Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (1)

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Dada la extensión de la nota, la he dividido en varias partes.

En una nota publicada a comienzos de 2011 (aquí y aquí, también aquí) polemicé con las tesis que dicen que la URSS fue un régimen socialista, un capitalismo de Estado o un Estado obrero burocrático, y sostuve que se trató de un régimen burocrático, no proletario y no capitalista, que bloqueó la transición a la socialización. Por socialización entiendo la toma del control y administración efectiva de los medios de producción por los productores. En particular, y en oposición a la caracterización trotskista de la URSS como Estado obrero, planteé que hacia fines de los 1930 había cristalizado un aparato estatal colocado por encima de los trabajadores, y hostil a estos. Decía: “… entre el período de la colectivización forzosa y la terminación del llamado Tercer Proceso de Moscú, en 1938, ocurrieron cambios tan profundos, que generaron un abismo social entre los productores directos y la burocracia. Se trató de una catástrofe humana, de proporciones colosales, que acarreó la ruptura de la alianza de los campesinos con el régimen; la muerte de millones de personas; la eliminación de la vanguardia revolucionaria y crítica; la extensión del terror entre la clase trabajadora (por cualquier falta menor en el trabajo, o discrepancia, se podía terminar en un campo de trabajo forzado); y el consiguiente reforzamiento de la burocracia como un grupo explotador”.

El presente escrito está dedicado a ese período crucial de la historia de la URSS, marcado por el giro de la dirección stalinista hacia la colectivización y la industrialización acelerada, y a la idea de Trotsky de que el régimen soviético, en vísperas de la invasión nazi, no solo continuaba siendo un régimen obrero, sino incluso había fortalecido ese carácter con respecto a 1928-9. Al colocar en el centro del análisis la tensión entre burocracia y clase obrera, el enfoque trotskista es más complejo que las caracterizaciones de la URSS como capitalista o socialista; por eso también brinda las aristas más ricas para abordar los cambios ocurridos en aquellos tiempos traumáticos del “giro a la izquierda” de Stalin. Asimismo, se trata de la interpretación que más vínculos teóricos tiene con el enfoque que defiendo.

A fin de facilitar su lectura, adelanto que la idea que recorre la nota es que la colectivización y la industrialización acelerada marcaron el quiebre definitivo de la naturaleza proletaria del Estado soviético. Naturalmente por lo tanto, se opone por el vértice a la afirmación de Stalin de que la sociedad soviética, en 1931, había entrado en la era del socialismo. Pero también la nota es crítica del balance de esa etapa que hicieron Trotsky y los trotskistas. Es que si bien Trotsky denunció los costos y excesos de las políticas stalinistas, pensó que a resultas de la colectivización y de la industrialización se habían fortalecido los elementos socialistas del régimen soviético. Un planteo este que remite al nudo de las diferencias que mantengo con el trotskismo en torno a la naturaleza social de la URSS. Por eso, en esta Introducción resumo su posición ante el carácter y los resultados de la política de Stalin en el período considerado.

La interpretación de Trotsky del giro de 1928

Hacia 1928 en la Oposición de Izquierda –de la que formaba parte Trotsky- la idea dominante era que en la URSS estaba en curso una contrarrevolución termidoriana, encabezada por los campesinos ricos, o kulaks, y los “hombres de la Nueva Política Económica”, (comerciantes, especuladores del mercado y similares). En los años precedentes los kulaks se habían fortalecido gracias a la política aplicada por Bujarin y Stalin desde 1923-4, y en 1928 se asistía a una importante retención de ventas de grano por parte de los campesinos. Lo cual amenazaba el abastecimiento de las ciudades y la industria. Aunque no está claro que se tratara simplemente de una rebelión de los kulaks (véase más abajo) Stalin, sintiéndose acorralado, rompió con Bujarin y el ala de derecha del Partido, denunció el avance kulak y dio un brusco giro hacia la colectivización del agro y la industrialización a marchas aceleradas.

Frente a este cambio, importantes dirigentes de la Oposición de Izquierda –Radek y Preobrazhenski entre ellos- pensaron que el régimen se había visto obligado a adoptar la línea proletaria que defendía la izquierda, y pasaron a las filas de Stalin. Trotsky y sus seguidores, en cambio, mantuvieron la exigencia de democracia obrera y criticaron el giro, empírico y apresurado, de Stalin, así como la instrumentación burocrática de las medidas. Sin embargo, también consideraron que el cambio tenía un contenido progresivo, en tanto frenaba la contrarrevolución. Por eso, el 22 de agosto de 1929 Christian Rakovsky y otros dos dirigentes, aliados de Trotsky, hicieron pública una declaración en la que se manifestaban solidarios con la realización del Plan quinquenal, aunque alertaban sobre el peligro de la burocracia. Reconocían también que el agravamiento de la lucha de clases y el avance de la derecha habían “abatido parcialmente las barreras entre el Partido y la Oposición de Izquierda”. Un mes más tarde, Trotsky (que había sido expulsado de la URSS) adhirió al documento, y pidió que la Oposición tuviera su lugar en el Partido “a fin de poder defender la causa de la revolución internacional de una manera que esté de acuerdo con sus propios puntos de vista” (citado por Broué).

El trasfondo de esta postura era que Trotsky estaba convencido de que la liquidación de la pequeña propiedad agraria y del kulak, y la ampliación de la industria estatal, eran sinónimo de reforzamiento de los elementos socialistas por sobre los elementos capitalistas. Por eso, la declaración de agosto de 1929 no fue dictada por alguna conveniencia política circunstancial. Estaba en línea con planteos que Trotsky había desarrollado desde 1923, y analizaremos con algún detalle luego. Esto explica también que en otro escrito, esta vez de 1931 saludara “el gigantesco éxito de la economía soviética” y afirmara que el tempo sin precedentes de la industrialización había probado “todo el poder del método socialista de la economía”. En igual sentido, sostenía que en la agricultura la dictadura del proletariado había tenido éxito, “revelando todo su poder creativo”. De ahí que no importaban cuán grandes pudieran ser los reveses y retrocesos en el futuro, la colectivización “significa una nueva época en el desarrollo de la humanidad”. En la URSS había “disminuido fuertemente el rol explotador de los estratos superiores” y “la relación de fuerzas entre los elementos socialistas y capitalistas de la economía han girado, indudablemente, en beneficio de los primeros” (1976; énfasis agregado). Los peligros del dominio burocrático para el Partido y el Estado eran analizados en este marco.

