Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

La ideología burguesa del sindicalismo, según Lenin

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En el intercambio de comentarios que suscitó la entrada sobre el triunfo electoral de Cambiemos (aquí), un lector señaló que faltaba decir que la clase obrera argentina tiene una conciencia burguesa, y que confía en dirigentes y partidos patronales, “a pesar de ser sindicalmente avanzada”. Respondí que coincidía, y señalé la importancia de la definición de Lenin sobre el carácter burgués, o pequeño-burgués, de la ideología sindicalista.

Naturalmente, esta definición de Lenin conecta con la crítica que hace el marxismo a los programas y estrategias de los reformistas y socialistas vulgares, quienes ponen el acento en la distribución del ingreso, o de la riqueza (ver aquí). Pero esta última es asimismo la perspectiva con que militan miles de sindicalistas (me refiero a sindicalistas honestamente reformistas). Por lo general, estos se inclinan a creer que, mediante una combinación de presión sindical, negociación y apoyo a tal o cual fracción burguesa (o pequeño-burguesa), podrán mejorar definitivamente los ingresos y condiciones laborales de la clase obrera. también esa es la idea que tienen millones de trabajadores.

Los socialistas, en cambio, sostienen que en la medida en que no se transformen las relaciones sociales de producción, los males característicos del capitalismo -polarización social creciente, crisis periódicas y desocupación, explotación, trabajo alienado- no se acabarán. Por este motivo, los militantes obreros socialistas no pueden limitarse a ser buenos sindicalistas. Por supuesto, luchan por las demandas sindicales –mejora del salario, de las condiciones laborales, libertad de organización, etcétera- pero además, y por sobretodo, critican la ideología burguesa reformista. Una cuestión que subrayaba Lenin, y estaba en la tradición socialista, pero que ha tendido a perderse de vista. Así, por ejemplo, en Argentina muchos militantes de izquierda están convencidos de que es suficiente con ser los más consecuentes luchadores “contra el ajuste de Cambiemos y los gobernadores peronistas” para ganar a las masas trabajadoras al socialismo. Piensan que por esta vía “práctica” se rebalsarán los diques del dominio ideológico y político burgués, y que cualquier otro abordaje del problema es poco menos que “teoricismo abstracto”. Por eso, y sin ánimo de imponer principio de autoridad alguno, pienso que conocer lo básico del enfoque leninista sobre la naturaleza del sindicalismo puede ayudar a la reflexión acerca del contenido de la actividad socialista.

El carácter de clase del sindicalismo en el “¿Qué hacer?”

Tal vez la idea clave de Lenin es que las estrategias y programas reivindicativos del sindicalismo, en la medida en que no cuestionen la existencia misma del trabajo asalariado, no dejan de ser programas burgueses (o pequeño burgueses). La cuestión está planteada con mucha claridad en uno de sus trabajos más citados, el folleto ¿Qué hacer? (Obras Completas, tomo 5, Madrid, Akal, 1976).

En este escrito Lenin explica que la sindical es la lucha económica “práctica”, o de resistencia a los capitalistas, con el fin de mejorar las condiciones de la venta de la fuerza de trabajo. Por eso los sindicalistas (Lenin no se refiere a burócratas sindicales como conocemos hoy, sino a gremialistas honestos) reclaman reformas sociales contra la explotación económica, la desocupación, el hambre, por la promulgación de leyes de protección de la mujer y el niño, por mejores condiciones de trabajo por medio de una legislación sanitaria e industrial, y semejantes (véase p. 411).

Este tipo de actividad, sigue Lenin, es un elemento integrante de la actividad socialista, pero no por ello lleva a la lucha por el socialismo; por el contrario, puede inducir a una lucha exclusivamente sindical y a un movimiento no socialista (p. 407). Por este motivo señala que “[l]a socialdemocracia dirige la lucha de la clase obrera no solo para obtener condiciones ventajosas de venta de la fuerza de trabajo, sino para que sea destruido el régimen social que obliga a los desposeídos a vender su fuerza de trabajo a los ricos” (…) Se comprende, por tanto, que los socialdemócratas no solo no pueden circunscribirse a la lucha económica, sino que ni siquiera pueden admitir que la organización de las denuncias económicas constituye su actividad predominante” (p. 407, énfasis agregado).

