Rolando Astarita [Blog]

Marxismo & Economía

Droga, Estado y globalización (2)

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La primera parte de la nota, aquí

A los efectos de profundizar en la cuestión, en lo que sigue publico, algo abreviada, una ponencia que hice en 2006, en la Tercera Jornada sobre Toxicomanías UBA, Facultad de Psicología, Secretaría de Extensión, Cultura y Bienestar Universitario. La misma fue publicada en Obstáculos en el tratamiento de las adicciones, (ed.) Deborah Fleischer, y tiene por título “Droga, su relación con el valor y el capital. Acumulación, globalización y Estado”.

“Quiero agradecerles que me den esta oportunidad de estar con ustedes. En esta intervención trataré de aplicar categorías de la teoría económica a la cuestión de la droga, concebida como mercancía y a lo que voy a llamar el narco-capital, y plantearé algunas implicancias de este análisis en lo político e institucional. (…). No voy a trabajar con las categorías de la economía neoclásica, sino con la teoría que dice que el valor está dado por el trabajo humano. Es la teoría que viene de la tradición de David Ricardo y de Carlos Marx. Más específicamente, voy a utilizar las categorías del análisis marxiano.

Mercancía, valor de uso y valor en la droga

Tenemos que partir del hecho que la droga es una mercancía. Es decir, es un producto que va al mercado y como tal tiene valor de uso y posee, además, un valor que se manifiesta en los precios. Amplío un poco la cuestión del valor del uso, porque es importante para el análisis que vamos a hacer. Cuando Marx se refiere al valor de uso, no está significando que el valor de uso deba tener utilidad desde el punto de vista social general o que todo el mundo deba considerar a determinada mercancía útil desde el punto social. Para que haya valor de uso sólo es necesario que una parte de la sociedad considere que determinado bien posee utilidad. Una bomba tiene valor de uso, aunque muchos de nosotros, seguramente la mayoría, pensemos que sería mejor que no hubiese bombas. Una mercancía tiene valor de uso en tanto satisfaga cualquier tipo de necesidad humana, que sea sentida como tal. Precisemos también que las necesidades humanas no se limitan a las fisiológicas. Por el contrario, la inmensa mayoría de las necesidades son “humanas” en el sentido que son social e históricamente determinadas. En síntesis, lo que importa para la existencia del valor de uso es que la sociedad en su conjunto, o una parte de ella, piensen o sientan que determinada mercancía satisface una necesidad. Si esto se cumple, la mercancía tiene valor de uso.

El valor de uso es la base material para la existencia de la mercancía. Una mercancía sin valor de uso no tiene valor, y todo aquello que contribuya a acrecentar el valor de uso acrecienta el valor de la mercancía. Desde este punto de vista es trabajo productivo –en el sentido que agrega valor a la mercancía, y en la sociedad capitalista genera plusvalor- todo trabajo relacionado con la producción y el transporte de la mercancía.

Sobre esta base material, el valor de uso, Marx plantea que la mercancía a su vez tiene una propiedad que es social, tiene valor.  (…) El valor está dado por el tiempo de trabajo socialmente necesario para producir la mercancía. Siguiendo a Marx, el concepto de “socialmente necesario” debemos entenderlo desde dos puntos de vista. Por un lado, desde la tecnología aplicada a la producción de la mercancía, y la intensidad del trabajo. Por ejemplo, si soy productor de la mercancía A, debería producirla, por lo menos, con la tecnología media imperante en el mercado, y a igual ritmo de trabajo que el resto de la competencia.

Por otro lado, el tiempo empleado en producir la mercancía A debe ser socialmente necesario desde el punto de vista de la demanda. Este aspecto del concepto “socialmente necesario” se refiere entonces al tiempo de trabajo que la sociedad, o una parte de ella, está dispuesta a entregar a cambio de la mercancía. Si los productores de mercancías A han empleado la tecnología modal (o promedio), pero sin embargo han producido demasiadas mercancías para lo que el mercado puede absorber, entonces una parte de su tiempo de trabajo no será validado en el mercado como generador de valor. Si la oferta supera a la demanda, los precios caen, los valores no se realizan, y los capitales se desvalorizan.