En La revolución traicionada, publicada en 1936, se expresó en términos parecidos: “Los inmensos resultados obtenidos por la industria, el comienzo lleno de promesas del desarrollo de la agricultura, el crecimiento extraordinario de las antiguas ciudades industriales, la creación de otras nuevas, el rápido aumento del número de obreros, la elevación del nivel cultural y de las necesidades, tales son los resultados incontestables de la Revolución de Octubre, en la cual los profetas del viejo mundo quisieron ver la tumba de la civilización. (…) … el socialismo ha demostrado su derecho a la victoria no en las páginas de El Capital, sino en la arena económica que forma la sexta parte  de la superficie del globo; no en el lenguaje de la dialéctica, sino en el del hierro, el cemento y la electricidad” (1973).

De aquí no debe deducirse que silenciara sus críticas a la dirección stalinista. Como señala Deutscher (1980), en repetidas oportunidades Trotsky pidió al Politburó una tregua en la ofensiva contra los campesinos, exigió que se aplicaran métodos más humanos en el campo y que se permitiera abandonar las granjas colectivas a los campesinos que así lo quisieran. Era consciente de que la socialización del agro no podía imponerse con los métodos de la guerra civil, y tenía información de los sufrimientos de la población. En la Revolución traicionada anota: “Las pérdidas en hombres (de hambre, de frío, a causa de las epidemias y de la represión) no se han anotado, desgraciadamente, como las del ganado, pero también suman millones” (1973; énfasis añadidos). Los costos eran gigantescos, las muertes se contaban por millones. Sin embargo, el saldo del “giro a la izquierda” era positivo. Trotsky apunta las muertes en masa, pero no reflexiona sobre sus consecuencias, ni sobre su significado para un proyecto humanista del socialismo. En todo momento parece sobrevolar la idea de que Stalin y la burocracia, al lanzar la ofensiva contra las economías campesinas, objetivamente habían defendido y fortalecido el carácter proletario de la URSS. Es como si el avance de la “rueda de la Historia” se hubiera cobrado un costo demasiado alto, debido al control burocrático, pero hasta cierto punto justificado por el fin alcanzado, la derrota de la contrarrevolución.

El balance en sus seguidores

La  evaluación globalmente positiva de la colectivización y la industrialización forzadas se mantuvo, después de la muerte de Trotsky, entre sus simpatizantes y en la Cuarta Internacional. Tal vez el caso extremo de valoración positiva fue Isaac Deutscher. Según Deutscher, los cambios ocurridos en los años 1929-30 conformaron una verdadera revolución social, diferente de la de 1917, pero igualmente irreversible. Incluso se habría cumplido, objetivamente, la dinámica planteada por Trotsky en las «Tesis de la Revolución Permanente»: “Lo que se manifestó en ese cataclismo fue la ‘permanencia’ del proceso revolucionario que Trotsky había profetizado” (1980). La colectivización y la industrialización forzadas habían reemplazado la falta de extensión internacional de la Revolución, y la liquidación de los kulaks rusos era el sucedáneo de la derrota del poder burgués en el extranjero. En la URSS se había producido una “revolución desde arriba”, fundada sobre la supresión de toda actividad popular espontánea y su elemento motor había sido no una clase social, sino el aparato del Partido. En otras palabras, Stalin había actuado como el agente inconsciente de la revolución permanente, aunque Trotsky no lo quisiera reconocer.

Aunque sin llegar a ese extremo, el balance positivo del giro de 1928-9 también se mantuvo en la Cuarta Internacional. Por ejemplo, en el Tratado de economía marxista, Ernest Mandel reconocía que el pueblo soviético había tenido que pagar “un terrible tributo por la rápida industrialización”, y criticaba los despilfarros y pérdidas ocasionadas por la dirección stalinista. Sin embargo, esas medidas habían posibilitado un extraordinario desarrollo de las fuerzas productivas. Solo en un pie de página, Mandel anota: “El número de animales sacrificados fue pues más desastroso en 1930 (cerdos) y 1931 (bovinos y ovinos). La consecuencia fue un temible período de hambre en 1932-3”. Es todo el comentario que merece la muerte de millones de personas. Esto no puede explicarse por insensibilidad psicológica; encaja en un criterio general de los “costos” que demanda el progreso revolucionario.

Luego, en otro texto, de fines de los 1970, Mandel explica que la colectivización y la industrialización acelerada configuraron una etapa de acumulación primitiva socialista: “… el aislamiento de la Revolución de Octubre en un país económicamente subdesarrollado con la resultante compulsión a efectuar una ‘acumulación primitiva socialista’ implicaba deformaciones del modelo maduro de la sociedad de transición, y al fin estas deformaciones se multiplicaron infinitamente, debido al desarrollo del factor subjetivo (autoidentificación del PCUS con la burocracia soviética, burocratización del partido, stalinismo, etcétera)” (1979; énfasis agregado). Lo central del pasaje es que se ha realizado una acumulación socialista. Este tipo de análisis, por otra parte, lo comparten muchos militantes de izquierda, críticos del stalinismo. “La colectivización y la industrialización se llevaron adelante con métodos brutales, pero fortalecieron a la URSS; gracias a ello, se pudo derrotar luego al nazismo”, vienen a decir.

Una interpretación alternativa

El enfoque que recorre la nota que presento es, por lo tanto, muy distinto del que prevalece entre los trotskistas y simpatizantes de Trotsky (y por supuesto, muy distinto de lo que dicen los stalinistas). Afirmo que, si bien la industrialización fue clave en la derrota de los nazis, para ese entonces el régimen soviético había dejado de tener un carácter proletario precisamente a causa de los métodos y la forma con que se llevaron adelante la industrialización y la colectivización. Es que en los treinta la industrialización incrementó el número de obreros empleados en la economía estatal, pero estos perdieron toda posibilidad de gestión directa del Estado, o de los medios de producción. En términos más generales, el aumento cuantitativo de la clase obrera no implica mecánicamente su emponderamiento político. Además, los costos en términos de sacrificios humanos afectaron radicalmente la capacidad de respuesta y resistencia obrera frente a la burocracia. Nunca debería olvidarse que la industrialización acelerada en la URSS tuvo como premisa condiciones de vida a nivel de supervivencia fisiológica, con el telón de fondo de los miles de campesinos que migraban a las ciudades, escapando de las hambrunas que hacían estragos en las aldeas. Sin contar que en las empresas y granjas colectivas se impusieron duros castigos a quienes no cumplían las metas de producción; y que se fomentó (con el movimiento stajanovista) la división en las filas obreras. Estos no fueron meros factores a colocar en el pasivo de un balance con saldo positivo para el socialismo, ya que conformaron las condiciones para que la burocracia se consolidara como un estamento anti-socialista, que vivía de la explotación del trabajo.