También: “La lucha política de la socialdemocracia es mucho más amplia y más compleja que la lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno” (p. 459). Por eso, la verdadera conciencia de clase es la conciencia “del antagonismo irreconciliable” entre los intereses de los obreros “y todo el régimen político y social contemporáneo” (p. 382). Pero en ausencia de esta conciencia de clase –esto es, de un programa y de una estrategia que apunte a terminar el trabajo asalariado- el movimiento sindical tiende, espontáneamente, a subordinarse a la ideología burguesa (digamos, a reivindicar “el salario justo”, “la justicia social en el reparto”, y similares).

Sin embargo, ¿por qué ocurre esta adaptación a la ideología burguesa? La respuesta es: porque no existe ideología independiente de las grandes clases sociales. En palabras de Lenin:

“… el problema se plantea así: ideología burguesa o ideología socialista. No hay término medio… (… en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases). Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea alejarse de ella equivale a fortalecer la ideología burguesa.  (…) … el desarrollo espontáneo del movimiento obrero marcha precisamente hacia su subordinación a la ideología burguesa…  pues el movimiento obrero espontáneo es tradeunionismo… y el tradeunionismo implica precisamente la esclavización ideológica de los obreros por la burguesía ” (pp. 391-392). Insiste en que la tendencia espontánea del tradeunionismo es “cobijarse bajo el ala de la burguesía” (p. 392). Reivindica el rol de Lassalle en Alemania, por “haber apartado [al movimiento obrero] del camino del tradeunionismo progresista y del cooperativismo, en el cual se encauzaba espontáneamente…” (ibíd.). También observa que la ideología burguesa, la más difundida y constantemente resucitada en las formas más diversas, se impone constantemente al obrero (nota, p. 393).

Por eso, la política sindicalista es la política burguesa de la clase obrera: “La política tradeunionista de la clase obrera es precisamente la política burguesa de la clase obrera” (p. 433; énfasis agregado; repite la idea en p. 445). De manera que “no combatir al tradeunionismo equivale a fortalecer la influencia de la ideología burguesa sobre los obreros” (p. 390).

Lo más importante es que se puede ser “clasista” y adherir, sin embargo, a la ideología burguesa. Es que un “clasista” puede tener conciencia de que defiende a la clase obrera en tanto grupo social enfrentado con la clase capitalista, pero limitar ese enfrentamiento a una redistribución del ingreso. Dicho de otra manera, se puede defender un sindicalismo “avanzado”, pero que no por ello trascienda los marcos de la ideología y política burguesa. Por este motivo, en el enfoque leninista, no basta con tener conciencia de que existe un conflicto por “el reparto justo de la torta”. Es necesario entender que el conflicto entre el capital y el trabajo es irreconciliable porque no hay posibilidad de que el explotado tenga una ración “justa”, en tanto continúe siendo explotado.

A modo de conclusión

Una consecuencia del predominio de la ideología burguesa reformista en la clase trabajadora es que no se puede explicar el voto masivo de los obreros a los partidos burgueses con el simple recurso de “son víctimas del fraude” o “están engañados”. Ni esperanzarse en que “cuando se den cuenta de que el gobierno X aplica un ajuste económico, abrazarán el programa de la izquierda” (al pasar, ese fue el discurso de buena parte de la izquierda cuando cayeron los “socialismos reales”: en cuanto se restaurara el capitalismo, los trabajadores, educados en las tradiciones del socialismo, se volcarían al socialismo revolucionario).

La realidad es que los trabajadores padecen cotidianamente la explotación, o la desocupación, y no por ello adhieren espontáneamente al socialismo. Y entre las causas más probables de por qué esto es así están la ausencia de alternativas sociales que se visualicen factibles (el fracaso de los “socialismos reales” pesa, y mucho); y la renovación de expectativas en corrientes burguesas, o pequeño-burguesas reformistas, acordes con el encuadre ideológico dominante. En este último respecto, es un hecho que el sistema político burgués ha demostrado, en repetidas ocasiones, capacidad para reciclar las esperanzas de las masas oprimidas… para llevarlas a nuevas frustraciones. En cualquier caso, estos procesos no se pueden explicar con el argumento simplista de “hubo fraude político”, “estafa” o “traición”. El problema de la ideología tiene mayor espesor que el de la mera maniobra de algún, o algunos, “estafadores políticos”.

