Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Plusvalía relativa e inflación

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En relación a la nota sobre papel moneda, oro y teoría monetaria de Marx (segunda parte, aquí), un lector recordó –en la sección Comentarios- que el 1º de mayo de 1890 los anarquistas exigieron al gobierno de Juárez Celman el pago de los salarios en oro; y remarcó también la obsesiva defensa de la paridad oro papel moneda de los partidos Socialistas (Juan B. Justo en Argentina o Blum en Francia).

El comentario da la ocasión para recordar que la teoría económica establecida  afirma que el objetivo de la política económica debe ser una inflación baja, pero positiva. Por ejemplo, la conocida como regla Taylor (que se plantea en los modelos macroeconómicos de la “nueva síntesis”) sostiene que la tasa de inflación deseable es el 2% anual. ¿Cuál es la razón de esto? ¿Por qué no se plantea el objetivo de estabilidad absoluta de los precios, esto es, de inflación cero?

Desde un enfoque marxista es posible adelantar una explicación. Básicamente, tiene que ver con la secuencia (descrita por Marx en El Capital) de cambio tecnológico por parte del capitalista innovador – plusvalía extraordinaria-generalización del cambio tecnológico – caída del valor de la mercancía – aumento de la plusvalía relativa en el caso de que esa mercancía entre, directa o indirectamente, en la canasta de bienes salariales. Si bien Marx en El Capital solo parece contemplar que el aumento de la plusvalía relativa se produce por medio de la baja de los salarios nominales (en la misma proporción que se abarata la canasta salarial), se puede considerar la vía alternativa de caída del valor de la fuerza de trabajo, a través de la inflación. Para entender el fenómeno, empiezo recordando el mecanismo por el cual surge la plusvalía extraordinaria.

La plusvalía extraordinaria

Comenzamos suponiendo una industria en la cual las empresas modales producen con una tecnología que les permite producir una unidad de un producto A por hora y por obrero. Razonamos en términos de precios directamente proporcionales a los valores. Suponemos que en la fabricación de cada producto entran $12 en concepto de capital constante –incluye amortización de capital fijo- y $6 de valor agregado, de los cuales $3 son por capital variable y $3 por plusvalía. Suponemos también que $6 expresan una hora de trabajo s8mple abstracto socialmente necesario. Por lo tanto, el precio establecido en la rama es: 12c + 3v + 3s = 18. Si se trabajan 10 horas, el salario diario del trabajador es $30 y la plusvalía $30. El valor de las 10 piezas A es $180.

Supongamos ahora que una empresa logra duplicar la productividad, y que el capital constante por producto se mantiene en $12. Al duplicarse la productividad el trabajador genera 2 A por hora. Si este fuera el tiempo de trabajo socialmente necesario, el trabajador agregaría en media hora $3 de valor, de manera que el valor del producto sería $15. Sin embargo, dado que el resto de la rama no modificó la tecnología, podemos suponer que el valor sigue siendo $18 (tiempo de trabajo socialmente necesario). Por lo tanto la empresa innovadora tiene un margen para, vendiendo a menos de $18, conseguir una plusvalía extraordinaria. Por ejemplo, si vende el producto a $17 (y el capitalista innovador debe ganar mercado), obtiene una plusvalía extra de $2 por pieza. Dado que el obrero produce ahora 20 unidades A por día, la plusvalía extraordinaria diaria es de $40. Si el salario ha permanecido constante, la tasa de plusvalía se habrá elevado a 233% (la masa de plusvalía por día por obrero es $70 y el salario diario es $30).

Plusvalía relativa

La baja de precios iniciada por la empresa innovadora obliga al resto de la industria a incorporar la nueva tecnología. Por lo tanto, cuando la innovación se generaliza, el precio de la mercancía A pasa a ser $15, expresión monetaria del nuevo tiempo de trabajo socialmente necesario. Pero además, dice Marx (véase capítulo 10, tomo 1 de El Capital), si A entra directa o indirectamente en la canasta de consumo obrero, el capital aumentará la plusvalía, manteniendo constante el valor de la fuerza de trabajo. Es la plusvalía relativa; se trata de un incremento de plusvalía causado por el cambio tecnológico y el aumento de la productividad. Naturalmente, si el valor del dinero permanece constante en el largo plazo, (como sucedía en Inglaterra en el siglo XIX), la única manera de readecuar el salario a la nueva realidad es a través de una baja del salario nominal.