Por lo tanto el valor surge de una articulación compleja de producción y mercado. El valor no es solamente un fenómeno de la producción. Esta es una diferencia entre la teoría del valor de Marx y la de Ricardo, que muchas veces se pasa de alto (para una discusión más completa, aquí). Pero es clave para entender algunas particularidades de la droga y el narco-capital.

Por último, señalamos que hay una condición para el funcionamiento de la ley del valor trabajo, y es que la mercancía debe ser reproducible, y reproducible libremente. Así, nadie puede pretender que Los Girasoles de Van Gogh, por ejemplo, sean valuados por el tiempo de trabajo que empleó Van Gogh en producirlos; se trata de un bien no reproducible, y por lo tanto su precio no puede explicarse por la ley del valor trabajo. Esta ley no tiene aplicación universal, reconoce límites.

El caso de la droga

Apliquemos ahora los anteriores conceptos al análisis de la droga. Se trata, en primer lugar, de una mercancía que tiene valor de uso y valor, y es reproducible, pero no libremente. Veamos las consecuencias de esto último.

Supongamos que la demanda de la mercancía A de nuestro ejemplo anterior supera a la oferta. En este caso el precio de A se va a elevar, lo que está indicando que en esa rama de producción es necesario invertir más tiempo de trabajo (y por lo tanto más capital) para aumentar la oferta. Es decir, hay una demanda por parte de la sociedad de transferencia de tiempo de trabajo social hacia ese sector, demanda que se expresa a través del lenguaje de los precios. Sin embargo, si por algún motivo esa transferencia no puede operarse libremente, pueden suscitarse dos escenarios: o bien baja la demanda (la sociedad, o una parte de ella puede prescindir de la mercancía), o bien desde el conjunto de la sociedad (o una parte de ella) se transfiere el valor correspondiente, a través de la suba de los precios, hacia el sector productor de A.

Subrayamos que en este último caso la sociedad (o una parte de ella) transfiere, a través del acto de compra de la mercancía, más tiempo de trabajo que el que estaría determinado por las meras condiciones tecnológicas de producción. En cambio, si hubiera libre flujo de capitales hacia el sector que produce la mercancía A, aumentaría la oferta de A hasta que su precio se alineara con los tiempos de trabajo socialmente necesarios. Si esto no ocurre, y la demanda se mantiene, se establece de manera permanente un valor, es decir, una validación de tiempos de trabajo en el mercado, superior al que existiría si hubiese libertad de transferir tiempo de trabajo hacia el sector productivo en el cual la demanda supera a la oferta.

Esta es la base para que los capitales invertidos en ese sector puedan gozar de plusvalías extraordinarias de manera más o menos permanente, y por lo tanto de ganancias extraordinarias. Y esto es lo que sucede con la droga. Este producto, al generar hábitos de consumo compulsivos, genera una demanda extremadamente inelástica –la persona adicta busca droga a cualquier costo- lo que garantiza que una parte de la sociedad esté dispuesta a continuar “validando” en el mercado un valor muy superior al que correspondería si la droga se produjera y comercializara en condiciones de libertad de competencia. El que existan impedimentos para que la producción aumente libremente, genera entonces la posibilidad de que haya plusvalías extraordinarias más o menos constantes».

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Droga, Estado y globalización (2)

Written by rolandoastarita

16/08/2015 a 11:48

12 respuestas

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  1. Realmente muy interesante el artículo. Quería hacer dos comentarios que se interrelacionan:

    1. Respecto de las «necesidades» humanas como social e históricamente determinadas: por un lado, entiendo que este modo de pensar el valor de uso -por fuera de un naturalismo o un humanismo abstracto- va de la mano con la crítica al valor que realiza Baudrillard.
    Por otro lado, resaltaría que hay que considerar que este modo de pensar el valor de uso acerca al marxismo con el psicoanálisis, en tanto se pone de manifiesto que lo que se juega en el valor es el plano del deseo (un deseo que nunca es «personal») antes que el de la necesidad fisiológica.

