un aumento de la mano de obra, tambien presentan problemas inherentes respecto al potencial bienestar a lograr. Ya hace decadas Hardin en su famoso ‘la tragedia de los comunes’ nos advierte de la contradicción entre la demografía y el bienestar, y así pareciera ser que «fuerzas productivas» en su generalidad no pueden, mediante un desarrollo ilimitado, conducir al comunismo.
    Usted plantea al final la cuestión a su modo de ver «Solo la socialización de los medios de producción podrá poner el avance tecnológico al servicio del ser humano», y aunque tengo pleno acuerdo con esto, creo que en el fondo lo que usted no concluye de su texto, a pesar de que se vislumbra a todas luces, es que el desarrollo de la ciencia y la tecnología bajo las relaciones de producción capitalistas va a ir muchas de las veces en desmedro de los trabajadores y de su facultad para abatir al capital.
    Acá va la pregunta fundamental de toda esta divagación ¿Cuales son en realidad las condiciones materiales para el desarrollo del comunismo? Cuales son en términos científicos y empíricos dichas condiciones materiales? Y siguiendo lo planteado por Trosky entonces ¿Son realmente las condiciones subjetivas aquellas que nos deberían preocupar?
    Hay por cierto un paradigma que se está desarrollando en algunos países, y que es una democratización de la ciencia y de la tecnología, que va en contra de los oligopolios, pero el desarrollo de estos se encuentra con una resistencia tremenda por parte del capital. Cuestion de leer como ha sido el desarrollo de las criptomonedas, entre otras.
    Ha leído la correspondencia de Marx a Zasulich? De repente me da la impresión de que el Marx tardío estaba dando un giro a sus teorías, lo cual debería invitarnos a un serio cuestionamiento, más en consideración de que todas las revoluciones del siglo XX ocurrieron países atrasados.

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    Ignacio Argonauta

    04/02/2018 at 01:05


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