Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (3)

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Las dos primeras partes de la nota, aquí y aquí.

Las contradicciones de la NEP

Antes de detallar las discusiones que se produjeron en el Partido en los años 1920, es conveniente dar un panorama de los principales problemas que atravesaría la NEP.

Hacia 1928 el sector estatal y el cooperativo que estaba bajo el control del Estado, proporcionaba el 82,4% de la producción industrial y el 76,4% del volumen de negocios comerciales al por menor; aunque solo el 3,3% del valor de la producción agrícola. Esta diferencia entre industria estatizada y producción agraria individual fue el marco de la tensión entre los campesinos y el Estado; tensión que se expresaría en los movimientos de los precios industriales y agrícolas, y en las vicisitudes que enfrentó el acopio, esto es, la compra por los organismos del Estado y las cooperativas oficiales de productos agrícolas. Esta cuestión estuvo en el centro de las diferencias al interior de la dirección soviética. Antes de presentar esas polémicas, es conveniente trazar una visión panorámica de las tensiones que atravesaban la relación campo – ciudad, o campesinado – clase obrera industrial.

Lo primero a señalar es que, si bien hasta 1926-7 hubo una considerable recuperación industrial, la misma se produjo en gran medida a partir de la utilización de capacidad instalad. No hubo ampliación de capacidad productiva, ni renovación importante en tecnología. De manera que la productividad continuó siendo baja, y hacia el final de la década la brecha tecnológica entre la Rusia soviética y Occidente era mayor que en 1914 (Wheatcroft, Davies y Cooper, 1986). En diciembre de 1928 Kuíbyshev, dirigente de la fracción stalinista, hablando en el VIII Congreso de los Sindicatos, reconocía que la producción de un obrero estadounidense en los altos hornos era 10 veces superior a la de un obrero ruso (citado por Deutscher, 1971). En otros rubros las diferencias también eran significativas. La debilidad de la industria determinaba que la producción fuera insuficiente para satisfacer la demanda de productos industriales por el campo.

En cuanto a la agricultura, también era atrasada; la productividad del trabajo y el rendimiento por hectárea en Rusia eran menores que en los principales países de Europa, y mucho menores que en EEUU (Wheatcroft, Davies y Cooper). Aunque los factores climáticos y la naturaleza de la tierra explicaban una parte importante de esa diferencia, es indudable sin embargo el atraso tecnológico del agro ruso. Además, el reparto de la tierra entre los campesinos había aumentado la pequeña parcela, menos eficiente que las grandes unidades (Nove, 1973). Trotsky apuntaba, a mediados de la década, que debido a la división de la tierra habían desaparecido las grandes unidades productivas que aplicaban economías de escala y técnicas relativamente avanzadas; aunque en compensación, las pequeñas y medianas unidades habían elevado su producción por mayor empeño de los campesinos (1976a). En cualquier caso, la productividad del agro era baja; había carencia de equipos y animales de tiro, y los métodos eran los tradicionales. Y para industrializar a Rusia había que aumentar la producción rural, a fin de alimentar a las ciudades y suministrar materias primas a la industria. Antes de la guerra los kulaks proveían la mayor parte del grano que se comercializaba, pero con la nivelación que se había producido desde 1917 los campesinos consumían más grano, en lugar de enviarlo al mercado. Según Lewin (1965), el grano que se mandaba al mercado a mediados de los veinte era apenas el 13% de la cosecha total, contra el 26% antes de 1914. Lo cual dificultaba el acopio de grano y otros productos. El acopio competía con las compras que realizaba el sector privado, y debía realizarse a los precios de venta aceptados por los campesinos, para los productos que estos voluntariamente querían entregar. Pero los precios que pagaba el Estado por el grano eran bajos; incluso a veces no cubrían los costos de producción. Los bienes industriales, en contrapartida, eran caros y de baja calidad. Por eso, a lo largo de los años veinte se habla permanentemente del “hambre de bienes”. Por otra parte, los precios relativos del ganado y de los cultivos industriales eran más altos que los del grano, y por lo tanto los campesinos guardaban el grano para su consumo, o para alimentar el ganado. Lo cual también impulsaba al alza los precios del cereal en los mercados libres, en relación a los que pagaba el acopio. De manera que el Estado recogía poco grano, no tenía reservas por caso de guerra o hambre, y el acopio se debilitaba en tanto instrumento estatal de planificación y control sobre el comercio privado. Lógicamente también, los saldos exportables eran escasos; en 1926 las exportaciones de cereales eran menos de un cuarto de las de preguerra. Lo cual afectaba negativamente la posibilidad de importar tecnología, necesaria para remontar el atraso de la industria.