Agreguemos que, al menos en Argentina, la ideología reformista burguesa está potenciada por el nacionalismo y la adoración al Estado “que es de todos”. En definitiva, todo apunta a la misma conclusión: la explicación del carácter de clase de la ideología y la política sindical burguesa (condimentada de nacionalismo y estatismo) es parte inseparable e ineludible de la crítica marxista.

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La ideología burguesa del sindicalismo según Lenin

Written by rolandoastarita

28/10/2017 a 16:09

24 respuestas

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  1. Sin embargo, no todo el sindicalismo es tradeunionista ni reformista. Nada se dice aquí sobre la teoría y la práctica del sindicalismo revolucionario, es decir de un sindicalismo con conciencia de clase sobre la necesidad de abolir el trabajo asalariado. Y ese sindicalismo revolucionario ha existido y existe aún hoy.

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    Felipe

    29/10/2017 at 04:31

    • Pero la nota no dice que todo sindicalismo es reformista. Tampoco afirma que los sindicalistas con conciencia de clase (esto es, con conciencia del carácter irreconciliable del antagonismo capital – trabajo) sean reformistas burgueses. Más precisamente, en la nota digo lo contrario. En definitiva, lo que afirmo (rescatando una idea de Lenin, pero que estaba en la tradición socialista) es que el sindicalismo reformista es burgués.

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      rolandoastarita

      29/10/2017 at 10:46

    • Ampliación: quisiera enfatizar en lo que trato de transmitir en la nota. Creo que un mensaje central que se desprende de la caracterización de clase de la ideología sindicalista-reformista es que la crítica socialista al reformismo gremial NO puede limitarse a «somos los sindicalistas más consecuentes». Dicho en otros términos, hay que ubicar el discurso, desde el inicio, en el plano de la crítica de raíz. Crítica que tiene como eje la teoría de la explotación. Lo cual impone, entre otras cosas, que los representantes del socialismo que participan en debates públicos dominen al menos lo elemental de la teoría de Marx.

      Para ilustrar lo que estoy tratando de decir, invito a aquellos que tengan tiempo a que escuchen la siguiente polémica, entre una dirigente y candidata de un partido de izquierda y dos genuinos representantes del sindicalismo reformista burgués. Ocurrió el miércoles 25/10 pasado, en C5N. Puede escucharse en https://www.youtube.com/watch?v=PRtr_1Wsrt0.

      Llama la atención cómo una persona que supuestamente tiene formación marxista se ve en enormes dificultades para responder los argumentos de los sindicalistas reformistas. Es el resultado de dar el debate en los términos conceptuales en que los plantea el reformismo burgués. Tenía la nota en borrador, y a partir de escuchar esto decidí apurar su publicación. Por supuesto, puede discreparse con el enfoque de Lenin; pero en cualquier caso, es necesario tomar conciencia de la distancia que media entre ese mensaje, anclado en la teoría de Marx, y el discurso y argumentos de la dirigente socialista que se escuchan en el audio.

      Repito algo que debería ser elemental: es necesario que los agitadores y propagandistas socialistas conozcan las ideas básicas del marxismo. Más aún cuando son figuras públicas y dirigentes. La teoría no es un adorno. La teoría de la plusvalía, la critica de la Economía burguesa es un arma de la lucha de clases.

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      rolandoastarita

      29/10/2017 at 16:07

    • Felipe tenes razón, pero cual es el porcentaje de ese sindicalismo hoy? ademas los sindicales revolucionarios llegan a concientizar a una parte importante de las masas o empresas en las que están sumergidos? honestamente considero muy magro el sindicalismo revolucionario y para colmo no llegan a cooptar ni la mitad de una fabrica. Mas allá de el actual periodo de dominación de clase considero que las bases y las direcciones que siguen los militantes revolucionarios es deficiente y muy alejado de la realidad. No conozco todos los casos pero si fabricas icono de zona norte, y continuamente la gente considera a los militantes sindicales como muy buenos muchachos pero no tienen ni la mas pálida idea de la critica al capitalismo, mas de uno me hablo de un salario justo( ni media mención de explotación) y muchos de esos trabajadores votaron por opciones burguesas.
      Amplio un poco mas, cuando el pts logro adherir gran parte de la clase obrera de terrabusi o lear fue por que la misma se enfrentaba a despidos masivos y naturalmente se volcaron hacia el mismo y no al sindicalismo burocrático que incluso apoyaba los despidos. hoy en día la burocracia sindical esta recuperando terreno y gran parte de los trabajadores no ganaron ni la mas mínima conciencia de clase y los que si lo hicieron ven al pts como aventurero e irreal hasta cierto punto ( la revolución esta a la vuelta de la esquina, un esfuerzo mas y tomamos la fabrica, el 2001 fue una situación pre revolucionaria), por eso el discurso que se da en las fabricas y pero aun en época electoral, no aporta mucho a la critica al capitalismo lo cual ayuda a mantener intacta la tradición burguesa del movimiento sindical reformista.