Algo similar cabe decir de la colectivización, el complemento necesario de la industrialización stalinista. No solo por las hambrunas y las migraciones ya mencionadas, sino también porque su consecuencia más duradera fue la ruptura de la alianza de los campesinos con la Revolución. Trotsky tenía razón cuando, en 1923, afirmaba que “[e]l sentimiento de confianza del campesinado hacia el proletariado… es uno de los principales soportes de la dictadura del proletariado”. Esta idea era compartida por todos los dirigentes bolcheviques. Pero ese “sentimiento de confianza” desapareció entre fines de los 1920 y comienzos de los 1930. Por eso, desde entonces y hasta el colapso final de la URSS, todo estímulo a la productividad del campesino-trabajador rural pasó por las sucesivas concesiones de los gobiernos soviéticos a la producción individual (basada en los lotes que se permitieron al interior de las granjas colectivas). El camino a la socialización en el agro estaba bloqueado.

Enfaticemos también que estos resultados no pueden entenderse al margen o por fuera de los padecimientos de los millones de seres humanos afectados por la colectivización. La “acumulación primitiva” no fue socialista, como pensaba Mandel; fue solo “primitiva”, dado el nivel de violencia desplegada a nivel de masas. Y esa violencia abonó el terreno para las grandes purgas. En los años veinte, y a pesar de la represión al Kronstadt (cientos de fusilados y miles de deportados), o a los opositores (hacia fines de la década los deportados sumaban varios miles), no se había conocido nada de la magnitud, en términos de represión, de lo que ocurrió durante las purgas iniciadas en 1935-6. Pero el eslabón que conecta esos dos escenarios es el giro “de izquierda” de 1928-9. Fue en 1929 que aparecieron los campos de trabajo para prisioneros en masa, y las deportaciones, también masivas. Por eso, se equivoca Broué cuando dice que la represión desatada por el asesinato de Kirov (en diciembre de 1934), fue “el comienzo de la represión en masa en la URSS”. La represión en masa había comenzado por los kulaks, seguido por los “kulaks ideológicos” (campesinos que se resistían a entrar en las granjas), y continuado contra los “saboteadores”, buscados en las granjas colectivas y en las fábricas. Una escalada que estuvo amparada en la lógica de “la lucha de clases para derrotar a la contrarrevolución burguesa”, a partir de la cual el Gobierno movilizó a obreros y militantes del Partido para controlar y aplastar a campesinos y obreros que intentaban resistir el despotismo de la burocracia. La idea de que se luchaba contra una contrarrevolución burguesa en ascenso dio pie a esta división de los trabajadores; y esa división fue funcional a la represión de la segunda mitad de los treinta. El enfoque trotskista, en cambio, al pasar a segundo plano la represión y el hambre de masas que permearon el giro de 1928-9, no tiene manera de explicar cómo el aparato pudo lanzar, a partir de 1936, los grandes juicios, las purgas, los internamientos masivos en los campos de trabajo forzado y los fusilamientos de cientos de miles, sin encontrar prácticamente resistencia por parte de los elementos “socialistas” que, supuestamente, se habían reforzado a partir de 1929.

Tragedia de millones y sus consecuencias sociales y políticas

En base a lo argumentado, sostengo que el balance de la colectivización y la industrialización no debería hacerse en términos de “acero, carbón y grano producidos”, sino de aumento de la coerción y del control burocrático; con el foco colocado en los efectos de esa coerción sobre la organización, conciencia socialista y poder efectivo de las masas trabajadoras, urbanas y rurales. La hipótesis que adelanto es que la tragedia que abarcó, a partir de 1929, a millones de personas, marcó un quiebre en las conciencias y determinó uno de los fenómenos duraderos que más llamaron la atención de la sociedad soviética madura, a saber, el apoliticismo y la pasividad, que habilitaron al control del aparato estatal. Esto es, el régimen no se sostuvo solo ni en forma permanente por medio de la represión abierta.»En cuanto al modelo totalitario que implica una toma total del control político sobre la sociedad, se acomoda mal con los comportamientos reales: el apoliticismo de la gran mayoría de los ciudadanos. Más que los excesos del encuadramiento, es la pasividad de la sociedad la que plantea un problema», observaban Basile Kerblay y Marie Lavigne en los años 1980. Pienso que no hay forma de desligar este comportamiento social de las formas brutales que asumió la llamada «acumulación primitiva socialista«. Pero al minusvalorar los efectos sociales y políticos de las formas brutales de la colectivización y la industrialización forzadas, el trotskismo no podía entender por qué, en 1990, la clase obrera no defendía las «conquistas sociales del Estado obrero», y por qué la caída del régimen no se traducía en la tan esperada «revolución política de carácter socialista». Para ponerlo más en claro: si el saldo del giro de 1928-9 había sido el reforzamiento de los elementos proletarios; si a ello le siguió la derrota de la Alemania nazi por el Estado «obrero»; ¿cómo es posible que la clase obrera no avanzó al socialismo en el momento del colapso de la burocracia? No hay forma de establecer un hilo lógico en este enfoque. Por eso el balance en términos principalmente de «acero, carbón y grano» de la colectivización e industrialización debe ceder el lugar a la pregunta de qué sucedió con el trabajador común, de la granja colectiva o de la fábrica, en ese período terrible.

Lo cual conecta con la idea de que el comunismo debe entenderse como un humanismo. No es solo una cuestión ética, sino de comprensión de la naturaleza social de una revolución. Las transformaciones revolucionarias no pueden acometerse al margen de la participación activa y consciente de los millones de trabajadores que mueven las economías y generan la riqueza. No hay forma de realizarlas por fuera o por encima de lo que están dispuestos a hacer aquellos que conforman el centro vital de las fuerzas productivas. Y las conciencias y voluntades no pueden ser dirigidas “desde las cumbres de la dirección iluminada con la ciencia del marxismo leninismo”. Por eso, décadas de privaciones, o muertes por millones, no se pueden justificar diciendo que “los pueblos están construyendo el futuro venturoso.” La realidad es que para la gente común, de carne y hueso, que conforman los millones de seres que tienen familias, sueños, esperanzas, trabajos, frustraciones, alegrías y tristezas en el día a día, el socialismo debe ser un medio para vivir una vida digna de ser vivida, y no un fin en sí mismo. Como alguna vez lo decían Marx y Engels, hay que partir de los hombres concretos, de carne y hueso –de nuestros vecinos, de nuestros compañeros de trabajo, de la gente con la que nos relacionamos todos los días- de lo que ellos sienten, quieren y piensan, y no de lo que “la vanguardia” quiere que sientan, quieran y piensen.

¿Qué fuerza social?