En este cuadro se insertaba la diferenciación social al interior del campesinado. En 1926-7 los campesinos medios representaban el 67,5% del total de los campesinos; los pobres el 29,4%  (contra el 65% en 1917) y solo el 3,1% eran ricos (el 15% en 1917). Siguiendo el criterio establecido por Lenin, se consideraba campesino pobre (o mujik) al que extraía de su explotación solo lo justo para vivir, o que debía suplementar sus ingresos con trabajo remunerado; el medio disponía de un pequeño excedente que en caso de buenas cosechas le permitía una cierta acumulación; y el rico, o kulak, tenía capacidad de acumular y explotar trabajo asalariado. Se habían achicado entonces las diferencias sociales y predominaban los campesinos medios. Como señala Viola (1986), la nivelación reforzó la homogeneidad de las aldeas y la cohesión, al tiempo que aumentó el poder del campesino medio, decididamente conservador. A su vez, debido a la política favorable a los campesinos aplicada por el Gobierno entre 1924 y 1928, se acentuaron las diferencias al interior del campesinado, en tanto la producción colectiva estaba estancada. En 1928 las tierras colectivizadas representaban solo el 1% del total; en junio de 1929 los campesinos miembros de colectivos de cualquier tipo eran apenas un millón, y de ellos, el 60% estaba en tozes (Nove, 1973). La toz (asociación para el cultivo conjunto de la tierra) era una cooperativa en la cual los campesinos compartían la tierra, pero no los equipos. Según Trotsky, a mediados de los 1920 los medios de producción en la agricultura en manos del Estado eran el 4% del total; el 96% pertenecía a los campesinos (1976a). En consecuencia, a fines de la década los campesinos ricos se habían fortalecido, e incluso tenían fuerte influencia política en las aldeas. En estas dominaba la comuna tradicional, apenas disimulada bajo el nombre de «comunidad aldeana»; los soviets habían perdido relevancia (Cohen, 1976). En ese marco, una preocupación central del mujik, e incluso del campesino medio, era no caer bajo la dependencia del kulak, que disponía de una gran parte de los medios de cultivo y transporte (Bettelheim; 1978). Esta cuestión es el telón de fondo de la crisis de 1927-8, que conduciría al abandono de la NEP y al giro hacia la colectivización forzosa.

La crisis de las tijeras y el informe de Trotsky de 1923

Durante la NEP hubo repetidas crisis de abastecimientos y de precios. La primera ocurrió en 1922-3. En 1922, dado el escaso poder adquisitivo de los campesinos, la industria no tenía compradores, a pesar de que la producción era apenas la cuarta parte del nivel de preguerra. Para salir de esa situación, el Gobierno mejoró los términos de intercambio para la agricultura; lo cual dio lugar a una buena cosecha en 1923. Sin embargo, en un marco de alta inflación y ausencia de controles estatales, los términos de intercambio se movieron de nuevo en perjuicio de los campesinos. En octubre los precios industriales llegaron a estar casi tres veces por encima de los niveles de 1913, en tanto los agrícolas fueron un 90% superiores. Con una relación tan desfavorable, los campesinos no podían adquirir equipos agrícolas o materiales para construir viviendas. Por lo tanto, bajaron la comercialización de los productos agrícolas, afectando seriamente el abastecimiento de las ciudades. Existía un serio problema en la relación de los precios, tema que había sido tratado por Trotsky en el XII Congreso del Partido (el primero sin la presencia de Lenin), realizado en abril 1923. En ese Congreso Trotsky fue el informante de la situación económica. Según sus biógrafos Pierre Broué e Isaac Deutscher, habría aceptado un acuerdo con el triunvirato dirigente en el Poliburó (Stalin, Zinoviev y Kamenev) para presentar el informe económico, a cambio de no apoyar las denuncias que hacían militantes del ala de izquierda de la burocratización del régimen. En su exposición, mostró un gráfico con la evolución relativa de los precios agrícolas e industriales que tenía forma de hojas de tijeras abriéndose. De ahí que luego la crisis de finales de 1923 se conociera como la “crisis de las tijeras”.

El informe de Trotsky está resumido en las “Tesis sobre la industria”, de 1923, y sintetiza muchos de los problemas que enfrentaría la NEP. Comienza planteando que las relaciones entre la clase obrera y el campesinado descansaban, en último análisis, en las relaciones entre la industria y la agricultura. La clase obrera podría retener y afianzar su poder no a través del aparato estatal o el Ejército, sino por medio de la industria, que a su vez es la que genera a la clase obrera. Por eso, solo el desarrollo de la industria fortalecería a la dictadura del proletariado. Y si bien el tiempo que demandaría la superación de la economía campesina dependería, en última instancia, de la marcha de la revolución mundial, el Partido debía prestar mucha atención a la política hacia los campesinos, ya que la restauración de la industria estaba vinculada al desarrollo de la agricultura. Por eso, había que generar un excedente agrícola por encima de lo que consumían los campesinos, antes de que la industria pudiera avanzar de manera decisiva. Pero también era importante que la industria no se quedara detrás de la agricultura, porque de lo contrario se crearía una industria privada, que desplazaría a la estatal. De ahí que la clave era desarrollar la industria, lo que implicaba generación y acumulación de plusvalía en ese sector; lo que a su vez era la condición para el desarrollo de la agricultura.

