Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (13)

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La parte 12 de la nota, aquí

La industrialización acelerada

Junto a la colectivización forzosa, la industrialización acelerada es el hecho que se invoca más frecuentemente para sostener que el giro de 1928-9 fue positivo, en términos de consolidación de los elementos socialistas por sobre los capitalistas. Si bien las cifras oficiales sobreestimaron el avance, es indudable que entre 1928 y fines de la década siguiente el país experimentó una asombrosa transformación productiva. Desde 1928 a 1937 el ingreso nacional pasó de 24.400 millones de rublos a 96.300 millones. En 1938 la URSS estaba produciendo cuatro veces más acero y tres veces y media más carbón que en 1928. Además, era el primer productor mundial  de tractores y locomotoras, y la carga transportada por ferrocarriles era cinco veces superior a la de 1913. La producción de carbón aumentó de 35,4 millones de toneladas a 128 millones, la de acero de 4 a 17,7 millones de toneladas, la producción de electricidad aumentó 700%. Con el Plan Quinquenal  se asignó una gran parte del excedente a la inversión, en particular hacia la industria pesada y la de guerra. Se construyeron en tiempo récord enormes fábricas, la represa del Dnieper, el combinado de hierro y carbón de los Urales-Kuznetsk, se perforaron pozos petrolíferos, se abrieron minas y canales, se lograron economías de escala y se difundió la tecnología. Solo durante el Primer Plan Quinquenal la industria soviética dominó la producción de caucho sintético, motocicletas, relojes pulsera, cámaras, excavadoras, cemento de alto grado y una variedad de calidades de acero. En esos años se estableció firmemente la red de investigación y desarrollo (Wheatcroft, Davies y Cooper, 1986).

Por supuesto, la URSS partía de niveles muy bajos de tecnología y producción. Además, la calidad de los productos era deficiente, y el despilfarro de recursos parece haber sido importante. Por eso Trotsky, en La revolución traicionada destaca los logros pero matiza los resultados oficiales. Además, cuando se pone el acento en la multiplicación rápida de productos altamente estandarizados, y no en las mejoras de calidad, los índices de crecimiento son mayores que cuando se atiende a la mejora de la calidad. Con todo esto, el progreso productivo fue inmenso, y creó la base material de la posterior victoria del Ejército Rojo sobre los nazis.

Junto a la industrialización se incrementó la población urbana, creció la clase obrera y se elevó su nivel de cultural. La población de las ciudades aumentó de 26,3 millones en 1926 a 55,9 millones en 1939; en términos porcentuales, pasó de ser el 17,9% del total del país en 1926 al 32,8% en 1939. La población total aumentó de 147 a 170,5 millones en ese lapso. El empleo en industria, construcción, comunicaciones y transporte pasó de 6,4 millones a 23,7 millones de trabajadores; en el sector agrícola bajó de 71,7 a 47,7 millones, siempre en el lapso 1926-1939. A pesar de que algunos datos pueden estar exagerados, el cambio fue dramático (Wheatcroft, Davies y Cooper).

En lo que respecta a la educación, en 1926 el porcentaje de alfabetización entre los 9 y 49 años de edad era 56,6%; en 1939 había aumentado al 87%. El número de estudiantes secundarios pasó de 1,8 millones en 1926-7 a 12 millones en 1938-9; los estudiantes universitarios aumentaron de 160.000 en 1927-8 a 470.000 en 1932-3; en este último año el 50% provenía de la clase obrera. Este crecimiento, junto a las grandes purgas, abrió oportunidades de ascenso social. Antiguos campesinos pobres accedieron a las ciudades, pudieron convertirse en oficinistas, o sus hijos acceder a la universidad y a altos puestos como funcionarios en el Estado o el Partido (se amplía más adelante).