Señalemos todavía otro problema que encierra la valoración trotskista sobre el giro de 1928-9 en la URSS. La cuestión es, ¿cuál fue la fuerza social detrás del fortalecimiento de los elementos socialistas por sobre los elementos capitalistas, durante el período bajo análisis? Tengamos en cuenta que, según el enfoque de Trotsky, el carácter de clase de un Estado es, necesariamente, en la época actual, burgués o proletario. No hay otra alternativa. Pero si esto es así, la fuerza social que impulsó el afianzamiento de los elementos socialistas por sobre los capitalistas tuvo que ser, necesariamente, obrera. Sin embargo, hacia 1928-9 la clase obrera soviética se encontraba en una situación de extrema pasividad. El desaliento, las privaciones y el hambre, la habían debilitado social y políticamente. Por eso, la explicación última de Trotsky de por qué se habían impuesto ideas conservadoras –el programa de construcción del socialismo en un solo país, el sesgo nacionalista- y la burocracia remite a esa pasividad. En 1928-9 las deportaciones de opositores, que para entonces eran considerables, acentuaban el quietismo y la confusión. Por lo tanto, y de nuevo, ¿cuál fue la base social del avance en sentido socialista que caracteriza Trotsky? Deutscher responde, como vimos, con la tesis del sustituismo; el aparato partidario sustituyó a la clase obrera (y presenta la misma tesis para explicar la revolución “socialista” en la China de 1948, casi carente de clase obrera). Pero Trotsky no adhiere a una teoría de este tipo, y explica el avance de las estatizaciones por la naturaleza del Estado soviético y de la burocracia. Esta habría cumplido la tarea «progresiva» no porque sustituyó a la clase obrera, sino porque formaba parte de la clase obrera (su estrato “privilegiado”). Pero así el argumento descansa enteramente en la noción de que estatización es sinónimo de avance socialista. Por lo cual cae en una petición de principio: la estatización de los medios de producción avanzó porque el Estado soviético y la burocracia eran de naturaleza proletaria; y el Estado fortaleció su naturaleza obrera porque los medios de producción pasaron a manos del Estado obrero, dirigido por la burocracia obrera. Las cuestiones, decisivas en el enfoque que defiendo, del rol de esa burocracia para bloquear la socialización, y como capa social enemiga de la clase obrera, desaparecen del radar del análisis.

Textos citados:

Broué, P. (1988): Trotsky, Paris, Fayard.
Deutscher, I. (1980): Trotsky. Le prophète hors-la-loi 1929-1940, Paris, Juillard.
Kerblay, B. y M. Lavigne, (1985): Les soviétiques des annés 80, Paris, Armand Colin.
Mandel, E. (1979): “Diez tesis acerca de las leyes socioeconómicas que rigen las sociedades de transición”, en Acerca de la naturaleza social de la Unión Soviética, AA.VV., Universidad Autónoma de Puebla, pp. 97-123.
Mandel, E. (1969): Tratado de economía marxista, t. 2, México, Era.
Trotsky, L. (1923): “Theses on Industry”, https://www.marxists.org/archive/trotsky/1923/04/industry.htm.
Trotsky, L. (1976): “Problems of Development of the USSR”, Towards Socialism or Capitalism?, New Park Publications, Londres, pp. 63-91.
Trotsky, L. (1973): La revolución traicionada, Buenos Aires, Yunque.

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Trotsky, el giro de 1928-9 y la naturaleza social de la URSS (1)

29 respuestas

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    Gerardo Daniel

    16/01/2016 at 19:42

  2. excelente analisis rolo pero no logro comprender como dio tal giro la revolucion de octubre. mi pregunta es si esto se debio en gran medida a el caracter atrasado de la urrs antes de la industrializacion forzosa o al hecho que no se extendio la revolucion al resto de europa o al hecho historico de que la poblacion rusa siempre soporto situaciones de extrema explotacion y represion por parte del aparato estatal imperial.

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    gaby

    17/01/2016 at 09:37

    • Espero que con el progreso de la nota se aclare la cuestión. Adelanto de todas maneras que, en mi opinión, el problema fundamental fue la combinación del atraso productivo y el aislamiento de la revolución, que no permitía superarlo. Las dificultades que se derivaban del atraso industrial se vieron con claridad en la llamada crisis de las tijeras, que trato en la próxima parte de la nota.

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      rolandoastarita

      17/01/2016 at 16:57

    • En mi opiniòn tuvo mucho que ver en la degeneracion de la URSS la Guerra Civil.

      La transiciòn al socialismo implica un amplio desarrollo de la democracia, de la participaciòn cada vez mayor de los obreros en los asuntos politicos y econòmicos a travès de un debate abierto y sin trabas. La guerra, sin embargo exigìa todo lo contrario. Habìa que conseguir que los transportes, las fábricas, las comunicaciones y la administraciòn funcionaran de inmediato de una forma eficaz, lo que significo darle un poder cada vez mayor a los tecnicos y los administradores, un poder unipersonal. No habìa tiempo a que los obreros aprendieran a manejar ellos mismos todo el aparato del Estado y la economìa.
      Igualmente hubo que cortar el derecho de huelga, y hubo que ejercer la censura y la persecuciòn sobre la oposiciòn, que muchas veces mantenìa actitudes colaboracionistas con el ejercito blanco, si se querìa ganar la guerra. Todo esto encontrò su cenit en la represiòn de Kronstadt, que supuso un punto de no retorno y, en mi opiniòn un error por parte de los bolcheviques.
      Si no tomaban medidas que iban en detrimento del desarrollo de una democracia obrera, perdìan en el conflicto bèlico y volvìan los zaristas, pero al tomar estas medidas anularon a los soviets como organismos autonomos del proletariado, perdiendo las bases sobre las que podìa edificarse el socialismo. Esta es la profunda contradicciòn, irresoluble en ùltima instancia, a la que se enfrentaron los bolcheviques. La ùnica forma de evitarla hubiera sido una ràpida extensiòn de la revoluciòn en Europa.

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      David

      18/01/2016 at 10:11

    • Estoy de acuerdo en que la salida para la revolución era la extensión revolucionaria a Europa. De todas maneras, y acordando en que la intervención marcó un giro a una política represiva, las medidas más duras se toman en 1921, cuando la guerra había terminado: se suprime el derecho a fracción dentro del Partido bolchevique, y se prohíben las elecciones libres en los soviets.