    2. Habría que tomar con pinzas la idea de que las drogas generan hábitos de consumo compulsivos, y esto tiene que ver con el modo de concebir el valor de uso de las mismas (sea como necesidad fisiológica o como necesidad social, humana, histórica).
    Antes que nada, nos conviene hablar de «sustancias» y no de drogas, porque los consumos problemáticos y las adicciones no reconocen fronteras entre lo legal y lo ilegal; e incluso se puede hablar de consumos problemáticos y de adicciones cuando hay conductas tales como el juego compulsivo, las compras compulsivas, el trabajo compulsivo, entre otros ejemplos.
    Ahora sí: si bien hay sustancias que generan mayor probabilidad de dependencia por sus características químicas, es necesario resaltar que los hábitos de consumo compulsivos (que pueden ir desde el abuso hasta la dependencia o adicción) no son provocados por los elementos químicos que componen las sustancias (aquí caeríamos en un naturalismo o biologicismo abstracto) sino que son provocados por una multicausalidad muy compleja en la que hay que poner en primer plano las condiciones sociales y materiales de existencia de cada sujeto, que determinan el modo en que el sujeto se relaciona con la sustancia: qué sustancia y qué cantidad consume, pero también dónde, con quiénes, tras qué situaciones, y qué efectos le ofrece la sustancia (qué le da a ese sujeto), qué sensaciones que lo sacan de qué estados para llevarlo a cuáles otros, qué auto-percepción le propinan (¿dejar de sentirse un gil, sentirse un ganador?, ¿por un tiempo no experimentar un vacío, o una angustia, o…?). La adicción a una sustancia es en realidad la adicción a un sentimiento que esa sustancia le ofrece al sujeto, y esa manera de relacionarse con ella está estrechísimamente ligada a las condiciones de vida, que generan la «necesidad» de sentirse distinto (tapar un dolor, salir del malestar sí mismo, poder sobrevivir, «ser más», etc.).

    Un saludo

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    Ariel

    16/08/2015 at 13:15

    • Ariel. Justamente, independientemente de las razones por las cuales alguien consume algo, el asunto es que ese algo es una mercancía. Y hay que analizarla como tal, ya sea adictiva o no. El objetivo de la nota no es preguntarse acerca de por qué la gente consume drogas (o cualquier mercancía, un auto por ejemplo) sino cuáles son las bases económicas del asunto, supongo que esta parte de la nota justamente es una intro a explicar por qué el narco tiene tanta capacidad económica, la cual no es ficticia. Las razones que das de por qué alguien consume drogas son mayormente sociales («no se run gil» «ser un ganador»), esa misma sociedad también te vende la mejor ropa para que no te sientas un gil, o te sientas un ganador. Eso es independiente de qué determina que esa ropa se exprese en X cantidad de dinero.
      lo que decís de otras drogas o sustancias, es cierto, pero la diferencia es que esas son legales, por tanto, reproducibles a voluntad. Eso es lo que las hace tan baratas. Y es lo que diferencia a las drogas legales de la ilegales. Pensemos como ejemplo, en la disparada de precios que generó la Ley Seca en EEUU, sin que en el medio haya habido razones técnicas para esa escalada.
      Más contemporáneo, hoy mismo en algunos países musulmanes ocurre exactamente lo mismo con el alcohol.

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      Ilichito

      17/08/2015 at 20:07

  2. Felicitaciones por tu incansable trabajo al que nos permitís acceder mediante este Blogs Rolo..! Además de que sea posible hacer pequeños comentarios, y abrir así algún debate. A propósito de esto, los dos comentarios de Ariel ameritan ser tenidos en una alta consideración. Saludos y muchas gracias

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    Lars Von Frankenstein

    17/08/2015 at 14:36

  3. Una aclaración: cuando la relación con la sustancia deviene en una dependencia (adicción), ahí sí que se suma la dimensión fisiológica: se depende de la sustancia con todo el cuerpo, e incluso cuando su consumo pueda deparar a veces insatisfacción se la necesita igual imperiosamente. Toda la vida del sujeto gira en torno a conseguir y consumir esa sustancia, y aunque lo quiera no puede salir solo de ese cautiverio.