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      Gabriel

      29/10/2017 at 11:37

  2. Rolando, disculpe si esto se corre un poco de tema, pero tiene que ver con el trabajo y la sindicalización: en otras entradas usted afirmaba que siempre hubo una gran masa de trabajadores «en transición» a ser subsumidos bajo una relación capitalista, como artesanos, pequeños productores, profesionales cuentapropistas, etc. Se supone que el capital tarde o temprano los va a absorber para convertirlos en asalariados que generen plusvalía. Pregunto: considerando el alto grado de precarización del empleo, donde muchos empresarios ya no necesitan asalariar al trabajador (pueden contratarlo como proveedor externo, sin derechos), y tomando en cuenta el importante nivel de desocupación, ¿no se está transitando el camino inverso? Es decir, un capitalismo que se sostiene con cada vez menos asalariados y más «proveedores» eventuales, sin derechos laborales. Gracias.

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    El Panfleto

    29/10/2017 at 12:18

    • Son trabajadores asalariados que cobran a destajo. Que no estén inscriptos en la relación jurídica típica no quiere decir que no estén subsumidos al capital. De hecho la justicia laboral argentina considera que existe relación jurídica laboral en muchos casos en los que el empleado le factura al empleador y no está formalmente incluido en la plantilla laboral de su patrón.

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      Lucas

      29/10/2017 at 13:49

    • Sí, lo sé porque siempre trabajé como proveedor externo monotributista. Y de hecho esa forma de contratación es legal y registrada, pero sin ningún derecho para el trabajador y todas las facilidades para las empresas. Las sucesivas reformas flexibilizadoras, tanto en leyes como convenios, tienden a llevar a más trabajadores a esa situación. Lo que quiero destacar es que se pierden elementos básicos de la histórica relación capital-trabajo: en estos casos no se trabaja por jornada, ni hay salario, ni relación de dependencia. La contratación se convierte en algo eventual, se factura, se paga por pieza o por objetivo. Ante la ley parece un contrato entre iguales. Muchas empresas funcionan así. De ese modo no sólo ganan más sino que evitan cualquier presión sindical.

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      El Panfleto

      29/10/2017 at 16:02

  3. Astarita
    Hace tiempo le leí que escribiría sobre El Gran Salto Adelante y la Revolución Cultural, ambos en China, pudiera aunque sea a modo de uno o dos post divulgativos explicarnos en qué consistieron, sus implicaciones, consecuencias, etc. Se lo agradecería.
    Gracias y saludos desde España

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    Ramón

    29/10/2017 at 15:06

    • Mi intención es escribir sobre el Gran Salto Adelante, no sobre la Revolución Cultural. Me interesa el GSA porque es otra muestra -con consecuencias trágicas- del voluntarismo burocrático aplicado a la construcción del socialismo. El problema de todas formas es que estoy atrasado con muchas cosas que tengo pendientes de escribir. No sé cuándo podré publicar la nota.

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      rolandoastarita

      31/10/2017 at 10:15

  4. Es digno recordar a Agustín Tosco, que fue uno de los pocos sindicalistas que pudo expresar una posición socialista en un medio masivo de comunicación en los ’70 en el debate con Rucci. Nunca más se vió algo parecido.