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      rolandoastarita

      18/01/2016 at 17:51

    • Las dos medidas que comentas, no sè si fueron las màs duras de todas, pero si desde luego las màs decesivas porque a partir de ese punto quedarìa suprimida toda esperanza de volver a la idea original de un Estado basado en consejos obreros con elecciones libres. De todas maneras, y a pesar de que efectivamente fueron medidas tomadas tras la guerra, no se podrìan entender sin esta. Los bolcheviques se habìan acostumbrado a recortar derechos democraticos en favor de necesidades bèlicas (lo que muchas veces estaba ciertamente justificadoo), y eso es justo lo que hicieron en Kronstadt: la rebeliòn amenazaba con dar una excusa a Polonia para comenzar de nuevo la guerra, asì que habìa que aplastarla «por el bien de la revoluciòn». La verdad es que se debio de mantener una actitud negociadora y asertiva con unos marineros que no hacìan sino recoger demandas con mucho apoyo entre grandes masas de obreros y campesinos

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      David

      18/01/2016 at 23:18

    • «en mi opinión, el problema fundamental fue la combinación del atraso productivo y el aislamiento de la revolución, que no permitía superarlo. »

      Suscribo a esos factores pero también agrego: el carácter jacobino del bolchevismo-leninismo, que fue el que terminó de suprimir al elemento proletario-comunista de la revolución rusa.

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      Danilo Castelli

      24/01/2016 at 04:17

  3. Muy buenas compañero profesor Rolando Astarita.
    Desearle que haya disfrutado de la vacaciones.
    Su artículo inmenso. Me viene una pregunta.
    ¿Cree usted que si el plan de Trotsky se hubiese impuesto, la historia del siglo XX hubiese cambiado algo a como realmente sucedió, me refiero tanto a la URSS como al sistema en su conjunto?
    En cuanto a lo que usted dice, creo que el gran problema que el futuro plantea es como acabar con la propiedad privada, y que el otro tipo de propiedad que la sustituya (llamémosle social) sea reconocida por todos, esto es que los individuos consideren el patrimonio social como suyo, es decir que se reconozcan dueños de lo que realmente es propiedad de todos.
    Un saludo y feliz año desde España

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    Rodolfo Crespo

    17/01/2016 at 12:32

    • Creo que el propio Trotsky (aunque a veces hay ambigüedades en su pensamiento) era consciente de que las fuerzas sociales que apuntaban a la burocratización y reacción no podían ser frenadas con un mero cambio en la dirección del partido.

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      rolandoastarita

      17/01/2016 at 16:59

    • Rodolfo, la clave está en la planificación y su combinación con las señales de mercado. Trotski visualizó algo de eso en los años 30. Es un problema político y técnico.

      Por otro lado, los trabajadores tienen que tener la propiedad *Efectiva* de la empresa, es decir un título de propiedad. Para mí, no basta con decirles «esto es estatal, por lo tanto es de todos». El «todos» tiene que palmarse en un título de propiedad efectivo. Porque después, vienen los «vivarachos» de siempre y los propietarios supuestos (los obreros), que otrora eran «amos del país», «constructores del futuro», se quedan si nada.

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      Hernan

      17/01/2016 at 21:00

  4. Dices Rolo que según el enfoque de Trotsky, «el carácter de clase de un Estado es, necesariamente, en la época actual, burgués o proletario. No hay otra alternativa.» Yo tiendo a estar de acuerdo con esa idea. Por periodos breves el aparato de Estado puede considerarse autónomo sin vinculación concreta a clase social alguna, pero más a largo plazo, tiene que haber alguna clase concreta que es el fundamento de esa dominación estatal. Por ejemplo, en la Rusia actual hay claramente una clase propietaria de medios de producción que es la base del poder «democrático» de Putin. Esa clase es heredera directa de lo que en tiempos de la URSS se llamó «nomenklatura», estrato social en cuya composición un elemento fundamental eran los miembros del Partido Comunista. En mi opinión el periodo soviético 1920-1990 puede caracterizarse como un periodo de formación de una nueva burguesía. Durante el periodo estalinista esa nueva burguesía incipiente estaba sometida a los golpes imprevisibles del aparato estatal, básicamente convertido en gurdia pretoriana de Stalin, quien gobernaba de forma crecientemente irracional (como ilustra por ejemplo el episodio de los médicos judíos al final de su vida). Pero los intelectuales, los gerentes de nivel medio y alto de las empresas y los miembros del PCUS iban adquiriendo privilegios de los que estaba privada el resto de la población. Por supuesto que por la ideología igualitarista aún predominante las diferencias sociales se mantenían a un nivel bajo comparadas con las de países de capitalismo típico, pero existían y fueron la base de la diferenciación social progresiva que durante el periodo posestalinista hizo al PCUS inútil como medio de cohesión de la clase dominante y llevó a la transición de 1990 cuando la desaparición de la URSS coincidió con la aparición de las formas legales de propiedad privada de los medios de producción, que pasaron a ser propiedad abierta de un sector social que antes había gestionado ese uso de los medios de producción supuestamente de propiedad pública. Por todo eso creo que la caracterizacón de la URSS más apropiada es como capitalismo de Estado que tras Gorbachov desembocó finalmente en un capitalismo clásico.
    Dices también que hacia 1928-9 «la clase obrera soviética se encontraba en una situación de extrema pasividad. El desaliento, las privaciones y el hambre, la habían debilitado social y políticamente.» Eso sin duda es cierto, pero el papel del PCUS en todo ello me parece fundamental. Desde que en 1918 el PCUS expulsó a los socialrevolucionarios de izquierda del gobierno soviético y luego aplastó la insurrección de Kronstadt, la URSS se convirtió progresivamente en un país donde toda iniciativa popular estaba suprimida por el partido, que a su vez estaba controlado ferreamente desde la dirección y durante el periodo de control absoluto de Stalin sometido a los golpes imprevisibles de la policía. Lenin teorizó que el control de la clase obrera sobre el Estado proletario se ejercía a través del partido. Toda la experiencia de los países donde ha habido revoluciones encabezadas por partidos comunistas indica que eso es una pura fantasía.

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    P. Tapia

    18/01/2016 at 12:36

    • Pepe, estoy de acuerdo en que en el largo plazo, en la época actual, un Estado o es obrero o burgués. Por eso la inviabilidad histórica de la URSS. Discuto más en profundidad la caracterización de la URSS en las entradas referenciadas en la nota, incluido el argumento de que la burocracia constituyó una nueva burguesía. Uno de los problemas centrales que veo en esa tesis es que minusvalora el salto que significó la vuelta a la propiedad privada, a partir de 1990.

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      rolandoastarita

      18/01/2016 at 17:48

  5. Saludos profesor Rolando, excelente el primer cañonazo del año. Efectivamente Hernán, los trabajadores deben de tener un «título» de propiedad en la sociedad revolucionaria. Ese título no puede ser otro que el principio de la «participación activa de la ciudadanía en la toma de las decisiones políticas» punto esencial de todo programa revolucionario que quiera serlo de veras y que debe ser aplicado el «mismo día de la captura del poder». El Internet móvil lo hace posible (referéndums y votaciones «a diario» – disculpen la exageración)

    Es más cada vez evidente que el desarrollo de la ciencia y la tecnología justifican el socialismo y deslegitiman al capitalismo.