Por ejemplo, supongamos que la baja del precio de A representa un abaratamiento del valor de la fuerza de trabajo (o sea, de la canasta de bienes que reproduce la fuerza de trabajo) del 2%. En ese caso, para beneficiarse plenamente del aumento de la productividad, los capitalistas deberían bajar el salario diario de $30 a $29,4, ya que con este último ingreso ahora el trabajador puede comprar la misma cantidad de bienes que antes con $30. Así, la plusvalía habrá aumentado de $30 a $30,6, y la tasa de plusvalía del 100% al 104%.

Alternativamente, si el salario nominal permaneciera constante (supongamos por presión de la clase obrera que se resiste a la baja nominal del salario), habría aumentado el salario real, y la tasa de plusvalía habría permanecido en el 100%. Entre estos dos extremos podrían darse variantes, en las que aumentaran la tasa de plusvalía y el salario real; por ejemplo, si el salario nominal promedio baja solo el 1%. En cualquier caso, lo importante es que, si el valor del dinero permanece constante, la apropiación por parte del capital del efecto del cambio tecnológico depende de la caída de los salarios nominales.

El rol de “una sana dosis” de inflación

La baja en términos nominales del salario generalmente agudiza el conflicto entre el capital y el trabajo. Sin embargo, la caída del salario puede darse de forma más “suave” por vía inflacionaria. Esto es posible cuando se permite una depreciación del billete. Lo explicamos retomando el ejemplo anterior.

Habíamos supuesto que el valor generado por hora de trabajo se expresaba en $6. Supongamos ahora que el billete se deprecia un 2%, de manera que $6,12 expresan el valor generado en una hora de trabajo. Si el salario nominal permanece constante, la ecuación de precios, una vez producido el cambio tecnológico, será: 12,24c + 1,5v + 1,56s = $15,3. De manera que la tasa de plusvalía aumentó de 100% a 104%, sin necesidad de tocar los salarios nominales. Y por lo general la clase obrera ofrece menos resistencia a una caída del salario real vía aumento de precios, permaneciendo constantes los salarios nominales (o aumentando menos que lo que lo hacen los precios), que a una baja del salario real vía caída de los salarios nominales.

Además, a igual que en el caso anterior, se pueden admitir casos intermedios. Por ejemplo, si los salarios aumentan el 1%, parte del aumento de la productividad irá a mejorar el salario real, y parte habilitará el aumento de la tasa de plusvalía.

Por supuesto, se puede afirmar que la vieja reivindicación socialista contra la depreciación de la moneda tampoco impide el aumento de la plusvalía a resultas del cambio tecnológico; la baja de los salarios nominales siempre es una posibilidad. Pero aquella reivindicación de anarquistas y socialistas era expresión del hecho real de que la depreciación del dinero es un medio, en el capitalismo moderno, de erosionar las ganancias de productividad que podrían mejorar los salarios reales. Es por esto también que el mainstream de Economics -hoy encarnado en la nueva síntesis o nuevo consenso de nuevos clásicos y nuevos keynesianos-, sigue considerando, a pesar de todas sus condenas a la suba de precios, que es necesaria una dosis de inflación para el buen funcionamiento de las economías.

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Plusvalía relativa e inflación

Written by rolandoastarita

04/09/2016 a 18:21

17 respuestas

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  1. nuevamente perdón si la pregunta es tonta: en los años de la Belle Époque, cuando los trabjadores lograban reducción de la jornada de trabajo y aumento salarial real en un contexto de patrón oro, ¿podríamos considerar q la clase obrera le disputaba la plusvalía al capitalismo?.

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    santiago

    05/09/2016 at 12:24

  2. y en el caso arg desde la creación de la Caja de Conversión hasta 1940; los economistas de hoy sostienen q hubo una inflación promedio del 2% anual. O sea q los precios debieran haberse duplicado.
    Pero ffcc y tranvías no subieron de precio en 40 años, la luz se redujo un 40% en 1936, nuestros abuelos recuerdan de memoria el precio del diario o de la entrada a la cancha o al cine.
    Hubo años de alza por la Gran Guerra, posterior baja, suba, bajada por la crisis y nueva suba.
    Me pregunto si tiene sentido decir q en Arg hubo «inflación» entre 1899-1940.

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    santiago

    05/09/2016 at 12:28

  3. Puesto así, el cambio tecnológico, que es una constante del sistema capitalista, generaría una tendencia deflacionaria permanente que es preciso ‘compensar’ a través de mecanismos monetarios con el objeto que la masa total de trabajadores, se ‘abarate’ para el conjunto de los capitalistas y la plusvalía relativa se efectivice. El punto es que pasa con el conjunto de las mercancías que no entran directamente en la conformación de la canasta obrera. Aumentan todas de precio dando por resultado un efecto nulo por fuera del aumento nominal? La inflación ‘saludable’ sería aquella en que los obreros pueden comprar en razón de un salario que decrece en términos reales pese a la baja en el precio de las mercancías?