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    Julián

    29/10/2017 at 20:43

  5. Una reivindicación consecuente de mejoras en las condiciones laborales, epecialmente las económicas, pueden a largo plazo e insisto: si son perseguidas consecuentemente, tanto por dirigentes como por sus bases, dar como resultado la caída de la tasa de ganancia y hasta su desaparición, provocando la crisis del sistema capitalista y tal vez su caída.
    Obviamente no puede darse en un país aislado por el recurso a la deslocalización de empresas y otros, pero la globalización, aún incipiente para que se produzca tal efecto, puede dar lugar a la caída de la tasa de ganancia.
    Una objeción a lo expuesto, la de Okishio, más aún en plena etapa de robotización de la producción en países adelantados, contrasta con la realidad, cada vez más incluso en éstos, se intenta mantener la tasa de ganancia mediante el recurso a la plusvalía absoluta.
    Motiva este comentario en que la derechización cada vez más extendida de la política a nivel mundial hace impracticable la opción leninista, si era difícil en 1903, más aún ahora, tanto más cuanto la realidad dictatorial de los sistemas «socialistas» reales y su caída, son magnífico ejemplo de que el capitalismo es el único sistema económico y polítamente viable.
    Por otro lado, una reivindicación consecuente de mejoras en las condiciones laborales, significa lucha antiburocrática por conseguir direcciones representativas de las bases, con lo cual, la clase obrera estaría en condiciones de reistir la burocracia postrevolucionaria producida por la opción leninista de una vanguardia de revolucionarios profesionales, del Partido representante de los interese de aquélla, en fin la URSS 192… Obsérvese que en el mismo Qué hacer? una opción conduce a la otra.
    Otra objeción: el fascismo. Peligro equivalente en el leninismo: el stalinismo. El ejercicio democrático de la lucha antiburocrática imprescindible para imponer a los capitalistas y a su Estado mejoras en las condiciones laborales poede prevenir ambos.

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    Robersus

    30/10/2017 at 08:03

    • «Una reivindicación consecuente de mejoras en las condiciones laborales, especialmente las económicas, pueden a largo plazo e insisto: si son perseguidas consecuentemente, tanto por dirigentes como por sus bases, dar como resultado la caída de la tasa de ganancia y hasta su desaparición, provocando la crisis del sistema capitalista y tal vez su caída».

      En el fondo es la idea de Bernstein: mediante luchas reformistas, se puede arrinconar al sistema capitalista, ya que los salarios se elevan (lo cual supone que el poder del trabajo crece sin pausas frente al capital), las ganancias bajan, el sistema entra en crisis y se produce la transformación social. Marx rechaza esta posibilidad con argumentos teóricos (y respaldados por la evidencia empírica) en el capítulo 23, t. 1 de El Capital, dedicado a la acumulación capitalista. Pienso que los argumentos de Marx conservan validez desde el punto de vista teórico, y se confirman a la luz de la experiencia histórica. En otro plano, también considero que conserva vigencia la recomendación de Marx a la clase obrera, de no desgastar sus fuerzas en una interminable guerra de guerrillas por el salario (véase «Salario, precio y ganancia»). En el mismo sentido, la visión de Rosa Luxemburgo sobre la lucha sindical como un eterno volver a empezar, en tanto no se eliminaran las relaciones de producción capitalista.

      Por último, es interesante constatar la conexión entre el economicismo sindicalista «radical» y el reformismo burgués. El punto de partida siempre es el mismo: desconocer las constricciones objetivas que imponen las leyes de la plusvalía y de la acumulación capitalista.

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      rolandoastarita

      30/10/2017 at 08:56

  6. Hoy el espectro de la izquierda está tan corrido al centro que creen que un sindicalismo «combativo y clasista» ya es revolucionario…