Si bien la NEP había permitido una mejora económica general, seguía Trotsky, la situación de la industria era muy seria. Los precios de la industria liviana eran muy altos en relación a los de la agricultura, aunque muchas veces no cubrían los costos, y tampoco permitían la expansión de la producción. Además, se habían consumido existencias de materia prima cuyo reemplazo representaba un problema agudo. A su vez, la industria pesada necesitaba inversiones, así como los ferrocarriles y la red de agua. Como salida, Trotsky preveía combinar el plan y el mercado, fortalecer la Comisión de Planificación Estatal, y avanzar con cuidado en la elaboración del Plan, seleccionando administradores eficientes. La planificación debía crecer dentro de la economía mixta, hasta absorber al sector privado. Como señala Deutscher (1979), en ningún momento prevé prohibir por decreto el comercio privado, o la destrucción violenta de la agricultura privada. La propuesta incluía atraer capital extranjero para ayudar a la industrialización, y prestar especial atención a la articulación entre los precios regidos por el Estado y el mercado. “El logro de la regulación del precio, sobre la base del mercado, que mejor se corresponda con las necesidades del desarrollo industrial, el establecimiento de más correlaciones normales entre las ramas de la industria pesada y las ramas de la industria y la agricultura que la proveen de materias primas, y finalmente el fortalecimiento de la industria pesada y liviana, estas son las raíces de los problemas del Estado en la esfera de la actividad industria en el segundo período de la NEP que ahora está empezando. Estos problemas solo pueden ser resueltos por una correlación correcta entre el mercado y el plan industrial del Estado”. No menciona los problemas de la burocracia a nivel del Estado, ni el ahogo cada vez mayor de la democracia soviética. Pero ¿cómo podía lograrse esa “correlación correcta” de la que hablaba Trotsky sin la participación y control de los productores (y tal vez de los consumidores) del plan económico?

Sesgo hacia lo administrativo

La pregunta con que cerramos el apartado anterior remite, en el fondo, al carácter excesivamente administrativo de la propuesta económica de Trotsky al XII Congreso. Es como si la planificación debiera encararse a partir de un “sano sentido común” en la administración a cargo de los funcionarios del Estado. La necesidad del control de los trabajadores sobre esos administradores, y sobre las instancias en que se elabora el plan económico, no es mencionada. Por ejemplo, las Tesis subrayan la necesidad de acabar con el robo, el pillaje y la dilapidación de los recursos públicos, que se efectuaban “gracias a los cálculos arbitrarios y falsos”, y eran facilitados por la ausencia de toda contabilidad. Había llegado la “época del cálculo”, decía Trotsky. Pero el robo, pillaje, dilapidación de fondos públicos, ¿no eran acaso expresiones de la falta de control de los productores sobre lo que producían? Sin embargo, pasa por alto esta cuestión y parece apelar a una suerte de “sentido de la responsabilidad” de los administradores y funcionarios. Al tiempo, hacía oídos sordos frente a delegados y dirigentes que denunciaban los métodos burocráticos que asfixiaban al Partido y el Estado. Entre los denunciantes estaban Rakovsky, jefe del Gobierno ucraniano, la delegación de Georgia, Kollontai y la Oposición Obrera, y Bujarin, en su última aparición en el ala izquierda.

A la vista de lo anterior, no es de extrañar que Stalin y Zinoviev no tuvieran inconvenientes en votar favorablemente el informe. Lo cual no les impediría lanzar, a finales de ese mismo año, la campaña pública «anti-trotskismo». Broué y Deutscher han señalado que Trotsky cometió un grave error táctico al no hacerse eco de las denuncias de la burocracia durante el Congreso. Su error, afirman, estaría vinculado a su convicción de que si se revertía el curso económico, poniendo el acento en la industrialización planificada, se reforzarían las posiciones proletarias y se debilitarían las tendencias a la burocratización y los elementos pro-capitalistas. “Trotsky ha podido pensar que la batalla esencial debía ser librada en el terreno económico, donde el compromiso [con la mayoría de la dirección] le permitía presentar, en nombre de la dirección del Partido, un informe en el cual hacía triunfar sus ideas acerca de la aplicación práctica de la NEP”, escribe Broué. Si esto fue así, su error fue pensar que podía haber un informe puramente “económico”, al margen de la cuestión política, a saber, de la incidencia de la misma burocracia sobre “lo económico”. En última instancia, lo que debía discutirse era quién controlaba efectivamente los medios de producción, y el Estado. Pero este debate debía cuestionar una relación de producción burocrática –o sea, de posesión y administración efectiva- que estaba en la raíz del robo y dilapidación de fondos públicos, y también de las cuestiones que denunciaba la izquierda. Sin embargo, en el Congreso Trotsky no habla de ello; denuncia la ineficacia administrativa y el burocratismo de los directores de empresas, pero no encara la burocratización como un fenómeno de conjunto, y con eje en el poder político. La idea que recorre su informe es que si crecía la clase obrera con la industrialización, se reforzaría su peso político y retrocedería la burocracia. Recordemos una idea clave de sus Tesis: la clase obrera podría retener y afianzar su poder por medio del crecimiento de la industria que genera a la clase obrera. El problema incluso se agrava porque en su discurso (aunque no aparece en las “Tesis sobre la industria”), presentó una posición muy dura sobre los sacrificios que deberían hacer los trabajadores. Pidió que la producción industrial se concentrara en un pequeño número de grandes empresas de buen rendimiento, lo que dejaba planteada la pregunta de qué suerte correrían los trabajadores de las empresas defectuosas o improductivas que cerraran. Sostuvo también que la clase obrera habría de soportar el mayor peso de la reconstrucción industrial, y que podría haber momentos en que se pagara solo la mitad del salario, y los trabajadores deberían, en ese caso, prestar la otra mitad al Estado (véase Deutscher, 1979). Era la “acumulación socialista primitiva”, lo que dio pie a una fuerte intervención de Krassin, Comisario del Comercio Exterior, en contra de Trotsky (ídem). El problema que planteaba, además, era de dónde saldrían los fondos necesarios para la industrialización. Tema que estaba en el centro de las preocupaciones de Preobrazhenski (véase la siguiente parte de la nota).