Crecimiento desproporcionado

La estrategia soviética para el crecimiento económico se inspiró, en principio, en los esquemas de reproducción desarrollados por Marx en el segundo tomo de El Capital. Allí Marx dividió la economía en dos sectores, el que produce medios de producción (sector I) y el que produce medios de consumo (II). Con estos esquemas puede verse claramente que el crecimiento del sector II está condicionado, y depende, del crecimiento de I. Dado que los esquemas analizan las condiciones de la reproducción de la economía, el análisis pone el foco en los componentes materiales del proceso de producción. Se trata de condiciones objetivas, materiales, sin las cuales la reproducción de la producción puede ser imposible. Por ejemplo, debe existir cierta proporción entre el volumen de pan que se produce y el de trigo que entra como insumo para la producción del pan. De la misma manera, si ha de haber reproducción ampliada, y suponiendo el pleno empleo de los recursos, el volumen de los medios de producción producidos en un período debe ser mayor que los medios de producción consumidos en ese período. Son relaciones materiales objetivas, que se aplican a cualquier régimen, cualquiera sea su forma social.

La tasa de variación de la inversión total (y por ende, de la economía) viene determinada entonces por la proporción del producto que se asigna a I, y por la relación entre los medios de producción invertidos en el sector I y la producción de este sector. De ahí que la Oposición de Izquierda exigiera, en los años 1920, que se acelerara la inversión en el sector I. Agreguemos que la necesidad de aumentar la tasa de crecimiento en I estaba reforzada por el carácter cerrado de la economía y la caída de los términos de intercambio durante la Gran Depresión.

Enfaticemos por lo tanto que el sector I es el decisivo, dado que si baja la producción en II, la producción de I no se ve afectada. Aunque esto es cierto dentro de ciertos límites, ya que una caída en la producción de bienes de consumo no puede llegar al extremo de afectar la reproducción de los medios de subsistencia necesarios; tampoco puede afectarlos al punto que provoque desmoralización y retracción del esfuerzo de los trabajadores en las empresas. Si se diera esa circunstancia, se afectaría la producción y la productividad.

En cualquier caso, a partir del giro 1928-9, la dirección stalinista decidió priorizar el desarrollo del sector I. Así, en su intervención “La industrialización del país y la desviación de derecha en el PC de la Unión Soviética (Bolchevique)” ante el Pleno del Partido (18/11/1928) Stalin planteó que era clave el desarrollo de la producción de medios de producción al ritmo más alto posible. Lo cual implicaba “la máxima inversión de capital en la industria”. Esta idea habría de regir en los años siguientes la industrialización, y se terminaría presentando como una “ley económica del socialismo”.

Sin embargo, si se supone plena utilización de la capacidad, o pleno empleo, a más alta tasa de inversión menor será el nivel absoluto de consumo. Además, durante el período de gestación se consumen recursos sin que haya todavía producción de los bienes que se supone generará la nueva inversión. Estas cuestiones fueron reconocidas por Stalin en el discurso citado: “La reconstrucción de la industria implica la transferencia de fondos desde la esfera de la producción de medios de consumo a la esfera de la producción de medios de producción. (…) Esto significa que el dinero está siendo invertido en la construcción de nuevas plantas, y que el número de ciudades y nuevos consumidores está creciendo mientras que las nuevas plantas pueden producir mercancías adicionales en cantidad solo después de tres o cuatro años. Es fácil darse cuenta de que esto no lleva a poner fin a la escasez de bienes”.

Objetivos desmedidos

Lo anterior explica que a partir del lanzamiento del Primer Plan Quinquenal se dedicara una alta proporción de los recursos domésticos a la inversión destinada a ampliar la capacidad de producción de medios de producción. Si bien parecía inevitable para garantizar el crecimiento, los objetivos que impuso la dirección soviética fueron desmedidos. El Plan preveía que el stock de capital fijo aumentara más del 80% en cinco años, que el ingreso nacional se duplicara y la inversión bruta en capital fijo más que triplicara su volumen. Estos objetivos deberían cumplirse en una economía cuya relación capital/producto (entendido aquí “capital” como máquina y equipos) en el año base era 2,9 (se esperaba una caída al 2,5 al terminar ese año); la tasa de inversión neta de capital fijo era del 16%; y el promedio de construcción de nuevas plantas de entre 4 y 5 años (Erlich, 1967; también para lo que sigue). Para más males, en vísperas del Primer Plan Quinquenal el 40% de la inversión bruta se destinaba a la agricultura campesina, muy primitiva.