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    La Cagámpora

    30/10/2017 at 18:20

  7. Estoy de acuerdo en general con que la gran mayoría de la clase obrera tiene una conciencia de clase burguesa, y que cuando vota lo hace en virtud de un doble chantaje: el del «mal menor» cuando vota al Peronismo/reformismo/tradeunionismo y el de la «exclusión del mundo capitalista» (por ponerle un nombre) cuando vota a la oligarquía. Esto también tiene que ver con cómo se construye la hegemonía burguesa: a veces más ligada a la «dirección» de la clase obrera, otras veces más ligada a la «dominación» directa. Resumiendo este punto: según la dinámica de las relaciones de fuerza y los ciclos de crisis, las clases trabajadoras son llevadas a resignarse a una explotación directa para no ser excluidas o a resignarse a una dirección burguesa que promete «paliar» la explotación directa.
    También estoy de acuerdo en que la lucha socialista real implica una doble tarea: 1) contra la dominación o coersión directa («demandas sindicales –mejora del salario, de las condiciones laborales, libertad de organización, etcétera», se podría decir la lucha «defensiva») y 2) contra la dirección reformista, que impone un dique al programa socialista final de abolición del trabajo asalariado, socialización de los medios de producción, etc. (se podría decir que es la lucha más «ofensiva» porque no se queda con reivindicaciones dentro del capitalismo sino que justamente busca perforar la barrera ideológica que éste impone).
    También coincido en que la izquierda en general se queda en la primer tarea y no profundiza en la segunda, y que cuando arremete contra direcciones burguesas como el Peronismo/Kirchnerismo lo hace con chicanas o hechos superficiales, ganándose el odio y la incomprensión de grandes sectores populares y sin poder transmitir el programa socialista de máxima. Tal como se suele decir, siempre se elige el original antes que la copia, y si la izquierda no plantea algo sustancialmente diferente a las alternativas burguesas, el pueblo seguirá eligiendo lo que representa mejor ese paradigma.
    Ahora bien, creo que la distinción de esas dos tareas es más teórica que práctica (a pesar de utilizar la palabra «tarea»), en el sentido de que la segunda tarea es completamente inseparable de la primera: es imposible plantear el programa socialista en abstracto sin anclarlo en una lucha concreta. O sea, creo que LA tarea de la militancia socialista es lograr transformar cada lucha, conflicto y reivindicadión que nace «dentro» del capitalismo en luchas que busquen romper con el capitalismo (o transformar luchas «defensivas» en ofensivas»). Insisto, NO es una tarea a realizar en el largo plazo, como plantea la socialdemocracia, es una tarea a realizar en cada conflicto, y no hay fórmulas universales para ello. Otra tarea paralela importante es la pedagógica: difundir el punto de vista teórico socialista sobre economía, sociedad, historia, etc.
    Finalmente, según mi punto de vista, está bien plantear ser más agresivos con las consignas, siempre y cuando esas consignas estén bien ancladas en conflictos y luchas concretas. Porque la adquisición de una
    conciencia de clase socialista es un proceso, no un momento de iluminación, se da en la acción y suele comenzar con la lucha por el salario, el empleo, etc. Si no, caemos en un panfletismo abstracto que
    tampoco conduce a ningún lado. O sea, ni panfletismo abstracto ni luchismo vacío reformista.

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    Luciano Cossettini

    01/11/2017 at 14:13

    • Estoy de acuerdo en que los socialistas deben participar en las luchas reivindicativas, sean defensivas o no. También en que debe evitarse el propagandismo abstracto. En este respecto sería bueno rescatar mucho de lo escrito en la tradición socialista; por caso, hace un tiempo un dirigente sindical de izquierda me contaba la experiencia positiva de haber hecho un pequeño curso con delegados de su gremio con «Salario, precio y ganancia». Simplificando algunas cosas, ese tipo de materiales creo que son muy convenientes.
      Sin embargo, no veo cómo se puede lograr «transformar cada lucha, conflicto y reivindicación que nace “dentro” del capitalismo en luchas que busquen romper con el capitalismo». Hay que tener cuidado en no caer en posiciones ultraizquierdistas.

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      rolandoastarita

      01/11/2017 at 14:57

  8. Tengo una pequeña duda profesor. La ley del valor rige la producción mercantil capitalista. Entonces cuatro preguntas:

    1) ¿El socialismo implica que se destruya o haga desaparecer la ley del valor?
    2) ¿La revolución socialista y el socialismo persiguen la destrucción de la ley del valor?
    3) Si esto no es así, ¿simplemente la ley del valor se altera en el modo de producción capitalista? Si es así, ¿cómo sería, en base a qué regiría la ley del valor en el socialismo?
    4) ¿Qué es lo que se busca destruir del capitalismo para los marxistas? ¿El capital? ¿No habría capital en el socialismo?