Sin embargo, en otros escritos durante la época de la NEP, Trotsky sostiene que solo la democracia proletaria podía contrapesar las fuerzas combinadas de quienes se enriquecían especulando en los mercados, los kulaks y los burgueses conservadores. La democracia obrera era el único marco político al interior del cual la economía planificada podía alcanzar su máximo rendimiento. De ahí que su renacimiento era vital para la economía. Ella pasaba no por la administración de las empresas por los consejos obreros (experiencia que fracasaba en tanto no se elevara el nivel cultural de las masas trabajadoras) sino por el derecho de los trabajadores a discutir los planes y objetivos, y evaluar los recursos y posibilidades (véase Deutscher, 1979). En los treinta volvería varias veces sobre esta idea. Sin embargo, en otros textos de los 1929 el rol de la democracia obrera para la economía vuelve a diluirse. Por ejemplo, en 1925, cuando se había impuesto la política favorable al campesino, publica ¿Hacia el socialismo y el capitalismo?, donde advertimos el mismo problema de las Tesis de 1923, aunque ya no había de por medio compromiso alguno con la mayoría del Politburó. En ese folleto señala que “la forma social de nuestro desarrollo económico es dual, estando fundada en la colaboración y lucha entre los métodos, formas y objetivos capitalistas y socialistas”. Agrega que “si las fuerzas productivas a disposición del Estado socialista, y que aseguran todas las palancas de mando, crecen no solo rápidamente, sino más rápidamente que las fuerzas productivas individualistas y capitalísticas de las ciudades y los distritos rurales… es claro que una cierta expansión de las tendencias comerciales individualistas, que surge del corazón de la agricultura campesina, de ninguna manera nos amenaza con sorpresas económicas de algún tipo, con un cambio precipitado de cantidad en cualidad, esto es, con un giro rápido al capitalismo”.

Las relaciones entre la industria y el campo son analizadas desde esta perspectiva, en el marco del atraso de las fuerzas productivas de la URSS con respecto a los países capitalistas adelantados. En la misma línea que en 1923, plantea que el fortalecimiento de los elementos socialistas pasa por el fortalecimiento de la industria. La industria debería expandirse por encima de los límites que imponían las cosechas. Al fortalecerse, la industria podría proveer al campo no solo de productos baratos, sino también de medios de producción aptos para los métodos de trabajo colectivos. Lo cual permitiría el “progreso técnico y socialista de la agricultura”. En este planteo reaparece la idea de un “bloque socialista”, cuya columna vertebral –en el plano económico- es la industria. ¿Qué hay de la oposición entre los trabajadores y el aparato de la administración burocrática al interior de ese “bloque”? El tema, de nuevo, es pasado por alto. Aunque paralelamente, en su actividad política Trotsky criticaba y enfrentaba la burocratización, junto a no pocos de los denunciantes de 1923.

Bibliografía:
Betttelheim, C. (1978): La lucha de clases en la URSS. Segundo período (1923-1930), México, Siglo XXI.
Broué, P. (1988): Trotsky, París, Fayard.
Cohen, S. (1976): Bujarin y la revolución bolchevique. Biografía política 1888-1938, Madrid, Siglo XXI.
Deutscher, I. (1971): Los sindicatos soviéticos, México, ERA.
Deutscher, I. (1979): Trotsky, le prophète désarmé, Paris, Christian Bourgois.
Lewin, M. (1965): “The Immediate Background of Soviet Collectivization”, Soviet Studies, vol. 17, pp. 162-197.
Nove, A. (1973): Historia económica de la Unión Soviética, Madrid, Alianza Editorial.
Trotsky, L. (1923): “Theses on Industry”, https://www.marxists.org/archive/trotsky/1923/04/industry.htm.
Trotsky, L. (1976a): Towards Socialism or Capitalism?, Londres, New Park.
Viola, L. (1986):  “Bab’i Bunty and Peasant Women’s Protest during Collectivization”, Russian Review, vol. 45, pp. 23-42.
Wheatcroft, S. G.; R. W. Davies y J. M. Cooper (1986): “Soviet Industrialization Reconsidered: Some Preliminary Conclusions about Economic Development between 1926 and 1941”, Economic History Review, XXXIX, pp. 264-294.