    Saludos

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    Ariel

    17/08/2015 at 14:39

  4. Rolando, ¿se genera entonces una suerte de renta al aumentar los precios por constricción de la oferta?Porque no es solo una ganancia extraordinaria, dado que la «ventaja competitiva» se torna permanente, mientras dure el statu quo.

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    Ilichito

    17/08/2015 at 20:10

    • Sí, es una ganancia extraordinaria que se prolonga; pero pienso que habría que distinguirla de la renta, que proviene de las diferencias de productividad de recursos naturales (tierra, pozos de petróleo, etc.).

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      rolandoastarita

      19/08/2015 at 08:44

  5. Se me ocurre pensar, al leer la nota, en como el ser un negocio ilicito impulsa una gran cantidad de trabajo improductivo para el capital en las formas de toda la burocracia estatal, politica, judicial, policial y empresarial vinculada a las mafias, coimas y demás inmundicias.

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    Claudio FM

    18/08/2015 at 17:19

  6. Rolando, muy interesante trabajo. Si no me equivoco, el apellido correcto de la psicoanalista que compiló el texto es Fleischer. Saludos

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    Armando

    18/08/2015 at 20:35

  7. Está muy buena esta serie de textos, espero la tercera parte. Me encantó el ambiente constructivo en todos los comentarios de esta nota, ojalá esto fuera la norma.

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    Danilo Castelli

    19/08/2015 at 15:19

  8. No veo que tenga mucho sentido subestimar los efectos químicos de dependencia que generan las drogas y que están harto demostrados. Ello independientemente que haya otras causas que llevan al consumidor a consumir sustancias adictivas. Las drogas generan dependencia química en todo el cuerpo, incluido el cerebro, al punto que hay consumidores que pueden morir si se les saca súbitamente la droga y no se les brinda asistencia médica y farmacológica (por ejemplo, los adictos a la heroína). Ni hablar de otras sustancias como la pasta base o el paco que son venenos. Es cierto que hay personalidades con mayor tendencia a los comportamientos adictivos que otras pero nadie puede evitar caer en la adicción si consume periódicamente drogas. No caigamos en el psicologicismo.

    En mi caso fui adicto al tabaco durante 15 años y pude dejarlo de un día para otro y de una vez (ya van casi 6 años sin consumir) pero la pasé absolutamente mal durante los primeros meses. La dependencia química no es joda.

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    Lucas

    19/08/2015 at 17:40

  9. Muy interesante análisis. Da gusto.

    Me generó la siguiente reflexión. Los narcóticos son una mercancía plenamente inserta en el sistema de producción capitalista, pero a la que curiosamente no se le exige eficiencia, ni mejora tecnológica ni competencia entre productores. A nadie le importa si hay 1 o mil productores o si hay cartelización o monopolio. Solo se exige que haya mercancía disponible a cualquier precio.

    Por otra parte, siempre pensé que la droga resulta prohibida por un dilema ético para los estados. En los papeles es ilícita y prohibida para proteger a la sociedad de sus efectos destructivos, sin embargo pienso que la causa es otra.
    Es ilícita y prohibida porque los estados no pueden cobrar impuestos sobre ella pues se presenta un dilema ético. Cobrar impuestos sobre ella sería participar de sus ganancias a costa de la destrucción de la sociedad, pero no cobrar impuestos es un crimen inadmisible para los estados que conocemos.
    Finalmente se hace partícipe por vías ilegales, le cobra impuestos a través de funcionarios para dejarla existir. El impuesto temrina por existir, solo que es también por vía ilegal..

    Como contraparte, es curioso que con otras mercancías tan penosas como la droga no parecen tener este dilema. Las armas y municiones son comercializadas entre otros por los estados, aunque son claramente nocivas para la sociedad. El tabaco es un caso similar. Una droga blanda en la que el estado decidió participar mayoritariamente aunque con un cartelito que dice “te hace mal, no la compres” para lavarse la culpa, sin embargo es un accionista mayoritario.

    Lo mejor, el espacio que ud crea para la reflexión.
    Muchas gracias

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    Gerez

    27/08/2015 at 10:52


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