Al mismo tiempo, las líneas de producción que se suponía encabezarían la industrialización (construcción de máquinas y metalurgia) representaban el 15% del producto nacional y todo el output de la industria de gran escala generaba apenas el 26% del ingreso nacional. Como plantea Erlich, no había manera de alcanzar los objetivos del plan con ese stock de capital. Es que el volumen de la inversión planeada no era suficiente para generar el aumento deseado del output; pero al mismo tiempo demasiado grande cuando se consideraba la capacidad disponible del sector I. En un sentido más general, Bettelheim también observa que el plan soviético olvidó la necesidad de respetar ciertas proporciones entre las ramas económicas. De todo esto derivaron muchos problemas. Por un lado, dado que la capacidad de la producción de máquinas y equipos era insuficiente para la tarea, el período de gestación de la nueva planta, que ya era grande debido al tamaño de los proyectos, fue todavía mayor. Por lo tanto, otras plantas que dependían de los insumos que habrían de proveerles esos proyectos tuvieron que construirse más despacio, o debieron operar a una fracción de su capacidad durante períodos extensos. Un caso punta fue la producción de hierro y acero, retrasada con respecto a la industria de construcción de máquinas.

A fin de acercarse lo más posible a la inversión planeada en el sector I, hubo que reducir aún más la inversión en la producción de medios de consumo (Erlich), lo que se advierte con claridad en las estadísticas de Gerschenkron. Partiendo de un índice 100 en 1929, el índice oficial de producción para toda la industria había subido a 169 en 1932 y a 539 en 1940. Pero la producción de bienes de producción subió a 212 en 1932 y a 777 en 1940, en tanto la producción de bienes de consumo pasó a 136 en 1932 y 363 en 1940.

Inversión y despilfarro de recursos

Medida en rublos 1937 la participación de la inversión bruta en el PBI subió de 12% en 1928 a 26% en 1937 (Erlich, 1967). De acuerdo a otro estudio, citado por Wheatcroft, Davies y Cooper, la inversión bruta aumentó del 8,4% del PBI en 1928 al 20,1% en 1937, medida en precios de 1937; y del 20,3% al 40,5% medida en precios de 1928 (con la industrialización, debido al aumento de la productividad, cayeron los precios de los equipos y máquinas). Dado que el aumento fue mayor que el crecimiento de la clase obrera, aumentaron las relaciones capital/trabajo y capital/producto (entendido aquí como “capital” equipos y máquinas). Wheatcroft, Davies y Cooper plantean que estos datos cuestionan la idea, muy difundida, de que el crecimiento en los treinta fue de tipo extensivo. En realidad, se trata de crecimiento de conjunto de las fuerzas productivas. Aunque el nivel de desarrollo seguía estando muy lejos del nivel alcanzado por EEUU y otros países capitalistas adelantados.

En paralelo, hubo una abrupta expansión en la construcción no residencial, lo que dio lugar a cuellos de botella, físicos y organizativos; en consecuencia hubo un mayor alargamiento del período de gestación. Dado este alargamiento, y la escasez de producción en I, aumentaron todavía más los proyectos en marcha al mismo tiempo, lo que agravó las dificultades organizativas (Erlich, también para lo que sigue). En condiciones de excesiva tensión, los derroches fueron inevitables. Además de los cuellos de botella que daban lugar a frenos temporarios en líneas de producción, los retrasos en la terminación de los proyectos de inversión provocaron que hubiera plantas rápidamente obsoletas a poco de entrar en operación, e incluso a veces antes de inaugurarse. El cambio desde una tecnología vieja a una nueva muchas veces implicaba una amplia reconstrucción de la planta, lo que sumaba a los costos y desperdicios, y agregaba tiempo. A su vez, los directores, urgidos por presentar resultados, a menudo no exploraban nuevas tecnologías, o no dedicaban el tiempo de estudio suficiente a los proyectos.