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    AP

    05/09/2016 at 22:44

  4. Lo anterior entronca con el problema de la evolución de los salarios en más de un siglo. Los salarios aumentaron en término de dólares, pero disminuyeron medidos en oro. Del mismo modo, pese a que la canasta obrera se ha diversificado notablemente, el valor relativo del salario parece haber disminuido. Es una confirmación de la tendencia a la depauperación relativa? Sobre la observación de que la baja salarial por erosión inflacionaria es más digerible socialmente que la baja nominal de los salarios. Keynes ya lo había señalado y había recomendado privilegiar la primera vía a los capitalistas de su época. Todo un progre.

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    AP

    05/09/2016 at 22:53

  5. ¿Pero cual es el motivo que tiene el maistream para elogiar una baja tasa de inflación ? ¿Que el aumento de precios crea expectativas favorables al consumo y la inversión? ¿ Y no al ahorro como en la deflación?

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    José Mercado

    06/09/2016 at 09:09

    • Un proceso deflacionario, en especial si es agudo, puede llevar al atesoramiento (hay que distinguirlo del ahorro) generalizado. Keynes (capitulo 19 de la Teoría General) señala el peligro de que una deflación desate una espiral contractiva, por lo menos hasta un punto en que la economía toca fondo y comienzan a incrementarse las inversiones (los capitalistas que se mantuvieron líquidos vuelven a invertir). Esta mecánica era bastante común en el siglo XIX, y lo fue en la crisis del 30.

      Por eso impedir las fuertes deflaciones durante una crisis está en el centro de las preocupaciones del mainstream. Ejemplo, Bernanke (ex responsable de la FED) recomendaba al Banco de Japón emitir sin techo para contrarrestar las presiones deflacionarias; y de hecho la FED emitió fuertemente durante la crisis de 2007-9, tal como lo había anticipado el propio Bernanke que haría si EEUU se enfrentaba a una nueva crisis del tipo de la ocurrida en 1930.

      Sin embargo, en la nota no trato esta cuestión, que está referida a las políticas monetarias frente a una crisis, sino la funcionalidad de una cierta tasa de inflación como medio para transferir (en parte o totalmente) las ganancias de productividad al capital. En este respecto existe un caso histórico que es ilustrativo, la situación en EEUU durante las décadas de 1870 y 1880. Muchas veces se ha dicho que se trató de una fase globalmente depresiva (el término «Gran Depresión» se usó por primera vez en esos años). Sin embargo, las tasas de crecimiento fueron importantes (en especial en los 1880), y los avances de productividad y la inversión. Pero las empresas se quejaban en esa época permanentemente por las presiones bajistas de precios y los salarios reales altos. Es que con patrón oro, los avances de productividad daban como resultado caídas de los precios; de ahí que el capital buscara bajar nominalmente los salarios. Pero esto provocó una gran agitación obrera en los 1880, surgieron fuertes organizaciones sindicales, etc.

      Esto es, una cierta dosis de inflación permite al capital de conjunto «acomodar» caídas de salarios reales (ante los avances de productividad) de manera más suave que a través de la caída de los salarios nominales.

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      rolandoastarita

      06/09/2016 at 09:38

  6. Hola,

    este uso de la inflación por el sistema capitalista me ha recordado un proceso que explica Carchedi en un artículo titulado «the EMU, monetary crises and the single european currency» sobre el uso de la inflación seguido de devaluación por los capitalistas de los países que no pueden competir en productividad. El objetivo sería, según Carchedi, aumentar la explotación más allá de la duración e intensidad del trabajo a través de la bajada del salario real.
    Cómo llegan a desarrollarse (o a dejar de realizarse) estas prácticas deben ser procesos de gran inercia, teniendo en cuenta que los capitalistas no se ponen de acuerdo entre ellos a nivel individual. Por ejemplo, si la práctica que describe Carchedi está fundamentada, a ver quién impide a los capitalistas de España, Portugal o Grecia en 1999 seguir aumentando los precios por encima de la media europea aunque ya no existan condiciones materiales para devaluar después. Inevitablemente deben ser procesos que nazcan de la experiencia práctica del mayor beneficio o de la crisis más aguda tanto en el arranque como en la parada respectivamente.
    Gracias por sus interesantes lecciones. Le aseguro que muchos las seguimos con gran interés (y más o menos provecho según nuestras capacidades).