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Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (3)

Written by rolandoastarita

04/02/2016 a 12:51

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13 respuestas

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  1. Se debe solo a un error táctico este «silencio» durante el congreso o de una concepción de fondo?? Porque como mostrás la preocupación por la democracia y la burocratización estaba en su actividad diaria…

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    Carver

    04/02/2016 at 16:46

  2. Creo que habría que tomar con pinzas lo que entendía Trotsky por «burocratización». Hasta donde he estudiado, él sólo se opuso a la burocratización entendida como burocratización intra-partido, pero no cuestionó realmente una transición basada en la «tutela» ideológica y militar del partido-Estado sobre la mayoría de la clase obrera. Las cadenas podían aflojarse o no, pero la última palabra la tendrían siempre los profetas armados. Ni siquiera en sus últimos años veo que Trotsky se cuestionara esta concepción. Del aplastamiento de Kronstadt jamás hizo otro balance: en una polémica de 1938 en que intervinieron también Victor Serge y Ante Ciliga, Trotsky denunció nuevamente al «carácter contrarrevolucionario» (sic) de los insurrectos.

    No es para nada riguroso sólo proveer de citas, pero las comparto como hilachas de una madeja mayor:

    Trotsky en el Décimo Congreso del PC (1921) plantea lo siguiente en contra de la Oposición Obrera: «Han planteado peligrosas consignas. Han hecho un fetiche de los principios democráticos. Han puesto el derecho de los obreros a elegir representantes por sobre el Partido ¡Como si el Partido no tuviera el derecho de afirmar su dictadura, incluso si esa dictadura chocase temporalmente con los ánimos cambiantes de la democracia obrera!»

    El Nuevo Curso de Trotsky (1923): «Somos el único partido en el país y, en el periodo de dictadura, no podría ser de otro modo…en una época en que el partido comunista está obligado a monopolizar la dirección de la vida política».

    Plataforma de la Oposición Unificada (1927): «Este creciente reemplazo del partido por su propio aparato es promovido por una ‘teoría’ de Stalin que niega el principio leninista, inviolable para todo bolchevique, de que la dictadura del proletariado es y puede ser realizada sólo mediante la dictadura del partido».

    Y para quien crea que Trotsky planteaba esto sólo como «transición sui generis» por las condiciones rusas, aconsejo que busque las actas del Segundo Congreso de la IC (1920) y revise sus intervenciones al discutir «El rol del partido comunista en la revolución proletaria». Defiende la misma concepción para todos los países (junto con Lenin).

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    J

    05/02/2016 at 01:39

    • Muy interesantes las citas que ofreces compañero. Van en el sentido del peso de la concepción del partido como intérprete y ejecutor de la dictadura del proletariado. No es un factor menor.

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      AP

      05/02/2016 at 13:31

  3. Trotsky no sólo tenía una visión economicista, sino militarista; deseaba el retorno del Comunismo de Guerra y los Ejércitos del Trabajo.
    El derrumbe de las condiciones de vida niega la razón esencial del marxismo, que el socialismo surge cuando el capitalismo ya no da más de sí.
    Respecto de la inflación, frenada drásticamente en 1923, hubo una gran torpeza de la vanguardia, la q negaba la decisión a las masas porque era esclarecida…pero si era esclarecida ¿por qué cometió tamaños errores?.
    Igualmente, por sobre el burocratismo, la sombra ominosa de Stalin adquiere su dimensión brutal cuando la invasión de Georgia en 1921 a espaldas de Lenin y Trotsky. Éstos sobrevivieron un poco más tan sólo por los cálculos tácticos del q ya era el siniestro Zar rojo.

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    santiago

    05/02/2016 at 11:59

  4. «Por otra parte, el camarada Trotsky, según demuestra su lucha contra el CC con motivo del problema del Comisariado del Pueblo de Vías de Comunicación, no se distingue únicamente por su gran capacidad. Personalmente, quizá sea el hombre más capaz del actual CC, pero está demasiado ensoberbecido y demasiado atraído por el aspecto puramente administrativo de los asuntos.» Lenin
    https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/testamento.htm

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    Lucas

    05/02/2016 at 15:53

  5. Estimado Rolando, he leido -aunque un tanto por encima- el documento que recomendó Danilo y al que se accede en https://bataillesocialiste.files.wordpress.com/2010/06/brinton_bolcheviques_1_.pdf

    Siendo un seguidor de tus escritos no recuerdo haber visto tu opinión -más allá de alguna cita ocasional- sobre aquellos revolucionarios de las «oposiciones de izquierda» al bolchevismo.

    El documento me ha parecido muy interesante, tal vez más histórico que teórico y me interesa sobremanera conocer tu opinión al respecto.

    Pego parte de la conclusión de dicho documento:

    «…cuando se conocen verdaderamente los hechos, ya no es posible aceptar -como Deutscher, por ejemplo- que el conjunto de los acontecimientos fuera «históricamente inevitable», y estuviera «objetivamente determinado». La ideología y la práctica bolcheviques constituyeron por sí mismas un factor importante, y a veces decisivo, en el sesgo que tomaron los acontecimientos en cada momento crítico de ese periodo histórico crítico.

    Disponemos actualmente de tantas pruebas que ya no debería ser posible seguir engañándose a sí
    mismo. Si alguno de los que han leído estas páginas sigue sin «saber qué pensar», es porque está
    firmemente decidido a no saberlo -o porque (considerándose a sí mismo como un futuro
    «responsable» de una sociedad semejante a la sociedad rusa) le interesa no saberlo.

    Que tantos individuos que han consagrado toda su vida al movimiento socialista, sepan tan poco
    sobre este periodo no es de extrañar. En medio de la ola de entusiasmo que saludó la «victoriosa
    revolución socialista» de 1917, era casi inevitable que sólo se escuchara la voz de los vencedores.
    Durante años, parecía que la única alternativa la constituían los lamentos hipócritas de la socialdemocracia,
    o los gruñidos de la contrarrevolución.