    En una sociedad revolucionaria que pretenda seriamente desmontar el capitalismo, los trabajadores y la ciudadanía en general deben tener capacidad efectiva de voto en lo concerniente al desarrollo de las empresas públicas (locales y centrales) y en los aspectos centrales de las políticas económicas tanto a nivel local como nacional.

    El pueblo decide los destinos del país. El pueblo gobierna de manera real y efectiva. ¿Cómo hacer funcionar todo esto? La unica manera de lograrlo es mediante el principio de «el camino se hace al andar» seguramente será lograrlo, porque ello requiere un alto grado de concientizacion y politización de las masas como nunca se ha visto en la historia de la humanidad.

    Cualquier revolución en el siglo xxi que no ponga en práctica el principio de la participación activa de la ciudadanía en la toma de las decisiones políticas no pasará de ser una caricatura de revolución

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    amauta

    18/01/2016 at 17:29

    • ¿Gobernar con referéndum perpetuo? ¿Quién asumiría la responsabilidad por los resultados? ¿Se imagina en junio de 1941 la dirección ad referéndum de las operaciones contra el ejército alemán? ¡La de victorias que se perdieron los generales soviéticos! La dirección de las altas esferas del estado exige especialización y dedicación exclusiva. El barrendero municipal no tiene ni tiempo ni vocación para esa tarea. Lo que se debe plebiscitar es la dirección de la política. Cosa que hoy sucede. QUE NO NOS GUSTEN LOS RESULTADOS ES OTRA COSA. Llegar al socialismo es un juego de niños: ganamos los referéndums que se hacen cada dos años hasta llegar a tener 2/3 de diputados y senadores, luego ganamos el referéndum para presidente y vice que se hace cada cuatro años, luego convocamos a una reforma constitucional para abolir la propiedad privada y reformar el estado a nuestro gusto y paladar y la ganamos y luego tenemos que seguir ganando cada dos años y cada cuatro años para mantener el sistema. ¿Fácil, no? Nada mas nos faltan los votos, pero es un detalle: si el PRO y el PJ los consiguen, por qué nostros no. ¿Por qué nosotros no? Yo diría que estudiáramos sin prejuicios la carrera política de Juan Perón. El hombre conocía como nadie el pan y circo de los argentinos. O por lo menos el de los argentinos que fueron sus contempóraneos. Tenía 2/3, tenía la presidencia, reformaba la constitución. Y despreciaba las bayonetas como instrumento político: «Queremos que nuestros compatriotas nos comprendan, no que nos teman». ¿Qué tenemos que perder?

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      José Mercado

      19/01/2016 at 14:11

    • «reforma constitucional para abolir la propiedad privada»

      Que reflexión más interesante, de seguro Marx la suscribiría…

      Las cosas que hay que leer.

      Saludos

      Pd:

      También es muy graciosa toda la parte de Perón. Pero ni da discutirlo.

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      Gerardo Daniel

      19/01/2016 at 22:20

    • y si se llama José …Mercado. En el Ejército Rojo Perón habría servido de enemigo con el uniforme de las SS. ¡fascista!

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      santiago

      27/01/2016 at 16:45

    • Estimado Santiago, no entiendo nada. ¿Fascista Perón incorporado al Ejército Rojo, con uniforme de las SS? ¿A qué viene esto?
      Sinceramente, ¿tomó algo que le cayó mal?

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      rolandoastarita

      27/01/2016 at 16:49

  6. Hernan,
    de qué sirve que el Estado conceda la «legalidad» de la propiedad a los trabajadores, si es el mismo Estado el que a cualquier momento puede retirarla? Si la propiedad de los medios está pautada por una garantía estatal, quien detiene el verdadero poder sobre los medios de producción es el Estado, no los trabajadores.
    P. Tapia,
    «pasaron a ser propiedad abierta de un sector social que antes había gestionado ese uso de los medios de producción supuestamente de propiedad pública.» Lo que vos describis no es un mecanismo de extracción del excedente de naturaleza capitalista. Porqué entonces caracterizalo como capitalista?

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    Fernando

    18/01/2016 at 17:53

  7. Estimado José Mercado, toda medida de Gobierno tiene un aspecto político y otro técnico. Por su puesto que, en una sociedad revolucionaria, en los aspectos técnicos tienen que intervenir especialistas y son responsables de las decisiones que tomen. En los aspectos políticos la cosa es diferente. Las masas revolucionarias no solamente son clase obrera, también esta incluida la pequeña burguesía en sus más diversas formas, que supera varias veces en número a la clase obrera en los países atrasados, donde son más probables las revoluciones, y que respecto al socialismo tiene una actitud vacilante.

    La cuestión política se refiere a la pugna entre los intereses de clase. En cualquier cuestión política los intereses proletarios empujarán el rumbo de los acontecimientos hacia el socialismo. En cambio, los intereses pequeñoburgueses optarán por una salida populista-nacionalista-capitalista. Es esta pugna de intereses lo que deben reflejar las votaciones en las asambleas, plebiscitos, referéndums, etc. Dada la pugna de intereses lo más democrático es someterlo a votación.

    Estas formas de democracia directa son muy utilizadas por algunas democracias burguesas como el llamado «socialismo sueco» muy generoso en la utilización de formas de democracia directa. De manera que no hay nada de que asustarse. En el caso del socialismo esta será su forma natural de existir, su manera de nutrirse para vivir y reproducirse. Será en el socialismo donde la democracia directa alcance su mayor plenitud y alcance niveles jamás vistos en la historia de la humanidad.

    Fatales circunstancias relacionadas con errores humanos impidieron que en la URSS se aplicaran estas formas de democracia directa y que comenzaron en Kronstadt, donde tienen responsabilidad Lenin y Trotsky. No se puede entender la hecatombe que produjo la industrialización acelerada y la colectivización forzada si no se entiende Kronstadt. Justamente de allí debió empezar el presente estudio.

    Los bolcheviques se olvidaron de la democracia directa. Es triste reconocerlo. Con ello lo único que lograron fue la muerte de la URSS y todo el esfuerzo revolucionario del pueblo Ruso. Esta es una amarga lección que nos deja la historia y que no debe volverse a repetir en las revoluciones futuras.