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    Nuevo Socialismo

    01/11/2017 at 17:20

    • Si le interesa el tema, le recomiendo que lea los primeros capítulos del capital. Con detenimiento la parte de fetichismo de la mercancía. Allí puede encontrar, en palabras de marx, las respuestas a sus preguntas.
      El capital es valor en proceso de valorización, es una relación social entre un propietario de medios de producción y un proletario. No es un conjunto de bienes o insumos o una suma de dinero, como en otras escuelas. Para el marxismo esas son formas diversas del valor. El valor contenido en esos insumos se valoriza por medio de la extracción de plusvalía. Entonces allí tenemos capital, una relación de capital.
      El valor es una propiedad social de las cosas, no es una propiedad física,entonces es histórica, derivada del modo de producción en nuestra sociedad. Un modo de producción que se caracteriza por llevar adelante la producción social (la producción de las cosas necesarias para la vida de la sociedad) por medio de productores privados independientes y aislados entre sí (solo entran en relación por medio de las mercancías). Como los productores son privados, los productos de su trabajo (las mercancías) también lo son. Por lo que se da lugar al intercambio mercantil. En el intercambio se comparan los tiempos de trabajos necesarios para producirlas y estas se intercambian en función de este criterio. El tiempo de trabajo necesario es el contenido del valor. La.cantidad de tiempo determina la magnitud del valor.
      Los marxistas buscan la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Si no hay propiedad privada de medios de producción, no hay mercancías ni intercambio mercantil. Por lo tanto no hay valor ni ley del valor. Si no hay valor, no hay plusvalor ni capital. Pero si habría tiempos de trabajo necesarios y excedente. Solo que no asumen formas fetichizadas.

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      Gus

      02/11/2017 at 00:46

    • Muy bien pero mi pregunta es clara y el profesor Rolando no contesta. La sintetizaré en una sola: en la construcción del socialismo encaminada al comunismo, ¿hay que limitar la ley del valor y pasar a una producción directamente social o no? Aquí está la prueba del algodón de todo. Me gustaría que el profesor contestase, siendo una pregunta clara y concisa.

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      Nuevo Socialismo

      12/11/2017 at 00:03

    • La pregunta es abstracta. Es cierto que el programa socialista busca eliminar el mercado, y por lo tanto la ley del valor. Pero los ritmos, vías y formas por las que se pueda lograr la supresión del mercado no pueden anticiparse. La estatización (abolición de la propiedad privada) no anula por sí misma el mercado.

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      rolandoastarita

      12/11/2017 at 10:30

    • «Los marxistas buscan la abolición de la propiedad privada de los medios de producción. Si no hay propiedad privada de medios de producción, no hay mercancías ni intercambio mercantil. Por lo tanto no hay valor ni ley del valor. Si no hay valor, no hay plusvalor ni capital. Pero si habría tiempos de trabajo necesarios y excedente. Solo que no asumen formas fetichizadas.»

      Si no hay propiedad privada de los medios de producción, no veo en qué modo se sigue de eso que «no hay mercancías ni intercambio mercantil». De hecho, hay mercancías e intercambio mercantil. Es la contradicción dialéctica en la construcción socialismo de mercado y producción directamente social. Ya fue estudiado por Stalin y Nikita fue por la senda de la desviación de derecha, consolidando la acción de la ley del valor, el intercambio mercantil y el mercado aún cuando las mercancías no tuvieran forma capitalista.

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      Nuevo Socialismo

      12/11/2017 at 00:06

  9. Profe: excelente nota señala los puntos claves para comprender el dominio ideológico sindical reformista de la actualidad a nivel mundial de la clase obrera.Esto a mi entender tiene que ver con el fracaso de la URSS y de los «socialismos reales» que precisamente usted subraya. Esto sumado a la caída del Muro de Berlin y el avance del capital sobre el trabajo de fines de los 70, que han sido derrotas muy duras para nuestra clase de la cual todavía no podemos erguirnos.
    Pienso que en momentos de avance de la precarizacion laboral por parte del gobierno de cambiemos -debería la izquierda avistar estos problemas ideológicos a los obreros – no solo formar buenos dirigente combativos, los cuales no tienen argumentos sólidos para proponer una salida socialista, sino creo debería fortalecerse la formación ideológica y la argumentación de la misma en lo posible depurada de toda ideología burguesa reformista que nuestra «izquierda» no pudo librarse en su totalidad lo cual impide una critica radical al capital y su Estado.