    De la voz de la oposición revolucionaria y libertaria al bolchevismo, ya no llegaba ni el eco. Verdad
    es que el veredicto histórico inmediato ha sido siempre «¡Ay de los vencidos!». Por eso se supo tan
    poco de los revolucionarios que, sin esperar el año 1923, vieron desde 1918 hacia dónde iba la
    sociedad rusa y se opusieron a ello, pagándolo a veces a costa de su propia vida. La enorme
    transformación burocrática de las décadas siguientes, a la que suele llamarse pudorosamente
    «construcción del socialismo», borró hasta su memoria.»

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    Eduardo

    05/02/2016 at 18:18

    • Ahora estoy focalizado en entender la colectivización e industrialización forzosas, de las cuales pienso que se sacan muchas consecuencias, que iré discutiendo en otras entradas.
      Sobre el documento que recomendó Danilo, veo dos aspectos.
      El primero, referido a la denuncia de la represión a las alas oposicionistas de izquierda y de la burocratización, comparto la crítica que se hace a la dirección bolchevique. En particular, además, soy muy crítico de lo que se hizo con Kronstadt.
      El segundo aspecto es cómo se organiza una producción en una fase de transición al socialismo. Sobre esto, no estoy seguro de que el camino sea la autogestión llevada adelante por los comités de empresa. Por supuesto, si la mayoría elige ese modelo, no veo que nadie tenga derecho a impedirlo, por más «dirección revolucionaria» que sea. Pero, insisto, no estoy seguro de que sea un camino viable. Algunos problemas son cómo se coordina la producción entre las diferentes empresas; qué rol cumple el mercado (¿o se establece una economía comunista directamente?); cómo se decide la política general de inversión, subsidios (o no) a industrias, ingresos, sector externo, promoción (o no) de tecnología, etcétera. Más las relaciones con los amplios sectores de pequeños productores. No creo que todo esto se resuelva con la consigna «autogestión». Marx y Engels pensaron en una primera forma de organización que consistía en transformar a las fábricas expropiadas a los capitalistas en cooperativas dirigidas por los obreros. Puede ser un camino, pero quedan planteadas un sinfín de problemas, como dije antes.
      Incluso experiencias en la sociedad capitalista de empresas transformadas en cooperativas gestionadas por los propios trabajadores no son tan sencillas, como me ha explicado gente que está directamente involucrada en estas cuestiones (para dar un ejemplo sencillo, me decían que en una fábrica, y relativamente pequeña, tomar decisiones de producción en asambleas llevaba tanto tiempo y discusiones, que muchos compañeros terminaban no participando, y delegando; etcétera).
      Estas cuestiones deberían ser parte de los problemas a elaborar, en base a las experiencias pasadas.

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      rolandoastarita

      05/02/2016 at 18:58

    • Sobre la autogestion, la experiencia de la que màs se puede aprender es la yugoslava. Yugoslavia fue el ùnico paìs donde la autogestiòn se aplico sobre un gran territorio durante un periodo muy prolongado de tiempo.
      Entre los problemas que cabe destacar està la declinaciòn de la participaciòn de los obreros, ya que en las asambleas tendìan a hablar unicamente los obreros con estudios y conocimientos tècnicos.
      Tambièn se observaba una tendencia hacìa un «egoismo colectivo», en el que cada grupo de obreros de cada fàbrica miraba por los intereses de su empresa, sin atender a las necesidades de toda la sociedad.Esto està muy relacionado con otro grave problema que se dio en Yugoslavia, que fue la permanencia del mercado como ùnico mecaniso de regulaciòn econòmica.
      La preeminencia del mercado dio lugar a que finalmente fuera este, como mecanismo impersonal, el que dominara sobre las empresas imponiendose sobre la libre voluntad de los trabajadores. Las relaciones mercantiles reprodujeron ademas muchos antiguos problemas del capitalismo: diferencias salariales crecientes entre ramos, desempleo, inflaciòn, etc.
      Efectivamente entonces los problemas no se resuelven solo con dar autogestiòn a comitès de empresa. De alguna manera hay que establecer un plan econòmico centralizado que anule, aunque sea solo parcialmente al principio, la ley del valor. En cuanto admitimos esto surge entonces la disputa de que funciones se le asignan al organismo central y cuales a los centros locales de producciòn, asi como el caracter del organismo central y las formas de control desde la base. Sobre este ùltimo punto la idea de un soviet central de comitès de fàbrica, que se menciona en el libro, puede ser la soluciòn màs aceptable.

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      David

      05/02/2016 at 22:18

  6. Los bolcheviques deciden hacer causa común con el gobierno de Kerenski para enfrentar el intento de golpe de Kornilov. El Gobierno se ve obligado a entregar armas al pueblo y, sobre todo, a la Guardia Roja bolchevique que meses después lo derrocaría con las mismas armas. Kornilov es derrotado, Kerenski queda en el más completo desprestigio, los bolcheviques en el máximo de su popularidad, a partir de lo cual toman el control del soviet de Petrogrado. Bajo dirección bolchevique el Comité Militar Revolucionario del Soviet de Petrogrado toma por asalto el Palacio de Invierno. El Gobierno provisional es derrocado. ¡Excelente el juego político de los bolcheviques! ¡Muy bien los muchachos!