Por otra parte, la imposición de objetivos extremadamente altos, que no se podían ser discutidos por las direcciones de las empresas (dada la campaña y represión contra los especialistas burgueses) ni por los trabajadores, daba lugar a más dificultades. Por ejemplo, según Siegelbaum (1986), en 1931 muchos proyectos gigantescos estaban atrasados y los que habían comenzado a construirse estaban experimentando problemas severos. En esas circunstancias, las direcciones de las empresas recurrían al “robo” de trabajadores calificados de otras empresas, a stockear maquinaria, piezas de repuesto y materiales, mandaban hacer horas extraordinarias y manipulaban los números para cumplir con las normas de la disciplina financiera. La rotación del trabajo–los trabajadores cambiaban de empresa buscando mejores salarios o condiciones de vivienda.-y el ausentismo permanecían altos.

Lo anterior explica que el crecimiento a partir de 1928 fuera rápido, pero con gran despilfarro de recursos y errático. Fitzpatrick (2005) escribe: “Los accidentes industriales eran comunes; había un inmenso desperdicio de materiales; la calidad era baja y el porcentaje de producción defectuosa, alto”. La inversión creció muy rápido entre 1928 y 1932, pero se detuvo en 1933. La causa principal fue la caída de la producción agrícola, y por consiguiente, la baja de suministros de comida, algodón, lino y cuero. Además, los retrasos en la construcción de capacidad obligaron a importaciones de urgencia de acero, cobre, maquinaria y equipos, a pesar de la caída de los términos de intercambio. Entre 1929-31 la importación bruta de bienes de capital (medios de producción) representó entre el 12 y el 14% de la inversión bruta soviética de esos años.

En 1932 el Plan se declaró “completado” y no se lanzó uno nuevo hasta 1934. Luego la inversión y el crecimiento retomaron con fuerza. Pero entre 1937-1941 hubo nuevas dificultades: la inversión anual bajó en términos reales, y aumentaron los costos (Wheatcroft, Davies y Cooper). Los problemas tenían que ver con el desvío de recursos hacia la industria de guerra, pero también con los trastornos ocasionados por los arrestos de un gran número de administradores de empresas e ingenieros entre 1936 y 1938 (ídem).

Escasez cotidiana y burocracia

La prioridad que se dio al sector I y las caídas de la producción agraria, provocaron una escasez crónica de bienes de consumo. El problema se agravó, además, por las dificultades en la distribución, el cese abrupto de la producción artesanal y la tendencia de muchos a acaparar, a fin de protegerse de la escasez. Por otra parte, la escasez de bienes de consumo y comida, combinada con un impulso hacia el comercio privado, llevó al alza de precios. Esto forzó al racionamiento y la suba de los salarios nominales, que provocó problemas serios en la planificación de los costos. A comienzos de los 1930 los niveles de vida se hundieron, lo cual repercutió de lleno sobre los trabajadores urbanos. Según Jasny, en 1937 el nivel de consumo en la URSS era, en el mejor de los casos, el 60% del nivel de 1928 (citado por Wilhem, 2003). Erlich sostiene que en 1953 el nivel de consumo por habitante era apenas superior al nivel de 1928 (lo cual fue reconocido por Kruschev). A pesar del aumento nominal, en términos reales el salario obrero promedio era, en 1932, la mitad que el de 1928 (Deutscher, 1980). Después de 1933 los salarios comenzaron a elevarse, pero solo de manera muy débil, y en 1937 habían vuelto a retroceder, siendo un 60% del nivel de 1928. Todavía a comienzos de los años 1950 los salarios no habían recuperado el nivel anterior al lanzamiento del Primer Plan Quinquenal; aunque el producto industrial soviético era seis veces superior (Gerschenkron, 1968).

En cuanto a la construcción residencial, ya en 1928 la inversión volcada a construcción residencial era, en relación a la inversión total, más baja que en 1913. Pero entre 1928 y 1937 disminuyó aún más: de representar el 27% de la inversión total pasó a un mero 5,5% (Wheatcroft, Davies y Cooper). Los problemas de alojamiento en las ciudades fueron graves. Según Mandel (1969), la superficie habitable útil pasó de 7,3 m2 en 1913 a 6,9 m2 en 1940 (y recién recuperó el nivel de 1913 en 1950).