    Esto lo observamos con las propuestas de la izquierda radical como luchar contra el ajuste -cuya propuesta es la nacionalización de los medios de producción, banca, etc…- reformas que no van a la raíz del trabajo asalariado sino que son reformas dentro de las leyes del capital y su Estado.

    Un abrazo

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    Víctor Hugo

    01/11/2017 at 20:00

  10. El autor menciona un “peronismo de izquierda”, ¿qué bicho es ese?

    Esta mañana conversaba con un vecino —buena persona, dicho sea de paso— quien me aleccionaba (resumo malamente) con que la izquierda es muy débil y si quiere influir sobre la realidad debe juntarse con otras fuerzas. Y que la más indicada es el kirchnerismo, porque es el que puede ponerle freno al fascista Macri y, aunque no se declara socialista, siempre ha estado del lado de los necesitados, e incluso tiene en sus filas a dirigentes que son comunistas: mencionó a Sabbatella, Zannini, Kicillof, Heller.
    Hay en esto un exceso de prodigalidad con ciertas palabras: Macri no es fascista, ni los que nombró son comunistas porque lo hubieran sido alguna vez o, mucho menos, por haber tenido un carné que lo dijera.
    Y hay otra conclusión errónea: nadie es automáticamente bueno por combatir contra un malo. Puede, incluso, ser peor que este. Para hacerla fácil, recordemos a Bugs Moran, O’Banion y Al Capone.
    Ahora bien: mi vecino-amigo PC es una persona sencilla, menos rigurosa que entusiasta. Sus palabras son dictadas por la emoción o, más aún, por el deseo.
    El autor de este blog no es así: sus análisis son organizados, minuciosos, precisos. Y, sin embargo, en la nota que leí hoy da por existente una especie llamada “peronismo de izquierda”, “alineada con el kirchnerismo”, aclara.
    Pero peronista de izquierda es un oxímoron, es como hablar de un pez hidrófobo. La denotación de ambas palabras impide relacionarlas: una de las dos, al menos, debería estar tomada en un sentido que no es el universalmente aceptado.
    Seguramente Astarita no cree en la existencia de ese animal mitológico llamado “peronista de izquierda”, y por comodidad usó la expresión para identificar una de las corrientes del peronismo. Que, si efectivamente son peronistas, tienen una característica esencial que, esa sí, no puede faltar en ninguna de ellas, lo cual las hace incompatibles con la izquierda.
    Pero esa “comodidad” de Astarita tiene su costo. Porque refuerza un malentendido que ya muchas personas padecen, y que les dificulta formarse una idea correcta de la realidad y, en consecuencia, tomar las decisiones adecuadas.
    Y es a causa de ese y de otros muchos malentendidos que la izquierda tiene el 5,6 % de los votos y sus enemigos, como bien los llama Astarita, el 94,4.
    Tengamos en cuenta que si bien todos los países del mundo pueden presumir de un amplio surtido de partidos patronales —algunos bastante antiguos y exitosos en términos electorales y en el cumplimiento de sus designios— no hay ninguno que pueda jactarse, como la Argentina, de tener un partido contrarrevolucionario que mantiene la hegemonía política, ideológica, cultural y organizativa sobre los trabajadores y los grupos sociales vulnerables en general desde hace casi tres cuartos de siglo.
    Por eso me parece particularmente nocivo agregar confusión a una patología que está en la base de la mayoría de los males de nuestra sociedad.

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    juandelsur

    02/11/2017 at 12:28

    • Un poco de humildad che, que conozco muchos peronistas de izquierda. Yo también los considero un oximorón en tanto y en cuanto pretendamos que ser genuinamente de izquierda es ser comunista y revolucionario pero ello no es así. Un comunista revolucionario es evidentemente de izquierda pero no toda persona de izquierda es comunista revolucionaria. En este punto, que exista peronistas de izquierda no es un oximorón.

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      Lucas

      02/11/2017 at 17:10

    • Un sindicato por sí mismo , por muy revolucionario que sea, no alcanza más que cierto nivel y que es defensivo contra las ofensivas inmediatas del capitalismo en la producción. Para alcanzar el nivel político necesario para poder cuestionar el poder a la brguesía, tiene que tener detrás de él un partido revolucionario

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      UN OBRERO CON MAYUSCULAS

      11/11/2017 at 16:10


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