    Paralelamente al II Congreso Pan Ruso de Soviets de obreros y soldados en Petrogrado se desarrollaba la toma del Palacio de Invierno por el Comité Militar Revolucionario (CMR) del Soviet de Petrogrado. El 25 de octubre de 1917 (calendario juliano) el CMR difunde una proclama anunciando la deposición del gobierno provisional y ofreciendo una paz democrática, la abolición de la propiedad terrateniente, el control obrero de la industria y el gobierno de los soviets (proclama redactada por Lenin)

    Ante el anuncio del derrocamiento del gobierno provisional los socialistas revolucionarios y los mencheviques se retiran del congreso. Este continúa con bolcheviques, mencheviques internacionalistas de Martov y socialistas revolucionarios de izquierda. Estos dos últimos contingentes junto con el ala moderada de los bolcheviques (Kameniev y Zinoviev) estaban a favor de un acuerdo entre socialistas para formar un nuevo gobierno. Lenin y Trotsky estaban a favor de un nuevo gobierno exclusivamente bolchevique.

    El ala radical de los bolcheviques en el congreso encabezada por Trotsky rechaza enérgicamente la propuesta de los moderados de un gobierno de todos los partidos socialistas, lo que provoca el retiro de la mayoría de los mencheviques internacionalistas. Los bolcheviques quedan con el control absoluto del congreso. En el segundo día de sesiones los bolcheviques proponen el nuevo gobierno bajo el nombre de Concejo de Comisarios del Pueblo (SOVNARKOM) y ofrecen tres puestos a los socialistas revolucionarios de izquierda, que no aceptaron.

    Antes de concluir, el congreso eligió un nuevo Comité Ejecutivo Central Pan Ruso (VTSIK) compuesto por 62 bolcheviques, 29 socialistas revolucionarios de izquierda, 6 mencheviques internacionalistas y 4 miembros de otros partidos; asimismo, legitimó la constitución del Sovnarkom exclusivamente bolchevique, hasta la convocatoria de la asamblea constituyente.

    La torpe intransigencia bolchevique en el congreso lo único que propició fue el fortalecimiento de la conspiración armada contra el Sovnarkom de todo el espectro político no bolchevique. Cosa que sucedió en los días siguientes. Nuevamente la mentalidad sustitucionista (las masas se someten al partido en lugar de que el partido es el guía de las masas; el partido toma las decisiones y las masas obedecen en lugar de que el partido orienta las decisiones de las masas) se apodera de los bolcheviques y provoca profundos daños a la revolución.

    El tener la mayoría en el congreso no justificaba que los bolcheviques se irrogaran el falso derecho de sentirse dueños de éste, hasta el punto de tomarse el atrevimiento de poner cupos partidarios para los integrantes del nuevo gobierno (y del VTSIK) y reservarse para sí la mayor cantidad. Esa fue una falta de sentido común demasiado grosera y soberbia, que solamente puede explicarse reconociendo el hecho de que los bolcheviques cayeron en el espejismo de sentirse dueños del congreso, cuando en realidad su único “dueño” es el pueblo revolucionario ruso. Lo lógico y lo democrático era que las masas presentes en el evento eligieran libremente a los integrantes del nuevo gobierno (y del VTSIK) mediante un sistema muy simple de elección (por listas, cargo por cargo, etc.); y todos a respetar la voluntad mayoritaria del pueblo, en la perspectiva de perfeccionar el sistema político revolucionario en el sentido de depositar todo el nuevo poder en la entidad central representativa de todos los soviets de Rusia. Así las cosas la historia hubiera sido diferente, estoy seguro de ello.

    Mis excusas por la extensión del comentario.

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    Amauta

    08/02/2016 at 04:57

    • Estoy de acuerdo, y agrego que el sustitucionismo no fue una desviación o un error del momento, está presente en la misma esencia del bolchevismo.

      Por eso más allá de los debates bizantinos que podrían hacerse sobre cómo los bolcheviques podrían haber hecho esto en vez de lo otro, lo que nos corresponde es sacar conclusiones para el ahora. No es justificable seguir proponiendo que los marxistas nos organicemos en «partidos de vanguardia». Si adherimos al proyecto histórico de la asociación de productores libres e iguales entonces la manera que nos demos para organizarnos tiene que ser coherente con esa asociación de productores libres e iguales, y no una nueva fábrica capitalista (pintada de rojo) donde nosotros seamos los directores y el resto de la clase los operarios.

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      Danilo Castelli

      08/02/2016 at 23:30

  7. Astarita hace mucho hincapiè es resaltar la creciente burocratizaciòn de la URSS desde un principio, para poder culpabilizar a Stalin de todos los males. Què esperaba Astarita que sucediera en un paìs pobre, destruìdo por dos guerras consecutivas, y con una sociedad abatida por los esfuerzos de guerra? Còmo piensa dirigir una empresa con comitès obreros si la estructura està dividida en tareas que requieren mano de obra especializada y dedicada?