Naturalmente, las carencias de bienes de consumo hicieron que la distribución se convirtiera en una tarea burocrática central; lo cual contribuyó a la consolidación del aparato burocrático (Trotsky ha subrayado la conexión entre escasez y fortalecimiento del burócrata que administra la distribución). Las preocupaciones cotidianas para la mayoría de los ciudadanos comunes pasaban por conseguir cosas. “Para la mayor parte de la población la vida giraba en torno de la lucha sin fin por conseguir las cosas básicas para sobrevivir – comida, ropa, vivienda” (Fitzpatrick, 1999). En estas condiciones, el incremento numérico de la clase obrera y de su nivel de instrucción no se tradujo en poder político efectivo. Por el contrario, en los 1930 se refuerza el aparato y el control burocrático.

Bibliografía:
Deutscher, I. (1980): Trotsky, le prophète hors-la-loi, Paris, Union Générale d’Editions.
Erlich, A. (1967): “Development Strategy and Planning: The Soviet Experience”, National Economic Planning, NBER, Max Millikan.
Fitzpatrick, S. (1999): Everyday Stalinism. Ordinary Life in Extraordinary Times. Soviet Russia in the 1930s, Oxford University Press.
Fitzpatrick, S. (2005): La Revolución Rusa, Buenos Aires, Siglo XXI.
Gerschenkron, A. (1968): El atraso económico en su perspectiva histórica, Barcelona, Ariel.
Mandel, E. (1969): Tratado de economía marxista, t. II, México, Era.
Siegelbaum, L. (1986): “Production Collectives and Communes and the ‘Imperatives’ of Soviet Industrialization, 1929-1931”, Slavic Review, vol. 45, pp. 65-84.
Stalin, J. (1928): “Industrialization of the country and the Right Deviation in de C.P.S.U. (B)”, https://www.marxists.org/reference/archive/stalin/works/1928/11/19.htm.
Wheatcroft, S. G.; R. W. Davies y J. M. Cooper (1986): “Soviet Industrialization Reconsidered: Some Preliminary Conclusions about Economic Development between 1926 and 1941”, Economic History Review, XXXIX, pp. 264-294.
Wilhem, J. H. (2003): “The Failure of American Sovietological Economics Profesión”, Europe-Asia Studies, vol. 55, pp. 59-74.

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Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (13)

Written by rolandoastarita

21/05/2016 a 19:29

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14 respuestas

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  1. Sr. Astarita: estoy siguiendo con mucha atención el desarrollo que está efectuando de su nota Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS. Con ocasión de su abordaje de la colectivización forzosa no he podido por menos que recordar la experiencia anarquista de colectivización agrícola que se llevó a cabo en ciertas zonas del Estado español durante los años 1936-1939 (coincidiendo con la guerra civil y revolución social). Caso de que usted se haya interesado por este proceso, me agradaría conocer su opinión al respecto. Muchas gracias.

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    José

    22/05/2016 at 06:31

  2. me llama la atenciòn q tan brutal esfuerzo elevara la inversiòn en 1937 al 20%,es decir, un nivel rigurosamente normal. No estamos hablando de las demenciales tasas de inversiòn de los Tigres asiàticos.
    Lo cual nos permite sospechar q la pobreza en 1928 era pavorosa a pesar de estar disimulada por una caìda al 8% de la inversiòn

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    santiago

    22/05/2016 at 11:54

  3. Sr. Astarita: en la actualidad ya se cuenta con una amplia serie de estudios del colectivismo anarquista agrario en la revolución social española. En su comentario, Luis apunta dos direcciones de internet que remiten a algunos textos. A ellos quisiera añadir -por sólo citar a un autor- los trabajos de Julián Casanova (especialmente De la calle al frente. El anarcosindicalismo en España, 1931-1939, editorial Crítica, 1997; y
    El sueño igualitario: campesinado y colectivizaciones en la España republicana, 1936-1939, Institución Fernando el Católico, 1988. Aunque se trata de reconstrucciones realizadas desde el ámbito académico oficial, considero que son trabajos que pueden servir para confrontar otros estudios realizados por autores de lo que pudiéramos denominar historiografía militante (en este caso anarquista). Saludos.

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    José

    22/05/2016 at 16:01

  4. Rola muy buena tus entradas sobre trotsky ,muy didáctica no muy común dentro de la izquierda este tipos de nota .Felicitacionesss!!!!!!!!!!