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    CH

    07/09/2016 at 13:49

  7. Una pequeña pregunta profesor Astarita, ¿qué opina del economista marxista Richard David Wolff? ¿Cree que se aproxima a sus postulados?

    Un saludo.

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    kaktus

    09/09/2016 at 04:18

    • No conozco mucho de la obra de Richard Wolff. Por lo que he leído de su producción, no tengo mucho en común en lo que Wolff llama los supuestos epistemológicos del marxismo (me baso en el artículo que escribió con Stephen Resnick, «Soluciones y problemas», introducción a «Pensar a Marx», autores varios, Madrid 1988, editorial Revolución). Allí critican fuertemente lo que califican de enfoque epistemológico «empirista» y «esencialista» en el marxismo, en línea con el pensamiento de Althusser.

      Coincido con Wolff y Resnick en que se trata de una cuestión es (en el artículo critican al marxismo de Monthly Review por no haber incorporado esta problemática). Pero no acuerdo que la salida sea la de Althusser (ver aquí). Cuando tenga tiempo voy a ampliar sobre estos temas en una nota. En particular, la cuestión de la determinación «en última instancia» de la superestructura por las relaciones de producción, que Wolff y Resnick, y en general la línea de Rethinking Marxism cuestionan (y yo reivindico), se vincula con este tema.

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      rolandoastarita

      09/09/2016 at 09:54

    • ¿Qué opina de su lucha contra el capitalismo en EEUU encaminada a generar unas condiciones subjetivas entre los americanos creando cooperativas? Dice que es una forma de mostrar una alternativa real y que la gente que ha probado trabajar en cooperativas, no querría volver atrás. ¿Considera que es una forma adecuada?

      Gracias.

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      kaktus

      09/09/2016 at 12:01

    • Me dejé dos cosas. Dice »se trata de una cuestión es» y ahí se quedó, debió ser fallo al mandar el mensaje. Lo segundo es sobre lo de »determinación en última instancia», que algunos lo califican como solución ecléctica y que en todo caso podríamos decir que Marx tenía un tacto especial que le impidió acabar siendo determinista o su contrario.

      Gracias de nuevo.

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      kaktus

      09/09/2016 at 12:03

    • Fue un error de redacción. Debí escribir «se trata de una cuestión importante».
      Lo de «determinación en última instancia» lo escribí como una forma abreviada para decir que no todas las instancias (política, cultura, ideología) pesan lo mismo en la explicación social. Lo determinante, en la sociedad moderna, es la relación capitalista. Pero trato de pensar esta cuestión desde la noción de totalidad concreta, de Hegel, que sigue Marx. Es una forma de evitar el multicausalismo ecléctico (en el que caen las corrientes que piensa que todas las instancias tienen la misma jerarquía en el análisis social), y el determinismo mecanicista. Trato estas cuestiones en «Valor, mercado mundial y globalización». En algún momento voy a escribir una nota en el blog con lo esencial del asunto.

      Sobre la cooperativa, pienso que sí, que puede ser una manera de mostrar una forma concreta de organización de la producción y del intercambio alternativa. Después de todo tanto Marx como Engels, cuando propusieron una forma de organizar la producción en una futura sociedad, hablaron de transformar a las empresas capitalistas en cooperativas en manos de los trabajadores. También está la propuesta de Lenin, en los últimos años de su vida, de organizar a los campesinos en cooperativas (reales, no a la manera en que lo hizo el stalinismo). Por supuesto, esto no significa pensar que a través de la organización de cooperativas se pueda eliminar el sistema actual de explotación.

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      rolandoastarita

      09/09/2016 at 12:55

  8. También sobre el como impacta la inflación como mecanismo de transferencia del trabajo al capital, es interesante esto, especialmente porqué desarma el mito K de la ‘década ganada’ (por los trabajadores) http://www.losandes.com.ar/article/el-salario-en-las-ultimas-decadas-en-los-90-era-mas-alto-que-en-la-era-k

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    AP

    10/09/2016 at 15:10

  9. Le agradezco Edgardo. Los leeré con interés. Saludos.

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    AP

    12/09/2016 at 20:22

  10. Buenas tardes profesor Astarita, me gustaría saber su opinión sobre la vuelta del revés de Marx que hizo el filósofo español Gustavo Bueno:

    http://nodulo.org/ec/2008/n076p02.htm

    Gracias.

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    Javier

    24/10/2016 at 12:14


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