    Decir que la URSS fracasò por Stalin y la burocracia es una simplificaciòn que me demuestra el bajo contenido crìtico e intelectual detràs de estos escritos. La gran obra de Astarita consiste en presentar a Stalin como el culpable, cuando Stalin lo ùnico que hizo fue evitar que Rusia se convirtiera en un proveedor de materias primas de Inglaterra.

    Gracias a Stalin la guerra civil interna de Rusia (que buscaba la vuelta al capitalismo) se terminò y el paìs pudo encarar la industrializaciòn para 1928. Llamar a esto proceso de «burocratizaciòn» es absurdo por dònde se lo mire. Còmo piensa Astarita industrializar un paìs sin divisiòn del trabajo, centralizaciòn en la toma de decisiones y un fortalecimiento del poder central de Moscù y una leatad absoluta de los cuadros polìticos?

    En una empresa privada cualquiera, la jerarquìa se respeta y lo que dicen los jefes NUNCA se discute. Asì es como la economìa funciona. Stalin hizo lo que Lenin le pidiò, industrializar el paìs y superar productivamente a las potencias Occidentales. Stalin defendiò a Rusia de agresiones, defendiò la cultura de los pueblos y su tradiciòn cristiana, modernizò el paìs cuanto se pudo… y la crìtica es que se «burocratizò»? Que absurdo… Astarita conteste esto…. explique còmo industrializa un paìs con comitès obreros donde un par de borrachos analfabetos se ponen a discutir sobre còmo trabajar mejor? Eso le parece una organizaciòn seria? No me haga reir. Stalin hizo lo que habìa que hacer con la fuerza pura de la tradiciòn.

    Por què fracasò todo? A usted, que no le gustan las teorìas conspirativas, se lo voy a dejar bien clarito: EEUU y Gran Bretaña financiaron y armaron a Hitler para destruir la URSS. Asì de simple, creàlo o no, me importa tres carajos. Los mentirosos y revisisionistas de la historia como usted son cada vez menos creìbles.

    pd: Falta que diga que Stalin matò a Lenin y esto ya serìa el colmo de la estupidez.

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    Al Trotskismo pro britànico la Duele la Verdad

    08/02/2016 at 16:43

    • Pregunto: ¿a los stalinistas no se les ocurre nunca decir algo medianamente inteligente? ¿Demostrar aunque sea un poquito de neuronas? ¿Es esto todo lo que pueden? Es asombroso.

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      rolandoastarita

      08/02/2016 at 17:06

  8. La mentalidad del sustitucionismo es una desviación ideológica de izquierda entre los comunistas que conduce a practicas equivocadas y al fracaso de la lucha revolucionaria de los pueblos. Luego de tantas batallas perdidas, no pueden quedar dudas de que esta desviación es necesario erradicarla del marxismo. La evidencia histórica muestra que todos los intentos donde el partido ha pretendido sustituir a las masas han terminado en el fracaso.

    El mecanismo que impusieron los bolcheviques para elegir al Sovnarkom y al VTSIK en el II Congreso Pan Ruso de los Soviets de Obreros y Soldados en Petrogrado al día siguiente de la toma del palacio de invierno, aprovechándose de su mayoría y consistente en cupos partidarios, fue totalmente antidemocrático y manipulador. Trotsky lo justifico alardeando en el congreso que los bolcheviques no tenían porque dar concesiones a nadie; habló de que todos los demás grupos políticos debían terminar en el vertedero de la historia. Lo correcto y lo democrático, que hubiera potenciado el entusiasmo de las masas reduciendo al mínimo las fuerzas de la contrarrevolución, era que mediante un mecanismo simple de elección el congreso eligiera un gobierno de emergencia y una asamblea permanente de los soviets como el VTSIK. Si, de esta manera, la voluntad libre y mayoritaria del congreso se impone, no hay lugar a reclamo alguno de nadie. Pero si el asunto es con cupos donde el cupo mayoritario se la reservan los bolcheviques lo cual tiene carácter de no negociable por ningún motivo, entonces las rencillas y contradicciones entre los grupos se exacerban, llevándolo a niveles de confrontación armada como así sucedió.

    Desde mi punto de vista ahí empieza la burocratización (del partido y de la sociedad), a pocas horas de tomado el poder y justificado teóricamente con el sustitucionismo («la dictadura del partido»). Entonces el burocratismo no sólo es obra de las «circunstancias», del desarrollo inexorable de los acontecimientos. Hay también falla humana; en este caso, una equivocada interpretación de la dialéctica materialista (la comprensión de Trotsky de las profundidades de la contradicción y de su importancia en la dialéctica era bien pobre)

    Como bien dice el camarada Danilo, lo que nos corresponde es sacar conclusiones para el ahora. Discrepo del camarada «Al Trotskismo Pro Británico le Duele la Verdad» de asumir una defensa a capa y espada. Hubieron muchas fallas y la revolución en el presente no será posible si no saldamos cuenta con esas fallas una por una. Los que aún estamos dispuestos a dar la vida por una revolución socialista somos los más interesados en romper con todos los tabúes del marxismo. No pierdo las esperanzas de ser un combatiente más de una revolución socialista, donde quiera que esta estalle.
    Saludos

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    Amauta

    09/02/2016 at 14:40


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