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    Victor Hugo

    22/05/2016 at 16:11

  5. la idea de un proceso de industrialización por entero a cargo del estado lleva a suponer que las decisiones de producción, ahorro e inversión las tomaron en su totalidad quienes dirigieron el proceso desde el seno mismo de la burocracia estatal. Si la industrialización llevó un sesgo que subestimó, por ejemplo, la producción de viviendas y ciertos bienes de consumo, es porque los burócratas decidieron privilegiar o dirigir recursos, humanos y materiales, hacia la producción de otras cosas, de otro tipo de bienes. Si a consecuencia ya del primer plan quinquenal la URSS se convirtió en una potencia militar de primer orden es porque así lo decidió la cúpula que controlaba al partido y al estado, es decir, la dirección del proceso de industrialización. Lo que hay detrás es una racionalidad ciega además de inhumana. Los enormes sacrificios impuestos a los pueblos de la Unión Soviética en nombre del socialismo fueron hasta cierto punto en vano si se considera que tras el fin de la segunda guerra mundial la industrialización perdió dinamismo y se estancó.

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    mario

    24/05/2016 at 19:58

    • Por no hablar del desprestigio que significó la extensión de una corrupción generalizada y el mercado negro. Pero coincido en líneas generales que las carencias fueron producto de la industrialización con foco en la industria pesada, pero ¿podría haber hecho otra cosa la URSS sin financiamento exterior para acumular capital endógenamente? Saludos, Mario.

      pd: La alternativa, creo que era una economía mixta, de planificación en gran escala pero un mercado de bienes de consumo privado o constituído por cooperativas, o bien mixto.

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      HERNAN

      25/05/2016 at 17:02

    • El sesgo militarista de la producción fue impuesto por las circunstancias Mario, no fue una degeneración del régimen. Ese sesgo también estaba presente en las economías capitalistas y sin embargo algunos lo presentan como «dinamismo industrial» o «asignación eficiente de recursos». Cuando la URSS se potenció militarmente la calificaron de «farsa socialista degenerada en dictadura policial». Yo trato de no enfocarme en ese tipo de argumentación, me hace perder el foco de lo relevante.

      Ahi Hernán dijo algo que sí me parece que hay que prestarle más atención. Dijo que una alternativa a la experiencia soviética podría haber sido una economía mixta orientada a la producción de bienes de consumo. Bueno, esto no es algo raro o hipotético, de hecho, es lo que realmente ocurre en el 90% de las economías avanzadas y medias. Este sería el «capitalismo real», y también fue en parte el socialismo real de la URSS, ya que no todos los sectores podían ser planificados milimétricamente como sí lo eran los de la industria militar. De hecho, los niveles de eficiencia, productividad y crecimiento industrial en las industrias planificadas de la URSS (complejo militar) fueron los más exitosos si los medidmos con los parámetros que se usan para evaluar el desempeño de una industria capitalista.

      Con esto quiero resaltar un punto muy importante de mi análisis: no fue la planificación de la industria ni el sesgo militarista lo que causó el estancamiento tecnológico y productivo de los 70’s en la URSS. El problema no fue ese.

      Pero volviendo al tema de la economía mixta, si la URSS hubiera sido una economía mixta, el gobierno hubiera sido muy parecido a los gobiernos pequeño burgueses que se alían a la gran burguesía para evitar ser desestabilizados, como por ejemplo los gobiernos de la «izquierda nacional» o los nuevos populismos o progresismos de centro izquierda. Yo creo que la planificación fue necesaria en la URSS y fue lo que más rindió para el pueblo soviético, y esta no hubiera podido ser llevada a cabo sin la dictadura del proletariado.
      Obviamente estamos hablando de economía y no pretendo con esto la supresión del estado de derecho que experimentó la URSS, ni la violencia sistemática contra opositores. Pero tener en cuenta que en una democracia representativa con economía mixta, un partido de orientación marxista sería tumbado a los pocos años de ser elegido. La radicalización del programa político está íntimamente ligada a la aplicación del ideario marxista a la economía.