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    Amauta

    20/01/2016 at 03:27

  8. Hace tiempo he vuelto a dar importancia sustancial al papel de la Nomenklatura en la economía, la política, la cultura y la vida en general del Estado Soviético, a la que siempre responsabilicé del consciente ahogamiento del carácter progresista pro humanista del plan bolchevique xa liderar un Estado de Transición al Socialismo. Algo que relaciono con dicha visión lo encuentro hace pocos días, en la revista Ñ del 9 de enero de 2.016, donde leí un artículo de un economista, marxista como nos, Gerard Dumenil, titulado «Los Gerentes del Capital», que plantea una tesis interesante, en alusión a un libro de reciente publicación, «La gran bifurcación. Acabar con el neoliberalismo» (Katz), co-escrito con Dominique Lévy. Dicha idea que asocio a éste tu escrito, es que los cuadros gerenciales surgidos de las grandes empresas yanquis y luego copiadas en las del resto del mundo, y que surgen para poder llevar adelante la actividades económica cada vez más numerosas y complejas, adquieren cada vez más importancia en las decisiones y hasta en la vida de las empresas, llegan a tener inmensos sueldos, y que sin ser los propietarios de los medios de producción, sí son determinantes y más que mejoradores de la economía capitalista, son parte esencial, funcionalmente esencial, diría yo, de la supervivencia de la clase burguesa, por su vital relación con el capital financiero, que entra en escena como principal motor de la economía capitalista en esa misma época, y porque esos cuadros son los que entran en relación directa con los gobiernos y terminan, no linealmente, pero sí con gigantesca importancia y repetición, imponiendo políticas públicas y planes de gobierno a los mismos Estados. A su vez, los autores exponen que la misma función revolucionaria desde lo económico-político, pero, sin dudas, esencial, perfeccionista o meramente salvadora de la hegemonía del PCUS fueron los cuadros gerenciales que moldean y llevan adelante la economía, supuestamente planificada, sin la que no hubiera sobrevivido el Partido Bolchevique en el poder y menos aún, se hubiera logrado imponer Stalin luego de la industrialización a la fuera iniciada en el 28-29. No me animo a ver a esa burocracia a la que le importó una nada la vida misma, la libertad ni la vida digna de los habitantes a los que les impuso un sistema económico que explica y se explica solo por su pertenencia a un sistema de poder inhumano, dictatorial, no socialista, que alejó a los trabajadores campesinos, obreros industriales y de servicios de la gestión y administración de la economía. Me gustaría saber si la leíste, y en caso positivo, qué te parece esa u otros trabajos que teorizan en tal sentido, digo, sobre lo determinante de los cuadros técnicos, burocráticos, gerenciales de la ese período en la URSS xa que muera la posibilidad de un Estado Obrero, de Transición y si ves igual importancia en la sobrevida del capitalismo y su relación directa con el aumento de la productividad y compartimiento de intereses con los Estados Nacionales. Gracias por tu atención.

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    javier

    20/01/2016 at 16:09

  9. He leído la nota del Prof. Astarita, y también los demás trabajos publicados en el blog sobre el carácter del Estado que poseía la URSS, por demás interesantes. En tal sentido también hace algún tiempo vi que la revista Herramienta tenía una caracterización similar, particularmente el autor Andrés Romero, puesto que ambos coinciden en caracterizarlo como Estado burocrático o Estados burocráticos si se hace extensivo a los “ex países socialistas” del Este europeo, así como también he visto en la lectura de algunos materiales del Nuevo MAS en que coincidirían con dicha categoría. ¿Quisiera saber si Rolando conoce esos trabajos? De mi punto de vista me parece que van en un mismo sentido lo cual me parece alentador que sectores de la izquierda independiente tengan coincidencias. Quisiera saber si mi razonamiento es correcto, es decir si existen semejanzas en general, o por el contrario estoy cometiendo un yerro completo. Muchas gracias

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    José S.

    20/01/2016 at 21:41

    • No conozco los materiales del Nuevo MAS sobre la URSS. De Andrés Romero leí el libro que publicó en 1995, «Después del estalinismo» (Buenos Aires, Antídoto). Este libro tiene el mérito -siendo AR en aquel momento trotskista- de criticar la idea de que «Estado obrero = economía nacionalizada / Economía nacionalizada = Estado obrero». De todas formas llama la atención que al mismo tiempo reivindique el enfoque de Trotsky sobre la URSS. Es que Trotsky precisamente hacía descansar su caracterización del Estado soviético como Estado «obrero» en la existencia de la economía nacionalizada. Esta cuestión la critiqué en su momento. Le planteé a Romero (y al MAS, que reivindicaba el libro) que si se afirmaba que la estatización no implica la existencia de un Estado obrero, entonces había que avanzar en la crítica a Trotsky, quien afirmaba precisamente lo que Romero negaba. No recuerdo que se me haya respondido esta cuestión, pero me parecía importante desde el punto de vista del método (en particular, dada la costumbre de muchos marxistas de no osar cuestionar los «libros sagrados»). Desconozco si Romero, con el paso de los años, rectificó su postura de 1995.
      Agrego que también hubo otra polémica referida a su afirmación de que en la URSS funcionaba la ley del valor, que el excedente tenía la forma social de plusvalía y que la economía era de tipo capitalismo de Estado; de nuevo, no sé si AR mantiene hoy estas posiciones.

      En cualquier caso, me parece importante que se critique la idea de que estatización equivale a régimen proletario. Es una noción que ha hecho mucho daño al socialismo; y no permite entender la manera en que implosionaron estos «socialismos reales». Incluso el propio Trotsky dijo en algún momento que si la URSS caía y volvía el capitalismo sin que la clase obrera presentara resistencia, habría que revisar, en retrospectiva, su caracterización del régimen como «obrero». Pero ni aun así la mayoría de los grupos trotskistas se atrevió a repensar el asunto.

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      rolandoastarita

      21/01/2016 at 18:41

  10. Profesor usted afirma que «la colectivización y la industrialización acelerada marcaron el quiebre definitivo de la naturaleza proletaria del Estado soviético», pero ¿no cree que en realidad no hubo alternativa ante el cerco imperialista?, incluso Lenin en contra de Trotsky al ceder en la Paz de Brest dijo en clave filosófica que «había que ceder espacio para ganar tiempo». Más bien considero que la Revolución Rusa se dio en una época en que las condiciones para su triunfo si al menos no se incorporaría Alemania (que no lo hizo) eran muy difíciles.
    Gracias por su instructivo artículo

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    Diosdado Rojas Ferro

    23/01/2016 at 07:37

  11. todos los testimonios (y si alguna duda cabe «El extremismo…» de Lenin es una confesión) señalan q la represión (selectiva, terror rojo o stalinismo puro y duro) arrancan en noviembre de 1917.
    Lo mismo q el odio al campesino, el elogio al capitalismo de Estado y el Socialismo en un solo país.
    Los Bolcheviques de Izq fueron simplemente tratados de tontos x Lenin y Trotsky.
    En buena medida Trotsky, sin admitirlo, adhiere a los postulados de la primera Op de Izq a partir de 1924.
    Radek se jacta de haber empobrecido al proletariado urbano para aplastar al mediano burgués. ¡Menudo negocio!.
    Claro, señalar las burradas de Octubre señaladas desde el vamos x Rosa Luxemburgo y Liebnecht está «fuera de juego».