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      Lenin

      27/05/2016 at 12:15

  6. Hernan, la planificación centralizada debía ordenar la asignación de los recursos según las necesidades primero básicas y después más complejas (industrialización) de toda la población. Expresa una racionalidad supuestamente superior a la ceguera del mercado que solo considera al que dispone de recursos. Al menos esa es la idea transmitida en textos, artículos, documentales, etc. Saludos.

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    mario

    26/05/2016 at 21:54

    • Mario, y cómo asignas esos recursos en un sistema socialista que se basa en la división del trabajo y en la centralización de las decisiones productivas? Es imposible al menos que exista una constante lucha política por distribuir la producción en favor de la masa obrera. Y esto entraría en contradicción con las necesidades de inversión que obligan a reducir el consumo de las masas pero que al mismo tiempo sostienen el sistema socialista.

      A ver, es la gran contradicción que tuvo el socialismo real. El sistema funciona postergando consumo e invirtiendo a futuro, pero si las masas no forman parte de la distribución de la producción obtenida, el sistema agudiza su contradicción y colapsa. En un sistema de división del trabajo, donde los trabajadores no tienen control total de qué se produce, cuánto, para qué y para quién… es imposible no confiar ni delegar el poder económico en una cúpula administrativa como fue el politburó en la URSS.

      Le planteo al marxismo el problema siguiente: o abandonan la división del trabajo, o tendrán que soportar el centralismo democrático… no puede haber una democracia «cooperativa» que produzca de acuerdo a la necesidad si estamos sometidos a una organización de trabajo embrutecedora y competitiva.

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      Lenin

      27/05/2016 at 14:57

    • Vladimir Ilich, yo alguna vez dije por acá que veo muy dificil la realización de la planificación democrática junto a la autogestión y autogobierno obrero, en simultáneo. Por más sofisticada que sea la democratización, el plan de algún modo se tiene que cumplir, si se ajusta constantemente debido a las decisiones «de abajo», no es un plan, y no sirve para llegar a ningún objetivo. Por lo tanto, la planificación de tipo soviético, o la que se conoció hasta ahora, es autoritaria y no se puede ejecutar si las empresas tienen autonomía.

      Ahora, SI funciona en empresas estatales o de organizaciones jerárquicas,como pueden ser en efecto, las empresas capitalistas, con sus accionistas, los niveles de management, etc.

      Pero calculo que este no puede ser la unidad económica fundamental (o fundacional) del socialismo ,so pena de repetir los problemas del «socialismo real». Como una vez discutí con Antonio, forista que escribe a veces, esto también tiene el problema de la identificación de la propiedad estatal con la propiedad del trabajador.

      Rolando mencionó en un comentario que me respondió, la «planificación indicativa». Por lo que yo entiendo, es un plan aproximado que funciona en base a estímulos, y se puede utilizar perfectamente en la economía de mercado, es decir, en un socialismo cuyas unidades económicas estén «unidas» o «coordinadas» por las señales de mercado. Esto trae otros problemas (y otras ventajas). Por ejemplo, podría darse, mediante títulos, la propiedad *efectiva* de las empresas a sus trabajadores.

      Creo que hay que mirar a la combinación de los dos esquemas: propiedad estatal para lugares estratégicos, donde la democracia obrera estaría restringida por la naturaleza del plan y de la unidad empresarial, propiedad cooperativa para autogestión y mecanismos (al menos parciales) de mercado, y propiedad mixta o privada donde convenga en la práctica. No existen (ni funcionan) los modelos puros.

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      HERNAN

      27/05/2016 at 19:55

  7. Rolo, como empalmaría la famosa «promoción Lenin» de Stalin con todo este proceso?

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    Carver

    30/05/2016 at 12:19

    • Trotsky decía que la promoción Lenin (entrada masiva de nueva gente al Partido) fue funcional a la burocratización, debido a que aumentó la despolitización (muchos eran de muy escasa formación y experiencia política), así como parece haberse incrementado la gente que entraba para «hacer carrera». De todas formas, pienso que el Partido no iba a ser inmune a las presiones sociales en ascenso, en particular a los impulsos que derivaban del restablecimiento del comercio y de la pequeña producción campesina y artesanal en los 1920, y el agotamiento del país.

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      rolandoastarita

      31/05/2016 at 09:02


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