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    santiago

    27/01/2016 at 11:25

  12. Gracias por la entrada Rolo. He aclarado muchas dudas y me han surgido otras tantas preguntas. Un saludo desde España.

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    yagofernandez

    18/07/2016 at 20:20

  13. Si seguimos la tesis de Lenin de que el imperialismo se rompería por el eslabón más débil, que sucedió, aproximadamente en Rusia, era muy difícil que este «asalto a los cielos» pudiera desarrollarse, digamos, de forma lineal;
    * Rusia era un país muy atrasado tecnológicamente, con un par de focos industrializados y con una tecnología no necesariamente puntera.
    * El fracaso de las revoluciones en Europa dejaron a la URSS sitiada por los países capitalistas desarrollados y, la sublevación del ejército blanco con apoyo de miles de soldados europeos, agravó la situación hasta límites insufribles.
    *No había técnicos, el nivel de analfabetismo era brutal y, no lo olvidemos, para formarlos hacen falta por los menos 25 años en situaciones «normales».
    * Todo este atraso ayudó a que la antigua burocracia zarista, con los nuevos que ascendieron, empezaran a controlar el aparato estatal y a imponerse.
    * Estatización no es igual a socialismo, evidentemente. Marx ya lo advirtió.
    *La industrialización forzosa con «métodos administrativos» de ordeno y mando fue lo que se impuso.
    * La «culpa» no fue solo de stalin, éste representaba una forma de hacer de la burocracia que ascendía.
    * Alemania invadió la URSS provocando 25 millones de muertos: ¿Cabía más sufrimiento?
    * Pienso que pudo haber, a pesar de la presión que ejercía OTAN Y USA, en los años sesenta con la desestalinización, una oportunidad para retomar la situación y avanzar en la democratización.
    * La segunda oportunidad vino con Gorbachov.
    * En la URSS hubo avances en la educación, la sanidad, pensiones públicas para todos, alimentación y puestos de trabajo. No fue todo negativo. Muchas personas comparan la URSS con la UE como representantes del capitalismo. Olvidan que países capitalistas también son muchos países de África, Asia y América donde no saben que es un médico ni una escuela y trabajan en la economía informal (o sea, se levantan por la mañana y no saben si comerán o no)
    * Escribo desde España donde todavía no han privatizado del todo la asistencia sanitaria, la escuela ni las pensiones, aunque poco nos queda. Creo que Gramsci fue el que dijo, hablando de la revolución soviética, que los bolcheviques no habían conseguido hegemonía político-cultural en la sociedad. Con el tiempo me doy cuenta que esa hegemonía de la que hablaba Gramsci es imprescindible y costará muchos años conseguirla.
    Gracias por vuestra atención. Saludos

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    JUAN TRIGO

    27/12/2016 at 20:23

  14. Estimado camarada Juan Trigo, dice Ud.

    «Todo este atraso ayudó a que la antigua burocracia zarista, con los nuevos que ascendieron, empezaran a controlar el aparato estatal y a imponerse.»

    Me temo que su razonamiento no corresponde a la realidad. Una revolución puede triunfar y encaminarse al socialismo ya sea en un país atrasado o en un país adelantado. Obviamente, en un país adelantado el avance será más rápido. Si luego de la captura del poder se impone el poder de una dictadura partidaria, por más adelantado que sea el país, a la sombra de dicha dictadura se desarrollará una monstruosa burocracia que convertirá en una nueva clase explotadora y opresora de los trabajadores y el pueblo y llevará la revolución al fracaso y al retorno del capitalismo. Esto ha ocurrido en el 100% de las revoluciones que levantaron las banderas del socialismo (¿pura casualidad?)

    La consigna bolchevique de ¡todo el poder a los soviets! fue un «engañamuchachos». Al final todo el poder fue para el partido bolchevique, logrado en base a maniobras y medidas antidemocráticas (en 1918 convocaron a una asamblea constituyente y como perdieron la anularon; a partir de ello el gobierno bolchevique se aisló de las masas y estalló la guerra civil)

    Los bolcheviques tuvieron toda la oportunidad de entregar el poder a los soviets y dar lugar a una nueva institucionalidad basada en la democracia directa revolucionaria. Pues no lo hicieron. Más bien, se dejaron deslumbrar por la enfervorizada grandilocuencia de Trotsky, principalmente, que se esforzaba en apelar a una misteriosa forma de «derecho natural» para justificar el control absoluto de los bolcheviques del poder como ÚNICOS representantes de la clase obrera. ¡Maravilloso! Todo el poder en manos de una docena de intelectuales, la mayoría de los cuales más cercanos a la pequeña burguesía que al proletariado.

    El sectarismo bolchevique dividió innecesariamente a los trabajadores en dos bandos, lo que hizo más sangrienta la guerra civil y la guerra contra los ejércitos blancos. Prontamente el gobierno bolchevique quedó profundamente aislado de las masas trabajadoras, con lo que se ganó la desconfianza del proletariado mundial. Finalmente, para garantizar la producción, tuvo que aplicar el terror contra los trabajadores y someter a millones de trabajadores a trabajos forzados esclavizantes, al estilo de la brutalidad estalinista. Para la burocracia en el poder no había otra salida: o imponía formas de terror en la producción o caía en medio de una hambruna generalizada.

    Pero que quede claro que todo esto pudo ser evitado.

    Fue bajo estas condiciones que se lograron grandiosos resultados en el primer plan quinquenal que motivaron el entusiasmado saludo del mismísimo Trotsky desde la deportación, para amarga decepción de sus millares de seguidores en la URSS que en calidad de presos políticos participaron en el plan quinquenal en condiciones oprobiosas de esclavitud.

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    Amauta

    28/12/2016 at 02:45

  15. hola rolo, en una de las notas recientes- no recuerdo cual- sobre el problema de el socialismo del s XXI, haz afirmado que no consideras a la burocracia como una clase en si, podrias explicar por qué ?

    saludos

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    smolnybolche

    16/08/2017 at 12:46

  16. Vengo leyendo cada Nota y llegué hasta la 10, pero me llamó la atención un punto del cual me genera duda, es sobre la «acumulación originaria», es decir, y en primer lugar, la pregunta sería ¿Es necesario una «acumulación originaria socialista»? Y en segundo lugar ¿cómo se haría tal «acumulación»?

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    Roberto

    12/02/2020 at 11:46


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